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LOMBARDO LLAMÓ A UNA REBELIÓN INTERNA A TRAVÉS DE LAS URNAS
“En 2002 no sólo cayó un modelo económico, también cayó un modelo de hacer política”
Renovación. Ese el concepto al que apuesta Ricardo Lombardo en su campaña para obtener la candidatura del Partido Colorado. Esa colectividad “aparece como que se vació de ideas y no es así, porque nosotros queremos incorporar un conjunto de ideas modernizadoras que son lo que el país necesita y la gente reclama”, afirmó. Una de ellas es la reforma de las empresas públicas. “Tienen que dejar de ser parte del poder político”, exigió. Las obras polémicas no estarían ajenas a una futura gestión suya. Ahora lanza la idea de una Torre del Clínicas para renovar el hospital universitario.
EN PERSPECTIVA
Jueves 15.01.04 - Hora 8.43
JOSÉ IRAZÁBAL:
Vamos a seguir conociendo las propuestas, los perfiles de los candidatos hacia las próximas elecciones internas.
En este caso, después de cinco años dedicado a la actividad privada, el contador Ricardo Lombardo vuelve a la arena política dentro del Partido Colorado (PC). Por estos días señaló que el año 2004 es el año para renovar las filas del partido. Habló de “conducir una rebelión cívica a través de las urnas que permita enfrentar a la cúpula partidaria en las internas y poder renovar al PC”.
Lombardo lidera el sector Fuerza Independiente de Renovación (FIR), es precandidato presidencial del PC, ex presidente de Antel y director de la consultora Lombardo y Asociados.
Lomboardo, usted dijo en la presentación de su candidatura: “Cinco años a la intemperie me han liberado de los antagonismos políticos menores”. ¿Por qué a la intemperie? ¿Esa es la sensación que le quedó de su última puja dentro del partido por ser candidato a la Presidencia?
RICARDO LOMBARDO:
Sí, claro, esa fue la sensación. Esa expresión parafrasea a Winston Churchill, cuando en circunstancias similares señaló también que después de estar en su caso 11 años a la intemperie había superado los antagonismos políticos menores, pero se había retemplado en otras pasiones. Nosotros hicimos esa cita porque nos pareció que era una situación bastante similar a la nuestra. Usted recuerda que en el año 1998, después de participar en las elecciones internas del Foro Batllista (FB), decidimos apartarnos de este sector y las circunstancias determinaron que hiciéramos un paréntesis en la propia actividad política, que estamos cerrando ahora.
JI - Usted habló de rebelión cívica también.
RL - Sí; naturalmente rebelión cívica a través de las urnas. Creo que ese es el espíritu que tiene que animar a quienes hemos sido formados en el partido de José Batlle y Ordóñez, que nos hemos formado justamente pensando o idealizando un partido, como él quería: democrático, con participación de la gente, que combatiera los personalismos, que se abriera a las nuevas ideas. Cuando constatamos que estamos en una situación que es todo lo contrario de lo que soñamos cuando abrazamos esta causa, nos damos cuenta de que necesitamos una especie de rebelión interna, pero que también se dé a través de las urnas, que es la oportunidad.
De pronto la ciudadanía todavía no tiene claro el alcance de estas elecciones internas programadas para junio, porque en Uruguay existe una tradición de elecciones internas basadas en el aparato, en los afiliados; es la historia que más conocemos. Pero de la reforma constitucional de 1997 emergió la posibilidad de que sea la ciudadanía la que transforme los partidos.
Si uno piensa en un aparato abroquelado y cerrado, es muy difícil cambiarlo. Pero si uno abre la ventana y deja entrar aire fresco y la opinión pública es la que determina esos cambios, la que se abre es una oportunidad muy significativa.
JI - En principio uno lo visualiza a usted como desvinculado de la actividad política en los últimos años. ¿En qué medida esto es cierto?
RL - Es cierto. Estuvimos haciendo algunos emprendimientos privados, esencialmente estuvimos trabajando como consultores, en particular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Estuvimos desvinculados de la actividad política activa. Naturalmente que desde el punto de vista conceptual y del seguimiento de los temas no hemos estado nada desvinculados, hemos seguido muy de cerca las cosas; pero en la práctica sí hemos estado desvinculados.
JI - Usted como colorado, ¿se siente representado por este gobierno que ha hecho el presidente Jorge Batlle?
RL - No sé si representado, pero sí digo que el Partido no ha funcionado de tal forma que este sea un gobierno que uno pueda conceptualizar como batllista. Los partidos no pueden ser un escudo que proteja a los gobernantes de los gobernados, y de alguna forma esto es lo que ha ocurrido en los últimos años. El Partido no ha funcionado, hace siete años que la convención no se reúne, los temas no se discuten internamente, las decisiones se toman todas en una cúpula fundamentalmente de dos personas. Ese no es el PC ni el batllismo que nosotros hemos abrazado. Las consecuencias de eso están en un gobierno como este, a menudo divorciado de la realidad, del sentimiento de la gente y con dificultades para explicar las medidas que toma, justamente porque no existen órganos partidarios donde puedan ir los ministros y explicar a la ciudadanía con lujo de detalles por qué se toman. Este gobierno no representa la esencia del batllismo o del PC.
JI - Si tuviese que calificar a este gobierno ¿cómo lo haría?
RL - Ha sido un gobierno malo. Con honestidad intelectual uno se tiene que dar cuenta de que aquí hay dos tipos de razones para que haya sido un gobierno malo. En primer lugar ha sido un gobierno que ha sufrido embates externos muy fuertes, no se puede desconocer que buena parte de los problemas derivó de la región, de la crisis primero en Brasil, después en Argentina, después de la aftosa. Hay una cantidad de elementos que si uno razona con total honestidad se tiene que dar cuenta de que han influido negativamente en la gestión. Pero uno tampoco puede desconocer que hubo errores muy serios que son parte de ese mal desempeño; en particular el manejo de la crisis financiera desde que Argentina decretó la tablita fue un cúmulo de errores.
JI - ¿Usted fue invitado en algún momento a participar en algún puesto dentro de este gobierno?
RL - No, no fui invitado a participar en este gobierno.
***
JI - Usted decidió lanzar su candidatura el 16 de diciembre; hace pocos días el doctor Sanguinetti dijo en una entrevista al diario La Nación, de Argentina, que recién en marzo va a anunciar su eventual participación o no en las internas del PC. Por su parte el Batllismo Lista 15, más allá de que surge y se nombra como candidato natural al senador Alejandro Atchugarry, tampoco ha anunciado oficialmente una candidatura. ¿Por qué su postulación se hace con tanta antelación?
RL - Creemos que la renovación del Partido pasa no solamente por la renovación de los liderazgos, sino además por la renovación de ideas, de estilos, de talantes políticos. Entonces no sólo no nos parece prematuro sino que es necesario comenzar a discutir estas cosas cuanto antes. Independientemente de cómo se diluciden las candidaturas de los otros sectores, no creo que vayamos a asistir al triste espectáculo de un capitán abandonando su barco en medio de la tormenta; queremos empezar a incorporar los temas de discusión. Insisto: esto no es sólo un tema de liderazgos, esto es renovación de los contenidos, es de eso de lo que se ha vaciado el Partido. Es necesario reconstruir los puentes que han sido destruidos y que no permiten la búsqueda de un propósito verdaderamente nacional. Es necesario un corte transversal que le permita al país en su conjunto definir un propósito nacional. Así como estamos, en esta división de familias ideológicas, en este país partido en dos, vamos rumbo a ser Venezuela; es un camino muy peligroso, pero si seguimos con estos talantes políticos y estos estilos políticos vamos a llegar a un camino, como en Venezuela, de una sociedad irremediablemente partida en dos.
Entonces vamos a poner sobre la mesa los elementos que nos permitan hacer ese corte transversal, que nos permitan reconstruir los puentes y encontrar un propósito verdaderamente colectivo.
JI - ¿Qué opinión tiene usted sobre la candidatura de Julio María Sanguinetti? ¿Se debería presentar? ¿Debería abandonar al Partido?
RL - No voy a opinar sobre ese tema, es un tema de él. Insisto en lo que le decía: no creo que vayamos a asistir al triste espectáculo de un capitán abandonando el barco en medio de la tormenta. Quizás hemos perdido el reflejo en el PC de que estas decisiones en realidad deben ser tomadas por la gente, no son decisiones que se tomen en las cúpulas. Es la gente que tiene que introducir la renovación, es la ciudadanía a la que uno tiene que someterse para que juzgue y determine, para con humildad republicana aceptar cuando la determina cosas que nos gustan o que no.
JI - Justamente, los relevamientos de intención de voto muestran dentro de la interna colorada a un Sanguinetti totalmente despegado de los demás candidatos. Por lo menos esos son los datos que se han conocido, con más de un 50 por ciento de la intención de voto en la interna.
RL - Sí, ese es un dato de la realidad. Nosotros creemos que el Partido necesita alternativas, por eso estamos planteando la nuestra, por eso estamos planteando nuevas ideas. Las encuestas reflejan un sentimiento que existía hasta fines del año pasado de que votar al PC era votar a Sanguinetti, pero hay un grupo muy grande de gente que está dispuesta a votar al PC si no es Sanguinetti el candidato. Eso debe ser determinado por la ciudadanía, por el electorado en junio, no antes, no a priori, no especulando con tal o cual cosa. Tenemos que acostumbrarnos nuevamente, porque hemos perdido el reflejo, el PC ha perdido el reflejo de la participación de la gente, de la opinión de la ciudadanía. Y la opinión de la ciudadanía no se manifiesta en encuestas.
JI - Ya que estamos en el tema de las encuestas, más allá de que usted dice que no reflejan el pensar de la gente: el PC aparece muy disminuido en cuanto a sus posibilidades en las elecciones nacionales, se habla de un 10 por ciento de la intención de voto.
RL - Le repito lo que dije recién porque me parece que es la respuesta a esta nueva pregunta: las encuestas de los últimos meses, sobre todo las de los últimos meses del año pasado, revelan esencialmente una baja en la intención de voto del PC porque toda la ciudadanía pensaba que votar al PC era votar a Sanguinetti. Pero si usted mira las encuestas con detenimiento ve, por ejemplo, que la mitad de los indecisos son colorados, es gente que quiere votar al PC pero no a Sanguinetti. Por eso estamos planteando la alternativa, pensamos que una alternativa de renovación como la nuestra debería canalizar a esa gente que no quiere votar a Sanguinetti pero tampoco a Lacalle ni a Tabaré Vázquez.
JI - Según su razonamiento la multiplicidad de opciones dentro del PC va a potenciar o a despegar al Partido en este año.
RL - Es así, por definición. Insisto en lo que le dije hoy: no solamente es un tema de renovación y liderazgos, es también un tema de renovación en las ideas. El PC aparece hoy como que se vació de ideas. Y no es así, porque nosotros ciudadanos, militantes colorados y ahora activos participantes hacia la interna, queremos incorporar un conjunto de ideas distintas, nuevas, modernizadoras, que son lo que el país está necesitando y la gente está reclamando.
JI - ¿Qué tanto pudo haber influido en esta situación, en estas internas partidarias, en estas definiciones hacia la interna, el resultado del referéndum sobre la ley de Ancap?
RL - Hay que leer ese resultado tratando de interpretar el sentimiento de la ciudadanía. Algunos sondeos que se hicieron previamente determinaron que un bajísimo porcentaje de la gente había leído la ley y sabía de qué se trataba. Por lo tanto uno tiene la sensación de que este resultado hubiera sido el mismo si hubiera sido una ley de puertos, una ley de aborto o cualquier otra; ésta es claramente una señal de la ciudadanía a determinados liderazgos y a determinada forma de conducir la vida política.
Estoy convencido de que en el año 2002 no solamente cayó un modelo económico con fuertes repercusiones sociales, sino que también cayó un modelo de hacer política, un modelo político. La votación de la ciudadanía el 7 de diciembre reflejó eso: un rechazo a determinada forma de hacer política. Si no podemos entender eso no habremos entendido el sentimiento de la gente. Es necesario revisar eso, que pasa no solamente por la renovación de los liderazgos, sino por la renovación de los estilos, de las ideas, hasta del talante político y por un nuevo impulso ético. Ese, a mi modo de ver, es el mensaje que envía la ciudadanía.
JI - ¿Qué va a hacer como candidato para despegar su figura de la percepción que puede tener la gente, de un hombre que estuvo dentro del FB, que incluso fue uno de los candidatos presidenciales de ese sector en las últimas elecciones, para aparecer como diferente de, por ejemplo, la propuesta del FB?
RL - Hay algunos hechos objetivos y otros de contenido. En cuanto a los hechos objetivos, hace cinco años me aparté del FB, por lo tanto parece bien claro que hace cinco años la situación era bastante distinta de lo que es ahora. Esencialmente la diferenciación es a través de las ideas, de los planteos, a través de la interpretación de los hechos. Nosotros fuimos parte del FB, participamos en los dos gobiernos de Sanguinetti, creo que el primer gobierno fue excelente, sólo él podía armar ese rompecabezas de un país que salía de la dictadura e institucionalizarlo de la manera que se institucionalizó. El segundo gobierno tuvo cosas muy buenas, pero tuvo un pecado capital que fue continuar con el mismo modelo económico que venía del período de Lacalle, que de alguna forma fue lo que explotó en 2002, pero de todos modos se hicieron cosas muy importantes. Los tiempos se agotan y las necesidades van surgiendo con los nuevos tiempos. Uno de los problemas que ha tenido el Partido ha sido que a través del sistema de cúpula ha perdido la alimentación de nuevas ideas.
JI - ¿A qué necesidades se refiere concretamente cuando dice que han surgido nuevas necesidades, que los tiempos van cambiando las necesidades y que el PC no se ha adaptado?
RL - Nuevas necesidades ideológicas; esto que le estoy diciendo, la necesidad de modificar el estilo político, la forma de hacer política. De pronto hace cinco años todavía no existía esa necesidad; hoy es bien claro que existe.
Quiero hacer referencia a uno de los temas de nuestra propuesta que explica esto que estoy diciendo. Estamos convencidos de que el tema de las empresas públicas ha sido una discusión que ha estado mal planteada, porque se ha discutido todo el tiempo y se han hecho varias propuestas con respecto a la propiedad de las empresas públicas. Parece bien claro que la ciudadanía se ha pronunciado una y otra vez en el sentido de que no quiere, por distintas razones, entrar a discutir el tema de la propiedad. Pero creo que estamos todos de acuerdo en que las empresas públicas no pueden seguir siendo gestionadas como hasta ahora. Eso quiere decir que es necesario modificar la forma en que están siendo conducidas. Hoy las empresas públicas son parte del poder político, eso es lo que se tiene que terminar.
JI - ¿Qué quiere decir eso de que son parte del poder político?
RL - Las empresas públicas son hoy un brazo del poder central, del poder político. Los directores de las empresas son nombrados por filiación política, el presupuesto es fijado por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), las tarifas también son fijadas por la OPP, al igual que la capacidad de endeudamiento; el régimen de compras y el de contratación de personal están fijados centralmente. En realidad las empresas públicas son más públicas que empresas, no están en condiciones de competir, fueron concebidas para períodos de monopolio. De alguna forma estamos llegando al fin del proceso del pacto del chinchulín. (En 1931 algunos sectores colorados y blancos acordaron institucionalizar los monopolios y repartir la dirección de las empresas, el famoso tres y dos, el que ganaba tenía tres directores y el que perdía tenía dos.) Durante todo ese período, disimulado por la vigencia de los monopolios, las empresas fueron parte del poder político, pero el mundo moderno determina que aun siendo propiedad del Estado las empresas deben ser unidades económicas autónomas y responsables. Entonces no pueden seguir siendo manejadas de esta manera.
JI - Pero usted fue presidente de Antel nombrado políticamente…
RL - Sí, señor; por eso le digo esto con mayor propiedad, porque pude vivir en carne propia las dificultades que puede tener alguien que quiere gestionar una empresa con la mayor eficiencia posible y con las limitantes y las trabas que significa esta situación. Pero le digo otra cosa, cuando fui nombrado, en 1995, las condiciones todavía no eran lo que son ahora. Hoy para ser realmente competitiva la sociedad uruguaya necesita que sus empresas, aun aquellas propiedad del Estado, sean unidades económicas competitivas, y no pueden serlo si son parte del brazo político. Esta es una realidad, son nuevas necesidades. De pronto en 1985, cuando se restableció la democracia, o en 1995, cuando yo fui designado, no era una realidad o una necesidad, pero hoy que el país tiene que competir y que los sectores tienen que ser competitivos para iniciar un proceso sostenido de crecimiento y diversificación de las exportaciones por 20, 30 años; hoy que nunca más vamos a tener atraso cambiario porque la experiencia fue bien clara y tenemos que ponernos un cartel en la cabeza todos “Nunca más atraso cambiario”; hoy que todos nos damos cuenta de que la única forma de crecer que tiene el país, de crecer en bienestar, en niveles salariales, en niveles de trabajo, es a través de las exportaciones; hoy no tenemos más remedio que hacer de nuestras empresas unidades económicas autónomas y responsables. Este régimen, que surgió en 1931 y que fue en muchos casos exitoso en todo este período de monopolio, debe ser cambiado.
JI - ¿En qué piensa su sector cuando se plantea cambiar el funcionamiento de las empresas públicas?
RL - Pensamos en la necesidad de un estatuto distinto, que de la misma manera que las empresas multinacionales designan a sus gerentes o a sus gerentes regionales, les asignan objetivos, les dan atribuciones y su paga está sujeta a la obtención de esos objetivos, creemos que las empresas del Estado tienen que dejar de ser parte del poder político y designar a sus responsables a través de contratos que exijan ciertas obligaciones y el cumplimiento de ciertos objetivos y que incluso su remuneración esté atada a esto. Además el régimen tiene que cambiar, tiene que ser lo más parecido posible al del sector privado, aun siendo propiedad del Estado, tanto en el sistema de compra como en el de contratación de personal. Esto implica un cambio muy importante. Pero si uno mira el resto del mundo se da cuenta de que las empresas, aun propiedad del Estado, son manejadas así y no como en Uruguay, en este invento uruguayo que tuvo vigencia durante determinado tiempo pero ya no la tiene. Necesitamos cambiar este concepto. Ojo: no desconozco que esto significa para los sectores políticos resignar buena parte del poder, porque con esto desaparece la posibilidad de colocar a legisladores o candidatos que no han tenido éxito, desaparece una cantidad de instrumentos de clientelismo que muchas veces derivan en la ineficiencia, pero no hay más remedio que hacerlo, es un dato de la realidad que es necesario que empecemos a pensar.
JI - ¿Cómo se plantea usted el tema de la generación de empleo, que creo que es el gran tema que hoy preocupa a los uruguayos?
RL - El tema de la generación de empleo tiene dos vertientes. Una es la genuina, que es el crecimiento, la inversión y el aumento de las exportaciones y las ventas. El crecimiento de la economía es lo que va a producir esa generación de empleo. Pero la situación es tan dramática y grave que requiere acciones específicas para alentar la generación de empleo, la reconversión laboral, para alentar una serie de instrumentos que el mercado no puede determinar solo y que es necesario que se produzcan desde el gobierno.
JI - ¿En qué medidas está pensando?
RL - Hay mucha gente que queda sin trabajo, de pronto estuvo mucho tiempo trabajando en determinada actividad, esa actividad cierra y no tiene capacidades para otra. Eso requiere todo un proceso de reciclaje, de capacitación, para habilitar esas nuevas capacidades.
JI - Para eso está la Junta Nacional de Empleo (Junae), por ejemplo.
RL - Sí y la Junae tiene que desarrollar un plan mucho más basto que el que ha desarrollado, con una acción mucho más orientada hacia el propósito colectivo. Esto está vinculado con el tema que le decía al principio: si tomamos conciencia de que el crecimiento genuino del país se hace a través de la exportación y de multiplicar y diversificar las exportaciones, entonces todo el esquema institucional, el esquema cultural, el esquema educacional, tiene que orientarse a capacitarnos para eso. Ocurre que durante 10 años Uruguay estuvo orientado a actividades internas, estuvimos orientados hacia los servicios; olvidamos que el genuino crecimiento es a través de la exportación. Se ha capacitado a mucha gente para actividades que hoy han quedado sin dinamismo porque se terminó esa dinámica del mercado interno. Si somos conscientes de que el crecimiento para los próximos 20 o 30 años debe ser un fuerte aumento de las exportaciones tradicionales, de las no tradicionales y de sus diversificación, nos vamos a dar cuenta de que hay una cantidad de actividades para las cuales es necesario que nos capacitemos y de pronto hoy no tenemos gente formada porque durante más de 10 años el país estuvo mirando para otro lado.
Si logramos acordar que el propósito nacional está en las exportaciones, todo el conjunto de las cosas –la política de empleo, la política de educación, el propio aparato estatal– tienen que estar orientado a mejorar la competitividad y la capacitación de los sectores exportadores.
***
JI - Me gustaría preguntarle por algo a lo que a usted se lo asocia, más allá de la presidencia de Antel, que fue la construcción de las Torre de las Telecomunicaciones, de la que tanto se ha hablado. ¿Usted cree que esto le juega en contra o a favor ante la opinión pública rumbo a ser candidato a la Presidencia?
RL - Juega a favor; pocos candidatos pueden mostrar obras y realizaciones como la que nosotros hicimos en Antel, tanto la Torre como toda la gestión en materia de extensión de la telefonía en ese período, que fue muy intensa. El tema de la Torre se ha discutido, se lo ha introducido en la discusión política, pero estoy convencido de que es una muestra de que en Uruguay las cosas se pueden hacer y bien. La Torre de Antel fue hecha cuando Antel facturaba 720 millones de dólares al año, y su costo final fue de 84, o sea un poquito más del 10 por ciento de lo que facturaba en un año, sin endeudarse, sin aumentar las tarifas. Si uno analiza el tema Antel, la Torre es parte de una etapa en la que la empresa estaba en el centro de un modelo de desarrollo, el edificio con que contaba se había empezado a caer a pedazos y era necesario construir uno nuevo, que fue un icono de la modernidad.
JI - ¿Qué aporta la Torre de Antel? Mucha gente se lo puede preguntar, más allá de lo que estéticamente pueda resultar para la ciudad.
RL - El tema ha sido discutido por mucho tiempo; nada que se haga genera unanimidad, nada genera consenso; mucho menos en Uruguay. Hay mucha gente a favor y sé que hay gente en contra, pero la gente que está en contra no lo está tanto por Antel, porque en definitiva si una empresa había llenado de teléfonos el país, digitalizado todo el territorio nacional, llevado la telefonía celular a todo el territorio, extendido la utilización de Internet, se había transformado en la primera empresa de América Latina y además generaba una sede de esta naturaleza con el 10 por ciento de lo que facturaba en un año, no podría ser más que motivo de felicitaciones. Alguien podría decir que está bien lo que Antel hizo como empresa y que tendría que haber seguido haciéndolo; quizás el problema de Antel no es aquello sino la situación en la cual está hoy. Alguien podrá preguntar por qué el Estado en su conjunto no destinó esto a otra cosa; respecto de eso le digo dos cosas: si tenemos el concepto de que las empresas tienen que ser autónomas y responsables y no ser más parte del poder político, la obra y toda la gestión estuvieron perfectamente orientadas en ese sentido.
En mi caso, cuando era presidente de Antel mi responsabilidad era Antel, no hacer otra cosa; quizás ahora diga –lo estoy anunciando públicamente en esta oportunidad– que si me toca ser presidente de la República voy a hacer una Torre del Clínicas, un nuevo Hospital de Clínicas de la dimensión que hay que hacerlo, con la modernidad y la transformación que significa. Cuando uno hace un planteo de esta naturaleza y muestra los antecedentes, se le puede creer.
JI - Esa Torre de Antel, ¿cumple con los objetivos para los cuales fue construida cuando usted fue presidente?
RL - En parte. La Torre se concibió como centro de un modelo de desarrollo tecnológico, el edificio está concebido –inclusive el anfiteatro, que tiene capacidad para 400 butacas, cada una con capacidad de acceso a banda ancha– como parte de un concepto de fuerte desarrollo de la banda ancha, de fuerte desarrollo de las nuevas tecnologías de la información que estaba previsto que existiera en función de esa infraestructura. Desgraciadamente Antel no evolucionó a ese ritmo y quizás el edificio todavía no ha sido potenciado en ese sentido. El problema de la Torre de Antel no es la torre, sino la evolución de Antel, que no ha logrado todavía llegar a los niveles de desarrollo tecnológico que se preveían.
JI - Más allá del destaque que usted hace de la construcción, el propio presidente Batlle la puso a la venta.
RL - Sí, pero Batlle se opuso a la Torre desde el primer día, también le dijo a un visitante extranjero que si tuviera un cañón la tiraba abajo junto con el Hospital de Clínicas. ¿Qué quiere que le diga? No me haga comentar esas cosas porque es ingresar en un terreno en el que no debo entrar.
JI - ¿Cómo sigue su campaña? ¿A qué va a apuntar en estos meses para convencer a los colorados de que lo voten en junio?
RL - A esto que le decía: la renovación no pasa sólo por la renovación de candidatos, sino de los contenidos; nos hemos propuesto tirar sobre la mesa varios temas que a nuestro modo de ver es imprescindible que sean discutidos con este perfil. El tema de las empresas públicas nos llevó buena parte de esta entrevista porque es un tema muy actual, nosotros tenemos en elaboración –tenemos un equipo de gente muy capacitada y con mucha creatividad– un planteo que contiene cosas distintas, porque aun con la experiencia que tenemos, con la trayectoria que tenemos, con lo que hemos podido vivir desde la salida de la dictadura cuando fuimos electos diputados hasta ahora, nos damos cuenta de que en el año 2002 se terminó un modelo político y hay que crear otro. Esto requiere imaginación, creatividad y es lo que vamos a hacer, vamos a estar cada tanto planteándole a la opinión pública nuevas ideas que en definitiva nos van a permitir encontrar ese propósito nacional que necesitamos.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
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