Entrevista con el director y guionista de El baño del Papa, Enrique Fernández.

"Me gusta hacer películas que muestren un momento del alma"

"Si alguien no se emociona con esta película tiene que ir al médico a hacerse ver el corazón". El distribuidor alemán hablaba de El baño del Papa y quien lo escuchaba era su director Enrique Fernández. A una semana del estreno y con una taquilla que ya supera los 11.000 espectadores, el cineasta explicó que la frustración o bajón que algunos ven en la película "surge de la realidad, no del cine".

(Emitido a las 9.11)

EMILIANO COTELO:
Drama y humor. Ficción y realidad. Una visita que hizo soñar con una revolución y terminó en frustración...

Esos son algunos ingredientes de una nueva película uruguaya que ya es un éxito.

El baño del Papa, dirigida por Enrique Fernández y César Charlone, se estrenó el viernes pasado y desde entonces fue vista por más de 11.000 personas.

¿Otros ingredientes de esta obra?

El retrato de los bicicleteros que contrabandean por las Sierras de Aceguá. La calidad de las actuaciones, al punto que a un espectador común le resulta difícil distinguir entre los actores profesionales y los amateurs. Y una banda sonora exquisita, a cargo de Luciano Supervielle y Gabriel Casacuberta.

Hoy les proponemos conocer un poco más sobre esta película, averiguar cómo la historia real de la visita de Juan Pablo II a Melo en 1988 se transformó en esta obra de 100 minutos, tan entretenida como conmovedora.

Y para eso vamos a conversar con Enrique Fernández, guionista y codirector, a quien esta mañana hemos encontrado en Lima, Perú.

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Aunque su nombre puede sonar desconocido para muchos, Enrique Fernández es un profesional muy vinculado al cine de las últimas dos décadas en nuestro país. Por ejemplo, se ha desempeñado como guionista, asistente de dirección y camarógrafo en algunos cortos de ficción y documentales, tanto en Uruguay como en Alemania, donde trabajó cerca de cinco años.

En 1997 fue guionista de Otario, un largometraje de ficción dirigido por Diego Arsuaga, que estuvo seleccionado en el Festival de San Sebastián; es profesor de guión cinematográfico en la Escuela de Cine del Uruguay; y desde 2002 estuvo trabajando en este proyecto, El baño del Papa, un guión que escribió hace ya casi 10 años.

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Enrique, ¿esta es la primera película "tuya", podría decirse?

ENRIQUE FERNÁNDEZ:
Sí, es la primera película que dirijo y de la cual me hago responsable desde el guión.

EC - ¿Cómo nació la idea de filmar una película a partir de la visita que en 1988 hizo el papa Juan Pablo a Melo?

EF - No estaba en Uruguay en el 88, y me enteré de lo que había sido la visita del papa en el 89. En un viaje que hice a Melo, cenando en una parrillada escuché una anécdota que se estaba contando, que me pareció desopilante. Entonces me acerqué a la dueña de la parrillada y le pregunté si lo que escuchado era medianamente cierto, y me dijo: "¿Cómo?, ¿usted no se enteró?". Me fui al otro día al barrio donde está la Explanada de la Concordia, que fue el lugar donde el papa dio el discurso, conversé con algunas de las personas que habían estado involucradas en la venta y ahí empezó a surgir una cantidad de anécdotas, algunas de las cuales fueron a parar a la película.

EC - ¿Qué anécdotas, qué historias? ¿Qué valor tenía aquello que había ocurrido con la sociedad melense a raíz de las expectativas que generó la visita del papa?

EF - Lo primero que me llamó la atención fueron las cifras que me dijeron, que alguien vino y compró en la chacinería de Lito Gómez 9.000 rodajas de mortadela, una persona sola. Y otra persona había intentado vender 2.500 hamburguesas, y otra 5.000 panchos. Eso para quienes hemos vivido en Melo eran cifras que no cuadraban con la ciudad, con la cantidad de gente, ni con nada.

EC - Esa gente invirtió en chorizos, fiambres, distintos insumos para producir alimentos porque se había generado entre ellos una manija colectiva a propósito de cuántos brasileños iban a venir a presenciar ese acto, esa alocución que el papa iba a protagonizar en Melo. A partir de informes de la televisión se llegó a pensar en 50.000 visitantes.

EF - Hay gente que hasta el día de hoy dice que hubo más.

EC - ¿Cómo que dice que hubo más?

EF - Esa cifra que aparece en la película, de 8.000 personas, la saqué porque tengo un amigo allí que relata fútbol y tiene el ojo muy acostumbrado a mirar y calcular. Él estuvo vendiendo banderitas esa mañana allí y me pasó esa cifra. Pero conversando con la gente en Melo mientras escribía el guión (por eso pienso que todavía lo creen) me dijeron que todo el negocio había sido al final un gran descalabro porque en vez de venir las 70.000 personas que se pensaba habían venido 55.000.

EC - Mayor confusión aún.

EF - Claro, hay todavía opiniones muy encontradas en cuanto a la cantidad de gente que estuvo allí en Melo. Pero si uno ve el lugar, esa cantidad de gente no cabe.

EC - ¿Qué valor tenía para ti aquella experiencia, aquella aventura en la que se involucró tanta gente en Melo pensando que podía hacer un negocio, que podía hacer un poco de dinero con la venida del papa?

EF - Me conmovió mucho de estas anécdotas que escuché el hecho de que gente tan humilde, gente tan pobre, hubiera vendido lo poco que tenía. Gente que vendió las herramientas, gente que vendió la vaca que tenía (hubo gente que incluso vendió la casa), para transformar todo es en comida. Eso fue lo que en principio me sacudió bastante de las anécdotas que escuché, y empezó a darme una idea clara y colectiva de la ingenuidad a la que puede llegar un grupo de gente cuando tiene la ilusión de cambiar su forma de vida de una semana para la otra. Me pareció muy fuerte.

EC - Además de contar aquella historia, ¿también te propusiste un retrato social? ¿Te interesaba reconstruir y mostrar cómo vive un sector de la población uruguaya, los más humildes de Melo? ¿Te interesaba retratar el fenómeno de esos kileros, contrabandistas en bicicleta por las sierras de Aregua?

EF - Sin duda, el fenómeno de los contrabandistas en bicicleta es un fenómeno que existe solo entre Melo y Aceguá, en ninguna otra parte de Uruguay existe. Yo había estado muchos años antes con una cámara súper 8 filmando alguna cosa en la carretera y en Aceguá, cuando estaba en pleno auge, cuando la diferencia de cambio era enorme y el contrabando en bicicleta estaba en pleno auge. Siempre me interesó mucho porque conversando con gente que fabrica ladrillos en la zona me explicaban que ellos conocen solo una tarea más dura que hacer ladrillos, que es muy dura, y era la de bicicletero.

Otro ingrediente que seguramente interviene en la película es que en mi casa cuando yo era niño el excusado adonde tenía que ir era muy similar al que aparece en la película, estaba como a 15 metros de la casa. Recuerdo que me moría de vergüenza de salir por la puerta del fondo de mi casa y caminar con un pedazo de papel en la mano hasta el excusado. Obviamente la gente que pasaba por la calle me veía ir y venir. Hay allí cosas que están muy grabadas en mí, que pertenecen a mi infancia en Melo.

EC - ¿Por qué la apuesta en esta película a combinar actores profesionales con actores amateurs? ¿Fue una elección, fue algo deliberado, o fue una obligación para bajar costos?

Mezcla de profesionales y amateurs. César Troncoso, Virginia Méndez, Virginia Ruiz, Mario Silva y Nelson Lence, algunas de las caras de la "esperanza" que refleja El baño del Papa.
EF - No, estaba previsto que hubiera una textura muy visible, a la vez que hay otras como es el paisaje y como son los objetos materiales, hay una textura que estaba contemplada desde el principio, lo conversamos mucho con César Charlone y eran las caras, el fondo de caras sobre el cual iba a transcurrir la historia humana de la película. Ese paisaje no se puede lograr con actores profesionales de Montevideo, había que recurrir sí o sí a gente del lugar.

EC - Lograron un desempeño muy parejo del elenco, integrado por muy pocos actores profesionales y muchos uruguayos comunes y corrientes, varios de ellos de la propia Melo. ¿Cómo lograron esa uniformización?

EF - Tuvimos la fortuna de poder hacer un casting entre mucha gente, yo fui dos o tres meses antes, o tal vez más, hice un casting muy abierto, al que vino mucha gente, que empezó a venir con sus bicicletas, las bicicletas que habían usado para hacer contrabando por la frontera. Empezaron a venir más anécdotas, y de ahí salieron Tica y Nacente, que son Henry de León y José Arce, y salió Teresa, que es Rosario dos Santos, y después, por supuesto, hay un enorme valor en el trabajo que hizo Christian Duurvoort, que es el preparador de actores que César Charlone propuso traer de Brasil, que había trabajado con él y Meirelles en Ciudad de Dios.

EC - Ciudad de Dios es una película filmada en una favela de Río de Janeiro, con un elenco 100% de actores no profesionales, jóvenes del propio barrio, de la propia favela.

EF - Es así. En el caso de Ciudad de Dios Christian no había estado a cargo de la preparación, pero había sido el segundo y había aprendido muchísimo las técnicas que se utilizan para hacer que una persona pueda aparecer frente a cámaras con la soltura que se necesita, y trabajó como un mes y medio en Melo con los actores profesionales que fueron de Montevideo y la gente de Melo.

Pero era más complicado, porque si uno tiene solo gente de la calle actuando, ya son homogéneos de pique, acá existía además el desafío de hacer que Virginia Méndez, César Troncoso y Nelson Lence se equipararan en el naturalismo con lo que iba a ser la gente que habíamos elegido en la calle. Era un doble desafío.

EC - Y con respecto a la respuesta de la gente de la propia Melo, de quienes terminaron actuando en la película y son habitantes de Melo, quizás alguno de ellos incluso protagonistas de la situación real, ¿tuviste una respuesta positiva fácil, rápida? ¿No hubo en alguna de esa gente rechazo a la idea de la película, temor a que lo que ellos vivieron, sintieron, intentaron quedara ridiculizado?

EF - Entre la gente del primer círculo concéntrico que se fue formando alrededor del trabajo que estábamos haciendo no, porque esa gente se arrimó sobre la base de la confianza que tenía en que lo que nosotros estábamos haciendo iba a ser lo que finalmente se ve ahora en pantalla.

EC - El hecho de que tú fueras alguien de Melo, ¿ayudó?

EF - Sin duda. Tenía mis temores, por supuesto, porque está ese síndrome del que se fue: "qué se cree", "qué va a venir a decir ahora"... Pero eso no ocurrió, por suerte. Sí tuvimos algunas opiniones más o menos en contra de lo que estábamos haciendo en un círculo mucho más lejano, pero el núcleo duro con el cual estábamos trabajando confió plenamente en que estábamos retratando dignamente a la población de Melo.

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EC - Enrique Fernández ya fue entrevistado en la Segunda Mañana de En Perspectiva el mes pasado, cuando se estaba preparando el estreno de El baño del Papa. Lo estamos convocando ahora nosotros porque la película ya lleva una semana en cartelera y además le ha ido muy bien, la vieron por lo menos 11.000 espectadores.

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EC - ¿Has tenido repercusiones, comentarios después del estreno? ¿Cómo te ha ido con el eco en el público?

EF - Sí, esa ha sido la gran satisfacción de la película después del estreno. En los cinco preestrenos que tuvo en Montevideo y en Melo, e incluso en la muestra que hicimos en Lima, la respuesta de la gente ha sido notablemente homogénea, se ha sentido conmovida y ha disfrutado mucho el humor de la película.

EC - Tengo algunos mensajes que han llegado de los oyentes de En Perspectiva, partir de la consulta que les hicimos más temprano.

Cristi: "Me alegra profundamente que estén haciendo cosas de excelencia. Adelante y éxito en las recaudaciones. Se lo merecen".

Felipe: "Vi El baño del Papa: excelente fotografía, guión interesante, buen ritmo y esa cuota de humor exacta en medio del drama que sin duda relata".

Marta, de La Blanqueada: "Es excelente y entretenida, y por momentos cómica, a pesar de que cuenta una realidad triste".

Carmen, de Malvín: "Me gustó mucho, me acercó a una realidad de la frontera que desconozco. La actuación y la fotografía me parecieron muy buenas".

Elena: "La vi, me gustó mucho, pero que nadie vaya pensando en que se va a morir de risa, apenas una sonrisa. Es un drama, a mí me hizo doler el alma".

¿Qué comentas a partir de estas reacciones?

EF - Desde que empezamos a mostrar la película, incluso antes de tenerla totalmente editada, se ha dado una separación clarísima entre cómo le llega la película al público femenino y al masculino.

EC - ¿Cómo es eso?

El eje de la anécdota de El baño del Papa.
EF - El público masculino se identifica mucho con Beto y disfruta mucho las situaciones de comedia. El público femenino tiene una opinión mucho más dramática, creo que porque sigue mucho más de cerca la mirada de Carmen y de Silvia en toda la historia, y en general termina mucho más tocado, más dolido por los aspectos dramáticos de la película. Acá se dio igual.

EC - Contanos cómo reacciona el público extranjero. Ya has tenido más de una oportunidad, porque se dio primero en mayo la exhibición de la película en el Festival de Cannes. ¿Es accesible esta historia para quien la mira desde fuera? El caso, ¿no es demasiado local, demasiado típico de una parte de nuestro país, del interior profundo de nuestro país, además?

EF - Palabras más, palabras menos lo que tú acabás de decir, le hice esa pregunta al vendedor internacional, uno de los dueños de Bavaria Film, porque estaba muy preocupado por cuál podía ser el resultado de la película fuera de Uruguay. Y él me dijo, palabras más, palabras menos: "Si alguien no se emociona con esta película tiene que ir al médico a hacerse ver el corazón". Esa ha sido la respuesta.

En la versión subtitulada se pierde mucho de los gags normales que la película tiene, que funcionan mucho en los países de habla hispana y mucho más en Uruguay, pero el resto, la peripecia de la familia y los momentos donde se supone que la gente debe emocionarse, funciona con todos los públicos.

EC - Rosario, tú que estás con la pantalla, viendo los mensajes que llegan de la audiencia, ¿tienes otras reacciones, otros comentarios que valga la pena pasarle a Enrique?

ROSARIO CASTELLANOS:
Por ejemplo: "Vi El baño del Papa; reí y lloré como hacía mucho tiempo no lo hacía"; "excelente producto, felicitaciones a todos los que en ella participaron"; "película muy bien hecha"; "excelentes actuaciones, incluso las de los amateurs"; "fotografía oscura, como la realidad que refleja; el saldo es un bajón, falta la esperanza".

EC - Sobre esto último, ¿cuál es tu respuesta, Enrique?

EF - Yo no lo veo así, no lo vi así cuando lo escribí, no veo que el público salga de la sala con esa impresión.

EC - Te lo comento porque no solamente desde la audiencia o desde el público común y corriente puede llegar ese tipo de evaluaciones. También en algunas críticas que se han publicado aparecieron cuestionamientos a esa tendencia general del cine uruguayo a mostrar la pobreza, a concentrarse en la pobreza de nuestro país, la pobreza material y la pobreza de horizontes. ¿Cuál es tu respuesta?

EF - Hay una cosa que surge de la realidad y no del cine, yo estuve allí contando una historia que ocurrió de determinada manera y no era mi intención modificar eso para nada. Incluso creo que lo que la realidad pautó era mucho más serio y más dramático de lo que la película refleja.

El hecho de que yo haya elegido ese tema, como dije antes, tiene que ver con algunas cosas personales de mi infancia, pero también me gusta hacer películas sobre hechos reales que dejan al descubierto un momento o una situación del alma o del pensamiento de un grupo de gente que me parece interesante retratar.

A eso le agregué la cuota de humor que creo que la realidad también tiene y que la película necesitaba para poder contar una historia que, si no, sería durísima. Acá en Lima el miércoles cuando salió la gente de la sala (que estaba repleta) yo le miraba la cara y tenía una sonrisa que para mí es el saldo final. La película al final mismo no tiene nada cómico (salvo la frase de Beto), el último tercio es la parte más dura, más angustiante para el personaje y para el espectador.

EC - ¿Y por qué la gente sale con una sonrisa?

EF - La frase más satisfactoria, la frase que me ha gustado más como comentario general de la película me la dijo un director en Brasil; dijo: "Me hizo bien ver la película".

No he tenido el dato de la realidad de que la película sea un bajón, es una película con una historia muy dura, eso sí. Tal vez la gente salga preguntándose qué pasa con la vida de esa gente, qué puede haber pasado con la vida de los personajes una vez que la película termina, y llegue a la conclusión de que la vida de esa gente probablemente siga igual y que para algunas de esas personas que intervinieron en ese evento quizás haya seguido peor que antes. Pero eso es un dato de la realidad, no es un asunto del cine, es un asunto de lo que el evento causó.

EC - ¿Después de Perú para dónde vas?

EF - Vuelvo a Uruguay.

Entrevista con César Charlone

Sitio de la distribuidora Enec
Sitio de Laroux cine

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Edición: Mauricio Erramuspe