Gobernar
en coalición es difícil,
pero sin coalición es más difícil aún
Análisis
del politólogo Oscar A. Bottinelli
EN PERSPECTIVA
Viernes 07.09.01, hora 08.40.
EMILIANO COTELO:
El anuncio del equipo económico de un fuerte cambio en el
sistema de tributación del IVA desnudó que esa iniciativa
no contaba con la previa consulta y aceptación del Partido
Nacional, un partido que no sólo es socio en la coalición
de gobierno sino que además es fundamental, con el aporte
de sus siete senadores y 22 diputados, para que la reforma tributaria
sea aprobada en cada una de las dos Cámaras.
El episodio
sirvió para demostrar otra falencia en el funcionamiento
de la coalición de gobierno. Es a propósito de esto
que el politólogo Oscar A. Bottinelli, director de Factum,
nos propone su análisis de hoy.
OSCAR A. BOTTINELLI:
En Uruguay siempre hubo algún tipo de entendimiento entre
partidos como forma de gobierno a lo largo de todo el siglo. Rara
vez gobernó un solo partido en forma exclusiva y excluyente,
como puede ser el estilo británico, donde un partido estaba
en el gobierno y la oposición exclusivamente en el Parlamento,
viendo lo que hacía el gobierno.
Esas distintas
formas de colaboración entre el partido de gobierno y la
oposición se llamaron en general "de coparticipación":
hubo formas muy diferentes de colaboración, en algunos momentos
muy ríspida, pero con roles muy inequívocos de gobierno
por un lado, y de oposición por el otro. Hubo algunas excepciones
como la coalición colorado-terrista-herrerista durante el
período de Gabriel Terra, o la coalición entre el
Partido Colorado y el Nacionalismo Independiente en el período
de Amézaga.
Veamos qué
pasa desde la restauración institucional, que es importante
para entender lo de hoy.
Es importante
marcar que en la primera administración Sanguinetti y en
la de Lacalle, con las denominaciones de "gobernabilidad"
o "coincidencia", hubo una colaboración del Partido
Colorado y el Partido Nacional pero algunas cosas que hay que marcar
con mucha fuerza: una, que el presidente de la República
-Sanguinetti o Lacalle- fue elegido por su propio partido, sólo
por él, que fue el primer partido.
EC - El primer
partido en votos.
OAB - El primer
partido en votos, en bancas, en la competencia electoral.
Segunda, que
el acuerdo es realizado con el segundo partido, también en
votos. Es decir que es un entendimiento del número uno con
el número dos.
Tercera, que
el primer partido se considera a sí mismo el partido de gobierno.
El segundo partido, en la primera administración Sanguinetti
y en la de Lacalle, se sigue considerando partido de oposición.
No es un partido de gobierno, sino el principal partido de oposición
que colabora con el gobierno.
Cuarta, que
después de haber colaborado, estando uno en el gobierno y
el otro en la oposición, llegan a la elección con
total independencia: el de gobierno es responsable de lo bueno y
de lo malo, mientras que el de oposición no se considera
culpable de los errores del gobierno o de las disconformidades que
haya en la opinión pública respecto al gobierno, y
se puede adjudicar el mérito de decir que le permitió
al gobierno gobernar libremente y que lo ayudó: "Si
se equivocó el problema es de él".
***
EC - Hasta ahora
veníamos viendo características de la forma de "cogobernar"
en el primer gobierno de Sanguinetti y en el gobierno de Lacalle.
Ahora pasamos a la segunda administración Sanguinetti.
OAB - En la
segunda administración Sanguinetti, en principio, el esquema
era el mismo pero aquí aparecen algunas variantes. Sanguinetti
fue elegido sólo por el Partido Colorado, que fue el primero
en votos, pero el segundo -el Partido Nacional- ya se consideró
también partido de gobierno.
Este fue un
cambio no menor: perdió la calidad de opositor, ya se habló
de cogobierno, de coalición de gobierno, de las fuerzas del
gobierno, y ahí se confundieron los roles; muchos creen que
también quedaron confusos a la hora de la elección.
¿Cuánto incidió en el resultado del Partido
Nacional haber estado en la coalición? ¿Cuánto
tuvo que ver en la caída de Volonté la coalición,
y cuánto tuvieron que ver errores propios de liderazgo?
Lo cierto es
que en enero de 1999, a muy pocos meses de la elección de
abril, el Partido Nacional estaba en las encuestas de igual a igual
con el Partido Colorado y el Encuentro Progresista - Frente Amplio,
lo que sugiere que no es tan claro que la coalición haya
tenido costos electorales. Vamos a dejar este tema aparte porque
es muy largo y muy difícil de interpretar, pero digamos que
el esquema ya no tuvo la misma claridad que el anterior, cuando
era un partido de oposición.
***
EC - Hemos visto
los antecedentes en los tres primeros períodos de gobierno
posteriores a la dictadura. Veamos ahora este período.
OAB - Cuando
se hizo la reforma constitucional se dijo que la misma servía
no sólo para cambiar las reglas de juego electoral, es decir
asegurar la mayoría absoluta para el Presidente, sino que
forzaba la conformación de coaliciones de gobierno. Es necesaria
una coalición electoral para el balotaje. Al menos una de
las dos formas de encarar el balotaje es ésta; la otra sería
que cada candidato se largue abiertamente a conquistar los votos
libres de los partidos que salieron tercero y cuarto. La forma más
sólida es hacer una coalición con un partido. Esta
coalición con un partido que quedó fuera del balotaje
se ve como una etapa en que se acuerda a la vez la coalición
electoral para ganar la elección, y la coalición para
gobernar una vez ganada la elección. Es una coalición
mucho más sólida que las anteriores, que se hacían
a posteriori de las elecciones, después de que alguien las
había ganado, y con el fin de gobernar.
Cuando hablamos
de coalición no debemos confundir el término, que
expresa lo que sucede cuando distintos partidos se coaligan para
votar juntos en un balotaje, con lo que es la naturaleza política
del Frente Amplio. El Frente Amplio no es ni fue nunca lo que se
llama estrictamente una coalición.
EC - El término
se utiliza para simplificar.
OAB - Sí,
pero es un error terminológico: siempre fue una alianza,
que significa algo estructuralmente más fuerte y con ánimo
de permanencia. Las coaliciones son puntuales: se hacen para una
elección y para un período de gobierno.
Aquí
hay una cosa muy importante, cambió el rol del candidato
presidencial. En una coalición electoral, el candidato ya
no es el de un partido sino el de una coalición. Jorge Batlle
fue el candidato del Partido Colorado en octubre, pero en noviembre
fue el candidato de la coalición Partido Colorado - Partido
Nacional. Entonces también hay en la naturaleza del sistema
un cambio de papel del partido ganador, que ya no es uno sino que
son todos los que ganen coaligados en el balotaje.
EC - Supongo
entonces que esto genera una serie de problemas, que son los que
de alguna manera están detrás de los episodios que
estamos viendo.
OAB - Más
que de alguna manera, son el fondo de los problemas desde el punto
de vista político.
EC - ¿Cuáles
son?
OAB - El primero
es cuál es el partido de gobierno, si el partido al que pertenece
el presidente o si los partidos que integran la coalición
que ganó en el balotaje. Enseguida del 28 de noviembre se
vio que el Partido Nacional actuó como coganador, como cogobernante,
mientras que el Partido Colorado actuó como si no hubieran
cambiado las reglas de juego, considerando que había ganado
solo las elecciones, considerándose el único partido
de gobierno, y cuyo presidente era de su partido.
La segunda pregunta
es de qué partido es el presidente: si es el líder,
la figura número uno del partido que gana la elección
(en este caso el Partido Colorado), o si es la figura visible de
una coalición de dos partidos.
En consecuencia
de lo anterior, ¿cuál es el papel del segundo partido
de la coalición, en este caso del Partido Nacional? Ese partido
¿debe confundirse en la coalición, ser un cogobernante,
hablar de un gobierno de dos partidos, o debe apostar al viejo esquema
de gobernabilidad y decir que el gobierno es del otro, al que ayuda
a gobernar? Si el Partido Nacional asumiera esta conducta, si actuara
igual que Wilson Ferreira o que el Partido Colorado en el período
de Lacalle, ¿la opinión pública lo recibiría
como lo hizo en aquellas épocas, o le diría que "Si
pidió el voto para Batlle no puede ahora decir que el que
gobierna es el otro partido al que usted ayuda a gobernar, lo ayudó
a ganar la elección, no sólo a gobernar"? Le
quita posibilidades al segundo partido de la coalición para
poder jugar ese papel de despegue del gobierno que podía
jugar en el sistema anterior.
Además,
hay un problema de cultura política: en Uruguay todavía
no se entiende qué quiere decir realmente coalición.
Cuando digo que no se entiende me refiero a la forma en que actúan
los dirigentes políticos. Se comprenden con mucha facilidad
los entendimientos, los acuerdos, las coparticipaciones, pero no
demasiado las lógicas de la coalición: que el partido
principal, el que tiene la Presidencia de la República, si
hace una coalición entrega parte del gobierno, se asocia,
y el otro partido entra en la sociedad. En la sociedad uno será
más grande y otro más chico, pero los dos son socios
con iguales derechos y responsabilidades. Eso es, en el mundo, una
coalición fuerte, una coalición electoral que se presenta
para ganar una elección. Estos son los problemas que tiene
la coalición.
EC - ¿Qué
problemas tendría gobernar sin coalición?
OAB - Son muchos;
analicemos las posibilidades concretas en la situación actual.
Primero, para
gobernar sin coalición tendría que gobernar el Partido
Colorado en una situación equidistante con el Partido Nacional
y con el Encuentro Progresista - Frente Amplio, negociando en unos
temas con un partido y en los otros temas con el otro. La pregunta
es si hay margen político en Uruguay para eso, con un Encuentro
Progresista - Frente Amplio que quedó a las puertas del gobierno
y al que no le sirve para nada diluir su papel opositor. Además
de que -más allá del deslumbramiento que provocó
Batlle hacia la izquierda- hay diferencias sustanciales cada vez
que se plantea una solución de gobierno o una solución
en relación al papel del Estado.
Por otra parte,
si negociar caso por caso en cada instancia legislativa con partidos,
con sectores, con legisladores, termina en que siempre forman la
mayoría los mismos legisladores de los mismos sectores de
los mismos partidos, volvemos a la coalición. No será
una coalición de gobierno, porque no habrá ministros,
pero es una coalición legislativa: el partido que permanentemente
está dando los votos para las leyes que impone el gobierno
no queda despegado de éste. Para el grueso de la opinión
pública el mensaje es que no hay cambios: es el mismo perro
con otro collar, siguen siendo los mismos problemas.
La única
forma de gobernar realmente sin coalición es gobernar con
una mayoría absoluta obtenida por sí mismo. En consecuencia,
un partido o gana por sí solo o tiene que gobernar con una
coalición. Esto presenta el problema de que hay que comenzar
a cambiar la cultura política y entender que, con el nuevo
sistema, una coalición es diferente que con el viejo sistema,
en el que un partido ganaba por sí solo la Presidencia de
la República.
***
EC - ¿Cuáles
son las conclusiones o las preguntas que deja un análisis
de este tipo?
OAB - El desafío
de interrogantes hacia el futuro. Esto deja dudas sobre la viabilidad
del mantenimiento del actual sistema de partidos, que está
conformado en primer lugar por dos bloques, porque la opinión
pública ve dos bloques: por un lado el Encuentro Progresista
- Frente Amplio y por otro los "partidos tradicionales".
El bloque tradicional se compone a su vez de dos partidos diferentes
que se coaligan -y se van a coaligar seguramente en forma necesaria
hacia el balotaje del 2004-, pero que en la instancia previa de
octubre son los más acérrimos enemigos porque van
a competir entre sí por cuál de los dos va al balotaje.
Esto plantea
un problema de funcionamiento del sistema que da para reflexionar
sobre su viabilidad futura.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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