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Elecciones argentinas:
la
incertidumbre no se despeja
Análisis
del politólogo Oscar A. Bottinelli, director de Factum.
EN PERSPECTIVA
Viernes 19.10.01, 08.35.
JOSÉ PEDRO DÍAZ:
El domingo, Argentina concurrió a elecciones, que tuvieron
como protagonistas al llamado "voto bronca", la alta abstención
y la buena votación del Partido Justicialista (PJ). Y el
politólogo Oscar A. Bottinelli, director de Factum, nos propone
para hoy el tema que ha titulado "Elecciones argentinas: la
incertidumbre no se despeja".
OSCAR A. BOTTINELLI:
Primero algunas puntualizaciones para entender la elección.
La primera es que el Parlamento en Argentina se renueva parcialmente:
esta vez se renovó la mitad de la Cámara de Diputados,
por lo tanto la composición de la misma corresponde en parte
a la elección de este domingo y en parte a la de dos años
atrás. Excepcionalmente, el Senado se renovó en su
totalidad pero luego lo hará por tercios.
Segundo, no
hay una elección nacional sino 24 elecciones separadas, una
por distrito. Es decir una en cada una de las 23 provincias y una
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la Capital
Federal.
Tercero, cada
provincia elige tres senadores. Esto es importante a la hora de
integrar el Senado, porque tanto la provincia de Buenos Aires como
la despoblada Tierra del Fuego eligen tres senadores. La forma de
obtener estos tres senadores tampoco es proporcional: el que logra
más votos en el distrito obtiene dos, y el segundo en votos
obtiene el tercer senador. A su vez, por primera vez, uno de estos
senadores -normalmente el segundo- tiene necesariamente que ser
mujer. Es decir que este Senado que se eligió el domingo
tiene un tercio de mujeres
JPD - Esta es
la primera vez que se aplica el cupo para mujeres, ¿no?
OAB - En la
Cámara de Senadores sí; en la Diputados ya se había
aplicado y deben ser un 30% de las candidaturas, lo cual no asegura
que haya un 30% de mujeres. En este caso sí, porque se elige
a tres y una tiene que ser mujer.
Pero tengamos
en cuenta que, como se elige a tres senadores por distrito, no hay
proporcionalidad. Si la hubiese habido en Capital Federal no hubiera
habido dos de la Alianza y uno de la Alianza para una República
de Iguales (ARI), el socialista Alfredo Bravo, sino que hubiese
salido Rodolfo Terragno (Alianza), Alfredo Bravo (socialista, ARI)
y Gustavo Beliz (justicialista, independiente de Nuevo País).
Es decir que esto también determina que por el hecho de ganar
se lleva dos senadores, sin que ello quiera decir haber duplicado
a los otros, ni haber obtenido la mitad de los votos. El resultado
en la integración del Senado no tiene que ver tanto con la
proporción de votos: la mayoría se obtiene si se logra
la mayor cantidad de provincias. Se puede tener menor cantidad de
votos y mayor cantidad de provincias, o se tiene mayoría
en el Senado: ya ha sucedido.
JPD - Esto ocurre
en el Senado, pero en Diputados es proporcional.
OAB - En Diputados
la elección es proporcional, pero con ciertas imperfecciones.
La proporcionalidad no se aplica a todo el país, como en
el caso uruguayo -cada partido obtiene la cantidad de bancas correspondiente
a la proporción de votos que sacó en todo el país-,
sino distrito por distrito, provincia por provincia. Entonces, si
se elige a 13 diputados, hay que estar más o menos en el
8% de los votos para tener una banca; pero si se elige a tres, como
pasa en algún lado, en ese distrito hay que estar encima
del 30%. Los partidos chicos que tienen el electorado repartido
en todo el país pueden no llegar al Parlamento y, a la inversa,
un pequeño partido con los votos concentrados en un distrito
-la izquierda en Capital Federal y algunos partidos provinciales
como el de Corrientes y el Movimiento Popular Neuquino en Neuquen-
obtienen representación parlamentaria porque exclusivamente
en ese lugar logran la cantidad suficiente de votos.
JPD - Estas
precisiones parecen imprescindibles para entender las elecciones
en Argentina, pero también hay algunas consideraciones funcionales:
es distinto el funcionamiento del sistema argentino del uruguayo.
OAB - Sí,
las diferencias son desde el punto de vista institucional y de cultura
política. Uruguay es un país bastante parlamentarista,
mientras Argentina es fuertemente presidencialista. En Uruguay es
muy difícil gobernar sin mayorías parlamentarias (por
lo menos gobernar normalmente, sin recurrir a institutos extraordinarios),
y la cultura política uruguaya reclama acuerdos, mayorías:
no ve tan bien que el presidente haga lo que le parezca teniendo
una gran mayoría partidaria o política en contra.
En Argentina, en cambio, existe la convicción de que es el
presidente quien debe gobernar, mientras que el Congreso -ni siquiera
se llama Parlamento sino Congreso- debe dedicarse exclusivamente
a legislar. El presidente es quien marca la política económica,
puede oír o no lo que dice la gente, el resultado de una
elección, pero no necesariamente porque haya ganado o perdido
la mayoría parlamentaria. Incluso hay un dato: los ministros
no necesitan mayoría parlamentaria: el presidente los nombra
y destituye por sí mismo.
JPD - Aparentemente,
los resultados de la elección son bastante contundentes,
sin embargo interpretarlos resulta una tarea bien compleja.
OAB - Sí.
Esta fue una elección muy atípica. Recordemos que,
al haber 24 elecciones, los partidos se pueden denominar distinto
provincia por provincia, distrito por distrito. En Capital Federal,
la Alianza 2001 -Radicalismo y Frepaso- tuvo un discurso netamente
opositor: el mismo grupo político que dos años atrás
llevó al gobierno a Fernando de la Rúa y Carlos "Chacho"
Alvarez. A su vez aparece una opción nítidamente oficialista
encabezada por el asesor de Cavallo, Horacio Liendo, y el diputado
justicialista Daniel Scioli (ex campeón de motonáutica).
El partido político opositor defendía al gobierno,
mientras que el bloque político que había llevado
al presidente de la República hacía un discurso opositor.
Era un poco complicado decidir el voto.
En otras provincias
no se sabía si había algún partido oficialista,
absolutamente todos los discursos eran opositores, incluyendo buena
parte de los discursos del Radicalismo en las 24 provincias, que
no fue oficialista, cuando dos años atrás esta fuerza
había recorrido el país pidiendo a la gente que la
votara y votara a De la Rúa como presidente.
Esto creó
mucha confusión en la opinión pública, por
eso es importante marcar lo que se ha llamado el "voto rechazo"
y el "voto bronca". Por un lado hubo confusión,
pero por otro -como en Capital Federal- hubo todo tipo de opciones:
desde el oficialismo más puro con un economista liberal como
Liendo, hasta opciones trotskistas, marxistas, de izquierda protestataria,
de nueva protesta, etcétera. En Capital Federal el elector
tenía un número de casilleros muy grande para elegir,
y allí ganó el "voto bronca", que fue el
voto en blanco y el voto deliberadamente anulado, entre ellos muchos
con la figura de Clemente...
JPD - También
estaban Chilabert, Bin Laden... Había para todos los gustos.
OAB - También
hubo 59 votos a Bin Laden, con talco: también votos a Sarmiento,
a San Martín; también listas de la Unión Cívica
Radical escritas del lado de atrás "traidores"
o cosas por el estilo.
Este "voto
bronca" fue mayoría en Capital Federal y en Santa Fe.
Es importante marcar este tipo de desilusión cuando estamos
hablando de que había toda la gama de opciones. No es que
hubiera sólo dos y la gente se haya sentido encasillada porque
ninguna de las dos la representara. La cantidad de opciones era
muy grande.
Hay otro dato:
en Argentina el voto es obligatorio, pero como sucede con la obligatoriedad
que hay allí para muchísimas normas, casi el 27% no
fue a votar. Lo que quiere decir que es "obligatorio pero no
demasiado". Sabemos que los padrones siempre tienen algo de
inflado y que hay gente que vive fuera del país. Si sumamos
el voto en blanco y el voto anulado, todo lo que implica haber tomado
una lejanía del sistema político y no haber elegido
a nadie, fue lo más importante en cada uno de los 24 distritos.
En toda Argentina predominó la lejanía o el rechazo
a los partidos políticos.
JPD - Hablando
de partidos políticos, ¿cómo quedan los principales
partidos después de esto?
OAB - Hay varios
apuntes. El primero es que el Justicialismo revalida su condición
de única estructura política estable a lo largo de
más de medio siglo, con un piso electoral muy alto, con algunas
elecciones difíciles, algunas correntadas a favor como la
de Menem, con una gran solidez interna, más allá de
la dificultad de no tener un liderazgo claro (el de Menem está
muy cuestionado). Aparecen muchas figuras, entre ellas la de Eduardo
Duhalde -que compitió con De la Rúa por la Presidencia
y perdió y que hoy está revalidado con el triunfo
fenomenal en la provincia de Buenos Aires-, Reutemann en Santa Fe,
De la Sota en Córdoba, el propio gobernador de Buenos Aires,
Ruckauf... Son muchas las figuras en el liderazgo justicialista,
lo que puede traer algunos problemas para funcionar como partido.
El Radicalismo
vuelve a demostrar que tiene estructura, consistencia, pero un piso
bajo. Cada tanto, como pasó en 1983 con Alfonsín y
en 1999 con De la Rúa, logra grandes correntadas a favor.
Pero fuera de esas correntadas es un partido pequeño, extremadamente
dividido, predominando una actitud crítica al presidente.
Otros -como Alfonsín- con un discurso de crítica a
la política económica pero también destacando
la necesidad de sostener al presidente, lo que es muy confuso para
la gente. Además, sus aliados del Frente País Solidario
(Frepaso), se han diluido muchísimo después del retiro
de Alvarez, de la ruptura de la gente que formó el ARI. El
Frepaso es una fuerza que prácticamente ha caído,
en la provincia de Buenos Aires ha tenido una presencia muy débil.
Hoy le queda como fuerte Capital Federal, donde tiene la jefatura
de gobierno y donde obtuvo la segunda senaduría con Vilma
Ibarra.
La Alianza para
una República de Iguales, de la diputada chaqueña
Elisa Carrió, votó bien: entró décima,
con bandera verde en el Senado. Obtuvo el tercer senador en Capital
Federal con el socialista Alfredo Bravo, pero estuvo muy por debajo
de las expectativas. Al cierre de las urnas había hecho un
anuncio triunfante, que luego se fue diluyendo, las caras cambiaron
y el ARI no apareció como esa gran alternativa sucedánea
del Frepaso como se esperaba. En cambio, aparecieron sectores de
izquierda sobre todo en la provincia de Buenos Aires, como el Polo
Social, como los grupos de izquierda de Zamora o la Izquierda Unida
de Capital Federal, que obtuvieron representación parlamentaria.
En esos dos distritos centrales de Argentina se da un cierto viraje
o corrimiento hacia la izquierda.
***
JPD - Con este
panorama, ¿qué podemos esperar?
OAB - De la
Rúa sigue gobernando sin grandes cambios -más allá
de cambios de personas- que sean producto propiamente de la elección.
Más bien son esos formidables y permanentes cambios de ajustes
y reajustes económicos, con entradas y salidas de hombres
en el gabinete, que es la característica de casi todo el
último año del gobierno argentino. La política
dependerá esencialmente de los juegos de poder entre el presidente
De la Rúa y el Justicialismo, tanto por la mayoría
del Justicialismo en el Senado y su prevalencia en Diputados, como
por la tenencia de la mayoría de las gobernaciones provinciales,
algunas tan clave como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
A su vez, sin un liderazgo indiscutido, lo que podría llevar
a cierto debilitamiento.
El problema
es que el Radicalismo ha quedado muy debilitado, sin un papel claro
a jugar; no juega un papel claro de oposición ni es el soporte
del gobierno. Este es esquema básico que quedó en
Argentina después de la elección del domingo para
los dos años finales que le quedan a De la Rúa, ya
que en el 2003 son las nuevas elecciones presidenciales en las cuales
en teoría se puede presentar a la reelección.
JPD - "Difícil
para Sagitario", ¿no?
OAB - La situación
de todos los últimos presidentes radicales en Argentina ha
sido bastante complicada: Hipólito Irigoyen derrocado en
1930, Ilia fue derrocado, Alfonsín se retira varios meses
antes del gobierno sin cumplir su mandato, y el cuarto consecutivo
del siglo, Fernando de la Rúa, va a cumplir su mandato (la
situación es otra), pero le va a ser muy difícil no
ya que sea reelegido, sino la propia postulación a la reelección.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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