Ancap, un punto de inflexión
en la dinámica del FA
Análisis
político de Oscar A. Bottinelli, director de Factum.
EN PERSPECTIVA
Viernes 14.12.01, 08.34.
EMILIANO COTELO:
Ha sido, probablemente, el tema político más importante
de esta semana: cuando parecía concretarse un acuerdo de
todos los partidos políticos para fijar las bases de la asociación
de Ancap con una petrolera multinacional, la Mesa Política
del Frente Amplio (FA) desautorizó las gestiones de los senadores
Astori, Couriel y Rubio, y decidió votar en contra del proyecto
de ley que estos tres legisladores frenteamplistas habían
redactado y que contaba con el visto bueno de colorados y blancos.
A propósito
de este episodio el politólogo Oscar A. Bottinelli, director
de Factum, nos propone como título para el análisis
de hoy: "Ancap, un punto de inflexión en la dinámica
del FA".
OSCAR A. BOTTINELLI:
Recordemos el proceso parlamentario de la ley de reforma de Ancap.
Comenzó con un planteo del gobierno, del Partido Colorado
que recibió fuertes modificaciones del Partido Nacional.
A su vez este proyecto que partió del nacionalismo, aceptado
por los colorados, recibió objeciones del Frente Amplio y
vinieron sugerencias de otras modificaciones de parte de los senadores
Danilo Astori (líder de Asamblea Uruguay) y Alberto Couriel
(primer senador de la Vertiente Artiguista). El tema fue puesto
en la Mesa del Frente Amplio y se acordó en conjunto una
serie de bases para aceptar la reforma de Ancap.
Astori, Couriel
y Rubio elaboraron a continuación un proyecto de ley, a su
juicio, en sintonía con la decisión de la Mesa Política
del FA. Reinaldo Gargano (primer senador del Espacio 90 y del Encuentro
Progresista - Frente Amplio), apoyado por el MPP y la 1001, salió
al cruce de la iniciativa de sus compañeros.
Planteado el
tema otra vez en la Mesa Política, una clara mayoría,
que representa aproximadamente a los dos tercios del electorado
frenteamplista, se opuso al acuerdo alcanzado por los senadores
Astori, Couriel y Enrique Rubio, y decidió votar en contra
de la ley de reforma de Ancap, cosa que ya ocurrió en el
Senado.
EC - Para ti
este episodio deja una serie de conclusiones.
OAB - Deja unas
14 conclusiones.
EC - ¿14?
Vamos a recorrerlas.
OAB - Una. El
Partido Socialista como sector y Reinaldo Gargano como figura, emergieron
de esta crisis como los elementos centrales del Frente Amplio, revalidaron
el papel del Espacio 90 como el eje del conjunto político
de izquierda. Su postura resultó en definitiva la del FA.
Suplieron así el vacío de liderazgo efectivo dejado
en esta instancia por Tabaré Vázquez, y este papel
del Partido Socialista y en particular de Reinaldo Gargano, este
doble éxito, no es nada menor en las vísperas mismas
de un decisivo congreso del Partido Socialista.
Dos. En esta
instancia, Tabaré Vázquez no fue un caudillo que elige
el camino y dice "síganme". Tampoco fue un conductor
que señala el camino, que explica, convence y obtiene el
seguimiento. No fue un articulador de posiciones encontradas, un
mediador, ni un árbitro. No fijó posición:
se retiró para "atender problemas personales",
y no votó. Hizo lo que los manuales indican que un líder
no puede hacer: marginarse del liderazgo. Con esto exhibió
un punto débil en su camino hacia la primera magistratura.
Tres. Una incógnita
para el FA, o para la gente respecto a la conducción del
FA, era cuál iba a ser el papel de Jorge Brovetto como vicepresidente
del mismo. Su debut insinúa un papel de bajo perfil. Tras
el no pronunciamiento de Vázquez, sobrevinieron el silencio
y la abstención de Brovetto.
Cuatro. Quedó
evidenciado que en los temas profundos del país las figuras
decisivas del FA son Reinaldo Gargano, Manuel Laguarda (secretario
general del Partido Socialista), José Mujica, Danilo Astori,
Alberto Couriel, Enrique Rubio y, aunque en menor medida, continúa
teniendo un papel relevante la 1001.
Cinco. Danilo
Astori, Alberto Couriel y Enrique Rubio como senadores, Asamblea
Uruguay y la Vertiente como sectores, emergen debilitados. Por un
lado han perdido la calidad de interlocutores válidos de
la primera fuerza del país ante el resto del sistema político.
Y además han quedado sin una salida elegante, porque tuvieron
dos caminos. Uno era desacatar la decisión del Frente Amplio,
seguir siendo una alternativa confiable para los que apuestan a
una izquierda moderada o a un centro-izquierda, pero pagar el precio
de la disidencia, de la ruptura de la unidad, que tan caro le costó
a Astori en las elecciones internas de abril de 1999. El otro camino
era hacer lo que hicieron: acatar la decisión, mantener la
unidad de votación del FA, pero perder confiabilidad en el
electorado moderado, de centro.
Seis. Para la
Vertiente éste el es el primer traspié después
de un año y medio de accionar muy prolijo, con un relevante
papel comunicacional, que le ha redituado un crecimiento en la intención
de voto en la competencia entre sectores.
Siete. El FA
se corrió hacia una izquierda fuerte, inequívoca,
sin concesiones, en un papel de contraposición con el modelo
o los modelos que vienen impulsando el Partido Colorado y el Partido
Nacional. Visto en términos ajedrecísticos, el FA
dejó libre el centro, lo cual puede constituirse en un escollo
de magnitud a la hora de disputar los votos decisivos para alcanzar
el gobierno.
Ocho. El debilitamiento
de imagen de Asamblea Uruguay y la Vertiente Artiguista crea un
serio problema de convocatoria para ambos grupos, porque la gente
moderada puede apostar a ellos para moderar al FA, o puede considerar
que es un voto riesgoso, si a la larga sus senadores y diputados
van a reflejar en su actitud, en sus hechos, las posiciones más
izquierdistas que asuma la mayoría del FA. Puede predominar
el argumento de que estos sectores hablan desde el centro pero votan
desde la izquierda.
Nueve. En la
medida en que las decisiones sean tomadas por las autoridades del
FA, para incidir en las decisiones resulta más importante
el voto en las elecciones internas del FA (como las que celebrará
en mayo del año que viene), que el voto en las elecciones
nacionales. Porque las autoridades del FA se conforman de acuerdo
al resultado de las elecciones internas, particulares de la fuerza.
Diez. El FA
demostró, por otro lado, que más allá de discrepancias,
mantiene su capacidad de actuar como una fuerza unida, monolítica
y sin fisuras, lo que es un gran activo para el ejercicio del gobierno.
Once. Además
demuestra que no se margina de los temas sino que actúa,
porque el FA no se marginó de la reforma de Ancap sino que
actuó desde una postura de oposición frontal, de voto
en contra de la totalidad de la reforma.
Doce. El FA
repite su actitud en la reforma constitucional, en que negoció,
obtuvo concesiones y luego se opuso a todo el paquete. Ese juego
fue exitoso en la reforma constitucional y se está viendo
que también en Ancap, pues no se compromete con la solución
y obtiene logros importantes. Cuando la reforma constitucional fue
la separación de las elecciones municipales, que ocurrió
por concesión al FA. Ahora logra un papel más relevante
de Ancap y mayor papel del Estado en lo que sería la asociación
con empresas privadas del ente petrolero. Pero también puede
suceder, como en la reforma de la seguridad social, que por no aportar
los votos para que existiese solamente una AFAP estatal y nada más
que AFAP estatal, el retiro del FA de la negociación determinó
que lo que ocurrió fuera lo que hay ahora: una AFAP estatal
y varias AFAP privadas.
Trece. El FA
deja la duda en cuanto a si en los temas relacionados con ámbitos
donde hay fuerte presencia sindical tiene capacidad para actuar
de manera autónoma o su camino queda predeterminado por las
decisiones sindicales.
Catorce. Se
confirma que el Encuentro Progresista es ante todo una realidad
periodística. Sociológicamente existe el FA, si se
observa que el 98% de los votantes del lema de izquierda se define
como frenteamplista. Pero vemos que, políticamente, también
queda claro que en los temas clave el que decide es el FA. Entonces,
tanto sociológica como políticamente, la primera fuerza
del país se llama FA, no Encuentro Progresista.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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