Algunas lecciones que deja la crisis
argentina
Análisis
político a cargo del director de Factum, Oscar A. Bottinelli.
EN PERSPECTIVA
Viernes 28.12.01, 08.50.
EMILIANO COTELO:
En Argentina ya pasó el vendaval, se instaló un nuevo
gobierno, y ahora las preocupaciones están centradas en lo
que se hará o dejar de hacer en estos próximos dos
meses.
Lo ocurrido
deja enseñanzas que van más allá de Argentina,
y que también resultan importantes para Uruguay. Por eso
el politólogo Oscar Bottinelli, director de Factum, nos propone
para su análisis político de hoy "Algunas lecciones
que deja la crisis argentina".
OSCAR A. BOTTINELLI:
La crisis argentina es lo suficientemente profunda para que aún
acotado al análisis político, los temas y ángulos
sean inagotables. Y esta crisis deja algunas lecciones cuya importancia
va más allá de la realidad argentina, y en particular
importa para el debate político de nuestro país.
EC - ¿Qué
facetas destacas?
OAB - Un primer
punto a destacar es que de esta crisis argentina sale muy golpeado
el Fondo Monetario Internacional. El FMI intentó prevenir
el temporal el mismo día de la caída de De la Rúa,
con un comunicado en que desligaba toda responsabilidad con lo ocurrido;
dijo más o menos que lo aplicado por Argentina no fue lo
recomendado por el Fondo. La conferencia de prensa en Washington
fue lo que faltaba para que el FMI quedara como el gran culpable,
en base a aquel viejo dicho: nadie cree en los rumores hasta que
sale el desmentido oficial.
Y si algo más
faltaba fue la actitud contundente de Italia, Francia y España
en respaldo de Argentina y con críticas en tono diplomático
pero contundentes al organismo financiero internacional.
El FMI queda
cuestionado, por un lado, porque se considera que el organismo,
al evaluar a los países, los programas y sus efectos, no
toma en cuenta a la economía sino exclusivamente a las finanzas.
Y por otro lado se cuestiona la forma en que no toma en cuenta ni
los procesos políticos ni los procesos sociales.Pero además,
en esta crisis argentina, tuvo una intervención muy fuerte
en la política interna del país, se jugó en
contra de unos y a favor de otros actores políticos. Y esto
sin duda es una muy mala señal hacia el resto del mundo,
particularmente hacia los países que negocian créditos
condicionados desde posiciones de debilidad.
EC - Decíamos
que este debate ya tiene repercusiones en la política uruguaya.
OAB - Hay muchos
puntos para el debate político uruguayo. Pero un segundo
aspecto es el impacto sobre la opinión pública uruguaya
y sobre los actores políticos. Una de las lecturas más
generalizadas sobre las causas de la debacle argentina, está
fundamentada en las privatizaciones y sus resultados. En general
hay coincidencia en este tipo de afirmaciones: "Argentina vendió
todo lo que tenía y se gastó el dinero. Vendió
toda la herencia de la abuela y gastó la plata hasta que
le alcanzó". Todas las ópticas coinciden bastante
en que este fenómeno ocurrió. Pero difieren las interpretaciones:
Una primera
interpretación es que el éxito económico durante
los primeros seis años de Menem no fueron otra cosa que el
exceso de dinero producido por la venta de los bienes del Estado,
la recaudación fabulosa por la venta de las empresas de todo
tipo (telefonía, correos, electricidad, agua, gas, armamentos).
En consecuencia, para esta interpretación no hubo éxito
económico alguno, y pone el énfasis en un gobierno
ineficiente y despilfarrador.
Una segunda
interpretación apunta más al fondo del modelo y no
al mero despilfarro, y entiende que no sólo el Estado se
desprendió de todos los grandes bienes públicos con
las privatizaciones, sino que además destruyó el aparato
productivo con la apertura indiscriminada de la Economía.
Esta segunda línea pone el acento en el fracaso del modelo
como tal.
Y una tercera
línea interpretativa sostiene que las privatizaciones generaron
un gran capital para invertir pero que fue mal invertido o dilapidado.
Concluye que el éxito económico de los primeros años
de Menem fue producto de una economía dinamizada por las
desregulaciones, la desburocratización, la competencia y
la apertura de la economía. En consecuencia, para esta interpretación,
lo que fracasó no fue el modelo sino que el modelo no se
terminó de instrumentar: que apenas se dio los pasos iniciales,
la llamada primera generación de reformas, y ahí se
estancó el proceso argentino.
Estas tres líneas
apuntan pues a posiciones políticas divergentes. Es perceptible
que la opinión pública uruguaya, en términos
ampliamente mayoritarios, se va a inclinar por alguna de las dos
primeras: o por considerar que fue un gobierno ineficiente y el
despilfarrador; o que además de ineficiencia y despilfarro,
lo que realmente predominó y fracasó fue el modelo
aplicado. La incógnita es cuál de estas dos interpretaciones
pesa más en la opinión pública. Esta incógnita
se irá despejando en las próximas semanas o meses,
y es muy importante para evaluar cuáles son los impactos
de la opinión pública sobre los programas políticos
en Uruguay.
Y otras incógnita
es, a partir de la interpretación de que el fracaso se debe
al modelo (la segunda que mencionábamos hoy), si se considera
que el modelo argentino y el uruguayo son el mismo o al menos parientes
muy próximos, o si son modelos diferentes, como sostienen
algunos, donde Argentina apuntó muy fuerte a la privatización
mientras Uruguay apunta una reforma del Estado pero manteniendo
un papel sustancial del Estado. En tal caso, no necesariamente concluir
que lo que fracasó el modelo argentino supondría que
lo que está haciendo Uruguay es ir por el mismo camino.
Lo que la opinión
pública interprete sobre todo esto será clave para
los procesos políticos en Uruguay, los alineamientos de la
gente respecto a las propuestas políticas en estos años.
***
EC - Y hay más
ángulos para la interpretación.
OAB - Hay muchísimos
ángulos: hoy estamos haciendo una selección.
Un tercer ángulo
está relacionado con el nuevo gobierno. El presidente Rodríguez
Saá entró con una alegría y un énfasis
propios de quien acaba de ganar una elección, con anuncios
y propuestas para un largo período, no para un provisoriato
de noventa días, ni tampoco para una titularidad acotada
a menos de dos años, como será la resultante de las
elecciones del 3 de marzo, si es que además se hacen en medio
de esta controversia de los últimos días.
Las señales
más fuertes que ha dado la asunción de Rodríguez
Saá es el retorno de los símbolos, los estilos y los
escenarios del peronismo más clásico, que se vio por
última vez en la Casa Rosada en los años 70. Quizás
lo más importante fue su asunción, con los cánticos
de la Marcha Peronista en el Salón Blanco de la Casa Rosada,
o su visita a la CGT, donde los gremialistas peronistas de las dos
CGT divididas expresaron su apoyo al "compañero presidente",
"rodear al presidente", y éste vivó a Perón,
invocó a María Eva Duarte de Perón, "nuestra
querida Evita", proclamó la vuelta a la "revolución
peronista", y formuló un conjunto de anuncios muchos
de los cuales pueden definirse de corte populista. Con esto marcó
con total nitidez una línea entre el justicialismo menemista
de tinte liberal y el justicialismo peronista, populista.
El ex presidente
Sanguinetti ha dicho muchas veces, en oposición a la reelección
presidencial (en forma abstracta) que "un presidente en busca
de la reelección es un animal peligroso". Y, si se confirma
la elección del 3 de marzo, el gobierno de Rodríguez
Saá es una rara cruza de un gobierno de transición
originado en una crisis institucional, y un presidente que a la
vez de estrenar el poder y enfrentar a la crisis, se postula a la
reelección. No parece una combinación que asegure
un gobierno tranquilo, y mucho menos que lleve a caminar por medidas
duras o impopulares.
Surge, pues,
la posibilidad de un gobierno que busque medidas de fuerte efecto
electoral, que vaya por el camino de demostrar que la desocupación,
la falta de recursos, los recortes, son producto de una voluntad
reaccionaria o enfermiza del gobierno anterior; que basta una buena
voluntad del gobierno para que por el país circule más
dinero, se pague mejores jubilaciones (o se las pague en fecha),
haya mejores y más extendidos seguros de desempleo, planes
alimentarios, que se retire todo el dinero que se desee retirar...
Todo esto se puede hacer en forma muy prudente, tratando de que
la economía no se salga de determinados parámetros,
o se puede hacer más allá de la prudencia, urgido
por la campaña electoral: mirando los indicadores de intención
de voto más que los económicos y financieros.
Si este último
es el camino que elige el gobierno argentino, se puede generar una
formidable expectativa sobre un nuevo período de gran abundancia,
y que esta expectativa no dure mucho más allá del
3 de marzo. Si esto último ocurre -puede ocurrir, pero no
necesariamente debe producirse- si ocurre, repito, puede llegar
a estas costas una señal opuesta a todas las indicadas anteriormente:
el fracaso no habría sido del modelo, sino por la irresponsabilidad
del gobierno y las promesas fáciles.
EC - Dejamos
por aquí estas pinceladas sobre "Algunas lecciones que
deja la crisis argentina", pero que supongo que serían
más.
OAB - Sí:
estas son algunas lecciones, tomadas al vuelo. Son las que creemos
más relevantes hoy para el Uruguay, diferentes, contradictorias,
pero muy importantes para la opinión pública uruguaya
para este año que se inicia el martes, pero también
para los dos que vienen después.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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