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El debate sobre el papel del Estado
Análisis político de Oscar A. Bottinelli, director
de Fáctum
EN PERSPECTIVA
Viernes 08.03.02, 08.29
EMILIANO COTELO:
La coalición de gobierno ha emprendido una dura campaña
para reducir el gasto del Estado en varios cientos de millones de
dólares. Por otro lado, está en proceso la convocatoria
a un referéndum sobre Antel y se inicia una recolección
de firmas para otro referéndum sobre Ancap. El politólogo
Oscar Botinelli, director de Fáctum nos propone hoy, entonces,
relacionar estos temas.
Es un debate ya largo, a esta altura.
OSCAR A BOTTINELLI:
Normalmente ocurre que en un país hay dos o tres niveles
de temas. Uno es el de esta semana sobre la renuncia del ministro
de Salud Pública, que impacta y genera una serie de hechos
políticos, más dudas, inquietudes, etcétera.
Otro, como durante todo el verano, son las medidas que debe tomar
el país en principio para cierto giro económico para
afrontar una situación crítica, un embate desde el
exterior, con lo que viene este ajuste fiscal, etcétera.
Y luego están aquellos temas que se puede decir que son los
más profundos, los más permanentes, que atraviesan
incluso los períodos de gobierno. Sobre esto tenemos tanto
el papel del Estado como la apertura de la economía que están
relacionados; no necesariamente porque en lo que se resuelva para
uno haya que resolverlo para el otro, sino porque en general quienes
adoptan una posición en un tema también la adoptan
en el otro. Y el papel del Estado fue el tema central de la campaña
electoral de 1989. Esto nos marca que, desde entonces con mayor
o menos impacto, siendo o no el titular de la semana o el tema que
concentre el trimestre, está permanentemente en el debate
público.
EC - A su vez, dentro de ese debate, las empresas públicas
tienen un protagonismo especial.
OB - En Uruguay, cuando se habla del papel del Estado y el papel
del mercado, es relevante el papel de las empresas públicas
que son las empresas más importantes del país. La
que tiene el monopolio energético, la que tiene o que tenía
una altísima participación en las comunicaciones,
y la que tiene el monopolio en materia de combustibles.
Ahora bien: este es un año muy especial en todo esto, ya
que tenemos los dos referéndums por delante. En teoría,
las dos posiciones que puede haber, en una presentación muy
reduccionista, son por un lado que existan empresas estatales o
no. De alguna manera, Argentina caminó por esa vía:
empresas privadas, o de capital mayoritariamente privado con participación
estatal minoritaria. Fue la solución que comenzó a
abrir el gobierno de Lacalle, que solamente se instrumentó
en el caso de Pluna, y que se ha abandonado como propuesta en cuanto
al camino de las grandes empresas estatales.
Otra posibilidad es que esas empresas, siendo del Estado, admitan
participación privada minoritaria. Es lo que habilitó
la ley sobre Ancel, la ley de presupuesto que está en cuestionamiento;
más allá de que después haya o no voluntad
de llevarla a delante, pero en principio habilita esta posibilidad.
Y por último, el esquema actual de empresas 100% estatales.
Esto, además, se combina con otro eje. Uno es el de la propiedad
de las empresas y el otro es que, si la empresa tiene un monopolio
total (también puede haber un monopolio total en empresas
privadas, no es necesariamente en empresas estatales), puede haber
una especie de posición dominante, con competencia accesoria.
De alguna manera, Ancap siempre tuvo el monopolio del combustible
pero no lo tuvo en materia de cemento portland, que era un ramo
accesorio. Puede ser una competencia dominante y un monopolio accesorio,
que es el camino al que va Antel, donde le queda la competencia
en cada vez mas áreas, sobre todo con la incorporación
de llamadas internacionales, mientras que el monopolio, según
esta propia ley cuestionada por el referéndum, queda reducido
a la telefonía básica.
Por otro lado, el esquema de competencia total: las empresas del
Estado pueden existir pero ninguna de ellas tiene derecho a monopolio,
y todas actúan en régimen de competencia.
EC - Dentro de este capítulo del debate, el papel de las
empresas públicas que recién mencionabas, justamente
Antel y Ancel, son ejemplos típicos.
OB - Antel y Ancel son ejemplos típicos. Por un lado, Antel
seguiría siendo 100% estatal, pero, si se sigue aplicando
la ley, Ancel pasaría a ser una empresa privada de capital
100% estatal, con la posibilidad de tener una participación
de hasta el 40% de capital privado. Es decir que en la propiedad
se abren dos caminos.
Y en cuanto a Ancap, el tema es muy complicado a raíz de
esta asociación estratégica, donde el Estado conserva
una serie de propiedades indiscutidas, por ejemplo la del sello
Ancap, y por otro lado hay una asociación estratégica,
que es la que durante un período largo opera la refinería
y el sello Ancap. En parte es una empresa mixta, y otra una asociación
estratégica.
EC - Hablemos ahora del otro capítulo en este largo debate,
el ahorro de gastos del Estado
OB - El ahorro de los gastos del Estado (estamos hablando fundamentalmente
de este shock que se produce en el verano), comienza como una discusión
de tesorería: cuánto tenemos que ahorrar por el déficit
que tenemos: cuánto y cómo se recorta. Y también
cuánto aumenta esta recaudación por vía impositiva.
Sin embargo, en las últimas semanas, empieza a asociarse
el tema del ahorro de los gastos del Estado con el tema del papel
del Estado, tanto por quienes han promovido y defendido este conjunto
de ahorros como por quienes empiezan a cuestionarlos. Por un lado,
existe la visión que podemos llamar del "buen padre
de familia": "Aquí se ajusta el gasto a los ingresos",
pero empieza a discutirse también cuáles son las consecuencias
de la reducción de gastos. Una cosa es si se gasta mas o
menos en cuanto al equilibrio fiscal, y otra es dónde se
hace el recorte, cómo repercute en que el Estado cumpla o
no determinadas funciones, y cómo repercute además
sobre la actividad privada, sobre la actividad económica
y los puestos de empleo. Por ejemplo, la discusión que se
ha abierto en torno a los recortes que afectan a la construcción,
ya sea en obra pública o en viviendas.
Ahora bien, en estas opciones, las posibilidades no son solamente
del tipo presupuestal, "Acá corto más o acá
menos". Hay medidas que tienen que ver con los impactos inmediatos
del recorte, que es lo que se está discutiendo ahora en relación
a la construcción, y hay otras que tienen que ver con algo
más de fondo: con el papel del Estado. "Recorto en todas
aquellas áreas de donde quiero que el Estado se retire y
se reduzca su papel", y esto está siendo presentado
como algo positivo por algunos impulsores de los recortes del Estado.
Es una especie de ir "desestatizando" o privatizando por
una vía más novedosa que es la vía presupuestal
del recorte del gasto. Y lo están viendo quienes están
cuestionando toda reducción del papel del Estado: consideran
como negativo y como peligro que se use la vía administrativa
y de reducción del gasto para disminuir el papel del Estado
en muchas áreas. En otras palabras, que en un par de años
se achique el Estado, no solamente en términos de dinero
o en términos de caja sino en términos de papel activo,
mediante actividades en las cuales dejar de cumplir, empieza a retirarse
y/o promueve o deja el vacío para que sea llenado por la
actividad privada.
EC - Para terminar, algo en torno a los alineamientos políticos.
Por lo menos, una pincelada.
OB - La pincelada es que después de aquella gran discusión
en el Uruguay del año 1992 y siguientes, se ha ido confundiendo
un poco cuál es exactamente el papel de los partidos políticos.
Si bien hay una posición global del Encuentro Progresista
- Frente Amplio, hay un muy fuerte matizamiento interior en cuanto
a una mayor o menor aceptación de la competencia y de la
actividad privada, partiendo toda una visión que podemos
llamar fuertemente estatista.
En los partidos tradicionales, tomando como puntales a la Lista
15 y el Herrerismo, hay una posición fuertemente liberal
de participación del mercado, de reducción del Estado.
Y es una cierta incógnita el Foro Batllista, que adoptó
una actitud bastante fuerte tanto en el referéndum del 92
como en el gobierno de Sanguinetti, defendiendo cierta presencia
del Estado combinada con una apertura del mercado, y que en estos
últimos dos años manifiesta cierto silencio sobre
esta discusión.
En Uruguay ¿van a quedar definitivamente conformados dos
grandes bloques, uno muy partidario del Estado y otro muy partidario
de su muy fuerte achicamiento y de un mayor papel de la actividad
privada? ¿O va a quedar un "degradé" que
atreviese incluso la frontera de los lemas?
Esto es un poco lo que va a despuntarse cuando adquiera mas visibilidad
la campaña sobre los referéndums.
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Transcripción: Mariana Larrobla
Edición: Jorge García Ramón
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