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Los dos años que vienen
Análisis político de Oscar A. Bottinelli, director
de Factum
EN PERSPECTIVA
Viernes 29.03.02, 07.43.
EMILIANO COTELO:
Un día tan especial como hoy es un día de reflexión.
Por ello, el politólogo Oscar Bottinelli, director de Factum,
nos propone centrar el análisis político de hoy en
"Los dos años que vienen"
OSCAR A BOTTINELLI:
El lunes próximo, después del feriado de Semana de
Turismo o Semana Santa, termina de comenzar el año en nuestro
país, o es "el último comienzo del año",
que empieza varias veces. Pero también empieza la cuenta
regresiva hacia las elecciones nacionales. En abril de 2004, dentro
de dos años, tenemos las elecciones preliminares, las elecciones
internas, primera de las tres etapas hacia las elecciones presidenciales.
Parece rápido el paso del tiempo: van dos años y un
mes desde el comienzo de la administración Batlle, y quedan
dos para que estemos ya en la primera etapa para elegir al nuevo
Presidente de la República. Hay un real achicamiento del
período libre de gobierno, producto de la reforma constitucional.
Estas del 2004 son unas elecciones muy importantes en la historia
del Uruguay ya que, con mucha claridad que en 1999, es claro que
hay en principio dos grandes caminos: uno que representa un cambio
muy fuerte en el sistema político con el triunfo del Encuentro
Progresista - Frente Amplio (EP-FA) o alguna coalición parecida
que se forme; y de otro lado la continuidad de los partidos tradicionales,
con el triunfo de uno u otro y el gobierno más o menos conjunto
de los dos.
Hasta diciembre de 1999, y en una forma muy sostenida, se venía
manejando que la posibilidad de que triunfe o no el EP-FA era, digamos,
groseramente mitad y mitad. Desde enero, las perspectivas cambian
y aparece con muchas más posibilidades de firmar que las
que tuvo hasta ese momento. El cambio de situación del país
ha generado un cambio en las perspectivas electorales.
EC - En definitiva, entonces, ¿cuánto queda para
una efectiva gestión de gobierno?
OAB - Para que se vean sus resultados, al gobierno le quedan en
principio dos años. Salvo cosas muy excepcionales, se entiende
que los hechos terminan impactando dos años después
de generados. Es muy difícil que se produzca un hecho e instantáneamente
repercutan en la opinión pública. Desde ese punto
de vista, el gobierno está corriendo ya casi sin tiempo.
Y aquí vemos un dato: en los análisis siempre se habla
de la importancia de los primeros 100 días y del primer año
de gobierno. No es un fenómeno uruguayo: se repite en los
países. Es el momento en que un gobierno y un presidente
tienen la fuerza política, el apoyo político y el
apoyo popular como para impulsar todo su programa de gobierno y
especialmente lo que puede resultar más duro y más
controversial.
EC - ¿Qué ocurrió en este caso?
OAB - Ocurrió que Batlle llegó al máximo en
materia de ganancia de espacio con esa formidable seducción
que generó hacia la opinión pública, hacia
el sistema político y en particular hacia la izquierda. Esa
seducción le dio un gran margen de maniobra, pero ese espacio
político que ganó no fue usado para impulsar las medidas
más de fondo y más controversiales. Veamos el tema
Antel: empieza a manejarse a fin del primer año, transcurre
todo el segundo año esperando qué pasa con la recolección
de firmas para la impugnación por referéndum, y recién
al finalizar ese segundo año calendario se impulsa la reforma
de Ancap. Y muchos otros temas quedaron en anuncios, como la flexibilización
laboral. Es decir que hubo un gran desperdicio de tiempo y de espacio
político que le hubieran permitido impulsar con mucho más
fuerza lo que hoy le resulta altamente controversial.
EC - Veamos ahora cuál es el estado de situación.
OAB - Este es, sin duda, el peor escenario para el gobierno. Dirán
los economistas, no los politólogos, si en el futuro puede
o no ser más favorable. Pero lo que importa es que este momento
es poco favorable, y es el momento en que el gobierno debe impulsar
decididamente sus últimos planes porque de lo contrario no
le queda tiempo para capitalizar los eventuales resultados. Es un
momento marcado por la alta desocupación, un fuerte endeudamiento
en dólares para importantes sectores de la población,
que están sufriendo la pérdida de su poder adquisitivo
por esta devaluación creciente, restricción en los
hechos del crédito, incertidumbre.
Por otro lado, el gobierno ha dado señales de debilidad
por la forma en que abandona la lucha por Antel. Una lucha que abandona
en forma crispada, no como un gobierno que se muestra fuerte y renuncia
al tema ante una opinión pública dividida, sino dando
la señal de que asume como un golpe el producto de lo que
fue un cálculo que en principio fue correcto pero resultó
equivocado. Hasta diciembre de 2001 se pensaba que era muy difícil
que los impulsores del referéndum alcanzaran el mínimo
de firmas necesarias, pero lo alcanzaron holgadamente. El cálculo,
que resultó equivocado en gran medida en función de
los hechos de enero, le creó al gobierno un escenario mucho
más desfavorable y el abandono de la lucha hace que, de hecho,
se le produzca un resultado bastante parecido -en cuanto a la fuerza
del gobierno ante la opinión pública-al que hubiera
resultado de un referéndum adverso. Por supuesto que un referéndum
adverso tiene un efecto mucho más fuerte, pero esto no anuló
ese efecto, sino que logró que sea un poco menor aunque muy
fuerte.
Y tiene por delante la batalla por Ancap. Una batalla que, en principio,
separada del contexto, separada del tema Antel, de la crispación
de la opinión pública ante el gobierno, aparece como
en un escenario favorable. Por lo menos favorable para una pelea
pareja, a diferencia de la Antel que ya estaba perdida de antemano.
No pareja porque los resultados arranquen a favor: no es así,
arrancan en contra del gobierno. Pero la forma en que se dio la
elaboración de la ley sobre Ancap, con la participación
de principales figuras frenteamplistas en la redacción, le
da al gobierno un espacio para pelear.
La reacción del gobierno es, simultáneamente, lanzar
la idea de importar combustible, lo que puede complicar la forma
de la disputa porque quedarían mezclados simultáneamente
la ley de asociación de Ancap con la amenaza del cierre de
Ancap o de su refinería. De alguna manera, es una apuesta
del gobierno, que podría formar bloques mucho más
separados y, en ese caso, quedaría poco espacio para el matiz
y una más fuerte crispación de ambas partes. Esto
se vincula con una pregunta que nos hacemos respecto a si se está
produciendo en Batlle el giro que se dio en 1989, de la seducción
a la crispación.
EC - Con lo cual ingresamos, ahora sí, hacia los dos años
que quedan por delante.
OAB - Al respecto, apuntamos tres interrogantes.
La primera es, si partimos de la base de que es el momento para
tomar las últimas medidas de fondo de un gobierno, cuál
es el plan de reformas que va definitivamente a impulsar el gobierno.
Hubo muchos anuncios y muy pocas propuestas. Hay un tema de tiempo:
lo que no impulse en los próximos tres meses, ya sale del
calendario de este gobierno. Es difícil que, después
de mediados de 2002, se pueda impulsar medidas de fondo con comodidad.
Primer tema, entonces, de todos los anuncios que hubo, cuáles
serán los que el gobierno terminará impulsando realmente
con proyectos, con programas, con acuerdos legislativos para que
se concreten. O cuáles va a impulsar directamente desde la
administración, porque muchas de esas reformas pueden ser
resueltas directamente por vía administrativa.
La segunda es una interrogante que va más allá de
la voluntad del gobierno y de la oposición. Estas medidas
que impulse, ¿darán al gobierno resultados positivos
y en tiempo suficiente para que repercutan en la decisión
electoral? En Estados Unidos, por ejemplo, muchos politólogos
han estudiado que en general tarda dos años en producirse
el impacto de los acontecimientos en la opinión pública:
primero debe ocurrir el impacto positivo y luego transcurrir el
tiempo suficiente para que eso se traduzca en la decisión
electoral de la gente.
La tercera interrogante, a la que aludíamos antes, es si
no se está produciendo en el presidente Batlle, en su personalidad,
en su forma de actuar, un giro parecido al que se dio en 1989.
EC - ¿A qué aludes con eso?
OAB - A que tuvo un período de gran seducción que
lo llevó al triunfo tan espectacular sobre Enrique Tarigo
en las elecciones internas del Partido Colorado, y obtuvo con ello
la candidatura presidencial del Batllismo Unido, pero ante comienzo
de las dificultades giró a un período de crispación
en que todas sus propuestas eran lanzadas como desafíos contra
la gente. Y aquí están apareciendo: se vio en el anuncio
de propiciar la derogación de las normas sobre Antel, en
el anuncio de la importación de combustibles, hay como lanzar
un desafío: "Ustedes no entienden, y como no entienden
vamos a tener que hacer esto, y lo vamos a hacer ahora porque ustedes
no eligen el camino correcto". Ya no es el presidente seduciendo
a la opinión pública, sino controvirtiéndola.
No me animo a afirmar que este sea el camino que ha elegido, pero
hay una serie de indicios que dejan esta interrogante, y la de si,
llevado por un camino en que pierde la seducción, no le hace
perder mucho más apoyo todavía que el que está
perdiendo en la opinión pública y en el terreno político.
Lo cierto es que en los tres meses próximos se define completamente
el camino final del gobierno, en lo que va a impulsar o lo que deja
en el tintero de aquí a la finalización efectiva de
su mandato.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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