24.08.2001





Ponencia de Tabaré Vázquez en el seminario "El Mercosur y la Unión Europea en la óptica socialista y socialdemócrata. Para crecer juntos"


Evento organizado por la Fundación Jean Jaures de Francia y el Partido Socialista de Uruguay.


Estimados amigos:

En nombre del Encuentro Progresista/Frente Amplio en general y de su Presidencia en particular,  permítanme felicitar a la Fundación Jean Jaurés de Francia y al Partido Socialista del Uruguay por haber impulsado la realización de este Seminario.

Permítanme además agradecerles la invitación que nos cursaran para participar en su apertura y compartir con ustedes algunas reflexiones y opiniones a propósito de los procesos de integración regional y las relaciones entre distintos sistemas de integración desde una perspectiva progresista.

Desde esa perspectiva enunciaremos a continuación algunas inquietudes que seguramente no son nuevas ni exclusivas, pero que entre todos debemos encausar para gobernar la globalización y aprovechar sus oportunidades así como  las oportunidades de los sistemas de integración y de las relaciones interregionales en beneficio de la gente.

Y esta reunión es, sin duda, una excelente oportunidad para comenzar a hacerlo.  

“Para crecer juntos” es el subtítulo del Seminario. Como tal, señala una aspiración, un objetivo, un desafío  que compartimos quienes aquí estamos. Pero, ¿qué es “crecer juntos”?, ¿cómo hacerlo?, ¿sobre qué bases?, ¿para qué?.

Quienes trabajamos en el campo de las ciencias médicas nos enfrentamos cotidianamente a situaciones que demuestran en forma irrefutable que “crecer juntos” no es sinónimo de “crecer en igualdad de condiciones”, “crecer armónicamente”  o “crecer bien” .

Y quienes aparte de trabajar en el área de las ciencias biológicas ejercemos responsabilidades políticas podemos dar cuenta de que biología y política no son la misma cosa, pero que tampoco son dimensiones incompatibles o sin puntos de contacto.

Ambas tienen más puntos en común que los que a priori puede pensarse. Incluso la economía tiene una buena dosis de biología. Al fin y al cabo, no es casualidad que más de un “precursor” de la economía moderna fuera médico de profesión (uno de ellos, William Petty,  fue más lejos aún: aparte de ejercer la medicina, trabajó como  sastre y músico).

Pero no es nuestra intención agregar a la nutrida temática del seminario una discusión sobre las fronteras entre la biología, la política, la economía, la música y la sastrería a propósito del crecimiento conjunto: apenas queremos señalar que en nuestra modesta opinión hay que darle contenido a este “crecer juntos”.

Tomemos, por ejemplo, el aspecto más candente de las relaciones entre la consolidada Unión Europea y nuestro incipiente Mercosur: el intercambio comercial.

Más allá de los sinceros deseos expresados en un sin fin de declaraciones de diverso tipo,  la realidad indica que los términos de ese intercambio son algo más que desiguales: son sencillamente injustos.

No nos resulta agradable tener que reconocerlo, pero sería hipócrita no hacerlo. Es que hay datos que no pueden pasar desapercibidos:

·        es evidente que en los últimos años el Mercosur representa para la Unión Europea el  principal  comprador latinoamericano (en 1997 absorvía el 53% de las importaciones europeas totales de la región). ¿Pero, cuánto le compra la UE al Mercosur?.

Pero tan importante como la cantidad es la calidad: ¿qué le vende la UE al Mercosur? ¿Qué le vende el Mercosur a la Unión Europea?

·        es incuestionable también que en materia de inversiones en el Mercosur, la Unión Europea ha desplazado a Estados Unidos. Pero, ¿en qué invierte?, ¿con qué consecuencias?.

El caso de Aerolíneas Argentinas es paradigmático, pero no es el único caso de inversiones que terminan en ruinosas privatizaciones.

Ante estas situaciones lo más fácil es buscar culpas en “los otros”. Pero tal actitud es un atajo que conduce a ninguna parte.

Lo mejor es que cada uno  asuma su cuota parte de responsabilidad.

A nosotros los mercosureños nos corresponden algunas.  Y el hecho de que la fuerza política a la que pertenezcamos no haya tenido o no tenga responsabilidades de gobierno tal vez pueda ser un atenuante, pero no es una excusa.

Los lamentos y las protestas pueden servir como catarsis. Pero no son más que eso. Lo importante es proponer, y hacerlo sin victimismos ni prepotencia. Sin renunciar a ser nosotros, pero reconociendo en el otro a un semejante (diferente tal vez en materia de raza y cultura, pero igual en derechos y responsabilidades por la sencilla e inalienable razón de ser un ser humano)

Y lo mismo vale para nuestros amigos europeos.

Durante muchos años, y con mucha razón por cierto,  los progresistas hemos  levantado las banderas de la solidaridad y la  justicia  dentro de las fronteras de nuestros respectivos países.  Ahora es tiempo de “globalizar” la solidaridad y  justicia,  y de globalizarlas también en el plano de las relaciones comerciales.

Pero claro; siendo esta dimensión comercial un aspecto  candente de los procesos de integración  regional y de las relaciones interregionales en tanto mecanismos para gobernar la globalización,  no es excluyente de otros igualmente importantes o más importantes aún que éste.

En efecto,  para quienes consideramos que la sociedad no es un mercado y que los derechos de la gente no son una mercancía, los procesos de integración y las relaciones interregionales trascienden a las fuerzas del mercado.

Son procesos políticos que como tal han de ser asumidos pues, entre otras razones, solamente la política garantiza el correcto funcionamiento de los mercados.

La política democrática, por supuesto. Porque la política no democrática no es política (y en esa “no política” cuando los mercados se descontrolan resultan ingobernables. Experiencias de ello, lamentablemente, tenemos varias ....).

Tratándose de procesos y relaciones políticas, se requiere conducción  y coordinación también  políticas. Ello implica un enorme desafío para los partidos  en general y para las fuerzas progresistas en particular.

La Unión Europea tiene en el Parlamento Europeo el ámbito institucional  natural de coordinación y expresión  para un  “proyecto progresista” de Europa.

El Mercosur carece de un ámbito equivalente al Parlamento Europeo, lo cual constituye un problema que en su momento habrá que resolver. Pero más allá de tal carencia,   hoy en esta región existen fuerzas políticas capaces de impulsar conjuntamente un “proyecto progresista” de Mercosur y de su inserción en el mundo ¿Qué esperamos para hacerlo? Es urgente construir un sistema de relaciones políticas regional e interregional transparente, sólido y eficaz a la hora de combatir la marginación, promover la inclusión social, estimular el desarrollo económico sustentable, consolidar la democracia y garantizar la paz.

Porque no solamente la guerra es violenta. La pobreza y la injusticia también lo son.

Lo mismo  sucede a nivel de los gobierno locales. No existe en el Mercosur un corretalo del Comité de las Regiones de la Unión Europea. Existe sí la Red de Mercociudades,  una iniciativa  con cuyo fortalecimiento y ampliación estamos sólidamente comprometidos pues son precisamente los gobiernos locales quienes más cercanos están a un elemento indispensable en los procesos de integración: los ciudadanos.

No hay integración sin la plena vigencia de los derechos y  las responsabilidades ciudadanas.   

Estimados amigos:

Los mercados han de estar subordinados a la política y ésta al servicio de la gente.

En efecto,  lo social es otro aspecto inexcusable de los procesos de integración y en las relaciones interregionales.

Al fin y al cabo, estas dinámicas tienen sentido si son beneficiosas para los pueblos, si fortalecen su identidad, si cohesionan su tejido social.

Este aspecto es básico para que los procesos de integración no terminen siendo un cambalache,  para que las relaciones interregionales no deriven en un  frustrante diálogo de sordos y para que este planeta –que hasta ahora es el único en el que podemos sobrevivir como especie- sea más habitable.

Para los mercosureños este aspecto es especialmente  desafiante. La realidad muestra preocupantes contrastes en nuestras sociedades,  que son muchos –demasiados- los argentinos, brasileños, paraguayos y uruguayos  que viven en condiciones de pobreza y exclusión social.

Mientras esta situación no cambie tal vez algún informe supuestamente técnico elaborado en la comodidad de algún despacho afirme que nuestras sociedades crecen. Pero de la misma forma que riqueza no es prosperidad, crecimiento no es desarrollo.  Ya lo dijo con su singular maestría el poeta Antonio Machado: sólo el necio confunde valor y precio.

Debemos asumir ese desafío allí donde estemos: en el gobierno o en la oposición, ejerciendo el gobierno nacional o gestionando gobiernos locales, porque también lo local tiene una potencialidad de integración y emprendimiento que debe aprovecharse.  

Pero el  bienestar de la gente va más allá de ese índice de necesidades básicas satisfechas o insatisfechas que a menudo se usa con fines estadísticos.

Implica también un bienestar intelectual o espiritual cuya sustancia pasa por la plena vigencia de los derechos humanos. Asumanos la promoción y vigencia de los Derechos Humanos como un factor determinante de integración y actuemos en consecuencia. Para empezar, cumpliendo los compromisos internacionales vigentes en la materia.

Sin derechos no hay justicia, sin justicia no hay igualdad, sin igualdad no hay libertad, y si no hay libertad no hay integración posible.

Amigos:

Refiriéndose a América Latina,  el  nicaragüense Sergio Ramírez ha escrito que somos un continente de quimeras fallidas y utopías pendientes.

Está en lo cierto y su afirmación no es menos válida en nuestra región que en su  centroamérica.

Más aún:  creemos que también Europa carga con algunas quimeras fallidas y utopías pendientes.

Pero el egoísmo, la desconfianza , los reproches,  la sacralización del pasado y el temor al futuro son refugios de los conservadores. Si quieren quedarse ahí,  que se queden ....

Los progresistas, en cambio,  nos definimos por lo que somos y hacemos, tenemos confianza en la sociedad, estamos abiertos al futuro,  tenemos recuerdos, pero también tenemos sueños.  En realidad, tenemos más sueños que recuerdos.

Nuestros sueños no son ajenos a la temática  que motiva este seminario.

Confiamos en que el resultado del mismo ayude a hacer realidad esos sueños.

Muchas gracias.

 






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