Combate
a la pobreza:
¿qué esfuerzos realizó nuestro país
en en los años 90? ¿Cómo se comportó
el llamado gasto social en los últimos 10 años? ¿Cómo
estamos frente a América latina?
Análisis
económico
EN PERSPECTIVA
Martes 06.11.01, 08.30
EMILIANO COTELO:
En las últimas semanas, hemos dedicado algunos de nuestros
análisis económicos a examinar la evolución
de la pobreza en América latina y en nuestro país
a lo largo de la década pasada, aprovechando la reciente
publicación de un extenso informe elaborado por la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La propuesta
para hoy es continuar con este tema, abordando en detalle el comportamiento
del gasto social en nuestro país. ¿Cómo evolucionó
ese gasto llamado social? ¿Cómo se compone? ¿Cuán
efectivo es para corregir disparidades en la distribución
del ingreso? ¿Cómo se compara nuestro país
con el resto de América latina?
Estamos en diálogo
con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.
Situemos a los oyentes en el contexto refrescando las principales
conclusiones en términos de evolución de la pobreza
en nuestro país.
PABLO ROSSELLI:
Según las cifras de Cepal, en la década pasada se
produjo una disminución de la pobreza en nuestro país.
En concreto, en 1990 había un 17,8% de la población
urbana viviendo en situación de pobreza mientras que en 1999
ese porcentaje se redujo a 9,4%.
EC - Hubo un
avance claro, entonces, en la reducción de la pobreza. Pero
recuerdo que ustedes marcaban una situación con luces y sombras.
PR - Es cierto.
El país avanzó en la década pasada en la reducción
de la pobreza, pero a nuestro juicio se deben hacer varias puntualizaciones
importantes que relativizan de manera sustancial esa conclusión.
La primera es
que los avances se produjeron en la primera mitad de la década.
A partir de 1995 no se observaron nuevos avances según la
medición de Cepal, y según otras mediciones hubo inclusive
un leve aumento de la pobreza. Es decir que, más allá
de diferencias metodológicas entre distintos cálculos,
sin dudas se puede concluir que por lo menos llevamos varios años
sin que se registren avances en materia de reducción de pobreza.
EC - ¿Qué
otras puntualizaciones se debe hacer?
PR - Una segunda puntualización tiene que ver con la creciente
"infantilización de la pobreza". La pobreza infantil
en Uruguay presenta, según varios estudios, una tendencia
marcadamente creciente. Más de 45% de los niños menores
de seis años viven en situación de pobreza. También
hay otros indicadores preocupantes que señalan problemas
de marginalización creciente: hay muchos jóvenes que
no estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo.
Estas relativizaciones
son importantes porque sugieren que a mediano plazo podemos asistir
a un aumento importante de la pobreza en el país.
EC - En este
contexto que marcabas,¿cómo se comportó el
gasto social en el país según la Cepal?
PR - Según
Cepal, el gasto social en Uruguay (que incluye el gasto público
en educación, salud, nutrición, seguridad y asistencia
social, vivienda, agua y saneamiento) creció más de
70% medido en términos reales y por habitante. Creció
más a lo largo de la década que en el promedio de
América latina, donde también se observó una
suba muy fuerte, de 50%.
Entonces, el
gasto social en nuestro país creció fuertemente, más
que en América latina, y en términos absolutos es
claro que Uruguay tiene un gasto social per cápita elevado
en el contexto latinoamericano: es el segundo país con más
gasto social por habitante, después de Argentina.
Medido en porcentaje
del PBI, que de alguna manera proporciona una idea del esfuerzo
en comparación con las posibilidades de cada país,
también se llega a la misma conclusión. Uruguay tiene
un alto gasto social, y lo incrementó fuertemente en los
años 90. El gasto social, inclusive, aumentó mucho
más que el resto del gasto público, lo que da cuenta
de una elección a favor de ese gasto. El país hizo
un esfuerzo especial en esta área.
EC - ¿Cuánto
incide la seguridad social en esa conclusión?
PR - Sin dudas
tiene una incidencia muy importante. Con la reforma constitucional
de 1989 se estableció una fuerte prioridad en esa área.
De todas maneras, cuando se analiza el presupuesto nacional, se
observa que otros gastos sociales como los destinados a la salud
y a la educación también subieron de manera importante,
más que los gastos no sociales.
De todas maneras,
es cierto que la composición del gasto social en nuestro
país es muy diferente de la que se observa en América
latina.
EC - Me imagino
que el presupuesto en seguridad social es mucho más alto
en nuestro país que en el resto del continente.
PR - Exactamente.
En nuestro país, según datos de Cepal, el gasto social
representa un 23% del PBI mientras que en América latina
es de solamente un 13% del PBI.
Pero cuando
excluimos la seguridad social, encontramos que el gasto social en
Uruguay representa un 6,5% del PBI frente a 8% del PBI en América
latina.
Esto quiere
decir, entonces, que nuestro país tiene un gasto social fuertemente
orientado a la seguridad social.
EC - Y recuerdo
que decías en una charla anterior que el gasto en seguridad
social era relativamente menos eficaz en el logro del objetivo de
redistribución del ingreso.
PR - Sin dudas.
El informe de Cepal es bien ilustrativo al respecto. El gasto en
seguridad social puede tener varios objetivos, por cierto, pero
en términos del objetivo de distribución del ingreso,
tiene un efecto progresivo, redistribuye hacia los hogares de menores
ingresos. Pero ese efecto progresivo es claramente menor que en
los otros gastos.
EC - ¿Por
qué es eso?
PR - Porque
los sistemas de seguridad social están montados, en última
instancia, sobre la capacidad de acceso de las personas al mercado
de trabajo. Quienes no acceden al mercado de trabajo tienen más
dificultades para obtener beneficios del sistema de seguridad social.
Quien tiene un acceso malo al mercado de trabajo, con sueldos reducidos
por ejemplo, o por largos períodos de desempleo, tiene luego
peor acceso a los beneficios sociales. Eso determina que una parte
importante del presupuesto en seguridad social termine en hogares
de ingresos medios y altos, y eso limita justamente el efecto distributivo.
La Cepal presenta
algunas estimaciones del efecto redistributivo que tiene el gasto
social en varios países de América latina y, lógicamente,
esas estimaciones confirman lo que estamos diciendo. En Uruguay,
el efecto redistributivo del gasto social es menor que en el resto
de América latina.
EC - Estas conclusiones,
se me ocurre, son especialmente relevantes si se considera los problemas
de infantilización de la pobreza y de marginación
de los jóvenes a los que hacías referencia.
PR - Sin duda
alguna. Seguramente se podrá decir que los recursos deben
gastarse de una mejor forma. No hay, lamentablemente, buenos indicadores,
objetivos, que hagan a la eficiencia del gasto público; ni
en lo relacionado con el gasto social ni en lo que tiene que ver
con otros gastos.
Pero de todas
maneras, dadas las características de la pobreza en nuestro
país, parece claro que aumentar el gasto social en educación,
salud y nutrición es decisivo para revertir las tendencias
que mencionábamos al comienzo.
Además,
se debería hacer un esfuerzo especial en que esos gastos
apunten fundamentalmente a esos sectores más afectados por
la pobreza, tratando de focalizar la inversión donde es más
efectiva. La inversión en educación pre-escolar, primaria
y secundaria parece fundamental.
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Transcripción: TD&T
Edición: Jorge García Ramón
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