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Policía: camperas y dignidad
Comentario a cargo de Emiliano Cotelo.
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Primera Persona
EN PERSPECTIVA
Viernes 07.09.01 - Hora 07.00
En un panorama lleno de dificultades como el que vivimos, afortunadamente
hay avances, hay mejoras, hay cosas bien hechas. A veces se trata
de "pequeñas cosas", pero a mí me parece
importante no dejarlas pasar.
Este invierno
a mí me ha producido una enorme satisfacción ver a
buena parte de nuestros policías vestidos con unas camperas
nuevas que lucen muy bien.
Son camperas de abrigo, azules por supuesto, medianamente largas
(o sea no llegan sólo hasta la cintura), realizadas en un
material sintético impermeable de aspecto sólido,
y dotadas de un cuello alto en el que asoma un forro interior de
un material similar a una piel de cordero. En suma, camperas de
un diseño muy sencillo pero muy práctico, que incluso
resultan elegantes. Se parecen mucho a las que utilizan en invierno
los policías de Estados Unidos u otros países desarrollados.
Y, como les
decía, ver a nuestros efectivos policiales munidos de una
indumentaria así me ha producido una especie de alegría
y satisfacción. ¿Por qué? Porque, como ustedes
recordarán de otros editoriales en el pasado, hace mucho
tiempo que a mí me preocupa lo mal que el Estado uruguayo
trata a sus policías. Ese Estado tan inflado que tenemos,
casualmente descuida lo que deberían ser sus servicios básicos:
la enseñanza, la justicia, la salud pública... y la
policía.
En particular,
los funcionarios policiales ganan sueldos vergonzosos, sobre todo
teniendo en cuenta que su trabajo implica, entre otras cosas, poner
en riesgo sus propias vidas para defender las nuestras y/o nuestro
dinero o nuestras propiedades.
Pero el problema de los policías uruguayos no es sólo
su salario, sino también los medios precarios con los que
cuentan para desempeñar ese papel tan exigente que la sociedad
les asigna. Y entre esos medios hay uno que juega un papel, para
mí, fundamental, que es la indumentaria.
Por un lado,
la calidad de la ropa de un policía es fundamental para que,
por ejemplo, en los días de invierno, no se congele si le
toca trabajar en la calle, haciendo guardias o recorridas; y no
sólo para que no se congele, sino también para que
no se enferme y, además -cómo no- para que pueda ser
efectivo en su tarea.
Pero además
la calidad del uniforme de un funcionario policial es fundamental
por otra razón, que tiene que ver con la dignidad de la
profesión. Y aquí viene quizás la explicación
principal de esa satisfacción que -les decía- yo siento
este invierno cuando veo a los policías con las camperas
nuevas. Estoy convencido que con esas prendas los policías
uruguayos han ganado en dignidad, y se sienten íntimamente
mejor que antes a la hora interactuar con la gente a la que prestan
su servicio. Estoy seguro de que, si bien los sueldos policiales
no aumentaron, esos funcionarios, así vestidos, se sienten
más respetados y mejor implantados en la sociedad a la que
deben proteger.
No me parece
un detalle para nada menor. Por eso hoy quería charlar con
ustedes sobre este aspecto, a ver si coincidimos.
Al pasar, les
confieso que, aunque estoy tan satisfecho con este cambio, no puedo
dejar de mirar atrás y preguntarme cómo fue posible
que en años anteriores se llegara a comprar tan mal equipamiento
de invierno como el que todos hemos podido ver y los policías
padecer. Yo no sé si ustedes lo tienen presente, pero hubo
algunas épocas recientes en las que esas camperas eran algo
lamentable, mucho menos abrigadas que las actuales y, además,
de aspecto triste y pobre, de rápido desgaste ... en fin:
lo más alejado de esa dignidad de la profesión policial
a la que yo me refería recién.
Pero, bueno,
vamos a no cargar hoy las tintas en lo que varias veces se hizo
mal, y, en cambio, destacar lo bien que se compró en esta
ocasión, y esperar que de aquí en adelante el de hoy
se convierta en un nivel mínimo de calidad, del que ya no
se baje nunca más, y que, por el contrario, en el futuro
sólo se siga mejorando.
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