09.10.2001





Otros dramas, relegados por esta crisis mundial


Comentario a cargo de Emiliano Cotelo.


Portada En Primera Persona
EN PERSPECTIVA
Martes 09.10.01 - Hora 07.00


Entre los centroamericanos, derrumbados por las calamidades naturales y fracasos gubernamentales, el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York causó un impacto parecido al de un accidente de tránsito. Pero además sepultó en el olvido al millón de personas que viven en la miseria, devastados por las sequías y el desmoronamiento de los precios del café.

Preguntar por el World Trade Center o Bin Laden en los andurriales de Chiquimula es como preguntar por Marte. La respuesta puede ser otra pregunta: '¿Me daría algo, señor?'.

Lo cierto es que la desnutrición sigue asesinando, o mutilando intelectualmente, a miles de niños. En Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador, casi el 70% sobrevive, desde hace siglos, entre escombros y chuscos.

Duplicando la cifra de hace un mes, casi un centenar de menores de tres años ha muerto consumido por la avitaminosis. Mientras tanto, las diarreas y enfermedades respiratorias continúan su avance por los barrancos, sistemas montañosos y valles que antes habían sido castigados por huracanes, terremotos o salvajes conflictos civiles.

Es cierto que la ayuda nacional e internacional ha evitado una hambruna al estilo africano. Pero las víctimas comen poco y mal.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) teme que la situación se agrave aún más. Guatemala, por ejemplo, prorrogó por 30 días más el Estado de Calamidad Pública. 'La situación es muy grave porque a la crisis económica se le ha sumado la crisis económica internacional', declaró a la BBC el presidente guatemalteco, Alfonso Portillo.

Apartadas de los titulares de la prensa desde el golpe terrible del 11 de setiembre, muchas madres que perdieron hijos en caseríos remotos ignoran que los mataron con la única dieta disponible: tortas de maíz y limón. Los enterraron en silencio al pie de las chozas, en soledad, liquidados por la avitaminosis y la pelagra: las manchas de la piel causadas por la ausencia de niacina. 'Se lo llevó la calentura', es toda la explicación que pueden dar.

Ajenos a la movilización mundial contra el terrorismo, sufriendo en carne propia otros terrorismos más oficiales y antiguos, campesinos de machete, sandalias y sombreros raídos deambulan sin futuro por el oriente guatemalteco, a tres horas de la capital del país, en travesías petitorias parecidas a las registradas en Honduras, Nicaragua o El Salvador. 'Para conseguir algo de comer tenemos que caminar más de tres horas', señala Sebastián Zúñiga, en Comotán.

Son cuatro los países de América Central lacerados por cinco años de circunstancias adversas que no logran levantar cabeza. Son 336.000 personas las que perdieron entre el 50% y el 100% de sus cosechas de maíz, frijol o sorgo.

Son 700.000 las alimentadas precariamente.

Se encomiendan a la incierta cosecha de diciembre, pero los peones despedidos de las haciendas por empresarios cafetaleros arruinados por la competencia de Vietnam o Brasil poco pueden esperar de ese grano, que ha perdido un 40% de su cotización.

'El problema es estructural. Son economías muy frágiles, que dependen de productos con una gran volatilidad en sus precios', subraya el español Eduardo Reneses, portavoz en Managua de la ONG Ayuda en Acción, que aborda programas de desarrollo a largo plazo. La fragilidad de las economías regionales enferma a los niños, impide su asistencia a clases, perpetúa la extrema pobreza y tira hacia abajo el porvenir de 24 millones de personas.

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Estas observaciones que acabo de resumirles pertenecen al periodista Juan Jesús Aznárez, corresponsal en Centroamérica, del diario El País, de Madrid, y forman parte de una nota publicada el domingo pasado.

Me pareció oportuno compartirlas hoy con ustedes en la portada de nuestro programa, por dos razones.

Primero, porque no sé si todos estamos al tanto de los ribetes dramáticos que alcanza la vida económica y social de esos cuatro países de nuestro continente.

Y, segundo, porque resulta un buen llamado de atención a los medios de comunicación que, ahora que se han iniciado los ataques sobre Afganistán, seguramente corremos el riesgo de quedar atrapados casi exclusivamente en la información sobre la guerra, dejando de lado estas otras situaciones.









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