12.11.2001





El problema de fondo es la propia Patente de Rodados


Comentario a cargo de Emiliano Cotelo


Portada En Primera Persona
EN PERSPECTIVA
Lunes 12.11.01 - Hora 07.00


El problema de fondo es la Patente de Rodados. Y hasta que no se elimine y se la sustituya por otro tributo, más racional, vamos a volver, cada tanto, a estas situaciones irritantes, como la que vivimos la semana pasada en Montevideo.

Me explico.

La fiscalización de la intendencia de Montevideo generó una gran polémica porque fue más lejos que otras en esa mentalidad según la cual, con tal de recaudar, el Estado abusa de la gente, en este caso del tiempo de aquellos que tienen todos sus papeles en regla, viven en el interior, pagan la chapa de su auto en el interior y, como deben bajar a la capital, se ven obligados a tramitar ante la intendencia un permiso de circulación, que además vale sólo por un año.
De todos modos, algunos oyentes nos cuentan que en estos días se han realizado operativos similares en el departamento de Paysandú. Y hace poco todos vimos y padecimos los de la intendencia de Canelones. Y la lista podría seguir.

El problema de fondo es que los presupuestos municipales dependen demasiado de este tributo y, al mismo tiempo, los intendentes no se ponen de acuerdo en la unificación de su precio.
Es más, hay quienes argumentan que debe haber diferencias de precio de un departamento a otro.
Pero yo creo que aún si se lograra la unificación, la Patente de Rodados seguiría siendo motivo de litigios. Aún a precio uniforme, seguiría discutiéndose si este vehículo debe ir empadronado acá o allá (porque incluso alguna gente preferiría sacar su auto de un departamento y llevarlo a otro, ya sea porque detesta a un intendente o quiere ayudar a otro, etc).

El quid del asunto es que este tributo es demasiado importante para los municipios y por eso éstos no están dispuestos a perder un solo auto.
Por eso es que yo sostengo que hay que eliminar la Patente de Rodados y sustiutirla por un tributo nacional cuyo producido se distribuya entre las intendencias.

Un oyente insistía el viernes con una fórmula que ya hemos mencionado otras veces:
El nuevo impuesto sería un ficto que se cargaría a los combustibles que usan los vehículos. Ese plus surgiría del total que hoy se obtiene por año por Patentes en todo el país, dividido entre los litros de combustibles que se consume anualmente. El dinero recaudado se prorratearía entre las intendencias según el consumo de combustible de cada departamento.
En cuanto a las matrículas, podrían obtenerse en cualquier municipio, por una suma ínfima (el costo de la chapa) pagadera una única vez.
Las multas de tránsito les corresponderían a las intendencias donde tuvieran lugar las infracciones, pero los automovilistas podrían pagarlas en cualquier agencia del Banco República. Para que todo ello funcionara, habría que terminar de instrumentar un registro nacional de empadronamientos.

Este oyente destaca que un sistema así tendría varias ventajas:
-· Se eliminaría definitivamente el problema de los morosos.
-· Los contribuyentes no perderían tiempo pagando la patente cada 3 o 4 meses.
-. Se podrían redistribuir muchos empleados municipales que sólo se justifican por tareas administrativas relacionadas con Patentes y Multas.
-· Además, pagaría más el vehículo que más circulara (o sea: el que más utilizara más el pavimento) y menos el que menos lo usara. Por ejemplo, un auto que esté guardado en el garage no pagaría nada, y eso es lógico.

Yo sé que esta fórmula tiene algunos problemas. Por ejemplo, los municipios de la frontera podrían verse perjudicados en el reparto, porque en esos departamentos se vende poco combustible porque la gente tiende a comprarlo del otro lado. Otro inconveniente podría darse con los vehículos de turistas.

Pero estamos hablando apenas de un borrador. Yo no puedo creer que el Congreso de Intendentes (que ahora tiene rango constitucional) más el Poder Ejecutivo y el Parlamento, con todo su staff de técnicos, no sean capaces de encontrar correctivos a esos dos detalles o, si no, un proyecto diferente. Por ejemplo, un lector de El Observador sugiere hoy, simplemente, un tributo de valor igual a la patente actual, pero que se recaude a nivel nacional y cuyo producido se distribuya luego según los metros cuadrados de calles y caminos de cada departamento. Podría mencionarse otros mecanismos posibles.

¿Cómo puede ser que sigan pasando los meses, los años y los períodos de gobierno, y la guerra de las patentes continúe siendo un problema sin solución?

Cada vez que volvemos a tratar este tema en el programa, ¿a ustedes no les aburre? O, mejor dicho, ¿no les da vergüenza?















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