24.12.2001






Argentina y Afganistán al llegar la Navidad.

Comentario a cargo de Emiliano Cotelo

Portada en primera persona.
EN PERSPECTIVA.
Lunes 24.12.01, hora 07.00.

Los dos hechos políticos ocurrieron casi simultáneamente este fin de semana, muy pocas horas de esta Navidad que se avecina.

El sábado de tarde, en Kabul, asumía como presidente Hamid Karzai, un pashtn de 44 años que encabeza el gobierno interino de Afganistán organizado para poner fin a cinco años de régimen talibán.
El domingo de mañana, en Buenos Aires, el Congreso ungía a Adolfo Rodríguez Saa, un justicialista de 54 años, como el mandatario encargado de la transición imprescindible luego de la crisis que derivó en la renuncia del presidente electo hace tan sólo dos años, Fernando De La Rúa.

El primero anunció sus principales objetivos, entre ellos la guerra contra el terrorismo, el respeto a la libertad de expresión y a los derechos de las mujeres, y el compromiso de una administración transparente y honesta.
El segundo confirmó el cese de los pagos de la deuda, planes de asistencia social para los sectores más necesitados, el fomento a la producción, recortes en gastos superfluos y su rechazo a la devaluación y a la dolarización.

Tanto Karzai, en Afganistán, como Rodríguez Saa, en Argentina, se ponen al hombro países arrasados y desesperanzados. Afganistán, castigado por años de una guerra -interna primero, internacional después- que liquidó su infraestructura y generó hambre y decenas de miles de refugiados y muertos.
Argentina, socavada por gestiones económicas irresponsables que convirtieron en pobre a un país rico, que dispararon el desempleo y la miseria entre la población, y que la semana pasada terminaron en protestas y enfrentamientos que se saldaron con casi 30 muertos.

Son dos pueblos muy distintos y representan dos culturas y dos civilizaciones muy diferentes.
Uno muy lejano, allá en Asia Central, y otro como hermano nuestro, acá al lado.
Pero los dos nos han preocupado vivamente a los uruguayos en los últimos meses.
Por eso no nos resulta indiferente encontrarlos, en el final del primer año del nuevo milenio, en estas circunstancias cruciales en las que encaran, shockeados, nuevos intentos por encauzar sustentablemente sus respectivos destinos.

Se trata, en ambos casos, de gobiernos interinos: el argentino hasta que las elecciones extraordinarias de marzo designen al nuevo presidente, el afgano hasta dentro de seis meses cuando delibere una Loya Jirga, la gran asamblea de notables de ese país. Por eso, y porque los dos pueblos enfrentan sus nuevas eras muy golpeados y descorazonados, debe ser muy difícil, tanto para argentinos como para afganos, confiar firmemente en que "esta vez sí" sus gobernantes estarán a la altura de las circunstancias. Debe resultarles muy difícil confiar en que esta vez sí comenzarán a caminar en dirección a la paz.

Puede ser una buena idea, entonces, tener a todos esos hermanos presente en nuestras cabezas y en nuestros corazones cuando esta noche nos encontremos con la Navidad.
Ojalá ese espíritu de la Navidad, que pertenece esencialmente a los cristianos pero que en la Noche Buena gana a la población en general, sirva para darle ánimo, coraje e inteligencia, a argentinos y a afganos. Pero no sólo a ellos. También a los otros pueblos que hoy padecen la falta de paz y se preguntan cuándo y cómo podrán alcanzarla. Por ejemplo, israelíes y palestinos, cuyo enfrentamiento no cesa y se agravó tanto en esta segunda quincena de diciembre. Por ejemplo pakistaníes e indios, entre quienes la espiral de guerra crece de manera tan inquietante en estos días.

Quizás como nunca en los últimos años, esta Navidad llega en un momento particularmente oportuno para poner su granito de arena en la búsqueda de la paz.







En perspectiva
l Dinámica Rural l Deportes l Página principal

Para escuchar la radio en vivo necesita el Real Player
Optimizado para Internet Explorer a 800x600
Copyright Espectador.com All Rights Reserved