|
Los
límites de la protección
de la propiedad intelectual
|
Doctor
Juan Andrés Ramírez: Sin patentes, la inversión
de inteligencia humana no se orientaría sólo
a lo rentable, sino por ejemplo a la malaria.
La experiencia universal desmiente la afirmación
de que no habría investigación. La OMC debería
dar un paso atrás, aunque si se suprime la
legislación de patentes, Europa y Estados Unidos
perderían U$S 400 mil millones por año. Clinton
acusó a los laboratorios norteamericanos de
gastar U$S 1.000 millones más en publicidad
y lobby que en investigación y desarrollo.
Ese es el absurdo.
EN PERSPECTIVA
Martes 28.08.01, hora 08.10.
EMILIANO COTELO:
Después
de varios meses de negociaciones con los laboratorios
ROCHE, la semana pasada el gobierno de Brasil
decidió unilateralmente fabricar en
el país una copia genérica de
Nelfinavir, uno de los medicamentos de Roche
que integra el cóctel contra el sida.
¿Por qué? Porque la elaboración
local de esa droga permitirá bajar su
costo en más de un 40%.
Y ésa no es la única cifra impresionante
de las que están en juego. Según
destacó el ministro de Salud de Brasil,
José Serra, más de la cuarta
parte del presupuesto oficial destinado a combatir
el sida venía siendo consumida por la
compra de Melfinavir.
Esta
determinación del gobierno brasileño
reavivó una polémica mundial
acerca del alcance que debe tener la legislación
que protege los derechos de la propiedad intelectual,
un debate que se había instalado con
fuerza por ejemplo hace unos meses a raíz
de un largo conflicto que enfrentó al
gobierno de Sudáfrica con los laboratorios
multinacionales. Estas empresas habían
demandado judicialmente al gobierno de Sudáfrica
por permitir la fabricación en ese país
de medicamentos genéricos contra el
sida. Pero el litigio finalizó en abril,
cuando las 39 empresas farmacéuticas
multinacionales dieron marcha atrás
-una decisión histórica- y retiraron
su acusación ante un tribunal de Pretoria.
En
aquel caso los números eran todavía
más impactantes: de gastar U$S 1.200
por persona y por mes en los cócteles
de droga, con la elaboraicón local de
los medicamentos se pasaba a gastar 40 dólares
por persona y por mes.
Esa diferencia implicaba una caída abismal
en los presupuestos estatales en la medida
que Africa es una zona del mundo particularmente
castigada por el sida, con 26 millones de enfermos.
A
partir de estas novedades, cabe preguntarnos
¿hasta qué punto es legítimo
proteger los derechos de propiedad intelectual?
¿Qué debe priorizarse: el derecho
de los autores o el de los usuarios? Vamos
a empezar hoy un par de entrevistas con respecto
a este tema.
Hoy
lo hacemos con el doctor Juan Andrés
Ramírez, conocido por su actividad política,
pero que además es director del Instituto
de Derecho Civil de la Facultad de Derecho
de la Universidad de la República, quien
ha estudiado en profundidad el tema de la propiedad
intelectual, elaboró un
documento al respecto y dio una conferencia
hace pocas semanas.
Dr.
Ramírez, ¿qué entendemos
por propiedad intelectual?
JUAN ANDRÉS RAMÍREZ:
Para tratar de ser sintético y didáctico, hay
que hacer una triple separación.
Una que es mínima por su importancia son los
signos distintivos de las marcas de fábrica,
los nombres comerciales. Eso no tiene una contribución
al acervo cultural de la humanidad, es simplemente
una marca para un distintivo, a veces es un
dibujo en el bolsillo de un pantalón vaquero,
para distinguir un producto de otro y ordenar
el mercado. Esa es una de las formas de propiedad
intelectual.
Las otras dos son las importantes.
Unas tienen forma sensible, necesitan de una
distribución en el espacio o en el tiempo -la
pintura, la escultura, la arquitectura, la
novela son formas de distribución en el espacio,
la música son formas de distribución de sonidos
y silencios en el tiempo- que necesitan de
una forma determinada. Se llaman obras del
ingenio o propiedad literaria y artística en
la jerga más vulgar y corriente. Tienen características
especiales, sólo se protege lo que es original
del autor. Hay un largo y profundo análisis
de la doctrina jurídica civil y comercial,
sobre todo civil, a propósito de qué es lo
que se protege, la forma interna, la forma
sensible. En el documento pongo el ejemplo
de El Quijote de la Mancha; Ascarelli -uno
de los italianos más notorios y notables en
el estudio de este tipo de propiedad- distingue
la idea o argumento, la forma interna, la forma
externa y la materialización de la obra. ¿Cuál
es la idea o el argumento de El Quijote? Es
un personaje singular, desquiciado, que trata
de incorporar los valores de la Edad Media
a otra época. Ese es el argumento, el que lucha
contra los molinos de viento, ésa es la idea
o argumento. La forma interna es la forma especial
en la cual Cervantes distribuye el relato,
es la parte más original de la obra, el cerno,
la esencia.
La forma externa es la misma obra que puede
tener distintas formas externas, puede estar
en alemán, en castellano, en obra de teatro,
en guión televisivo, en película de cine, etcétera.
Se usa la misma forma interna, la misma esencia,
pero con distinta formas externas. Lo esencial,
lo que no es reproducible, lo que es ilícito
copiar es la forma interna. Finalmente el tomo,
el ejemplar que está en el anaquel de la librería
es la materialización. Lo mismo se puede hacer
con las obras musicales, ¿qué es lo esencial
de la Novena de Beethoven? Si yo la canto o
la toco con un solo en guitarra, que no era
la forma específica, es una forma externa distinta
pero es la misma forma interna.
La parte esencial es lo que no existiría si
no hubiera nacido el autor, lo esencial de
la Novena de Beethoven es lo que no existiría
si no hubiera nacido Beethoven, lo esencial
de El Quijote es lo que no existiría si no
hubiéramos tenido a Cervantes. Tiene una característica
especial: no hay posibilidad de doble creación
original. Si le digo que se me ocurrió una
música y le tarareo el cuarto movimiento de
la Novena de Beethoven, usted me va a decir
que lo estoy embromando, aunque yo tuviera
dotes musicales especiales nadie me creería
que reprodujera lo mismo, porque aquello es
lo original.
La tercera creación intelectual son las ideas,
que no tienen forma sensible. Son formas especiales
de explicación de fenómenos, del mundo de la
causalidad, aplicaciones especiales de las
leyes de la naturaleza -científicas, matemáticas,
de ciencias abstractas o ciencias empíricas
determinadas- en las que sí es posible la doble
creación intelectual. Los antropólogos lo saben
perfectamente: el estudio de las civilizaciones
distantes a lo largo de la historia, en el
tiempo o en el planeta, una civilización americana
precolombina y una egipcia, pueden haber llegado
al mismo sistema de riego sin haberse copiado
una a la otra. Eso es frecuente, es lo normal.
La naturaleza humana hace eso: el ser humano
va mejorando el estado de la técnica y de la
ciencia paso a paso, descubriendo, por el ejemplo
el número Pi, el número cero, la física cuántica,
el movimiento de las estrellas, la teoría del
psicoanálisis, las reglas jurídicas, etcétera.
Todo eso son creaciones, son ideas, no necesitan
una forma sensible.
EC - ¿Hasta dónde llega la protección de los
derechos de propiedad intelectual?
JAR - El tema es que cuando uno trata de dar
una protección exclusiva, monopólica, al que
se atribuye la condición de primer descubridor
o creador de una idea no solamente le está
dando una facultad monopólica de explotación
económica de la idea tal cual la creó, sino
que le está impidiendo al resto de la humanidad
descubrir lo mismo, llegar a lo mismo por sus
propios medios, crear originalmente, sin haberlo
copiado, el mismo descubrimiento.
En el documento decimos, para impactar al lector,
que en los últimos 20.000 años -no es poca
cosa-, desde que el hombre de las cavernas
empieza a aparecer con el hombre de Cromagnon
a pintar cavernas y crear utensilios de labranza
o de caza, hasta el XXI, solamente en los dos
últimos dos de estos 200 siglos, o sea en el
1%, el ser humano permite la apropiación exclusiva,
el derecho de propiedad sobre las ideas. Yo
descubrí esto, inventé esto, y usted no lo
puede hacer, no lo puede usar, y si lo usa
me tiene que pagar lo que yo le diga; no cualquier
precio: me va a pagar lo que yo le mande, o
no lo puede hacer.
En los 198 siglos anteriores, felizmente, la
Humanidad se copió en forma absolutamente solidaria
porque además este tipo de bienes, al ser no
conmensurables, intangibles, permiten algo
espectacular: el múltiple y simultáneo aprovechamiento
completo, pleno. Si usted y yo nos ponemos
a usar esa computadora al mismo tiempo nos
vamos a molestar uno al otro, no la vamos a
usar en forma compartida de manera plena. Del
mismo modo, yo voy un día a la playa, un bien
de uso público, si voy solo o con mi familia
lo disfruto de una manera, pero si hay 60 persona
en la misma área, en 10 metros cuadrados, nos
molestamos de manera intensa. Las ideas, que
no ocupan un lugar en el espacio, son de uso
compartido pleno: yo puedo disfrutar absoluta
y plenamente de la misma idea con usted en
el mismo momento, con usted y los 44.700 millones
de personas que hay en el planeta Tierra.
La historia de la Humanidad es de goce compartido
de las ideas, las ideas no se amojonan. Además
es muy difícil hacerlo, decir "Esto es mío".
Había un filósofo que decía "El arte soy yo,
la ciencia somos nosotros". Yo puedo ser original
en arte, pero en ciencia lo mío es un pequeñísimo
paso. Aun en arte, el arte no es exclusivo,
Van Gogh no es original en el estilo impresionista,
ni Monet ni Manet: forman una escuela. ¿Qué
tenía de original Beethoven? ¿Cuánto les sacó
o les copió a Mozart o a Haydn, que fueron
sus profesores? También en arte hay formas
de copia de algo que no es la forma esencial
o forma interna, pero que tiene un valor cultural
indudable. Pero la ciencia se construye con
pequeñísimos granos de arena que se van sumando
a una montaña.
Además de todo, los sistemas de patentabilidad
vigentes en el mundo actual protegen las ideas
que tienen un resultado industrial, aunque
esto se ha ido ampliando. Para empezar, a lo
largo de la historia, de los últimos 200 siglos
sólo en los dos últimos se fue permitiendo
la patentabilidad, la apropiación o propiedad
exclusiva sobre las ideas. Pero no sobre todas
las ideas. Primero, porque es imposible: su
manera de hacer periodismo puede ser copiada
por otros periodistas y usted no tiene derecho
a decir "No, yo fui el primero en hacer las
rondas", no tiene el derecho exclusivo. Lo
mismo pasa con los políticos, con el estilo
de sus discursos; hay políticos que son reproducciones
de otros más notorios, más importantes o más
brillantes. Y así todo: cómo nos peinamos,
cómo hablamos, el idioma, los signos, el razonamiento
lógico es absolutamente copiado de unos a otros.
También -felizmente- el 90% de la creación
científica es absolutamente libre de copyright,
ni los psicoanalistas ni sus pacientes pagan
un peso a Freud por el uso, nada menos, que
de la teoría del psicoanálisis.
EC - ¿Entonces usted sostiene una tesis contraria
a los derechos de propiedad intelectual?
JAR - Yo sostengo una tesis favorable a la
coherencia humana. Hay un principio jurídico
general que es el del razonamiento analógico:
básicamente, a igualdad de razón, igualdad
de derechos o de regulación. "Idem ratio idem
jus", decían los romanos. A diferencia de razón,
diferencia de derechos.
¿Entonces cuál es la razón determinante para
que Favaloro haya muerto en la indigencia -se
suicidó por estar indigente- y Bill Gates sea
el hombre más rico del planeta?
EC - ¿Por qué menciona esos dos nombres? ¿Qué
significan como ejemplos de distinto tipo de
protección de la propiedad intelectual?
JAR - El anacronismo, el hombre que inventa
el by-pass coronario, que salva la vida a millones
de sujetos y además genera un horizonte descomunal
para la preservación de la salud humana, no
cobra un solo peso por su descubrimiento. Y
es bueno que así sea. No estoy para sostener
que deberíamos haberle pagado a Favaloro una
fortuna por cada by-pass coronario.
Sin embargo el hombre que inventa el Office
2000 y algún otro software es el hombre más
rico del mundo. ¿No es anacrónico? El razonamiento
humano ¿no debe ser coherente, para empezar?
Lo que pasa es que este anacronismo nace con
la Revolución Industrial. ¿Por qué sólo las
ideas de resultado industrial son las patentadas?
Un teorema matemático no se patenta; un método
terapéutico como el de Favaloro no se patenta;
la biblioteca de la Facultad de Derecho tiene
800 mil volúmenes en los cuales no hay una
sola línea que sea patentable. Sin embargo,
la sociedad humana vive en base a esas creaciones
e investigaciones jurídicas, en gran medida.
Las teorías psicológicas, psicoanalíticas,
las fórmulas químicas, los descubrimientos
de la física, la ley de gravitación universal...
Uno se pone a pensar y ninguna de esas enormes
contribuciones al acervo cultural de la Humanidad
merece protección. Sin embargo, hay un cantoncito
de creaciones intelectuales que merecen la
protección intelectual cada vez más fuerte,
con sanciones penales; detrás de esto están
los países industrializados, que han ganado
una brecha tecnológica importante, han sacado
una distancia apreciable y entonces se apoderan
de esas creaciones intelectuales y las extienden
a otras. Ahora la biogenética es patentable,
el oncorratón es patentable -es un ratón modificado
para investigaciones oncológicas-, hoy hay
hombres que están recorriendo el planeta, las
selvas amazónicas, encontrando en Brasil, Colombia
o Ecuador pequeñas plantas que no estaban indexadas
en los tratados de botánica para patentarlas.
El resultado final va a ser que terminaremos
pagando por producir productos primarios, vamos
a pagar royalties por plantar tomates (ya lo
estamos haciendo). Uno advierte el enorme anacronismo.
A mi juicio, la Organización Mundial del Comercio
es el instrumento. En el cierre de la Ronda
Uruguay, en el acta de Marrakech se establecen
los principios más importantes de la actual
situación mundial en materia de patentes: ya
no son los inventos de resultado industrial,
dice "de utilidad".
EC - Uno de los argumentos a favor de la protección
de la propiedad intelectual de ese tipo de
creaciones es que si no existe ese resguardo
no se incentiva la investigación.
JAR - El argumento es falaz en un aspecto y
cierto en otro. Si me dicen que me van a dar
un premio con un monopolio si me dedico a investigar
en tal área, yo lo hago, en vez de seguir trabajando
en el área de investigación jurídica trato
de que mis neuronas funcionen para eso.
Pero es absolutamente cierto que además se
produce una extorsión brutal en la aplicación
de la inteligencia humana, en la sociedad entera,
globalmente considerada. Por ejemplo, en investigación
farmacéutica, en todo lo que tenga una píldora,
una ampolla o algún otro tipo de producto de
esa naturaleza, se ha producido una enorme
distorsión: más del 90% de esa investigación
va a productos que necesitan los pacientes
del mundo desarrollado. Sin embargo, el 90%
de la sociedad humana padece de malaria y otros
tipos de enfermedades de esa naturaleza. La
gente no se muere de cáncer, se muere antes
de enfermedades infecciosas, pero la investigación
farmacéutica se desvía hacia los que pagan
más, hacia las patentes de mejor retorno, no
hacia la investigación farmacéutica en ese
tipo de enfermedades. O se producen distorsiones
como las que usted mencionaba hoy, que es el
tema central de nuestra charla de hoy: el costo
de los medicamentos para el sida.
Las cuatro o cinco drogas que se aplican para
el tratamiento del sida cuestan en conjunto
aproximadamente entre U$S 10.000 y 15.000 por
año por paciente; el costo de fabricación es
de U$S 350 por paciente. Vean la diferencia
notoria. Entonces, claro: el mundo desarrollado
tiene, a través del sistema de patentes, la
oportunidad de apropiarse de una renta monopólica
descomunal, hasta que países como la India,
Sudáfrica o Brasil se rebelan y están dispuestos
a recibir las sanciones de la OMC antes de
que su gente muera, como aparentemente va a
ocurrir: un tercio de la población de Africa
va a morir en 20 años.
EC - ¿Cómo observa el episodio de Brasil de
la semana pasada?
JAR - Brasil ha tratado de justificarlo. La
OMC, en el acta de Marrakech, establece que
por razones excepcionales se puede establecer
una licencia obligatoria. Deben ser razones
extraordinarias de salud pública o catástrofes.
Se puede usar a la fuerza, pero igual hay que
pagar, no deja de tener la renta monopólica.
Estados Unidos está insistiendo permanentemente
en la OMC, en los organismos internacionales,
con sus embajadores en cada uno de los territorios
(el anterior embajador americano en Uruguay
salía una vez por mes a amonestarnos porque
no habíamos hecho prolijamente los deberes
en materia de protección de patentes); lo hacen
en Brasil y en Argentina, ya han sancionado
a Brasil un par de veces por desviaciones de
las reglas internacionales en la apropiación
del sistema de patentes.
Hace unos 40 años, Tulio Ascarelli -a quien
mencioné al principio- ya había visto esta
distorsión en la patentabilidad. En una conferencia
que dictó en el Paraninfo de la Universidad
en el año 1952 habló del peligro de esa distorsión.
Hacia donde van las patentes va la inteligencia
humana y descuidamos el resto. Habría que desdoblar
a la inversa el argumento de los que defienden
el sistema de patentabilidad: ¿dónde estaría
la Humanidad si no hubiera sistema de patentes?
EC - ¿Cuál es su respuesta?
JAR - Creo que podríamos tener una mejor distribución
de la inversión de inteligencia humana. También
hay un gran pecado de soberbia: parecería que
ahora, en el año 2001, estamos en la era de
la inteligencia. Los seres humanos anteriores
eran todos burros de carga, lo único que hacían
era aplicar la fuerza bruta; los inteligentes
somos nosotros porque tenemos la computadora.
No es cierto. Kant era mucho más inteligente
que cualquiera de los que tenemos hoy aquí
a la vuelta.
EC - Usted dice que, hasta que llegó esta era
de protección de los derechos de propiedad
intelectual para determinados inventos, la
Humanidad había investigado y avanzado, sin
que existiera el incentivo de quien creaba
determinado procedimiento fuera el propietario
de los derechos para siempre o por un determinado
tiempo. Eso vale para el pasado. Mi pregunta,
recogiendo los argumentos de quienes defienden
el criterio de defensa de los derechos de la
propiedad intelectual, es: si ahora se volviera
al estado anterior, si no existieran las patentes
de determinados medicamentos como el que estábamos
mencionando contra el sida u otros, ¿qué pasaría
con la investigación en fármacos?
JAR - Uruguay patenta los fármacos
desde el 18 de enero de 2000, desde hace
muy poco tiempo. Antes en nuestro país los
medicamentos de uso humano nunca fueron patentados;
en Brasil y Argentina tampoco, en Perú tampoco,
en los países del Pacto Andino tampoco. Recién
a partir del acta de Marrakech se nos impone
a las naciones subdesarrolladas latinoamericanas,
entre otras, a patentar los medicamentos de
uso humano.
Y nunca tuvimos carencia de inversión extranjera
directa: había inversión extranjera directa
y además había fabricación nacional de excelente
calidad de productos farmacéuticos. Porque
podemos copiar: la fórmula se puede usar. Del
mismo modo que un cirujano cuando va a operar
a alguien de la garganta usa el procedimiento
del profesor alemán Fulano, que mete el bisturí
por tal lado y corta parte de las cuerdas vocales
para un determinado procedimiento quirúrgico,
se puede fabricar la fórmula química del medicamento
para la cura de la ronquera. La experiencia
universal desmiente la afirmación de que no
habría investigación, no es cierto. Además,
felizmente, continúa la investigación en una
enorme cantidad de áreas científicas donde
no hay ni pizca de patentabilidad ni de rentas
monopólicas. El ser humano sigue invirtiendo
en inteligencia, porque además la aplica en
forma permanente, hasta para peinarse.
EC - Usted dice que entonces podría darse un
paso atrás.
JAR - Debería darse, porque lo peor es que
estamos dando pasos adelante. Si se suprimiera
la legislación de patentes, el mundo desarrollado
-Europa y Estados Unidos- perderían U$S 400
mil millones por año.
Antes de venir estaba releyendo algunas cosas;
le cuento una. Clinton, nada menos que el presidente
de Estados Unidos, tuvo un incidente muy grosero
con los laboratorios farmacéuticos americanos
porque les imputó que estaban gastando mil
millones de dólares más en publicidad que en
investigación y desarrollo. Malgastan la renta
monopólica. Clinton se los dijo, tuvo un incidente
muy grueso, notorio, porque les dijo "Ustedes
están malgastando el dinero, están invirtiendo
en investigación y desarrollo menos que en
publicidad y lobby". Ese es el absurdo.
EC - Usted decía que si se eliminara la legislación
que se está extendiendo por el mundo los países
desarrollados perderían de ganar anualmente
U$S 400 mil millones.
JAR - Sí, para que la gente sepa: los uruguayos
producimos por año U$S 20.000 millones.
EC - Esa sería una consecuencia; ¿qué otras?
JAR - No habría distorsiones en la investigación,
quizás se investigaría más en malaria que en
enfermedades del mundo desarrollado, habría
mayor cantidad de investigación en ciencias
básicas. En 1952 hubo una conferencia en Uruguay
a la que, a instancias de Coutoure que era
el decano, trajeron a los mejores del mundo:
Henry Debois, Ascarelli y otros de otras áreas
del mundo a tratar el derecho de los sabios.
En aquel momento, la Sociedad de las Naciones
quería proteger el derecho de los sabios, de
los que inventaban las ciencias básicas, lo
que después otros derivaban y utilizaban en
procedimientos patentables. Una fórmula matemática
no es patentable, tampoco un descubrimiento
químico, físico o biológico, una ley natural
de la vida de los seres vivos, humanos o no.
Hubo un proyecto de ley que elaboró un senador
italiano para proponer como legislación universal
que naufragó porque no es patentable, no es
posible establecer la apropiabilidad de las
ideas. Además, después había que establecer
cuánto había sacado el señor Fulano (que estaba
sacando pingües ganancias a través de una royalty,
de una patente) al creador de la idea madre,
el de la fórmula matemática o del descubrimiento
biológico natural, químico o físico. Fracasó
porque la ciencia somos nosotros, es de toda
la Humanidad.
EC - Pero la tesis que está predominando es
la otra.
JAR - La tesis en Brasil e India no es la misma,
Pakistán se opuso a Monsanto, una trasnacional
de arroz.
EC - ¿Usted dice que el tema no está laudado?
JAR - Universalmente no debería estar laudado.
Lo peor de todo es que nos están haciendo creer
que es un derecho humano. No es cierto. Dicen
que es un derecho inherente a la persona humana
que el inventor sea el dueño... No es cierto,
porque además se está aprovechando las posibles
ideas de los otros seres humanos y está impidiendo
que otros lleguen por los mismos medios al
mismo descubrimiento científico o técnico.
Ahí hay una colisión de supuestos derechos
humanos.
---------------
Transcripción: María Lila Ltaif
Edición: Jorge García Ramón
|
|