03.09.2001





Los límites de la protección
de la propiedad intelectual (2)



Doctor Andrés Cerisola: Desarrollar un medicamento cuesta de U$S 500 a 1.000 millones y lleva como mínimo 10 años. Eso no significa que sin patentes no habría ninguna invención, pero habría mucho menos inversión que el óptimo social. Si no fuera por la presión que tienen las empresas por recuperar lo invertido, en vez de 10 años los medicamentos demorarían 30, 40 o nunca llegarían a existir. Para mucha gente, esa es la diferencia entre la vida y la muerte.


EN PERSPECTIVA
Miércoles 29.08.01, hora 09.05.



EMILIANO COTELO:
¿Hasta qué punto es legítimo proteger los derechos de propiedad intelectual? ¿Qué debe priorizarse: el derecho de los autores o el derecho de los usuarios? En torno a estas preguntas, disparadas por lo que acaba de suceder en Brasil con la decisión a propósito de fabricar localmente un medicamento de Roche, el Nelfinavir, integrante del cóctel contra el sida, y también por la polémica que se dio hace meses entre las multinacionales de los laboratorios y el gobierno de Sudáfrica, nos propusimos esta semana dos entrevistas. La primera fue ayer, con el doctor Juan Andrés Ramírez, director del Instituto de Derecho Civil de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, quien es un fuerte crítico de la forma como hoy se protegen internacionalmente los derechos de propiedad intelectual, sobre todo porque esa protección está concentrada en las ideas de resultado industrial y no en otras.

Para tener la otra campana dialogamos con el doctor Andrés Cerisola, abogado y socio del estudio jurídico Ferrere Lamaison. Antes que nada, le voy a pedir dos palabras acerca del caso de Brasil, con un medicamento de Roche.

ANDRÉS CERISOLA:
Es un caso interesante, si bien no el primero. Lo importante a decir sobre este caso brasileño es que no afecta la diferencia de opiniones que hay entre el doctor Juan Andrés Ramírez y yo en el sentido de que lo que se está planteando en Brasil es un tema de licenciamiento obligatorio. No se está desconociendo flagrantemente el derecho de propiedad del inventor sobre su invento sino que se lo está obligando a licenciarlo a cambio de un royalty, de un pago. No digo que eso esté bien, digo que la posición de Juan Andrés Ramírez es muy extrema. El no estaría de acuerdo con esa posición porque su posición se refiere a las patentes en sí, no a las farmacéuticas, para él el concepto mismo de patente no es pertinente.

EC - En seguida vamos a ir a la opinión de Ramírez, pero yo quería comenzar con el caso brasileño, entre otras cosas porque citaba recién declaraciones de Francisco Canabrava, secretario de la misión de Brasil ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y encargado de los temas de propiedad intelectual, que negó que su país estuviera violando los derechos de Roche. Canabrava señaló que el mecanismo de licencias obligatorias está previsto en los acuerdos de la OMC y agregó que "son en realidad los propietarios de la patente del medicamento quienes están en falta al abusar de estos derechos fijando precios abusivamente altos". ¿Cómo juega ese factor?

AC - Ahí hay una mezcla de opiniones técnicas y políticas. Es verdad que el Trips -un acuerdo, y como todo acuerdo hecho en la OMC es un acuerdo político- incluye la posibilidad del licenciamiento obligatorio en casos de emergencia. El alcance de ese artículo -que se ha interpretado más que los de la Biblia- es todavía muy discutido: en general, los países que fueron más reticentes a incorporar la protección de la propiedad intelectual para determinadas patentes -aclaremos que las patentes están protegidas en todos los países del mundo, estamos hablando de algunas- están interpretando ese artículo en un sentido extensivo. Dicen que Trips permite el licenciamiento obligatorio, con pago de royalties en algunos casos, y como el tema no está suficientemente regulado, los casos en los cuales eso se puede permitir son decididos por cada país. La otra posición, en general sostenida por los países desarrollados y algunos en vías de desarrollo, es que Trips dice en qué casos se puede dar las patentes obligatorias y que fuera de ellos no hay otros: es un número que está cerrado por ese artículo.

EC - Aparentemente el tema va a dirimirse por los sistemas de resolución de conflictos.

AC - Quería agregar que reconozco que el artículo, como todos los artículos redactados con posiciones políticas, no es todo lo feliz que pudiera ser a la hora de aclarar para un lado u otro este tema.

De cualquier manera estamos hablando de casos de emergencia y con pago de royalties. No es un desconocimiento del derecho de patente -más allá de que es una limitación- sino un reconocimiento del derecho de propiedad intelectual. Si el royalty es justo y razonable, probablemente los problemas que se planteen no sean muy grandes, y si es absurdo seguramente el tema va a llegar a los organismos de solución de controversias.

Además en todo esto, como se demostró en el caso sudafricano y otros, también hay temas políticos, de imagen, etcétera, que juegan en el sentido de que tanto las compañías como los gobiernos vayan más allá de sus derechos legales de acuerdo al Trips y vayan manejando la situación incorporando otros criterios.

EC - Hay temas políticos y también temas de números. Hay números muy fuertes en la diferencia que implica comprar el medicamento, en este caso concreto a Roche, o elaborarlo localmente. Hay una baja de 40% en los tratamientos nada menos que de una enfermedad tan delicada, tan dramática como el sida.

AC - Mi hermano es pediatra, así que tengo información muy de primera mano sobre este tipo de temas.

El tratamiento del sida es posible gracias a que estos medicamentos existen: si no existieran, el tratamiento de la enfermedad no sería posible a ningún precio.

Es verdad que los países pobres tienen dificultades para afrontar este costo, pero cuando nosotros decimos que el costo directo de producción, de fabricación del medicamento es 40% más bajo que el precio -la diferencia puede ser incluso mayor- estamos incurriendo en un error lógico: estamos asumiendo que el medicamento está inventado. Inventar un medicamento hoy y sacarlo al mercado en el mundo lleva estadísticamente entre 10 y 15 años de estudios, y cuesta promedialmente U$S 500 millones. En el caso de los medicamentos contra el sida ese costo es mayor, el Convivir que fabrica uno de los principales laboratorios del mundo costó cerca de U$S 1.000 millones. Una vez que esos U$S 500 millones o esos 1.000 millones están gastados, fabricar el medicamento efectivamente cuesta menos. Pero si no reconocemos el derecho de propiedad intelectual de quien invirtió ese dinero, ¿qué ocurre? El día que el producto sale al mercado y es copiable por quien no hizo esa inversión -no es que estén en pie de igualdad el que inventó y el que no, el que inventó está U$S 500 millones abajo-, en ausencia de la protección del derecho de propiedad intelectual esa investigación no se realizaría. La única forma en que se pueda realizar en ausencia de protección para la propiedad intelectual es con subsidios estatales.

Seguramente se haría mucho menos investigación y además estaríamos sustituyendo todo ese esfuerzo de innovación, de eficiencia. Por cada molécula que llega al mercado se parte de una planta básica de unas 3.000 moléculas; gran parte del trabajo que hacen estos laboratorios, en el cual gastan una parte de ese dinero, es decidir cuál de esas 3.000 moléculas es la que llega al mercado. Estaríamos sacando ese inmenso proceso de innovación e investigación basado en el interés propio de la empresa de llegar a la molécula correcta, para el tratamiento correcto con los menores efectos secundarios, sustituyéndolo por un proceso de decisión burocrática.

EC - A propósito de ese argumento de que si no se protege la propiedad intelectual la investigación científica que conduce a medicamentos no se produciría, o debería ser financiada por subsidios del Estado, Ramírez ayer sostenía que el grueso de la investigación científica, de los inventos que la Humanidad conoce se llevó adelante en un mundo donde no había protección de la propiedad intelectual.

AC - Eso no es correcto. Hay cosas que pueden ser de opinión y cosas que son hechos, y eso no es correcto. El 90% de los medicamentos que se usan actualmente fue producido en los últimos 15 años.

EC - El doctor Ramírez se refería a que el hombre siempre ha inventado, siempre ha estado creando y avanzando, desde que existe, sin que necesitara para ello el aliciente de la propiedad intelectual protegida.

AC - No quiero ponerme excesivamente técnico, pero eso está estudiando y matemáticamente es lo que se llama un problema de externalidades. Si alguien hace una inversión y los beneficios de la misma no son captados por ese alguien sino que son de dominio público, eso es lo que se llama una externalidad. ¿Significa que no habría ninguna invención? No, pero significa que habría mucho menos inversión que el óptimo social. Hoy hay niños en el Pereira Rossell que están siendo tratados con drogas que sin ninguna duda no existirían hoy, y por lo tanto esos niños no tendrían posibilidades de vida. Incluso hoy el sida, que es una enfermedad terrible, ha pasado de ser una enfermedad mortal a ser una enfermedad crónica, es una enfermedad que se puede ir tratando y los niños pueden ir aspirando a una vida crecientemente normal en base a esos medicamentos. Es más: en virtud de un tratamiento a las madres embarazadas, la tasa de contagio de los niños en el momento del parto ha bajado de un 30% a un 3%. Eso pasa porque existen estas drogas, que se procesan en plazos que son de 10 años, pero que si no fuera por esa inmensa presión que tienen las empresas por llegar al mercado y hacer que esos U$S 1.000 millones o esos 500 millones invertidos puedan empezar a recuperarse, si se hicieran con criterio de "estamos investigando", en vez de demorar 10 años demorarían 30, 40 o nunca llegarían a existir. Para mucha gente eso significa la diferencia entre la vida y la muerte. Tuve un conocido que falleció de sida que no hubiera fallecido con las drogas que existen hoy, y muchos que hoy están en la situación en que él estuvo están vivos y tienen esperanzas gracias a que existen estas empresas que están realizando inmensas inversiones. ¿Que las hacen por interés propio? Sin ninguna duda, así funciona la economía. Cuando el panadero nos vende el pan lo hace en interés propio; cuando el carnicero nos vende la carne lo hace en interés propio. Pero es importante tener en cuenta es que si le quitamos el incentivo al carnicero no vamos a tener carne, y si les quitamos el incentivo de interés propio a las empresas farmacéuticas no vamos a tener medicamentos. No los vamos a tener más baratos, vamos a tener más baratos los que tenemos hoy, no vamos a tener los nuevos.

***

EC - Una de las críticas principales que el doctor Ramírez hace del sistema de patentes vigente tiene que ver con su falta de coherencia interna. Lo planteaba en estos términos:

(Grabación:)

JUAN ANDRÉS RAMÍREZ:
"(...) ¿Por qué sólo las ideas de resultado industrial son las patentadas? Un teorema matemático no se patenta; un método terapéutico como el de Favaloro no se patenta; la biblioteca de la Facultad de Derecho tiene 800 mil volúmenes en los cuales no hay una sola línea que sea patentable. Sin embargo, la sociedad humana vive en base a esas creaciones e investigaciones jurídicas, en gran medida. Las teorías psicológicas, psicoanalíticas, las fórmulas químicas, los descubrimientos de la física, la ley de gravitación universal... Uno se pone a pensar y ninguna de esas enormes contribuciones al acervo cultural de la Humanidad merece protección. Sin embargo, hay un cantoncito de creaciones intelectuales que merecen la protección intelectual cada vez más fuerte, con sanciones penales (...)".

(Fin de grabación)

EC - ¿Qué dice usted de ese argumento?

AC - Creo que ahí hay una gran mezcla de cosas. Los 800 mil volúmenes de la Facultad de Derecho no son patentables porque están protegidos por otro nivel de protección de la propiedad intelectual, los derechos de autor. Es un nivel de protección mucho más extenso que el de las patentes, también mucho más extenso en el tiempo. En el caso de los métodos terapéuticos de Favaloro que mencionó Juan Andrés ayer...

EC - El se preguntaba ¿no llama la atención de la Humanidad que Bill Gates sea el hombre más rico del mundo mientras Favaloro se suicida en la indigencia?

AC - Favaloro se suicidó en la indigencia no porque no tuvo dinero, sino por problemas financieros de su clínica...

EC - Pero no los habría tenido si su técnica -el by-pass, etcétera- hubiera sido patentable y hubiera recibido royalties por ello.

AC - En Estados Unidos los métodos terapéuticos son patentables, así que si hoy Favaloro hubiera inventado eso y lo hubiera patentado en Estados Unidos hubiera tenido derecho a recibir una retribución por su invento. En Uruguay los métodos terapéuticos no son patentables; eso tiene que ver con la idiosincrasia y el nivel de protección que tiene este tipo de derechos en distintas partes del mundo.

En el caso de la ley de gravedad y de no sé qué teorema que mencionaba Juan Andrés, creo que nuevamente estamos hablando de cosas que en el análisis común pueden ser parecidas, pero que en el análisis jurídico son cosas totalmente distintas. Las ideas no son patentables, lo patentable son los inventos. Si yo descubro la ley de gravedad, si encuentro una variedad de tomate en la selva, eso no es patentable; está en la naturaleza. Lo patentable es el invento.

EC - Vayamos a otros ejemplos que manejaba Ramírez: la teoría psicoanalítica, por ejemplo.

AC - En la medida en que el objetivo de esas teorías sea tratar de comprender cómo es el ser humano, no son patentables: son ideas, son descubrimientos. El genoma humano no es patentable, pero los dos grupos que lo estudiaron hicieron descubrimientos y tienen información que está sujeta a derechos de autor. Es algo más parecido a lo que está en la biblioteca de la Facultad de Derecho (aunque probablemente por la antigüedad de los libros de la biblioteca, muchos hayan caído ya fuera de la protección de los derechos de autor). Lo que es patentable son las invenciones: si yo descubro un tomate no es patentable, pero si mediante ingeniería genética desarrollo un tomate más eficiente, que se cultiva más rápido, que es más grande, más rico, etcétera, eso es un invento y es patentable. Ramírez ayer decía que ya estamos empezando a pagar royalties por los tomates; pero los tomates que están en la naturaleza no pagan ningún royalty: sólo la persona que quiere aprovecharse de la investigación y de la invención que hizo quien creó un tomate distinto del que está en la naturaleza tiene que pagar un royalty. Nadie la obliga: puede comprar el otro y no pagar; si paga es porque puede pagarlo y aún le conviene más comprar ese tomate distinto.

EC - El otro argumento interesante que manejaba Ramírez es que la forma que hoy existe de protección de la propiedad intelectual para determinado tipo de creaciones, incentiva un desvío de la investigación hacia aquellas cuyo resultado es patentable y tiene la protección correspondiente con beneficios económicos. ¿Qué dice usted de esto?

AC - Que es verdad. Lo que se llama la investigación básica tiene que ser realizada en base a un sistema de subsidios estatales, es como se realiza en el mundo. Creo que ninguno de nosotros querría que el futuro de nuestra salud estuviera en manos de una investigación que se hace con el nivel de inversión con que se realiza la investigación básica en Uruguay o en el mundo. Eso es verdad, ése es precisamente el mecanismo: los inventos están bajo un régimen distinto que la investigación básica que se refiere a explicar cómo es la naturaleza. Eso no es un invento, por lo tanto no está sujeto a protección.

Esto me retrotrae a un tema que creo que es importante. Ramírez decía ayer que no se investiga lo suficiente en malaria y sí se investiga en las enfermedades de los países desarrollados. Es verdad: sucede como con todo. En general, donde están los mercados es donde está la inversión. Pero deberíamos preguntarnos si el hecho de que la malaria esté presente en países que no protegen la propiedad intelectual no es parte de la explicación de por qué no se invierte suficiente -se invierte en base a subsidios, pero no en base al interés propio- en desarrollar productos para combatirla. Yo me preguntaría y le preguntaría a Juan Andrés quién invertiría razonablemente en desarrollar un producto para combatir la malaria, si sabe que luego no va a poder venderlo.

EC - Otro argumento: la protección de la propiedad intelectual termina beneficiando a las empresas y no a los verdaderos autores.

AC - Ese es el típico argumento del que uno puede decir "Puede sonar efectista, suerte que existe la posibilidad de contestarlo".

EC - Es interesante contestar este argumento, porque una de las maneras de defender el régimen vigente de protección de la propiedad intelectual se basa en considerar esa protección como un derecho humano, como un derecho del ser humano creador.

AC - Es una línea que creo que nos llevaría un rato explorar y estaría encantado de hacerlo. La Constitución uruguaya dice que el trabajo intelectual del inventor será protegido y reconocido por la ley. Entonces estamos dando una discusión totalmente para la tribuna; porque en nuestro país la Constitución liquidó el tema. Decir que las patentes no tienen que existir como concepto es una posición que va en contra del artículo 33 de la Constitución. ¿Cuál era la pregunta?

EC - Si se protege al autor o si se defiende la propiedad de la empresa.

AC - La mayor parte de la investigación que se realiza hoy en el mundo se hace en empresas, no hay un investigador que está solo en su laboratorio trabajando en sus horas extra haciendo descubrimientos. Hay casos de esos, ojalá hubiera muchos más, y por suerte se protege ese esfuerzo, pero la mayor parte de la inversión se realiza por parte de empresas que invierten U$S 500 o 1.000 millones en desarrollar un producto (que, además, después tiene que tener éxito en el mercado).

Ramírez habla del monopolio, etcétera. Puede pasar que la empresa gaste esos U$S 500 millones, llegue con el producto pero que otra empresa en paralelo llegue con otro un poquito mejor. Se acabó. Entonces hay monopolio de ese invento, pero hay muchos inventos paralelos. La vida de los medicamentos es cada vez más corta, porque llegan cada vez más rápido otros productos que se desarrollaron en paralelo con un poquito menos de efectos secundarios, con un poco más de eficacia y demás.

Las patentes protegen al inventor, si el inventor es una persona lo protege, si es una compañía, como se necesita ahora, la protege. No estoy hablando de algo teórico, esos productos son esenciales para la vida, para la sobrevivencia de varios de mis amigos; ese tipo de productos depende de que inviertan las corporaciones, y gracias a que se las protege es que esas inversiones se hacen.

***

EC - La discusión ha sido particularmente interesante, aunque ha sido indirecta. En esta segunda entrevista han aparecido argumentos diferentes y que chocan de manera frontal con algunos de los que esgrimió el doctor Ramírez, que a su vez no hablaba solo sino en nombre del Instituto de Derecho Civil de la Universidad de la República, que ha elaborado una exposición en esa materia.

AC - Voy a leer el documento, pero no quiero entrar en las discusiones burocráticas de la Universidad porque yo soy de otra universidad, soy catedrático de la Universidad ORT. Creo que el Instituto de Derecho Civil no es el que se encarga de las patentes, éstas son tema del Instituto de Derecho Comercial, y no creo que haya un solo catedrático de Derecho Comercial de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República -me gustaría que si hay alguno se dé a conocer- que esté de acuerdo con esta posición.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón









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