|
¿Cambió el mundo el 11 de septiembre?
Si es así,
¿cómo debe plantarse Uruguay ante la nueva realidad?
Expresidente
Julio María Sanguinetti: Es la batalla contra los fanatismos
y contra aquellos métodos que no son los propios de la democracia.
Hoy tenemos un movimiento terrorista que intentará ir golpeando
y desapareciendo en función de tácticas. El tema es
seguir dando la batalla en los espíritus y en las conciencias
libres.
EN PERSPECTIVA
Jueves 13.09.01, Hora 8.40.
EMILIANO COTELO:
Vamos a dialogar ahora con el ex presidente de la República,
doctor Julio María Sanguinetti. Ya han transcurrido 48 horas
de los atentados que golpearon los Estados Unidos y se han instalado
muchas incertidumbres a partir de estos hechos.¿Estamos ante
un nuevo mundo a partir del martes 11 de setiembre, como se ha sostenido
por algunos?
JULIO MARÍA
SANGUINETTI:
Estamos frente a un hecho realmente detonante, que nos pone de cara
a esta nueva realidad que todos venimos analizando desde la caída
del muro de Berlín. En ese momento todos dijimos que no sólo
terminaba un tiempo histórico sino que prácticamente
terminaba un siglo, porque había terminado el mundo bipolar,
el de la guerra fría, con dos potencias centrales: usia de
un lado y Estados Unidos del otro. Pasábamos a una situación
diferente, a un mundo distinto que todos imaginamos que iba a ser
más pacífico. La realidad nos mostró desde
el vamos, no desde hoy sino desde el inicio, que ya no íbamos
a tener el tipo de guerra convencional a la cual históricamente
estábamos acostumbrados, con Estados confrontados y ejércitos
uniformados, sino algo que no era la guerra en el sentido histórico
pero tampoco era la paz porque íbamos a vivir una constante
tensión. Eso se iba a ubicar en diversos escenarios. Teníamos
allí fuerzas que confrontaban con los Estados, que competían
con los Estados en diversos terrenos. Una, por ejemplo, es la fuerza
del narcotráfico, caso típico de Colombia, que es
un país casi dividido en su propia estructura porque hay
allí otra potencia casi tan fuerte como el Estado. Otra eran
los fundamentalismos, fundamentalmente de tipo religioso. Otra eran
los conflictos étnicos, los conflictos culturales entre pueblos
que se consideraban distintos. Y así lo hemos estado viviendo.
España, por ejemplo, no está en guerra. Ha vivido
los años de mayor prosperidad de su historia en los últimos
veinte años, pero tampoco ha tenido paz, porque la ETA permanentemente
ha estado amenazando permanentemente la paz espiritual, la paz de
los ciudadanos españoles con sus atentados. Por otro lado,
tenemos este fenómeno del fundamentalismo religioso, que
ha sido una tragedia para la humanidad y para la mayoría
de los gobiernos árabes, particularmente el de Egipto, que
es el país con más peso político en la región,
que ha tenido que confrontar con otros Estados y dentro de su propio
territorio con este fanatismo.
¿Qué
es lo que ocurre con todo esto?, ¿cuáles son las fuerzas?
No son ya Estados nacionales queriendo dominarse los unos a los
otros. No es ya la lucha de las grandes ideologías, de un
lado la democracia y del otro el comunismo, como antes había
sido de un lado la democracia y del otro el fascismo o el nazifascismo.
Es otra cosa. Es una confrontación de otro tipo, de corte
cultural.
EC - En ese
cuadro, ¿qué cambian los atentados del martes?
JMS - Cambian
la magnitud. Como decía Hegel: una sucesión de pequeños
cambios cuantitativos en determinado momento produce un cambio cualitativo
en la situación; eso no es novedad. Si miramos a escala,
aquí cerquita, en nuestro propio barrio, en Buenos Aires,
tuvimos la voladura del edificio de la AMIA y del edificio de la
embajada de Israel. A nuestra escala fueron sucesos análogos,
que golpearon a una sociedad en este caso directamente contra instituciones
del mundo judío, lo cual indicaba claramente que quienes
estaban detrás eran los fundamentalistas islámicos,
a pesar de que nunca se identificó exactamente a los responsables.
Episodios de este tipo han ido ocurriendo. Lo que sucede ahora es
que la magnitud del atentado, las características, a quién
se golpea, dónde se lo golpea, de qué modo se lo golpea,
la dimensión universal incuestionable que hace además
que a partir de ahora nadie pueda ser indiferente. Creo que esto
es lo más importante.
EC - ¿A
quién se refiere cuando dice que nadie puede ser indiferente?
JMS - A todos
los ciudadanos del mundo.
EC - ¿A
los ciudadanos o a los países?
JMS - A todos:
a los Estados y a los ciudadanos del mundo. Cuando uno hablaba de
la ETA, por ejemplo, siempre había alguna gente que decía
bueno, hay que pensar, es una causa nacionalista... Este es el gran
debate, aquí hay dos temas de fondo que están en la
sustancia de todo lo otro; de un lado está la concepción
democrática, liberal, humanista, y del otro lado la concepción
violentista, terrorista. De un lado están los que creen que
el fin justifica los medios y del otro los que creemos que no hay
ningún fin de tipo religioso o político que justifique
el medio del terrorismo, y que en consecuencia el terrorismo en
sí merece la condena y toda la acción que se pueda
realizar en su contra. Ello parte no sólo de fenómenos
de confrontación militar, no sólo de salir a cazar
terroristas, sino fundamentalmente de hacer entender a la gente,
al ciudadano, que él también es parte de todo este
gran conflicto y que en consecuencia tiene que militar en su propio
espíritu, militar del lado democrático, del lado liberal,
del lado humanista, del lado de la defensa del Estado de derecho,
de las garantías de todos los ciudadanos. Es ahí donde
debe estar su batalla.
EC - Ese es
el mensaje que usted está pasando para la realidad uruguaya,
para nuestro país.
JMS - No, no.
No estoy hablando de la realidad uruguaya. Estoy hablando del mundo
entero. En el mundo entero tenemos que tener conciencia de que esto
existe. Esto es gravísimo. Fíjese que el único
problema que no tienen estos fundamentalistas es conseguir reclutas,
militantes. Hay lista de espera de terroristas que están
nacidos, educados y criados en una gloria religiosa en virtud de
la cual esta muerte en el holocausto de la causa los proyecta hacia
su paraíso. Esa gente desgraciadamente suma muchos miles.
La hemos visto actuar y operar. Eso es lo que hace tan trágica
esta situación y que haya mucha gente aún hoy dispuesta
a ello. Razón demás para que sintamos lo otro.
***
EC - ¿Para
usted está claro el responsable, el autor intelectual de
estos atentados del martes?
JMS - Las organizaciones
que actuaron en esto aún están en la nebulosa y quizás
sigan estando allí por algún tiempo. Presumo que ninguna
organización de ningún tipo va a salir hoy a reivindicar
el atentado y decirle a la potencia más grande del mundo
"aquí estoy, atáqueme, yo soy el responsable".
Uno tiene que suponer que eso quedará en una nebulosa. Pero
están muy claras varias cosas: primero, el fundamentalismo
islámico está en clara actitud de confrontación
y guerra no sólo con Israel sino también con Estados
Unidos, al que considera su aliado. Eso es un hecho. Un segundo
hecho es que el fundamentalismo islámico ha cometido permanentemente
atentados contra los gobiernos árabes pacifistas, contra
los gobiernos árabes que tienen una actitud civilizada con
Occidente -caso Egipto-, y contra Estados Unidos. Tercero, el fundamentalismo
árabe ya había atentado contra estas mismas torres
y el responsable, que está preso, ha dicho que lamentaba
muchísimo no haber podido volarlas todas como hubiera querido.
Cuarto, este tipo de atentados se ha estado sucediendo en el mundo
en la misma dirección. Y si algo faltaba, basta ver la reacción
de aquellos países más cercanos al fundamentalismo.
Hoy mismo el propio Saddan Hussein está, si no asumiendo
la responsabilidad del atentado, de algún modo justificándolo,
explicándolo. Y por la vía de la explicación,
llegamos fácilmente a la legitimación. Quiere decir
que es en ese territorio donde se libra la lucha: es la lucha del
fundamentalismo con el racionalismo...
EC - Ahí
es donde hay que resolver cómo se toma la represalia.
JMS - Son dos
planos diferentes. La lucha de fondo es la que acabo de mencionar,
el combate entre la concepción democrática, la concepción
liberal, garantista de los derechos de la gente, la que está
reflejada en las grandes declaraciones de derechos humanos, en la
Carta de Naciones Unidas, la que nos alivia a todos los demócratas,
más allá de las diversidades culturales que podamos
tener. Allí tanto los japoneses como los chinos, como los
hindúes, como los occidentales hemos aceptado esos mismos
principios. Del otro lado están aquellos que creen que el
recurso de la violencia y el terrorismo es legítimo para
la instauración un poco difusa de una suerte de Estado religioso
islámico, que incluso los confronta con toda una gran corriente
del otro lado de la religión. Este es el conflicto real,
aquí está la batalla.
Ahora viene
el tema operativo. Allí es donde está el drama del
humanista, del liberal, que tiene que responder. Porque obviamente,
si alguien roba hay que correr al ladrón. Si hay alguien
asesina hay que correr al asesino y penarlo. Si alguien comete un
atentado terrorista hay que tratar de aprehenderlo porque es una
medida de seguridad lógica, no sólo un acto de justicia.
Pero se debe hacerlo sin dejarse arrastrar al territorio del terrorista
y responder con la misma moneda. Esto no es la ley del Talión.
EC - El presidente
Bush dice "estamos ante actos de guerra"; ¿para
usted son actos de guerra?
JMS - No podemos
hacer reduccionismo de las palabras. Si lo miramos como una guerra
de guerrillas, como una guerra terrorista, no hay ninguna duda.
Si lo miramos en términos de una guerra convencional, en
el sentido histórico, no. Esto no es Pearl Harbor porque
aquí no hay un Estado con soldados uniformados atacando.
Es otra cosa.
EC - Dice además:
"No haremos distinción alguna entre los terroristas
que cometieron estos actos y aquellos que los acogieron".
JMS - Es un
acto bélico en la medida en que no responde a un acto de
delincuencia común y que en definitiva usa los medios militares
de la acción guerrillera, usando como objetivo el instrumento
del terror. El tema no es hacer juego de palabras sino ver en el
fondo de las cosas lo que está en juego, que es una batalla
de principios, de psicologías, de culturas entre los que
todavía creen que eso puede ser un recurso. El gobierno español
ha estado permanentemente en combate con ETA, pero siempre distinguiendo:
una cosa es ETA y otra el pueblo vasco. Esto es lo mismo, una cosa
son los fundamentalistas islámicos que tiran bombas y otra
el islamismo y los pueblos árabes en general. Esa es la distinción.
El tema es saber, en esos términos, dónde está
realmente el combate.
EC - Estados
Unidos llegó a entrenar a algunos de estos guerrilleros o
terroristas que ahora aparentemente están atacándolo.
JMS - ¿Se
los entrenó como guerrilleros?
EC - Llegó
a entrenarlos y financiarlos cuando podían servirle para
jugar determinado papel en la geopolítica norteamericana,
por ejemplo con Rusia y Afganistán. ¿En qué
medida entonces Estados Unidos está al margen de un lado
nítido de ese corte que usted está planteando?
JMS - Está
muy claro que Estados Unidos está del lado de la democracia,
del lado de la libertad, de lo que es la organización cívica.
En el terreno militar... todos los Estados del mundo han entrenado
ejércitos para determinadas situaciones de conflicto. Eso
no cambia o no tergiversa el concepto básico de la organización
de una sociedad y un Estado.
EC - Son discusiones
que aparecen en estos días, ¿qué hizo Estados
Unidos en Chile?, ¿qué colaboración tuvo en
Chile?
JMS - En ese
terreno podemos entrar a lugares de otras naturalezas que nos llevarían
muy lejos porque al final todos son culpables, nadie es inocente.
Y entonces legitimamos aquello que no se puede legitimar. Hoy estamos
ante una amenaza terrorista y creo que ante una amenaza de ese tipo
hay que responder claramente en el terreno de los conceptos, de
los principios, de la moral público. Luego estará
el fenómeno operativo, que es otra cosa.
EC - ¿Cómo
entiende usted que debe encararse la parte operativa?
JMS - Como se
ha encarado en otros casos: tratando de distinguir entre los responsables
y aquellos que aun ubicados en el territorio cultural de donde nace
la acción no tienen nada que ver con ella. Hay muchos árabes
que no tienen nada que ver con esto, que son la mayoría,
y hay muchos islámicos que no tienen nada que ver. El tema
son los fundamentalistas. Es esta concepción fanática
que desgraciadamente tiene muchos aliados y que no está sólo
en el terreno religioso. Hay fanatismo nacionalista, lo hemos visto
en Yugoslavia, a veces mezclado con cosas religiosas, pero fundamentalmente
de tipo nacionalista. Lo de Bosnia, lo de los servios, lo de Macedonia
ahora. Hay a veces fanatismos de tipo étnico o nacional,
como el caso de ETA, tantas veces mencionado. Es la batalla contra
los fanatismos y contra aquellos métodos que no son los propios
de la democracia. Esta es la sustancia del conflicto. Es el fondo
mismo del conflicto que mucha gente mira a la distancia porque pensaba
que no le tocaba. Ahora todos sentimos que desgraciadamente cuando
se toca aun al más fuerte queda claro que nadie está
libre de caer en ello.
EC - ¿Cómo
juega Uruguay en esa coalición global de la que comienza
a hablarse en estas horas?
JMS - Uruguay
tiene que jugar como lo ha hecho siempre, conforme a sus principios
y a sus valores. Uruguay es parte de Occidente y del mundo occidental,
y si ese mundo siente que está en un conflicto naturalmente
va a estar del lado de Occidente, como corresponde, porque ésa
es su raíz cultural y su definición política
hoy. Nosotros somos occidentales, creemos en la misma sociedad que
España, Francia, Italia y Estados Unidos, más allá
de buenos o malos gobiernos.
EC - Mi pregunta
viene a propósito de si estamos ante la posibilidad de una
tercera guerra mundial, por ejemplo, con un nuevo concepto de guerra,
no igual al de la segunda o la primera guerras. Es decir, si estamos
ante un conflicto planetario que nos involucre también directamente.
JMS - Huntington,
que estos días se ha citado tanto y a mi juicio tan mal,
que es un politólogo norteamericano muy serio, habla en su
libro "El choque de las civilizaciones", de 1996, 1997
-que escribió precisamente porque había publicado
antes un artículo que generó toda una tormenta de
debates porque decían que estaba en una posición belicista
porque hablaba del choque de las civilizaciones-, expresaba que
lo que debíamos prever hacia el futuro era esto. Desgraciadamente
estamos viviendo exactamente lo que decía, pero él
estaba lejos de asumir una actitud belicista. Huntington decía
que hay que reconocer que terminado el mundo multipolar ahora tenemos
un mundo pluripolar y pluricivilizacional, no estamos como estuvimos
antes, cuando había mundos bipolares o unipolares y monocivilizacionistas.
Hoy tenemos esa variedad. Decía que hay que describir la
realidad y asumirla para no dejarnos arrastrar por las situaciones
de conflicto. Decía también que este equilibrio era
el que en definitiva nos aseguraría la paz, nos preservaría
de un gran conflicto, pero que se iban a producir choques en una
zona de frontera de la civilización y que el tema sería
que los Estados faro no se dejaran arrastrar. Es decir, que se genere
una conciencia de que la diversidad cultural no nos impone necesariamente
una situación de conflicto, pese a que esa diversidad cultural
necesariamente va a producir conflictos, en un lado o en el otro,
a veces conflictos internos como los que se han producido por las
migraciones, o a veces en las fronteras como ocurrió en Yugoslavia...
EC - ¿De
qué tipo sería éste que estamos viviendo en
estos días?
JMS - Es la
frontera del Oriente Medio, claramente, donde esta situación
está excitada y de allí toda esta otra reacción.
Creo que lo que decía este autor es lo que se está
dando: debemos pensar que estamos frente al tipo de conflictos propio
de la salida de la guerra fría, de una multiplicidad de factores.
No podemos olvidar que hay muchos países que tienen armamento
atómico.
EC - Recordando
a Huntington usted decía que lo importante es que las naciones
faro no se vean arrastradas en estos conflictos. Aquí tenemos
a una nación faro muy duramente golpeada y con muchas ganas
de involucrarse en el conflicto.
JMS - Es natural
que tenga esas ganas, las tenemos todos, porque cuando el terrorismo
golpea uno trata de encontrar a los terroristas, no para matarlos
sino para tenerlos presos por lo menos y para desarmar su maquinaria
infernal. Es lo que hace cualquier país, cualquier sociedad
civilizada. Si usted tiene una organización terrorista que
quiere sacudir al país trata de desarmarla, de detenerla
y de llevar presos y ajusticiar a quienes corresponda. Eso es lógico,
el tema está en que en la reacción hacia esto no nos
veamos arrastrados hacia metodologías terroristas o hacia
aquello que el terrorista quiere, que en el fondo es generar un
gran caos. En el fondo es arrastrar a Estados Unidos a que termine
confrontado con todo el mundo árabe. Vuelvo al ejemplo de
España: allí la ETA trata de que el Estado español
se enfrente a todo el pueblo vasco, pero el Estado español
constantemente está diciendo que la guerra no es con los
vascos sino con los señores que quieren derrumbar la democracia
y establecer la independencia de ese país con métodos
terroristas. Esto es igual: es con los fundamentalistas islámicos.
Vuelvo a decir, es un combate universal...
EC - ¿Combate
universal o guerra mundial?
JMS - Es muy
distinto, porque aquí el combate es fundamentalmente ideológico,
psicológico, cultural. Ese es el punto, el tema es erradicar
la concepción en virtud de la cual porque existe un mal tenemos
derecho a usar el terrorismo indiscriminado, porque somos adversarios
políticos de un Estado o de alguien tenemos el derecho a
destrozarlo por cualquier medio, porque existe tal o cual situación
religiosa, política o social es recurso apelable envolver
a toda la sociedad para que nadie quede indiferente por la vía
del terror. Ese es el concepto que hay que tratar de erradicar.
EC - Usted dice
que el combate no es necesaria u obligadamente bélico...
JMS - Va a tener
una acción bélica necesaria.
EC - ...sino
que es fundamentalmente cultural.
JMS - Para que
no se vea arrastrada mucha gente, porque luego ocurre que muchas
veces, sobre todo los jóvenes, por su natural pasión,
se ven arrastrados.
EC - ¿Cuál
es su pronóstico?, ¿se va a poder contener en esos
límites que usted señala como convenientes?
JMS - La historia
nos enseña que debemos ser prudentes en pronósticos.
Hoy tenemos un movimiento terrorista, en consecuencia no va a dar
una batalla campal, como se daba antes, en un gran escenario como
Waterloo o el desembarco de Normandía, sino que va a ser
una acción de guerrillas, en la cual la guerrilla hoy golpea
para aterrorizar, ahora se replegará para esconderse, después
pegará en otro lado en algún momento si puede -ojalá
haya sido desarmada la maquinaria terrorista antes- e intentará
ir golpeando y desapareciendo en función de tácticas
que ya hemos visto operar en otros tiempos y otros lugares desgraciadamente.
Eso es lo que hoy tenemos en la mano, el tiempo dirá. Puede
que Estados Unidos tenga suerte en desmontar esta maquinaria, puede
que no, puede que sea algo largo y penoso y que todos tengamos que
acostumbrarnos a vivir con esto. Pero en cualquier caso el tema
es seguir dando la batalla en los espíritus y en las conciencias
libres.
------------------
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
|
|