El
IV Congreso
y la "actualización ideológica" del FA
Senadores
Eleuterio Fernández Huidobro (MPP) y Enrique Rubio (VA):
Hay dos señales: una hacia adentro, de cohesión política,
y una hacia fuera: este es el punto de partida de la carrera hacia
el 2004. Hay una ratificación de las propuestas del Plan
de Emergencia. El hecho de que haya una minoría fuertemente
crítica no nos perturba, siempre que algunas reglas fundamentales
persistan como acuerdo básico.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 26.09.01, hora 08.49.
EMILIANO COTELO:
El IV
Congreso del Frente Amplio (FA), que se desarrolló durante
el fin de semana pasado en el Cilindro Municipal, ratificó
a Tabaré Vázquez como presidente y eligió a
Jorge Brovetto como nuevo vicepresidente de la coalición
de izquierdas. También aprobó, después de un
proceso de análisis y discusiones, la actualización
ideológica y programática que Vázquez lanzó
un año atrás.
En los días
previos, la presidencia del FA hizo gestiones para limar las diferencias
y acercar las posiciones entre las tres corrientes que habían
quedado delineadas en torno a la redacción de los documentos:
1) Partido Socialista, Vertiente Artiguista y Asamblea Uruguay;
2) Partido Comunista, Movimiento de Participación Popular
(MPP), 26 de Marzo, Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) y Corriente
de Unidad Frenteamplista (CUF); 3) Corriente de Izquierda (CI).
Las conversaciones culminaron exitosamente, con un entendimiento
que abarcó a las dos primeras corrientes, y que permitió
que la actualización se aprobara por amplia mayoría.
Sólo la CI quedó al margen.
Aquí
En Perspectiva en estos días hemos ido tratando el tema de
a poco. Ayer y anteayer fue comentado en nuestra tertulia, y el
lunes entrevistamos al senador José Mujica (pero lo hicimos
sobre todo para ver el papel que le había tocado cumplir
para que el congreso aprobara la designación de Brovetto;
recordemos que Tabaré Vázquez pidió a Mujica
que desarrollara la argumentación principal, ya que no veía
fácil que finalmente la votación prosperara).
Hoy nos proponemos
profundizar en las conclusiones de la actualización ideológica
y programática, y para ello hemos invitado a dos representantes
de las corrientes que acordaron los documentos centrales: los senadores
Enrique Rubio, de la Vertiente Artiguista (VA) y Eleuterio Fernández
Huidobro, del Movimiento de Participación Popular (MPP).
En primer lugar
una pregunta muy general: ¿ustedes coinciden con quienes
entienden que los resultados de este IV Congreso son de alguna manera
una victoria de Tabaré Vázquez?
ENRIQUE RUBIO:
Creo que sale muy fortalecido. También sale fortalecida la
cohesión política del FA, es decir la capacidad de
conducción y la capacidad de articulación entre sus
distintas corrientes políticas. Me parece que este es un
dato relevante.
ELEUTERIO FERNÁNDEZ
HUIDOBRO:
Sí, hubo una victoria o una consolidación de la figura
de Tabaré Vázquez, que era previsible.
EC - Vázquez
había impulsado la actualización ideológica
y además impulsó, incluso forzando la marcha dentro
del propio congreso, la vicepresidencia de Brovetto.
EFH - Exactamente,
pero en otros congresos o en otras instancias de esta envergadura
dentro del FA hace algunos años tal vez no fuera tan previsible
que el resultado iría a ser de esa índole, en lo que
tiene que ver con la figura de Tabaré Vázquez.
EC - ¿Podemos
recordar esos antecedentes?
EFH - Claro.
Hubo un proceso de crisis interna por el que atravesó el
FA ya en 1994, luego en 1996, después en 1997. Recordemos
en 1996 la discusión en torno a la reforma constitucional.
Y recordemos al comienzo de la campaña electoral de 1999
dos candidaturas y un congreso que de algún modo habilitó
que hubiera dos candidaturas para las internas de abril, congreso
que también se hizo en el Cilindro. Cuando uno se preparaba
para ir a esos congresos sabía que iba a haber ese tipo de
problemas: cómo fracasó el nombramiento de la vicepresidencia
cuando se lo intentó en diciembre de 1996, y qué doloroso
fue para el FA ese proceso en aquel congreso. Mientras que en este
uno, antes de comenzar, ya tenía la tranquilidad de saber
que iba a haber discusión, como la hubo, pero que no iba
a haber ese tipo de agudos enfrentamientos.
EC - Así
que efectivamente Tabaré Vázquez salió fortalecido.
Rubio mencionaba otra conclusión importante: el ambiente
de unidad con el que se salió.
ER - Sí...
yo diría que hay un cuerpo de ideas que en general se ha
expresado como práctica política en los tres gobiernos
municipales. Hay un cuerpo de ideas que se convierte en doctrina,
que estaba incorporado en buena medida en corrientes políticas
aquí y allá, pero ahora se convierte en una base doctrinaria
consistente. Eso se expresa en los documentos de la llamada actualización
ideológica, que en realidad es un proceso que arrancó
hace un año, que sigue y seguirá. Por otro lado hay
una señal hacia adentro, que creo que es de cohesión
política, y una señal hacia fuera. Este es el punto
de partida de la carrera hacia el 2004. Por otro lado hay una respuesta
a la coyuntura que ratifica las propuestas del Plan de Emergencia
y de algunos documentos recientes. O sea que en realidad tenemos
diversas caras del mismo fenómeno: una izquierda que se prepara;
que trata aquí y ahora el tema de la globalización,
y lo encara bien, admite el dato de la globalización pero
no su conducción con el primado de las corrientes neoliberales
o similares, sino que quiere otro eje de conducción, y que
habla de gobernar la globalización para otros objetivos.
O sea que toma el tema de la globalización, el tema de los
cambios en la relación entre el Estado, la sociedad y el
mercado, encara el tema de la necesidad de un gran acuerdo social
en Uruguay para poder salir y toma el tema de profundización
de la democracia. Mira todo esto desde distintos ángulos
y hace un cuerpo de ideas consistente, que se expresa en tres documentos:
las señales
de identidad, que son un poco los principios generales; el documento
propiamente de actualización
programática e ideológica y un documento sobre
la coyuntura.
Después da algunas señales sobre otros temas que son
coherentes con esto, por ejemplo, habla sobre el hecho terrible
que acaba de suceder en Estados Unidos con el tema del terrorismo
y se pronuncia categóricamente en términos políticos,
jurídicos y éticos contra el terrorismo, pero al mismo
tiempo señala que defiende principios, defiende normas del
Derecho Internacional en base a la Organización de Naciones
Unidas y no está de acuerdo con la venganza, sí con
la justicia pero no con la venganza.
EC - Ustedes,
quienes están hoy acompañándonos, representan
a dos de las tres corrientes que se habían delineado antes
del congreso en cuanto a los documentos a considerar, representan
a las dos corrientes que terminaron acordando, obteniendo un entendimiento
en los papeles que finalmente se aprobaron. Una tercera posición
era la de la Corriente de Izquierda (CI), que no se sumó
a este entendimiento. Desde el punto de vista numérico la
CI es un grupo muy pequeño, ¿pero cómo hay
que evaluar el factor de que haya quedado afuera? Estamos hablando
del grupo de Zabalza, de Sarthou.
EFH - Usted
tira unas cuantas cuestiones sobre la mesa. Primero tendríamos
que felicitar públicamente a los compañeros concretos,
en nuestro caso de la VA y del MPP que trabajaron sudando la camiseta
para llegar a ese acuerdo -Rubio sabe sus nombres, yo también,
son compañeros que de pronto pasan más anónimamente-,
porque redactar en conjunto un documento de esa naturaleza no es
fácil cuando había distintas decisiones. Segundo,
traza los carriles, bastante seguros me parece, rumbo al 2003 y
el 2004, porque como le decía aquel paisano hace muchos años
al general Seregni: "Mi general, corremos el riesgo de ser
gobierno". Creo que ese asunto, el riesgo de ser gobierno como
decía el paisano, es tan inminente dentro de la fuerza política
que pienso que es ahí donde pueden haber radicado las principales
discrepancias con la postura de los compañeros de la CI.
EC - ¿Cómo
es eso?
EFH - Tal vez
la gran mayoría del congreso, la que se puso de acuerdo,
tanto en la base como en la dirección con relación
a estos documentos finalmente acordados, percibe, siente incluso
en la piel, a veces sin razonarlo mucho -ahora mucho más
razonado-, ese riesgo, y el desafío que ello implica y el
poco tiempo que queda. Lo siente cuando anda recorriendo pueblo
a pueblo, en los barrios de Montevideo, cuando actúa en el
Parlamento, en los sindicatos, en las reuniones con diversas cámaras
empresariales, etcétera. Es tangible, no es algo remoto,
ni siquiera es algo como una posibilidad teórica, sino algo
muy tangible.
EC - ¿Cómo
juega eso en la posición de la CI?
EFH - Creo que
los compañeros no han percibido suficientemente eso...
EC - ¿No
lo han percibido o lo han percibido pero temen que esa llegada al
gobierno se haga a costa de principios que el FA ha sostenido tradicionalmente
y que formarían parte de su esencia, o que después
en el gobierno se afloje con lo que ha sido esa tradición
y esas posiciones? ¿No puede ser esa la otra razón?
EFH - Puede
ser que ellos tengan esa percepción. Nadie está ajeno
a sufrir esos peligros, de algún modo todos vemos esa posibilidad.
Es muy difícil -tenemos que medirlo todos los días-
encontrar el equilibrio o el camino que no nos haga incurrir en
abandonar principios que no deben ser abandonados con tal de ganar
las elecciones o, luego en el gobierno... Esto nos preocupa muy
particularmente al senador Rubio y a quien habla. Hemos conversado
mucho en el Senado de la necesidad de prepararnos urgentemente,
de modo muy práctico y concreto para ese desafío,
justamente para evitar ese tipo de peligros, para que no nos caiga
encima la realidad y nosotros -todo el FA y el Encuentro Progresista-
no estemos preparados.
EC - ¿Pero
qué significa el hecho de que la CI haya quedado al margen
de estos acuerdos?, ¿políticamente que señales
da?
ER - Siempre
en la izquierda -también en los partidos tradicionales- existieron
distintas corrientes. El tema es si hay una mayoría, la posibilidad
de construir una conducción sólida. El hecho de que
haya una minoría fuertemente crítica no nos perturba,
siempre que algunas reglas fundamentales persistan como acuerdo
básico, por ejemplo la regla de que si todos tenemos algún
orden de representación en el Parlamento, en las juntas o
en el gobierno y hay una decisión por mayoría haya
un respeto de las minorías con un acatamiento disciplinado
de las decisiones adoptadas. Cuando eso se rompió en algún
momento hubo crisis.
EC - En la Junta
Departamental de Montevideo, por ejemplo.
ER - Claro,
pero luego se adoptaron reglas que fueron las del plenario de abril
de 1998, que establecieron con mucha fuerza que esto tiene que ser
respetado porque de otro modo se pone en juego la pertenencia al
conjunto. No es obligatorio integrar fuerzas políticas. Estas
son asociaciones voluntarias de personas y grupos para perseguir
determinados objetivos. Creo que está bien que tengamos una
actitud amplia en la izquierda de integrar corrientes distintas,
siempre que de alguna manera haya mayorías claras, porque
si no sería simplemente un foro, no un partido político.
De modo que se recibieron las posturas de la CI, se escucharon,
pero la inmensa mayoría del congreso tuvo otra orientación,
cosa que ya sabíamos antes. Incluso en algunos casos no llegaron
a tener el apoyo como para ser discutidas en el plenario. Fueron
discutidas en alguna comisión, pero fueron tan minoritarias
que no alcanzaron el 10% de adhesiones que establece el reglamento
para pasar a ser debatidas en el plenario.
EC - ¿Ha
quedado claro en el FA que los representantes que la CI pueda tener
en el Parlamento o en organismos deliberativos departamentales en
todos los temas van a tener que votar con lo que la mayoría
haya resuelto?
ER - En los
que hayan sido declarados asunto político, como dice el Partido
Nacional, no en los de principios, donde hay algunas cuestiones
éticas o ideológicas en juego, donde el FA siempre
dio libertad; por ejemplo el debate sobre el aborto u otros temas.
Pero en los temas de tipo político, fundamentalmente de decisión
de gobierno, cuando uno pertenece a una mayoría esto está
bien claro.
***
EC - En lo previo
al congreso había tres documentos: uno de lo que se ha definido
como corrientes "moderadas", que estaba firmado por el
Partido Socialista, Asamblea Uruguay y la Vertiente Artiguista;
otro presentado por el Partido Comunista, el Movimiento de Participación
Popular, el 26 de Marzo, el Partido por la Victoria del Pueblo y
la Corriente de Unidad Frenteamplista; y un tercero presentado por
la Corriente de Izquierdas. Una comisión designada por la
presidencia del FA buscó, antes del congreso, llegar a un
documento único y finalmente se logró que dos de las
corrientes -las que ustedes representan aquí hoy- se pusieran
de acuerdo en lo que se votaría en el congreso (la CI no
participó). ¿Pueden definir brevemente dónde
radicaban básicamente las diferencias, cuáles eran
los puntos críticos?
ER - En realidad
había un documento, que fue aprobado por la mayoría
de la Mesa Política, al que se le llamó el documento
de la mayoría; después se le fueron incorporando otras
y finalmente, como siempre, hay muchos papeles. Pero creo que se
quería caracterizar bien esto de la globalización,
qué poderes actúan en su interior; se entendía
que la primera formulación no era suficiente desde este punto
de vista...
EC - Fernández
Huidobro, ¿cuáles eran las discrepancias de ustedes
con ese punto?
EFH - La insuficiencia
del desarrollo que había en los documentos, también
con relación a la conceptualización del imperialismo
hoy. Actualización ideológica entre otras cosas significa
ver los mismos conceptos, en algunos casos fundacionales, pero como
son hoy, qué es hoy el imperialismo.
Yo todavía
tengo algunos detalles, Rubio lo sabe; por ejemplo con relación
al documento que se refiere al imperialismo, en el cual hay a mi
juicio ciertas imperfecciones de la redacción, producto justamente
de los acuerdos, en cuanto a que se vuelve a sostener que Estados
Unidos o un pequeño grupo de países... En muchos casos
se reitera eso, incluso en nuestra cultura de izquierda, sin definir
más claramente que el imperialismo es un conjunto de intereses
financieros y económicos de gran peso en el mundo que se
apoya en grandes Estados -a veces en pequeños-, que hay representantes
de esos intereses también en los pequeños Estados.
Es algo un poco menos nacional y más internacional. Podemos
decir, como decíamos hace un tiempo: Estados Unidos es imperialista
en bloque, en masa y todo; así, cerradito. Esto era propio
de la puja mundial, del mundo bipolar de otras épocas, donde
la pelea se transformaba en cuestión de Estados, sin ver
-asunto que se fue aprovechando en la década de los 80, el
fuerte trabajo diplomático que hicieron por ejemplo el FSLN
y el FMLN, dentro mismo de Estados Unidos, donde llegaron a tener
más de 1.000 comités de apoyo- que en Estados Unidos
no todos son agentes del imperialismo ni mucho menos. Lo mismo podríamos
decir con relación a cualquier país europeo, etcétera.
EC - Entonces
esta cuestión, la definición de qué es hoy
el imperialismo, era algo que en el documento de la mayoría
para ustedes, el MPP, el Partido Comunista, el 26 de Marzo, el PVP,
etcétera, no estaba claro, no estaba suficientemente expresado.
EFH - Lo puse
como un ejemplo; cuando se profundizó en esos aspectos hubo
acuerdo. Lo mismo con relación al tema globalización.
EC - Digamos
que lo que se terminó aprobando está más cerca
de las posiciones de ustedes que del documento original.
EFH - No: creo
que se ha equilibrado.
ER - En realidad,
en algunos problemas tuvimos dificultades comunes de cómo
conceptualizar fenómenos nuevos. Creo que este es un caso.
Al mismo tiempo,
vemos que en el marco de la globalización hay relaciones
de poder, relaciones asimétricas entre actores que hacen
que esto se dé en lo comunicacional, en lo económico,
en lo social... en todos los campos; también en lo nacional.
Relaciones entre poderosos y débiles que hacen del imperialismo
un fenómeno sistémico. Entonces la dificultad de conceptualizarlo
como un fenómeno sistémico, de desigualdad en el interior
de la globalización, pero al mismo tiempo de advertir que
hay fenómenos de Estado nacional que se mantienen en el nuevo
contexto. Por ejemplo es clarísimo que hay bloques económicos,
políticos y militares, que en un caso hay una posición
dominante de un Estado como Estados Unidos. La dificultad de armonizar
estos conceptos fue común; entonces había como una
insatisfacción en relación con esto, y se logró
un punto de equilibrio que todavía se puede mejorar pero
que es superior al punto de partida.
EC - ¿Otro
punto de discrepancia era que faltaba reafirmar el carácter
antiimperialista del FA, senador Fernández Huidobro?
EFH - De eso
estamos hablando.
EC - ¿Era
importante decirlo expresamente?
EFH - A nuestro
juicio sí, porque entendemos que es un hecho que existe en
el mundo.
EC - ¿Y
para la VA?
ER - No teníamos
dificultad con esto.
EC - No lo habían
puesto.
ER - Sí:
había una expresión sobre el antiimperialismo, pero
a juicio de otras corrientes no estaba suficientemente caracterizada,
cosa que yo comparto. El documento inicial tenía algunas
debilidades.
EC - ¿Es
importante, senador Fernández Huidobro, que el FA quede definido
nítidamente como antiimperialista?
EFH - Sí,
es ineludible, porque ese fenómeno existe, ese hipopótamo,
ese animal existe, actúa en el planeta, hoy lo estamos viendo
actuar con mucha violencia y no podemos ignorar esa realidad.
EC - Otro punto
era la oposición oligarquía-pueblo.
EFH - También,
y definir qué es oligarquía. Hubo que hacer precisiones;
nosotros tuvimos que hacerlas, creo que todos tuvimos que hacerlas.
Esto forma parte de la actualización ideológica. Oligarquía
es un concepto acuñado creo que por Vivian Trías en
la década del 60, cuando hizo aquella exploración
acerca de la reforma agraria y de las 600 familias que eran dueñas
de gran parte de la tierra uruguaya y de las más grandes
empresas del país. En aquel entonces se acuñó
esa palabra para definir algo un tanto distinto a la burguesía
nacional clásica de los textos marxistas, una clase o un
estamento social de dominación peculiar de Uruguay y también
de otros países del mundo. Hoy también eso ha cambiado
y mucho. Por lo tanto la palabra puede ser la misma o puede ser
otra, no importa: lo que importa es tratar de definir el concepto,
a qué nos queremos definir, concretamente quiénes
son hoy -no en lo puntual y lo coyuntural sino en el gran tramo
histórico-aquellos sectores del país beneficiados
por estas políticas económicas que a nuestro juicio
son nefastas, y que tampoco son puntuales y coyunturales, que no
vienen de ahora, no son sólo cuestión de Bensión:
vienen desde hace algún tiempo y han fracasado estrepitosamente.
Han perjudicado a la inmensa mayoría. ¿A quiénes
beneficiaron? Hay que definir bien quiénes están detrás
de esa porfiada y fracasada política financiera, económica,
etcétera. Hay que definirlo con toda claridad. No puede ser
que nos quedemos con la vieja definición, de hace añares,
de Trías, que era correcta, era científica...
EC - ¿Era
importante que además estuviera el término oligarquía?
EFH - Sí,
porque eso existe. Si no ¿cómo explicamos por qué
se mantiene tan tozuda y porfiadamente esta política económica?
EC - ¿Para
usted, senador Rubio, no estaba el término oligarquía?
ER - Para nosotros,
o no usábamos las palabras porque la realidad ha cambiado,
o redefiníamos el alcance de los conceptos a los cuales aludían
las palabras. Por ejemplo: o no usábamos el concepto de oligarquía
porque no es lo mismo hoy que lo que era antes, o sí lo usábamos
y expresábamos claramente a qué nos estábamos
refiriendo como realidad nueva. Al principio se optó por
un camino, el de no usarlo; luego los compañeros demandaron
que se usara, en lo que no teníamos dificultades siempre
que se redefiniera su contenido. Por ejemplo, antes se entendía
por oligarquía lo que se llamaba la capa superior de la burguesía
nacional, se entendía que había un grupo de empresarios
del agro, la industria y otros sectores que conformaban lo que en
términos clásicos se llamaba la burguesía nacional,
y que el sector más rico de eso, más poderoso, conformaba
un pequeño grupo que se denominaba oligarquía. Como
en realidad la burguesía nacional prácticamente dejó
de existir, porque no hay grupos económicos en Uruguay que
sean nacionales y no hayan sido absorbidos por el capital extranjero,
porque toda la banca privada fue absorbida por el capital extranjero,
y le pasó lo mismo a gran parte del comercio, de la industria
y de las tierras, entonces la realidad cambió. Por eso preferíamos
utilizar otra palabra, otro concepto, el de bloque social en el
poder. Pero en realidad puede ser un problema semántico;
si por oligarquía se entiende una nueva realidad configurada
por sectores del capital financiero, de algunos intereses transnacionales,
de algunos sectores del alto comercio y de algunos sectores vinculados
que en Uruguay -incluidos algunos sectores de medios de comunicación-
tienen mucho poder, no tenemos ninguna dificultad en emplear el
concepto.
EC - Esa fue
la solución a la que se llegó.
ER - Exacto.
EC - ¿El
FA se define al mismo tiempo como antioligárquico?
EFH - Claro,
todo el programa del FA, incluso el que usamos en 1999, el Plan
de Emergencia, todas nuestras propuestas programáticas, las
coyunturales que se establecen en este mismo documento, contra quienes
protestan -como decía Brovetto, ahora además de protestar
hacemos propuestas-, contra ese sector.
Miremos el asunto
desde el otro ángulo, que fue uno de los grandes debates
con los compañeros de la CI: nosotros palpamos, primero con
la piel y después con el razonamiento, que una gran cantidad
de sectores -industriales, comerciales, servicios- que antiguamente
eran conspicuos integrantes de aquello que se llamaba oligarquía,
hoy están enormemente perjudicados por el nuevo sector dominante,
han sido excluidos o marginados. La discusión es: ¿lo
han sido coyunturalmente y por lo tanto no pueden ser aliados, o
la exclusión, si prospera y sigue aplicándose la actual
política es definitiva, y por lo tanto no es que puedan sino
que deben ser aliados? En la calle, el Parlamento, en todos lados
lo palpamos: hay sectores de la industria -de lo que va quedando
de la industria, porque hubo un proceso de desindustrialización-
que están condenados a muerte.
ER - Ese era
el punto clave de la diferencia con la CI.
EC - Que a su
vez tenía relación con lo que parece ser uno de los
nudos de este paquete de tres documentos aprobados por el congreso:
la idea de un pacto social para la reactivación productiva.
Muy relacionado
con lo que venimos hablando, distintas fuentes frenteamplistas que
En Perspectiva consultó en estos días han coincidido
en que el tema central de esta actualización que se votó
es la legitimación del pacto o acuerdo social como instrumento
de cambio. ¿Ustedes están de acuerdo?
ER - Sí,
creo que ese es uno de los temas clave. Así como el problema
de las relaciones internacionales y de la necesidad de redefinir
el Mercosur son temas importantes, creo que en relación con
el país la cuestión del Estado, el mercado y la sociedad
por un lado, y del acuerdo social por el otro -preferimos hablar
no de pacto sino de acuerdo social, que es un concepto más
dinámico (además "pacto" está muy
referido a algunos pactos que se hicieron en algunos países,
como el de la Moncloa, sobre los cuales no tenemos una opinión
demasiado buena)- es muy importante. Estamos hablando de cuál
va a ser la base social, los intereses que se va a intentar compatibilizar
en un gobierno progresista.
EC - Senador
Fernández Huidobro, ¿para usted también es
uno de los puntos centrales de los acuerdos del fin de semana?
EFH - Sí,
porque hacen a la estrategia del FA.
EC - ¿Y
qué tenemos que entender entonces por acuerdo social en este
caso? ¿Un acuerdo para desarrollar la oposición a
este gobierno y el modelo económico que impulsa, un acuerdo
para ganar las próximas elecciones, un acuerdo para gobernar
en caso de que el FA triunfe en los próximos comicios?
EFH - Para lo
último. Todo lo que usted acaba de reseñar: para oponerse
al gobierno, ganar las elecciones y gobernar... Mejor le diría
para levantar al país. Nosotros decimos que somos partidarios
del Uruguay productivo; esas dos palabras juntas -tan vacías
si no las bajamos a tierra- son absolutamente imposibles, una consigna
vacía si no decimos con quién debemos y podemos hacerlo.
Hoy están dadas las condiciones para poder hacerlo. Es obvio
que debemos poner en marcha el Uruguay productivo en el sector servicios,
fundamentalmente en el transporte, el turismo y la salud, porque
son los tres elefantes del sector servicios que puede ser el motor
de la economía. Obviamente que tenemos que ir al sector primario
a abrazarnos con él, especialmente ese que hoy está
fundido, excluido y paralizado, con los brazos caídos por
esta política económica, para levantar al país.
Tenemos que frenar este proceso desindustrializador que es el peor
de todos, a mi juicio, porque si cierra un comercio... mañana
puede reabrirse, pero cerrar una industria y expulsar de ella hacia
la marginación y al exterior mano de obra calificada, que
a lo mejor costó decenios construir... es pavoroso. Hemos
perdido cerca de 100 mil puestos de trabajo en los últimos
10 años en la industria.
EC - Esos sectores
que usted menciona son los que hay que priorizar en la reactivación.
EFH - Claro,
por estar vinculados estrechamente con la clase obrera, con la clase
trabajadora, el Uruguay productivo, el Uruguay que apuesta al sudor
más que a la especulación, a la producción
más que a la intermediación.
EC - Entonces
el acuerdo social no es sólo con los sindicatos de trabajadores
de esas actividades...
EFH - No, por
favor...
EC - ...sino
con gremiales empresariales también.
EFH - ¿Qué
explica el crecimiento del FA en el interior, por ejemplo? ¿Qué
explica los piquetes rurales en las carreteras de Uruguay? ¿Quién
los inventó? ¿Los inventó algún maquiavélico
cerebro ultra-radical? La política económica de gobierno
arroja a la desesperación, a la desaparición -se está
vaciando nuestro interior rural- a contingentes enormes de nuestros
productores rurales.
ER - No deben
caber dudas, este es un tema interno pero es también un tema
de señales hacia el país: nosotros vamos a intentar
un puente sólido con los empresarios del agro, de los servicios,
de la industria y de otros sectores de actividad que configuran
esa cosa que llamamos el Uruguay productivo. Un puente sólido,
esto quiere decir que vamos a diseñar un programa y un gobierno
que compatibilicen los intereses de estos sectores con los de los
trabajadores y los excluidos. Esto no quiere decir que no haya problemas,
que no haya tensiones, que a veces uno no tenga que priorizar y
que a veces al hacerlo genere protestas; nos ha pasado en la Intendencia
de Montevideo. En última instancia vamos a priorizar a los
sectores más débiles, eso está claro: la izquierda
tiene una identidad básica con lo sectores más débiles
de nuestra sociedad.
EC - ¿Más
débiles también de la actividad productiva del país?
ER - Sí,
más débiles. Tenemos demasiada gente excluida, desocupada,
empobrecida. Uruguay tiene grandes llagas desde el punto de vista
social, es una sociedad que ha perdido integración. Entonces
uno jerarquiza, de alguna manera favorece, da una mano más,
hace un esfuerzo en relación con algunos sectores... Eso
indica contribución de otros, y es difícil. Sabemos
que la política es compleja, pero intentamos un programa
que compatibilice intereses que van en un arco social muy amplio,
desde los empresarios hasta los que no tienen trabajo.
EC - Ustedes
conciben que un gobierno del FA generaría este diálogo
en busca de los acuerdos sociales de los que estamos hablando en
el Consejo de Economía Nacional; insisten con ese instrumento
previsto en la Constitución de la República.
ER - Sí,
es un instrumento pero no necesariamente el único, más
bien nos parece que el problema es tener una actitud política.
Ya lo hicimos con el Plan de Emergencia, por eso tuvo tanta receptividad
en los empresarios. Pero también hay un adversario social,
hay sectores que de alguna manera van a sentir que estas políticas
del Uruguay productivo, redistributivas y demás, no les gustan.
EC - ¿Cuáles?
ER - Creo que
hay un sector del capital financiero, sectores del comercio importador
que han sido tremendamente favorecidos por la política de
atraso cambiario de estos años, que va a ver que pierde espacios.
EC - ¿Esos
sectores, esas gremiales no participarían del acuerdo social,
no serían llamadas al diálogo social por el FA?
EFH - Nos van
a tirar piedras, bazukazos o cañonazos, porque se les acabó
la farra. Yo prefiero estar aliado con los industriales que quieren
comprometerse con el país y que hoy están al borde
de fundirse, de irse y tirar más desocupados a la calle,
que con los que hoy siguen cerrando balances con grandes ganancias
porque venden la mercadería más cara de este país,
que es el dinero, cobrando intereses realmente babilónicos;
basta abrir un local y poner un cartel "presto plata"
para tener una cola de clientes bárbara e incluso elegirlos.
Son los únicos que se han beneficiado estrepitosamente a
lo largo de estos últimos años.
EC - Entonces
con el sistema financiero, con la Asociación de Bancos, ¿no
habría diálogo?
ER - Es una
entidad gremial.
EC - ¿Con
la Cámara de Comercio?
ER - Preferimos
no hablar de entidades gremiales o del sistema de comercio o el
sistema financiero, porque son una cosa que agrupa realidades muy
distintas. Decimos claramente que no hay un programa que pueda ser
el programa de los 3 millones y medio de uruguayos. Hay programas
como estos de la actualidad, que favorecen a algunos y perjudican
a otros; siempre hay ganadores y perdedores.
EC - ¿Se
va a intentar el acuerdo con esos sectores también, o directamente
con ellos no se va a dialogar porque no vale la pena, porque no
hay marco para un acuerdo?
ER - Se va a
conversar, pero no creemos que se llegue muy lejos.
EFH - Se va
a conversar, pero somos seres políticos y nos damos cuenta:
¿quiénes se acercan hoy a conversar hoy con el FA?,
¿quiénes se han sentido interpretados últimamente
dentro de los sectores del agro? No todos, pero sí la enorme
mayoría, y sabemos muy concretamente quiénes son.
Dentro de la industria, le diría que todas las ramas industriales.
Tal vez la Cámara de Industrias...
Repito lo que
decía Rubio: no nos guiemos sólo por las entidades
gremiales organizadas e institucionalizadas, sino por el sector
industrial globalmente hablando. Tal vez no protestan tanto como
los rurales porque están endeudados con la banca privada
y entonces se tienen que callar, pero cuando hablan con nosotros
protestan, nos dicen lo que les está pasando. Y lo que les
está pasando es una cruda realidad y una verdad incuestionable,
no son cuestiones teóricas: hay fábricas y talleres
que tienen la condena de muerte, algunos se están aguantando
incluso para ver si hay un cambio.
EC - A propósito
de este acuerdo social, que incluye sectores amplios del empresariado
nacional -con las limitaciones que ustedes estaban detallando-está
claro que un sector como la CI manifiesta reticencia. ¿También
en los representantes de las bases en el congreso esta idea resultó
difícil?
ER - Hubo un
proceso. La novedad que tiene la actualización frente a tentativas
renovadoras anteriores dentro de la izquierda, es que no se hace
de unas corrientes o grupos políticos contra otros, no es
el intento de la oposición dentro de un partido de descabezarlo,
sino que es un proceso institucional, se asume por la presidencia
y se empieza un camino. Estamos recorriendo ese camino, porque hay
que identificar nuevas realidades en el mundo.
EC - ¿Costó
convencer a los representantes de las bases en el congreso de una
idea como esta?
EFH - De pronto
lo que cuesta en una fuerza como el FA, que tiene militancia -hay
fuerzas que la no tienen y por lo tanto no tienen este problema-
y quiere tener militancia -entendamos por militante a la gente de
base, que está todos los días en los barrios, en las
fábricas, etcétera, trabajando y además constituida
como una célula del FA-; da trabajo compartir con la gente
de las bases -si bien esa gente también nos enseña
a nosotros- esas realidades nuevas, porque son nuevas. Claro que
da trabajo. Es probable que un asalariado rural -me ha pasado- entienda
mucho mejor que nadie por qué en este momento hay que defender
a su patrón arrocero, mire lo que le estoy diciendo. He hablado
con asalariados rurales arroceros que saben que si esto sigue así
la arrocera cierra, lo saben mejor que un habitante de la ciudad.
Entonces, independientemente de que él tiene problemas con
el patrón, hay un problema más grave que es que se
acaba la fuente de trabajo.
Hay que transmitir
eso también a la militancia urbana, estudiantil, intelectual,
etcétera. A veces es difícil ese trabajo, que más
que de convencimiento me parece que es de intercambio de información
y de formación. Venimos enriquecidos por la gente concreta,
de carne y hueso; me ha pasado en esta experiencia, muy breve, en
el Senado, haberme sorprendido que a la Comisión de Industrias
-u otras comisiones que integro- vengan los patrones y los trabajadores
juntos a pedir por favor, salvar la fuente de trabajo. Nunca había
visto una cosa igual.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Ernesto Kreimerman - Jorge García Ramón
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