Nicaragua:
"ganó el miedo a un triunfo de Daniel Ortega"
Escritora
Gioconda Belli: La guerra que nos impuso EE.UU. se convirtió
en un pretexto para cerrar los espacios democráticos. El
FSLN se había separado de la población; el autoritarismo
llegó dentro del FSLN. La gente estaba muy cansada de la
guerra, quería soluciones y que se dejara de desafiar a EE.UU.
constante e inútilmente, porque había momentos en
que era una actitud más de machismo político que otra
cosa. Se formó el Movimiento Renovador Sandinista, que trató
de ser una alternativa más moderna, más democrática.
Pero Ortega y el Partido Liberal no dejaron espacios para las minorías.
EN PERSPECTIVA
Martes 06.11.01, 09.08.
EMILIANO COTELO:
El recuento de los votos se realizó casi a paso de tortuga,
hasta que ayer en la tarde comenzó a quedar claro que Enrique
Bolaños será el próximo presidente de Nicaragua.
Cuando se difundió la contabilización de 13% de los
sufragios Bolaños tenía casi 54% frente a 45% de Daniel
Ortega. Luego, ya en la madrugada, con 28% de los sufragios escrutados,
la diferencia era de 11 puntos a favor de Bolaños.
Estos comicios
nicaragüenses tomaron color y temperatura en la medida que
al candidato del gobierno, Enrique Bolaños, del Partido Liberal,
se oponía Daniel Ortega, dirigente y conductor histórico
del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que
se postulaba a la Presidencia por segunda vez consecutiva, después
de haber dejado el gobierno en 1990. Abandonando los tradicionales
colores rojo y negro, Ortega y los sandinistas intentaron dar una
imagen renovada, moderaron su discurso y propusieron algunas alianzas
sorprendentes.
En ese contexto,
a mediados de octubre, tres de los escritores más importantes
de Nicaragua -Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez y Gioconda
Belli-, que además fueron figuras relevantes del gobierno
sandinista, dieron a conocer un comunicado en el que señalaron
que el 4 de noviembre no había "a quién votar".
Con una de los
firmantes de esa declaración, Gioconda
Belli, vamos a conversar en directo desde Managua. Gioconda
Belli -poeta, narradora, ensayista- fue militante del
FSLN prácticamente desde sus comienzos, publicista, y llegó
a ser directora de la televisión estatal de Nicaragua durante
el gobierno que se extendió entre 1979 y 1990, durante el
cual Ortega fue presidente. Poco después de la derrota sandinista,
en 1994, Gioconda Belli abandonó el movimiento. Hoy está
casada con un periodista norteamericano y alterna su residencia
entre Santa Mónica, Estados Unidos, y Managua, capital de
Nicaragua, y se
mantiene en contacto estrecho con su país.
Algunas preguntas
previas para ubicar su peripecia política. ¿Exactamente
cuándo ingresó al FSLN y cuáles fueron las
razones por las que usted se retiró del sandinismo en 1994?
GIOCONDA BELLI:
No fui exactamente fundadora del FSLN: sólo queda uno de
los fundadores, Tomás Borge. Yo ingresé al Frente
en 1970. Las razones por las que me retiré en 1994 tienen
que ver con que se cerró el espacio democrático dentro
del FSLN.
Cuando se dio
la derrota electoral, en 1990, un grupo grande planteó que
era necesario que revisáramos cómo estábamos,
que revisáramos las razones de la derrota y que tratáramos
de modernizar el partido, porque el mundo había cambiado
mucho. No tuvimos ninguna acogida por parte de la dirigencia, especialmente
por parte de un sector -el más cercano a Daniel Ortega-,
y esa situación nos llevó eventualmente a una separación.
Es importante señalar que también tuvo que ver con
que queríamos que a las siguientes elecciones se presentara
un nuevo candidato, Sergio Ramírez, que había sido
vicepresidente en el gobierno sandinista durante 10 años.
EC - Ortega
había salido del gobierno sandinista manchado por denuncias
de corrupción. ¿Ese era uno de los factores de la
discrepancia de ustedes y una de las razones por las cuales entendían
que Ortega no debía volver a ser candidato?
GB - Cuando
se dio la derrota electoral pasaron tres meses antes de entregar
el poder, en los que se dieron muchos actos de corrupción.
No solamente fue culpa de Ortega, también fue una política
del gobierno de tratar de dejar en manos de la gente un montón
de cosas para que no pasaran al siguiente gobierno.
Los actos de
corrupción del sandinismo fueron muy pocos, comparados con
lo que tenemos en este momento, en este gobierno de los liberales
que se estaba oponiendo a los sandinistas en estas elecciones. Pero
sí, ésa fue una de las razones por las cuales se coloreó
el gobierno de Ortega; el sandinismo tenía un record impecable
que se deslució en esos últimos tres meses de gobierno,
y él lo permitió como dirigente.
EC - ¿Cuáles
eran las objeciones que ustedes hacían a cómo se había
conducido aquella administración? ¿Por dónde
entendían que habían estado los principales errores
del gobierno sandinista? ¿En lo económico, por ejemplo?
GB - En lo económico
estábamos con un embargo terrible de Estados Unidos. Pienso
que el problema fundamental que había -que se está
acentuando cada vez más- era el autoritarismo. O sea que
la guerra y el cerco que nos había impuesto Estados Unidos
con la guerra contrarrevolucionaria también se habían
convertido en un pretexto para cerrar los espacios democráticos.
El
autoritarismo había llegado incluso dentro de las filas del
FSLN y nos habíamos separado: el FSLN se había
separado de la población, se estaba dando cada vez más
una distancia entre un partido que había empezado con un
gran arraigo popular y la población misma. Había una
especie de discurso patriótico que se suponía representaba
a toda la población pero que cada vez la representaba menos.
La gente estaba
muy cansada de la guerra, quería soluciones y que se dejara
de desafiar a Estados Unidos constante e inútilmente -porque
realmente había momentos en que era una actitud más
de machismo político que otra cosa-, que se diera pasos importantes
para llegar a una situación de reconciliación como
la que se produjo después.
EC - ¿Qué
ha hecho usted, políticamente hablando, desde que dejó
el sandinismo en 1994?
GB - Estuve
involucrada en un movimiento que se formó para reformar al
sandinismo, que se llamó Movimiento Renovador Sandinista,
que participó en las elecciones de 1996 y trató de
conformarse como una alternativa al sandinismo, más moderna,
más democrática.
En 1996 tuvimos
poquísimos votos pero logramos una alcaldía municipal;
tuvimos poquísimos votos como todos los partidos que se presentaron
como alternativa a los dos partidos, liberal y sandinista. Se produjo
una polarización del voto, como en estas elecciones, y entonces
quedó muy poco para el resto de las fuerzas, porque la gente
no votó a favor de un partido realmente sino que votó
en algunos casos por miedo a que ganara Ortega y en otros por miedo
a que ganara Alemán, que era el candidato de los liberales.
Esa polarización impidió mayores posibilidades para
los otros partidos que participaron.
EC - Yendo a
esta campaña electoral y al comunicado que usted, Sergio
Ramírez y Ernesto Cardenal dieron a conocer a mediados de
octubre, ¿por qué señalaron que este domingo
no tenían a quién votar?
GB - Realmente
hay que decir que el FSLN pudo haber ganado estas elecciones si
hubiera tenido otro candidato. Es mi opinión personal. Creo
que lo que más dañó las posibilidades de triunfo
fue el miedo que la gente tiene a la figura de Daniel Ortega, que
se presentaba por tercera vez como candidato a unas elecciones que
perdió también por tercera vez. Ortega hizo todo lo
que pudo, incluso hizo un pacto con el gobierno liberal para repartirse
el poder y tener mayores ventajas en estas elecciones.
EC - ¿En
qué consistió exactamente ese pacto?
GB - Lo más
grave era que excluía a los otros partidos políticos.
Hicieron una serie de maniobras para excluir a los partidos más
pequeños, que tenían que recoger no sé cuántas
firmas. Varios partidos las recogieron, pero entonces se dijo que
no valían. Y entre los dos partidos se dividieron los poderes
del Estado, el Consejo Supremo Electoral. Los magistrados son 50%
sandinistas y 50% liberales, y son adherentes a una línea
del partido e hicieron lo imposible por cerrar las puertas a otras
alternativas. Entonces pasamos de una participación de 23
partidos en 1996 a una de tres partidos en este año 2001.
Esa división de todos los poderes del Estado entre los dos
partidos partidizó la Contraloría de la República,
la Corte Suprema de Justicia y el Consejo Supremo Electoral: no
había recursos posibles para los partidos pequeños.
EC - En estos
días yo leía un análisis del periodista nicaragüense
Carlos F. Chamorro que decía que la polarización actual,
con la que se llegó a las elecciones, era distinta a la ocurrida
en 1990 y 1996. "Ahora no están en juego dos proyectos
opuestos de sociedad como en 1990, o dos enfoques radicalmente distintos
de solución al problema de la propiedad como en 1996. En
esta elección, en cambio, los proyectos económico-sociales
del Partido Liberal y del FSLN son coincidentes y no está
planteado un cambio de rumbo en las reformas que el país
ha venido implementando. Lo diferente ahora es el estilo de liderazgo
y los grupos de interés que están detrás de
cada partido empujando para aumentar su cuota de influencia en los
asuntos públicos". ¿Usted tiene la misma visión?
GB - Sí,
exactamente. Lo que hizo Daniel Ortega fue cambiar el maquillaje
del sandinismo, le puso colores rosados, hicieron una campaña
muy hippy, muy de "amor y paz". Ortega empezó a
hablar de Dios, lo que ya había hecho en 1996, quería
aparecer como una figura conciliadora, pacífica, inofensiva...
Pero el discurso de fondo sigue el proyecto exactamente igual, pienso
que agregó algunas variantes, sobre todo de discurso, no
de fondo.
***
EC - ¿En
definitiva usted qué hizo?, ¿votó en blanco
o directamente se abstuvo?
GB - Me abstuve
directamente. Fue muy triste, porque considero que para nosotros,
los nicaragüenses, lograr el voto fue una conquista realmente
importante. En mi vida he votado muy pocas veces porque nací
y crecí, me hice mujer durante la dictadura somocista, que
duró 45 años y nunca se votó. El voto era totalmente
inútil, todos los sabíamos y además era una
dictadura, no importaba si uno votaba o no, eran elecciones viciadas.
Cuando empieza
a haber la posibilidad de votar y de hacer una diferencia con el
voto uno aprecia esa libertad, esa posibilidad. Pero veíamos
que debíamos dejar sentada una posición. Nuestra actitud
no significó necesariamente decir a la gente "no vote";
no hicimos campaña abstencionista. Creíamos que era
importante que alguien sentara una posición en esas elecciones,
porque el entusiasmo de la gente llevaba a borrar todos los antecedentes
que dieron lugar a esta elección tan polarizada. Cuando se
entra en la polarización los ánimos se caldean y se
olvida que hubo un proceso democrático que se abortó
con este pacto entre los liberales y los sandinistas.
EC - Ahora que
se conoce el resultado, que terminó mostrando una diferencia
entre Bolaños y Ortega de más de 10 puntos, bastante
más holgada que lo que hacían prever las encuestas,
ahora que se va conociendo el resultado -porque todavía no
están los cómputos finalizados-, ¿cuál
es su interpretación?
GB - Mi interpretación
es que la gente tuvo miedo. Me parece que hubo una gran participación
al final de la tarde: las mesas cerraron bastante tarde pero se
vio que la gente salió a votar cuando percibió la
posibilidad de que Daniel Ortega ganara.
EC - ¿Por
qué la gente, o una porción importante de la población,
tenía miedo a Daniel Ortega?
GB - Daniel
Ortega es percibido como una persona muy poco predecible, muy impulsiva,
y había también la percepción de que Estados
Unidos no lo iba a aceptar. Estados Unidos tuvo una participación
nefasta en estas elecciones, hubo declaraciones del embajador y
de varios funcionarios cuestionando que se fuera a poder establecer
una relación normal con Estados Unidos si ganaba Daniel Ortega,
etcétera. Eso asustó mucho a la gente.
No digo que
eso haya sido todo: me parece que hay elementos más de fondo
en esta decisión de la población de no elegir a Daniel
Ortega. Pienso que él tiene una imagen que la gente asocia
a muchas cosas tristes que nos pasaron a los nicaragüenses
en el pasado, y tiene un record que se ha venido oscureciendo cada
vez más, fue acusado por su hijastra de abuso sexual, está
esa acusación que tú mencionabas de corrupción...
Hay una cantidad de cosas.
Daniel Ortega
no inspira confianza a la gente, entonces toda esa población
indecisa salió a votar porque tuvo miedo de que se inclinara
la balanza a favor de él.
EC - Vayamos
al futuro
económico y social, que es muy complicado en Nicaragua.
Recordemos que estamos hablando de un país de 4 millones
800 mil habitantes que tiene un producto per cápita de U$S
524, donde la pobreza alcanza a 70% de la población, y que
vive en estos años tiempos particularmente difíciles.
Sergio Ramírez destacaba, en una entrevista con el semanario
uruguayo Brecha en estos días, que tras una pavorosa sequía
que ha hecho más miserable a Nicaragua, los meses de noviembre
y diciembre anuncian intensas lluvias e inundaciones. Miles de campesinos
nicaragüenses llegan hasta Managua exigiéndole al gobierno
soluciones concretas ante la pérdida de sus cosechas. "Este
es un país absolutamente quebrado, sin recursos y asfixiado,
pero Nicaragua no puede seguir viviendo del oxígeno internacional,
llegará un momento en que la ayuda empezará a disminuir;
tanto Ortega como Bolaños tendrán un panorama deprimente".
¿Qué se puede prever sobre esto ahora, que se conoce
el resultado electoral?
GB - Por un
lado creo que se va a mantener. En términos económicos,
de ayuda internacional, la situación va a ser más
estable. Pienso que se hubiera producido una estampida si Daniel
Ortega hubiera ganado, desafortunadamente ésa es la realidad.
Pero vamos a
ver cómo se comporta este gobierno en relación a los
programas sociales, que es lo que urge. Estamos en una situación,
como muchos países pobres, entre la espada y la pared, porque
los programas de ayuda internacional nos están forzando,
las políticas neoliberales nos están forzando a tomar
medidas muy poco populares y que afectan enormemente a las capas
más pobres de la población.
Estos gobiernos
quieren mantener ese flujo de ayuda externa, entonces no tienen
problemas con cumplir con estas condiciones del FMI y el Banco Mundial.
Pienso que se va a mantener una tendencia de control en cierta parte
de la economía, pero también de afectación
hacia los sectores más pobres. La oposición va a tener
que hacer un papel importante para forzar al gobierno a tomar medidas
más dramáticas en relación a aliviar la situación
de los sectores más pobres, sobre todo porque éste
ha sido un país agroexportador y nos estamos quedando sin
los mercados para nuestros productos tradicionales de exportación.
Tenemos que
encontrar otras maneras de viabilizar este país. Me preocupa
mucho cómo vamos a sobrevivir dentro de una crisis como la
que se está viendo a nivel internacional, dentro de una recesión.
Tiene que haber un gobierno que tenga la capacidad de generar proyectos
y programas para ayudar a la gente más necesitada. Bolaños
ganó también por un proyecto de generar más
empleo: ése fue su principal argumento. Pero ese programa
de generar empleo tiene que ver sobre todo con creación de
infraestructura, son empleos temporales. Entonces, habrá
que hacer toda una campaña dentro de la oposición
y de la gente pensante de este país para tratar de movilizar
a la población hacia demandar soluciones más a largo
plazo, para diversificar la producción y ver qué otros
programas, por lo menos de autosuficiencia alimentaria, se pueden
hacer para lidiar al menos con el hambre, que es fundamental.
------------------
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
|