20.11.2001

 


A 11 años y medio de propuesto, habrá un ombudsman carcelario

El proyecto del diputado Daniel Díaz Maynard (Encuentro Progresista) establece los cometidos y forma de designación de un "comisionado parlamentario" para atender la rehabilitación de los reclusos. "El Comcar fue diseñado para 800 detenidos y tiene 2.900. La población carcelaria crece a razón de 100 por mes. Se construirá una nueva cárcel para 600, pero cuando esté pronta habrá 1.800 más. Vamos camino a transformarnos en Sao Paulo o México, donde la Policía no cumple las órdenes de captura porque no tiene dónde poner a los delincuentes".


EN PERSPECTIVA
Martes 20.11.01, 09.07.

EMILIANO COTELO:
Tal parece que los reclusos tendrán, en un futuro, quien los defienda: se vuelve cada vez más factible la instauración de un ombudsman carcelario. Eso es lo que propone un proyecto de ley aprobado la semana pasada por unanimidad en la Cámara de Diputados y que ahora está a consideración del Senado.

¿Por qué se propone la creación de este cargo? ¿Qué atribuciones tendrá el defensor de los reclusos? Para conocer más acerca de este proyecto está con nosotros el diputado Daniel Díaz Maynard, del Encuentro Progresista, autor de la iniciativa, quien también es presidente de la Comisión de Cárceles del Parlatino (desde esa condición ha recorrido y conocido por dentro varias de las cárceles de nuestro continente).

DANIEL DÍAZ MAYNARD:
La comisión recorrió 21 países y 70 establecimientos carcelarios, de manera que alguna experiencia hemos recogido.

EC - En esto del ombudsman carcelario, usted viene trabajando casi desde antes de desempeñar esas responsabilidades a nivel latinoamericano. Este proyecto tiene...

DDM - 11 años y medio: lo presenté en abril de 1990. En mi calidad de viejo abogado conozco las cárceles, las conocí en democracia y en dictadura, y conozco las dificultades que existen en el contralor de las cárceles. Los parlamentarios tenemos la obligación de custodiar los derechos humanos, y es absolutamente imposible custodiar las cárceles cotidianamente; es un mundo particularmente hermético, opaco, donde nos enteramos de lo que pasa cuando hay un motín, un suicidio, una quema de colchones... Siempre es post facto, nunca podemos ejercer el contralor directo.

Pensé que la única forma posible era un ombudsman, que es una institución que tiene más de 200 años y que en Uruguay era una mala palabra hasta ahora, porque Montesquieu reinaba sin dudas con la división en los tres poderes clásicos.

EC - Por supuesto que el ombudsman existe en una serie de países del mundo. ¿Ombudsman carcelario también?

DDM - También. Yo tuve la suerte de ser invitado por el procurador penitenciario -como se llama en Argentina-, que tiene a su cargo esta tarea en todas las cárceles federales de la República Argentina, que son miles de quilómetros. El doctor Mugnolo ha conformado un equipo realmente excelente; estuve tres días dentro de su oficina viendo cómo funcionaba.

EC - El de Argentina es un ejemplo. ¿Hay otros?

DDM - Supongo que sí. El que conozco personalmente es el argentino, creo que hay otros en algún estado brasileño, en México, porque el ombudsman tiene la característica de que sus resoluciones no son vinculantes.

EC - Vamos a definirlo, por lo menos según el proyecto que se acaba de aprobar. ¿Qué es el ombudsman carcelario?

DDM - Teóricamente, el ombudsman es un funcionario que no puede dejar sin efecto una resolución administrativa. Su única función es aconsejar y -en el caso de que su consejo no sea aprobado- dirigirse al superior. Si éste tampoco lo aprueba, dirigirse a la Asamblea General y comunicarlo. Su base fundamental es el prestigio que tiene el cargo, la honorabilidad, la objetividad.

Muchas veces se me ha acusado de preocuparme fundamentalmente por el derecho de los victimarios y no de las víctimas, cosa que creo que es una falsa oposición. En primer lugar, porque los reclusos tienen limitado su derecho a la libertad locomotiva, pero no los demás derechos. En segundo lugar porque, si en un momento en que tenemos 5.200 presos (récord nacional), 50 por ciento de ellos reincidente, estamos demostrando que es absolutamente imprescindible una transformación radical de la filosofía de la cárcel para que no haya reincidentes. La única explicación posible de la pena de prisión es la rehabilitación, si no, no tiene sentido.

EC - El ombudsman carcelario sería un parche en esa dirección, una medida parcial de las muchas que hay que tomar.

DDM - Por supuesto; estoy de acuerdo.

EC - ¿Usted entiende que se justifica que las cárceles permanezcan en la órbita del Ministerio del Interior?

DDM - No, Ya tengo un proyecto que está a medio aprobar en la Comisión de Derechos Humanos, convirtiendo a las cárceles en un servicio descentralizado al estilo del Instituto Nacional del Menor (Iname).

Además, hemos presentado el proyecto de medidas alternativas a la prisión. No tiene sentido que se encarcele por delitos menores, cuando existe toda una panoplia de medidas alternativas que son mucho más eficaces, como las tareas comunitarias, la prisión de fin de semana, la prisión nocturna. Hay un conjunto enorme de medidas que no tienen por qué llevar a la prisión, que ha demostrado su fracaso absoluto.

EC - ¿Qué puede aportar el ombudsman carcelario en esa dirección que usted enfatizaba, la de que efectivamente las cárceles sean un ámbito de rehabilitación?

DDM - El proyecto establece que su función esencial es el respeto de los derechos que no están limitados por la sentencia. Hoy los reclusos son mucho más objetos que sujetos de derecho. Yo he visto en varias cárceles, por ejemplo, la cogestión de los reclusos de la tarea cotidiana, cómo eligen por voto secreto, por módulo, una comisión que se encarga de la alimentación, la limpieza, la disciplina, el esparcimiento, y cómo adquieren o van adquiriendo sus características de seres humanos libres, capaces de tener iniciativas cuando ha bajado terriblemente la edad de los reclusos -hoy creo que el promedio de edad está en 31 años-, que vienen de sectores habitualmente carenciados, sin hábito alguno de trabajo, y que en consecuencia no tienen el menor estímulo para el trabajo. Usted me decía fuera de micrófonos que el director de la cárcel ha hablado de las dificultades que tiene para hacer trabajar a los reclusos.

EC - Fue un reconocimiento que hizo el director nacional de Cárceles en comisión del Parlamento.

DDM - Me lo manifestó también en la última visita que hice al Complejo Carcelario de Santiago Vázquez (Comcar). En muchos países he visto funcionar lo que se llama la remisión de la pena: dos años de trabajo o de estudio reglamentado significan un año menos de pena. Si usted viera la prolijidad, la preocupación del recluso por que se le contabilicen las horas trabajadas... Porque significan de alguna manera un estímulo, y al mismo tiempo un aprendizaje para que no salgan a la calle con las manos más vacías que cuando entraron, y tengan el estigma de haber sido reclusos. Hay un autor que dice que el delito no se termina de pagar nunca, porque siempre se es un ex recluso; y si usted tiene que elegir entre un ex recluso y alguien sin antecedentes, va a elegir a aquel que no tiene antecedentes. Con 16% de desocupación, ¿dónde consigue trabajo un ex recluso? Lo estamos empujando de nuevo, a pesar de los esfuerzos que hace el Patronato (que es una institución ejemplar en Uruguay, dirigida por este santo que es Oscar Ravecca, un hombre que ha dedicado la vida a estos temas con una devoción inmensa). A pesar de esa obra y de los pocos recursos que tienen los liberados, si no han aprendido absolutamente nada y pasan 23 horas por día encerrados en una celda, mirando el techo y una hora en un patio jugando al fútbol los que pueden y los demás caminando si hay sol, tienen muy pocas chances de conseguir un trabajo remunerado que los aleje de la delincuencia.

***

EC - Este ombudsman carcelario, por un lado, debería realizar un seguimiento, una observación sistemática, permanente del funcionamiento de las cárceles, pero por otro también podría recibir denuncias.

DDM - Sí, están establecidas ambas cosas: las visitas que debe realizar con la colaboración de las autoridades, que son sancionadas si no le permiten el acceso absolutamente libre, la absoluta reserva de toda comunicación que tenga con los inclusos, cualquiera sea, y además la recepción de quejas que no pueden ser anónimas sino firmadas. La queja anónima da lugar a otro tipo de cosas que he querido aventar.

EC - De todos modos, ante las denuncias firmadas, la garantía de reserva y prudencia vendría por la trayectoria, por la personalidad de esa persona que estuviera al frente de la institución.

DDM - Sí, pero la denuncia puede ser tanto del recluso como de su defensor. Siempre va a ser más difícil que el defensor sea atacado o "verdugueado", como dicen los reclusos.

EC - ¿De quién depende este ombudsman carcelario? ¿Dónde está ubicado en el esquema institucional del país?

DDM - El nombre que le hemos dado es el de comisionado parlamentario, porque es electo por tres quintos de la Asamblea General y responde a este organismo, al que debe elevar un informe anual o un informe en situaciones excepcionales.

Además, el proyecto de ley prevé la creación de una comisión de nueve miembros, integrada por todos los sectores políticos, que reciba a los postulantes (pueden ser propuestos por cualquier parlamentario) y los interrogue. Los puede interrogar esa comisión u organizaciones de derechos humanos para saber cuál es su versación sobre el tema; luego la comisión elevará sus conclusiones a la Asamblea General, la que por tres quintos de votos -lo que implica un amplio consenso del sistema político- elegirá a quien tenga esta delicada tarea en sus manos.

EC - En el proyecto se dice que deberá ser alguien con reconocida versación en derechos humanos.

DDM - Claro, pero eso lo vamos a probar interrogándolo y sabiendo exactamente cuál es su versación, porque no hay ninguna máquina que nos dé la versación en derechos humanos: el único título que existe es el posgrado en la Facultad de Derecho y hubo resistencia a que fuera un cargo reservado exclusivamente a abogados, porque entendemos que el sistema carcelario es mucho más amplio que lo simplemente jurídico. Hay problemas médicos, sociológicos, arquitectónicos, un conjunto de problemas que no son estrictamente jurídicos. Se mencionó a Pérez Aguirre, por ejemplo, yo mencioné a Ravecca, hombres con clara versación y vocación por un tema que es particularmente ingrato.

EC - La tarea que tendrá por delante este ombudsman carcelario es inmensa, difícil. ¿Con qué infraestructura contará para llevarla adelante?

DDM - La ley establece exclusivamente que tenga dos asesores abogados, uno especialista en Derecho Penal y otro en Derecho Público.

EC - Todos esos cargos, incluido el de ombudsman, ¿serán remunerados?

DDM - Sí, claro: en el presupuesto del Poder Legislativo. El contralor de los derechos humanos no es barato, pero si conseguimos reducir el número de reincidentes nos va a salir muchísimo más barato, porque un preso nos cuesta mucho dinero por día. Si el ministro dice que el número de presos aumenta a razón de 100 por mes, y se está hablando de la construcción de una cárcel que va a salir U$S 2,5 millones para 600 presos, cuando esa cárcel esté pronta vamos a tener 1.800 presos más: no vamos a tener dónde ponerlos y vamos a llegar a la situación de Ciudad de México o de San Pablo. En San Pablo hay 200 mil órdenes de captura en la Justicia que la Policía no cumple voluntariamente, porque no tiene dónde poner a esas personas; en Ciudad de México hay 100 mil en la misma circunstancia.

Si ya tenemos 5.200, si el Comcar está hecho para 800 plazas y tiene 2.900 presos, si todas las cárceles están reventando, si es absolutamente imposible la clasificación, el trabajo, la recreación adecuada, el estudio, todo es imposible porque todo se convierte en dormitorios hacinados, donde en celdas para dos duermen nueve... Es absolutamente imposible la rehabilitación de nadie sino insuflar su odio, su rencor, su sentimiento de ser maltratado permanentemente en forma objetiva, por más buena voluntad que tengan los funcionarios a su cargo.

EC - Usted mencionó más temprano que este comisionado parlamentario tendría una capacidad de acción limitada, ya que no puede imponer ni anular actos: sus recomendaciones no tienen carácter obligatorio. ¿En qué medida esto condiciona su eficiencia?

DDM - Lo que hemos visto funcionar no sólo en este sino en muchos países es que su gran capacidad es la publicidad, su autoridad moral y la publicidad de que dispone. Puede dar a publicidad que ha recomendado tal o cual cosa y no ha tenido respuesta positiva. Tiene amplias posibilidades de publicitarlo y de dar cuenta al Parlamento para que éste haga jugar las responsabilidades de carácter político establecidas en la Constitución.

EC - Al comienzo mencionamos que usted presentó este proyecto en abril de 1990, hace más de 11 años. ¿Cómo es que ahora, tanto tiempo después, finalmente se aprueba y además por unanimidad? ¿Qué interpretación hace usted? ¿Qué pasó en estos años: por qué ahora sale con el respaldo de todo el Parlamento?

DDM - Tengo una doble interpretación: hace 11 años la palabra ombudsman y la figura de éste eran muy resistidas por muchos sectores políticos, pero hoy se han impuesto porque existen en todos los países civilizados. Incluso existen los ombudsmen municipales en Asunción, en Curitiba, prácticamente en todas las ciudades.

En segundo lugar el problema carcelario, que incomodaba relativamente poco porque había una media de 2.500 a 3.000 presos, ahora se ha convertido en un problema realmente gravísimo que está afectando a los sectores más populares, porque en la medida en que la seguridad se ha ido deslizando de ser un derecho a convertirse en una mercadería (la seguridad se compra a través de la policía privada, los sistemas de alarma...), el delito se ha ido desplazando hacia los sectores más carenciados, que no pueden comprar seguridad. Entonces es un reclamo que viene de los sectores populares, cuando antes no era un tema de estos sectores porque existía casi una ley en la delincuencia de no hurtar en su propio barrio. Hurtar es habitualmente el delito común: 80% de los delitos son contra la propiedad, y se los está realizando en los sectores más carenciados: la cuerda de ropa, la garrafa, los pequeños equipamiento del hogar que ha costado una vida conseguir.

De modo que creo que la conjunción de esos dos factores es lo que ha permitido que este proyecto, que durmiera 11 años, de golpe resucitara con fuerza.

EC - Pasó al Senado. ¿Usted tiene la impresión de que allí también sale por unanimidad o por mayoría?

DDM - Pienso que sí.

EC - ¿Prevé un trámite rápido?

DDM - Eso de rápido es un tema complicado en Uruguay, pero en la medida en que el Senado tiene la misma composición política que la Cámara de Diputados, si en Diputados los cuatro partidos con representación parlamentaria lo han votado, no tengo por qué pensar que los senadores van a actuar de otra manera.

Ahora le pregunto yo. Me gustaría que usted, que es un periodista avezado, realmente agudo, (risas) me diera una explicación de por qué este proyecto se votó el miércoles por unanimidad y ninguna prensa, salvo usted, notició su existencia.

EC - Me quedo pensando.

DDM - Me contesta la próxima vez.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón






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