21.11.2001

 


Panorama sombrío para la producción agrícola

Las lluvias y sus derivaciones ponen en riesgo la cantidad y calidad de las cosechas de trigo y cebada. Ingeniero agrónomo Gonzalo Gutiérrez (consultora Agrosafras).


EN PERSPECTIVA
Miércoles 21.11.01, 08.10.

EMILIANO COTELO:
Se aproxima un panorama sombrío para la producción agrícola del Uruguay. Después de una de las primaveras más lluviosas de los últimos tiempos, la cosecha de los cultivos de invierno enfrenta -por segundo año consecutivo-problemas productivos que comprometen la economía ya frágil de varias empresas agropecuarias e industriales.

Estamos en comunicación con el ingeniero agrónomo Gonzalo Gutiérrez, analista de la consultora Agrosafras. Recordemos a qué nos referimos cuando hablamos de "cultivos de invierno".

GONZALO GUTIÉRREZ:
Básicamente a los cultivos sembrados durante el período invernal y cosechados durante el verano. En nuestro país, los de mayor importancia económica con el trigo y la cebada. El trigo que se utiliza para la producción de harina para panificación directa, y la cebada que se utiliza para el malteado como componente principal de la cerveza.

EC - ¿Qué dicen los registros oficiales respecto a cuánto se sembró de cada uno de ellos?

GG - La estimación oficial de siembra para trigo se ubica en el orden de las 144 mil hectáreas, y para cebada en el orden de las 140 mil hectáreas.

EC - ¿Cuáles son los rendimientos habituales de estos cultivos en años normales?

GG - En Uruguay ambos cultivos tienen rendimientos muy similares, y deberían dar un promedio nacional de entre 2.500 y 2.600 quilogramos por hectárea.

EC - ¿Qué se presume que ocurrirá este año?

GG - Estamos todavía lejos de tener una estimación completa, pero posiblemente ambos cultivos no superen los 2.000 quilogramos por hectárea.

EC - O sea que se produciría una merma importante en cantidad. ¿Y también en calidad? Pero, antes de eso: ¿qué condiciones requieren estos cultivos para su buen desarrollo?

GG - Para tener un desarrollo aceptable en términos de cantidad y calidad, requieren inviernos muy fríos, con un régimen de precipitaciones adecuadas, o sea que no exista exceso de humedad, y sobre todo primaveras frescas con niveles de humedad relativa ambiente bajos para permitir que el desarrollo de los granos durante la etapa de llenado (producto de la fotosíntesis que ocurre normalmente en las plantas) sea lo más escalonado posible.

EC - ¿Qué pasó este año?

GG - Este año tuvimos un invierno particularmente cálido, además de un régimen de precipitaciones bastante abundantes que complicó la siembra, y una primavera muy cálida, sobre todo muy lluviosa, con un régimen de precipitaciones prácticamente semanal, con niveles muy altos de aguas, sobre todo en las zonas agrícolas más importantes. Estas condiciones produjeron dos efectos: cortaron ese período en el cual el grano tiene que llenarse -lo apuraron demasiado- y favorecieron la presencia de hongos patógenos en las plantas, que afectan por sobre todo la calidad y sobre todo el rendimiento de estos dos cultivos.

EC - Y las lluvias siguen...

GG - Siguen y esto complica bastante, porque en este momento estamos empezando la cosecha en la zona norte del país; cuando se producen estas lluvias se debe parar las operaciones, hay que esperar un tiempo a que seque; si después no hay condiciones adecuadas de piso las máquinas no pueden entrar a trabajar, los granos se brotan y pierden calidad. Muchas veces esta condición es bastante cruel porque el productor agropecuario siembra, hace todo un trabajo muy prolijo durante un año y después, como consecuencia de un período de lluvias, pierde el resultado productivo de seis meses de trabajo.

EC - Está en curso la cosecha, todavía no ha terminado. ¿Cuáles son las primeras conclusiones?

GG - Las primeras conclusiones confirman los temores que tenían tanto la industria como los productores: primero, rendimientos por hectárea muy bajos, que se ubican en el orden de 1.500, 2.000 a 2.100 quilos (dependiendo de las chacras, la variedad, etcétera), lo cual es muy bajo. Y, lo que es todavía peor, la calidad industrial de esos granos, tanto cebada como trigo, es bastante pobre. Aunque se coseche, no está garantizado que los granos sean de una calidad industrial aceptable, por lo tanto implica una pérdida muy importante para ambos sectores, productores e industria. A los productores, porque después de toda la crisis que tuvo el sector agropecuario como consecuencia de la aftosa, la agricultura era uno de los últimos bastiones que quedaban para defender el ciclo de producción, la necesidad de caja, y a la industria porque, si no tiene materia prima para procesar tiene que importarla o parar la producción, lo cual es doblemente perjudicial.

EC - Vayamos por partes: ¿qué se observa en el caso del trigo?

GG - En el caso del trigo la situación es bastante compleja porque desde el año pasado Uruguay tiene una condición de producción donde la producción nacional no es suficiente para abastecer la demanda interna. Eso obliga a los molinos trigueros a importar trigo -ya se ha importado en estos días- para moler, pero eso los deja fuera de competencia frente a sus pares argentinos que representan la competencia regional más importante.

En el caso del trigo, la proximidad a un gran exportador como Argentina implica que Uruguay no va a tener mayores problemas en su abastecimiento porque siempre tiene disponibilidad de materia prima. Argentina es un fuerte exportador, el quinto del mundo, por lo tanto para las necesidades de consumo de nuestro país no implica problemas.

EC - ¿Qué se está viendo en el trigo que se cosecha?

GG - El trigo que está entrando ahora viene con pesos hectolítricos muy bajos, granos muy chicos, lo que merma muy fuertemente el rendimiento industrial.

EC - ¿Qué hongo se está presentando?

GG - Hay problemas de fuzariosis, que es un hongo característico de la producción de trigo, que tiene el problema de que genera toxinas que son peligrosas tanto para la salud humana como para la animal. Por lo tanto cuando el productor tiene la sospecha de que en su chacra hay fuzarium debe extremar las precauciones en cuanto a la cosecha, para evitar que los granos contaminados vayan a parar a una industria harinera o a una fábrica de raciones para que el problema no se traslade. De todas maneras, si bien se sabe que el problema de fuzarium es generalizado, no está cuantificado todavía, por lo tanto esperamos que con un manejo adecuado la situación no se complique. Hay algunas referencias a lotes de trigo brotado, lo que también implica que ese grano ya no sirve para molienda, para hacer harina, pero estamos recién empezando.

Esperemos que esta condición bastante precaria de la calidad y la cantidad del grano que se produce vaya haciéndose mejor en la medida en que se vaya progresando en la cosecha hacia el sur.

EC - ¿Y en el caso de la cebada?

GG - En el caso de la cebada se observa también mucho grano brotado y una caída muy importante en la granulometría de los granos, es decir un porcentaje de granos apto para malteo muy bajo y por lo tanto descartes muy altos. Esas son las primeras repercusiones a nivel de la cebada. La cosecha de este grano es un poquito adelantada respecto al trigo, pero todavía los datos son muy preliminares como para poder estar emitiendo conclusiones.

EC - ¿Cuáles podrían ser las consecuencias en la agroindustria de la cebada?

GG - Para la agroindustria de la cebada el panorama es más complejo que para la del trigo porque, a diferencia de lo que ocurre con el trigo, el cultivo de cebada en Argentina es bastante marginal. Por lo tanto, si una agroindustria uruguaya tiene problemas para abastecerse de cebada para maltear probablemente tenga que buscarla fuera del Mercosur para abastecerse y poder mantener sus operaciones.

Recordarás que hace ya un par de año existieron algunos roces entre la industria maltera y el gobierno en cuanto al origen de la cebada que se importaba para maltear, a consecuencia de la imposibilidad de la industria de obtener existencias regionales, lo que no siempre es sencillo. En este caso, en Uruguay y Argentina los problemas productivos son muy similares: tanto en trigo como en cebada hay muchos problemas de calidad y de producción física a consecuencia del exceso de lluvias. Sabemos que la magnitud del daño va a ser importante: tanto para trigo como para cebada se espera que la caída en el rendimiento esté en el orden de 30% a 40% en términos globales, pero resta saber la calidad de lo que queda.

EC - ¿Los seguros cubren este tipo de inconvenientes?

GG - Sí. Buena parte de la actividad triguera y de la cebada tienen seguros globales que incorporan la pérdida por exceso de agua.

La diferencia entre el trigo y la cebada es determinar la causalidad de las pérdidas: si un productor de trigo, por consecuencia de exceso de agua, tiene serios problemas que impliquen una pérdida muy grande por fuzarium, el seguro no le va a cubrir la pérdida por fuzarium, pero sí por exceso de agua.

En el caso de la cebada, como la incidencia de ese hongo es menor, las pérdidas estarían relativamente mejor cubiertas. De todas maneras es un golpe grande, porque el seguro cubre una parte de los costos pero no el potencial lucro que tenía pensado el productor, en condiciones en las cuales estructuralmente, para los mercados agrícolas y en particular del trigo, el escenario internacional era favorable para una recuperación en los precios.

EC - Qué paradoja, ¿no?

GG - Es realmente muy paradojal: cuando tenemos la oportunidad de que el mercado acompañe una suba en los precios, esa situación no se puede materializar a nivel interno por este clima perverso que está afectando la producción desde ya semanas.

EC - No estamos solos en esta problemática. ¿Ocurre algo similar en el sur de Brasil y también del lado argentino?

GG - Sí. Fundamentalmente en Argentina las pérdidas son bastante más cuantiosas: en junio de este año, Argentina estimaba una producción de 19 millones de toneladas de trigo; a esta altura las correcciones a la baja por el exceso de agua, sobre todo en la provincia de Buenos Aires y la Pampa (que son fuertes productores de trigo de alta calidad), llevan a que la estimación de producción se ubique entre 16 y 16,5 millones de toneladas, o sea 2,5 o 3 millones de toneladas de pérdidas netas por exceso de humedad.

Esa situación presiona a los precios, sobre todo en el corto plazo, y siembra incertidumbre respecto a cuál será el escenario que vamos a enfrentar en los primeros tres o cuatro meses del año. De todas maneras, si cabe algún consuelo, esa caída debería reflejarse en los precios de exportación del trigo argentino, que para nosotros son una referencia. Pero si Argentina no tiene calidad, Uruguay tampoco la tiene. Y entonces seguimos en la misma paradoja: el marco externo nos permite una zafra normal o una recuperación después de dos años de caída de precios y no la podemos tomar porque no tenemos qué ofrecer al mercado internacional.

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Transcripción y edición: Jorge García Ramón






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