Derrumbe
talibán
Gustavo Sierra,
corresponsal de Clarín desde Islamabad
EN PERSPECTIVA
Viernes 23.11.01, 07.53.
EMILIANO
COTELO:
Lo
más reciente de la guerra de Afganistán es que soldados
de la Alianza del
Norte iniciaron hoy el asalto final a la ciudad de Kunduz, último
bastión de los talibán en el norte del país.
Luego de más de 10 días de bombardeos estadounidenses,
las tropas opositoras rompieron esta mañana el último
anillo defensivo de los talibán al conquistar el pueblo de
Janabad, a sólo 20 kilómetros de Kunduz. Desde allí,
los ocho carros de combate T55 y los cientos de guerrilleros de
la Alianza, armados con ametralladoras y lanzamisiles han avanzado
sin oposición hasta los muros de Kunduz. Según la
agencia privada de noticia Afgan Islamic Press, con base en Paquistán,
el ataque se está produciendo en tres frentes, mientras aviones
estadounidenses bombardean la ciudad.
A propósito
de esta coyuntura, vamos a dialogar ahora con el periodista Gustavo
Sierra, enviado especial del diario Clarín de Buenos Aires,
desde Islamabad. ¿Hay elementos nuevos respecto
a la situación que mencionaba?
GUSTAVO SIERRA:
No.
Sabemos que se está produciendo el ataque a la ciudad, hay
duros combates, y milicianos talibán de origen afgano se
rindieron. Pero se sabe que los que están resistiendo en
el centro de la ciudad son milicianos de otras nacionalidades: unos
2.300 paquistaníes, hay árabes, chechenos, uzbekos...
Aparentemente no están dispuestos a rendirse y van a defender
el lugar hasta morir. Esa parecería ser su actitud hasta
el momento y hay una gran preocupación internacional por
lo que suceda ahí, porque la aviación estadounidense
está bombardeando esas posiciones con aparatos B52 que están
lanzando bombas de gran calibre. Y no tenemos mucha más información:
los periodistas que están más cerca están a
unos 20 kilómetros del lugar.
EC - Usted hablaba
de la gran preocupación sobre lo que se viene en Kunduz.
Concretamente, se teme una verdadera carnicería, luego de
que fracasan los intentos por negociar una rendición.
GS - Hay varios
elementos. Por un lado, quiénes son los talibán, que
están divididos entre los afganos. Muchos de ellos muchachos
fueron reclutados a la fuerza, y en el acuerdo para la rendición
se había establecido que todos esos milicianos supuestamente
podían rendirse y volver a sus casas sin tener mayores problemas.
Hoy, un colega con el que me comuniqué me informó
que algunas de esas personas ya habían salido, las habían
golpeado un poco y después las habían dejado; como
que había poco interés sobre ellos. El problema son
los extranjeros, y no creo que muchos salgan vivos de ahí.
EC - Kunduz,
por otra parte, es una ciudad de alta importancia estratégica:
luego de Kunduz sólo quedaría por caer Kandahar, y
se habría terminado el poder talibán en Afganistán.
GS - Sí,
pero en Kandahar están todavía muy fuertes. Ellos
dicen que controlan cuatro y cinco provincias. Fuentes de Washington
decían hoy que eran tres las provincias en manos del régimen
talibán, y es un territorio bastante grande, que comprende
desde el sur hasta la zona central del país, un sector montañoso,
y ahí va a haber gran resistencia: no sólo en Kandahar,
que es la ciudad religiosa, el centro sagrado de los talibán,
sino que también habrá grupos que vayan a la montaña
para lanzar ahí una guerra de guerrillas. Lo han hecho antes:
están guerreando desde hace 23 años y no creo que
dejen de hacerlo ahora.
EC - En su columna
de ayer en el diario Clarín, usted advertía que la
guerra no terminó sino que estamos en el comienzo de una
nueva fase; que simplemente la guerra se encuentra en una meseta,
hasta que los generales de uno y otro lado decidan la próxima
estrategia. ¿Qué se ha avanzado en este sentido?
GS - Van a ir
a unas conversaciones el lunes, en Berlín, pero la verdad
es que nadie cree en la Alianza del Norte que de allí vaya
a salir una solución. Desde las Naciones Unidas se advierte
que este es un primer paso, que simplemente es la constitución
de un gobierno provisional como para llamar a una reunión
de ancianos, de jefes de tribus, que pueda crear un gobierno de
coalición muy amplia en la que estén comprendidas
todas las etnias del país. Un proceso bastante engorroso,
largo y dudoso: hay enfrentamientos entre las propias fuerzas de
la Alianza del Norte...
EC - Precisamente,
usted ha escrito en Clarín a propósito del problema
que representaría que los "señores de la guerra"
de la Alianza se lanzaran a luchar entre ellos como lo vienen haciendo
desde hace 13 años, cuando expulsaron a los invasores soviéticos.
¿Está en el horizonte esa posibilidad?
GS - Creo que
sí; nadie la puede descartar. Lo que sucedió ayer
cerca de Kabul es un ejemplo: un grupo talibán había
decidido pasarse a las fuerzas de la Alianza del Norte cuando venía
el avance, 10 días atrás, y había recibido
por ello un pago de U$S 200 mil. Pero cuando las fuerzas de la Alianza
del Norte entraron a Kabul, ese grupo desconoció el acuerdo
y se fue a las montañas. Son entre 2.000 y 3.000 combatientes;
ayer los atacaron, parece ser que se replegaron sobre las montañas,
pero están ahí: siguen siendo facciones de uno y otro
lado que en cualquier momento pueden cambiar de bando, y lo han
venido haciendo en el último cuarto de siglo de este proceso.
Es una conducta que han tenido durante varios siglos; una cuestión
de enfrentamientos tribales y de señores de la guerra de
una y otra zona. No se supone que vaya a terminar de un día
al otro: hay un proceso muy largo para intentar democratizar a Afganistán.
EC - ¿Cuál
fue la reacción ante la decisión del gobierno paquistaní
de cerrar la embajada afgana en Islamabad?
GS - En Paquistán
la situación está mucho más tranquila que al
principio, cuando los grupos pro talibán o pro integristas
salían a la calle a protestar. Una acción como el
cierre de la embajada hubiera provocado la salida de mucha gente
y el consiguiente enfrentamiento con los militares. Es una ciudad
totalmente militarizada: en cada esquina hay un puesto militar importante,
cada dos cuadras hay un nido de ametralladoras, armado... Nada sucedió
ayer: los funcionarios que quedaron en la embajada salieron discretamente
a última hora de la tarde, y hoy es una casa más en
un barrio de Islamabad, cerrado. No hubo mayores reacciones.
EC - ¿Cómo
se entiende que no las hubiera?
GS - Hay un
retroceso de las fuerzas pro talibán o pro integristas en
Paquistán a raíz de la derrota militar que en los
últimos días han ido sufriendo los talibán
en Afganistán. Eso no quiere decir que este movimiento haya
desaparecido: simplemente está en un momento de retroceso,
a la espera de reaccionar en el momento más indicado. En
este momento están replegados.
EC - ¿Y
cómo se entiende la decisión del gobierno paquistaní
de cerrar esa embajada?
GS - Hubo una
presión muy fuerte de Estados Unidos para hacerlo. Ya había
tomado unos pasos anteriores cerrando consulados. Sobre todo el
último fue un problema bastante grande para el gobierno paquistaní,
porque en Quetta se organizó la entrada de periodistas cerca
de Kandahar, donde hubo una conferencia de prensa de los talibán
después de muchos días, que fue puesta al aire en
vivo por las grandes cadenas de televisión. Esto fue un dolor
de cabeza para el gobierno paquistaní, porque en Washington
hubo una gran protesta por esto, y finalmente hubo una presión
directa del Departamento de Estado que finalizó con que el
gobierno de Musharraf cerrara definitivamente la embajada. Los americanos
dijeron "No nos sirve más abierta", y Paquistán
no tiene en este momento ninguna otra posibilidad, ninguna otra
autonomía para tener ningún tipo de negociación
con los talibán.
EC - ¿Eso
quiere decir que no hay más relaciones diplomáticas
entre Paquistán y Afganistán?
GS - No hay
más relaciones diplomáticas entre Paquistán
y el régimen talibán que era el gobierno hasta el
momento. Existían tres países que habían reconocido
al gobierno talibán: Arabia Saudita, los Emiratos Arabes
y Paquistán. Los dos primeros ya habían roto relaciones
anteriormente, y lo que explicó ayer el ministerio de Relaciones
Exteriores paquistaní es que se rompe relaciones con el régimen
talibán, no con Afganistán, y que esperan reabrir
la embajada apenas haya un nuevo gobierno en Kabul.
EC - ¿Qué
pasó con el personal de la embajada?
GS - Se fueron.
Se fueron tranquilamente. Los funcionarios principales se iban ayer
y dijeron "Vamos hacia Kandahar". Se supone que habrán
cruzado hoy por Quetta, en el sur del país, rumbo a Kandahar,
y correrán ahí la misma suerte que el resto de los
talibán.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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