El
Senado respaldó a la Comisión para la Paz
Senador Enrique
Rubio (Vertiente Artiguista, EP-FA): hay que legislar sobre tortura,
desclasificar los archivos secretos, educar en derechos humanos,
materializar la memoria de lo que ocurrió.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 05.12.01, 08.06.
EMILIANO COTELO:
El Senado de la República respaldó explícitamente
al trabajo de la Comisión para la paz. Fue la primera evaluación
parlamentaria del trabajo de la Comisión para la Paz creada
por el presidente Batlle el año pasado y en la oportunidad
todos los partidos políticos representados en la Cámara
Alta apoyaron su actuación y destacaron la trascendencia
del paso asumido por el Poder Ejecutivo para intentar encontrar
una respuesta desde el Estado, definitiva, en torno a los casos
de desapariciones
forzadas ocurridos durante el régimen militar.
La iniciativa
correspondió al senador del Encuentro Progresista Enrique
Rubio, quien propuso que la hora previa de la sesión se destinara
a disertaciones de los legisladores sobre el trabajo de la Comisión,
el tema de los desaparecidos y la dictadura.
Senador Rubio,
¿por qué propuso usted este debate?
ENRIQUE RUBIO:
Yo había pedido para hacer una intervención prolongada,
que sabía que después iba a dar lugar a otras, porque
me parecía que el Senado no podía permanecer ajeno
a una cosa muy trascendente que está sucediendo en Uruguay:
que se está avanzando en materia de conocimiento de la situación
de los ciudadanos desaparecidos, tanto en Argentina como en Uruguay
y otros países.
Al mismo tiempo,
es necesario dar a esto un respaldo político para permitir
avanzar más, porque es muy claro que hay algunas informaciones
relativas a los restos de los ciudadanos desaparecidos que no han
sido alcanzadas y que, desde ese punto de vista, existe una especie
de abroquelamiento de los que la tienen, en una especie de pacto
de silencio. Creo que rodear políticamente a la Comisión
para la Paz, darle la trascendencia que tiene lo que está
haciendo, es algo altamente significativo.
EC - El paso
se dio, el objetivo se cumplió.
ER - Sí,
plenamente; todos los partidos respaldaron. Al mismo tiempo, me
parecía que había que trazar hacia el futuro algunas
líneas de avance en otros terrenos.
EC - A propósito
del respaldo político, lo que llama la atención es
que desde la propia izquierda hay grupos radicales que están
cuestionando el trabajo de la Comisión para la Paz. Una muestra
de ello fue el "escrache" del otro fin de semana frente
a la casa de Cordero en Atlántida.
ER - Sí,
pero cuestionamientos hubo muchos desde el principio, desde muy
diversos ángulos, en todo el espectro político. También
hubo silencios significativos en el campo parlamentario, en lo cual
no me interesa ingresar. El tema ha sido tan removedor y traumático
para el estado espiritual y la conciencia de los uruguayos, esto
ha calado tan hondo, que es completamente admisible y explicable
que se produzca reacciones del más diverso tipo; pero el
trazo grueso evoluciona en una línea.
EC - Pero la
preocupación, desde la propia Comisión para la Paz,
ha sido que los "escraches", por las características
de ese tipo de manifestaciones, justamente podrían actuar
en contra de la posibilidad de que algunos de los militares que
tienen informaciones que deberían proporcionar las den efectivamente.
ER - Sé
que esa preocupación existe. Nosotros estamos procurando
que se actúe en el sentido de dar respaldo a la Comisión,
e insistir en que se abra las puertas que niegan la información.
También
hubo otro conjunto de acciones que para nada contribuyen: declaraciones
públicas, como las realizadas por el ex coronel Cordero y
otras, que muestran que hay personas que se empecinan en mantener
determinadas posturas. Sé que esto no es mayoritario para
nada dentro de las Fuerzas Armadas, que a esta altura quieren liquidar
todo el lastre que significa esta mancha del pasado. A mi juicio,
si bien hay algunas expresiones que no contribuyen a profundizar
la investigación y el esclarecimiento, lo más importante
de lo que se está haciendo va en esa línea.
EC - ¿Se
puede entender que uno de los objetivos que usted se trazaba con
la sesión de ayer era dejar claro que el Frente Amplio en
particular respalda lo que está actuando la Comisión?
Se lo pregunto porque los organizadores del último "escrache"
insistieron mucho en que aquélla no estaba llegando a identificar
a los culpables; manifestaron una queja fuerte, un repudio a que
la Comisión tuviera ese tipo de límites en su actuación.
Eso puede ser inquietante para quienes tienen que dar información.
Mi pregunta es: ¿era importante que el FA una vez más
ratificara su apoyo a la línea de trabajo de la Comisión?
ER - Sí,
políticamente hemos tenido el mayor interés en dejar
bien claro que estamos respaldando el trabajo de la Comisión,
sin perjuicio de que respetemos expresiones de disidencia o la diversidad
de opiniones en un tema tan delicado. Respaldamos el trabajo de
la Comisión, ha sido un sólido puente que se ha establecido
con la Presidencia de la República en un terreno tremendamente
sensible, más allá de todas las discrepancias que
tenemos en otros terrenos. Queremos dejarlo perfectamente claro.
EC - Su exposición
en el Senado tuvo dos partes. En la segunda dejó sobre la
mesa una serie de propuestas.
ER - Sí,
porque el tema va mucho más allá de lo que se está
haciendo en este momento en Uruguay.
En primer lugar,
me parece necesario legislar en materia de violaciones de los derechos
humanos y de los derechos humanos en general. Uruguay suscribió
un conjunto de tratados y convenciones internacionales, pero cuando
se plantea un caso que está en ese marco aquí, a partir
de la acción de un ciudadano en este país o de una
acción de ciudadanos desde el exterior, siempre se plantea
el debate sobre si eso está tipificado -en los casos de tortura,
de desaparición forzada u otros- en nuestro derecho penal.
Hay que legislar. Recordemos el debate que hubo entre Gross Espiel
y Opertti a propósito de una cuestión de estas características.
Creo que además,
en segundo lugar, hay que ampliar las investigaciones. Deben hacerse
a escala internacional, porque los delitos fueron de naturaleza
transnacional, no en el sentido técnico sino más bien
geográfico, porque existieron en el marco de la operación
Cóndor que involucró a varios gobiernos del Cono Sur.
Hay que crear una coordinación interinstitucional para poder
hacer esto posible.
Además,
hay que desclasificar todos los archivos.
EC - ¿Por
parte de quién?
ER - Por una
decisión del poder político en Uruguay. Los archivos
de las Fuerzas Armadas, policiales, gran parte de los archivos del
Ministerio de Relaciones Exteriores y otros deben ser desclasificados
porque ya pasó el tiempo suficiente, ha pasado prácticamente
un cuarto de siglo, hay información relevante y documental.
En realidad,
de toda esta investigación de los derechos humanos y de las
desapariciones tenemos una especie de corpus monumental de testimonios
totalmente coincidentes de los sobrevivientes de los pozos argentinos,
de Orletti y otros lugares, también en otros países.
Los documentos son otra cosa, se han publicado algunos aislados;
yo entregué uno ayer a los medios y ya había entregado
hace más de un año a los lugares correspondientes
y a la propia Comisión para la Paz, mostrando cómo
había solicitud de información de los servicios de
represión de Argentina que pasaron por el Ministerio de Relaciones
Exteriores, fueron a las Fuerzas Armadas uruguayas y volvieron.
De eso tiene que haber quedado huellas en distintos lugares. Eso
es documentación oficial. Hay que desclasificar, lo que va
a permitir hacer una especie de libro blanco de la verdad que vaya
más en profundidad.
EC - Usted dijo
además que el Estado debe asumir la responsabilidad por el
terrorismo que se practicó desde el propio Estado y poner
en práctica acciones reparatorias.
ER - Exactamente:
alguien tiene que asumir la responsabilidad. Más allá
de que respetemos los resultados de la ley de caducidad y del plebiscito
y de que el tema penal no se pueda ejercer. La responsabilidad por
el terrorismo de Estado debe ser asumida por el propio Estado. Este
debe dar garantías a los ciudadanos, lo importante es proteger
a los ciudadanos. Si existe un ciudadano que cree que hay un derecho
que lo ampara, que ha sido víctima de algo, en Uruguay o
en el exterior, quiere ejercer una acción penal y siente
que está protegido sólo la justicia en último
término puede decir si tiene lugar o no, no debe ser el poder
político el que se interponga.
Además
creo que hay que adoptar acciones reparatorias en materia jurídica,
económica, incluso de salud en relación con las víctimas.
Supongo que eso va a llegar en los próximos meses al Parlamento.
Y además
hay que educar en materia de derechos humanos, hacer una especie
de comisión nacional de derechos humanos, introducirlos en
el sistema educativo, terminar con los ascensos y las promociones
de civiles y militares violadores de derechos, y cultivar la memoria
histórica. ¡Aquí no hay testimonios materiales!
Usted va a Europa o a cualquier lugar del mundo donde haya habido
algo traumático -pensemos en los judíos y en tantas
comunidades que han soportado cosas tremendas, en las guerras- y
ve los museos, la materialidad de lo que sucedió. En Uruguay
la memoria no se cultiva, entonces buena parte de las nuevas generaciones
no tiene mucha idea ni manera de llegar a ella.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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