10.12.2001

 



Telecomunicaciones: ¿motor para un desarrollo tecnológico?


Ingeniero Fernando Brum


1.- El punto de vista

El sector comunicaciones puede analizarse desde diversas perspectivas: en tanto servicio público, en tanto infraestructura imprescindible para otras actividades económicas, en tanto vehículo cultural, en tanto negocio en sí, y en tanto eventual motor del desarrollo tecnológico. Este trabajo presenta algunos elementos de análisis de la relación entre el sector comunicaciones y el desarrollo tecnológico local.

2.- El escenario global

Asistimos a la consolidación de la segunda ronda de convergencias del sector comunicaciones: la primera consistió en la convergencia entre las comunicaciones, la electrónica y la informática para dar origen a lo hoy denominamos en sentido amplio Tecnologías de la Información; la segunda, aún en evolución pero ya consolidada, consiste en la convergencia entre las Tecnologías de la Información y el sector de los medios de difusión de información, entretenimiento y cultura. Esta segunda ronda puede ejemplificarse mediante la convergencia entre los operadores de cable y los operadores telefónicos, mediante Internet, y mediante la fusión AOL-Time Warner.

En este escenario global es absolutamente innegable el papel del sector comunicaciones como uno de los motores del desarrollo tecnológico. Los laboratorios de investigación de las empresas de telecomunicaciones en forma directa, las empresas tecnológicas desprendidas de los consorcios de telecomunicaciones o surgidas en forma independiente pero que desarrollan tecnología consumida directamente por el sector comunicaciones, el abundante capital de riesgo originado en el sector e invertido en investigación y desarrollo son muestras claras de que el sector comunicaciones forma parte fundamental del abigarrado y complejo "cluster" responsable de quizás la mayor tasa de inversión en ciencia y tecnología de la historia de la humanidad.

3.- El escenario local

3.1.- Comunicaciones y tecnología

El escenario local muestra un panorama radicalmente diferente: las diferentes empresas del sector no han desarrollado estrategias convergentes ni tan siquiera complementarias; los propietarios de estas empresas no han mostrado una vocación de inversión en emprendimientos tecnológicos sino que por el contrario han volcado sus utilidades en otros rubros o sectores. Por consiguiente no se ha desarrollado un sector tecnológico local vinculado a las comunicaciones.

El inventario de empresas locales que desarrolla tecnología y vende bienes o presta servicios al sector de comunicaciones se asemeja notoriamente al conjunto vacío. En los 80' y principios de los 90' algunas empresas llevaron adelante proyectos tecnológicos en telecomunicaciones pero no lograron transformarse en opciones viables en el mercado. Pese a que no existe un análisis pormenorizado de las causas de estos fracasos, es claro que no fueron originados por carencias técnicas ya que crearon productos operativos. Es entonces necesario buscar el origen de estos fracasos otros elementos, tales como la falta de capital de riesgo, la eventual mala selección de los productos a desarrollar o en consideraciones de índole comercial.

3.2.- Caracterización del sector tecnológico local

Al menos dos de los grandes sectores de la tecnología tiene alguna representación en la economía del País: las tecnologías de la información, representadas fundamentalmente por el sector software, y la biotecnología, representada por algunos emprendimientos en el área de laboratorios y del sector de producción agropecuaria. A los efectos de este trabajo es pertinente únicamente el sector mencionado en primer término que muestra el siguiente panorama:

Más allá de las dificultades que existen para su cuantificación, es indudable que el sector software ha crecido hasta transformarse en un actor económico, muestra un desarrollo sostenido y muestra también una notable vocación exportadora. Si separamos los servicios de consultoría, sin duda los de más difícil caracterización, encontramos que el software exportado puede clasificarse en 4 categorías:

Software financiero (Banca y tarjetas de crédito)

Software de gestión orientado a PyMEs (Contabilidad y otras herramientas)

Software de desarrollo (Herramientas para desarrolladores)

Software asociado a algún mercado vertical (Soluciones específicas para multinacionales adoptadas por éstas para otros mercados)

Las dos primeras categorías están asociadas a sectores económicos dinámicos que por alguna razón, probablemente en una primera instancia el precio, tomaron la decisión de correr el riesgo de contratar desarrollos tecnológicos locales. El riesgo corrido fue claramente compensado -ya que ambos sectores siguen confiando en los desarrollos locales, y además tuvo un efecto multiplicador coadyuvando al desarrollo del sector software. Tanto el sector financiero con las PyMEs han sido y son motores del escueto sector tecnológico local.

La tercera categoría no está asociada a ningún sector específico y corresponde a empresas que han desarrollado ideas originales logrando éxitos de mercado.

La cuarta categoría corresponde a soluciones verticales exitosas desarrolladas localmente para empresas internacionales. Estas soluciones exitosas han permitido la generación de alianzas estratégicas entre proveedores locales de software y clientes internacionales que han adoptado los productos locales en otros mercados contribuyendo a su difusión.

La reseña de estas cuatro categorías permite extraer las siguientes conclusiones tomando en cuenta no solamente las presencias sino también algunas ausencias muy significativas:

El sector comunicaciones no ha sido uno de los motores del desarrollo de las empresas locales vinculadas a las tecnologías de la información. Probablemente ni siquiera haya participado marginalmente en su desarrollo inicial, mas allá de que sigue siendo un cliente potencial de un volumen muy importante. Los esfuerzos mencionados anteriormente, junto a algunos desarrollos de software para clientes del sector comunicaciones no alcanzan para conformar una categoría de desarrollos o de empresas tecnológicas exitosas vinculadas a las comunicaciones.

El sector agropecuario tampoco ha sido parte de este proceso. Existen algunos desarrollos puntuales en tecnologías de la información vinculados al agro, pero al igual que en el área de las comunicaciones, estos desarrollos no alcanzan para identificar una categoría sustentable.

En términos generales las empresas estatales consumen poca tecnología local y no son clientes importantes de las empresas tecnológicas. Como mostraremos más adelante, la actitud de estas empresas con respecto a las inversiones de riesgo hace extremadamente difícil que puedan transformarse en actores del desarrollo.

No existen localmente empresas tecnológicas exitosas originadas por procesos de "incubación" o resultado de la aplicación de una política de desarrollo tecnológico nacional. Los intentos en esta dirección son recientes, escasos y no han sido sostenidos. Además se ha insistido en formulaciones de espectro muy amplio evitando explícitamente la fijación de prioridades.

Quienes han corrido el riesgo de contratar desarrollos locales, y así permitir que nuestro pequeño mercado sea utilizado como "banco de prueba" para productos exportables han sido el sector financiero, el de las PyMEs, y algunas empresas multinacionales que han invertido en productos verticales.

No existe entonces una correlación entre el origen del capital y la inversión en tecnología local. El origen del capital de las PyMEs es local y el origen del capital del sector financiero es internacional. (Paradójicamente el principal Banco local, el Banco de la República, utiliza un sistema informático central suministrado por una multinacional, mientras que varios Bancos multinacionales utilizan aquí y en otros Países software de origen local).

En definitiva el sector comunicaciones, junto al sector agropecuario y al estado pueden clasificarse como "no-actores", en el sentido de que no han realizado inversiones de riesgo en tecnología local, por lo menos hasta el momento, fase inicial del desarrollo de las empresas locales productoras de Tecnologías de la Información.

4.- Tecnología y riesgo

Existe una gran diversidad de modelos de desarrollo tecnológico, pero todos coinciden en asignar una importancia fundamental a la inversión de riesgo. Todos los modelos también coinciden en asignar una importancia fundamental a la existencia de recursos humanos capacitados en ciencia y tecnología y a la inversión sostenida en su formación.

La causa de la ausencia de inversión de riesgo podría estar asociada a la falta de recursos humanos en el área de las comunicaciones, pero el hecho de que no haya sido necesaria la importación de técnicos para adaptar y operar localmente la tecnología adquirida en el mercado global invalida esta línea de pensamiento. En muchos países latinoamericanos se observa que, debido a la ausencia de los recursos humanos necesarios, las empresas de comunicaciones "importan", por lo menos en una primera instancia, a los técnicos encargados de capacitar mínimamente a los operadores locales. En otros países se observa el surgimiento de empresas locales que llevan adelante desarrollos tecnológicos, en principio orientados al mercado local, pero eventualmente capaces de competir en el mercado global. El escenario uruguayo no entra en ninguna de estas categorías: la emigración de técnicos, y esta fase inicial de desarrollo del sector software muestran que existen recursos humanos, pero sin embargo no existe la inversión de riesgo.

Entonces resulta importante analizar el comportamiento de los "no-actores" tecnológicos con respecto al riesgo.

Como se señaló anteriormente el sector comunicaciones es un actor tecnológico principal en el ámbito global, pero localmente es un "no-actor". A grandes rasgos existen dos subsectores: los medios de difusión, subsector cuya aversión al riesgo merece un estudio específico; y la empresa nacional de telecomunicaciones, que debe ser analizada a partir de las peculiaridades extremas de las empresas estatales locales.

Una historia muy peculiar hace que todas las empresas estatales sean gestionadas en forma similar, manejen los mismos mecanismos formales para definir sus inversiones y compartan una cultura común. Resulta entonces razonable pensar que una herencia cultural y legal, probablemente adecuada para la prestación de servicios basados en tecnologías estables y estáticas, haya dado origen el anómalo fenómeno de una empresa de telecomunicaciones que opera en un medio con recursos humanos adecuados, y que a la vez es caracterizada como "no-actor" del desarrollo tecnológico.

Un marco legal y cultural estrictamente conservador aplicado por un Banco Central no merece ninguna objeción, aplicado en una empresa de Seguros resulta coherente con las reglas del negocio, pero aplicado en una empresa de telecomunicaciones no parece adecuado para que el sector realice su potencialidad y se una al grupo de actores que empujan el desarrollo tecnológico local.

5.- Apuntes para una política de comunicaciones

El carácter multidimensional de las comunicaciones exige una política multidimensional que incluya consideraciones al menos coordinadas con decisiones correspondientes en cada una de sus dimensiones.

Así es que decisiones con respecto a las comunicaciones en tanto servicio público deben tomar en cuenta elementos correspondientes a los servicios públicos en general, decisiones en cuanto a la forma de resolver aspectos de infraestructura estarán relacionadas con la forma de encarar otras inversiones en infraestructura, decisiones con respecto a la dimensión cultural tendrán connotaciones de política cultural, y decisiones respecto al negocio en sí, en nuestro marco legal y cultural, tienen aspectos vinculados a la política impositiva, ya que los ingresos de la empresa de comunicaciones terminan en la misma bolsa que los impuestos.

La dimensión tecnológica de las comunicaciones no escapa a esta realidad, y toda política de comunicaciones tendrá consecuencias en el desarrollo tecnológico. Como hemos visto, una de las causas de la ausencia de empresas vinculadas a las comunicaciones en el grupo de nacientes empresas tecnológicas ha sido la decisión implícita de no invertir en emprendimientos locales, tomada por la empresa nacional de telecomunicaciones. Esta apreciación no conlleva de por sí una crítica, quizás la decisión de no invertir en tecnología local haya sido correcta, pero sí implica un reclamo de transparencia, en el sentido de indagar acerca de la fundamentación de dicha decisión.

Una primera política posible es entonces continuar con la actual, política que tiene la ventaja no trivial de que conocemos al detalle sus consecuencias y que cumple al pie de la letra con los postulados básicos de la doctrina de la aversión al riesgo.

Una segunda política posible consiste en llevar adelante un plan de inversiones destinando, tal como lo hacen la gran mayoría de las empresas de telecomunicaciones, una parte de los recursos al área de investigación y desarrollo. Destinar recursos a investigación y desarrollo no significa necesariamente invertir en desarrollos internos de la empresa, también puede implementarse mediante estrategias de outsourcing.

Esta segunda política también implica tener en cuenta la propensión a invertir en desarrollos locales de potenciales aliados estratégicos o nuevas empresas interesadas en participar en el mercado local de comunicaciones junto a las necesarias evaluaciones desde las ópticas de infraestructura, plan de negocios, capital etc.

En definitiva una política de desarrollo tecnológico en el área de comunicaciones, como todas las Políticas Tecnológicas exitosas conocidas en el mundo, tiene que incluir tanto medidas de inversión directa como medidas orientadas a facilitar la inversión de riesgo.

6.- Políticas, Ideología y Mercado

En nuestro País el debate sobre los servicios públicos, y por tanto sobre las telecomunicaciones está polarizado e ideologizado al máximo. Hace ya muchos años que el diálogo de sordos acerca de las privatizaciones domina la discusión y se pierden de vista aspectos mucho más importantes. Existen empresas estatales -como la Telefónica de Finlandia- que operan en el mercado global de igual a igual con las grandes multinacionales y que son un "actor" en su medio tecnológico local. También existen empresas estatales que no son "actores". Asimismo, en muchos países con servicios de telecomunicaciones privatizados las empresas son "no actoras" ya que no invierten en desarrollos locales, y en otros las empresas de telecomunicaciones son una parte fundamental del complejo dedicado a las Tecnologías de la Información.

Están también polarizadas las posiciones entre la regulación a ultranza y el libre juego del mercado. En el debate se ignora obstinadamente que los sectores dinámicos de la tecnología desarrollarán inexorablemente soluciones que dejarán obsoletas las regulaciones válidas en un momento dado, y también se ignora que los mercados desregulados no existen: las decisiones de la administración Clinton acerca de la "autopista de la información" liquidaron buena parte de la industria satelital, es muy diferente el panorama de las bandas celulares en Inglaterra que en Finlandia, etc.

La ciencia y la tecnología son los "drivers" fundamentales del desarrollo, basta constatar que una hora persona dedicada a la producción tecnológica se vende mucho más cara que una hora persona dedicada a la producción de "commodities". Construir un sector tecnológico importante, que disminuya la dependencia con respecto a la producción de "commodities" es sin dudas una tarea difícil y compleja. No existen recetas simples para lograrlo pero sí se conocen algunos impedimentos clave: sin una Política Tecnológica, sin inversiones de riesgo, y sin una inversión sostenida en la formación de recursos humanos sabemos que resultará imposible.

Desde el punto de vista del desarrollo tecnológico poco importa si el capital de riesgo proviene del sector público o del privado, poco importa si proviene de clientes locales como las PyMEs o globales como la Banca. Específicamente en el sector comunicaciones importa poco si la inversión proviene de una empresa estatal reformulada, o si proviene de empresas que compiten en un mercado bien regulado (los mercados desregulados no existen) por brindar servicios a clientes que les exigen día a día nuevas soluciones y desarrollos. Claro está que el mejor escenario sería contar con ambas. Los próximos años dependen mucho más de la dicotomía tecnología-commodities que de la discusión sector público-sector privado.

En el ámbito local existen condiciones para ampliar el incipiente sector tecnológico con empresas dedicadas a las comunicaciones: existen recursos humanos capacitados como lo muestran acuerdos entre la Universidad de la República y Telefónica Española, como lo muestran acuerdos entre la Universidad ORT y Phillips, como lo muestra la capacidad técnica demostrada por ANTEL y como lo muestra la industria del software -pariente cercano que integra el complejo de las Tecnologías de la Comunicación.

Todavía existe una ventana de oportunidad que no será eterna: no es razonable pensar que los centros de capacitación puedan seguir el ritmo del sector sin recibir a la vez el apoyo y la exigencia originados por una demanda de tecnología local. Perder lo que queda de esta ventana de oportunidad nos puede llevar en el corto plazo a seguir por Internet la trayectoria de técnicos formados localmente, tal como hoy vemos en los noticieros televisivos la sección de "goles uruguayos en el exterior", y en el mediano plazo a enviar a nuestros hijos interesados en la tecnología a formarse en el exterior.






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