Argentina: difícil regreso a la realidad
Economista
Michele Santo: "Vivió 10 años
como si fuera un país rico, cuando no
lo es. Durante la primera mitad de los 90 consumiendo
todo lo que ingresó por las privatizaciones,
y en la segunda mitad, cuando ya no había
más nada para vender, recurrió
al endeudamiento feroz, origen de la deuda
gigantesca que Argentina tiene en la actualidad"
Economista
Fernando Antía: "La convertibilidad
no fue un modelo adecuado a la realidade político
social e institucional de Argentina. Se abrazó
a ella en una circunstancia extraordinaria,
la hiperinflación. Ahora, la convertibilidad
va a ser modificada desde una posición
que parece muy débil para el gobierno".
EN PERSPECTIVA
Jueves 20.12.01, 08.50.
EMILIANO COTELO:
Mientras en la República Argentina se
aguarda la reunión que ha convocado
el presidente Fernando de la Rúa con
los gobernadores, a la que según fuentes
del gobierno asistirán todos los mandatarios
provinciales, inclusive los 14 justicialistas,
mientras se aguarda que hoy el Congreso vuelva
a sesionar, esta vez para debatir a propósito
del estado de sitio resuelto ayer por decreto
por el presidente De la Rúa, aparecen
-también provenientes de Buenos Aires-
algunas noticias del plano más estrictamente
económico. Por ejemplo, la que dice
que el riesgo país arrancó la
jornada subiendo cerca de 150 puntos más.
Más
temprano recorrimos parte
de la información a propósito
de lo que está ocurriendo, porque básicamente
la crisis que hay que encarar es una crisis
política. Pero también
nos interesa dar paso a las lecturas económicas.
Para ello recurrimos a dos economistas de nuestro
país.
***
En
primer término vamos dialogar con Michele
Santo. La primera pregunta es muy general:
¿cómo observa esto que acaba
de precipitarse en Argentina con el estallido
social y sus consecuencias, la renuncia del
gabinete, en particular la del ministro Cavallo?
MICHELE
SANTO:
Obviamente con mucha preocupación, aunque
lamentablemente cualquier observador medianamente
objetivo y atento de la realidad argentina
ya podía anticipar desde hace un par
de meses que, de alguna manera, lo que estaba
ocurriendo no iba a terminar bien; justamente
por la falta de voluntad política de
la dirigencia argentina para encarar las reformas
de fondo.
Es
más, quizás uno tenga que ubicar
el origen de este desenlace en marzo de este
año, cuando el entonces ministro López
Murphy fue "amablemente invitado"
a renunciar, porque lo que planteaba en aquel
momento no era políticamente aceptable.
El ajuste que planteaba entonces, cuando Argentina
todavía tenía acceso al crédito
internacional, cuando el riesgo país
estaba en 700 puntos, cuando la relación
con los organismos internacionales era otra,
no resultó viable políticamente.
El
desenlace era prácticamente inevitable
porque, lamentablemente, el ministro Cavallo,
quizás tomando como un dato esa realidad
política, intentó hacer magia.
EC
- La pregunta es si López Murphy efectivamente
hubiese podido llevar adelante aquel ajuste,
si vemos lo que son ahora las reacciones de
la población.
MS
- Usted bien señalaba que el problema
es político. El problema argentino es
claramente político en primer lugar.
Ante esa realidad, para cualquiera que sea
ministro de Economía es imposible hacer
nada.
Lo
que pasa es que la dirigencia política
argentina se tiene que dar un baño de
realismo y darse cuenta del país y el
mundo en que está viviendo. Argentina
vivió 10 años como si fuera un
país rico, cuando no lo es. Vivió
10 años, durante toda la década
pasada, consumiendo y gastando muchísimo
más de lo que producía; durante
la primera mitad de la década de los
90 consumiendo todo lo que ingresó por
las privatizaciones. Es como si usted recibiera
una herencia de una tía, recibe un campo,
lo vende y mientras dura la plata puede vivir
muy bien... pero cuando se le acaba la plata
de la herencia tiene que volver a la realidad.
En la segunda mitad de la década del
90 recurrió al endeudamiento: cuando
ya no había más nada para vender
recurrió al endeudamiento feroz, que
es el origen de la deuda gigantesca que Argentina
tiene en la actualidad.
Esas
son las restricciones dentro de las que se
tiene que mover hoy la dirigencia argentina.
Así lo tienen que entender los gobernadores,
los diputados, los senadores, y en consecuencia
adecuar a la economía y a la realidad
argentina un mundo y una situación de
país que lamentablemente no son muy
buenos.
EC
- Hay preguntas muy complicadas de contestar.
Una de ellas es la que aparece en los análisis
de los periodistas argentinos: ¿qué
fue lo que falló? ¿Falló
el modelo? En su respuesta anterior usted parecía
sugerir que no falló el modelo sino
cómo se lo aplicó, qué
se hizo con los instrumentos que se tenía.
MS
- Primero tenemos que recordar cómo
se llega a esto, cómo se llega a la
convertibilidad. No se llega por libre elección
de Argentina sino por una circunstancia parecida
a ésta, la hiperinflación al
final del mandato de Alfonsín, que incluso
llevó a que éste tuviera que
entregar la presidencia seis meses antes. De
alguna manera, ante la inexistencia de moneda
y ante un caos total de inflación, Argentina
debió "optar" -dicho así
parecería que hubiera tenido alguna
posibilidad de elección- por un esquema
de convertibilidad.
Pero,
para funcionar, ese esquema necesita una serie
de reglas que no se cumplieron. Hong-Kong tiene
un esquema de convertibilidad mucho más
antiguo que el argentino, tiene un esquema
de caja de conversión desde 1982, y
sin embargo no tiene los problemas que tiene
Argentina. Entonces creo que el modelo no es
el culpable de esto, sino el uso: lo que se
hace y lo que se hizo, en particular en el
manejo de la situación fiscal, del gasto
público, de la deuda pública.
Y no tomar en cuenta el cambio en las realidades
externas, en particular lo que ocurrió
después de la devaluación de
Brasil, que en un esquema de convertibilidad
requiere de una flexibilidad interna de la
economía que la realidad muestra que
la economía argentina no tiene.
EC
- ¿Cómo es eso? ¿Era posible
tener flexibilidad rigiendo la convertibilidad?
¿Había cintura para reaccionar
ante la devaluación brasileña?
MS
- Ese es uno de los problemas.
EC
- ¿El problema no era la convertibilidad?
MS
- Hay que reconocer que la convertibilidad
fue planteada en un contexto diferente. Si
nos retrotraemos a 1991, la realidad del mundo,
del dólar y de Estados Unidos era otra
totalmente distinta. Y durante toda la década
del 90, al estar pegado al dólar -en
otra escala Uruguay también tiene ese
problema, nosotros también estamos pegados
al dólar- y al haberse revaluado permanentemente
el dólar frente al resto de las monedas,
eso impone costos adicionales en términos
de competitividad.
Vuelvo
al tema de Hong-Kong y Argentina con una caja
de conversión. Si usted tiene un shock
externo negativo tan fuerte como el que tuvo
Argentina después de la devaluación
de Brasil, para recuperar competitividad, si
no mueve el tipo de cambio tiene que mover
hacia abajo los precios y los costos internos
en pesos. Para recuperar competitividad le
quedan básicamente dos caminos si usted
no puede mover el tipo de cambio: 1) aumentar
tan fuertemente la productividad de su economía
que, sobre la base de una mayor productividad,
logre mantener una situación competitiva,
que es lo que hacen normalmente los países
europeos, Japón, Estados Unidos, donde
el nivel de sueldo en dólares es mucho
más alto que aquí; o 2) reducir
los sueldos, los salarios, los costos internos
medidos en pesos. Aquí fue donde se
mostró una gran inflexibilidad en el
caso de la economía argentina.
EC
- Pero si se hubiese ido por ese camino hubiéramos
tenido los estallidos sociales en aquel entonces.
De vuelta: ¿el problema no era la convertibilidad?
MS
- El problema de fondo es el siguiente: el
shock externo recibido por Argentina hace que
ese país sea mucho más pobre
de lo que era hace 10 años. A esa realidad
no la cambia la convertibilidad, no la cambia
un tipo de cambio flotante, no la cambia una
devaluación, no la cambia absolutamente
nada. El hecho de que el país globalmente,
en su conjunto, sea más pobre, lamentablemente
es una realidad. Ante eso la política
económica tiene que adecuar el gasto
interno y el manejo de las distintas variables
internas.
EC
- Usted dice que la otra salida hubiese sido
abandonar la convertibilidad.
MS
- Sí. Eso también tiene sus enormes
problemas, porque obviamente, el abandono de
la convertibilidad, que ya es un hecho, tiene
sus costos y también va a generar problemas
importantes.
EC
- Se pudo haber hecho antes, se pudo haber
intentado caminos de salida de la convertibilidad
antes.
MS
- Creo que sí; que se pudo y se debió
haber hecho antes.
EC
- "Se debió haber hecho antes".
¿Cuándo?
MS
- Inmediatamente después de la devaluación
de Brasil. Si uno pone las cosas en perspectiva,
si uno sabía que internamente no iba
a poder hacer los ajustes como para recuperar
competitividad, debió haberlo hecho
antes.
EC
- Eso siempre fue considerado una mala palabra
en Argentina.
MS
- Sin duda. También aquí en Uruguay
es una mala palabra. Hasta hace seis meses,
hablar de modificar la política cambiaria
era una mala palabra. La realidad se encarga
de que las malas palabras terminen siendo buenas
o tengan que ser consideradas. Lamentablemente,
con el costo de haberse pasado dos o tres años
acumulando una deuda feroz y posponiendo los
ajustes, lo que hace que cuando haya que hacer
los ajustes sean mucho más violentos
y generen el campo fértil para el tipo
de manifestaciones que hemos visto en estos
días, en especial ayer, en Argentina.
EC
- ¿Y ahora qué? Estábamos
hablando del pasado; ahora estamos ante esta
gigantesca crisis, ¿cómo se sale?
MS
- Creo que en Argentina va a pasar algo parecido
a lo que pasó en Brasil después
de la devaluación, o sea que Argentina
va a devaluar, va a abandonar la convertibilidad
-formalmente en los hechos ya está abandonada-
y que después de dejar flotar eventualmente
el tipo de cambio o de ir a un tipo de cambio
mucho más alto, con una convertibilidad
no uno a uno sino dos a uno, tres a uno, un
tipo de cambio que le dé a la gente
la sensación de que no se va a mover
más, va a venir un ajuste fiscal muy
fuerte, el ajuste fiscal que Argentina no ha
querido hacer hasta ahora y el mismo que Brasil
no quiso hacer antes de la devaluación
de enero de 1998, y que después tuvo
que hacer en marzo de 1999 para conseguir el
financiamiento de los organismos internacionales.
En
el caso de Argentina va a pasar lo mismo: un
abandono formal de la convertibilidad, el tipo
de cambio va a subir, ajuste fiscal, y después
de esas dos medidas habrá nuevamente
apoyo de los organismos internacionales para
tratar de ir encauzando la situación,
pero con precios en dólares en Argentina
bastante más bajos de los que tenemos
en la actualidad.
EC
- Ese camino es costoso desde el punto de vista
social.
MS
- Es que no hay caminos que no sean costosos
desde el punto de vista social.
EC
- A partir de lo que usted dijo se me ocurren
al menos dos consecuencias duras: 1) ¿qué
pasa con quienes están endeudados en
dólares?; 2) usted dijo que además
de la devaluación va a tener que venir
un nuevo ajuste, y ese ajuste va a implicar
menores ingresos para sectores de la población,
etcétera. ¿Entonces?
MS
- Lamentablemente no hay una salida fácil,
una salida que no sea costosa o indolora, al
menos en el corto plazo. La gran decisión
es si se toman medidas como para hacer que
de aquí a un año Argentina vuelva
a un sendero de crecimiento y que con el tiempo
la situación se restaure; o si se pretende
seguir con los ojos cerrados, negando la realidad
y tratando de hacer magia como lo intentó
Cavallo hace seis meses.
Creo
que ni siquiera esta última opción
es hoy una oportunidad: la situación
se salió totalmente de cauce y no hay
apoyo de absolutamente nadie desde el exterior
a Argentina. En otros términos: nadie
le va a seguir dando plata a Argentina para
que los argentinos sigan viviendo como ricos
cuando son pobres. Es una realidad que el sistema
político y la dirigencia argentina deben
internalizar. Tienen que darse cuenta de esa
realidad y empezar a tomar medidas que, a mediano
y largo plazo, saquen a la economía
de esta situación de depresión
en la que está para, a través
del crecimiento económico sostenido,
volver en algún momento (dentro de cinco,
siete o 10 años) a tener el nivel de
vida que tuvieron de la década del 90
en base a descapitalización, o sea venta
de activos, y a endeudamiento. Ninguna de esas
dos opciones está disponible hoy: no
pueden vender cosas que ya no tienen ni pueden
seguirse endeudando. Entonces, automáticamente
el famoso déficit cero del que tanto
se ha hablado va a ser una realidad, tanto
a nivel de déficit fiscal como a nivel
del déficit de la cuenta corriente.
***
EMILIANO
COTELO:
Ahora vamos a dialogar ahora con el economista
Fernando Antía, investigador de la Facultad
de Ciencias Económicas. ¿Cómo
observa usted este nuevo capítulo que
está atravesando la sociedad argentina
a partir del estallido social que se produjo
en estas horas?
FERNANDO
ANTÍA:
Es la irrupción de un nuevo actor, una
especie de "el pueblo en la calle",
autoconvocado. Fue muy impresionante ver las
escenas en la televisión anoche: la
gente sin carteles partidarios, simplemente
con banderas argentinas, gente de todas las
edades, con niños. Da la impresión
de un fenómeno realmente muy hondo de
reacción popular, que me hizo acordar
a una protesta similar que generaron las medidas
económicas que en 1975 adoptó
el ministro de Economía Rodrigo: la
protesta popular se llamo el "rodrigazo".
No sé qué nombre tendrá
ésta, quizás "el cacerolazo".
En aquel momento también fue un fenómeno
que hizo caer inmediatamente al ministro de
Economía y las medidas que había
adoptado, que en ese momento eran muy antipopulares.
Ahora hay de hecho un reclamo de cambios muy
extendido en toda Argentina.
EC
- Las protestas de anoche se desarrollaron
en desobediencia flagrante al estado de sitio
que acababa de ser resuelto por el gobierno:
la gente lo ignoró. Eso fue bastante
fuerte como señal hacia el sistema político.
FA
- Sí, hay una sensación de desgobierno,
de que el gobierno no estaba siendo atendido
y el estado de sitio no era respetado. Fue
notorio en todo el país y habla de la
fatiga de la fatiga, del ajuste, del enorme
cansancio de la gente respecto a un ajuste
permanente, que no genera esperanzas, que no
genera expectativas de mejoras. En ese marco
hay un mensaje muy fuerte hacia la dirigencia
política argentina, que está
en una gran encerrona, porque tiene que encontrar
respuestas políticas y económicas
que se muevan con esta fuerte restricción:
el rechazo de la gente a seguir recorriendo
este camino deflacionario que ha sido tan penoso,
tan costoso en términos sociales.
EC
- La gran pregunta es si es posible una salida
económica que no pase por los ajustes.
Pero antes de llegar a eso, quiero plantearle
también a usted la pregunta que le hacía
a su colega, el economista Michele Santo: en
su opinión, ¿qué fue lo
que falló en la República Argentina?
¿Falló el modelo?, ¿la
falla está en la convertibilidad?
FA
- Es que el modelo es de una rigidez tal que
exigía una flexibilidad en la economía
y en la sociedad argentinas que no existió.
En consecuencia uno puede decir que el modelo
no fue adecuado a las realidades político-sociales
e institucionales de Argentina.
EC
- El economista Santo decía que otros
países han aplicado caja de conversión
y sin embargo no han tenido este tipo de inconvenientes.
FA
- Es verdad, hay muy pocos países en
el mundo que han transitado por ese camino;
uno de ellos es Hong-Kong.
Esto
evidencia qué poco tiene que ver la
configuración cultural, institucional
y política de Argentina con la de Hong-Kong.
Argentina se abrazó a la convertibilidad
en una circunstancia histórica extraordinariamente
preocupante, como fue la hiperinflación,
y obtuvo en ella su tabla de salvación
para los fenómenos de hiperinflación.
Pero después no encontró -tal
vez se enamoró de la estabilidad de
precios- mecanismos a lo largo de una década
para flexibilizar el sistema y de alguna forma
lo que están demostrando los hechos
de estos días es que finalmente la convertibilidad
va a ser modificada desde una posición
que en principio parece muy débil para
el gobierno.
EC
- ¿Para usted también, como para
el economista Santo, hubo que haber salido
de la convertibilidad poco tiempo después
de la devaluación en Brasil?
FA
- Sí. Creo que hubo dos momentos en
que Argentina recibió fuertes shocks
externos negativos, en los que pudo haber intentado
esa salida. Uno fue el tequila de 1995 y el
otro fue la devaluación brasileña
de 1999. Quizás si uno introduce las
condicionantes políticas -y de hecho
es difícil salir de un esquema que garantiza
estabilidad de precios cuya salida es muy incierta
en términos de resultados- los momentos
en que pudo ser posible fueron momentos de
situaciones críticas en el plano externo.
Pero entonces se optó por preservar
la convertibilidad hasta el final, y luego
se ha intentado este ajuste deflacionario que
ha venido transitando Argentina en los últimos
tres años, que de alguna forma acaba
de caer ante la irrupción de un actor
nuevo como es este rechazo popular tan extendido.
EC
- La prensa señala esta mañana
que en la dimisión de Cavallo y su aceptación
por el presidente De la Rúa incidieron
las manifestaciones de anoche.
FA
- Sin duda. Yo veía anoche la televisión
argentina la gente que se había concentrado
en distintos puntos de la ciudad; uno de ellos
era frente a la casa de Cavallo, donde había
una poblada pidiendo que se fuera. Creo que
Cavallo, que demostró ser muy tenaz
y tener un gran temple durante estos nueve
meses que estuvo en el Ministerio de Economía,
de alguna forma se dio cuenta de que la situación
ya no tenía vuelta y renunció
antes de que hoy en la mañana le pidieran
la renuncia.
EC
- Lo paradójico es que cuando asumió
Cavallo, después de la breve experiencia
de López Murphy, lo hizo justamente
con la intención de aflojar el cinturón,
de no ir por el camino del ajuste estricto
que había propuesto su antecesor.
FA
- Es verdad.
EC
- Incluso fue muy criticado por eso por los
economistas que se afilian a una línea
más cercana a la de López Murphy.
Sin embargo ese rumbo alternativo no tuvo éxito
y terminó incurriendo también
en el ajuste. De allí la pregunta a
propósito de cómo se sale ahora.
¿Hay alternativas por delante que no
pasen por más ajuste, que no tengan
más costo social agregado?
FA
- El futuro próximo aparece muy poco
delineado. Estas situaciones de crisis tan
agudas dejan un poco sin respuesta a los economistas.
Creo que es más el tiempo de los políticos,
hay que encontrar alguna fórmula que
simultáneamente tenga respaldo político
interno y respaldo externo, especialmente en
el plano financiero.
EC
- Está claro que la convertibilidad
se acabó; para usted eso es indiscutible.
FA
- Lo más probable es que sea así:
es innegable el abandono de la convertibilidad
de una forma desordenada. Una flotación
cambiaria estrictu sensu, en una economía
tan dolarizada va a provocar un impacto fenomenal.
En consecuencia, lo que se podría pensar
como razonable es el intento de crear condiciones
políticas y de apoyo financiero externo
para buscar una salida ordenada de la convertibilidad.
EC
- ¿Qué podría ser "una
salida ordenada de la convertibilidad"?
FA
- Uno de los componentes seguramente va a pasar
por cómo se trata todo el tema de los
activos y pasivos bancarios que están
denominados en dólares. En consecuencia,
uno no debiera descartar alguna fórmula
-como hemos conocido en América latina
en otros países- de algún tipo
de cambio especial, diferente: en el marco
de un esquema de control de cambio, uno para
las operaciones financieras y otro para las
actividades comerciales, o en su caso alguna
fórmula como la "pesificación":
convertir obligatoriamente los depósitos
y créditos a pesos y luego devaluar
la moneda. Pero -aquí viene el otro
ingrediente- procurando que la devaluación
no signifique una fluctuación muy pronunciada
de la moneda, tratando de acotarla. Esto es
muy difícil sin apoyo financiero externo
y sin un gran respaldo político.
En
consecuencia, la encerrona es enorme. Pero
imagino que la dirigencia política argentina,
si está a la altura de las circunstancias,
buscará generar condiciones que permitan
esa salida ordenada, que intuyo va a pasar
por generar condiciones de credibilidad que
permitan sostener algún tipo de paridad
cambiaria, evitando lo que en la jerga los
economistas llamamos un "overshooting
cambiario". El "overshooting cambiario"
es una especie de sobrerreacción del
tipo de cambio que se produce a la salida de
estos fenómenos, que pudiera llevar
el tipo de cambio a un nivel muy alto, en el
que se introduciría nuevamente presiones
inflacionarias grandes, y en el que estaría
planteada con mayor gravedad aún toda
la problemática del endeudamiento en
dólares, con consecuencias para los
depositantes, que no podrían cobrar,
y para los bancos que virtualmente quebrarían.
EC
- En esas condiciones, ¿qué pasaría
con las consecuencias sobre los ingresos de
la gente? Usted hablaba de la necesidad de
instrumentar un plan con fuerte respaldo político
pero, como usted mismo lo señalaba,
estas últimas horas han marcado la aparición
en escena de otro actor, del soberano. Se podrá
discutir si todo el pueblo argentino puede
considerarse representado por estas manifestaciones
que han tenido lugar anoche y que incluso hoy
intentan continuar en Plaza de Mayo. Pero ese
tipo de reacciones provenientes de la gente,
que podemos resumir como estallido social,
¿no va a volver a aparecer cuando se
conozcan las consecuencias que medidas como
las que usted está insinuando podrían
llegar a tener? ¿Cómo se maneja
esa variable?
FA
- Esa posibilidad existe, ese temor existe.
EC
- Esa salida que usted define como "ordenada"
igual sería una salida dura, "sangrienta"
desde el punto de vista del bolsillo de la
gente.
FA
- Sin duda será dura, esto también
está siendo muy duro, pero el tramo
por venir en cualquier escenario va a tener
ingredientes de empeoramiento. La clave es
la capacidad que tenga la dirigencia política
argentina de generar credibilidad, en el sentido
de que los esfuerzos serán distribuidos
con cierta equidad y estarán asociados
a un componente de esperanza.
Habrá
un esfuerzo para salir, para construir una
nueva etapa en la vida económica, política
y social del país más esperanzadora.
La clave de la acción política
es poder generar estas expectativas, estas
esperanzas, aun en situaciones tan difíciles
y especialmente en estas situaciones.
Advierto
a la vez que, si esto no se pudo hacer en estos
dos años de gobierno de la Alianza,
quizás lo nuevo sea la gravedad de la
situación política y social,
que pudiera dar a todos los actores un baño
de responsabilidad y compromiso con el país
que, asociado a una cuota de imaginación
e inteligencia, permita esa salida.
Es
un terreno muy vidrioso. También aparece
la posibilidad de que esa salida no se alcance,
que no se genere esa credibilidad, esas condiciones,
que la situación empeore y que este
hastío, esta fatiga, ese fastidio que
manifiesta la gente se siga expresando, lo
que tendría consecuencias que imagino
imprevisibles. De hecho ayer hubo mucha violencia,
muertos... De modo que la situación
es realmente complicada. Esperemos que Argentina
encuentre alguna fórmula, que su dirigencia
política esté a la altura de
las circunstancias y que la comunidad internacional
no la abandone.
EC
- El default también es un hecho, ¿no?
FA
- Todavía no es un hecho formal. Está
en proceso la alternativa que es el canje de
deudas, que en su tramo interno fue muy exitoso,
pero veremos qué pasa en su tramo externo
con esta nueva situación. Era parte
del paquete Cavallo, habrá que ver qué
se hace en ese sentido en la nueva etapa que
se inicie y si acaso se abandona todo el proyecto
de canje voluntario de deuda, que era lo que
se estaba tramitando, y se va eventualmente
a alguna moratoria unilateral.
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Transcripción: María Lila Ltaif
Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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