27.12.2001

 



Afganistán encara su reconstrucción

Un gobierno heterogéneo con seis meses para encaminar a un país con 22 años de guerra. Politólogo Fernando López Alves, colaborador en Washington.


EN PERSPECTIVA
Jueves 27.12.01, 09.22.


EMILIANO COTELO:
Dos meses y medio después del comienzo de los bombardeos en Afganistán, el pasado sábado asumió finalmente el nuevo gobierno provisional que surgió de la conferencia de facciones afganas que tuvo lugar en Bonn en noviembre pasado, con los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas. Lejos de representar el final del camino, por el contrario, la nueva administración que se instala en Afganistán tiene por delante una enorme tarea.

Nos interesa comentar los principales desafíos que enfrenta el nuevo gobierno y analizar las perspectivas de éxito que tiene por delante. Para ello estamos en contacto con Fernando López Alvez, nuestro colaborador en Washington.

¿Cómo definirías los principales desafíos del nuevo gobierno de Afganistán?

FERNANDO LÓPEZ ALVEZ:
Cuando dijiste que son desafíos muy duros tenías mucha razón. La primera cosa que debemos recordar es qué tipo de país es Afganistán después de 25 años de guerra. Es un país que se podría definir como medieval, un país que nunca se modernizó, cuya mayor industria manufacturera es la fabricación de zapatos de plástico, donde el salario diario es de más o menos U$S 0,70; esas pequeñas fábricas ni siquiera son tales, son talleres con 30 a 40 personas, y eso los más grandes. La segunda cosa que Afganistán tiene para ofrecer al mundo es carne de cordero y leña. O sea que está en ese tipo de economía más medieval que moderna, que, a excepción de las fábricas de zapatos de plástico, podríamos comparar con la de fines del siglo XIX en América Latina. La agricultura ha sufrido terrible daño por el bombardeo: casi no hay agricultura, casi no hay comercios, excepto los famosos bazares donde corre el trueque tanto como la moneda. Hay arados de madera en el norte del país.

Además tenemos otra vez un país dividido en tribus y etnias, algunas representadas en el nuevo gobierno.

La primera tarea sería la reconstrucción económica: hay U$S 9.000 millones de ayuda que van a llegar a Afganistán. Cómo se reparten, cómo se hace el presupuesto nacional, son todas cosas que están sobre la mesa en este momento.

Tenemos un Consejo Ejecutivo con 30 miembros, 18 de los cuales pertenecen a la Alianza del Norte, que controla dos tercios del territorio afgano. Sus miembros son mayoritariamente de la etnia tajik, opuesta a la etnia dominante en el talibán, los pashtun. El Consejo Ejecutivo tiene un círculo interno y un círculo externo: es una combinación de modernizadores como el señor Kanoini, que es el ministro del Interior, o el señor Abdul Abdullah, que es el ministro de Exterior, que son los más occidentales del gobierno. Ese círculo interno, además de esas dos personas, cuenta con el famoso general de la defensa, ahora ministro de Defensa Muhamed Fahim, y el presidente del consejo, Karzai. En este círculo interno, entonces, hay dos modernizadores y dos no tanto.

Luego tenemos caudillos, que son los que dominan el norte, el oeste y el este de Afganistán. Son cuatro caudillos que han dominado esas zonas por muchos años. O sea que los cuatro que mencioné primero más los cuatro caudillos van a ser los representantes del círculo interno en las provincias de Afganistán. Es una alianza muy nueva para el país y para cualquier país de Asia Central de modernizadores, militares y caudillos.

EC - ¿Qué se prevé en ese terreno tan delicado de unificar al país y terminar con las eternas luchas internas? ¿Qué acciones originales pueden emprenderse en esta oportunidad para finalizar con esa tendencia histórica?

FLA - Hay medidas un poco controvertidas, como por ejemplo la ayuda de soldados extranjeros. Ya están llegando alrededor de 200 miembros de las fuerzas de seguridad inglesas que se han puesto a la orden del presidente del Consejo, el señor Karzai, y van a llegar unos cuantos más, unos 5.000, que serían la guardia personal de este señor. Este sería el corazón de la guardia personal del nuevo consejo.

EC - ¿La guardia personal sería extranjera?

FLA - Sí. Como te decía, esto es una cuestión muy controversial porque hay una tradición en Afganistán y toda Asia Central de no querer extranjeros en el territorio nacional. Ya hay disidencia dentro de este comité por parte de dos caudillos en cuanto a la presencia de tropas extranjeras. Esas tropas están ahí para unificar, para proveer ayuda al Consejo, para darle ayuda militar y consejo militar en cuanto a la unificación del país. Pero ya empezamos con problemas porque muchos de los caudillos, especialmente dos de ellos dentro del Consejo, rechazan la medida.

La otra medida es justamente incorporar a los caudillos al círculo interno, tener una comunicación fluida con ellos. Para mí de esto depende el éxito del nuevo gobierno: los caudillos son los que están en relación con las tribus en las regiones de Afganistán, son los que realmente pueden recabar información por ese lado, los intermediarios entre el gobierno central y las regiones del país. Si estos caudillos no se pueden integrar de una manera coherente al sistema, si se resisten a la incorporación, no le veo al gobierno mucha posibilidad de llegar a las zonas más complicadas del país, o sea el norte, el este y el oeste.

EC - Una de las tareas pendientes consiste en fundar un ejército afgano, representativo de todo el territorio, de toda la sociedad, de todas sus facciones.

FLA - Exactamente: esa es justamente la tarea. Los caudillos tienen que incorporarse, los 5.000 militares extranjeros especializados que están llegando para ayudar tienen también como tarea el entrenamiento del nuevo ejército afgano. Hay diferencias en cuanto a qué tipo de ejército sería, en el sentido de su organización: si sería un ejército moderno, organizado con los parámetros de un ejército occidental, como el de Inglaterra o el de Estados Unidos, o si sería un ejército un poco más tradicional, con las tácticas de guerrilla que hemos visto, que son las que usan más en el territorio afgano, las que usaba el talibán y usó también la Alianza del Norte para derrotarlo.

Otro problema es cómo se hacen las promociones dentro de ese ejército, qué tipo de generales va a tener, cómo se va a poder determinar quién lo lidera.

O sea que las grandes tareas de este gobierno son la unificación del país a través de un ejército central, tener la lealtad de los líderes locales (que son fundamentales por ser la gente que tiene el prestigio y la comunicación con las provincias) y ver cuál es el rol de los modernizadores, sobre todo del ministro del Interior y el de Exterior; si esta gente puede hacer una diferencia en un plazo muy corto, si se puede modernizar el país, qué resistencia se va a encontrar a esa modernización. Hay que recordar que por más de 20 años los afganos se resistieron a la modernización, y uno de los éxitos del talibán en seguir siendo una fuerza controladora ha sido justamente su oposición a la modernización.

La otra cuestión grande es la educación, el sistema educativo, qué tipo de reforma educativa se precisa, además de la reforma económica; qué tipo de dinero se va a tener para la reforma educativa, de esos U$S 9.000 millones, que es una gran suma de dinero; cómo se va a distribuir ese dinero, cuáles son las áreas de prioridad. Hay un poco de dinero para el sistema educativo, pero no demasiado. Es otra de las áreas en las cuales las instituciones internacionales van a tener que intervenir.

EC - ¿Qué pasa con la decisión de desterrar el cultivo de amapola, en lo que Afganistán juega un papel de primera línea a nivel mundial? ¿De qué manera continuarán las acciones bélicas con efectivos estadounidenses y británicos en la lucha contra el terrorismo?

FLA - La erradicación del cultivo de amapola es muy controversial. De hecho el gobierno que va a entrar va a tener una mano muy firme al respecto: ha prometido erradicar totalmente ese cultivo. Pero todos sabemos que, sobre todo en la parte del norte y algunas parte del oeste, donde está el general Kan -un comandante legendario y es parte del nuevo gobierno-, hay cultivo de amapola; hay un mercado y miles de campesinos enganchados en ese cultivo. Va a ser una cuestión muy delicada erradicar los cultivos en esa zona del país. Va a haber un poco de resistencia, a menos que se sustituya la amapola por otra cosecha que dé un dividendo parecido, cosa que me parece imposible en el corto plazo.

Este gobierno tiene seis meses, después de los cuales se va a llamar a una elección nacional para confirmarlo o cambiar miembros del gabinete. Tenemos seis meses para arreglar todo el lío y el daño que se hizo en 22 años. ¿Qué puede hacer este gobierno en seis meses? Yo diría que puede institucionalizar algunas de las prácticas políticas, las alianzas políticas No está muy claro cómo se representa a la gente en el gobierno: no hay partidos políticos, no hay tradición de elección, no hay representación en las instituciones del Estado porque no hay Estado. Es un país sin Estado, sin las instituciones más básicas que cualquier uruguayo o latinoamericano puede imaginar, hay que crearlas. En seis meses se puede establecer las bases, un borrador de lo que hay que hacer, y será el próximo gobierno el que implemente algunas de estas medidas. Hay que pensar que en este momento hay 3 millones de refugiados que andan deambulando por el país, que no tienen raíces, que no tienen un lugar geográfico donde establecerse. Hay que integrar a estos 3 millones de refugiados, no se los puede dejar afuera, son una suma bastante importante.

Tenemos todos estos problemas y seis meses para resolverlos. Creo que vamos a hacer un borrador para luego, con el apoyo de las Naciones Unidas y organizaciones internacionales que tendrán que estar trabajando con este gobierno muy de cerca, vamos a poder largar lo que veo como un plan de reformas para el país.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón






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