28.12.2001






"Uruguay tiene un futuro próspero"

El ingeniero Enrique Baliño explica porqué decidió renunciar a su carrera como ejecutivo en una de las más poderosas multinacionales y volver a Uruguay. Las ventajas comparativas de un país que acumula más de un siglo de educación pública, incluso no tener un mercado interno (lo que obliga a mirar al mundo), son algunas de las razones. "Según todos los estudios aerodinámicos, el pelícano no puede volar. El problema es que el pelícano no lo sabe, y vuela". Sostiene que se necesita un cambio de actitud de los uruguayos, más afectos a "la pálida" que a la concreción de proyectos.

 

EN PERSPECTIVA
Viernes 28.12.01, 09.03.

EMILIANO COTELO:
En el final de un año duro como ha sido el 2001, viene bien escuchar a un uruguayo que proclama, con gran convicción, que nuestro país tiene por delante un futuro muy próspero.

Se trata del ingeniero Enrique Baliño, que este año, justo este año, decidió volver a su país, renunciando a una exitosa carrera de más de 20 años en IBM, durante la cual llegó a ser gerente general en Uruguay primero y en Argentina después, más allá de otros puestos en otros lugares del mundo.

Cuando sus amigos le preguntan por esa determinación aparentemente insólita, Baliño explica que el 95% del futuro de Uruguay está en manos de los uruguayos, y que nuestro país tiene muchísimas virtudes que los propios uruguayos no percibimos. "Si pensara que el futuro acá es todo negro no volvería ni decidiría invertir aquí. Si no pensara que acá hay esperanza no traería a mis hijos", repite, entusiasmado, ante quien se le ponga delante.

***

El currículum de Enrique Baliño dice, entre otras cosas, que tiene 47 años, que es ingeniero en sistemas, egresado de la Universidad de la República. y que antes fue a la escuela y al liceo públicos. ¿Por qué destacas esto último, la escuela y el liceo públicos?

ENRIQUE BALIÑO:
Lo destaco porque es una de las características maravillosas que tiene este país, de la que no nos damos cuenta. Yo soy producto de la educación gratuita de este país: la escuela, el liceo, la Universidad. Mis padres hicieron el enorme esfuerzo de enviarme a un instituto privado, a la IUDEP, en preparatorios, pero después hice la carrera en la Universidad de la República. Creo que todos los uruguayos, al menos los viejos como yo, la mayoría somos producto del sistema educativo público, tuvimos la increíble oportunidad de crecer en ese sistema y después llegar a distintos lugares en distintas empresas, en distintos trabajos. Eso es importante porque esa es la oportunidad que cualquier uruguayo tiene. Es una de las grandes virtudes de este país.

EC - Repasemos rápidamente tu trayectoria en IBM. Empezó en 1979, ¿en qué posición?

EB - Entré en la parte de ingeniería de sistemas de la compañía, después pasé a la parte comercial, a los pocos años fui a vivir a Estados Unidos, a Nueva York, a trabajar para IBM Latinoamérica, con algunas responsabilidades en distintas áreas de la compañía en Latinoamérica. Eso me dio la chance de viajar mucho y conocer bastante Latinoamérica.

Después volví a Uruguay; tuve distintas posiciones en IBM Uruguay, fui gerente general aquí durante cinco años, hasta que en 1997 (ya había ocupado la máxima posición en el país; durante todos los años en que fui gerente general me pedían que me fuera a otro lado, pero yo no quería, quería estar aquí), no tuve más remedio que aceptar y volví a Nueva York, a trabajar en Latinoamérica en distintos cargos.

En 1999 fui a Argentina, fui gerente regional para Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, y en el 2001 decidí volver a Uruguay. En realidad lo decidí en 1997, cuando me fui. Simplemente, lo ejecuté en el 2001.

EC - La experiencia en Argentina fue compleja, de alguna manera te tocó terminar de recomponer la imagen de IBM después de los escándalos de corrupción en los que la compañía había estado involucrada.

EB - En realidad quien hizo el trabajo más importante allí fue otro uruguayo, el contador Enrique Waicamburú, un hombre de confianza de IBM que estuvo en los años más difíciles. Yo estuve en la parte final, en un proceso de cierre de la parte legal entre los dos juicios que se había hecho a las dos empresas, el Banco de la Nación Argentina e IBM. Logramos cerrarlos con todas las firmas necesarias de la Justicia argentina.

Yo estuve ya en la etapa de reconstrucción, sobre todo en la parte de tratar de llevar a Argentina y a la región el concepto de lo que conocemos como e-business y la transformación de Internet para las empresas, cosa que pudimos hacer en forma muy exitosa, por suerte, en el tiempo que me tocó vivir allí.

EC - ¿Cuál fue la razón que te llevó a tomar la decisión de dejar de lado la actividad dentro de la compañía? ¿Tuvo algo que ver con ese último destino? Parece que no, al pasar comentaste que ya lo tenías claro de antes. ¿Cuál era el motivo?

EB - La decisión fue tomada en 1997, cuando me fui. En 1997 sabíamos, mi esposa y yo, que no podíamos volver a Uruguay dentro de IBM, de modo que la manera de hacerlo era fuera de la compañía.

EC - Esos nuevos destinos iban a ser en otra parte.

EB - Es más: en el año 2000 la compañía me pidió que en el 2001 volviera a Estados Unidos. Fui amagando de un lado para otro, tratando de responder la pregunta de adónde quería ir a trabajar, hasta que finalmente les informé que mi decisión era volver a mi país. Tomé la decisión en 1997, la maduré durante mucho tiempo -cuatro años- y en el 2001 la ejecuté. Fue una decisión madurada durante mucho tiempo.

EC - ¿El motivo era sólo volver al país o era también cambiar de estilo de vida?

EB - Había dos puntos importantes. El primero era cambiar el estilo de vida. Yo fui un ejecutivo de una corporación, hasta este año, y decidí que quería vivir una segunda vida. Soy un tipo muy privilegiado: tengo que agradecer a Dios poder elegir a mitad de camino, poder tener una segunda vida distinta. Quería comenzar a hacer otras cosas: había relegado mucho en primera vida.

EC - ¿Por ejemplo?

EB - Quiero estar mucho más con mi familia, con mis hijos, un tiempo que realmente no dediqué como debí. También estar más conmigo mismo, dedicarme a hacer cosas de voluntariado que me llenan el espíritu, y que creo que los uruguayos tenemos que hacer por lo que decía al principio: gracias a este país todos nos hemos educado. No sé cuánto cuesta eso, no tiene precio. Creo que no le devolvemos al país en forma suficiente ese tipo de cosas, al menos los viejos como yo.

Otra cosa que me interesa es dedicarme a enseñar cosas a los jóvenes y a ayudar a algunas empresas, sobre todo a amigos que tengo aquí. Siempre digo que si me pudiera sacar del cerebro todo lo que la IBM me dio -también a esa compañía le debo algo infinito-, ponerlo sobre la mesa para que otros pudieran copiar las cosas que de alguna manera se grabaron allí gracias a esa formación, lo haría generosamente.

Quiero hacer ese tipo de cosas. Además, volver a hacer las cosas que más disfrutaba como tocar la guitarra y aprender a tocar el piano, que también me llenan mucho el espíritu.

EC - Terminaste de instalarte a mediados de este año.

EB - Sí, llegamos en julio y durante un mes arreglé la casa, etcétera.

EC - Supongo que en estos meses y a partir de esta segunda vida que has decidido encarar, no solamente te estás dedicando a hacerte gustos sino que también estás trabajando, no es simplemente vivir retirado.

EB - No, no.

EC - ¿Cuáles son tus actividades ahora?

EB - Hay dos tipos de actividades. Actividades empresariales, fundé Avatech, una empresa de comunicaciones que comenzó a trabajar a mediados de junio. Estoy asesorando a varias empresas en estrategia, en management, en cómo organizar su sistema de manejo de la compañía y su estrategia en los mercados local e internacional. Eso me divierte mucho, me da mucho gusto y me ocupa unas cuantas horas.

Por el lado voluntario estoy haciendo tres actividades: estoy dando unas cuantas conferencias, me están pidiendo que hable sobre todo lo que quiero hablar en este país, que son nuestras actitudes; estoy trabajando para Junior Achivment, para Desem, que es una organización sin fines de lucro que se ocupa de enseñar a los jóvenes, de generar espíritu emprendedor en los jóvenes, enseñarles que hay un futuro posible que depende en gran porcentaje de sus actitudes y de lo que hagan. Con un grupo de empresarios fundamos Desem hace mucho tiempo en Uruguay: estamos tratando de enseñar a los jóvenes que se transformen en emprendedores y no "pálidos". Si los viejos como yo les contamos que está todo mal y que va a estar peor, evidentemente lo que van a hacer es ir a buscar su pasaporte para irse. Es nuestra responsabilidad, como veteranos, enseñarles que las cosas están en sus manos y que tienen chance de desarrollarse y desarrollar una excelente vida en este país.

Por otra parte, hace más de un año presidente Batlle anunció la formación del Comité Nacional para la Sociedad de la Información, hay un grupo de cinco personas que fueron seleccionadas para trabajar como voluntarias...

EC - ¿Cuál es tu aporte en ese Comité Nacional para la Sociedad de la Información?

EB - Estoy en un grupo que se llama Consorcio Asesor Empresarial. Nuestramisión es delinear las pautas de qué cosas hay que hacer en Uruguay para que sea reconocido internacionalmente como un país en el cual el desarrollo de la tecnología es muy bueno. En eso estamos trabajando con dos objetivos claros: uno de ellos es conseguir que empresas importantes, grandes, del mundo se instalen en Uruguay a hacer cosas de tecnología; el segundo es multiplicar por cinco la producción de tecnología de información uruguaya en la exportación.

EC - ¿En qué período piensan llegar a esa meta de multiplicar por cinco la producción uruguaya de tecnología de información?

EB - En los próximos dos años.

***

EC - Pasemos a hablar de los temas que te inquietan y motivan, y que a la vez quieres transmitir a la sociedad uruguaya. Para ello vamos a aprovechar que ya se están incorporando algunos de nuestros contertulios de los viernes: ya están Carlos Maggi y Walter Cancela.

Quiero empezar a conocer en qué se apoya tu optimismo. Crees en el país, crees que nuestro país tiene oportunidades. ¿Cuáles son los ejes de esa percepción?

EB - Voy a señalar algunos aspectos importantes de Uruguay. Decimos que "somos chiquitos", lo que nos asusta: "Nadie nos conoce..." Lo veo exactamente en forma opuesta: creo que es una maravillosa oportunidad.

Voy a dar un ejemplo. Hace unos 12 o 13 años, junto con un grupo de ingenieros en el área de la tecnología, uno de ellos muy conocido, el ingeniero Breogan Gonda, teníamos la idea de producir una tecnología para software que se exportara al mundo. En ese momento era una locura, una cosa imposible: "En Uruguay no se puede hacer cosas de tecnología".

Si nos hubiéramos convencido de que no se podía nunca hubiéramos hecho nada. Creo que ese es el problema que tenemos los uruguayos: nos convencemos de que no podemos y no hacemos. En ese momento, ya sea por inconsciencia o por lo que fuera, decidimos que sí se podía. Breogan Gonda y Nicolás Jodal hicieron un producto que miré, que otros miramos, en el que creímos. Empezamos a empujar e hicimos cosas que generaron -a partir de ese hecho- una corriente exportadora de productos de software y de servicios asociados con software que hoy en día es el doble en valor absoluto de lo que exporta Brasil, son U$S 80 millones. Es mucho más grande que otras exportaciones del país.

Nadie le pidió nada a ningún gobierno de turno, nadie pidió prerrogativa alguna: se hizo la visión, se la definición, se decidió trabajar mucho en la idea. Y si se piensa que es un milagro trabajar mucho teniendo las ideas claras es un problema, porque eso no es un milagro: es simplemente hacer las cosas. Hoy en día disfrutamos de esa posición.

Cuando yo propongo ahora multiplicar en los próximos dos años la exportación de tecnología por cinco, de repente la gente dice "¡Qué barbaridad!". Hace 12 años no existía ni la idea, hoy tenemos una base de conocimiento, tenemos 150 años de tradición universitaria en el país, no es poca cosa. Tenemos un conjunto de jóvenes preparados en áreas tecnológicas que son muy importantes y que nos dan la chance de ir a competir en cualquier lugar con los mejores recursos humanos. Usted se toma un avión -como lo he hecho durante años seguidos cuando trabajaba en Nueva York; de las cuatro semanas y media que tiene un mes tres estaba arriba de un avión recorriendo Latinoamérica y el resto del mundo-, va a Perú, a Colombia, a Venezuela, a México, a cada uno de los países latinoamericanos y encuentra software y gente uruguaya trabajando con base en Uruguay.

Le doy otro ejemplo: Banktotal es un software bancario uruguayo creado en esa época: finales de los 80, comienzos de los 90. La ventaja de que este país fuera chiquito fue que la empresa Larrobla & Asociados, que fabrica Banktotal se quedó sin clientes en Uruguay, vendió todo lo que pudo -hay 22 bancos- y tuvo que tomar una decisión: se quejaba, como escuché durante toda mi juventud, de que el problema de los empresarios uruguayos es que el mercado es chico, se quejaba de ese hecho que no podía cambiar, o tomaba una acción y se dedicaba a encontrar otros clientes. Los otros clientes están afuera y hoy Banktotal es uno de los software bancarios más reconocidos en Latinoamérica y lo que hace el señor de Larrobla es alquilar casas y apartamentos en forma temporaria, en los lugares a los que tiene que llevar un grupo de personas uruguayas a que instalen el software para transformar la actividad bancaria en el exterior. Y sigo.

EC - Sí: la lista puede continuar. Aquí mismo hemos ido conociendo a varios empresarios del sector de la informática que se han largado no digo a conquistar el mundo, pero al menos a salir de las fronteras del país, de ese corsé, y avanzar, en algunos casos avanzando mucho.

CARLOS MAGGI:
Recordaba la conversación que recién tenía con Baliño, yo le decía que actualmente se exporta más software que productos lácteos. Es una medida: uno piensa en las vacas y la leche y piensa que son la riqueza de este país bendito que tiene gramilla que crece sola. Pero hay otras gramillas que crecen solas y tal vez mejor, ésta es una de ellas.

Una vez tuve un problema informático y no sabía qué hacer. Estaba muy preocupado, llamé por teléfono a Nueva York a Baliño, a quien no conocía, y le dije "Me tenés que ayudar". El era gerente de IBM. Yo pensé, en todo el mundo, ¿quién me puede ayudar en esta? Este tipo, que es un fenómeno y es uruguayo. Lo llamé y me contestó en seguida: "Sí, por supuesto -y ofreció una cosa nunca vista:- en eso tenés que asociarte con IBM". Lo extraordinario es que lo hicimos y durante años trabajé en eso.

EC - ¿Cuál era el proyecto?

EB - Era el proyecto Redf@cil, hacer un servidor de Internet. Trabajé y además escribí sobre eso, me provocó que escribiera seis o siete meses nada más que de esto, hasta que harté a todos mis lectores en el país.

EC - Ahora están todos los integrantes de la mesa: han llegado Mónica Botero y José Claudio Williman.

Yo te preguntaba cuáles son las bases de tu optimismo. En las charlas que estás dando hablas, por ejemplo, de la calidad de vida, de la seguridad que Uruguay tiene como algunas de sus virtudes.

EB - Yo haría que durante dos años todos los uruguayos salieran a vivir en el lugar que elijan. Yo viví en Estados Unidos y conozco al detalle toda Latinoamérica. En Estados Unidos se puede vivir... hasta el 11 de setiembre era uno de los países más seguros del mundo, ahora ya no es tan así.

Nosotros no valoramos lo que tenemos, no nos damos cuenta de que vivir en una ciudad como Montevideo... Ojo, quiero aclarar una cosa: tenemos muchísimos problemas, pero si pensamos que ser felices es no tener problemas vamos a ser infelices durante toda la vida. Hay muchísimos problemas que hay que arreglar, tenemos que tomar acciones para arreglarlos en forma consistente. El ser humano tiene una energía finita y tiene que elegir dónde ponerla: si en la queja diaria, quejándose absolutamente de todo, o en las cosas que puede resolver y están en sus manos. Por eso digo que el 95% de la solución de los problemas están en las manos de los uruguayos.

Si nos vamos a quejar de lo que pasa en Argentina, si vamos a esperar a que se resuelvan los problemas de Argentina, nos vamos a seguir quejando. Si nos vamos a quejar de lo que pasa en el Mercosur porque Brasil no presta atención a ninguno de sus socios y hace lo que se le antoja, vamos a seguir esperando y quejándonos.

¿Qué cosas están bajo mi control? Hay muchas cosas bajo mi control. La realidad es que no nos damos cuenta de que además vivimos en un lugar privilegiado. En temas de seguridad basta mirar alrededor, no hay que ir muy lejos. En temas de calidad de vida también hay que mirar alrededor sin ir muy lejos. "El pasto del otro lado del alambrado siempre es más verde, más alto..." No es cierto: hay que ir al otro lado del alambrado, pasar al otro lado y ver que el pasto es de otro color del que quizás imaginamos que vemos, y por eso nos quejamos.

EC - Tú estás manejando el dato de que Montevideo venía compitiendo con Miami como sede para corporaciones diversas en sus regionales latinoamericanas. ¿Cómo es esto?

EB - Cuento lo que le pasa a una corporación. Las corporaciones grandes se generaron como multinacionales, empresas que trabajaban en muchas naciones, en cada una con su gerente general, su sistema de contabilidad, su sistema de administración de personal, etcétera. A medida que el mundo se globalizó y las empresas empezaron a necesitar bajar costos y ese tipo de cosas, no se podía tener 130 países con distintos sistemas de contabilidad que había que juntar en uno para hacer un informe anual corporativo. La tecnología ha permitido que uno consolide ese tipo de operaciones en algún lugar: si quiero contabilidad para Uruguay, Paraguay, Brasil, etcétera, podría concentrarla en un lugar, con un conjunto de gente muy buena que lleve la contabilidad de esa corporación para toda Latinoamérica. ¿Dónde poner ese centro con gente de alto nivel que maneje la contabilidad de Latinoamérica (y dije contabilidad por decir un área cualquiera)? La voy a poner en un lugar seguro, con buenas comunicaciones, donde haya gente capaz para hacerlo, donde haya un nivel cultural adecuado, donde la calidad de vida de los empleados sea buena, etcétera.

Uno miraba la región en busca de los lugares más lógicos para hacer este tipo de consolidaciones y veía que básicamente hay uno, Miami, donde se han generado todas las bases corporativas de las organizaciones para Latinoamérica. A partir del 11 de setiembre la cosa cambió un poquito.

El otro lugar que teníamos en Latinoamérica, que parecía razonable por su calidad de vida, por su nivel intelectual, por su ley de zonas francas para tener empleados extranjeros con determinadas regulaciones que permitieran, por ejemplo, que los bienes de capital no tuvieran ciertas imposiciones, con una comunicación adecuada con el resto de Latinoamérica, era Uruguay. Era fantástico.

Entonces, ¿qué vamos a hacer los uruguayos para capturar esa maravillosa oportunidad de desarrollar nuevos puestos de trabajo de alto nivel? Esa es una de las oportunidades de Uruguay.

WALTER CANCELA:
Seguía con atención lo que decía el señor Baliño. Realmente son cosas muy certeras y en la línea de lo que muchas veces hemos hablado aquí en La Tertulia. El está focalizando la cuestión en su área, la informática, la telemática y todo lo que se vincula a la tecnología de la información, por decirlo de alguna manera, pero hay otras áreas en las cuales Uruguay también tiene excelencia y es necesario desarrollar. Tal vez sean mucho menos espectaculares desde el punto de vista de lo que se ve hacia fuera.

EC - ¿Cuáles mencionarías?

WC - Por ejemplo, el diseño. Si uno se fija en algunas de las manifestaciones espectaculares del diseño, como el audiovisual, ve que Uruguay produce avisos para el mundo: no para pasar aquí en la televisión abierta que de repente ven 30.000 o 50.000 personas por día sino para pasar en el mundo (recuerdo el aviso de un auto que fue hecho en Uruguay y circuló por el mundo). Se producen "Los Tatitos"... Eso es materia gris, todo materia gris, todo creatividad, toda puesta de la educación, del capital acumulado en educación -algo que Baliño destacaba muy bien- al servicio de un nuevo producto, una vía de crecimiento económico.

Cuando estudiamos economía, hace muchos años, tradicionalmente se nos decía que las sociedades cuentan con tres grandes tipos de recursos: los naturales, el trabajo y los recursos de capital. Y hay un señor que administra esos recursos, los combina, los asigna y produce cosas. Ese señor es el empresario.

Pero un día vino un señor, que se llamó Schumpeter, y dijo "No, en realidad la calidad empresaria es efímera. Empresario es aquel que logra innovar, introducir algo nuevo, ya sea un nuevo recurso, un nuevo mercado, un nuevo proceso, un nuevo producto". Entonces empresario puede ser cualquiera: no es necesario que tenga la propiedad de una empresa para ser empresario. Muchas veces se ha confundido al empresario con el dueño de la empresa, lo que ha dado como resultado que se haya bloqueado muchos procesos de desarrollo porque los empresarios no pueden expresarse y los dueños de las empresas no son empresarios. Creo que en el fondo de todo esto, del éxito que se ve en estas áreas, hay empresarios en el sentido schumpeteriano.

En segundo lugar, hay un entramado, se va tejiendo un entramado: no es alguien que sale disparado como un cohete con una idea brillante y se corta solo, sino que se va tejiendo un entramado que capitaliza otros recursos a los que se mencionaba en la economía tradicional, como el capital humano que se va formando de muchas maneras, y el capital social, que tiene que ver con las relaciones entre la gente.

JOSÉ CLAUDIO WILLIMAN:
Quiero hacer un aporte. En 1965 gané una beca para estudiar economía en la Unión Soviética. Los profesores eran todos economistas de Gosplan, y recuerdo que uno planteó el problema del empresariado y la gerencia de empresas. Dijo: "La tragedia de la Unión Soviética es que hemos perdido una generación con la guerra, tenemos gerentes viejos y gerentes jóvenes. Por eso no podemos competir con Estados Unidos, porque nos falta una generación de gerentes". Siempre lo cuento en clase, porque los muchachos creen que ser gerente o empresario es solamente un problema capitalista: es un problema de la economía moderna o de otras más.

CM - Pienso además que el mundo se ha hecho incierto, violento y absurdo. Eso también cuenta y es muy curioso: cuenta que haya un lugar para el proyecto que sea estable desde el punto de vista emocional, político, cultural. Miramos lo que está pasando en Argentina y nos apretamos las solapas del saco para estar como abrigados para que eso no nos llegue. Eso que no queremos que nos llegue es una forma de inestabilidad cultural, la gente no sabe qué tiene que hacer ni respetar a los demás. Eso no sucede sólo en el hemisferio sur: en el hemisferio norte están sometidos al miedo generalizado; una situación muy fea y peligrosa, porque está derivando a una forma de derecha extrema. El hemisferio norte se está militarizando y derechizando de manera terrible. Y aquí estamos sueltos, en un país estable y quieto.

Por eso creo que Baliño no está loco del todo. Si tuviera que elegir un presidente de la República propondría a Baliño, que es un tipo joven y con empuje, que genera cosas nuevas.

JCW - Por lo menos habría que darle una audición permanente de este tipo, porque si no de repente desaparece por varios meses, lo que sería una barbaridad.

***

EC - Con Mónica Botero coincidimos en una pregunta.

MÓNICA BOTERO:
Soy un poquito menor en edad pero me siento muy cercana generacionalmente, porque además tengo amigos de alrededor de los 40 que creemos lo mismo que tú. Yo pensaba ¿qué le voy a preguntar a este hombre, si desde que comenzó la entrevista dice exactamente lo mismo que yo opino? Me está pasando una cosa casi de ventrílocuo. Tú nombraste a Gonda y Jodal, a quienes en la revista Galería de Búsqueda pusimos en tapa porque siempre nos interesó, nos fijamos como política destacar a la gente que hace ese tipo de cosas. Pero hemos tenido comentarios irónicos, muy uruguayos: "Ah sí, agarran a estos dos y no a los otros 200 pobrecitos que no han podido hacer nada, ni salir de Uruguay, o que se han tenido que ir del país". O a mi amigo Fernando Bracco, que está peleando desde un lugar bastante más difícil que la actividad privada para transformar una cantidad de cosas en las que creemos muchos sobre las posibilidades de Uruguay, las posibilidades de modernizarnos, sobre todo no como una empresa pública como la de él, sino modernizar nuestras cabezas. ¿Qué le voy a preguntar a este hombre si estoy de acuerdo con todo lo que dice?

Me pregunto, quizás por una cuestión generacional, lo que también se preguntaba Emiliano ahora: ¿qué pasa entonces aquí que no terminamos de arrancar? Seguramente muchos de los oyentes están pensando "Sí, bueno, pero tiene que ir a un mostrador un día, a una oficina pública, y las trabas lo van a ir matando de a poquito. Déjenlo que se quede un poquito más y vamos a ver si sigue eligiendo vivir en Uruguay".

EC - Esa podría ser otra pregunta: en estos primeros seis meses ¿cambió tu espíritu?

EB - Por definición hacer cosas es difícil, si uno quiere hacer cosas fáciles va a tener el sueldo que corresponde a una cosa muy fácil de hacer. Entonces por definición: cuanto más difíciles sean las cosas que uno tiene que hacer, mejor, conceptualmente -los trabajos, la calidad, el conocimiento-; cuantos más proyectos complejos enfrentemos, más oportunidad de tener prosperidad tenemos.

Hay que sacar todas las trabas burocráticas espantosas que hay en este país, sí. Pero son las que están. Yo puedo hacer dos cosas: ir siete veces a la misma oficina, no ir nunca más y no hacer el proyecto que quiero, o ir 70 veces, hasta pasar el escollo. Los obstáculos son las cosas que uno ve cuando aparta los ojos de la meta. Sí: hay mil trabas horribles y espantosas en el país que deberían caer en 32 segundos. Es insólito; cada vez que tenemos que hacer algo tenemos que pasar por 18 tamices... Es cierto, es horrible. Ahora: yo soy uruguayo y he vivido en otros países, en Estados Unidos, y esta burocracia también existe en Estados Unidos. Y hay que pasar por ella. Vaya a sacar una libreta de conducir en el estado de Nueva York: es terrible, diez veces peor que acá, y acá es horrible.

Tampoco me fui 35 años del país: esta vez me fui cinco, la otra tres, pero he estado yendo y viniendo; tampoco he estado tan lejos. Es cierto que hay un montón de cosas que debemos resolver internamente, y hay que pelear por ellas. No puede ser que tengamos el peso del Estado que tenemos; es una locura; la nafta más cara del planeta... esas barbaridades que no podemos tener. Pero esos también son datos del problema. ¿Qué hago? Los uruguayos estamos esperando que alguien resuelva todo para hacer algo. Por ejemplo, estamos esperando que el mercado chico sea más grande. ¿Cuántas veces lo escuchamos? "El problema de Uruguay es que el mercado interno es chico". Por definición es chico, y no lo podemos decir más de una vez.

WC - Pero no es chico para todo el mundo, porque hay gente que lo ha agrandado.

EB - Si el mercado uruguayo es chico y esa es la razón por la que no podés trabajar, y te aferrás a ese problema, y gastás toda tu energía en quejarte de eso en vez de hacer lo que tenés que hacer, nunca vas a hacer nada. Si pensamos que no hay ninguna oportunidad en el futuro y nos convencemos de eso, no vamos a hacer absolutamente nada. Si estamos pensando que el problema es el Mercosur, y esperamos que el Mercosur se arregle, otra vez estamos tirando la pelota para allá y que alguien arregle. Estamos esperando que el gobierno haga algo para hacer algo. No podemos esperar a nadie. El mundo no espera al Uruguay; nadie espera al Uruguay. La gente piensa que el Uruguay es el centro de algo y no: lo tenemos que construir como centro de algo. Y creo que es un problema de formación mental que tenemos.

Antes de entrar comentábamos: en la escuela nos dicen que este país tiene 187 mil kilómetros cuadrados, su territorio es 95% arable, suaves pendientes, ondulado, un clima privilegiado, 700 kilómetros de costa sobre un estuario único en el planeta, maravillosas playas sobre el Océano Atlántico, tenemos todos los maravillosos derechos que puede tener un ser humano en la Tierra... En la escuela en ningún momento hablamos de obligaciones. Vamos a Singapur en la misma situación, al mismo niño en la escuela: "Muchachos, somos una roca; no tenemos nada; somos una piedra en el medio del océano. Si no construimos todos los días nuestro futuro, nos vamos a hacer puré". Marcada diferencia.

Creo que lo que nos pasa es eso: estamos esperando que alguien nos resuelva el problema. Y cuando aparece este señor de "Los Tatitos" (el otro día lo escuché), todo el mundo le decía que no se podía hacer lo que él quería. Cuando apareció lo de Gonda todo el mundo le decía que estaba loco, que no se podía. Cuando aparece un señor que tiene esturiones en el Río Negro le dicen que está loco, que no se puede. ¿Y qué hizo? Hizo como el pelícano: según todos los estudios aerodinámicos que hacen todos los ingenieros, etcétera, el pelícano no puede volar. El único problema es que el pelícano no lo sabe, y vuela.

(Risas)

EC - Entonces ¿es un problema de mentalidad, un problema cultural?

EB - Uno puede ir un poco más al detalle. ¿Por qué a algunas empresas les va bien? Hoy en día, en este país, hay empresas a las que les va muy bien. No lo dicen, porque "queda feo". Pero hay gente a la que le va muy bien, y hay gente a la que lamentablemente le va muy mal. ¿Por qué a algunos les va muy bien? ¿Por qué tienen chance de que les vaya bien? Generalmente, por la calidad de la gente que tienen. Y la calidad de la gente se basa en ciertos modelos de comportamiento de las personas. Yo tengo 22 años de gerente y, si la miro durante un tiempo razonable, le puedo decir si tiene chance de tener éxito o no. Y eso se basa en su actitud, en su comportamiento.

EC - ¿Cómo se cambia la actitud de quienes no tienen ese talante frente a los proyectos que emprenden, las actividades que deben desarrollar?

EB - Lo primero es que no todas las actitudes de todas las personas pueden ser cambiadas. Tenemos que aceptar que hay gente que no va a cambiar nunca, no la vamos a poder cambiar, y no vale la pena que gastemos energía. Pero hay otras personas que entienden cuáles son las actitudes necesarias para tener éxito, que para mí son cuatro:

Tener una actitud positiva, porque el tipo positivo es el que mira al futuro en forma mejor al presente, y desarrolla una idea para hacer cosas al respecto; no gasta su energía en "la pálida" sino en las cosas que puede resolver. La actitud positiva tiene un valor económico, porque quienes ven el futuro mejor son los que se arriesgan e invierten. Es increíble: la actitud positiva tiene un valor genuino que se puede cuantificar.

La segunda es una actitud de equipo, cosa que en este país cuesta mucho. Actitud de equipo es hacer un sacrificio individual para que el equipo gane. Por eso, si bien en este país hay muchos voluntarios haciendo un montón de cosas, hay mucha gente que no lo hace. Vos hablaste recién de capital social: la asociatividad resuelve un montón de conflictividad que existe y los pleitos se resuelven por ese mecanismo. La gente necesita esa actitud de sacrificio para que al grupo le vaya bien, y eso es fundamental en las empresas.

La tercer actitud es la mejora continua. Si la gente piensa que el futuro es una prolongación del pasado, le erró. Las ventajas competitivas que tenemos hoy no van a ser las de mañana. Como las ventajas que tenemos hoy no son las que tuvimos ayer. Si uno mira al futuro como una prolongación del pasado, padece un error conceptual grave y la única manera de evitarlo es que los individuos entiendan que la única forma de construir futuro es mejorando ellos en forma individual cada día. Esta es una responsabilidad individual: cada persona debe saber qué tiene que hacer para que mañana sea mejor que ayer.

Y la cuarta actitud es sentirse dueño de su futuro. Es el 95%. Thomas Alva Edison de pronto es el mejor ejemplo: el tipo encerraba a sus colaboradores en su laboratorio para que probaran los filamentos; nos los dejaba ir a la casa. Y cuando lo entrevistaban le decían "Usted tiene talento infinito". Y él respondía: "No: cualquier proyecto que usted encare en la vida, este como cualquier otro, tiene tres ingredientes: sudor, talento y suerte. Pero se mezclan en distintos porcentajes: 85% es sudor, 10 % es talento, y 5% es suerte". Ese 95% es el que está en nuestras manos.

MB - Me quedaba una pregunta de hoy respecto a los 70 inconvenientes a los que una persona talentosa, emprendedora y con actitud positiva se puede encontrar, por ejemplo, en la burocracia uruguaya (que es de lo que más he visto que se queja gente que viene del exterior con gran ímpetu, gran entusiasmo, y termina volviéndose; o gente que se termina yendo porque siente que son tantos los escollos para lo que quiere concretar, son tantas las energías que gasta ahí, que opta por irse). El tema es que, como decías tú respecto a la libreta de conducir de Nueva York, cuando llegan a Nueva York se dan cuentas de que ahí también hay escollos y las cosas no son tan fáciles. Ahí también hay dos caminos: algunos se vuelven a clavarse puñales por el resto de su vida, porque saben que acá o allá todo es imposible, pero hay muchos que se quedan peleando allá. ¿Por qué allá eligen sacrificarse, toparse con los escollos y tratar de superarlos, y capaz que acá abandonaron? ¿Cuál es la diferencia?

EB - Para mí hay también allí un tema cultural. Si uno para un americano promedio de una calle y le pregunta "Si usted hace algo, ¿algo va a cambiar?", la respuesta es "Sí", y por eso la "Asociación del Pajarito Verde" y no sé qué, hacen convenciones, vuelan a reuniones... Por eso hay toda esa sociedad, y eso es capital social: la asociatividad que tienen para resolver el problema minúsculo de vaya a saber qué, y hay convenciones, eventos y lo que fuere, porque la gente cree que si hace algo, algo va a cambiar. Uno viene de ahí y de México para abajo le pregunta a un individuo "Si usted hace algo, ¿algo va a cambiar?". Y la respuesta es "¡No!". Se convenció de que no importa lo que haga, nada va a cambiar. Y una vez que uno se convención de esa cosa espantosa, no hace nada. Esa es la diferencia. Creo que nos tenemos que convencer de que, si hacemos cosas... Lo que decía sobre la actitud número cuatro: ser dueños. Los únicos que vamos a cambiar al Uruguay somos los que estamos acá. Esta mañana fui al puerto y al aeropuerto y no vi que vengan tres millones y medio de japoneses a relevarnos durante dos o tres años para que tomemos nuestro sabático, ellos resuelvan todos nuestros problemas y nosotros volvamos cuando esté todo arreglado, y vivamos felices y contentos con un futuro determinado, claro, maravilloso, definido. Eso no existe. La realidad es que este es nuestro país y los tipos que deben cambiar a este país somos nuestras generaciones, los que estamos acá, y a mostrar a nuestros muchachos jóvenes que somos capaces de hacer algo. Yo no quiero que mis hijos me digan "¿Qué hacías vos cuando tenías 45 años? Mirá, ahora me tengo que ir".

WC - La razón de que somos nosotros quienes debemos cambiar al país es que el país somos nosotros: no es el territorio. Por eso, aunque vengan tres millones de japoneses, ya no sería este país sino otra cosa.

Coincido totalmente con que el 95% de las posibilidades de éxito están en nuestras manos: o cambiamos nosotros o no nos cambia nadie. Y a las trabas que existen las pusimos nosotros, así que las podemos sacar nosotros.

CM - Otro elemento a tener en cuenta es que nadie hace las cosas porque sí ni gratuitamente. Los grandes sacrificios y los grandes hechos suceden cuando son necesarios. Este país, mal que bien, ha gozado de una vida fácil. Con defectos, con carencias, pero siempre de manera holgada. Yo a veces escribía muy enojado, después tomaba por la rambla cuando venía de Las Toscas a Montevideo, los veía en la playa, y me decía "Yo soy un imbécil. Tan contentos, están bien, ¿qué hago yo enojándome por lo que está pasando?". Eso es importante porque tengo la sensación de que se empieza a tocar fondo, y que esto que estamos diciendo va a ser muy contagioso, porque se hace o pasan cosas graves: estamos viendo el final de la película en Buenos Aires, como dijo (el periodista de Búsqueda) Nelson Fernández. Es decir: no vimos la película todavía, pero el final está en Buenos Aires, ahí lo tenemos. Se puede evitar, pero si se hace algo.

CW - Un historiador nuestro que a una de las características negativas del Uruguay la llamaba "el espíritu de facilidad". Las cosas se hacían si son fáciles, y si no, no. Eso lo acuñó para nuestra generación.

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Transcripción: María Lila Ltaif y Jorge García Ramón
Edición: Jorge García Ramón








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