El déficit "no se reduce sólo cortando el gasto"
Economista
Daniel Olesker: "Las medidas adoptadas en Uruguay no van a
tener un efecto importante y van a significar una pérdida
real de poder de compra en los sectores más débiles
de la sociedad, que en muchos casos además están endeudados
en dólares".
EN PERSPECTIVA
Lunes 07.01.02, 08.42.
JULIO VILLEGAS:
Estamos ahora en comunicación con el economista Daniel Olesker,
asesor del doctor Tabaré Vázquez y del PIT-CNT. ¿Cuál
es su punto de vista con respecto a lo que ha ocurrido en Argentina,
su repercusión en Uruguay a partir de las medidas del viernes
y lo que puede venir?
DANIEL OLESKER:
Mi primer comentario es que, a diferencia de lo que se ha hecho
en Argentina -una devaluación de la moneda acompañada
de otra serie de medidas vinculadas al resguardo de los deudores,
y por otro parte algunas otras medidas, no muy importantes pero
medidas al fin, de apoyo productivo- en el caso uruguayo se ha anunciado
sólo una medida cambiaria.
Por lo tanto,
tenemos dos grandes preocupaciones. Por un lado van a caer los salarios
reales. Esto es una cuestión muy lógica: hay que recordar
que los salarios se ajustan normalmente el 1º de enero en el
sector público y en un porcentaje pequeño del sector
privado; la mayoría del sector privado no tiene convenio
y por lo tanto no tiene ajuste, pero aún ajustando el 1º
de enero lo hacen por la inflación del año pasado.
Este año la devaluación va a traer -en mi opinión
mesuradamente, pero la va a traer- inflación, por lo cual
el primer impacto seguro de esta medida que se tomó el viernes
es la caída del salario real.
JV - En el escenario
previo a los anuncios del fin de semana ya se hablaba de cierta
intención del gobierno de no acceder a las aspiraciones de
los sectores de trabajadores públicos.
DO - Sin duda.
En el caso de los trabajadores públicos ya se anuncia una
congelación de salarios para el año; en el sector
privado, salvo para los que tienen convenio -que está ajustado
a la inflación del año 2001-, hay una congelación
de hecho: hay sectores de trabajadores que hace dos o tres años
no reciben ajustes de salario.
Uno podría
decir que esta devaluación, en la medida en que mejore la
competitividad, va a traer aparejada la creación de empleo.
Esa sería la contrapartida: peor situación para los
trabajadores ocupados pero nuevos empleos para los desocupados.
Pero eso depende de que se tome algunas medidas complementarias;
en mi opinión no alcanza con la devaluación, que fue
básicamente una medida defensiva para por lo menos amortiguar
el efecto que va a tener en los mercados internacionales el aumento
del dólar en Argentina. Para los exportadores de lácteos,
de arroz, de carne, el impacto de la medida argentina va a ser muy
duro, entonces la medida es básicamente defensiva. Por lo
tanto en cuanto a esa segunda parte de la cuestión -que esto
empuje a la reactivación y con ello a la creación
de empleo- dudo que se consolide en este contexto, tomando medidas
exclusivamente cambiarias y defensivas. Por lo cual, mi impresión
es que las medidas que se tomó no van a tener un efecto importante
y van a significar una pérdida real de poder de compra en
los sectores más débiles de la sociedad, que en muchos
casos además están endeudados en dólares.
Las empresas
que venden al mercado interno venden en pesos y compran insumos
o tienen deudas en dólares; van a ser muy perjudicadas. En
realidad el nuevo esquema del año 2002, con esta devaluación,
va a ser fundamentalmente beneficioso para exportadores y tenedores
de depósitos en dólares, perjudicial para las empresas
que trabajan para el mercado interno, y básicamente perjudicial
para trabajadores y jubilados.
JV - El economista
Michele Santo nos decía hace un momento que la inflación
que provoque la devaluación quizás no se dispare más
allá del 10%, aproximadamente, habida cuenta de la situación
recesiva que vive el país. ¿Usted comparte esa opinión?
DO - Sí,
esa es mi opinión. Yo hice algunas estimaciones que me daban
entre 8% y 12% para el año 2002. Pero no sólo por
la situación recesiva, sino porque creo que en el caso uruguayo
también influye que hay una fuerte concentración de
quienes toman las decisiones sobre los precios. Pensemos que entre
el presidente de la República, que define las tarifas públicas
y la cuota mutual -que se fijan por decreto del Poder Ejecutivo-
y las dos o tres grandes cadenas de supermercados que fijan los
precios de los alimentos, tenemos muy concentrada en dos decisores
la evolución de precios. Creo que en un marco recesivo y
con tanta concentración es posible que haya un arrastre inflacionario
menor al que hubiera habido en otras condiciones, como las que hubo
en 1984.
JV - ¿Qué
piensa usted que puede hacer el gobierno para mantener, como ha
dicho que es su propósito, el déficit fiscal en 2,5%
del PBI?
DO - El déficit
fiscal es el resultado de dos variables: gasto público e
ingreso público. Mi impresión es que si siguen tomando
medidas fundamentalmente de ajuste de gasto, sin tomar medidas de
reactivación de la producción, la capacidad de bajar
el déficit es muy pequeña. El déficit fiscal
se reduce estructuralmente en la medida en que la economía
se reactiva, porque los ingresos dependen mucho de la reactivación.
En un país donde el IVA más el Imesi -ambos impuestos
al consumo, a las ventas- son el 70% de la recaudación, ésta
mejora cuando la economía se reactiva. O sea que no comparto
la idea de que el déficit fiscal deba ser la preocupación
inmediata de la política económica: la primera preocupación
debe ser el crecimiento económico. Como añadidura,
en la medida en que la economía crezca y crezcan los ingresos
tributarios, el déficit fiscal va a mejorar. Si se lo encara
como un fenómeno puntual y no como un resultado, no se va
a lograr nunca el objetivo de bajarlo.
JV - En Argentina,
al menos en los enunciados, se habla de un cambio de modelo, de
pasar a una economía que mire con mucha más atención
al sector productivo, fortalecer a la industria, promover el consumo
y la demanda. ¿Usted avizora que aquí puede ubicarse
al gobierno en una posición similar, o al menos que en estas
circunstancias pueda pensar en un aumento de la actividad productiva
en detrimento de otros sectores beneficiados en el actual esquema
político de nuestro país?
DO - En Argentina
los anuncios parecen ser claros, pero ese país nos tiene
bastante acostumbrados a anuncios que luego no se concretan; de
modo que hay que ver qué pasa. En el caso uruguayo, como
ustedes informaban más temprano, en el año 2001, con
una plena recesión económica que llevó a quebrar
a un número muy importante, que se estima entre 20% y 30%
de las empresas instaladas, el sistema bancario ganó U$S
110 millones, algo que no logro comprender. Es decir: logro comprenderlo
desde el punto de vista conceptual, pero parece ilógico que
en un país con 250 mil desocupados, con empresas quebrando,
haya un sector de la actividad que no crea bienes sino que simplemente
intermedia entre depositantes y solicitantes de crédito y
gana U$S 110 millones en el año. Al mismo tiempo, también
el comercio importador ha sido muy beneficiado por el abaratamiento
del valor del dólar. No creo que estos sectores -banca y
comercio importador- ahora vayan a empezar a tener menor peso: esta
devaluación es defensiva y no va a haber grandes redistribuciones
de la riqueza desde el sector financiero o comercial hacia el productivo.
No lo veo ni como una perspectiva ni como voluntad del gobierno
de tomar medidas en esa dirección.
JV - Usted ya
adelantaba su opinión respecto a lo que va a suceder con
los salarios públicos: seguramente se planteará una
congelación para el presente año. Hoy se anuncia que
existiría intención del gobierno de poner en práctica
una idea que la Presidencia ya había manejado en octubre
del año 2000: congelar los sueldos más altos de la
administración pública, quizás por la vía
de aplicar un aumento al Impuesto a las Retribuciones Personales
en ese sector. ¿Se ha oído algo de eso?
DO - Esto se
ha hablado mucho, incluso el senador Larrañaga ha presentado
un proyecto al Parlamento. En su momento, la central sindical fue
consultada al respecto y entendió que si bien era un proyecto
parcial y no abarcaba el conjunto de los grandes tenedores de ingresos,
era positivo en cuanto a su concepción, que era gravar con
un poco más de impuesto los sueldos por encima de 30 Salarios
Mínimos en el sector público y volcar ese ingreso
a cuota mutual para los docentes, salarios para Salud Pública
y la Policía.
JV - ¿Daría
recursos importantes esa fórmula?
DO - Un 10%
adicional sobre los salarios mayores a $ 30.000, entre el sector
público y el privado -no tengo la información desglosada-,
puede dar alrededor de U$S 50 o 60 millones, lo cual es una cifra
importante. En ocasión del proyecto de Larrañaga escuchamos
la opinión, por ejemplo, del senador Alejandro Atchugarry
(del sector del presidente Batlle), y la idea del gobierno era poner
este impuesto a los salarios más altos, pero no para redistribuir
hacia los salarios más bajos sino simplemente para ahorrar
y reducir el déficit fiscal. En ese caso, si es solamente
para ahorro, no tendría sentido: sí lo tendría
como mecanismo de redistribución, para volcar los recursos
al 50% de asalariados que gana menos de tres salarios mínimos.
JV - ¿Qué
aconsejaría usted al equipo económico de gobierno,
para amortiguar la situación planteada en los últimos
tiempos?
DO - Es muy
difícil aconsejar sobre instrumentos -porque en definitiva
lo que hace el gobierno es manejar instrumentos para hacer política
económica- cuando hay una concepción tan diferente
del modelo. No me imagino pensando en los instrumentos de política
económica, si hay que devaluar un poco más o un poco
menos, porque tengo una concepción diferente de la economía.
Para mí los tres problemas centrales que habría que
atacar en lo inmediato -que van en una dirección bastante
contraria a la lógica del razonamiento- son: aumentar la
inversión pública para por esa vía generar
un importante aumento de puestos de trabajo, tanto de manera directa...
JV - ¿No
hay pérdida de reservas con ese criterio?
DO - No. Puede
haber uso de reservas como también apuesta a ingresos futuros.
Estoy hablando de inversión pública, no de gasto público,
que supone la generación de empleo, aportes a la seguridad
social, IVA, Imesi, que van a apuntar a la recuperación.
En segundo lugar
hay que bajar la tasa de interés. Ahora se habla incluso
de subirla nuevamente, pero yo creo que hay que reducirla. Hoy hablábamos
de las abultadas ganancias del sistema bancario: hay margen para
bajar la tasa de interés.
En tercer lugar
imaginaría algunas cosas que el presidente Duhalde ya anunció
en Buenos Aires: algunas medidas de protección a las importaciones
de fuera de la región; incluso en el país vecino se
habla de cierre de importaciones para algunos rubros de producción
nacional.
En ese plan
-inversión pública, baja de la tasa de interés
y algunas medidas de protección a las importaciones de fuera
de la región- me imagino las cosas que habría que
hacer para proteger a los trabajadores, a la producción nacional
y a los que venden en el mercado interno que, en mi visión
de la economía, son quienes deben dinamizar la economía
nacional.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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