Mientras se achica el déficit, continúa la reforma
del Estado
Ruben
Tansini (CEPRE): Se ahorró U$S 35: netos por tercerizaciones,
en actividades que no tenía por qué desarrollar el
Estado, ni siquiera como parte de su propia función pública.
A ello se suma el ahorro por compras, y ahora las licitaciones:
de 300 por año (que ya estaban "arregladas" entre
los supuestos competidores) el MSP pasará a llamar solo a
una, y en esta sí tendrán que competir.
EN PERSPECTIVA
Jueves 24.01.02, 09.00.
JULIO VILLEGAS:
El tema de estos días en Uruguay es la reducción del
déficit fiscal, una de cuyas herramientas sería el
ahorro del gasto público. Estamos a la espera de los anuncios
del ministro de Economía, Alberto Bensión, algunos
de los cuales ya definió en trazos generales y esta tarde
va a complementar en la esperada reunión con los legisladores
de la coalición de gobierno (Partido Colorado y el Partido
Nacional). En esa oportunidad dará a conocer los detalles
del ajuste fiscal que incorporará algunos nuevos impuestos,
algunos de los cuales ya se conocen en términos generales,
y las medidas de ahorro del gasto del Estado, entre otras cosas
la venta de inmuebles, por ejemplo los que comentábamos más
temprano con el presidente del Banco de Seguros del Estado, y que
ya habían sido mencionadas en la anterior comparecencia de
Bensión al Parlamento.
Pero hay un
tema de fondo que es la reforma del Estado, la manera de abatir
el gasto del aparato del Estado y hacerlo más eficiente.
Una reforma del Estado que está en la agenda desde hace años.
Para saber qué
se ha logrado hasta el momento y cuáles son las expectativas,
nos acompaña el director del Comité Ejecutivo para
la Reforma del Estado (CEPRE), economista Ruben Tansini.
Llevamos ya
varios años de funcionamiento del CEPRE, que fundamentalmente
ha enfocado su labor hacia un primer objetivo: la reducción
de la abultada plantilla de empleados públicos.
RUBEN TANSINI:
Exactamente. Hablamos de dos etapas. Una primera en la que el elemento
central era la reducción de la plantilla y del gasto que
por esa vía se generaba, al mismo tiempo que se orientaba
al Estado al servicio del ciudadano. O sea que implicaba una reforma
de los organismos del Estado por un lado, con la reducción
del gasto que ello implicaba, y buscaba una mayor eficiencia del
mismo.
A veces esto
se conoce poco y es importante señalarlo, dado que los dineros
públicos son los dineros del ciudadano. Valdría la
pena hacer un rápido racconto de lo que fue esa primera etapa
de la reforma, desde 1995, lo que significó en cuanto a ahorros
y cómo se hizo.
Una primera
cosa a señalar es que el Estado contrae un préstamo
del BID por U$S 105 millones, con cinco años de gracia, a
pagar en 15 años y con una tasa de interés muy baja.
Ese dinero estaba destinado a buscar la salida de los empleados
que por voluntad decidieran irse. Esta es otra característica
de la reforma del Estado, sabemos muy bien que por prácticas
y por razones jurídicas la permanencia de los funcionarios
públicos no es una decisión del empleador en la mayor
parte de los casos.
JV - Estamos
hablando de estímulos para el retiro.
RT - Exactamente.
Esos estímulos tenían por lo menos dos características:
estaban los que se estaban por jubilar y los que estaban dispuestos
a retirarse de la actividad pública e insertarse en el medio
privado, ya sea como empleados o generando nuevos emprendimientos.
Ese contexto global que se inicia en 1995 y siguió su curso
prácticamente hasta el año pasado, ha llevado a una
reducción de la plantilla del personal del orden de 12.110
funcionarios, que eligieron retirarse en cualquiera de los dos regímenes
mencionados.
JV - Dentro
de una cifra total...
RT - Estamos
hablando solamente de la Administración Central, no de las
empresas públicas.
JV - ¿De
qué cantidad de funcionarios estamos hablando?
RT - Estamos
hablando del entorno de 150.000, 140.000 funcionarios públicos
al comienzo; las intendencias no se incorporan a este proceso. Si
incorporamos toda esa estructura -intendencias, empresas públicas,
entes- el año pasado las cifras nos daban 242.000 funcionarios
públicos.
JV - El préstamo
del BID abarca entonces solamente a la Administración Central,
de la que se ha logrado sacar el 10%.
RT - Exactamente:
tuvimos un 10% de reducción de la plantilla. El objetivo
era menor, pero el programa y su organización fueron muy
exitosos.
Lo importante
es la contrapartida: como economista le digo que si uno pide un
préstamo lo que tiene que lograr es no sólo poder
pagarlo con los ahorros que genera, sino que además dé
un excedente positivo. Eso pasó en ese período: en
esa reestructura se ahorró alrededor de U$S 103 millones
por año, de los cuales los ahorros netos para el Estado están
en el orden de los U$S 35 millones. Es un ahorro permanente: no
se gasta más. Quiere decir que el préstamo del BID,
con cinco años de gracia, se pagó prácticamente
en tres años con los U$S 35 millones que se ahorran por año.
El resto es ahorro neto del Estado. A eso los economistas lo llamamos
un muy buen negocio, porque obviamente la "rentabilidad"
que deja es una reducción neta muy importante, una vez pagado
el préstamo.
Pero dejó
otro resultado, que también es muy importante señalar.
A partir de un marco legal y de la reorientación de la función
del Estado al servicio del ciudadano, condujo a una reestructura
interna de los criterios, tomando en cuenta que muchos funcionarios
habían sido declarados prescindibles y, lo que no es un detalle,
forzó a que la propia administración identificara
prescindibilidad de funciones, que podía prescindir de hacerlas.
Sería muy interesante que hiciéramos esto en todos
los ámbitos, porque probablemente conduzca a mayores ahorros,
y que lo sigamos haciendo continuamente.
Hay otro dato.
Aparte de los U$S 35 millones de ahorro neto se identificó
una serie de actividades secundarias que no tenían por qué
ser desarrolladas por el Estado, aun en su propia función
pública. Creo que se denominan funciones de apoyo.
JV - ¿Algún
ejemplo?
RT - Funciones
de limpieza, de apoyatura puntuales... Por ejemplo en algunos sistemas
informáticos que se contratan afuera, por ejemplo en el Ministerio
de Transporte y Obras Públicas, realización de tareas
ligadas a la vialidad, hechas con los propios ex funcionarios que
conformaron empresas por fuera del aparato público y concursaron
por la posibilidad de realizar actividades que normalmente realizaba
el propio Estado.
Eso significó
una reducción del Estado directo de U$S 18 millones adicionales.
En este caso no se trata de un ahorro permanente del Estado porque
son actividades desarrolladas por la actividad privada; por ejemplo
muchas de las actividades del Ministerio de Transporte hoy son desarrolladas
por empresas constituidas por los propios trabajadores de ese ministerio,
y otras ligadas a peajes. Son elementos que hemos visto, que a veces
parecen menores en el proceso de reestructura pero significan ahorros
importantes y mejores formas de control de la actividad.
Uno de los elementos
centrales es saber qué tengo que hacer para poder hacerlo
mejor, cuando uno sabe que determinada empresa tiene determinada
responsabilidad el control también es mejor. Además
uno tiene la posibilidad de, si no cumplió, decidir que el
año siguiente venga una empresa que sí cumpla.
Ahora, suponiendo
que hemos llegado a un nivel razonable, sobre esa base comienza
la etapa siguiente: cómo se gasta y que se gaste bien. Para
eso lo primero es saber cómo se gasta, quién gasta
y en qué. El problema que tenemos hoy es que probablemente
el tema de la Administración Central no sea ni siquiera de
recursos sino de cómo se los usa. Para eso es fundamental
la transparencia y el seguimiento del gasto: tenemos que saber cuánto
nos cuestan las acciones del Estado. Tenemos que saberlo para poder
decidir, además es parte del ejercicio democrático.
Hoy es fundamental
para el Parlamento, para el legislador: no sólo decidir si
intuitivamente es importante la salud, la educación, la defensa,
etcétera, sino cuánto nos cuestan los productos que
las generan; cuánto nos cuesta educar a un niño y
por qué en algunos lados nos cuesta más que en otros.
Sobre esa base se podrá tomar decisiones para reorientar
el gasto y exigir eficiencia. Para ese capítulo lo central
es la transparencia.
JV - Para esta
segunda etapa ¿se ha previsto gestionar alguna asistencia
financiera a nivel internacional, como en el caso anterior?
RT - Sí,
por supuesto, con las mismas características. En el presupuesto
está la posibilidad de endeudamiento por U$S 150 millones
con ese objetivo. Esos dineros no se van a usar para esto, sino
que significan un ingreso al Estado para cubrirse de los gastos
potenciales que la reestructura signifique. El programa de reforma
del Estado no va a gastar ese dinero directamente pero si, como
consecuencia de algunos cambios en la forma de recaudación
ésta cae, el Estado los va a afrontar con ese dinero. Pero
esos U$S 150 millones no son el costo del proceso, ni mucho menos.
Al contrario, al costado de este préstamo hay lo que se llama
la cooperación técnica, de U$S 1:5, que va a financiar
los costos que genere la actividad para transformar.
JV - ¿Por
dónde empieza ese estudio: por algún ministerio en
particular o por todos al mismo tiempo?
RT - Por todos
simultáneamente. Aquí hay dos o tres componentes fundamentales:
la transparencia y la identificación del gasto.
Lo primero que
tenemos que conocer es lo que tiene que ver con las compras del
Estado: a partir del 1º de marzo va a ser obligatorio, con
criterios de información en la primera etapa, que las licitaciones
públicas se publiquen en un solo lugar, en Internet, para
todos los organismos públicos. El decreto atiende a la Administración
Central, pero se recomienda que las empresas públicas también
lo hagan. No sólo las licitaciones deberán estar publicadas,
sino también los resultados de las mismas. Eso va a permitir
que todos podamos saber por qué compra el Estado, a qué
precio, para qué y a quién; esto último no
es un detalle menor en el contexto de la transparencia.
Hay otro elemento
que nos preocupa: sabemos que del 80 al 85% del gasto de la Administración
Central son salarios. Hay que identificar cuánto ganan los
funcionarios públicos y cuánto se gasta por sección,
por los niveles de desagregación mayor.
JV - Los sueldos
han sido publicados.
RT - Sí,
pero no sólo nos interesan los sueldos: también nos
interesa el horario de trabajo. Ya que queremos saber cuánto
nos cuesta cada producto y el grueso del costo es salarial, queremos
saber -es el objetivo del gobierno en ese sentido- cuánto
cobran, dónde están asignados, qué tareas realizan
los funcionarios. Y, sobre todo, que cada unidad ejecutora identifique
cuántas personas están destinadas a producir cada
producto determinado. Eso va a permitir comparar.
En mi opinión,
es un elemento central de la democracia tener la información.
Las decisiones serán tomadas por quien tenga que tomarlas,
que tendrá su propio ranking de prioridades, pero lo difícil
es tomar decisiones cuando no se tiene información. Por ejemplo
en la Rendición de Cuentas, qué se hace con el Presupuesto.
Todos sabemos que el Presupuesto es quinquenal, que se aprueba una
sola vez. El objetivo de la Rendición de Cuentas debería
ser que los órganos públicos rindieran cuentas sobre
lo que han hecho con el dinero que se les ha asignado para una tarea
específica. Lo que le importa al legislador es que el dinero
que se destinó a un hospital para atender 3.000 pacientes
haya tenido ese tenido ese destino: que se haya atendido a los 3.000
pacientes, y que se haya hecho bien. El mecanismo de Rendición
de Cuentas sería muy interesante si ése fuera el mecanismo;
pero se convirtió en otra cosa, no hay esa información.
JV - Más
bien de ajuste presupuestal, asignación de recursos.
RT - Exactamente.
Desgraciadamente no está la información de base para
tomar decisiones.
JV - ¿Cómo
ve, desde el CEPRE, casos como el que se está planteando
en estos días, que una repartición del Estado aspira
a desarrollar servicios que otra repartición paga a terceros,
como el de UTE con el Correo? En estos días, el Correo planteaba
la aspiración de hacerse cargo de la distribución
de facturas de UTE. Ésta dice que no, incluso cuestionando
la eficacia del instituto postal basándose en algún
caso anterior. ¿El CEPRE interviene, estudia el caso para
hacer sugerencias o aconsejar qué actitud asumir?
RT - Entre las
funciones adicionales que tenemos están las ligadas a evaluar
las regulaciones para permitir la competencia, sobre todo para favorecer
la competencia de privados, en algunas áreas en que participa
el Estado y en otras donde no participa. Sin tener mucha información,
mi opinión es que debería ser un tema de costos: si
es más barato hay que contratar. Es más, no creo que
sólo deba regirse por el Correo, que si bien es de propiedad
pública funciona en el ámbito privado, o sea que es
-o debería ser- una empresa más. Eso podría
entrar en la visión de lo que son las actividades no centrales,
por ejemplo la que desarrolla la distribución de recibos.
Si UTE, Antel o quien fuera desarrollan la actividad y es menos
costosa que la que le ofrecen los privados, me parece bien que lo
hagan: no hay una razón de principios. Lo interesante es
abrir la competencia.
JV - Costos
y calidad.
RT - Exactamente.
Nos hemos acostumbrado a que la calidad es un elemento secundario,
somos muy poco exigentes como consumidores; eso es lo terrible de
nuestro contexto y depende sólo de lo chicos que somos. Hemos
aceptado las reglas de la no competencia y somos cómplices
de la no competencia al no exigir calidad y no seleccionar por calidad.
Eso nos conduce a aceptar los niveles más bajos.
Hace poco escuché
decir a un legislador que en definitiva teníamos que cerrar
el país para decirle a la gente que los precios suben y que
si hay un único bien no importa que sea de mala calidad porque
el ciudadano uruguayo va a terminar comprándolo. Es la peor
de las hipótesis, una de las razones de abrir a la competencia
es primero bajar los precios, que no es un detalle, y segundo que
el consumidor elija. Si aun de esa forma promovemos la industria
nacional, en realidad el que está pagando la industria nacional
es el ciudadano, con mayores precios. Le reducimos su ingreso real.
Nuestra tarea es promover la competencia y revisar las reglas que
larga el Estado y las propuestas que hace para que la competencia
se desarrolle. En 15, 20 años no sólo se han reducido
el precio de cosas que antes eran inaccesibles... No me explico
por qué la legislación de no entrada de los supermercados
a la competencia: todos sabemos lo que significa que un supermercado
haya entrado y bajado los precios de algunos bienes al 50% y todos
lo siguieron. La pregunta es qué vamos a poner en el centro,
si ponemos al ciudadano, al consumidor o a qué otra figura.
JV - Esto se
vincula con la desmonopolización de las empresas públicas.
RT - Exactamente,
es un aspecto central.
JV - ¿Es
un objetivo de la reforma del Estado en las instrucciones planteadas
al CEPRE?
RT - Sin duda.
La tarea es evaluar las reglamentaciones que proponen el gobierno
y sus órganos teniendo como norte la promoción de
la competencia en el ámbito privado. Todo lo que sea restricción
a una competencia debería ser evaluado; para mantener esa
situación debería haber una razón, sea de interés
público, sanitaria...
Tienen que ser
razones muy fuertes, pero ninguna razón económica
justifica la existencia de un monopolio, porque esto significa que
alguien se lleva la renta monopólica: que el público
o el privado está extrayendo ese valor por encima de lo que
en realidad vale ese bien. A los efectos del consumidor es lo mismo,
porque le reduce su ingreso. Es la discusión que hoy tenemos
con telecomunicaciones. Es obvio que hay un impuesto encubierto
en todas las funciones públicas de carácter monopólico,
alguien fija los precios y no hay más remedio que pagarlos.
JV - Antel y
Ancap.
RT - Exacto.
JV - Allí
se está planteando la cuestión que usted menciona.
RT - Exacto.
El único camino para la reducción de ese espacio de
poder es que aparezca alguien y compita. Los monopolios no se pueden
prohibir, si uno los prohíbe se genera un mercado negro porque
alguien va a demandar esos bienes.
JV - ¿Cuáles
son las expectativas del CEPRE en cuanto a aspectos de la reforma
del Estado planteados para este año 2002?
RT - Uno de
los aspectos es promover la venta de muebles prescindibles declarados
por los organismos públicos. Hace un tiempo se hizo un listado
de ellos, el banco de datos está en la Contaduría
General de la Nación. Son los bienes -terrenos, casas- que
los distintos ministerios han declarado que no necesitan. Lo que
hay que promover -el gobierno tiene una muy clara visión
al respecto- es encontrarles un nuevo destino porque no sólo
hay una recaudación que recibe el Estado sino que mantenerlos
implica costos. Inicialmente teníamos planteado un objetivo
de venta en dos años en el entorno de U$S 10 millones; con
la situación presente eso se va a acelerar y se va a incrementar
el volumen de ventas. El problema es que hay que seguir todo un
proceso legal.
Otro tema, que
no es menor es la reducción de costos del sistema privado,
lo que tiene que ver con las regulaciones. Hay una cantidad de regulaciones
por parte del Estado, algunas innecesarias y otras que protegen
a algunos sectores. Nuestro estudio debería señalarle
al Ejecutivo algunas para que las estudie y las elimine o sustituya
por otras. Durante el año pasado se redujo regulaciones para
el sector privado que significaron un ahorro en el entorno de los
U$S 10 millones. Es una reducción de costos. Por ejemplo,
había una disposición que obligaba a las compañías
interdepartamentales a transportar todas las cartas del Correo sin
costo. Si bien el Correo es una empresa pública funciona
en el ámbito privado y no podemos estar transfiriendo costos
a todo el mundo y menos por decreto o por ley.
JV - Además
protestan los de la competencia.
RT - Obviamente.
Me parece razonable que protesten. Y así una cantidad de
elementos que hay que tener en cuenta: este país realiza
muchas transferencias y muchos de los costos que hoy estamos afrontando
provienen de eso. Para los próximos dos años tenemos
proyectado ahorrar U$S 23 millones por reducción de regulaciones
y trámites que se realizan en el Estado, simplificándolos.
Por ejemplo, tenemos que tender a simplificar y unificar los trámites
de creación de empresas; lo mismo con los trámites
de exportación, los de acceso a promoción de inversiones
que son tan engorrosos que algunos desisten de acceder a ellos.
Eso va a significar un ahorro.
El crédito
que no se va a gastar en la reforma tiene que ser cubierto por los
ahorros que se genere: ése es el único mecanismo razonable
desde el punto de vista económico, no hay otro. Tenemos el
objetivo de ventas de bienes del Estado por U$S 10 millones. Por
todo el sistema de simplificación, seguimiento e identificación
del sistema de compras del Estado, pensamos reducir en dos años
U$S 15 millones. Todo eso está en el entorno de los U$S 55
millones por año en las hipótesis de mínima
que estamos planteando como objetivo inicial.
JV - ¿El
tema de las compras del Ministerio de Salud Pública está
dentro de este marco?
RT - Sí,
es una propuesta muy interesante. El cambio de la compra llevó
a un ahorro del 40% en los medicamentos. Antes hacía alrededor
de 300 licitaciones por año, y ahora va a hacer una sola.
En la medida que se vaya precisando los medicamentos se irá
comprando a los precios que el laboratorio ganador definió.
Antes era un mercado oligopólico: las empresas acordaban
entre sí probablemente hasta quién ganaba y quién
no (no es misterio: basta ver los precios que ofertaban, la misma
empresa en Artigas ofertaba a $ 10 pesos que en Montevideo ofertaba
a $ 30, es obvio que no es un problema de variación de precio
o de calidad del producto sino que se turnaban en ganar). La decisión
de hacer una sola licitación llevó a que las empresas
tuvieran que competir; ya no era conveniente lo anterior, o se ganaba
en la vuelta o no se ganaba nunca. Ese movimiento, que no es una
idea extraordinaria ni un cambio de sistema, significó un
ahorro de 40% en medicamentos.
JV - ¿Puede
ser un elemento piloto?
RT - Sin duda.
Cuando esté en el sitio web la información de los
precios a que compra el Estado, esa va a ser la referencia. El Estado
debe tomar en cuenta toda la información de que dispone,
y cuando los oferentes se presenten a una licitación va a
tener toda la información para ver si los precios son convenientes,
si son los mismos o no que le ofrecieron a otro. En ese contexto
está planteado un ahorro de U$S 15 millones.
JV - En esos
temas se va a poner el acento.
RT - Otro aspecto
son los trámites. La otra vez inicié un trámite
para poner un contador de OSE: me llevó cuatro meses. Es
complicado. Todos sufrimos en este contexto. Nosotros tenemos lo
que se llama la Guía de Orientación al Usuario, donde
están registrados todos los trámites. Estamos haciendo
la propuesta de que el Ejecutivo saque un decreto según el
cual los trámites que no estén registrados allí
no existan y que cuando se cambie algo en los trámites, si
eso no aparece allí con tiempo suficiente que tampoco tenga
validez. A veces nos encontramos en la situación que es la
más desarmada de todas: vamos al lugar y nos encontramos
con que nos llega el cúmulo de obligaciones que tenemos que
cumplir, las tarifas, lo que tenemos que pagar, etcétera.
Eso debería ser una especie de decálogo.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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