11.02.2002

 



Europa toma cartas para lograr la paz de Medio Oriente

La Unión Europea se encolumnó tras un plan de paz francés para Medio Oriente. Sin embargo, el viejo continente encuentra dificultades para intervenir en esa zona. La principal: la sospecha israelí de su posición pro palestina. Para el economista español José Núñez, director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, no despierta suspicacias, en cambio, la posición pro israelí de Estados Unidos. El especialista en la región dice que el papel europeo es fundamental para que los palestinos sean conscientes de que la paz les traería una mejora no sólo política, sino también económica.


EN PERSPECTIVA
Lunes 11.02.02, Hora 8.16.


EMILIANO COTELO:
La Unión Europea rompió filas con Estados Unidos y respaldó, este sábado, un plan francés de paz para Oriente Medio que propone, entre otras cosas, la celebración de elecciones y la creación de un Estado Palestino que debiera ser reconocido de inmediato por Israel y admitido por las Naciones Unidas. La creación de ese Estado sería el comienzo de un proceso negociador para un acuerdo de paz en la región, señaló el canciller francés, Hubert Vedrine, al presentar el proyecto preparado por Francia ante sus 14 colegas de la Unión Europea.

El proyecto fue presentado en una reunión informal de los cancilleres del organismo que se desarrollaba en la localidad española de Cáceres. El plan logró un amplio apoyo, ninguno de los ministros expresó alguna crítica. El canciller español, Josep Piqué, presidente de la reunión, dijo que el plan se desarrollaría en conversaciones entre los 15 cancilleres de la Unión Europea y en una cumbre europea señalada para el mes de marzo en Barcelona.

¿Qué significa este paso? Para averiguarlo estamos en comunicación con Madrid, con el economista José Núñez, director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, experto en temas de Oriente Medio, Golfo Pérsico y países árabes.

Núñez, ¿qué importancia le adjudica usted a este acuerdo que se gestó en la Unión Europea en torno a un plan de paz para Oriente Medio?

JOSÉ NÚÑEZ:
Teniendo en cuenta la gravedad de la crisis actual, es bienvenida cualquier iniciativa internacional para intentar poner fin a la violencia y volver a llevar a los protagonistas de este conflicto a la mesa de negociaciones. En cualquier caso, con respecto de esta noticia concreta sobre la propuesta de la Unión Europea, hay que tener en cuenta el contexto en que el anuncio se realiza. Estamos hablando de un encuentro informal, por lo tanto no es nada que implique todavía una decisión adoptada unánimemente por la Unión Europea. No estamos hablando sino del intento de la UE de jugar un papel en la diplomacia internacional en relación con el conflicto. Por lo tanto, creo que de momento hay que ser muy escéptico respecto de esta iniciativa que, en cualquier caso, por lo que plantea como contenido fundamental, está muy alejada de las necesidades actuales de la zona.

EC - A eso iba. Israel es muy enfático en cuanto a que sus autoridades no iniciarán diálogo alguno con la Autoridad Palestina hasta que no haya un cese claro y nítido de la violencia del otro lado.

JN - Creo que ése es el principal error de la estrategia del gobierno de Ariel Sharon. Podemos comprobarlo en perspectiva histórica en relación con lo ocurrido en lo que podríamos llamar la etapa optimista del proceso de paz. Me refiero al período que va desde la firma de la declaración de principios, en setiembre de 1993, en Washington, hasta el asesinato de Isaak Rabin. En ese período estaba claro, tanto por parte de palestinos como de israelíes, que las negociaciones eran imprescindibles, eran fundamentales, aunque la violencia siguiera manifestándose en las calles de los territorios o en el propio Israel.

El fin de la violencia no puede ser condición para las negociaciones, porque eso es ofrecer a los enemigos de la paz, de las dos partes, la posibilidad de bloquear cualquier iniciativa negociadora que lleve a un acuerdo de paz definitivo. La negociación tiene sentido por sí misma y desde mi punto de vista debería ser la prioridad fundamental. La violencia se va a seguir manifestando porque quedan muchas cuestiones pendientes en los dos bandos, pero no se puede esperar que termine para después iniciar las negociaciones.

EC - De todos modos usted no considera demasiado viable o realista este plan que surge, al menos en borrador, de la Unión Europea, ¿Por qué hace esa evaluación?

JN - Quizá haya que tener en cuenta unas declaraciones muy recientes del propio presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, quien la semana pasada reconocía muy abiertamente que la Unión Europea nunca había sido capaz de jugar un papel real en la mesa de resolución del problema árabe-israelí. A partir de esa constatación es evidente que Bruselas pretende convertirse, en un momento dado, en ese actor internacional, pero para ello lo primero que tiene que hacer -estamos todavía lejos de ese objetivo- es conseguir ser un actor político con capacidad real en cuanto al sistema internacional.

La Unión Europea hoy por hoy no es un actor político; podemos hablar de una política exterior francesa, británica, española o italiana, pero no todavía de una política exterior comunitaria. Esa sería la primera asignatura pendiente. A partir de ahí, creo que la insistencia no debería estar tanto en buscar nuevos titulares de prensa, en buscar iniciativas más o menos llamativas, sino en presionar a los actores para cumplimentar los acuerdos que ya se han ido estableciendo.

No deberíamos dar por muertos, desde mi punto de vista, los acuerdos de Oslo, que especificaban claramente la salida en cuanto a los temas que quedan pendientes hoy en día de lo que se llamaba el estatuto final: refugiados, Jerusalén, asentamientos, fronteras y entidad política palestina. No podemos empezar al revés, dicho en términos coloquiales, la casa por el tejado. No tiene sentido -como hace la iniciativa de la Unión Europea que se ha dado a conocer en estos días- poner en marcha un Estado palestino al que posteriormente habría que ir dotando de contenido, fronteras, competencias, gobierno. ¿Qué clase de Estado sería ése? Creo que sería una figura absolutamente irrelevante y por lo tanto no provocaría un cambio de postura por parte del gobierno israelí para sentarse a la mesa en busca de un acuerdo definitivo de paz.

EC - ¿Por qué la Unión Europea no ha logrado constituirse como un actor político relevante en relación al conflicto de Oriente Medio, pese a que geográficamente está mucho más cerca que Estados Unidos, país que sí tiene influencia?

JN - La Unión Europea es hoy por hoy el principal donante de ayuda económica a los territorios palestinos, el primer donante a nivel mundial en relación al desarrollo, lo cual no es más que una derivación de su propia potencia económica. Sin embargo, en el terreno político no hay todavía un desarrollo en la propia integración comunitaria que dé lugar a lo que podríamos llamar una política exterior y de seguridad común. Mientras no la haya difícilmente podremos pedirle a Bruselas que actúe como una sola voz con coordenadas y estrategia definidas para cualquier asunto, no solamente para el árabe-israelí. Es un proceso que está en marcha -siempre podemos considerar si estamos como una botella medio llena o medio vacía- y que actualmente nos hace ver claramente la debilidad política de la Unión Europea.

En el conflicto concreto árabe-israelí también hay que tener en cuenta la diversidad de opiniones e intereses que tienen países que han tenido presencia colonial en la zona: Francia e Inglaterra en primer lugar, y en un segundo nivel Italia en relación con Libia y España en relación con parte de Marruecos. Hay todavía un interés por parte de los países de la Unión Europea de no olvidar sus propios objetivos nacionales, lo que en definitiva debilita la fuerza política de la Unión.

EC - ¿Es correcto ver, en términos generales, a la Unión Europea más ubicada del lado palestino que de Israel?

JN - Sí, lo cual no quita que la Unión Europea pueda representar un papel como intermediario honesto en la búsqueda de soluciones de paz. Desgraciadamente desde el año 1980, con la declaración de Venecia, Israel ha intentado continuamente y con éxito presentar a la Unión Europea como un actor externo pro palestino, incapacitado como para jugar un papel de intermediario honesto. Sin embargo, no se aplica el mismo criterio para enjuiciar la postura de la administración de Estados Unidos, claramente pro israelí independientemente de cuál sea el color político del gobierno de Washington. Es un hecho que mientras Estados Unidos puede jugar ese papel de intermediario y es el único actor externo a la zona que puede jugar ese papel, la Unión Europea se ha visto marginada en cualquier mesa de negociación del conflicto árabe-israelí. Por lo tanto, con ese cariz pro palestino se trata por parte de Tel Aviv y Washington, al menos con la complacencia estadounidense, de eliminar al actor político que podría ser la Unión Europea en cualquier búsqueda de soluciones.

Creo, en cualquier caso, que la Unión Europea debería seguir implicada, tiene un enviado en la zona y un papel que jugar.

EC - Entre otras cosas, el papel de equilibrar lo que pueden ser las influencias en la búsqueda de la paz. Lo digo, teniendo en cuenta el sesgo que al mismo tiempo se percibe a favor de Israel.

JN - Efectivamente, desde el punto de vista político. También hay que resaltar la idea de que en la puesta en marcha del proceso de paz tal como lo conocemos desde la Conferencia de Madrid, en octubre de 1991, había una idea clara que era la de transmitir al pueblo palestino que esa puesta en marcha se traducía de manera inmediata en una mejora de su nivel de vida y bienestar. En esa conexión, el papel de la UE era fundamental. Como he dicho antes, el 54% de todos los fondos recibidos en los territorios palestinos, procede de la UE. Esa labor fundamental de apoyo económico que tendría que convencer a la población palestina de que la paz significaría una salida, tanto política como económica, a la frustración que habían acumulado en décadas anteriores es algo que hoy en día sigue teniendo sentido y que explica claramente la principal labor que la UE podría hacer en el día a día para mejorar la situación económica de unos territorios que actualmente viven bajo la presión de unos cierres impuestos por Israel y de una negación de transferencia de impuestos que recoge Israel y que, según los acuerdos de Oslo, tendrían que ser transferidos a los territorios. Estos están ahogados económicamente y la UE es uno de las pocas fuentes de ayuda económica del exterior que permite aliviar en cierta medida ese nivel de sufrimiento.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe






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