14.02.2002

 



Uruguay: ¿protestas podrían alcanzar el nivel de Argentina?

Para el economista Jorge Caumont, hoy la población expresa su disconformidad mediante "un griterío controlado". Sin embargo, en seis meses no cree que la situación pueda mejorar por lo que se incrementará el descontento popular. En ese proceso también puede aumentar el nivel de las protestas. El analista aconsejó dolarizar e ir a fondo en el ajuste del gasto público.


EN PERSPECTIVA
Jueves 14.02.02, Hora 9.00.


EMILIANO COTELO:
Apenas comenzaron los saqueos y los caceroleos en Argentina, en diciembre pasado, de este lado del Río de la Plata la reacción pareció haber sido concertada: prácticamente todos los que se refirieron al tema dijeron que en Uruguay nunca pasaría lo mismo e insistieron en que los uruguayos tenemos una cultura diferente. Pero ahora, casi dos meses más tarde, comienzan a aparecer voces disonantes. Quizás la más sorprendente sea la del economista Jorge Caumont, quien esta semana afirmó que a su entender en los meses de julio, agosto y setiembre en nuestro país habrá cacerolazos y "de todo".

Para conocer el porqué de estas declaraciones vamos a conversar con el economista Jorge Caumont, consultor privado, master en Economía por la Universidad de Chicago, docente durante muchos años de Microeconomía Avanzada en la Facultad de Ciencias Económicas.

Caumont, usted dijo ayer en el diario El País que como economista tiene que prever todos los escenarios y por eso advierte que habrá cacerolazos y "de todo" en los meses de julio, agosto y setiembre. ¿Por qué?

JORGE CAUMONT:
Creo que se le ha dado demasiada trascendencia a lo que he dicho. Le relato los hechos y después veremos si hay que darle tanta trascendencia a mis dichos. Un periodista del diario El País que estaba haciendo una investigación vino al estudio y estuvimos charlando un rato sobre el tema del gasto público y la recurrencia, en períodos preelectorales, de déficit fiscales muy altos que luego obligan a modificaciones cambiarias, a ajustes fiscales y cosas por el estilo. La conversación se grabó, pero en ese tipo de cosas uno no espera que salgan a luz algunas cosas que se dicen en conversaciones relativamente informales. De todos modos no voy a negar que dentro de mi análisis económico, de mi prospección, de lo que estoy pensando que van a ser las derivaciones de todo lo que está ocurriendo desde el punto de vista macroeconómico en un contexto mundial y regional relativamente complicado, que lo que dije lo siento, que no es algo que haya dicho por decir. Obviamente no me gusta que algunas cosas trasciendan, pero ya trascendieron, la investigación que hizo el periodista lo llevó a incluir lo que yo le había comentado respecto del caceroleo y cosas por el estilo -"todo eso"-, que son expresiones que se hacen en conversaciones informales.

EC - ¿Por qué su preocupación estaba centrada en esos meses, julio, agosto y setiembre?

JC - Esa es la pregunta. ¿Por qué uno es o busca ser tan preciso en ese tipo de cosas? En realidad dije julio, agosto y setiembre porque hice un cálculo relativamente compartido con mucha gente. Se lo menciono porque usted no es el primero que me lo pregunta. Sí como periodista pero muchas empresas me lo preguntan como analista económico. Hago la siguiente reflexión. Estamos atravesando una etapa de necesario ajuste, que incluye una modificación en la política cambiaria, una duplicación del ritmo devaluatorio y una duplicación de la banda. Eso lleva necesariamente a una devaluación piso del orden del 33%. Simultáneamente, como consecuencia de eso, hay una inercia -en tarifas públicas y demás- que genera un aumento necesario, que a su vez son grisadas como instrumentos cuasi fiscales, de recaudación, etcétera. Hoy usted mencionaba que el aumento de las tarifas de Antel, que alguien había dicho que era de 3%...

EC - Que debió haber sido de 3,5% y en realidad fue de 8,5%.

JC - Son todos ajustes cuasi fiscales. Si usted suma verá que dentro de cinco, seis, siete meses la población trabajadora tendrá que enfrentar un tipo de cambio relativamente más alto, del orden de 15%, 16% -habría que hacer la cuenta- con un ingreso disponible cayendo como consecuencia de los aumentos tarifarios y tributarios. No debemos desconocer que gran parte de la población tiene deudas en dólares. Juntando todo eso -no aumento salarial, aumentos tributarios, aumentos de las tarifas públicas y devaluación- la gente que tiene esos problemas de endeudamiento en moneda extranjera sentirá muy fuertemente el hecho de tener que cumplir con sus obligaciones crediticias.

EC - Usted lo planteó en términos bastante crudos en la conversación con el periodista del diario El País, al menos así aparece entre comillas: ""¿Y los que deben en dólares qué van a hacer? O dicen no puedo pagar más y largo la toalla. Otros dirán: 'yo pago hasta el final y me quedo con mi casa o con mi auto, pero entonces no como'. Y si no comés, no hay gasto, entonces en agosto habrá cacerolazos, de todo".

JC - No sé si se cierra el círculo de ese modo o no, ni si es lógico el razonamiento, pero a mis efectos espero no haber errado mucho en los últimos años y por lo tanto creo que es así. Si usted observa, la preocupación de mucha gente es ésa: trata de desdolarizar sus deudas y cuando lo intenta ve que es imposible pagar las tasas de interés, tan altas, en pesos. Entonces está como en un "corralito", que no es el argentino, pero está entrampada. Estamos en la etapa de círculo vicioso de este modelito; estuvimos en una etapa inicial en un círculo virtuoso, se aprovechó todo pero se hizo como la chicharra, no como la ardilla.

EC - Usted decía que una alternativa era pagar las deudas y reducir al mínimo todos los otros consumos, pero la primera alternativa que manejó era no pagar. En ese caso, si no se pagan las deudas, habría otro tipo de consecuencias sobre el sistema financiero, por ejemplo.

JC - Como analista no se me exige relatar el pasado, el pasado ya pasó, es algo hundido, simplemente hay que edificar sobre él. Siempre se me pide mirar el futuro, qué va a pasar. Entonces, bajo las inquietudes de sus clientes, uno mira hacia el futuro y ve que una de las posibilidades es no pagar, mucha gente va a tratar de recurrir a lo que habitualmente ocurre, "bueno, vamos a hablar con fulanito o menganito antes que renegociar los contratos". Creo que habrá un período de renegociación de contratos, de deudas y demás, pero se van a involucrar muchos políticos en el tema.

EC - ¿A qué le teme usted si eso sucede?

JC - A lo que usted conoce y todos conocemos: a que el involucramiento de los políticos lleve a entorpecer -como ha entorpecido por lo general en los últimos tiempos en muchos casos otras cosas- los ajustes naturales del mercado.

EC - Usted está hablando de la posibilidad de una refinanciación, de que se intente una refinanciación de deudas por vía de la ley.

JC - Exactamente. Recuerde lo sucedido en 1985, hasta 1987; después, afortunadamente, los sucesivos ministros de Economía, pudieron eludir embates de similar naturaleza. Pero siempre está latente en el pensamiento y en la acción de la mayoría de los políticos de todos los partidos -no estoy hablando de ninguno en particular- la refinanciación de deudas.

EC - Ese es uno de los escenarios que se le aparecen cuando mira al segundo semestre de este año. ¿El otro incluye -o quizás haya una combinación de ambos-, para usted, protestas en las calles al estilo argentino?

JC - No, no hablé de saqueos. El estilo argentino es una mezcla de saqueos con desbordes sociales de determinado tipo de gente y válidos reclamos de la población. Cuando voy por la calle hoy día veo ya carteles donde se anuncia la disconformidad con el nivel del gasto público. Ésa es una primera fase de todo un movimiento que puede culminar dentro de seis o siete meses, cuando el gasto y la producción disminuyan relativamente más como consecuencia de lo que le dije y culmine con apreturas significativas de la población. El ingreso disponible está cayendo, usted consume menos, al consumir menos es relativamente menos feliz, su utilidad como consumidor no se presenta y de algún modo tiene que manifestar esa disconformidad. Una de las formas es la que veo en los autos; escucho la radio, lo escucho a usted y a otros colegas y veo que hoy el panorama es de un griterío controlado. Me proyecto a seis meses y veo que la cosa no va a ser mejor.

EC - ¿Pero usted no tiene indicios que lo lleven a pensar que estamos ante la posibilidad de estallidos sociales o manifestaciones como las argentinas? Usted habla de un descontento creciente porque nota que se irá dando un empeoramiento en la situación de la economía y consiguientemente de la gente a nivel individual.

JC - Exactamente, es eso. Usted lo manifestó de una forma mejor; reitero que yo lo hice en una conversación informal, como si estuviéramos hablando "off the record", ocasiones en que uno no mide las palabras que usa ni lo que puede hacer un periodista que está en todo su derecho de poner lo que uno dijo. No estoy diciendo que habría saqueos ni cosas de ese estilo, estoy diciendo que crece y seguirá creciendo el descontento generalizado.

***

EC - En definitiva usted está alertando sobre las consecuencias que tendrá, en el mediano plazo, a partir de mediados de año, la combinación de medidas que el gobierno está adoptando este año: nuevo ajuste fiscal que incluye aumentos de impuestos y aumentos de tarifas con fines recaudatarios, y por otro lado el incremento del ritmo de la devaluación. Usted está marcando que el cambio que se comenzó a introducir en la política cambiaria en enero no tuvo un efecto drástico en lo inmediato pero que lo tendrá dentro de unos meses.

JC - Quisiera hacer una precisión: no creo que sea culpa del gobierno, creo que en general es culpa de todos los que hacen la política económica, incluso culpa del exterior. La administración económica -no sé si el gobierno también, ni me interesa- se mueve dentro de un determinado contexto: el que le brinda el exterior y el que le brindan el marco social y el marco político. Del exterior y de la región, ni qué hablar: todos los indicadores son horribles, compadezco al ministro de Economía, el contador Bensión, porque creo que difícilmente, ni siquiera en la década del 30, algún ministro de Economía haya tenido que enfrentar una situación tan mala en lo regional y mundial.

EC - ¿En definitiva usted discrepa con el tipo de medidas que el gobierno está adoptando este año?

JC - Ahora vamos al contexto local.

EC - Usted acaba de explicar las consecuencias que entiende van a tener esas medidas, ¿entonces? ¿Había otro camino?

JC - El gobierno puede actuar sobre la base de ese contexto externo y de lo que le imponen los límites políticos. En ese contexto se elabora una política macroeconómica, o sea de reacción para el cambio de la situación económica, basada fundamentalmente en dos pilares -porque la política monetaria no existe-: la política fiscal y la política cambiaria. Ahí es donde podemos tener nuestras discrepancias. ¿Qué hubiera hecho uno desde el punto de vista cambiario? ¿Hubiera propuesto esto desde el punto de vista fiscal?

Desde el punto de vista cambiario, no me corresponde hablar en el terreno normativo, podría decir me gusta tal cosa -lo puse en El País, en una columna que tengo en el suplemento económico-, creo que en las condiciones actuales lo mejor para eliminar el riesgo de cambio y otra serie de cosas, sería dolarizar, cosa que no pensaba el año pasado cuando la situación era diferente. Si me pregunta si el gobierno debió haber hecho otra cosa, le digo que hoy, para evitar el riesgo de cambio y otras cosas, hay que dolarizar. Pero lo que más me interesa, porque es lo que determina, es la parte fiscal. En Uruguay debería haber un Ministerio de Hacienda que tuviera la prohibición de tener déficit. Si usted no tiene déficit fiscal, puede adoptar cualquier política cambiaria que no le va a generar problemas. Porque a Uruguay los problemas siempre -al menos en las últimas décadas- se los ha generado el tema fiscal.

EC - Pero no tenemos un ministerio operando de esa forma en Uruguay. En la coyuntura actual, ¿cómo se puede evitar ese tipo de consecuencias dramáticas que está previendo?

JC - Es un problema político. Es muy fácil decirlo, pero es un problema político. Si los políticos lo deseasen podrían cambiarlo. Le doy un ejemplo: durante la discusión del presupuesto se le dio más a todo el mundo cuando debió habérsele sacado a todo el mundo. En ese momento, cuando todo el mundo me criticó a mí más que a los que daban, yo dije que había que plantearse un lapso de cuatro años y proponerse ir al déficit cero, hacer un verdadero programa de responsabilidad fiscal y analizar: ¿corresponde que se le dé plata a la Universidad?, ¿corresponde realmente? Hoy está recibiendo el beneficio de la educación mucha gente que tiene muchos más ingresos que lo que está pagando a través del IVA o cualquier otro impuesto. ¿Corresponde mantener la serie de ministerios que existe en la actualidad? Volvemos a lo mismo de siempre: son problemas políticos.

EC - ¿A esas medidas se refiere al decir: "Que se busquen soluciones. Lleva tiempo y es doloroso, sí, pero nadie va a sacar un quiste o un tumor si no es operando a fondo"?

JC - Claro, a una revisión profunda del sistema educativo, sobre todo a nivel terciario, al gasto a nivel terciario. Me refiero a una serie de ministerios que existen y no tienen ningún sentido a pesar de que sus titulares pueden estar tratando de justificarlos aunque no son más que acuerdos políticos. Me refiero a muchas cosas más: al número de parlamentarios, al número de departamentos, si es coexistente con la situación uruguaya; me refiero a las 218.000 personas que trabajan en el sector público, a su rendimiento. Me refiero a todo ese tipo de cosas que ni yo ni usted ni nadie puede curar. Podemos hacerlo diciendo "vayamos a curar esos quistes o tumores, no los curemos rápido o no nos apresuremos a generar problemas peores sacándolos rápidamente", pero tengamos un programa de cuatro o cinco años para llegar a algo de responsabilidad fiscal.

EC - Esa es una de las maneras de verlo, pero hay otras visiones, otros enfoques de otros analistas u otros actores políticos o gremiales que ven necesario que estos paquetes que se están preparando incluyan medidas de reactivación, piensan que es por ahí que Uruguay lograría levantar cabeza este año y no hundirse más. ¿Qué dice usted?

JC - Estoy en desacuerdo, las políticas activas como las que Argentina y otros países trataron de llevar adelante pueden tener algún efecto transitoriamente, pero sólo si usted tiene excedentes, sobre todo en el sector público, que generó durante los períodos de expansión o de auge de la economía. Hoy no se le puede pedir a un pobre, como es el gobierno, que esté generando políticas de expansión del gasto a varios niveles.

EC - En el discurso de los 31 años del Frente Amplio el doctor Tabaré Vázquez ponía un ejemplo: decía que el año pasado se gastó 80 millones de dólares en seguro de paro y se preguntaba si no hubiera sido más lógico gastarlos en promover determinadas actividades productivas.

JC - Se pregunta lo mismo que yo. Siempre trato de analizar el costo/beneficio de las cosas. Si él no lo sabe, que tiene mucho más a mano los datos a nivel del sector público, yo tampoco puedo contestárselo. Me gustaría saberlo, cómo no, claramente. Me gustaría saber si en lugar de haberle dado 20 millones de dólares a la Universidad, para tener una gran cantidad de profesores que podrían ser sustituidos por métodos mucho más modernos, no era más conveniente habérselos dado a determinados sectores realmente pobres del país. Habría que estudiarlo. A ese tipo de cosas me refiero.

EC - Hay un matiz entre los dos enfoques, Vázquez habla de implementar políticas proactivas, usted piensa más en políticas de asistencia a los sectores más perjudicados, ¿es así?

JC - No sé, pregúntele a él esa parte. Yo parto de la siguiente premisa: tal vez en Uruguay habría que determinar una línea de pobreza y decir de acá para abajo son pobres y de acá para arriba son ricos. Todos los de acá para arriba tienen que pagar todos los servicios que reciban del Estado y todos los de acá para abajo, que son los realmente pobres, tienen que recibir lo que pagaron los de arriba. Ese es el principio, ésa es la cobertura de las necesidades mínimas de la población que está dentro de mi filosofía, dentro del enfoque clásico, más que el otro enfoque de distribuir a diestra y siniestra sin saber a quién se da. No sé qué piensa el doctor Tabaré Vázquez, tendría que preguntárselo a él; lo mío es claramente asistencialista, pero en ese sentido.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe






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