Cárceles: nuevo incidente, viejas causas
Oscar
Ravecca (Patronato de Encarcelados y Liberados): Debería
liberarse a la Policía de esa "herencia maldita",
porque siempre fueron competencia del Ministerio de Educación,
para la rehabilitación y reeducación. Además
de la tranquilidad social, ¿cuánto gasto se ahorraría
eliminando un 10 o 15% de reincidencia, mediante programas adecuados?
EN PERSPECTIVA
Martes 05.03.02, 08.46
EMILIANO COTELO:
¿Qué hacer en Uruguay con las cárceles y con
los presos? ¿Por qué tenemos que encontrarnos periódicamente
con motines o con reclusos en huelga de hambre? A partir de los
hechos del Penal de Libertad, que nos conmueven desde el viernes
pasado, estas preguntas vuelven al tapete y por eso hoy les proponemos
conocer el análisis de un hombre que ha dedicado buena parte
de su vida a esta problemática; el presidente del Patronato
Nacional de Encarcelados y Liberados, Oscar Ravecca.
Algunos antecedentes suyos para que la audiencia lo ubique en toda
esta materia. ¿Desde 1950 hasta 1985, fue Secretario General
de la Defensoría Letrada de Oficio?
OR - Sí, del Sistema de Asistencia Letrada de Oficio.
EC - Fue designado encargado de poner en funcionamiento el Comcar
en sus primeros dos años, entre 1985 y 1987. Por aquel momento
el Comcar tenía 400 reclusos, era bastante más chico
que hoy.
OR - Cuando yo me retiré, porque fui un período al
Poder Ejecutivo en un pase en Comisión de la Suprema Corte
de Justicia, dejamos el establecimiento con 480 reclusos. Digo "dejamos"
porque yo estaba junto a un equipo técnico.
EC - En 1988 fue integrante del directorio del Iname.
OR - Sí, en la presidencia del Iname durante ese período
hasta la finalización del primer gobierno democrático
después del 73.
EC - Y a partir de 1996 preside el Patronato, además como
representante del Ministerio del Interior integró la Comisión
Tomassino (así se la denominó para simplificar), creada
por ley en 1995 con el cometido de proponer medidas para el mejoramiento
del sistema carcelario.
Un dato anecdótico; luego de la fuga de los anarquistas
de la Cárcel de Puntas Carretas, su padre ocupó la
dirección del establecimiento entre 1932 a 1941.
En dos palabras, me gustaría que los oyentes tuvieran claro
qué es el Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados,
la institución que hoy acapara sus esfuerzos.
OR - Usted me lleva a hacer un poco de historia...
EC - Brevemente, simplemente porque es un aspecto de la actividad
carcelaria y de la vida de los presos que la gente quizá
conoce poco.
OR - Para tener una idea de lo que significa dentro del conglomerado
social, de una organización social, el Patronato de Encarcelados
y Liberados fue creado en 1787 por Benjamín Franklin en Norteamérica;
fue el primero. El de Uruguay es el primero de Latinoamérica:
nace en 1934. Los otros países de América Latina que
tiene patronatos no son muchos, y lo tienen a partir de los 40.
La función del patronato, sus competencias, sus cometidos,
son los de una institución social para los encarcelados,
los liberados y todo lo que respecta a sus familias. Brinda atención
en lo material, lo social, lo psicológico, lo jurídico.
Quiere decir que es un organismo que apunta a que, cuando una persona
se encuentra privada de su libertad y el sistema carcelario no le
puede ofrecer lo básico, los elementos necesarios para su
vida, es decir las necesidades mas simples, el Patronato va en su
ayuda.
EC - ¿Puede abarcar a todos los presos?
OR - Se hace el esfuerzo. Nuestro Estado hace el esfuerzo. El Patronato
se nutre con fondos que mensualmente le traslada el Ministerio del
Interior.
EC - ¿Sólo esa es la fuente de financiamiento?
OR - Hay algunas donaciones, muy pocas. El espíritu solidario
de la sociedad sobre el Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados
no se nota, no se ve.
EC - El Patronato también apoya al liberado, como dice su
nombre. ¿De qué manera?
OR - En primer término, se le hace un estudio psicológico,
hay equipos técnicos. Se analiza sus posibilidades de trabajo,
se le incluye en una bolsa de trabajo, se apoya a su familia (familia
a la que se viene apoyando muchas veces durante todo su régimen
de reclusión), y se lo va encaminando para determinados programas
de una vida útil , tratando de evitar la reincidencia delictual,
que en nuestro país es muy alta y es lo que conmueve en general
la tranquilidad pública.
EC - ¿A cuántos de los liberados pueden efectivamente
respaldar ustedes?
OR - A todos los que llegan a nosotros. A todos. Alguna forma encontramos.
EC - ¿Pero no todos van?
OR - No todos van porque no es obligatorio. Pero como nosotros
tenemos un sistema de trabajo, que podemos decir "de perfil
bajo", atendemos mucho a los familiares de las personas privadas
de libertad. La mayoría de estas personas tiene familia que
queda como dejada a un lado y, si eran indigentes antes, más
indigentes van a ser después. Atendemos los problemas de
la mujer de la persona presa, de sus padres y fundamentalmente de
sus hijos. Podemos tener hombres con 15 años de reclusión
carcelaria y a cuyos hijos los apoyamos en todo el ciclo escolar
y hasta secundario. Les damos los libros, ropa, asistimos a la familia
en las necesidades fundamentales en la medida en que podamos. Apoyamos
el mejoramiento de la vivienda.
EC - ¿Cuántas personas se dedican a esta tarea?
OR - Son 32 funcionarios, una Dirección General y un órgano
de dirección, que es el Consejo del Patronato, compuesto
por siete miembros esencialmente honorarios (un presidente, un vicepresidente,
un tesorero, un secretario y dos vocales)
EC - ¿Su cargo también es honorario?
OR - Mi cargo también es honorario. Esencialmente honorario.
EC - ¿Y cuántas horas le dedica por día o
por semana?
OR - Le dedico todas las que sean necesarias. Si no, no podría
estar sentado en el cargo. Las que sean necesarias.
EC - De manera honoraria
OR - De manera honoraria, y ya llevo seis años cumplidos
EC - ¿Y por qué sigue?
OR - Porque es una función social. Me siento con fuerzas,
me gusta el tema...
EC - ¿Es un apostolado?
OR - No; no es un apostolado. Es algo que me beneficia a mi psicológica
y hasta físicamente; me interesa el tema. Las respuestas
son muy positivas. Le puedo contar que cuando salió aquella
ley famosa (muy criticada pero muy justa) sobre los presos sociales,
el 14 de mayo de 1985, en un régimen muy especial en contrapartida
a la Ley de Amnistía para presos políticos, que permitió
salir a condenados a 30 y 40 años, mientras que había
en las cárceles gente que estaba por delitos muy menores...
Esa gente que salió, liberados por un artículo que
puso la sabia doctora Adela Reta (una consejera que lamentablemente
uno ya no tiene para estos temas) quedaban a disposición
del Patronato de Encarcelados y Liberados. De todo ese grupo, que
fueron 300, no alcanzó a delinquir más del 7%, cuando
el índice de reincidencia actual es de 80%.
No digo que tengamos la varita mágica y que si todos vienen
vamos a llegar a ese índice del 7%, pero una persona excarcelada
después de un largo lapso de reclusión, reclusión
que supone la ruptura en general con los lazos familiares, las amistades
y además con los lazos del trabajo... Si usted cuando sale
no tiene un apoyo externo, sobre todo de un organismo que tiene
en toda la atmósfera de su desarrollo el cumplir con esa
función social, a esa persona usted la deja prácticamente
abandonada.
Si usted lee la exposición de motivos de la ley del 34 por
la que se crea el Patronato de Encarcelados y Liberados, es un diagnostico
de la sociedad actual en cuanto al campo delictivo y a la necesidad
de prestarle ayuda técnica.
EC - A los 82 años, Ravecca preside el Patronato Nacional
de Encarcelados y Liberados y no tiene ninguna intención
de descansar.
OR - Además le digo que, para hacer este trabajo, me siento
como si tuviese treinta años menos. Para este trabajo: ¡para
otras cosas no!
EC - Haga de cuenta entonces que dije que tiene 52.
***
EC - Ahora sí, ¿qué hacer en Uruguay con las
cárceles y con los presos? ¿Por qué tenemos
que encontrarnos cada tanto con motines o con reclusos en huelga
de hambre? Supongo que no le sorprendió este motín
en el Penal de Libertad.
OR - Todo acto que rompe las debidas reglas de convivencia social
me sorprende.
EC - ¿No lo esperaba?
OR - No: de esta magnitud no, porque siempre se espera algún
grado de racionalidad que, aunque se esté privado de la libertad,
hay que tener presente. Lamentablemente, este fue un espectáculo
dramático, triste e injusto: eso es lo que entiendo sobre
los que han participado en el motín. A muchos de ellos los
respeto y estoy dispuesto a ayudarlos cuando salgan, pero no se
dan cuenta que están cometiendo actos de privación
de libertad y un delito de daño, pero que además están
flagelando los derechos más importantes que tienen, que es
la libertad anticipada. El Instituto de Libertad Anticipada que
prevé el artículo 131 del Código Penal con
diversas modificaciones, nunca modificó la necesidad de registrar
la buena conducta carcelaria para obtener ese beneficio. Beneficio
que empieza a jugar cuando está en la mitad de la pena.
EC - ¿Y este motín?
OR
- Lo cometen internos, la mayoría con causa de naturaleza
grave, con penas de penitenciería, que son los que más
se benefician con el Instituto de Libertad Anticipada. No siempre
la Suprema Corte de Justicia otorga la mitad, a veces da dos tercios
y a veces no la otorga nunca. Pero ahora todos los que participaron
en el motín, cuando pidan su libertad anticipada, no van
a encontrar a ninguna autoridad carcelaria que certifique que tiene
buena conducta. Porque este hecho se registra en sus antecedentes.
Y es algo fundamental, algo que deben saber. No pueden forzar a
la autoridad pública para que hagan lo que están solicitando.
Tienen que volver a lo que se hizo muchas veces en el sistema carcelario:
volver al diálogo, con delegaciones que sepan hacer los planteos
ante la autoridad y ejerzan el derecho de petición que establece
el artículo 30 de la Constitución de la República.
Porque ellos están privados de su libertad pero no del ejercicio
de determinados derechos liberales. Y los pueden ejercer ante la
autoridad, ante la Presidencia de la República, ante el Ministerio.
Esto es una eclosión de violencia que ha puesto incluso en
peligro vidas de esforzados funcionarios policiales. Fíjese
que el Instituto Policial está educado y formado para la
prevención y la represión, no para la rehabilitación
que es lo que establece el artículo 26 de la Constitución.
EC - Ese es un problema serio de nuestro sistema carcelario...
OR - Y lo vienen cumpliendo, con esfuerzo. Hay funcionarios que
tuvieron en peligro su vida y lo cumplen con esfuerzo. Esto es como
dijo un alto oficial de policía... "Las cárceles
son la herencia maldita" que tuvo la Policía. Las cárceles
siempre fueron competencia del Ministerio de Educación y
Cultura, porque cuando en el artículo 26 de la Constitución
de la República, la parte sustantiva del artículo
es la rehabilitación y la reeducación; y si la parte
sustantiva es eso, tiene que ir al Ministerio de Educación
y no al que se encarga de la custodia y la seguridad.
EC -¿Desde cuándo las cárceles en Uruguay
están bajo la órbita del Ministerio del Interior?
OR - El 21 de enero de 1971, cuando en el sistema carcelario de
Punta Carretas había 120 presos por atentados a la Constitución
de la República del movimiento Tupamaro, el Poder Ejecutivo,
por medidas de mayor seguridad, transfirió por decreto los
cometidos y competencias que en materia carcelaria tenía
el Ministerio de Educación y Cultura al Ministerio del Interior.
Por esa razón esencial.
EC - Ahora esas condiciones cambiaron totalmente.
OR - Pasaron 30 años. Las condiciones sociales son completamente
distintas. Y la Policía viene cumpliendo con esa función
para la que no fue preparada. Es, como dije, "la herencia maldita"
que recibió el Instituto Policial.
EC - De eso vamos a hablar enseguida. Yo le preguntaba si le había
sorprendido esta crisis del Penal de Libertad, porque si bien en
esta ocasión las características de la protesta fueron
muy originales y muy graves, usted mismo lo marcaba, la violencia
que se vivió en este caso no registra casi antecedentes.
Violencia tanto en la destrucción de las instalaciones como
antes, el viernes mismo, cuando se retuvo a rehenes, se los amenazó
con armas blancas y efectivamente estuvo en juego la vida ...
OR - Un episodio dramático.
EC - Original, gravísimo, este motín en comparación
con anteriores, pero no original en cuanto a los temas que están
detrás. Ayer, el diputado Chifflet enumeraba algunos de los
reclamos: enfermos que están sin asistencia desde hace tiempo,
en particular enfermos de Sida que no tienen medicamentos; quejas
por la comida (sólo tenían papas y zanahorias y algún
pedazo de carne de vez en cuando); se quejan de las dificultades
de los familiares, que cuando van de visita tienen que hacer un
largo recorrido, a veces al sol y otras veces en días muy
fríos; se quejan por la falta de información sobre
la marcha de sus expedientes; por los tratos en requisas, que a
veces se hacen con violencia por equipos incluso ajenos al personal
permanente, lo que en la jerga carcelaria se denomina "verdugueo"...
Reclaman dinero para cuando les toca salir, y ni hablar para cuando
quedan en libertad. Esto no tiene nada de nuevo.
OR - No tiene de nuevo, y en la relación que hace el legislador
Chifflet (a quien yo le reconozco una profunda competencia en la
materia e interés social), hay que reconocerle el esfuerzo
que hace. Esa lista es de siempre: usted en un establecimiento de
contención de 500 personas nunca va a poder evitar que haya
problemas como esos.
Indudablemente: el establecimiento está a 300, 400 o 500
metros de la carretera; faltan medicamentos, sí, pero faltan
también en el Hospital Maciel o en el Pasteur. Todo eso es
atendible, pero nada justifica (yo que estoy del lado de ellos en
la función social), nada justifica destrozar todo, imponer
a la población del país que tenga que contribuir a
la reparación de millones de dólares como es eso.
Quisiera preguntar si para todo eso se formó un diálogo,
se transmitió, se habló, se ejerció el derecho
de petición...
Posiblemente aquí haya un problema de formación y
de educación dentro de la población penal. Yo soy
de los que entiende que el sistema carcelario a veces tiene que
tener los fines de semana, en sus grandes salones, conferencias
de especialistas. Usted mismo puede ser un hombre que un sábado
de tarde puede tocar determinados temas entre el periodismo y la
delincuencia, y así ir formando una conciencia de racionalidad.
Además, los servicios sociales tienen que ser formalmente
educativos; porque en el fondo acá tenemos muchos un problema
de educación.
***
EC - Ahora sí llegamos al punto central. ¿Por qué
pasa esto? ¿Por qué los reclamos son los mismos de
hace un año, de hace dos, de hace cinco o de hace diez? ¿Por
qué estas carencias se mantienen? ¿Por qué
el sistema tiene estos todos problemas? ¿Es el factor económico
el único que esta jugando acá? Usted mencionó
allí un par de ejemplos de actividades que podrían
desarrollarse con los presos, actividades de tipo educativo que
no creo que tengan un costo muy alto.
OR - Yo ahora salgo de acá para el Comcar a tratar de formar
una cooperativa. Algunos presos quieren crear una cooperativa para
realizar casas prefabricadas dentro del establecimiento.
EC - Mi pregunta es ¿estamos hablando de un problema económico
o estamos hablando de otro tipo de carencias?
OR - Empecemos por lo primero: las cárceles están
en crisis en todo el mundo. Si quiere le traigo un Cuaderno de Marcha
de hace cuatro o cinco años, donde establece que todo el
sistema carcelario mundial está en crisis. Los establecimientos
de contención forzosa, que son las cárceles, siempre
crean enormes problemas. No hay cárcel invicta. En Italia,
en la cárcel más importante, bajó un helicóptero
al patio y se llevó a uno de la mafia, en pleno día.
En Latinoamérica vemos eclosiones de este tipo por lo menos
una por mes.
De los que conozco creo que el sistema penitenciario Uruguayo debe
ser el mejor, con sus grandes defectos, con sus grandes lagunas,
defectos estructurales. Hay cosas que modificar, no puede ser que
haya gente a la que no se le dé asistencia médica,
son problemas de tipo administrativo que tendremos que ver también.
Pero mire que esto no es de hoy.
EC - Pero entonces ¿estamos hablando de un problema de gestión,
no un problema de costos necesariamente?
OR - Hay un problema de gestión, puede haber un problema
de costos, está todo atado. Esto no es de hoy, estos problemas
no son de hoy. Desde que salió la Constitución en
el año 34, estamos ante una norma completamente programática
y que el Estado no la ha podido cumplir. Indudablemente todo el
sistema penitenciario es muy costoso.
EC - Recordemos que es lo que establece la Constitución.
OR - Establece que las cárceles no servirán para
torturar y sí para rehabilitar a las personas. Ahora, ¿quién
puede cumplir eso si no es con un sistema formativo y educativo?
¿Usted como visualiza eso? Debe tener dentro de la cárcel
a los técnicos, hay que empezar con un equipo técnico.
En Brasil, en Río de Janeiro, una cárcel de 12.000
personas estaba dirigida por una psiquiatra. Hay que tener un equipo
técnico: psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales,
abogados, procuradores, educadores... todo un equipo. Usted no puede
tener un establecimiento carcelario con por ejemplo 600 internos
y dos psiquiatras, porque eso es lo mismo que abrir un sanatorio
y no tener gasas o no tener quirófano. Son limitaciones que
están impuestas quizás por los pocos recursos que
tiene el Estado.
EC - Pero antes que eso ¿no hay una limitación derivada
del hecho de que las cárceles dependan del Ministerio del
Interior y esto traiga como consecuencia que el personal que custodia
a los presos no sea el mas indicado?
OR - Yo creo que no es lo ideal. La comisión creada por
el artículo 34 de la ley 16.707 (a la que usted llamó
muy bien "la ley Tomasino" porque Armando Tomasino es
un hombre que dedicó su vida al estudio del Derecho Penal,
un hombre talentoso), esa comisión compuesta por nueve miembros,
todos especialistas, representantes de la Corte (yo representé
al Ministerio del Interior, en esa época el ministro era
Opertti), después de trabajar un año entero reuniéndose
todas las semanas, llegó a la conclusión de que el
sistema penitenciario tenía que ser dirigido por un organismo
de los previstos en el artículo 220 de la Constitución
de la República similar al Iname, dirigido por especialistas,
y que todo el sistema penitenciario, salvo la custodia perimetral,
debía estar a cargo de técnicos para poder llegar
al proceso de rehabilitación que establece la Constitución.
EC - Estamos hablando de una conclusión del año 1996.
De algo que se planteó públicamente como consecuencia
del trabajo de una comisión creada especialmente por el gobierno
hace seis años...
OR - Pero es costoso. La comisión estudió lo que
era necesario pero tampoco fijó los limites de la puesta
en marcha. En realidad el plan no era tan ambicioso. Este es todo
un tema. Así como existe este proyecto, hay también
un proyecto del ministro Stirling. Y otro del diputado Díaz
Maynard, especialista en la materia. El tema es muy complejo, muy
difícil.
EC - ¿Por qué no se avanza en esa dirección:
simplemente por razones económicas o es que en la sociedad
uruguaya las cárceles no son una prioridad y la rehabilitación
de los presos en particular no es una inquietud?
OR - Hay algo de eso.
EC - Porque, cuando se trata estos temas, permanentemente surge
la reacción de que se está poniendo "demasiado
cuidado en los derechos humanos de los presos y no de las víctimas
de esos delincuentes". Usted escucha ese comentario permanentemente.
OR - Lo escucho.
EC - Hay desde hace años, en función también
de una criminalidad creciente, un sentimiento de la sociedad volcado
hacia la represión y tendiente a decir: "Que esta gente
simplemente esté allí encerrada y que pague su culpa,
que pague a la sociedad lo que a la sociedad le hizo". ¿Usted
siente eso? Usted que está metido en el Patronato, que está
mas bien del lado de los presos.
OR - Claro: estoy tratando de ayudarlos en la medida de lo posible
para que no reincidan y asuman su responsabilidad de padre de familia
que la mayoría tiene. La forma en la que usted me plantea
el tema es exacta. Pero tenemos que conseguir los recursos. Acá
hay un problema de recursos. Se cerró dos establecimientos
carcelarios, Miguelete y la Cárcel de Punta Carretas. ¿Y
qué se hizo? El Comcar. Se mejoró y se habilitó
el Penal de Libertad, donde la población penal está
aumentando entre un 10 y un 12% por año por delitos graves.
Antes los delitos no eran tan graves; ahora el delito es la rapiña.
Y un delito de rapiña con un solo agravante tiene un mínimo
de cinco años y cuatro meses. Son muy pocos los que están
menos de ese tiempo por un delito de rapiña. Entonces ¿qué
hacemos? ¿Cómo ve usted este sistema funcionando con
el 50% de índice de reincidencia?
Entonces la conclusión es que el sistema ha fracasado; miremos
otro sistema. ¿Qué otro? Hay bibliotecas sobre el
tema. La modernidad de las bibliotecas dicen que hay que pasar a
un régimen donde los técnicos asuman la responsabilidad
de esa rehabilitación. Y vamos a sacarle a la policía
esa "herencia maldita" que viene haciendo hasta este momento
con mucho sacrificio.
EC - Insisto, ¿la decisión no se toma porque no hay
dinero simplemente o porque se percibe que en la sociedad uruguaya
esto no es hoy una prioridad?
OR - Permítame terminar el tema. Si usted baja los índices
de reincidencia, el Estado tiene un ahorro significativo. El ministro
Stirling ha dicho que el costo de cada interno se aproxima a los
500 dólares mensuales. ¿Se da cuenta, con un sistema
penitenciario que abata el índice de reincidencia en un 20%
o en un 10 o un 15%, lo que significa en ahorro? Además de
la tranquilidad que trae para la sociedad. Usted me pregunta si
no hay decisión política: pensemos que los fondos
no dan, pensemos que en un determinado momento, como dice usted,
las decisiones políticas se toman a veces también
considerando la "temperatura" que hay en el mundo social.
Entonces queda como prioridad postergada. Pero también hay
postergaciones en el ministerio de Salud Pública. Estamos
con los hospitales Maciel y Pasteur del siglo pasado, estamos con
un hospital de Clínicas que no pudo ser terminado todavía,
que tiene pisos y le faltan ascensores. Todo cuadra dentro de un
momento crítico y el país no ha encontrado al parecer
hasta este momento soluciones. No quiero hacer juicios políticos
porque además no estoy en ese tema, pero el país no
ha encontrado la posibilidad de decir "vamos a hacer estas
inversiones". Porque el día que forme un equipo técnico
dentro del sistema penitenciario no va a poder pagarle los $4.000
que le paga a los agentes de segunda que están trabajando
ahora en el sistema penitenciario.
EC - ¿Qué importancia adjudica a la actividad que
empieza a desarrollarse en el ex hospital Musto como parte del Convenio
de Seguridad Ciudadana, donde se va a observar a alrededor de 300
reclusos y donde lo que se propone es aplicar integralmente políticas
de rehabilitación?
OR - Lo conozco muy bien porque integro la Comisión Nacional
de Rehabilitación, la que dirige en cierta medida ese sistema.
El proyecto es excelente. Ahí se va a instalar un régimen
entre 18 y 29 años de edad. Los presos que están en
la etapa de mínima seguridad para ingresar tienen que formular
por escrito un pedido para incorporarse al sistema, van a tener
que formular un plan de trabajo, un plan de vida dentro del establecimiento
y van a tener la referencia de un técnico con el que van
a elaborar el plan.
Acá el BID, a través de la inteligencia de Iglesias,
hace por primera vez una inversión, porque el 70 o 75% de
los costos del Musto los pone el BID y lo restante lo pone el Estado.
Se hace un plan piloto con este régimen, que en caso de dar
resultado se va a implementar en toda América Latina. La
persona, el interno va a estar allí, en ese establecimiento
con un plan que el mismo elabora. También va a tener que
hacer un juramento cuando ingresa de cumplimiento de ese plan. Y
en tanto no lo cumpla vuelve al establecimiento carcelario en el
que se encontraba.
EC - ¿Quiénes serán los elegidos?
OR - El grupo etario de entre 18 y 29 años que estén
actualmente en el sistema de reclusión carcelario con una
clasificación de mínima seguridad. Usted sabe que
existe el Instituto Nacional de Criminología que gira dentro
de la órbita del sistema penitenciario, de la Dirección
Nacional de Cárceles. Este instituto tiene que hacer la clasificación
de las personas que ingresan al establecimiento: van a máxima
seguridad, media o mínima, etapas que se van cumpliendo y
se van ganando. Una persona entra a "máxima seguridad"
y debería ser re-evaluado a los 90 o 120 días, y después
puede pasar a la etapa de "media seguridad" y así
sucesivamente. Con mínima seguridad la persona tiene mas
patio, mas visitas, tiene acceso a veces también a las salidas
transitorias. Estas, que fueron tan criticadas, fueron puestas en
un proyecto de la Ley de Reclusión Carcelaria de 1975, en
la época del gobierno militar. Es un modelo.
EC - Ese proyecto entonces, el que se centralizará en el
Musto ¿es el comienzo de la transformación del nuestro
sistema carcelario?
OR - Esa es nuestra esperanza. Ese es el espejo para que se miren
todos.
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Transcripción: Mariana Larrobla
Edición: Jorge García Ramón
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