Cámara de Comercio por
la apertura total
Economista María Dolores Benavente (Cámara Nacional
de Comercio): Los consumidores pierden muy poquito cada uno, pero
a los industriales la sociedad les hace una gran transferencia de
dólares, y el Estado recauda. El productor sale con que "la
fuente de trabajo"... pero el comercio genera más puestos.
Hay que volver a la apertura comercial que comenzó en 1974
con el ingeniero Alejandro Végh Villegas.
EN PERSPECTIVA
Martes 19.03.02, 08.01.
EMILIANO COTELO:
La Cámara Nacional de Comercio (CNC) organiza para mañana
un foro a propósito de la estrategia comercial que debe llevar
adelante nuestro país, y se pronuncia por una apertura unilateral.
La asesora de la CNC, María Dolores Benavente, fue la autora
del informe que se debatirá en esa ocasión: "Libre
comercio o protección".
¿Por qué aparecen este documento y este seminario
en este momento?
MARÍA DOLORES BENAVENTE:
En realidad es una casualidad que justo se dé mañana
el seminario. Lo veníamos pensando desde hace tiempo, más
que nada porque a raíz de la crisis económica y de
la recesión estábamos viendo que cada vez se escuchaban
más voces que querían volver al proteccionismo.
No estamos hablando, en este caso particular, de las medidas tomadas
con Argentina, que van a ser transitorias, que son una cosa coyuntural.
Estamos hablando en general del concepto de que hay que defender
la industria nacional, que hay que defender los puestos de trabajo
y que para eso, en vez de abrirse al mundo, que es la estrategia
que se siguió prácticamente desde setiembre de 1974
hasta ahora, hay que levantar barreras arancelarias. Nos parece
un concepto equivocado, y entonces decidimos, en una reunión
extraordinaria de la CNC, allá por enero, hacer un documento
y un seminario donde comentarlo. Eso es lo que vamos a hacer mañana
miércoles por la mañana en un desayuno de trabajo.
EC - ¿Qué propone la CNC sobre la política
de aranceles del país? ¿Qué líneas debería
seguir Uruguay, por ejemplo en cuanto al proceso de integración?
MDB - Consideramos que la política óptima para un
país de las dimensiones de Uruguay es la apertura al mundo.
Eso está en la tapa del libro: prácticamente no hay
discusión internacional seria sobre que la política
comercial óptima para un país de tres millones de
habitantes es la apertura comercial.
EC - Cuando usted dice "apertura comercial", "apertura
al mundo", ¿a qué se refiere concretamente?
MDB - Tanto a las importaciones como a las exportaciones: unas
van de la mano de las otras.
EC - ¿Aranceles cero?
MDB - Estamos hablando de aranceles lo más bajos posible.
Si hacemos la comparación con un país latinoamericano,
por ejemplo Chile -con sus salvedades, porque tiene algunos regímenes
particulares, después saldrán las particularidades
de cada caso-, no hay discusión en el mundo acerca de que
un país con un mercado interno tan reducido solamente tiene
salida en el comercio exterior. Y el comercio exterior no es sólo
exportar, es también importar.
EC - Usted remarca que, incluso para un país pequeño
como Uruguay, de tres millones de habitantes, la solución
óptima es la apertura total.
MDB - Justamente.
EC - Pero el prejuicio o la sensación que tiende a tener
una parte de la población es que lo mejor es lo contrario,
o al menos que abrirse totalmente es peligroso para un país
chico, que puede ser invadido por productos importados.
MDB - Eso es algo que está en el imaginario. Justamente,
nos pareció importante hacer un seminario para aclarar ciertas
cosas. Por ejemplo: cuando un país decide cerrarse, levantar
aranceles, es porque tiene alguna esperanza de cambiar los términos
de intercambio, o sea favorecerse porque traslada esa recaudación
que va a tener por el arancel: no la paga su gente sino el productor
del exterior, que con tal de vender hasta es capaz de bajar los
precios. Eso puede ser cierto en un bloque importante como la Unión
Europea, incluso para Estados Unidos, pero para un país de
tres millones de habitantes es absolutamente ridículo.
Los economistas calculan... Supongamos que yo quiero defender la
industria nacional y con ese fin levanto un arancel. ¿Quién
va a perder con esa medida? Número uno, los consumidores,
porque van a pagar más caro un producto que de pronto podrían
tener más barato del mundo sin aranceles. Está claro
que el consumidor pierde, ¿quién va a ganar? Va a
ganar el fabricante nacional de ese producto que, gracias a la protección,
va a poder vender a un precio superior al internacional, que de
otra manera, sin no hubiera aranceles, no podría venderlo
porque la gente lo importaría, y va a ganar el Estado porque
va a recaudar impuesto.
Lo triste de esto es que la pérdida del consumidor es muy
superior a lo que ganan el productor y el Estado. O sea que hay
una pérdida neta de la sociedad, que no va a nadie y que
simplemente deriva de que se produce peor.
EC - ¿Usted está contando también el beneficio
para los trabajadores de la industria protegida?
MDB - Cuando se habla del beneficio del productor se habla de toda
la gente involucrada en el proceso de producción.
EC - Usted dice que eso está calculado.
MDB - Hicimos algunos cálculos para algunos sectores específicos.
Mañana los vamos a exponer, será interesante discutirlos.
EC - ¿Qué sectores calcularon?
MDB - Automóviles, calzado y aceite.
EC - Mañana van a dar a conocer los números.
MDB - Lo interesante de esto es que la pérdida del consumidor
y de toda la sociedad, que se deriva de que uno se está dedicando
a producir lo que no debe producir, porque por algo en el resto
del mundo es más barato (hablamos de competencia sana, no
del caso argentino, donde hay empresas fundidas que están
tirando mercadería por debajo del costo; estamos hablando
del mundo normal, no del mundo en crisis como es el caso argentino),
esa pérdida es mayor que la ganancia del productor y del
Estado.
Uno se pregunta por qué, entonces, tiene tan buen marketing
la protección arancelaria, por qué todo el mundo tiene
en su cabecita que es bueno proteger. Es muy claro: mientras los
consumidores son tres millones, los productores son dos o tres,
el beneficio está muy concentrado y la pérdida está
muy atomizada. Muchos pierden un poquito y pocos ganan mucho. Es
la clave por la cual en todas partes del mundo -esto no es un fenómeno
que ocurra sólo en Uruguay- la protección arancelaria
tiene tan buen marketing.
EC - Usted dice que la protección arancelaria tiene "buen
marketing" porque quienes tendrían que discrepar están
dispersos.
MDB - Están dispersos y pierden muy poquito cada uno, ni
cuenta se dan. No es que no se den cuenta, pero bueno: no es una
cosa que les cambie la vida. En cambio a los productores sí
les cambia la vida: es mucha transferencia de dólares que
va desde la sociedad hacia ellos. Y encima el Estado recauda, entonces
no se va a oponer mucho. Es clarísimo que si uno hace una
compulsa va a ver que el consumidor no está muy al tanto,
no se da mucha cuenta de lo que pierde, porque pierde muy poquito
cada uno; en cambio el productor va a salir con que "la fuente
de trabajo", y no sé qué más... Hay ejemplos
muy claros, fábricas de calzado que vendan para el mercado
interno hay pocas, ocuparán unas 300 personas -en total son
alrededor de 600, pero están las que venden solamente al
exterior-, mientras que las zapaterías ocupan a 1.200 personas.
Pero en la imaginación de la gente la fuente de trabajo es
generada para esos 400, no para los 1.200. Esos 1.200 viven de una
demanda fuerte; si la demanda baja porque el precio es muy alto,
esa gente va a tener que ir al Seguro de Desempleo.
EC - ¿Qué están proponiendo entonces?
MDB - Estamos proponiendo no borrar con el codo lo que con tanto
trabajo se ha descrito desde hace casi 30 años, que es la
apertura comercial que comenzó en 1974 con el ingeniero Alejandro
Végh Villegas, quien va a ser uno de los panelistas mañana.
Esa apertura comercial fue cambiando, muy trabajosamente, la mentalidad
de la gente, viendo que no era estando en los pasillos del ministerio
buscando una prebenda o una protección que se lograba el
mercado, sino saliendo a pelear. Hay muchísimas industrias
nacionales que lo están haciendo y que, pese a todas las
dificultades, lo están haciendo bien.
EC - ¿Cómo hace un país pequeño como
Uruguay, si elige ese camino que ustedes proponen, en la medida
que tiene que competir con producciones de países proteccionistas
muy poderosos, que subsidian, por ejemplo?
MDB - Si hay un subsidio están los mecanismos de la OMC.
Siempre es cuestionable, porque uno se pregunta: ""Me
voy a tirar yo a ponerle una sanción a tal país, que
después toma represalia y no me compra?". Es el devenir
del día a día.
Aquí estamos hablando de la política óptima.
Después, en la cancha, uno va viendo cómo se maneja.
Lo cierto es que si nos cerramos no sólo vamos a obtener
represalias, lo que para un país pequeño como el nuestro
puede ser mortal, sino que además vamos a trasladar nuevamente
ineficiencia a toda la sociedad. Terminaremos produciendo electrodomésticos...
Los que somos cuarentones recordamos que aquí se producía
toda clase de cosas porque estábamos cerrados al mundo. Pagábamos
las radios más caras del mundo, los televisores más
caros del mundo; seguimos pagando los autos más caros del
mundo... Es una decisión de la sociedad. Nos gustaría
que si la sociedad dice "igual voy a proteger al productor",
que sea consciente de lo que hace.
EC - Un oyente pregunta cómo se compatibiliza la historia
de los últimos años con la defensa de la apertura
que usted realiza. Lo pregunta en el sentido de que cada vez producimos
menos.
MDB - El tema es qué estamos produciendo. Si usted mira
una gráfica que compare el producto de Uruguay con la apertura
comercial -definida como exportaciones más importaciones,
o sea las dos cosas que componen la balanza comercial- va a ver
que la relación es prácticamente unívoca; la
relación que hay en una serie que va desde 1996 hasta ahora
es impresionante. ¿Qué quiere decir eso? Si usted
aplica esa relación a un país grande no le da tan
así, si la aplica a Argentina ya no le da así, porque
ese país tiene un mercado interno que banca mucho más
que el nuestro.
Nuevamente, ¿qué pasó en setiembre de 1974?
¿Qué gran cambio cualitativo hizo el país?
Abrió su economía, abrió la parte financiera
y la comercial. No sé si usted lo recuerda, pero incluso
teníamos prohibiciones de importación, de las que
hoy en día sólo quedan las de autos usados. Como quien
dice, había arancel infinito, no se permitía la importación.
Hubo un cambio importante, y por primera vez en 20 años el
Producto empezó a crecer en 1974, en plena crisis del petróleo,
cuando todo el mundo decía "¿Cómo van
a abrir la economía con la crisis del petróleo? Nuestras
exportaciones se van a ir al diablo por el precio del petróleo".
Sin embargo el país empezó a crecer, las importaciones
crecieron y las exportaciones crecieron muchísimo también.
EC - ¿Por qué se han cerrado tantas industrias?
MDB - Porque esas industrias habían crecido al amparo de
un modelo de sustitución de importaciones, que arrancó
en 1931 y terminó en 1974. Esas industrias sólo eran
viables en un país cerrado, donde el consumidor tenía
que pagar los autos más caros del mundo, los televisores
más caros del mundo... Es un poco lo que pasa hoy con los
entes públicos, que venden el combustible más caro,
las telecomunicaciones más caras. ¿Por qué?,
porque estamos cautivos aquí dentro. En la medida en que
podamos escapar, ya sea por una ley o por la vía de los hechos,
porque la tecnología nos va a llevar a poder consumir cosas
a precios internacionales -por ejemplo en telecomunicaciones-, esas
empresas van a ser inviables.
EC - Ustedes propugnan la apertura lisa y llana al mundo. Hemos
estado hablando mucho a propósito del capítulo importaciones
de esa apertura; en cuanto al capítulo exportaciones, ¿
consideran al Mercosur de alguna manera como una forma de protección
y entienden que también hay que sortear esa barrera?
MDB - Ahora estamos justamente en la etapa del Mercosur en que
a Uruguay le suben los aranceles de muchos bienes necesarios para
poder exportar bien -insumos agropecuarios, bienes de telecomunicaciones,
de informática-, por lo tanto en este momento o se revé
esa situación en el Mercosur -creo que está todo en
tela de juicio, dadas las crisis que hay en la región-, o
el óptimo, que es abrirnos a un tercer bloque o potencia,
como pueden ser Estados Unidos, el ALCA o la Unión Europea,
para que el Mercosur gane en eficiencia. Lo haremos con o sin el
Mercosur, pero lo cierto es que consideramos que el óptimo
no es estar encerrados dentro de una caparazón que se llame
Mercosur, donde estaremos defendiendo la industria brasileña,
ni siquiera la uruguaya. Ahí el consumidor uruguayo va a
perder, pero el que va a ganar va a ser el productor brasileño,
ni siquiera el nuestro. O sea que en ese caso la ineficiencia de
la que le hablaba es todavía mucho más grave.
EC - El informe titulado "Libre comercio o protección"
será presentado mañana temprano en la sede de la CNC.
MDB - De ocho a 10, evitando el cepo. Los panelistas van a ser
el doctor Ignacio de Posadas, el ingeniero Végh Villegas
y el economista Quijano, y el moderador va a ser nada menos que
el embajador Lacarte Muró. Va a ser un evento muy importante.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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