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Fernández Huidobro: en la transición funcionó "un teléfono rojo" entre militares y el MLN

Senador Eleuterio Fernández Huidobro: Se puede mirar hacia atrás y escribir un tango nostálgico, o remangarse para enfrentar los gravísimos problemas de hoy. El trabajo del Oyarvide es la reivindicación de soberanía más grande desde Artigas. Hay que invertir en Defensa, y eliminar mucho gasto superfluo en el entorno del ministro.

EN PERSPECTIVA
Martes 26.03.02, 09.00.

EMILIANO COTELO:
Dirigente histórico del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, en los años 60 protagonizó varias de las acciones armadas más notorias y estuvo preso antes y después del golpe de Estado de 1973. En particular, en la dictadura pasó por condiciones de reclusión singularmente duras, recluido durante años en aljibes de cuarteles militares, en condición de rehén del gobierno de la época.

Hoy, ya en pleno siglo XXI, Eleuterio Fernández Huidobro no sólo lleva dos años como senador de la República, sino que desde la semana pasada preside la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara Alta. Su designación no pasó inadvertida: inmediatamente se hicieron oír voces discordantes. Por ejemplo el senador Yamandú Fau, del Foro Batllista, consideró el nombramiento de Fernández Huidobro como "una provocación". Y el ministro de Defensa, Luis Brezzo (también del Foro Batllista), entendió que esta novedad "no contribuye a la recomposición de las relaciones políticas en el país".

De todas formas el senador Fernández Huidobro, pocas horas después de su nombramiento, visitó una dependencia de la Armada, el buque Oyarvide, y al salir cuestionó fuertemente la política de recortes presupuestales implementada por el Ministerio de Defensa Nacional y cuestionó de manera directa, una vez más, al propio ministro Luis Brezzo.

En fin, sobre su nombramiento, sobre su relación con las Fuerzas Armadas, sobre el trabajo de la Comisión de Defensa Nacional vamos a dialogar con el senador del Movimiento de Participación Popular Eleuterio Fernández Huidobro, que tiene 60 años, está casado y tiene dos hijas.

Está claro que durante los años de la guerrilla, antes del golpe de Estado, los tupamaros tuvieron comunicación fluida con algunos sectores de las Fuerzas Armadas. ¿Cómo ha sido la relación con las Fuerzas Armadas desde 1985 en adelante, desde que se volvió a la democracia y desde que ustedes fueron liberados?

ELEUTERIO FERNÁNDEZ HUIDOBRO:
Como todos sabemos, a la salida de la dictadura y por unos años más Uruguay pasó lo que se llamó el "período de transición", que recuerdo que fue delicadísimo. Estaba todo aquello prendido con alfileres, las heridas abiertas muy frescas y los rencores reconcentrados. Hubo que poner mucho; creo que todos los sectores políticos del país lo hicieron, las organizaciones sociales también y creo que mis antiguos enemigos y nosotros también, para que hubiera esta convivencia -no desprovista de lucha, pero convivencia pacífica- desde aquel entonces hasta hoy. Creo que no hubo incidente grave alguno producto de aquellos rencores y odios de los enfrentamientos bélicos a muerte que entorpeciera este ya más de cuarto de siglo de convivencia pacífica. Hubo que poner mucho, mucho.

EC - Pero en ese "poner mucho", ¿hubo contacto, hubo comunicación Tupamaros - Fuerzas Armadas?

EFH - Sí, sí, sí.

EC - Decir comunicación Tupamaros - Fuerzas Armadas es demasiado amplio, es generalizar demasiado. ¿Con quiénes ha tenido diálogo usted: con militares en actividad, con militares retirados?

EFH - De todo tipo. Este es un país chiquito, donde todos nos conocemos. A veces basta ir al cumpleaños de un familiar no muy cercano para encontrarse con un antiguo enemigo. O sentarse en un bar para ver en la mesa del al lado al que lo tuvo preso a uno durante añares. O tropezarse en una oficina pública o simplemente por la calle. Por suerte, este no es un país de masas; todavía es de tamaño humano, permite esa cosa que a veces puede dar lugar a graves incidentes, pero otras simplemente permite que uno se vaya acostumbrando a convivir. Entonces, cuando pasaron cosas o se temía que pasaran cosas, siempre hubo una especie de "teléfono rojo".

EC - ¿Cómo era eso del "teléfono rojo"?

EFH - Digamos que quienes de algún modo estuvimos muy enfrentados y pagamos las consecuencias (nosotros las pagamos bastante), si tuviéramos que pelearnos de vuelta quisiéramos hacerlo por decisión propia, no por "púas", "manijas" o intereses espurios de terceros, que desgraciadamente proliferan en la vida del mundo, no sólo acá. Quienes generan los conflictos siempre tienen guantes blancos en las manos, sancochan en sangre a los pueblos y siguen flotando como corchos, pase lo que pase, siendo los responsables últimos de todo lo que pasó. Le pongo un ejemplo...

EC - Se lo iba a pedir: algún ejemplo en que haya funcionado ese "teléfono rojo".

EFH - ¡Uhhh!, hubo muchos... En cada campaña electoral con rumores de enfrentamiento, cuando se hablaba de nuestros hospitales de campaña o de que estábamos entrenando no sé dónde... Y viceversa: cuando vino Fidel Castro, cuando vino el rey de España, grandes manifestaciones... En un montón de oportunidades, especialmente cuando había algunas versiones o trascendidos de que se estaba preparando esto o aquello.

EC - ¿Entre quiénes funcionaba ese "teléfono rojo"?

EFH - Entre viejos conocidos.

EC - Estamos hablando de dirigentes tupamaros de un lado; ¿y del otro?

EFH - De viejos militares de aquella época. Digo "viejos", porque en realidad cuando usted dijo que yo tengo 60 años... me abrumó (se ríe).

EC - ¿Pero es cierto o no?

EFH - ¡Es cierto! Eso es lo más desgraciado de todo. Supóngase que yo era uno de los más jóvenes en aquella época... (se ríe) imagínese la edad de los otros.

Nosotros vivimos muchos años dentro de los cuarteles. Como podrá imaginar, independientemente de las palizas, de la tortura y de las cosas que pasamos, nos conocemos. Una vez alguien vino a traerme una denuncia por corrupción y me dijo que lo mandaba el coronel Fulano. Cuando él le preguntó "¡¿Cómo me manda ahí!?", le respondió "Porque estoy seguro de que ese no está en la joda. Yo lo torturé".

EC - ¿En particular usted tiene diálogo con militares que lo torturaron?

EFH - Sí, sí, ni qué hablar. No tuve más remedio que tenerlo durante 13 años... Me faltaron dos para jubilarme de milico.

EC - ¿Usted es de los ex guerrilleros que se sienten intrínsecamente "combatientes"?

EFH - Sí, sí.

EC - ¿Qué quiere decir el concepto de combatiente?

EFH - Yo llamé a la lucha armada en mi país, está escrito; todos mis compañeros lo hicieron, obviamente. Si lo hice no puedo ahora decir que no lo hice, no puedo caer en esa incongruencia. Reconozco, eso sí, plenamente, que en mi país el terrorismo de Estado cayó con los 20 nudos de su látigo feroz sobre gente que no había hecho absolutamente nada, que fue presa, torturada, muerta y desaparecida por repartir un volante, por pertenecer a una organización legal. En mi caso yo sabía por qué estaba preso.

EC - ¿Hoy qué quiere decir "combatiente"?

EFH - Nada, absolutamente nada. En la guerra, en esa desgracia repugnante que son la violencia y la guerra se puede ser combatiente de muchos modos. En esa guerra siempre hay algunas reglas mínimas, que algunos suelen cumplir y otros no. Cuando se las cumple se gana respeto.

EC - ¿A qué reglas alude, por ejemplo?

EFH - No rematar a los heridos, atenderlos; no torturar a los prisioneros; no meterse en el bolsillo dinero, producto de los combatientes; cumplir la palabra. Yo participé en las durísimas negociaciones de 1972, salí a la calle, herido; podría haberme ido. En aquel momento las Fuerzas Armadas confiaron en mí, yo volví al cuartel para después estar 13 años como rehén. Creo que eso, para mis enemigos (que no dejaron de tratarme mal por eso)... nobleza obliga a reconocer que hay palabra. No me fui del país: fui el último, como todos mis compañeros dirigentes históricos. O morimos peleando o caímos heridos y fuimos los primeros en comernos toda la cárcel que hubo que comerse y todas las torturas que hubo que comerse. No nos fuimos al exterior a hacer conferencias de prensa para después pasarnos al bando enemigo, como desgraciadamente ha pasado en muchos lados.

EC - A partir de esa concepción de combatiente, ¿a usted y otros dirigentes tupamaros les resulta más fácil que a otros políticos relacionarse con las Fuerzas Armadas, entenderlas?

EFH - Tal vez entenderlas, no me animo a decir lo otro. Cuidado: no creo ser ni que mis compañeros sean Carlos Gardel ni mucho menos en la materia. Entender una mentalidad, una manera de pensar, de vivir, de ser, sí; por esa nutrida y densa estadía dentro de todos los cuarteles del país que desgraciadamente tuvimos.

EC - Cuando entró al Senado ¿pensó automáticamente en integrar la Comisión de Defensa Nacional?

EFH - Mi dirigente máximo, mi querido compañero Tabaré Vázquez, ya me había designado asesor en defensa, no sé si lo recuerda, junto con el compañero Korzeniak, en aquellos grupos de asesores que tenía cuando comenzó la campaña electoral del año 1999. Desde ese momento -lo decidió él, yo no le había pedido que lo hiciera- me vi de cabeza metido en la Comisión de Defensa, no por mi decisión expresa sino como producto de la circunstancia.

Quiero decirle a usted que con ex enemigos míos también participé en la negociación de España que dio lugar a la última tregua de ETA. Fue una negociación peligrosa y participamos juntos, corrimos riesgos juntos.

EC - Es importante recordar ese episodio. Usted remarca que en aquella negociación participaron tupamaros junto con ex enemigos suyos, o sea con militares, supongo que retirados.

EFH - Y uno en actividad.

EC - ¿También?

EFH - Todavía quedan algunos, los que eran jóvenes, que todavía eran muchachitos. Todavía quedan algunos en actividad, obviamente.

***

EC - A partir de estos antecedentes, de ese relacionamiento con integrantes de las Fuerzas Armadas retirados y en actividad, desde el momento en que usted pasó a integrar la Comisión de Defensa Nacional, ¿cómo lo han tratado las autoridades militares?

EFH - Con extremada cortesía y respeto. Porque además la vida sigue, el agua sigue pasando abajo de los puentes. Nosotros podemos tener "ojos en la nuca", como han dicho que yo tengo y como tienen otros, pero el problema es que un día tras otro, como decía Quevedo cuando le preguntaron de qué estaba enfermo y dijo "de un día tras el otro", la vida arroja sobre la mesa, en el presente y en el inmediato futuro, todos los días, gravísimos problemas. Uno puede decir "Voy a seguir mirando para el pasado", entonces escribe un tango melancólico y es un gran escritor de tangos. O puede decir "voy a seguir viviendo la vida al mango, apasionadamente"; aquello está, fenómeno, no lo voy a olvidar nunca ni voy a arriar mis banderas, como no le pido a nadie que arríe las suyas. Pero hoy hay otros problemas gravísimos, en el futuro inmediato hay problemas gravísimos, entonces hay que remangarse y empezar a trabajar en ellos. Eso es lo que hemos hecho.

EC - Yo le preguntaba por la relación con las autoridades militares.

EFH - Pasa eso.

EC - En particular, ¿lo han saludado más de una vez haciendo la venia?

EFH - Ni qué hablar, obviamente.

EC - ¿Cómo le ha resultado eso?

EFH - Normal, no me llama para nada la atención.

EC - ¿Ninguna autoridad militar le ha negado el saludo?

EFH - No, ninguna, en absoluto. Que yo sepa no. Me dijeron que alguna vez alguno lo hizo y lo arrestaron.

EC - ¿Sí?

EFH - Sí.

EC - ¿De qué fuerza era ese militar?

EFH - Creo que de la Armada. Son chismes, no tengo certeza de que ello haya sucedido. Pero a mí eso me importa un bledo... El pito, el tambor, el clarín, la trompeta... Soy civil, sé que los militares le dan mucha importancia a eso, pero yo no le doy tanta.

EC - ¿El hecho de ser ahora el presidente de la Comisión no ha implicado para usted ningún cambio en este sentido?

EFH - No, sustancialmente no, porque cualquier miembro de la Comisión de Defensa del Senado o de la Cámara de Representantes está en pie de igualdad con el presidente de turno. La función corresponde por el resultado electoral, no por otra cosa: cualquiera puede aportar tanto o más que el presidente. Lo único que tiene que hacer el presidente es hacerse cargo del orden del día, consultar con los miembros, proponer temas en debate. Pero es la vida la que los va proponiendo, más que el presidente.

EC - ¿Es cierto que no era usted en quien el Frente Amplio había pensado en principio para presidir este año la Comisión de Defensa, sino el senador Korzeniak?

EFH - No, no. El MPP y yo personalmente propusimos al compañero Korzeniak. Por resultado electoral al FA le tocaban dos años: el 40% de cinco años son dos años; en casi todas las otras comisiones al FA le corresponden dos años de presidencia. Pero, en esta comisión, la coalición de gobierno se negó a darnos dos años y nos dio uno. Era obvio por qué lo hacía.

EC - ¿En qué sentido era obvio?

EFH - Para que yo no fuera. De todas maneras el MPP, o sea Mujica y yo, en consulta con nuestros compañeros, planteamos a la bancada de senadores que el compañero Korzeniak en primer lugar merecía ser el presidente, por más veteranía en esa comisión -ya lleva varios períodos de gobierno-, por más sabiduría y por más baquía parlamentaria. Sabíamos por qué había una sola, pero... bueno: no queríamos entrar en esa mezquindad, en el mismo nivel de mezquindad, justamente de "ojos en la nuca", que hizo que la coalición le votara dos presidencias al FA en todas las demás comisiones, menos en esta. Que fuera Korzeniak. Pero la unanimidad de los senadores, a propuesta del senador Korzeniak, decidió que fuera yo. De modo que quedé atrapado.

***

EC - Ahora que es presidente de la Comisión, hablando de la agenda, de los temas a priorizar, ¿qué se puede adelantar con respecto a este año?

EFH - Usted ya encaró alguno ayer.

EC - ¿El del buque Oyarvide, concretamente, o el de la Armada en su conjunto?

EFH - Podemos decir "Ministerio de Defensa en su conjunto", después "Fuerza Aérea en su conjunto", "Ejército en su conjunto", "Armada en su conjunto"...

En un período de crisis, de ajustes fiscales, de recortes de gastos, es obvio que si fuéramos gobierno actuaríamos de otra manera; pero no somos gobierno. Entonces, hay que defender en medio de la crisis aquellos puntos de cualquiera de las tres fuerzas que no pueden dejar de funcionar. Uno de ellos es el o "los Oyarvide", porque para el relevamiento geofísico, tal como quedó claro ayer -escuché con mucha atención, aunque lo sabía todo-, especialmente del espesor de nuestros sedimentos, que es vital para nuestros hijos y nietos, se necesitan dos barcos, no uno. Por lo menos dos. Ya tenemos una oferta de precio político en Alemania de otro Oyarvide un poco más chico que podemos sacar por unos U$S 400 mil, en tres cuotas. Le hemos entregado U$S 33 millones al Banco Comercial, el equivalente a 66 Oyarvide. Podríamos hacer una "vaquita" entre diputados y senadores y lo compramos.

EC - ¿Esa compra está en cuestión?

EFH - Lógico: está en cuestión porque la tijera de Bensión, que entra en el país como un elefante en un bazar, recortando parejo todo, "la Biblia y el calefón, Carnera y San Martín", comete estos disparates. Uno piensa que lo hace sin darse cuenta, pero el malintencionado puede decir que se está dando cuenta muy bien de lo que hace.

EC - Para quienes no conocen la actividad que desarrolla el buque Oyarvide ni la que tiene que llevar adelante esa otra nave a que usted aludía, ¿por qué entiende que es imprescindible que estos gastos no sean recortados?

EFH - Porque es la reivindicación territorial de soberanía más grande desde la época de Artigas, con todo lo que eso implica. Llegaríamos a unos 250 mil kilómetros cuadrados de soberanía, en lo que la soberanía tiene que ver con en el mar, mucho más que en nuestro continente, sin contar con nuestros intereses en la Antártida. Mal hablarían de nosotros nuestros hijos y nietos si mañana perdieran eso porque no compramos ese barquito.

¡Hablar de U$S 400 mil...!, cuando aparte de los U$S 33 que le regalamos a los estafadores del Banco Comercial, estamos mandando otros U$S 35 en este mismo momento para arreglar los despilfarros de Ancap en Argentina, y cuando Ancap está contratando a una empresa francesa para hacer exactamente lo mismo que hace el Oyarvide -que además haciendo la prospección comercial y quedándose con esos secretos-, pagándole; cuando los gastos de publicidad y el esponsoreo de algunas cosas de Ancap daría para solventar los gastos del Oyarvide... Esto parece cosa de locos.

EC - Ayer el ministro de Defensa Nacional, Luis Brezzo, dijo textualmente: "Me parece un poco exagerado todo el fervor que puso el senador Fernández Huidobro en la defensa de las actividades del buque Oyarvide".

EFH - Lo que pasa es que mi historia con el Oyarvide es vieja.

EC - ¿De cuándo viene?

EFH - Uh, ya del gobierno de Sanguinetti, cuando -con toda la modestia del mundo- hicimos la denuncia. En aquella oportunidad, cuando yo escribí la nota en Mate Amargo, el Oyarvide estaba amurado al muelle por falta de recursos: no tenía ni para el gasoil. Hicimos la denuncia en dos números; no dio lugar a una gran difusión nacional, pero en las Fuerzas Armadas impactó tremendamente y Sanguinetti se vio obligado a mandarle gasoil.

Usted podrá imaginarse... Yo no quiero pensar en malas intenciones de nadie, pero que Uruguay no reivindique esa extensión de soberanía de 200 a 350 millas es del interés enorme de las grandes multinacionales pesqueras, por ejemplo. No quiero juzgar malas intenciones en nadie, pero ¡cuidadito!: cuando la gente dice "Los militares no quieren trabajar", el problema es que a veces quieren y no los dejan.

Por ejemplo, la gran interrogante (otro tema para la Comisión de Defensa): ¿por qué se desactivó la tripulación de un superpetrolero por parte de la Armada, que daría para solventar los gastos de prácticamente toda la Armada, y que para que a Uruguay le saliera gratis esa parte del presupuesto? Gran pregunta. Yo quiero saber y lo voy a poner en la Comisión de Defensa del Senado.

EC - ¿Puede explicar un poco mejor, aunque sea brevemente, este caso?

EFH - Recordarán los que peinan canas varios superpetroleros propiedad de nuestro país, que no sólo se encargaban de traer el crudo que Uruguay necesitaba, sino también de trabajar para terceros. Uno de ellos estuvo trabajando para Petrobras durante tres años, por ejemplo.

El país está pagando ese servicio: es petróleodependiente y está trayendo a la boya de José Ignacio, en petroleros de otras banderas, de empresas privadas, el crudo que necesita. O sea que estamos haciendo ese gasto, sí o sí. ¿Por qué se desactivó eso, que además permitía formar oficiales de la Armada? El único lugar donde los oficiales se forman es en la mar, como ellos dicen: en cubierta, en el puente; porque en un escritorio... es bravo.

EC - Ese va a ser otro tema que usted a poner en la agenda de la comisión.

EFH - Sí, uno de los temas. La gente a veces dice: "Habría que gastar menos en el Ministerio de Defensa". Ni hablar: hay acuerdo total de todas las bancadas y de las Fuerzas Armadas en que hay que gastar menos. Porque los trabajos académicos y las investigaciones publicados por miembros activos de las Fuerzas Armadas dicen lo mismo.

El gran problema es que no sólo estamos gastando más de lo necesario sino que lo estamos gastando pésimamente: es un despilfarro al cuadrado. Por ejemplo, el otro día se fue un general a Estados Unidos y se llevó su caballo. Fue como agregado militar y se llevó el caballo, con todos los gastos pagos.

Mientras tanto, no hay recursos para el Oyarvide ni para la Fuerza Aérea, que a esta altura de la vida es peatonal, es lo menos volátil que hay en el país. No hay radares para prevenir desastres meteorológicos como la tromba del otro día, no hay radares de tierra desde hace un tiempo (fueron desmontados, lo descubrimos cuando investigamos la tragedia del barreminas Valiente) para vigilar, controlar y salvar todo el tránsito marítimo -turístico, comercial, pesquero, etcétera- en el estuario del Río de la Plata.

Hay cosas que son escandalosas, que rompen los ojos. Pasan en casi todos los demás ministerios y son la explicación de esta política neoliberal, salvaje, que quiere dejar todo en manos privadas. Fíjese (yo me caliento un poco): el Oyarvide trabaja hoy con otro barquito más chico, del cual no le han hablado porque hubiera sido alargar demasiado la conversación. Ese barquito tiene a bordo más o menos el mismo instrumental en pequeño y se dedica, para no gastar al Oyarvide, a hacer lo mismo pero en los álveos, en las bahías, en los álveos acuáticos de aguas bien someras.

Por ejemplo, trabaja en la Bahía de Montevideo, en el canal de acceso, etcétera. Después de la subasta de la terminal de contenedores, todo eso que está haciendo va a ser a beneficio de las empresas privadas y de la Administración Nacional de Puertos, que todavía sigue siendo del Estado. ¿Usted puede creer que le cobran al Oyarvide por amurar a puerto? ¿En qué país puede caber un disparate de esta naturaleza? Cuando amura fuera de donde lo hacen los otros buques de la Armada (tiene que amurar ahí porque tiene en el casco aparatos muy sensibles) le estamos cobrando el agua y la luz, cuando esto tendría que ser declarado de interés nacional. La Cámara de Representantes ya lo apoyó y nosotros vamos a hacer lo imposible para que en el Senado se vote la media sanción que falta. Lo que pasa es que el Senado lo mandó a la Comisión de Hacienda, y allí manda Bensión.

EC - Entonces, por un lado hay una serie de temas vinculados al presupuesto de las Fuerzas Armadas y su eventual reestructura y racionalización, en la medida en que usted entiende que hay gastos superfluos e innecesarios mientras que hay debilidades en otras áreas.

EFH - Especialmente hay mucho gasto superfluo en el Ministerio de Defensa, o sea en los entornos y alrededores de don Luis Brezzo. Hay muchos asesores muy bien pagos que nunca pertenecieron a las Fuerzas Armadas.

EC - ¿También está en la agenda la reestructura o la reformulación de las Fuerzas Armadas?

EFH - Este es un gigantesco capítulo. Está en la agenda desde 1985, y el señor Jorge Batlle había dicho que lo agendaba para el año pasado. Yo comprendo: vino la aftosa, la crisis argentina, etcétera, la crisis uruguaya... Espero que lo introduzca este año, justamente para ese gran debate nacional que necesitamos en torno a la defensa nacional, si son o no necesarias las Fuerzas Armadas, y la otra gran interrogante: qué Fuerzas Armadas necesitamos. El comandante en jefe de la Armada nos decía el otro día algo parecido a un viejo cuento de gallegos (con todo el respeto que tengo a los gallegos): "Le dijo un gallego al otro: ¿vamos a declararle la guerra a Estados Unidos? Y el otro le dice: ¿y si ganamos?". El comandante en jefe decía que creía que llegamos en tiempo para hacer esa reivindicación territorial, por la cual vamos a tener 250 mil kilómetros cuadrados, y también compromisos internacionales, por ejemplo de búsqueda y rescate en esa área y mucho más allá en el Atlántico, más la protección de toda la riqueza que hay ahí. Y se preguntaba: ¿cómo cuidamos eso después? O sea, "¿y si ganamos?".

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón





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