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LA REFORMULACIÓN POR EL DEUDOR, LOS ACREEDORES, O UN TRIBUNAL AD HOC
¿Cómo enfrentar las crisis de deuda de los países emergentes?
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Profesor Kunibert Raffer: Cuando se reestructura la deuda externa, se debería incluir a los créditos multilaterales. Eso sería justo, porque ellos deciden sobre la política económica de un país pero se niegan a tener riesgo. De su estudiante modelo, Argentina, han dicho que era “brillante” y un segundo después se han asombrado de su “imprudencia”. Eso es posible porque sus propias deudas son ajenas a todo efecto económico. El FMI no es bueno estimando la sustentabilidad de deudas: en América latina lo hace desde los 80, y la salud económica de los países afectados no es exitosa.
EN PERSPECTIVA
Jueves 13.03.03, 09.10.
EMILIANO COTELO:
El gobierno uruguayo decidió finalmente este martes encarar la renegociación de la deuda pública. El paso que dieron el economista Julio de Brun y el ministro Alejandro Atchugarry instaló en el debate nacional el problema de las dificultades de los países para pagar sus deudas y los inconvenientes que surgen cuando se opta por la reestructuración.
Casualmente esta semana tuvo lugar en Montevideo el seminario “Deuda Externa. Propuestas para salir de la crisis”, organizado por la Fundación Friederich Ebert Uruguay y la Presidencia de la Cámara de Diputados. Técnicos y parlamentarios de América Latina y Europa abordaron este tema, haciendo especial hincapié en la búsqueda de salidas más justas a las crisis de endeudamiento que viven algunos países. Se habla, por ejemplo, de la posibilidad de extender para la deuda de los países los principios que se utilizan para la insolvencia de las empresas, o también de la creación de algún tipo de tribunal arbitral internacional que regule estos procesos. Son ideas que están en pleno debate en el mundo de las finanzas, en el ambiente académico, incluso dentro del propio Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para acercarnos a este debate vamos a dialogar con el profesor Kunibert Raffer, que es austríaco, docente de la Universidad de Viena, experto en finanzas internacionales, quien en los últimos tiempos ha prestado especial atención al fenómeno del endeudamiento en los países emergentes.
Están con nosotros también dos integrantes de La Tertulia, Casilda Echevarría y el economista Gabriel Papa, a quien hemos invitado esta mañana para que, junto con Ope Pasquet y Juan Grompone, en la segunda parte también formulen sus preguntas al profesor Raffer.
Vamos a comenzar con lo más general. En los últimos años los países han ido recurriendo, cada vez más, al financiamiento a través de la emisión de bonos, que además generalmente son emitidos en otros países, al amparo de las leyes de otros países. De esa manera los acreedores de los países se han ido atomizando. ¿Qué dificultades representa esta situación para países como Uruguay que, al no poder hacer frente al pago de su deuda, tienen que apostar a la reestructura o al reperfilamiento de sus obligaciones?
KUNIBERT RAFFER:
Eso depende; por supuesto, la coordinación es más difícil con más participantes, pero también quería decir que cláusulas que proveen un síndico, una persona que pueda actuar por todos los acreedores, se ha eliminado.
EC - ¿Podemos explicar eso?
KR - Según las leyes inglesas, en una emisión de bonos había la posibilidad de estipular que hubiera una persona que podía actuar por todos los acreedores, un síndico. Eso se elimina porque se ha pensado que no es necesario. Por supuesto había que pagarle a esa persona y se puede ahorrar su costo; eso lo hace más difícil. Pero se debe decir que la situación de los años 80 marcaba históricamente una excepción, porque toda la deuda extranjera de países, por ejemplo en otras décadas, siempre había estado en bonos.
EC - Usted dice que la historia marcaba endeudamiento por la vía de los bonos.
KR - Sí, normalmente.
EC - Luego, en los años 70, tuvimos una situación atípica en la medida en que el endeudamiento fue básicamente con bancos. Fue ese endeudamiento el que se atacó con la fórmula del Plan Brady, por ejemplo.
KR - Sí, por supuesto; porque el Plan Brady prevé que se puede hacer un canje de las deudas con bancos por deudas en forma de bonos. También querría decir que cuando se hicieron los planes Brady en diferentes países, de una cierta manera hicieron entender a los acreedores que los bonos iban a disfrutar de un cierto privilegio de seguridad. Con esto, en los años 90, surge una ola de bonos en esos países; una ola que crea otros problemas, pero que también permitieron a la banca retirarse de esos países. Cuando se ven los porcentajes de la deuda de Brasil y Argentina con parte de la banca, en los 80 y pico y de hoy, prácticamente no hay créditos con la banca, son muy pocos. Todo esto ha sido posible porque esa ola de bonos permitió sacar a la banca; fue una sustitución de acreedores.
EC - Hoy tenemos un endeudamiento básicamente en bonos y con los organismos multilaterales.
KR - Sí. Esto también es un problema, porque los créditos con los organismos multilaterales son especialmente duros, porque éstos dicen que en principio no se pueden reestructurar ni cancelar. Se debe decir que, por ejemplo, los bancos de desarrollo, como el así llamando Banco Mundial (BM) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tienen en sus estatutos la posibilidad y la necesidad de cancelar deudas en ciertas situaciones de urgencia, de emergencia del deudor, pero no lo hacen.
EC - Llamó la atención que usted los calificara como “duros” porque en general, al revés, tendemos a considerarlos blandos, en la medida en que, por ejemplo, se ofrecen con tasas de interés sensiblemente convenientes.
KR - Las tasas de interés son la única excepción. No siempre, pero normalmente son un poco mejores que las del mercado de capitales. Los plazos se pueden discutir, depende, pero hay también algunas otras cosas conectadas con los créditos multilaterales, como por ejemplo que el FMI haga una cierta política económica que obligue al país a hacer ciertas cosas. Estos, por supuesto, también son costos. Cuando se ve el ajuste estructural que se hizo en África Subsahariana –fue la primera región donde el FMI empezó a hacer eso– hace 30 años, no hay éxito; esos también son costos económicos. Se puede decir que si algo duele pero después hay éxito, se puede discutir: duele demasiado, duele bastante, o no. Pero si duele, no hay éxito y se destruye prácticamente las economías, no se puede discutir.
EC - Usted califica como “duros” a los créditos de los organismos multilaterales, por un lado porque incluyen esta condicionalidad, condicionan las políticas económicas, y por otro porque en principio no se pueden reestructurar.
KR - Sí. Esto es más fácil con todos los otros acreedores. Uruguay no tiene prácticamente acreedores oficiales bilaterales.
EC - No sé; creo que Uruguay no tiene deudas con países.
KR - Pero aún con estos es mucho más fácil de reestructurar que con el FMI o el BM. Por eso digo que es más duro. Esos otros acreedores comprenden una situación difícil, están listos para reestructurar, pero no los multilaterales.
***
EC - Cuando un país emergente (esa es la denominación que se utiliza en los últimos años) tiene que encarar la reestructura de su deuda, una deuda que básicamente es con tenedores de títulos de deuda pública y por otro lado con organismos multilaterales, ¿cuáles son los inconvenientes que enfrenta, cuáles son las dificultades? Vayamos concretamente a la reestructura de la deuda con papeles, con títulos.
KR - Primeramente, por supuesto, es más difícil coordinar con los tenedores de bonos; no hay al momento una manera de hacerlo, se debe introducir una manera de hacerlo. Pero cuando se ve, por ejemplo, la reestructura de la deuda externa de Uruguay, se deben incluir los créditos multilaterales. Creo que eso sería justo porque los organismos multilaterales deciden sobre la política económica de un país, pero se niegan a tener también una parte del riesgo. Se le dice a Argentina qué hacer, se dice “¡Qué brillantes son los argentinos con su política económica, hasta en el fracaso!”, y después se dice “¿Cómo es posible que los argentinos hagan una política que no es prudente?”. Lo han dicho de un segundo al otro de distancia de su estudiante modelo. Eso sólo es posible porque sus propias deudas están totalmente exentas de todo efecto económico. Por eso creo que quien decide también debe arriesgar su propia moneda, por eso pienso que se deben incluir a los propios fondos multilaterales.
EC - Cuando el FMI discute la idea de un mecanismo de reestructuración de la deuda soberana, una alternativa que incluso va a debatirse ahora en las reuniones de abril del FMI, ¿en qué consiste la iniciativa? Tomemos esa como base, porque usted tiene otras ideas, pero me gustaría arrancar considerando la que el Fondo no digo que está preparando, porque todavía no se ha llegado a un punto de maduración, pero en qué idea se basa el FMI.
KR - Tal vez sea demasiado crítico, pero creo que trata de rehacer un tipo Plan Brady con otras medidas, porque se tiene otros acreedores, los tenedores de bonos. Para mí lo importante es que más o menos sólo los tenedores de bonos privados deben cancelar o reducir sus deudas; los bilaterales pueden, en eso el FMI no es muy claro, pero ciertamente los multilaterales no, deben ser totalmente exentos, debe ser el FMI la institución que diga de cuánto debe ser la reducción. A eso se llama técnicamente decir cuál es la sustentabilidad de las deudas. Cuando yo digo que el 50 por ciento es sostenible se puede saber matemáticamente cuánto se debe reducir. Cuando se ve la historia del FMI en estimar la sustentabilidad de deudas, no es muy buena. Lo hace desde 1982 en América Latina, por ejemplo, y desde hace un poquito más en África, y la salud económica de los países afectados no es exitosa, para decirlo diplomáticamente.
EC - Usted está cuestionando el papel que el propio FMI se asigna a sí mismo en un mecanismo de reestructuración de la deuda soberana, según estos borradores que se está manejando. ¿Cómo funciona el mecanismo que el FMI está considerando?
KR - En el caso de Uruguay –tal vez sea un buen ejemplo porque no tenemos miembros del Club de París, otros países acreedores– sólo hay dos tipos de acreedores. En este caso, sólo el sector privado debe reducir, según el dictado del FMI, cuando el FMI crea que sea insostenible para el país. Como se ve, en el pasado el FMI, por ejemplo con sus estimaciones de las tasas de crecimiento de exportaciones para el futuro, ha sido demasiado crítico. Eso quiere decir que la sostenibilidad del FMI no es real: se puede ver que en todos los países, después de una solución final, hay otras soluciones también finales, como Ecuador, que cada dos o tres años tiene al Club de París y al FMI con una nueva solución para todos sus problemas.
EC - Gabriel, ¿podemos situar a los oyentes en las ideas que el FMI maneja para este mecanismo de reestructuración de la deuda?
GABRIEL PAPA:
El marco es que el FMI ve dentro de su lógica, pero percibe que existe un problema, un problema grande: que no hay un marco para reestructurar las deudas. Entonces primero no entran las deudas con el FMI y las organizaciones multilaterales; segundo, el gran problema con los tenedores de bonos es que el país hace un llamado, dice “No puedo pagar más; no pago más porque no puedo”; entonces se inicia un proceso por el cual los tenedores de bonos pueden recurrir a donde fue emitido, en general Nueva York o Londres, y exigir el pago del 100 por ciento del valor nominal del papel. Si el país llega a un acuerdo con algún sector de los tenedores de bonos puede haber otros tenedores que esperan ese acuerdo –es de suponer que si el país no puede pagar conlleve alguna quita– y se presentan a exigir posteriormente el pago del total. Ante esa situación el FMI, (la segunda directa gerente del FMI, Anne) Kruegger está pensando en una estrategia en la cual se reconoce que el país está en insolvencia y se le establece parámetros: cuál sería esa quita y cuál sería la nueva política económica a partir de la cual se emitirían bonos nuevos, que sustituirían a los viejos y habría un compromiso de los privados de seguir apoyando esta economía.
EC - La reestructuración se produciría por la decisión de la mayoría de los acreedores.
GP - Exactamente. Eso es lo que ahora no existe; de alguna manera tiene que haber alguna reglamentación que obligue a todo el mundo.
EC - Es el problema que hoy está enfrentando Uruguay: no sabe qué porcentaje de los acreedores va a aceptar la fórmula que finalmente se diseñe. En caso de prosperar un mecanismo como el que el FMI está elaborando, quedaría claro que el país y una mayoría especial de los acreedores llegan a un acuerdo que después es vinculante para todos los acreedores sujetos a la reestructura.
GP – Claro: ese sería el principio, pero no está diseñado aún y se critica tanto desde la derecha como desde la izquierda. Algunos dicen que el país se las tiene que arreglar, que tiene que seguir pagando. Incluso se destacaba que países fuertemente endeudados con el FMI, de ingresos medios, no quieren este sistema. Razonan de la siguiente manera: si hay algún sistema, los proveedores de fondos van a tener cierto temor de que el país haga uso del mismo y se retraigan del mercado. Países fuertemente endeudados no están de acuerdo con esto.
EC - ¿Casilda?
CASILDA ECHEVERRÍA:
Justamente, quería decir eso: que todos estos sistemas para lograr una moratoria o un concordato a nivel internacional, a nivel de países, que luego fueran obligatorios para todos los acreedores, implican, como decía el profesor, un costo. Porque todo eso va a significar que suba el costo del dinero, de los préstamos, porque va a haber un riesgo superior de incumplimiento desde que probablemente los países se sientan más amparados en una situación de incumplimiento.
Es muy importante establecer y dejar bien claro que las deudas con los organismos internacionales o con los particulares a través de los bonos están hechas para cumplirse, que los países deben estructurar bien sus proyecciones de posibilidades, de deudas y de cargas, y así funcionar haciendo el mayor esfuerzo posible para sustentar sus programas económicos y financieros de largo plazo. Sin embargo ocurren situaciones de emergencia, como la que estamos viviendo en este momento, en que la situación del entorno regional y otros aspectos internacionales están afectando gravemente nuestra economía, y más allá de haber reestructurado o no la dimensión del Estado, de haber reestructurado o no la forma en que gastamos los dineros públicos, etcétera, lo cierto es que con este nivel de deuda y este cronograma de pagos de amortizaciones e intereses, ya no hay más posibilidades ni de afectar la capacidad contributiva de los contribuyentes, es decir de poner más impuestos, ni de obtener crédito fresco como para hacer un revolving, es decir pagar con crédito para luego postergar los plazos. Entonces, la otra que nos queda es la emisión, con lo cual llegaríamos a una inflación, lo que tampoco es bueno, estaríamos hablando de un impuesto generalizado, sobre todo a aquellos con ingresos fijos.
Por lo tanto parece bien razonable que en un momento como este, muy excepcional, tengamos que recurrir a una renegociación de la deuda. Ocurre a nivel privado dentro de los países, y a los países. Estoy totalmente de acuerdo y considero muy atinado por parte del gobierno que se plantee la renegociación voluntaria de la deuda. Pienso un poquito diferente de Gabriel Papa: me parece muy importante que esto sea una situación de absoluta excepción y le tengo mucho miedo a una organización preestablecida de moratorias o concordatos que, con la sola solicitud, como estaba en que me acercó la producción, ya implicaran una suspensión de todas las obligaciones. También tengo temor de las evaluaciones que hagan, otra vez, funcionarios internacionales como lo hacen desde el FMI, desde el BID u otros, que quizás no conozcan tanto la situación interna del país, su idiosincrasia y sus posibilidades de reestructurarse internamente. Como los organismos siempre están formados por personas, dudo que la sustitución de un organismo por otro realmente cambie sustancialmente el verdadero concepto de por qué se contrajo la deuda si es razonable de acuerdo a su producto bruto interno y cuáles fueron las situaciones externas que la llevaron a esa situación.
EC – Claro: el asunto es que esto se está discutiendo, la posibilidad de trasladar a nivel internacional las leyes de concordatos, por ejemplo, que rigen dentro de los países para el funcionamiento de las empresas, adaptarlas al caso de que sea una nación la que enfrenta una crisis de ese tipo.
GP - En el propio Estados Unidos, como de repente el profesor puede explicar, el famoso capítulo 9 para las municipalidades locales, cuando están en situación de cese de pagos.
***
EC - El profesor Raffer tiene sus propias propuestas en esta materia, pero tomando base, de alguna forma, lo que el FMI está discutiendo, el mecanismo de reestructuración de deuda soberana, que todavía no está elaborado. Recordemos en dos palabras en qué consiste.
CE - El mecanismo que considera el Fondo es hacer una semejanza entre las posibilidades que tendría una empresa dentro de los países de presentarse frente a sus acreedores y establecer que sus posibilidades de seguir funcionando dependen de llegar a un acuerdo con ellos, obteniendo o bien una quita, una disminución en los montos de la deuda, o una espera: mayor plazo para hacer los pagos. Eso es lo que ellos quieren decir; con la salvedad, por supuesto, de que a los países no se les puede afectar su soberanía, o sea que no estaríamos hablando de una justicia internacional sino que ellos plantean la posibilidad de crear determinados grupos de árbitros para definir esa situación específica en las condiciones en que los países lo proponen. La ventaja de esto es coordinar a todos los acreedores en un mismo procedimiento, de eso se trata.
EC - Una mayoría que defina.
CE - Que defina y luego sea obligatoria para los demás. Eso es lo que ellos plantea.
EC - ¿Qué dificultades, qué inconvenientes ve usted, profesor Raffer, en un mecanismo de ese tipo?
KR - No se incluyen todos los acreedores en la propuesta del FMI. También se debe decir que la señora Kruegger exageró los problemas con estas cláusulas que se llaman collective action clauses, que ya hay, por ejemplo, según las leyes inglesas. Al momento hay bonos con esas cláusulas.
EC - Cláusulas que establecen que una mayoría de los tenedores de este papel puede resolver obligando a la minoría.
KR - En la ley de Nueva York no hay eso, cada acreedor puede ir a la Corte. Pero, por supuesto, ir a la Corte es muy difícil porque finalmente no hay otros recursos que los sacados por el deudor a otros acreedores, como el caso de Elliot, en Perú, porque un Estado hoy día, después de las privatizaciones, no tiene nada que se le pueda arrancar como acreedor. Por eso no veo el problema de los así llamados fondos buitre tan grandes…
EC - Los “fondos buitre”…
KR - Son acreedores que van a la Corte para recuperar el 100 por ciento.
EC - Claro, cuando se propone una reestructura hay tenedores de papeles que no la comparten y optan por el reclamo en la justicia.
GP - No solamente no la comparten, sino que probablemente, antes de que el país entrara en cesación de pagos, compraron bonos al 50, 20, 10 por ciento de su valor, esperando a que el país, exhausto –porque en general estos países llegan hasta tener el agua por encima del cuello, cuando declaran la insolvencia–, comience el mecanismo de reestructura y se presentan a cobrar.
EC - No aceptan la reestructura, se presentan a la justicia a cobrar, porque como compraron tan barato por ese camino judicial van a desquitar lo que invirtieron.
KR - No sólo no aceptan: lo compran primero para no aceptar.
GP - Exactamente. Es un juego complejo, no hay buenos y malos, pero tampoco hay que tener ingenuidad: no se trata de la viejita austríaca, jubilada, que tiene el papel de la deuda, cuya jubilación depende de… etcétera. Aquí hay estrategias, hay grandes intereses, etcétera; hay que tenerlo en cuenta.
CE - Sobre el valor de los papeles me parece interesante decir que, mientras no vencen, durante el período en que están vigentes y todavía no está vencido el plazo para su amortización, a su precio lo da el mercado, es decir que se compran y venden en bolsa y su precio lo da el mercado; por eso hablamos de que se compran al 40, al 10 por ciento, es decir al precio que se paguen en ese momento en el mercado. El negocio de esa gente es comprarlos en el mercado, cuando están devaluados por la poca expectativa que tienen los particulares o sus tenedores de cobrarlos en fecha, y obtener el pago final que harían los estados en la fecha de vencimiento, que cubre el 100 por ciento. Ahí está la ganancia.
EC - En el mecanismo de reestructuración de deuda soberana que estudia el FMI, ¿hay solución para este problema, el de los “fondos buitre”?
KR - Sí, muy sencillamente. ¿Por qué es posible ir a la Corte para un acreedor cualquiera, no solamente para un “fondo buitre”? Porque normalmente, cuando se emite bonos o se hace un crédito con la banca, el deudor soberano debe negar su soberanía en este caso, porque nadie le daría un crédito a un deudor que pudiese decir, en cada minuto, “Yo soy soberano, no pago nada”. Por eso se hace una exención de la soberanía, normalmente se estipulan las de Nueva York o Londres como las leyes vigentes para el contrato. Pero esos países ya tienen leyes que arreglan cómo se puede o no se puede ir a la Corte contra un soberano. En este caso, por ejemplo, se puede inferir de esas leyes, de que en caso de un arbitraje sobre las deudas no se puede ir a la Corte. Eso haría imposible a todos los acreedores, incluso a los fondos buitre, ir a la Corte contra un deudor. Ahí está la soberanía.
EC - ¿Cuáles son las alternativas que usted maneja para, ante una crisis de la deuda como las que se presentan en los países emergentes en los últimos años, encarar la reestructura?
KR - En un caso de emergencia se debe hacer algo, pero hay dos tipos diferentes de emergencia. Por un lado están los casos de iliquidez, en este caso tal vez una reestructuración, tal vez nuevos créditos podrían ser la solución; con nuevos créditos es siempre un poquito peligroso porque cuando se financia el pago de viejos créditos con nuevos –esto se llama un esquema puente–, quiere decir que una vez, un día no será posible obtener un crédito porque el crédito para repagar todos los créditos viejos es tan grande que simplemente es un fracaso.
La segunda posibilidad es que haya una situación de insolvencia, donde económicamente, lógicamente no es posible para el deudor repagar todo. Se puede ver que no sólo individuales, empresas y también estados a veces se hayan en situación de insolvencia. En esos casos se necesita un mecanismo que diga qué hacer, cuánto debe pagar el deudor, cuánto podría pagar, cuántos recursos deben ser exentos para que el deudor tenga la posibilidad de empezar de nuevo; un cierto monto de inversiones es necesario para que la economía pueda reproducirse. En ese caso puede principalmente haber tres posibilidades: que el deudor decida –que evidentemente es sólo teórica–, que los acreedores decidan…
EC - Que decida el país, que les imponga a los acreedores una determinada fórmula de reestructura, ésa es una posibilidad.
KR - Se puede decir que esa opción es sólo para Estados Unidos, no para otros países.
EC - La segunda alternativa es que resuelvan los acreedores.
KR - Eso es lo que se hace hoy en día, es la propuesta del FMI, porque el FMI también es un acreedor. Según el estado de derecho hay una tercera solución –hacia ahí va mi propuesta–: que una entidad neutral, ni acreedora ni deudora, sea la institución que finalmente decida, ante la cual los acreedores y los deudores expongan sus datos, sus argumentos, para ver cuánto se puede y debe ser pagado.
EC - Un tribunal, en definitiva.
KR - Un tribunal, que en mi propuesta es ad hoc, por eso no es una organización nueva. Ante ese tribunal el deudor, el gobierno, el parlamento, la Cámara de Industrias, los sindicatos podrán argumentar, presentar los datos sobre la economía, en ese proceso muy transparente se puede ver cuál es el porcentaje que un país puede pagar. Es totalmente diferente de las estipulaciones del FMI, donde hay un optimismo a veces increíble sobre las tasas de crecimiento del PBI o de las exportaciones, que son estimadas en demasiado optimista, lo que quiere decir que las reducciones no son suficientes; eso se ve.
EC - ¿Qué antecedentes maneja para proponer la creación de este tribunal?
KR - Hay arbitraje en asuntos de deudas, no de la forma que yo propongo, pero lo hubo para la cancelación de la deuda de Alemania en 1953. La cancelación fue tan generosa que Alemania no estaba forzada a aplicar las políticas del FMI, sino que aplicó lo que se llama economía social del mercado, que finalmente hizo posible el milagro económico alemán. También hubo tribunal en el caso de Nigeria, son casos singulares, por ejemplo uno en que entró en el pago el precio del petróleo y creo que una vez una cláusula en Uruguay, donde hubo una conexión con el PBI. En caso en que el deudor y los acreedores no estuvieran de acuerdo estaba estipulado que un tribunal de arbitraje podía estudiar ese caso.
CE - Aquí utilizamos muy habitualmente el arbitraje, el arbitraje internacional también. Sería exactamente el mismo criterio, porque el árbitro sería un tercero, compuesto por una o varias personas, que resolvería cuánto puede pagar un país, en qué plazo.
GP - Es interesante la mención a Alemania. Como sabemos, después de la primera guerra mundial a Alemania se le impuso una forma de pago por reparaciones de guerra que contribuyó a una serie de hechos políticos y sociales que derivaron en el nazismo. Sin embargo después de la segunda guerra mundial la lógica cambió y se permitió una quita a la deuda de Alemania, que llegó a más del 50 por ciento, se establecieron parámetros de sustentabilidad, relaciones entre servicio de deuda y exportaciones beneficiosas, cláusulas de contingencia, como decía el profesor. Si hay acontecimientos como shocks externos y el país no puede cumplir, se puede salir del acuerdo, reducir el servicio.
Escuché al economista Alfie hoy de mañana, quien planteó la estrategia de Uruguay de escuchar a los mercados; sobre el final la amenaza velada vino cuando dijo “la otra opción”, que no desarrolló, “lo que proponen los otros”. Lo que proponen los otros es esto: un tribunal neutro.
CE - Lo otro es lo que proponía el profesor como primera alternativa: si no hay un acuerdo entre partes, si no hay un acuerdo obligatorio establecido por un tercero imparcial como es el arbitraje, ¿qué queda? Si realmente no pueden pagar, la cesación de pagos. Esa es la peor de las situaciones, eso es lo que quiere decir.
KR - Esto es peor, sí; por supuesto, cuando se puede argumentar, cuando se puede mostrar que no se puede pagar más, los acreedores lo saben, lo sabe la banca privada, para ella es una situación de cada día, no con soberanos, por supuesto, pero sí con otros deudores. Mi impresión, hablando con banqueros, es que ellos entienden; su única preocupación es que sea un procedimiento totalmente justo, que sea de justicia. Eso debe ser, no se aceptaría un procedimiento que no fuera justo.
CE - Además es más conveniente, porque es la forma en que se pueda reestructurar la producción de un país y que el propio país pueda, con recursos genuinos, volver a estar en situación de pago normal. Ésa es la mejor forma.
OPE PASQUET:
Yo quisiera hacer una pregunta sobre la propuesta del profesor. ¿Cómo se pronunciaría ese tribunal arbitral? ¿Indicaría escuetamente una cifra, es decir, “el país deudor debe pagar un tanto por ciento”, o haría una explicación diciendo “es posible para ustedes llegar a pagar tanto si reestructuran sus gastos internos de tal y cual manera”? ¿Sería algo así?
KR - No. Según mi propuesta sería que deudor y acreedores nominen una o dos personas que eligen a una persona más para establecer el tribunal. Frente a ese tribunal primeramente el deudor tiene el derecho de presentar el plan de lo que va a pagar y eso se discute. Ante ese tribunal los acreedores están representados y pueden mostrar con sus datos, con sus cifras, que el deudor puede pagar más; tal vez el deudor diga que puede pagar menos, como en el capítulo 9 de Estados Unidos. Hubo una representación de los afectados del pueblo –porque no se puede escuchar a todo un pueblo–, por ejemplo cámaras de industrias, sindicatos, los que representan los intereses económicos importantes del país, todos presentan sus cifras, sus argumentos; de allí resulta finalmente la solución. No es así, para mí no sería una buena idea que los servicios dijeran 50, 60 por ciento, sería envolver una evolución en ese discurso muy transparente frente al tribunal. Pero se necesita un tribunal de arbitraje porque hay momentos donde, aunque estén muy cerca las posiciones, las posibilidades, no hay un acuerdo, donde se debe decir “hagamos así”. Pero no se puede tener el comportamiento del FMI.
EC - Usted insiste en rechazar que la elaboración del plan quede en manos del FMI, pero por otro lado también dice que si negocian simplemente las partes en pugna puede ocurrir perfectamente que no haya acuerdo, entonces el tribunal arbitral sería el que terminaría leudando esas diferencias tras escuchar a todas las partes.
Hizo referencia al capítulo 9. ¿Qué es esto? Nos estamos remitiendo a Estados Unidos.
CE - A Estados Unidos, a la ley de quiebra, que tiene dos capítulos relacionados. En realidad no refiere a la quiebra tal como nosotros la entendemos, que es la disolución y liquidación, sino que habla también de los contratos o moratorias, es decir de las posibilidades de seguir funcionando y reestructurar los pasivos. El capítulo 9 refiere, justamente, a las organizaciones públicas, a las que llaman municipalidades. Hay justamente una combinación entre un organismo público que debe más de lo que razonablemente podría pagar para poder seguir sosteniendo sus obligaciones con la población, y acreedores que, por supuesto, desearían que se cumpliera en forma y fecha con sus obligaciones.
GP - Lo interesante es que ese capítulo 9 no permite que sean los acreedores los que fijan la política municipal frente a esa colectividad local, no lo permite. Es siempre la comuna, la ciudad, la que establece su política de impuestos. Ha habido casos de juicios donde los acreedores intentaron “gestionar” la política impositiva y esto no fue permitido por la legislación.
CE - A eso iba: no se puede afectar la soberanía. Por eso lo distinguimos del capítulo 11 de esa misma normativa, que refiere a concordatos, moratorias o quiebras de las empresas privadas. En el caso del capítulo 9, que es el que refiere a organismos públicos, no se puede aceptar la soberanía, el tribunal que resuelve cuál va a ser la forma de atender las obligaciones no puede injerir en la distribución del costo de sus propios gastos respecto de la comunidad.
KR - Puede injerir sólo si lo permite el deudor, en todo caso. Es como la soberanía, una protección total.
JUAN GROMPONE:
No quiero referirme a los detalles, a los que creo que no puedo referirme técnicamente ni creo que sean el tema de interés. Quiero referirme a que el FMI y todos estos organismos que hoy están en discusión, son organismos de hace 50 años y estamos ante un nuevo orden mundial, estamos ante una nueva etapa de la globalización. Me parece interesante que aparezcan nuevas formas que estén por encima de los estados nacionales, como este tipo de tribunales de arbitraje, como algunos tribunales de justicia que se están proponiendo. Estamos asistiendo a una etapa interesante de la globalización, que veo como favorable, con la que estoy de acuerdo, que significa que los estados nacionales y estos organismos formados por los estados nacionales dejaron de ser los protagonistas y empiezan a ceder terreno a organismos que están por encima de lose estados nacionales. Esta es la parte conceptual que me parece más interesante, de modo que bienvenido este nuevo orden gradual, que empiece a pasar por encomia de los pequeños intereses de los estados nacionales. Yo como internacionalista estoy totalmente de acuerdo con esto.
EC - Creo que hay alguna opinión contraria… Profesor, una idea como la que usted propone, que implicaría, entre otras cosas, el funcionamiento de tribunales arbitrales, tribunales ad hoc no implicaría necesariamente crear organismos ni burocracias, tribunales para cada uno de los casos, ¿pero exigiría un tratado internacional que fuera aprobado por todos los países en cada uno de sus congresos?
KR - Se perdería mucho tiempo, se puede aplicar inmediatamente un arbitraje, es una cosa que hay desde hace siglos en el derecho internacional, se les podría decir a esos árbitros que aplicaran las ideas básicas del capítulo 9. Esto puede funcionar inmediatamente. Después de resolver el caso el tribunal puede disolverse.
CE - Tenés dos formas de someter esto a un arbitraje: o bien a través de la adhesión a un tratado, que sería una adhesión genérica para todos los casos, o a través de adhesiones particulares en la emisión de cada uno de los papeles de deuda, donde tú ya establecieras que en caso de situaciones x –que describiría– se sometería el asunto a un arbitraje. Ésos son los dos mecanismos que se podrían utilizar.
EC - Ése es tu aporte a la comprensión de los temas técnicos que están de por medio. Pero tú tenías discrepancias con lo que decía Juan, con procedimientos como éstos.
CE - Lo mencioné al principio, creo que hay una clara tendencia en el orden internacional, en el nuevo orden internacional que mencionaba Juan, a transferir la burocracia de los países, tan atacada internamente por los pueblos, a una burocracia internacional todavía más protegida y –perdón que use esta palabra tan fea– privilegiada en los puestos internacionales. Lamento no compartir esa tendencia a la globalización jurídica de los organismos, creo que comienzan a sufrir los mismos problemas que sufren las propias burocracias estatales internas y son mucho más difíciles de combatir.
EC - En este caso concreto, según enfatizaba el profesor Raffer, no estaríamos hablando de un nuevo organismo.
CE - Es una contestación a lo que manifestaba Juan. Yo no estoy muy distante de la posición del profesor en el sentido de que él también se manifiesta favorable a una reorganización de la deuda voluntaria, dice que no es necesario un tratado internacional, por lo tanto sería necesaria una adhesión en cada caso particular en los papeles emitidos. Lo que me da un poco de miedo es que esa autorización desde el principio a un mecanismo, en caso de incumplimiento, lleve a que los costos del dinero sean mayores. Me parece que la necesidad del cumplimiento de las obligaciones tiene que ser una prioridad máxima y esto debe ser una situación absolutamente extraordinaria. Por eso prefiero la forma en que lo está haciendo Uruguay, no una forma genérica como se establecería en los papeles, tal como lo propone el profesor.
EC - Gabriel.
GP - Esos poderes supranacionales de hecho existen, justamente es el FMI, es evidente que el FMI es un centro de poder que se da con políticas autoimpuestas, como decía el ministro Bensión, o más impuestas. Ese centro del poder existe y vaya si se ejerce. El tema es que, por ejemplo, en el FMI Estados Unidos tiene poder de veto, como en Naciones Unidas, y hay una dinámica que privilegia a los grandes centros financieros. Stanley Fisher pasó del FMI al Citigroup…
EC - ¿Profesor Raffer?
KR - Voluntaria, sería suficiente para mí que los grandes países estuvieran de acuerdo, porque si los grandes países, como Inglaterra y Estados Unidos, tal vez Alemania y otros, donde hay cláusulas en los bonos, quisieran, en el caso de un arbitraje con éxito no es posible ir contra un deudor, los acreedores privados no tendrían otra posibilidad que participar en ese proceso. Por eso no sería totalmente voluntario para cada uno, por esto es más fácil hacerlo.
En cuanto al argumento de Uruguay… es muy difícil decirlo. Por supuesto, si de veras hay una situación de iliquidez, estoy de acuerdo con usted, pero en el caso de un país insolvente, un reperfilamiento o un nuevo crédito no son una solución, los nuevos créditos sólo hacen crecer el problema porque después de unos años hay una carga mayor que no puede ser pagada.
CE - Estamos de acuerdo.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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