20.03.2003






































El mundo después del conflicto en el Golfo Pérsico

EE.UU. tiene una prevalencia que hace pensar dos veces antes de distanciarse de él en cualquier terreno. Pero los gobiernos europeos aliados deberán enfrentar en el futuro a un esbozo de sociedad civil opuesta a este alineamiento. En Medio Oriente, un gobierno israelí menos flexible y el previsible aumento del sentimiento anti estadounidense hacen temer un deterioro de la situación. A nivel mundial, es muy difícil recomponer la credibilidad de Naciones Unidas, con Estados Unidos operando por fuera. Analistas Javier Vázquez y Romeo Pérez.

EN PERSPECTIVA
Jueves 20.03.03, 07.45.


EMILIANO COTELO:
En esta transmisión especial nos acompañan Javier Vázquez, licenciado en estudios internacionales, coordinador académico de la licenciatura en la materia y docente del área de política internacional de la Universidad ORT, y el profesor Romeo Pérez, politólogo, docente e investigador en ciencia política en el Claeh y en la Universidad de la República.

¿Cómo observaron el arranque de las acciones bélicas? Tuvo su cuota de sorpresa: se sabía que ultimátum vencía a las 22.00 hora de Uruguay, pero había especulaciones muy diferentes respecto a cuándo se lanzaba la operación en sí. Fue anoche mismo, con el detalle de que, según fuentes estadounidenses, se trató de que fuera un ataque “quirúrgico”.

ROMEO PÉREZ:
Probablemente, si hacemos un símil boxístico, se buscó una definición “a lo Tyson”: noquear en el primer round, y poco menos que con el primer golpe.

EC – El término es más fuerte todavía: “decapitar”.

RP – “Decapitar”, exactamente. Pero parecería que hay ahí (los técnicos militares podrán ser más categóricos) un primer fallo. Y creo que ya asoma aquí una pauta que nos va a servir a mi juicio para interpretar el conflicto en sus facetas militares. No hay duda en lo que hace al desenlace propiamente militar. La superioridad de EE.UU. (para no hablar de esa pseudo alianza que EE.UU. ha formado en su apoyo) es abrumadora, la ingeniería militar norteamericana es incomparable a la de cualquier adversario, de manera que no es incierto el resultado. Sin embargo, más de una vez –y aquí está la pauta que quería señalar— vamos a encontrar que esa enorme superioridad y ese refinamiento extremado de los armamentos y los dispositivos logísticos no van a estar en consonancia con el comando y con el desempeño concreto. Más de una vez vamos a ver fallos a pesar de una abrumadora superioridad, que pueden hacer más larga la lucha.

EC – Anoche el presidente Bush admitió la posibilidad de que sea larga. Un detalle que sorprendió en el discurso porque, como decía nuestro colega desde Washington, lo que se había anunciado era lo contrario. Es más: cuando se volvió inminente la guerra hubo una reacción positiva de las bolsas, bajó el precio internacional del petróleo, porque se suponía que iba a ser corta.

JAVIER VÁZQUEZ:
Estoy de acuerdo con lo que decía Romeo. El propio adjetivo de “quirúrgico” designa muy bien lo que es, en cierto modo, el nuevo ideal del operativo bélico, la imagen de lo que va a ser la guerra, que en las condiciones actuales –por diversos motivos—los gobiernos se ven obligados a vender a la opinión pública de sus respectivos países; la imagen de una guerra que, gracias a la altísima precisión que los medios tecnológicos deberían asegurar, se estaría en condiciones de llevar adelante con mínimas pérdidas de vidas humanas del agresor, que es el punto sensible de la opinión pública.

EC – Los periodistas de CNN destacados en Kuwait decían anoche, citando fuentes militares, que los objetivos eran minimizar las pérdidas humanas en la población civil, y al mismo tiempo la destrucción de la infraestructura (puentes, carreteras, etcétera). Pero el propio discurso de Bush vino a relativizar que eso fuera posible, cuando dijo por ejemplo que Saddam Hussein “colocó tropas iraquíes y equipamiento militar en áreas civiles, para utilizar a las mujeres, niños y hombres como escudos a efectos de proteger a sus militares”. Parecía dar a entender que no iba a ser posible bajar tanto la cantidad de víctimas civiles, con una acusación a Saddam Hussein que, por supuesto, hay que probar también.

JV – Tenemos ahí nomás la experiencia de Kosovo, que muestra dos o tres cosas. Está este modelo ideal de nueva práctica bélica que tiene cierto grado de realidad: alcanza compararlo con los conflictos de hace un par de décadas para ver que, obviamente, se ha ganado en “limpieza y precisión”.

Pero la experiencia reciente demuestra también que, en estas cuestiones, hablar de precisión puede querer decir “más / menos 200 metros”, y esa puede ser la diferencia entre un blanco militar y un hospital.

En segundo lugar, también comprobamos en Kosovo que con toda esta parafernalia tecnológica y este altísimo grado de complejidad, pueden pasar cosas como la que pasó con la representación china, y que se diga algo tan pueril como que los planos que manejaban estaban atrasados.

Y, en tercer lugar, siempre, aún con desniveles tan fenomenales como los que existen en cuanto a recursos bélicos, hay un margen para la respuesta y un margen de incertidumbre acerca de cómo se comporta la parte más débil. Esto que se ha mencionado como la presunta utilización de mujeres como escudos puede ser un ejemplo. Y por otra parte, siempre llega un punto (sobre todo cuando el agresor se fija objetivos como los que se ha fijado EE.UU., que no es una guerra con un objetivo militar sino de hacer caer a Saddam) en el cual se tiene que llegar al enfrentamiento a ras de tierra en el cual se pierden vidas; por más que el saldo termine siendo muy desbalanceado. Ahí está por otra parte la intención declarada de Saddam de desplazar el conflicto a las ciudades, lo que implica que las cosas se definan sobre el terreno; salvo que los EE.UU. tengan la suerte de que algún movimiento dentro del ejército termine facilitándole las cosas y haciendo caer a Hussein...

EC – Hay una apuesta fuerte a la división de las fuerzas armadas.

JV – Hay una apuesta muy fuerte.

***

(Contacto con el periodista uruguayo Carlos Cortiglia, en Londres)

***

EMILIANO COTELO:
¿Cómo ven la forma como el premier británico ha estado manejando esta coyuntura?

RP - Conversábamos fuera de micrófonos y creo que coincidíamos los tres: está haciendo valer el peso de sus cargos, es decir, de su cargo de primer ministro y, previo, condición para ocupar ese cargo, el de líder parlamentario del Partido Laborista. Está haciendo un despliegue, un ejercicio de autoritarismo democrático, pero de autoritarismo. Hasta el momento ha logrado mantener su línea de conducta. Aparentemente debió solicitar en su momento una dilación del comienzo de las operaciones porque lo exigía su situación interna, su frente interno, pero a la larga ha conseguido mantenerse firmemente, estrechamente adherido a Estados Unidos.

A mi juicio eso no se puede mantener mucho tiempo. Creo que políticamente Tony Blair deberá mostrar resultados contundentes en algunas semanas, o se verá enfrentado a una fragilidad política extrema.

EC - Es una jugada muy audaz la suya.

JV - Sí, realmente. Comentábamos recién que por más que su liderazgo al frente del gobierno da una apariencia de gran firmeza, esto ya le ha costado caro en su propio frente partidario. Comentábamos lo importante que es, en un sistema con partidos con una tradición de disciplina parlamentaria muy alta como la de los partidos británicos, esta rebelión que Blair ha tenido que enfrentar en el seno del laborismo. Está la perspectiva, en el mediano plazo y si esto se estira mucho, de tener que terminar subsistiendo en base a un respaldo parlamentario conservador.

Está además este primer dato en el informe desde Londres, acerca de que ya ha arrancado quedando bastante desairado como segundón de Estados Unidos en esta coalición que de hecho no es una coalición.

EC - Aparentemente no habría participado de la decisión de lanzar, anoche mismo, ese primer ataque de precisión buscando “decapitar” al gobierno iraquí que se supone que estaba reunido en un bunker en Bagdad.

JV - Exactamente.

EC - Una de las preguntas que quedan pendientes es por qué el gobierno británico asume esta posición y lo hace con tanta energía y contra viento y marea.

RP - No es fácil explicarlo. Está muy en contra de algunas tradiciones políticas muy arraigadas, no sólo en el orden británico con centro en el Parlamento, sino en el Partido Laborista. Creo que los restos del Harold Wilson deben estar revolviéndose en su ilustre tumba; no hay que olvidar que Wilson no acompañó a Estados Unidos en la aventura de Vietnam. A la postre creo que el curso de acontecimientos militares y políticos señaló que tenía razón. De manera que no es sencillo explicarlo. Se me ocurre que hay un cálculo, que probablemente peque de economicista, detrás de esta postura.

EC - ¿O sea?

RP - No hay dudas de que hoy Estados Unidos tiene una prevalencia –antes hablábamos de lo militar– tecnológico económica, que hace pensar dos veces antes de distanciarse de él en cualquier terreno.

EC - ¿Javier?

JV - En primer lugar, más allá de que en una perspectiva de más largo aliento no es así, si uno mira las últimas décadas, con Blair se ha consolidado bastante fuertemente una línea prácticamente de incondicionalidad de Gran Bretaña respecto de Estados Unidos que ya tiene sus 20 años largos. ¿Qué hay detrás? Puede haber un cálculo economicista, un intento por balancear la situación británica en la ecuación europea. Dentro de la ecuación de poder y los espacios de liderazgo en la estructura europea Inglaterra tiene una posición marginal respecto de ese clarísimo eje que sigue existiendo entre Berlín y París. Esto podría ser un intento de contrapesar eso con una relación privilegiada con Estados Unidos.

Hay otra lectura que se hizo en algún momento en el arranque de toda esta crisis de Irak: de alguna manera Blair había conseguido –finalmente no pudo mantenerlo– llevar el planteo estadounidense y mantenerlo dentro de la órbita de las Naciones Unidas durante un tiempo. Tal vez una postura de mayor enfrentamiento hubiera generado una postura unilateralista más temprana de Estados Unidos.

Parece estar claro que hay una ruptura con las tradiciones del laborismo y con esa tradición tan sabia y tan sutil de los modos históricos de la diplomacia británica.

***

(Contacto con el corresponsal en París, Rafael Mandressi)

***

EC - Hablemos de Francia y su papel en este conflicto. Ahora que los acontecimientos se precipitaron, ¿cómo ven lo que todavía Francia puede hacer?

RP - Desatada la guerra, lo primero es poner fin a las hostilidades y abrir espacios a la diplomacia. Creo que de algún modo ese es el significado central de las palabras que acaba de pronunciar el presidente Chirac. Naturalmente, sigue virulenta la política de Francia, respaldada por Alemania, Bélgica y otros gobiernos europeos, con Estados Unidos y en términos europeos, donde tiene otras connotaciones en la medida en que están tratando de construir una política exterior y de seguridad común, con Gran Bretaña, en segundo lugar España y tercero Italia. Esto va para largo.

EC - En Estados Unidos llegó a desatarse una ola de francofobia. Lo que no había avanzado tanto era la tirantez Gran Bretaña - Francia, que ahora también se instaló.

RP - Que ahora se ha instalado, sí. Todo esto es perdurable, son fisuras, resentimientos, contextos de interpretación muy incompatibles que van a tener vigencia durante mucho tiempo en los gobiernos, en los círculos donde se elaboran las políticas y los elementos de las políticas, en las opiniones públicas.

EC - Ayer el embajador francés, cuando lo entrevistamos aquí En Perspectiva, al consultarlo sobre las heridas que el caso Irak le deja a la Unión Europea, decía que él no estaba tan preocupado por la Unión Europea como por las Naciones Unidas. Decía que lo que se ha dado en Europa es un enfrentamiento entre gobiernos, pero paralelamente la opinión pública europea, en su enorme mayoría, ha sido coincidente en el rechazo al camino de la guerra. Explicó que por primera vez se conformaba no una visión única, pero muy uniforme.

¿Qué dices tú de esa lectura?

RP - Creo que vale la precisión. Parecería que la escisión atlántica que se proyecta en la Otan es más grave que la dispersión europea que se proyecta sobre el intento de construir una personería internacional más o menos unificada. De todas maneras creo que los dos procesos, los dos desencuentros van a repercutir durante mucho tiempo.

EC - ¿Los sorprendió el papel que jugó Francia, sobre todo la forma, la contundencia con que se plantó en esa postura, acompañada nada menos que por Alemania, Rusia y finalmente también China, sobre todo ese “liderazgo” francés?

JV - Tiene antecedentes ilustres, es la vieja línea de De Gaulle y el tesón en tratar de preservar lo que se pueda preservar de la vieja “grandeur” y del papel de Francia como potencia de segundo orden pero con cierto margen para jugar un papel importante en el concierto global. Del mismo modo que en Inglaterra podemos ver la quiebra de ciertas tradiciones diplomáticas, en Francia se estaría confirmando una cierta línea de acción exterior.

Es correcta la observación de que en el caso de la Unión Europea muy posiblemente se termine verificando en el mediano plazo, a medida que se vaya dando las instancias electorales, costos políticos domésticos de los gobiernos que han tomado estas decisiones. Comentábamos con Romeo que, posiblemente, al primero que le cueste caro esto sea a Aznar y ya estamos viendo algunos precios que probablemente tenga que pagar Blair. Eso permitiría zurcir rápidamente ese desfasaje que se estaría dando en este momento entre lo que parecería un esbozo de sociedad civil europea y los distintos gobiernos.

El gran problema es que en muy buena medida la capacidad de la Unión Europea, o de los países considerados individualmente, de aportar a la construcción de la paz pasa mucho por el instrumento Naciones Unidas, que ha salido tremendamente golpeado. La gran interrogante es que consolidar un orden estable en Irak y en la región después de terminado esto, va a requerir una dosis de cooperación internacional que difícilmente se pueda llevar a cabo sin participación de los organismos multilaterales. Porque además es bastante dudoso que Estados Unidos esté dispuesto a asumir un compromiso tan a largo plazo como el que esto requeriría en Irak. Ahí es donde las Naciones Unidas han quedado muy golpeadas como para jugar un papel.

***

EC - Parece que no estamos ante el comienzo de la operación completa, ante la puesta en marcha de lo que se avizoraba como “el ataque más devastador que la historia recordara”, sino ante una serie de ataques puntuales, “de precisión”, destinados a aprovechar la información que se tenía sobre una reunión del presidente Saddam Hussein con varios de sus principales colaboradores en un bunker.

Sobre los resultados de ese ataque todavía faltan datos, pero el hecho de que la violencia finalmente se haya desatado y distintos jefes de Estado del mundo ya hayan ido pronunciando sus primeras reacciones en torno a estos sucesos.

En España, por ejemplo, el presidente del gobierno, José María Aznar, aseguró que el ataque a Irak pretende restablecer la legalidad internacional, y pidió a la oposición reflexión para acercar posiciones. Dijo que el ataque militar está autorizado por la resolución 1441 de la Organización de las Naciones Unidas. Aznar se reunió esta mañana con la Comisión Delegada para Situaciones de Crisis para examinar el inicio del ataque militar a Irak y tras el encuentro compareció ante los medios de comunicación para realizar una declaración institucional. En esa comunicación, destacó el reconocimiento del gobierno a la preocupación de los españoles por el conflicto y dedicó toda su alocución a justificar el ataque como un intento de establecer la vigencia de la legalidad internacional y luchar contra el terrorismo internacional para lograr las condiciones de seguridad necesarias.

Afirmó, sin nombrarla, que la guerra supone un apoyo firme a la legalidad para combatir amenazas reales que afectan a todos; “a nosotros también”, dijo en referencia a los españoles. Según Aznar, un amplio grupo de países comparte la necesidad del ataque, porque de la quiebra de la legalidad nunca puede esperarse que salga la paz, por lo que se mostró convencido de que se está actuando de acuerdo con la legalidad internacional en su espíritu y en su letra. Reiteró que “las fuerzas armadas españolas inician una misión humanitaria de carácter conjunto” en Irak y expresó su respaldo y confianza a quienes la llevarán a cabo. Pidió, asimismo, reflexión para acercar posiciones a quienes no están de acuerdo con esa situación.

Estos son apenas párrafos del mensaje del presidente Aznar, pero creo que ya tenemos elementos como para que el licenciado Javier Vázquez y el profesor Romeo Pérez nos ayuden a entender qué hace España en esta coalición con Estados Unidos y Gran Bretaña. Más temprano les preguntaba por la decisión del gobierno de Tony Blair de acompañar a Estados Unidos; la postura de Aznar sorprende bastante más.

¿Qué dicen ustedes?

RP - A mi juicio hubo un error de cálculo del gobierno español y de las fuerzas parlamentarias que lo han respaldado hasta el momento. Creo que la fragilidad de Aznar es todavía mayor que la de Blair desde el punto de vista político. El error de cálculo consiste en haber buscado una inserción de España en estructuras de decisión internacional en coaliciones de enorme gravitación, puesto que estaban formadas, entre otras potencias, por la principal del mundo, Estados Unidos, teniendo allí una voz relevante, pero en el entendido –y aquí viene el cálculo erróneo– de que la sangre no iba a llegar al río, que no se iba a llegar propiamente a un teatro militar en el cual España, como se ha comprobado, no tiene condiciones, no digo tecnológicas, sino políticas para intervenir. Me parece que quiso estar en el centro de las decisiones previendo un escenario distinto del que finalmente se ha dado.

EC - ¿Javier?

JV - Con respecto al error de cálculo, comparto básicamente lo que decía Romeo. Creo que en el caso de España puede haber pesado la perspectiva de un cambio a raíz de la problemática de la ampliación de su lugar en el proyecto europeo y demás.

EC - ¿Cómo es esto?

JV - Durante todo el período que ha transcurrido desde su ingreso a la Unión Europea hasta ahora, España se benefició de dos cosas. En primer lugar de su condición de miembro nuevo, que se benefició de una serie de instrumentos que la Unión Europea puso a su disposición para apoyar su inserción y aproximarla a los estándares comunitarios. Y en segundo lugar, bajo el liderazgo de Felipe González, España se benefició de la relación privilegiada que González tenía con ese círculo tan selecto de líderes de la socialdemocracia europea. Esas dos condiciones han desaparecido, y la ampliación supone que las ayudas al interior del proyecto europeo se van a redistribuir y que posiblemente España pierda.

Cualquiera que sea el motivo –también puede haber un paso en falso megalomanñiaco de una administración que ya ha tenido otros errores de cálculo de ese tipo en distintos planos–, lo más importante es que una serie de acumulaciones que España venía haciendo, desde el retorno a la democracia, en buena medida están en riesgo de malograrse, con este viraje que está dando Aznar, con respecto a aquella vocación tan decididamente europea que España había tenido hasta ese momento.

RP - Hay un elemento a tener en cuenta, del que no siempre se tiene conciencia: España está muy asociada a Estados Unidos en múltiples planos. La evolución española, sobre todo en el campo científico tecnológico, que ha sido importantísima en los últimos 25 años, ha pasado por las universidades estadounidenses y ha dejado todo tipo de asociaciones en proyectos de investigación, de desarrollo, etcétera. Hay que tener en cuenta que España se ha modernizado mucho, dando lo que quienes estudian el desarrollo tecnológico y económico llaman el salto de rana, es decir que ha salteado tecnologías a las que había llegado tarde, pero ha llegado temprano a las siguientes. Eso la ha asociado estrechamente a Estados Unidos.

Creo que eso, más que una megalomanía, explica que haya querido estar ahora en el centro. Pero me parece que previó mal el escenario que venía.

EC - Interesa saber, entre otras cosas, qué futuro político aguarda al propio Aznar después de un paso como este. El secretario general del Partido Socialista Obrero Español, José Luis Rodríguez Zapatero, convocó hoy a una reunión extraordinaria del ejecutivo federal de su partido; en esa reunión –según las fuentes consultadas por la cadena SER– toman parte los responsables de las áreas más relacionadas con la situación internacional derivada del conflicto iraquí y se espera para después de esa audiencia una comparecencia de Rodríguez Zapatero ante los medios de comunicación.

No hay que pensar demasiado para imaginar lo que Rodríguez Zapatero puede llegar a decir, teniendo en cuenta lo que ha sido el debate político español en estos días, en particular la controversia en las Cortes esta semana, el lunes, cuando Aznar se presentó para dar el informe posterior a la cumbre de las Azores, con Bush y Blair.

JV - Y la oportunidad política que a la oposición le brinda esto de dar un golpe nuevo a un gobierno que ya estaba tambaleante, porque a raíz del accidente de un petrolero en el norte ya había tenido pérdidas de puntos importantes de cara a los procesos electorales. Creo que el rebote en términos de política doméstica va a ser importante.

EC - ¿Romeo?

RP - Coincido. Quizás no tenga yo una visión tan negativa del desempeño del gobierno que preside Aznar; al contrario, creo que había sido mayormente exitoso y me parece que este es el primer error grave que comete.

En cuanto al futuro inmediato en la política española, coincido en que Aznar está pendiendo de un hilo.

EC - En la alocución que realizó esta mañana, Aznar se refirió entre otras cosas al futuro de Irak, diciendo que el fin de las oportunidades de Saddam significa el principio de las oportunidades del pueblo iraquí para impulsar su propio desarrollo. Además aseguró que con esta ofensiva militar se abre la oportunidad de situar el conflicto palestino en la vía de una solución pacífica.

Vamos a poner el foco en Oriente Medio. ¿Qué repercusión tendrá este ataque a Irak que acaba de comenzar en la zona? ¿Se producirá lo que Bush, Blair, Aznar pretenden, o todo lo contrario?

***

(Contacto con la corresponsal en Medio Oriente, Ana Jerozolimski)

***

EC - ¿Qué dicen sobre el impacto en Oriente Medio, entre otras cosas en el conflicto entre israelíes y palestinos de un ataque militar en Irak?

JV - Creo que hay dos variables que van a tener relevancia. Sobre todo es útil comparar esta situación con la anterior guerra del Golfo Pérsico, del año 1991. Hay dos cosas que son diferentes y que creo que pueden terminar incidiendo sobre el impacto que esto puede tener en la situación específica del conflicto palestino israelí.

Una es que, a diferencia del conflicto del año 91, no hay aquí componente árabe en la coalición, Estados Unidos de hecho no ha logrado en rigor armar una coalición, y no ha logrado incorporar gobiernos árabes al círculo de sus aliados. Eso, en primer lugar, facilita notoriamente una presentación, por parte del lado árabe, de este conflicto en términos dicotómicos con un potencial explosivo mucho mayor.

En segundo lugar, en aquel momento Israel parecía tener un gobierno más fácilmente, no diré controlable, pero más fácilmente exhortable a la moderación en caso de que Hussein, como de hecho decidió en aquella instancia, optara por tratar de pegar en Israel a efectos de abrir un frente nuevo.

Esas dos variables parecen tener un estado bastante diferente en esta situación. Si sumamos un Sharon menos predecible y menos manejable que el gobierno israelí de aquella época, la ausencia de componente árabe en la coalición estadounidense, el previsible aumento del sentimiento anti estadounidense y de la efervescencia en las sociedades árabes de la región, creo que hay razones para temer antes un deterioro de la situación que un mejoramiento de las perspectivas de una solución.

EC - ¿Romeo?

RP - Coincido plenamente y agrego que, si esa es la perspectiva, es posible que se esté perdiendo una excelente oportunidad para reanudar las negociaciones a partir de la reforma de la Autoridad Palestina, una formación política que necesitaba, evidentemente, dejar de lado el personalismo estricto de Yasser Arafat, comenzar a combatir una corrupción que la tenía sumamente afectada y, de esa manera, en mejores condiciones, sentarse a la mesa de negociaciones. Eso no estaba lejano, sobre todo a partir de la designación recentísima de Abu Mazen como primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina, que fue bien recibida, al menos entre algunos componentes de gravitación del actual gobierno israelí, entre ellos el propio Shimon Peres y el propio Sharon, el jefe del gobierno israelí actual. De manera que la radicalización efectivamente previsible de las posturas anti israelíes, anti occidentales, anti estadounidenses en la población palestina y en general entre los árabes, en el vasto contexto del mundo árabe, es probable que antes de que pueda madurar liquide esa expectativa que había surgido hace tan poco tiempo.

JV - Con un deterioro, además, del potencial mediador de otros actores. En este caso pienso en lo decisiva que habría podido ser la Unión Europea en un eventual proceso de acercamiento. Se ha malogrado también esa posibilidad. Ya hemos hablado de lo maltrechas que van a salir las Naciones Unidas de esto. No veo a Estados Unidos con credenciales como para operar como mediador y procesar un acercamiento.

RP - De un tiempo a esta parte las mediaciones, con una cuota de presión sobre ambos actores, sobre israelíes y palestinos, corrían por cuenta del llamado cuarteto formado por la Secretaría General de las Naciones Unidas, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea, representada por su Alto Comisionado para las Relaciones Exteriores. Es obvio que el cuarteto está profundamente dividido por la guerra en Irak.

EC - Y ¿cómo ven que sale Naciones Unidas en sí? Herida, sin duda –ya lo hemos venido mencionando esta mañana y en otros comentarios, lo han dicho los analistas y lo advierten con preocupación también gobernantes de varios de países que han estado en estas discusiones, sin ir más lejos, los franceses–, pero, ¿a qué punto es grave esta herida?

JV - La historia relativamente breve de las organizaciones políticas intergubernamentales de alcance global (la Sociedad de Naciones y Naciones Unidas) muestra que la voluntad de la potencia hegemónica o de las potencias de turno de jugar la carta del multilateralismo, de procesar su hegemonía a través de los organismos internacionales, es un requisito casi imprescindible para la eficacia de esos organismos.

EC - ¿Cómo es esto?

JV - Claro, es muy difícil que un organismo de esta naturaleza pueda tener un rol preponderante contra la voluntad de la potencia hegemónica de turno. En definitiva fue lo que esterilizó totalmente el proyecto de la Sociedad de Naciones y ha sido el requisito para que Naciones Unidas tuviera sus mejores momentos, cuando Estados Unidos se resolvió a ser una apuesta multilateral. No parece ser esa, en este momento, la apuesta de Estados Unidos. Entonces recomponer la credibilidad de Naciones Unidas, con Estados Unidos operando por fuera, va a ser algo bien problemático.

RP - Pienso que se puede temer que esta sea una crisis terminal de Naciones Unidas. No digo de su formalidad, pero sí de su trascendencia práctica. Lo más inquietante es que no existe un orden global de naturaleza jurídica sustitutivo del derecho de Naciones Unidas, ese derecho que se centraba en el monopolio del Consejo de Seguridad en cuanto al uso de la fuerza. Estados Unidos, obviamente, se ha evadido, se ha sustraído de ese monopolio jurídicamente establecido, en una carta elaborada, por otra parte, en un período de neta hegemonía estadounidense y hasta en sede estadounidense, en San Francisco. Esto es extremadamente grave porque nos deja, creo, en una alternativa de un gobierno, de una rectoría mundial efectiva de Estados Unidos, que puede tomar un cierto cariz ético-jurídico o la ausencia de superestructura jurídica para las relaciones internacionales.

No tenemos que decir la gravedad enorme de que las relaciones internacionales no tengan alguna contención jurídica, pero creo –por otro lado— que sí podemos decir que no hay un orden hegemónico. Mucho se ha hablado del Imperio Romano en estos días, muchos analistas han dicho “Estados Unidos pretende un orden románico”, es decir un sólo centro netamente hegemónico en lo militar, rigiendo de modo benévolo y con conciencia jurídica relativamente desarrollada las relaciones de un ámbito en orden, en este momento del globo entero. No hay condiciones para que Estados Unidos, que sin duda es el más fuerte, sea el gobernante mundial. Estados Unidos es un poder incontrastable, pero no es el Imperio Romano.

EC - Por supuesto que no pretendo agotar el tema aquí, pero una de las tantas preguntas que en estos días en las discusiones que hemos tenido, por ejemplo en las tertulias, surgió es ¿por qué este hecho es tan grave? ¿No hay antecedentes de operaciones militares dispuestas por un país al margen del visto bueno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas? ¿No los hay?

JV - No.

EC - Por citar un caso que ayer se manejaba: la invasión estadounidense en Panamá, ¿no es algo equiparable? Después de ella no vino la crisis de las Naciones Unidas. ¿Qué pasa esta vez?

RP - No es un desafío jurídico: se amparaba en un derecho regional de paz y seguridad. Lo mismo que la intervención en Kosovo, en las guerras yugoslavas. Se suponía, bien o mal, discutiblemente o no, que estaba operando un orden regional de paz y seguridad, en ese caso la Otan, por lo tanto la intervención de Naciones Unidas, que es supletoria de estos ordenamientos regionales parciales, quedaba suspendida.

EC - ¿Y en el caso de Panamá?

RP - Operaba el orden interamericano. Es discutible que apelar a la normativa de paz y seguridad hemisférica fuera procedente, pero se hacía. Y obviamente, como recordaba Javier, todo fue distinto en la llamada guerra del Golfo. Hubo una invasión, una ruptura muy clara por parte de Irak en perjuicio de Kuwait, y hubo una decisión de Naciones Unidas llamando a rechazar la invasión. Es en el marco de esa decisión del Consejo de Seguridad que luego se va a establecer la muy compleja alianza encabezada por Estados Unidos, con componentes árabes, muy equilibrada, que va a operar.

JV - Además se suman muchas cosas aquí. Si uno considera y compara con eventos anteriores –hay que mirar el derecho y la política–, primero, el nivel de sustentabilidad de este intento de legitimación jurídica de esta iniciativa, nunca ha sido tan débil, es indefendible en el plano de la argumentación jurídica. Otras iniciativas podían ser controvertibles, pero esta no da ni para discutirla con cierto nivel de seriedad.

Segundo, una cosa es que uno juegue en los límites del derecho en lo que se reconoce como área de alta sensibilidad estratégica (Panamá es parte del patio trasero), y otra cosa es que eso se haga en zonas mucho más sensibles y con mucho más poder desestabilizador del sistema.

Tercero, una cosa es jugar en los límites del derecho cuando uno ha logrado tejer una cierta ecuación estable de entendimiento con los otros actores relevantes del sistema internacional, y otra es hacerlo contra viento y marea y prácticamente solo. En el terreno político lo más serio es que, sobre todo durante la segunda administración Clinton, Estados Unidos había logrado empezar a estabilizar un cierto patrón de relacionamiento y de diálogo con los principales actores del sistema internacional, Rusia, China, la Unión Europea, porquen en definitiva lo que juega en última instancia como gran estabilizador es ese tejido de relaciones medianamente estables y de entendimientos entre los principales jugadores. Eso es lo que se ha destruido, entonces es muy difícil, en su ausencia, empezar a pensar, por ejemplo, en la construcción de un marco institucional de recambio. Creo que por ese lado viene lo más grave de esta situación.

RP - Efectivamente.

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Transcripción: Jorge García Ramón y María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón







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