04.04.2003






































100 primeros días de Lula, una victoria y una lección

Politóloga Constanza Moreira (desde Rio): El presidente brasileño logró aprobar una ley que da al gobierno más agilidad para resolver cuestiones vinculadas al sistema financiero, y a éste mayor autonomía técnica. Pero en su trámite aprendió que debe negociar mejor con sus aliados y dentro del propio PT, ya que para lograr mayoría debió cambiar su proyecto por el de la oposición.

EN PERSPECTIVA
Viernes 04.04.03, 09.00.


EMILIANO COTELO:
Al llegar a los 100 días de gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva, los mercados financieros –en particular los inversores externos– no paran de celebrar los primeros pasos de su administración.

Por otro lado, y por encima de ese respaldo, aparece la confianza de los propios brasileños: según la última encuesta publicada este miércoles, el 80 por ciento de la población confía en la gestión de Lula.

Es que más allá de algunas medidas iniciales, orientadas a combatir el hambre y cuidar la seguridad interna, su ímpetu reformista ha sorprendido a propios y extraños.

Un ímpetu que esta semana tuvo una manifestación concreta cuando la Cámara de Diputados aprobó una enmienda del artículo 192 de la Constitución que regula el funcionamiento del sistema financiero.

Sobre estos temas vamos a conversar con la politóloga uruguaya Constanza Moreira, que está instalada en Rio de Janeiro siguiendo de cerca estos primeros meses de Lula en el poder.

***

Tuvimos una primera batalla importante de Lula en el Congreso, con la aprobación de esa enmienda constitucional.

CONSTANZA MOREIRA:
Efectivamente, esta es la primera victoria de Lula en el Congreso: obtuvo más del 80 por ciento de aprobación a una enmienda parlamentaria que fue bastante discutida pero que, en lo esencial, habilita a hacer modificaciones en el sistema financiero con menos quórum, con menos cantidad de votos que antes –de hecho ahora, después de la aprobación, se pueden hacer modificaciones del sistema financiero sólo con la aprobación de la mitad del Congreso– y que se hagan en forma parcelada a través de leyes específicas, cosa que la legislación anterior no permitía.

No es una reforma lo que se aprobó, sino una cuestión de procedimiento para que el gobierno tenga mayor agilidad para resolver cuestiones vinculadas al sistema financiero.

EC - ¿Cuáles son las que piensa encarar en esa materia?

CM - La más importante y discutida es la autonomía del Banco Central, una medida a la cual se opone la llamada ala radical del PT y algunos socios del PT en el gobierno, como el PDT (el partido de Brizola, que en esta votación se abstuvo), y el Partido Socialista Brasileño, de Garotinho. Estos dos aliados y lo que se llama el ala radical del PT se oponen al proyecto de autonomización del Banco Central por considerar que, en caso de ser aprobado. el gobierno pierde capacidad política para regular la política económica.

EC - Pero el gobierno está firmemente decidido a lo contrario.

CM - Yo diría que después de esta votación el gobierno aprendió que tiene que negociar mejor y quizás con más tiempo las decisiones con sus propios socios, porque en este caso el PT quedó un poco en manos de la oposición, del partido de Fernando Henrique Cardoso, el PSDB, y del PMDB para lograr la aprobación en el Congreso. Por supuesto, obtuvo los votos de la oposición, del anterior oficialismo para lograr que esa enmienda saliera en el Congreso y le faltaron votos de su propia base, a pesar de que los radicales del PT por supuesto que votaron con el gobierno, pero faltaron los votos del PDT, por ejemplo, que es una base importante en el Congreso. Creo que esta es la primera lección que tiene el gobierno: o negocia mejor con sus propias bases o va a tener que negociar con la oposición, y el resultado de la negociación con la oposición va a implicar modificaciones de sus propias medidas. Así ocurrió en este caso, en que se terminó votando una enmienda que había sido formulada por Serra en el período anterior, porque era la única manera de que saliera; el PT tuvo que abandonar su proyecto original.

Es una victoria, sí, para el gobierno; pero es una lección importante sobre cómo negociar y con qué tiempos.

EC - Hay una interpretación que circula a propósito de este episodio parlamentario que dice que lo que mostró es un amplio apoyo a las reformas, no al gobierno en sí.

CM - Claro, mostró que cuanto más tengan un contenido similar las reformas que el gobierno impulsa en este período con las del gobierno anterior, Lula sabe que va a poder contar con el apoyo de los partidos que estaban en el gobierno anterior y va a enfrentar la resistencia de su propia base. Cuanto más diferentes sean las reformas, más chance va a tener de contar con el apoyo de su base y mayor dificultades va a encontrar en el Congreso. De cualquier manera, la autonomía del Banco Central fue defendida por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y sin duda hay toda una discusión ideológica y política respecto a hasta qué punto la economía puede estar dirigida por la política o hasta qué punto la política contamina las decisiones de política económica. Es una discusión política, es una discusión académica y siempre las propuestas de autonomía de un banco central van en dirección de aislar o –como dicen aquí– blindar institucionalmente a la economía para que los políticos no puedan hacer política con él.

EC - Y específicamente el gobierno que encabeza Lula, ¿por dónde va? ¿Qué pretende hacer con el Banco Central?

CM - Lo que pretende es generar una dirección técnica cuya designación sea independiente de los trazos político-electorales, que es lo que sucede ahora: los cargos en el Banco Central son nombramientos políticos que se hacen inmediatamente después de la asunción del gobierno. En este caso, además, el nombramiento del Banco Central tuvo a Meireles, que es como un representante de la continuidad con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Creo que lo que se busca, justamente, es aislar esta decisión de las políticas del Banco Central, que afecta no solamente a la política económica doméstica sino la visibilidad de la política hacia afuera, aislarla de las presiones políticas de la base gubernista.

Ese es el quid de la autonomía del Banco Central. Y la designación de Meireles en el Banco Central fue problemática para el gobierno. Pero en principio, después de esta votación, el gobierno dijo que la discusión sobre la autonomía del Banco Central se va a dar con todos. Y esto fue una señal también para la reforma de la seguridad social. Ya están diciendo que la reforma de la seguridad social se va a tener que negociar de otra manera, no a través de las enmiendas parlamentares habituales, va a tener que ser negociada con una base más amplia y con un proyecto más amplio. El gobierno acordó que ambas discusiones tienen que ser hechas de otra manera.

EC - Tú decías que el gobierno Lula saca lecciones de cuál es el comportamiento de sus socios y cómo hay que negociar con ellos. Faltaba terminar de examinar el hecho de esta semana desde el punto de vista interno del PT, cómo fue el problema de las disidencias dentro del propio partido de Lula.

CM - En un juicio valorativo rápido te diría que esa también fue una victoria y que se controló bien. Hubo toda una negociación con los disidentes del PT y decidieron votar en bloque a favor del gobierno, lo que parece más que razonable tratándose de los 100 primeros días de gobierno; ya van a tener oportunidad para disentir en cosas más profundas que esta, porque, de nuevo, esta era una enmienda muy procedimental, hasta cierto punto trivial. Entonces esta es la primera victoria que logra, no diría Lula sino Genoino, que es el presidente del PT, sobre la base del PT, aunque ellos votaron eso pero al mismo tiempo hicieron una declaración en contra de la autonomía del Banco Central.

También queda claro que el PT no precisa a su ala radical para votar. De hecho, el ala radical del PT es un ala minoritaria, es más un problema político que de números. También queda claro para el ala radical que si no negocia dentro del PT, el PT va a negociar con quien quiera, quizás con aquellos más antipáticos para el ala radical.

EC - Me queda la pregunta de qué incidencia puede tener el ala radical del PT en movimientos sociales, en particular en sindicatos, que puedan complicarle la gestión al presidente.

CM - Sin duda la base política y sindical del PT están bastante unidas, hay una especie de cruce de cuadros políticos, etcétera. Tengo la impresión de que la radicalización y la oposición de los movimientos sociales al gobierno Lula va a depender más del resultado de las reformas, de la eficacia de ciertas reformas y ciertas promesas hechas, que de la influencia del ala radical del PT. Te pongo un ejemplo: el Movimiento de los Sin Tierra es un movimiento de cuidado, porque es muy independiente; ha sido muy independiente tradicionalmente, mucho más que el sindicalismo y la CUT, que son como el brazo sindical del PT, y ha dado bastantes problemas durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Si la reforma agraria no se acelera en los términos prometidos por Lula, por supuesto que el gobierno puede tener complicaciones con el Movimiento de los Sin Tierra, que ya las ha tenido porque hubo algunas ocupaciones ilegales. Pero todavía todo está en clima de negociación y de simpatía del Movimiento de los Sin Tierra respecto al gobierno.

El otro tema es el del salario mínimo. El salario mínimo estaba en 80 reales y aumentó a 240. Realmente, mirado desde afuera parece un aumento bastante sustancial, pero aquí dentro las expectativas eran de que aumentara aún más. Esto ocasiona fricciones entre la base sindical y el PT.

Creo que el principal problema que va a encontrar Lula (que creo que es el principal problema que encuentran los gobiernos de izquierda en general cuando llegan al poder), es el funcionariado público, porque la variable que el gobierno tiene para controlar su gasto es en buena medida el salario de los funcionarios. Había un aumento prometido de la época de Fernando Henrique Cardoso que era 4 y 6 por ciento, y en realidad se les está dando menos de lo que se debería para recuperar la inflación.

Creo que el funcionariado público es uno de los sectores que pueden jaquear más al gobierno Lula, justamente porque es un gobierno de izquierda caracterizado por una enorme austeridad fiscal. Ésta es más profunda aún que la de los gobiernos anteriores. No es un gobierno gasta-plata, esta es una gran diferencia entre los gobiernos de izquierda de nuevo cuño y los de viejo cuño, que pasaron a la historia –quizás sea una generalización un poco injusta– por lo despilfarradores, favorecedores de la inflación, por manejar el papel moneda para fines de regulación de la economía en forma irresponsable. En general eso se ha dicho de los regímenes populistas, esa irresponsabilidad con respecto al control de la economía. En el caso de Lula es al contrario, y quizás incluso un poco excesivos la autoridad y el control de los gastos. De hecho, es tan profundo que hay programas prácticamente parados porque no se ha tomado decisiones de gastos importantes a nivel de los ministerios. Además el gobierno enfrenta otro problema derivado de sus 100 primeros días, que es que hay un montón de cuadros intermedios en la administración pública que todavía no han sido nombrados, propio de un gobierno de estreno.

***

EC - Veamos el capítulo popularidad. La encuesta de esta semana fue bastante impactante, ¿no?

CM - Fue bastante impactante, sobre todo porque veníamos de la encuesta anterior, en la cual el gobierno había perdido bastantes puntos en su popularidad. Esta fue una encuesta de Ibope; su resultado principal es que hay un 75 por ciento de aprobación de la gestión de Lula, un 80 por ciento de confianza en la figura personal del presidente, pero hay que diferenciar lo que es la popularidad de Lula y la confianza en él, que es un fenómeno muy específico de esta transición brasileña, de lo que es la evaluación de la gestión del gobierno propiamente dicha. En esos términos dice que la evaluación de la gestión del gobierno es óptima, muy buena, para un 51 por ciento; y regular para un 36 por ciento. De cualquier manera predomina la imagen de que este gobierno es mejor que el anterior: la mitad de los entrevistados declaró que este gobierno es mejor que el de Fernando Henrique Cardoso y un 30 y pico por ciento declaró que es igual. O sea que hay entre un 50 y un 60 por ciento de la población que apoya decididamente la gestión de este gobierno, entre un 10 y un 15 por ciento –que es más o menos la base de popularidad que siguen manteniendo Serra y el oficialismo, que es muy crítica– y en el medio un 30 por ciento que está encima del muro, que hace una evaluación crítica pero sin llegar a descalificar la gestión del gobierno. Ese es más o menos el panorama de la opinión pública brasileña en este momento.

EC - La encuesta también relevó cuáles son, para los brasileños, los principales temas, las principales preocupaciones. El 48 por ciento dice que la prioridad debe ser el empleo; el 34 por ciento se pronuncia por la pobreza; 27 por ciento por la salud; el 25 por ciento elige la seguridad y el combate a la violencia; y el 11 por ciento la educación.

CM - Justamente, estos son los datos que más nos han llamado la atención.

EC - ¿Por qué?

CM - Porque que el combate al desempleo sea el principal problema no es una novedad, ni para Brasil ni para América Latina; en general el desempleo aparece como el principal problema y la principal amenaza que siente la opinión pública de un país con respecto a su futuro inmediato. El combate a la pobreza no aparecía como prioridad en las encuestas anteriores; es evidente que esto refleja el propio programa del combate a la pobreza, la propia propaganda, que es muy habitual, que ha alterado a la opinión pública, porque a pesar de que en este país hay mucha pobreza y mucha desigualdad no era eso lo que más aparecía en las encuestas de opinión pública en los últimos tiempos.

Pero después hay cosas que llaman la atención, como la seguridad pública. Aparece como un tema tan importante, tan relevante; en realidad estamos en el cuarto orden de menciones, no aparece como uno de los temas más relevantes. Y aparece en cambio la salud, un tema muy poco tratado, muy poco tratado en la campaña.

EC - Aparece más arriba que la seguridad.

CM - Aparece en tercer lugar. Creo que es un llamador de atención importante con respecto a las prioridades de la población respecto de los temas que deben ser combatidos.

Después las reformas, la de la seguridad social y la tributaria, aparecen como en la octava posición, porque para el gobierno pueden ser prioritarias pero para la gente es difícil visualizar qué tiene de importante la reforma de la seguridad social, aunque la televisión, sobre todo la TV Globo, se ha encargado de hacer programas muy sistemáticos sobre los riesgos del sistema de seguridad social, del sistema de previsión, si no se encara una reforma profunda.

EC - Pero la encuesta deja claro que la gente no tiene información sobre este proyecto, ¿no?

CM - La gente no tiene información. Yo diría que es una cuestión bastante complea de entender, cuál es problema de la previsión y cuáles son las necesidades de hacer una reforma. Hay que pensar además que la reforma de la seguridad social va a afectar exclusivamente al sector público y de la peor manera, en el sentido de que va a perder derechos. Tanto los empleados como los jubilados del sector público no sólo son unos cuantos sino que además tienen una gran capacidad de acción colectiva y de influencia. Entonces es una reforma antipática, no es una reforma simpática. Mientras que un programa como el de combate al hambre o el del desempleo concita la adhesión de todo el mundo, sin duda.

EC - El 70 por ciento no sabe siquiera lo que significa la reforma de la seguridad social, dice la encuesta.

CM - Sin duda.

EC - ¿Podemos dejar planteados algunos temas para una próxima charla en cuanto al balance un poco más amplio de estos 100 días del gobierno Lula?

CM - Creo que lo primero que queda claro del balance de 100 días es la dificultad de un gobierno de estreno –en este sentido el gobierno de izquierda es un gobierno de estreno– de habérselas con el aparato de Estado, de ocupar los cargos públicos, de ocupar los ministerios, de hacer los nombramientos, queriendo hacerlos distinto, porque este gobierno pretende tener un criterio de procedimiento distinto del anterior desde el punto de vista del llenado de los cargos. Éste es uno de los principales problemas que el gobierno está atravesando en estos 100 días, vérselas con el aparato del Estado, ocupar los cargos, designar responsables, en fin.

El segundo problema importante de este gobierno es cuál va a ser el bloque parlamentaria que tiene, si lo va a tener por la izquierda o por la derecha. Ahora lo tuvo por la derecha. Ahora tuvo un gran respaldo, pero ese amplio respaldo le va a durar poco y va a tener que tomar una decisión importante en ese sentido, que es una decisión política e ideológica.

El tercer punto, que me parece que los gobiernos del oficialismo anteriores conocen, porque han tenido muchas décadas de ejercicio del poder, y el gobierno Lula lo está aprendiendo ahora, es que cualquier reforma debe ser muy negociada y que el resultado de cualquier programa de gobierno va a ser bastante distinto del que se pensó originalmente, justamente porque las decisiones tienen que ser negociadas. Creo que está aprendiendo esto con un poco de sufrimiento porque han pasado 100 días, está de estreno, pero un gobierno de izquierda, a diferencia del statu quo político anterior, genera muchas expectativas. Este gobierno generó muchas expectativas y uno tiene la sensación de que todavía no empezó, han pasado 100 días, y todavía no empezó, las cosas están en el papel y quizás no estaban tan preparadas. A uno le da un poquito de miedo de que en realidad en este auge, en esta luna de miel del gobierno con el electorado, que son los tres, los seis primeros meses, el primer año, no logre impulsar medidas suficientemente distintas o características como para decir “este es un gobierno distinto”. Me parece que es la dura prueba que tiene que pasar el gobierno Lula en este país.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón





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