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POLÉMICA POR LA MOCIÓN APROBADA, CO-PATROCINADA EN LA ONU
El gobierno uruguayo y los derechos humanos en Cuba
Diputado Carlos Pita (E90, EP-FA): Condeno todas las violaciones a los derechos humanos, en todos lados. La posición del gobierno es hipócrita: niega su voto para que la ONU discuta unas situaciones (como la invasión ilegítima a Irak) y lidera en aquellas que convienen a EEUU. Senador Juan Adolfo Singer (Lista 15, PC): Uruguay puede recibir consejos, pero no directivas. Batlle le dijo al propio Bush que el embargo perjudica a Cuba pero no modifica el régimen tiránico en la isla. Acusar de complacencia es una táctica para desviar la atención del centro de la cuestión.
EN PERSPECTIVA
Viernes 18.04.03, 08.45.
EMILIANO COTELO:
La resolución sobre Cuba que Uruguay patrocinaba junto a Costa Rica, Nicaragua y Perú fue aprobada ayer en Ginebra, en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con 24 votos a favor, 20 en contra y cuatro abstenciones. Argentina y Brasil se abstuvieron y Venezuela fue el único país americano, además de Cuba, que votó en contra de la resolución. No prosperó tampoco la enmienda presentada el día anterior por Costa Rica, que buscaba endurecer la posición contra La Habana y en la que se hacía referencia concreta a la fuerte represión desatada en la última semana contra la oposición.
La parte resolutiva de la declaración sancionada ayer dice:
“La Comisión de Derechos Humanos,
Teniendo en cuenta lo dispuesto en su resolución 2002/18 de 19 de abril de 2002,
Considerando que en la citada resolución la Comisión solicitó a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que enviase un representante personal para que la Oficina dei Alto Comisionado cooperara con el Gobierno de Cuba en la aplicación de la resolución,
Teniendo presente que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos ha procedido a nombrar a la Sra. Christine Chanet corno su representante personal,
1. Expresa su satisfacción por el nombramiento de la Sra. Christine Chanet como representante personal del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos para el cumplimiento de la resolución 2002/18 de 19 de abril de 2002;
2. Insta al Gobierno de Cuba a que reciba a la representante personal del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos y le preste toda las facilidades necesarias para que pueda cumplir plenamente el mandato contenido en la resolución 2002/18;
3. Decide seguir examinando esta cuestión en su 60° periodo de sesiones en relación con el mismo tema del programa, ocasión en la que la representante personal del Alto Comisionado presentará su informe sobre la aplicación de la resolución 2002/18”.
Esta moción ha generado la polémica que casi siempre se suscita, año a año, cuando se considera el caso Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Pero además de la polémica internacional, ha abierto una vez más el debate dentro de nuestro país en la medida en que el gobierno uruguayo fue corredactor y auspiciante de este texto. El año pasado ya hubo un debate muy fuerte, dentro del país y entre Uruguay y Cuba, que culminó con la ruptura de las relaciones entre nuestro país y La Habana.
Para escuchar cuáles son las consideraciones en juego, en primer lugar vamos a dialogar con el diputado Carlos Pita, Espacio 90, del Encuentro Progresista - Frente Amplio (EP-FA).
¿Cuál es su objeción a la conducta uruguaya en esta materia?
CARLOS PITA:
Primero una precisión a raíz de la introducción: no es que casi siempre se haya desatado polémica en Uruguay; hasta hace muy poquito tiempo no hubo polémica porque había consenso en materia de comportamiento frente a los períodos de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos en los que a Uruguay le tocaba actuar con voz y voto. Esto empieza a partir del cambio de una postura tradicional que tenía Uruguay, de una suerte de amalgama entre el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos y el principio de competencia universal en materia de promoción y defensa de los derechos humanos en el mundo, que están sobreponiéndose y siempre rozándose unos con otros.
La polémica se genera a partir de la posición de Uruguay de accionar en contra de Cuba con mociones de distinto tipo. Esto culmina, en este especial contexto mundial, tan diferente al de años anteriores, con esta votación; el período de sesiones se está terminando y fue uno de los temas centrales.
En cuanto a Cuba, aclaro, reafirmo y repito: repudio absolutamente las ejecuciones, rechazo la pena de muerte, la condeno y participo de un movimiento de ciudadanos en el mundo que lucha por la abolición de la pena de muerte en la faz de la Tierra, cualquiera sea el país que la aplique y cualesquiera sean los motivos invocados para su aplicación, sea en Cuba, Estados Unidos o China.
EC - O sea que usted en particular condena el fusilamiento resuelto después de un juicio sumario hace una semana en Cuba contra tres personas que habían llevado adelante el secuestro de una lancha con la intención de salir del país.
CP – Absolutamente; ese tipo de hechos me moviliza los sentimientos de repudio más intensos y no tengo el mínimo empaque en manifestarlo de esta manera.
EC - No es ese el único episodio reciente en materia de persecución a la oposición; han estado también sobre la mesa juicios a periodistas o militantes de grupos de oposición al gobierno de Fidel Castro que terminaron con condenas muy duras, de 20 o 30 años de prisión.
CP – Efectivamente, y también sobre eso tuve oportunidad de hablar hace poco en la Cámara, y también expresé mi posición de frontal desacuerdo.
Lo que es realmente lamentable también, pero mucho más lamentable que todo esto que estamos analizando, es que termine el período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sin que se haya podido siquiera abordar el tratamiento de los derechos humanos en Irak. Eso no fue posible, entre otras cosas, porque Uruguay no prestó su voto para que el tema pudiera ser incorporado al orden del día cuando la moción se presentó, hace poquitos días. Es una situación realmente indignante y que torna, a mi juicio, absolutamente impresentable la conducta uruguaya en esta materia.
EC - ¿Lo que se buscaba era discutir la situación de los derechos humanos después de la intervención militar de Estados Unidos?
CP - Después y durante; de los derechos humanos, que no cesan nunca, independientemente de la situación de guerra, y del Derecho Humanitario Internacional; de las dos cosas, órbita de competencia indiscutible de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Se acaba de votar, por ejemplo –yendo más acá en el tiempo– una moción sobre el tema de las alturas del Golán, un contencioso que hay allí entre Siria e Israel; Uruguay no votó porque es contra Estados Unidos en un momento en que Estados Unidos dice que Siria es un país que actúa de una manera reprobable.
Lo que está pasando es que en el mundo se está viviendo una situación en la que la desfachatez –por decirlo muy tímidamente– del poder militar y del dinero es absoluta y total. Entonces, que un país como el nuestro, cuyo gobierno no sólo no condena la guerra de agresión, ni siquiera se anima a decir que es ilegítima, que no da su voto para tratar el tema en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que este país sea protagonista de la moción que usted leyó, que evidentemente genera toda una concentración de la atención del mundo en los derechos humanos en Cuba, es una contradicción flagrante; es una incoherencia que me parece incompartible y que me genera una sensación de desencanto muy grande porque da toda la impresión –esta es una reflexión que quiero compartir con usted y con su audiencia– de que en el mundo de hoy –siempre fue difícil el mundo–, más que nunca, parecería que no puede haber lugar para la defensa de principios y de valores si frente a esos principios y valores están los intereses de los poderosos. Le pongo un ejemplo sobre el territorio cubano: estoy hastiado de ver imágenes de seres humanos vestidos con un uniforme color naranja amarillento, muchas veces encapuchados y otras con los rostros contra el piso, arrodillados, en la base de Guantánamo; no sé cómo se llaman, no me enteré de que jamás hubieran pasado por ningún tribunal y supongo que son afganos. Esos seres humanos son seres humanos, y en la Comisión de Derechos Humanos nadie dijo nada. En esta cuestión hay tanta hipocresía que realmente subleva el tratamiento de estos temas.
EC - El cuestionamiento central a la conducta de Uruguay es haber propiciado una moción en relación a los derechos humanos en Cuba, cuando nuestro país ni siquiera ha votado otras mociones a propósito de situaciones de los derechos humanos en otros puntos del planeta donde también están ocurriendo situaciones graves.
CP - El caso que señalé es todavía más grave porque no se votó la consideración: no era una moción para condenar o no a nadie, sino para considerar la situación de los derechos humanos en Irak; después se vería si alguien presentaba mociones denunciando tal o cual cosa.
En Mosul había –yo lo vi hace menos de 48 horas– una manifestación ciudadana de protesta que fue reprimida por los soldados de ocupación con sus fusiles de guerra: mataron a cuatro personas e hirieron a decenas. Y eso no es guerra: es una violación flagrante de los derechos humanos. Eso pasó hace 72 horas, todavía está el período ordinario de la Comisión de Derechos Humanos.
No es sólo el desencanto con la posición del gobierno de mi país, es un desencanto con la situación del mundo, donde no sólo estamos regresando al siglo XIX con la tecnología y la capacidad de matar del siglo XXI, como le comentaba en este mismo programa hace unos días, sino que parecería que las posiciones de principios y la defensa de valores por encima del poder no tienen lugar.
EC - Para usted, ¿por qué Uruguay se comporta de esta manera?
CP - Se comporta de esta manera porque no está defendiendo principios y valores, porque no es una posición de principios lo que está haciendo.
EC - ¿De qué origen es esa posición?
CP - Es una posición de un pragmatismo sin anclaje en esos principios y esos valores.
EC - Pragmatismo…
CP - Pragmatismo, intereses. Se supone que, según la teoría del gobierno, nosotros vamos a defender intereses de esta manera.
EC - ¿Usted alude a intereses económicos, comerciales?
CP - Efectivamente. Ahora el presidente de la República va a Estados Unidos, va a brindar una conferencia en la Organización Mundial de la Salud y después se va a reunir con el presidente Bush. ¿Qué esperaría usted como ciudadano uruguayo y ciudadano del mundo que le dijera un presidente de la nación al presidente Bush? “Mire, señor (o “Mire, amigo”, si son amigos), usted no tiene derecho a hacer la guerra porque se le ocurra; usted no puede tirar para un costado y a la basura el Derecho Internacional, usted no puede comportarse como si fuera el presidente del planeta, a usted lo eligieron los estadounidenses y no puede considerarse el presidente del mundo, no puede hacer lo que hizo, no puede hacer la masacre que hizo. Eso está mal”. Yo aspiraría a que pasaran esas cosas.
Usted me dirá que es una barbaridad; ¿por qué? No si se dice con respeto, con autenticidad: “Usted está haciendo una cosa que está mal, que no debe hacer; está dañando la convivencia en el mundo”. Habría que hacerlo. Y no se va a hacer eso; usted sabe que no se va a hacer eso: se va a hablar de un cupo con respecto al comercio de la carne, con todo lo importante que eso es.
EC - Usted entiende que Uruguay se está moviendo condicionado por necesidades y objetivos entre económicos y comerciales.
CP - Creo que es así. Además lo dije hace muy poquito en una interpelación: planteé que Uruguay estaba encaminándose, estaba conduciéndose por el carril de una política pragmática en el mundo, en función de su tamaño (tampoco somos extraterrestres que no somos conscientes de nuestra dimensión), abandonando un pragmatismo con un anclaje muy firme en principios y valores que son los que nos da el capital político, que es lo único que tenemos a la hora de tratar de defender los intereses materiales.
EC - ¿Qué debió haber hecho Uruguay entonces? Si sigo su razonamiento, no debió haber presentado esa moción.
CP - Nunca debió haber presentado esa moción. Es un encadenamiento de hechos.
EC - ¿Y a la hora de votar debió haberse abstenido?
CP - Antes de esto, no haberla presentado cuando la presentó; esta es la continuidad de la que presentó anteriormente. Y en segundo lugar, jamás debió romper las relaciones diplomáticas con Cuba; es una vergüenza en el mundo lo que hizo. Y tercero, debió haber buscado en el contexto regional un posicionamiento que lo fortaleciera a la hora de enfrentar las brutales presiones que evidentemente ejercen Estados Unidos y otros países poderosos del mundo en esta materia, y recostarse, en la medida de su tradición, en un equilibrio que supo transitar hasta hace muy poquitos años y que tiende, nada menos, que a tener la compañía de Brasil y Argentina, no en solitario. Es una opción de política exterior para nada fuera de la realidad, tenemos opciones.
EC - Otros diputados dicen que con argumentos como los suyos, con respecto al caso Cuba, donde ocurren cosas que usted mismo estaba censurando, no se haría nada.
CP - Yo creo que habría que hacer un esfuerzo muy grande. Hace tres años, los compañeros de la bancada de EP-FA llevamos al canciller Opertti una propuesta de estrategia de Uruguay en materia de derechos humanos en Naciones Unidas. Pasaba por una política sistemática de promoción y defensa de los derechos humanos, señalando los temas; no presentando mociones de condena en cada uno de los países o que tuvieran que ver con definiciones que rocen o violenten el principio de no intervención, sino señalando responsabilidades posibles en cada una de las áreas de los derechos humanos y empezando por los países poderosos del mundo. Una política que tratara de mantener un equilibrio entre el principio de no intervención y el principio de competencia universal en la defensa y la promoción de derechos humanos. Es absolutamente posible llevarla, se puede ir construyendo.
EC - ¿Puede ser un poco más específico? ¿Cómo habría que cooperar?
CP - Poniendo los temas más duros, más acuciantes de los derechos humanos en el mundo en la agenda; tratándolos todos y formulando recomendaciones en lo posible generales sobre las situaciones. Si usted quiere pronunciarse sobre las violaciones de los derechos humanos referentes a los ciudadanos migrantes, las leyes xenófobas y racistas de extranjería que afectan fundamentalmente a los países pobres del mundo, a los países latinoamericanos y a Uruguay en particular, no decir que la moción es contra Estados Unidos, contra España, contra Italia, países que tienen leyes tremendamente duras respecto a la migración, sino condenar todos los actos de gobierno y todas las leyes que desconocen tal y cual derecho. Ir analizando los temas y haciendo pronunciamientos genéricos por la positiva, proposititos de esa índole.
Le pongo el tema de los derechos migratorios para poner un tema que no existe. Mire hasta dónde llega esto: está pasando cualquier cosa con los migrantes y no se trata el tema en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Otro ejemplo del reino del poder por encima de los derechos humanos.
EC - Usted dice que de esa manera no se estaría considerando ningún caso en particular, pero se estaría marcando todas las situaciones en las que hay problemas de derechos humanos.
CP - Yo diría que se consideren en todos los casos las situaciones, no en unos sí y en otros no; considerarlas en todos y, a la hora de las resoluciones, buscar la manera de que las mismas alcancen a todas las situaciones en las que se encuentran violados los derechos humanos; de manera tal que cada país en cuestión no pueda sentir violentado su derecho a la autodeterminación por maniobras políticas de otros países, ni se genere todas las polémicas que en definitiva le permiten a cada país eludir la responsabilidad de su cumplimiento, a la hora de analizar las recomendaciones que surgen.
Esa es la verdad: la Comisión de Derechos Humanos de la ONU es un ejemplo de política totalmente equivocada; se ha instrumentalizado al servicio de estrategias políticas de poder. Es clarísimo que esto ha pasado así, si no ¿cómo puede ser que nunca se haya definido posiciones vinculadas a los derechos humanos, por ejemplo, en el caso de Guantánamo? Es brutal, es una cosa increíble. Se habla de los juicios sumarios y esta gente nunca en su vida fue sometida a ningún juicio. Está horrible el juicio sumario y está horrible el no juicio, está horrible no saber ni siquiera la identidad de esas personas.
EC - A partir de estas discrepancias, ¿qué cauce puede tener el debate en nuestro país?
CP - Es una necesidad de buscar reconstruir. Creo que otra pared que se cayó en esta situación tan difícil de Uruguay es la política exterior. Había bases fundamentales que eran consensuadas, que se cayeron; las tiró el gobierno, sobre todo el presidente de la República. Hay que empezar a reconstruirlas, hay que volver a definir cuáles son los principios que vamos a defender. Y si son principios los vamos a defender en todas las circunstancias, empezando por ahí. Cuáles son las principales apuestas de la manera de insertar a Uruguay en el mundo. ¿Va a ser la apuesta excluyente a un bilateralismo con Estados Unidos, dando la espalda a la región, en forma a esta altura sistemática? Hay dos, tres, cuatro temas gigantescos de política exterior que han caído, que ya no existen como política de Estado que uno pueda decir esto va a perdurar en el tiempo, se han abandonado. Estamos en una situación de una conducción excluyente político-partidaria del doctor Jorge Batlle y su Partido Colorado, sin participación de los demás partidos en la definición de las grandes orientaciones de esta política. Y el debate que tiene Uruguay es ése: cómo instrumenta la mejor defensa de sus intereses materiales en un mundo cada vez más difícil. Creemos que el rumbo es totalmente equivocado y estos protagonismos políticos son una demostración de ese rumbo totalmente equivocado que adoptó la política exterior del presidente Batlle.
***
EC - Dialogamos ahora con el senador Juan Adolfo Singer (Lista 15, Partido Colorado), integrante de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara Alta.
La crítica que el diputado Pita realizaba a la actitud uruguaya en este tema tenía dos grandes ejes: el primero, que se perdió en esta materia una tradición de política exterior de Estado de Uruguay, en la que había consenso en torno a posturas como esta; y, segundo, que es una actitud incoherente en la medida en que Uruguay promueve, corredacta esta moción sobre Cuba –ya lo hizo el año pasado–, pero paralelamente no habilita la consideración de otras situaciones como la de la situación de los derechos humanos en Irak, por citar un caso. ¿Qué responde usted?
JUAN ADOLFO SINGER:
Primero, que en lo que se refiere a la política de Estado continuamente el gobierno –el gobierno del presidente Sanguinetti primero, el de Lacalle después, de nuevo el de Sanguinetti y ahora el de Jorge Batlle– ha buscado consensuar la política exterior. El hecho es que a veces no se logran esos consensos y este caso de Cuba es uno de ellos, porque el FA ha mantenido una actitud permanente de defender al régimen de Fidel Castro, aún frente a las más graves y flagrantes violaciones de los derechos humanos.
En los demás asuntos fundamentales me parece que existen consensos; se los ha procurado y se ha tratado de mantenerlos, aunque naturalmente muchas veces hay asuntos puntuales en los que el que tiene que definir la política exterior, porque así lo dispone la Constitución de la República, es el Poder Ejecutivo. Cuando hay diferencias puntuales predomina el Poder Ejecutivo, es así aquí y en cualquier parte del mundo. Esto no quiere decir que no se vaya a mantener: se mantiene y se va a mantener la política de procurar al máximo posible el consenso en las cuestiones fundamentales de política exterior.
EC - Con respecto a estas dos afirmaciones, el tema de la política exterior tiene otros ejemplos en los que se están dando diferencias con la oposición, a veces incluso con el propio Partido Nacional; me refiero, por citar un caso, a las políticas de integración: qué privilegiar, si el Mercosur o el Alca, si un acuerdo bilateral con Estados Unidos. Ese tipo de cuestiones no tiene hoy un acuerdo nacional.
JAS - La política del gobierno en materia de Mercosur es la que se ha sostenido siempre. Lo que pasa es que, cuando Uruguay está enfrentando dificultades tan serias como las que ha venido y sigue enfrentando, no podemos quedarnos cruzados de brazos: tenemos que salir al mundo a procurar mercados para defender la producción y el trabajo de los uruguayos. Esto tienen que entenderlo los otros países del Mercosur, en primer término los más grandes que, desde el principio, no mantuvieron una política que contemplara la situación de los países chicos como ha sido una constante de la política de la Unión Europea, precisamente para que pudieran convivir en la integración países del poderío de Alemania con otros como Grecia, Dinamarca o Portugal.
EC - Pero yo iba a que no hubo un acuerdo en cuanto, por ejemplo, a privilegiar las relaciones con Estados Unidos.
JAS - No creo que en el caso del privilegio de las relaciones con Estados Unidos el gobierno tenga discrepancias con el Partido Nacional; las tiene con el FA porque al FA le viene mal todo lo que tiene que ver con Estados Unidos, aunque pueda ser bueno para el país. Acá se trata de saber qué es lo conveniente, qué es lo mejor para defender las necesidades y los legítimos intereses del país. En eso ha estado la política del gobierno.
EC - Otro punto. Usted mencionaba que en la materia de los derechos humanos en Cuba no hubo posibilidad de acuerdo con el EP-FA porque ese partido sistemáticamente defiende al gobierno cubano. El diputado Pita señalaba recién que no es así: que tiene discrepancias muy serias y que repudia, por ejemplo, las penas de muerte resueltas la semana pasada y las condenas a 20 o 30 años de prisión que se dispusieron hace pocos días para opositores y periodistas.
JAS - Esas son manifestaciones aisladas dentro del FA. Hace pocos días hubo una manifestación organizada por algunos sectores del FA y el Pit-Cnt en apoyo a Cuba; creo que llegaron hasta la embajada de Estados Unidos para eso.
Además, estamos hablando de una cuestión bien concreta: estamos hablando del tema de los derechos humanos fundamentales y este tema no se puede comparar con otras cuestiones que también están vinculadas a los derechos humanos, como puede ser, por ejemplo, el derecho de los migrantes. Vamos a no confundir las cosas porque es una forma de distraer la atención, de “tirar la pelota al óbol”, en una palabra, siempre de defender al régimen de Fidel Castro por una cuestión que es de esencia.
Más de una vez lo he dicho y lo repito: el tema para el FA con respecto a Cuba y por lo tanto con respecto al tema derechos humanos en Cuba –repito: a los derechos humanos fundamentales– es que ellos aplican la política de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. El enemigo para el FA es Estados Unidos, en cualquier circunstancia y lugar; enemigo de Estados Unidos es Cuba, en cualquier actitud; entonces, como Cuba está en esa posición, hay que defenderla porque es “el enemigo de mi enemigo y por lo tanto es mi amigo”.
Aquí hay una cuestión fundamental que me parece que los oyentes deben que tener clara: estamos hablando de derechos fundamentales, del derecho a la vida, del derecho a disensos elementales que en Cuba se empezaron a tolerar después de las visitas del Papa y de Carter. Lo que pasa es que cuando esa tolerancia empezó a tomar una dimensión que molesta al régimen castrista, aparecen estos allanamientos a 79 hogares, estas detenciones de 79 disidentes, entre los cuales hay 49 periodistas, que no estaban en una actitud de oposición radicalizada como para decir que estaba en peligro la supervivencia del régimen; nada de eso, escritores, intelectuales que terminan siendo procesados en régimen sumarísimo por una justicia totalmente dependiente de Fidel Castro y condenados a penas de hasta 27 años de prisión. Después de eso, naturalmente, como coronación de estos episodios tan lamentables, se termina fusilando a tres ciudadanos cubanos cuyo delito fue secuestrar una lancha de pasajeros, pero no para robar a nadie, no para pedir ningún tipo de rescate, no: simplemente para poder huir de la prisión que para ellos significaba la isla.
Si frente a esas groseras y flagrantes violaciones de los derechos humanos en Cuba, en un país que forma parte de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, a la que concurre Fidel Castro, que forma parte de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc), que es miembro del Parlamento Latinoamericano, no adoptamos una actitud muy clara y muy categórica para defender los derechos fundamentales de las personas, el ejercicio de libertades básicas, el ejercicio de la libertad de prensa básica, entonces ahí sí digo que estamos violando los consensos fundamentales e históricos de la nación uruguaya.
EC - El argumento que usted ahora manejaba es que Cuba está en nuestra región, en el continente, que tenemos por lo tanto una relación más próxima que con otros países del mundo cuyas situaciones en materia de derechos humanos puedan considerarse en la comisión correspondiente de la ONU en Ginebra. ¿Eso justifica asumir el protagonismo que Uruguay ha asumido? Porque hasta hace unos años Uruguay no lideraba posiciones. ¿Por qué ahora lidera en relación con Cuba?
JAS - En relación con Cuba porque la situación en ese país ha llegado a un punto en que era necesario, después de tantos años –estamos hablando de un régimen que ha permanecido durante 43 o 44 años–, adoptar alguna actitud... ¿sabe qué?: en su propio beneficio. ¿Sabe por qué en beneficio de Cuba?, porque lo único que se le pedía era que tolerara la visita de un representante de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU para verificar el estado de situación de los derechos humanos fundamentales. Creo que si Cuba hubiera aceptado eso la vez anterior, cuando se adoptó la resolución de la Comisión de Derechos Humanos, le hubiera hecho un bien bárbaro, porque Cuba está necesitando también para poder darle de comer a su pueblo la asistencia de otros países, en primer término, por ejemplo, de la Comunidad Europea y también de los países iberoamericanos y latinoamericanos. Pero hay muchas resistencias para concederle determinados beneficios, precisamente por el tema de los derechos humanos.
EC - La crítica que se hace desde el EP-FA es que Uruguay ha pasado a patrocinar estas mociones a propósito de Cuba como parte de su relacionamiento con Estados Unidos, a partir de gestiones de Washington.
JAS - Sí, sí, sí. No, no, no: eso es absolutamente falso, la política exterior de Uruguay es absolutamente independiente. Uruguay puede recibir consejos, pero no recibe directivas absolutamente de nadie. Es bien claro que cuando el presidente Batlle estuvo en Estados Unidos hizo planteamientos con relación al tema de Cuba, incluso denunciando en el propio Estados Unidos y en la propia entrevista con el presidente Bush, que Estados Unidos debía terminar de una buena vez con el embargo que terminaba perjudicando los intereses de Cuba, pero que no había obtenido absolutamente nada en cuanto a modificar el régimen tiránico que impera en la isla. De modo que hablar de que el presidente de la República o el gobierno están en una actitud complaciente con Estados Unidos me parece una acusación que forma parte de toda la táctica dialéctica para tratar de desviar la atención del único centro de la cuestión, que es esta grosera, tremenda, realmente repugnante violación que continuamente se está haciendo a los derechos fundamentales en Cuba.
EC - ¿Y sobre el otro gran argumento que manejaba el diputado Pita, la conducta disímil que tiene Uruguay con relación a otras situaciones de violación a los derechos humanos?
JAS - Perdóneme, esto es parte de la dialéctica para distraer la atención. ¿Estamos hablando de Cuba o estamos hablando de los otros casos?
EC - Estamos…
JAS - No, no, no…
EC - Estamos hablando de…
JAS - Estamos hablando de los derechos humanos violados flagrantemente en Cuba, ese es el centro de la cuestión. Hacer argumentos... ¿Y entonces por qué no nos fijamos en los derechos humanos que hay en Irak, en Corea del Norte, en China o en otro lado? No, no es ese el centro.
EC - ¿Para usted no es relevante ubicar la posición de Uruguay con respecto a Cuba en el contexto de las posiciones que asume con respecto a otros países?
JAS - No, no, no…
EC - ¿No tiene importancia?
JAS - No, no, no... No es que no sea relevante o no tenga importancia: es que ahora estamos hablando del tema de los derechos humanos en Cuba, ese es el centro de la cuestión. Otros temas no tienen para Uruguay la misma relevancia, eso es bien claro. Otros asuntos, como los que se ha planteado, el asunto de migraciones y otras cuestiones que pueda haber, no tienen la misma relevancia. No es igualmente relevante para Uruguay lo que está pasando en Corea del Norte que lo que está pasando en Cuba; no es lo mismo lo que está pasando aquí en la región, en el Mercosur, que lo que está pasando en otras partes. Eso es bien claro. Cuando nosotros, por ejemplo, en los protocolos adicionales del Cono Sur incluimos la cláusula democrática, eso tiene un contenido que tiene que ver con la sustancia del proceso de integración en América Latina.
EC - El diputado mencionaba un caso que se da en la misma isla de Cuba, en la base de Guantánamo, con el trato que están recibiendo los prisioneros, aparentemente afganos y aparentemente vinculados con Al Qaeda, que Estados Unidos ha colocado allí.
JAS - Bueh… Pero ese es un tema en todo caso de Estados Unidos. Francamente le digo que no tengo información sobre el trato que están recibiendo los prisioneros en Guantánamo, no es ese un tema que involucre directamente a América Latina.
Estamos hablando de otra cosa. Vea usted todo el tiempo que llevamos conversando y que hemos distraído de la atención de la cuestión central: yo lo que quiero es que no solamente haya un cambio en Cuba, lo que quisiera ahora es que se libere a los periodistas y a los intelectuales que se ha condenado de esta forma atroz en Cuba a hasta 27 años de prisión. Ese es el motivo central de nuestra preocupación, lo que va a motivar nuestra lucha y nuestra permanente acción no sólo en el marco de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas sino en cualquier foro internacional. Creo que la comunidad internacional tiene que hacer un esfuerzo para que esto se termine en Cuba.
EC - Está bien. Creí que era interesante preguntarle también a propósito de la política exterior en general que en materia de política exterior sigue Uruguay, porque eso es lo que se está discutiendo en nuestro país también. No es solamente el caso Cuba, que está bastante conversado ya en estos minutos, sino la ubicación de esa política en el conjunto de la política exterior sobre derechos humanos.
JAS - Si usted me hace esa pregunta, para contestársela en una sola frase le digo que en materia de derechos humanos la política exterior uruguaya es una sola y está muy clara y muy firme en esa materia: los vamos a defender siempre, en todo lugar, en toda circunstancia. Ha sido una constante de la política exterior uruguaya y los hechos lo han venido demostrando. Lo que pasa es que cuando se plantea el tema de Cuba se nos dice por qué no plantear ahora simultáneamente otros. No: porque estamos hablando de Cuba y lo que queremos es que frente a estas atrocidades haya una acción que pueda pararlas de una vez por todas, sobre todo hacer un movimiento para que se pueda liberar a estos presos, a estos periodistas que el único delito que han cometido ha sido el de practicar un periodismo relativamente independiente. Es una barbaridad, éste es el centro de la cuestión.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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