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Cuestionan equiparación de las víctimas
Para Familiares de Desaparecidos, sólo se debe resarcir a las víctimas del terrorismo de Estado. Pablo Millor (Foro Batllista, Partido Colorado): el anuncio del gobierno contribuye a cicatrizar la herida y todos deberían apoyarlo. José Mujica (MPP, EP-FA): No me opongo, pero la historia no se lauda por decreto. No se puede impedir que los familiares sigan buscando verdad.
EN PERSPECTIVA
Lunes 21.04.03, 07.48.
EMILIANO COTELO:
El presidente de la República anunció el sábado que el gobierno va a indemnizar a los familiares de los desaparecidos durante la dictadura, y extenderá esa reparación a los familiares militares, policías y civiles fallecidos por la acción de la guerrilla.
“El gobierno ha escuchado a la Comisión para la Paz y va a llevarlas adelante a través de resoluciones administrativas, proyectos de ley y comunicaciones a los poderes del Estado”, dijo.
“Estas indemnizaciones tienen que comprender a todos aquellos que durante ese proceso de 40 años han sufrido muertes por las circunstancias de la situación vivida en el Uruguay. El Uruguay no puede pensar en unos sí y en otros no. Tiene que pensar en todos y –fundamentalmente— tiene que dar vuelta a la página. Ha construido la paz a lo largo de esfuerzos hechos por todos durante años y siento que ése es el camino que los uruguayos hoy están esperando”.
ALFREDO DANTE:
Batlle recordó también que las medidas de indemnización económica están incluidas en las recomendaciones finales del trabajo de la Comisión para la Paz.
EC – Seguramente, este será tema de debate en los próximos días. Pero vamos a unas primeras repercusiones, con los senadores Pablo Millor (Foro Batllista, Partido Colorado) y José Mujica (Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio). ¿Cómo observa este paso del presidente Batlle, senador Millor?
PABLO MILLOR:
Es la primera vez que se trata de equilibrar la balanza. Nosotros planteamos en 1985, poco después de asumir como diputado, esta inquietud de que el Estado se ocupe de la situación económica de las víctimas de la sedición. Fue retomada en el año 2000 por los diputados Ruben Díaz y Luis Lacalle Pou, apenas se empezó a hablar de la Comisión para la Paz, cuando ya se hablaba de indemnizaciones económicas; incluso llegaron a planteársela al presidente de la República.
Lo veo como un hecho muy positivo. Partamos de la base de que el dinero –sea cual sea el bando en el que haya militado la persona fallecida— no va a reparar la pérdida de un hijo, un padre, un esposo. En eso estamos todos de acuerdo. Pero ayuda mucho a paliar la situación económica en la cual quedaron las familias cuando perdieron al jefe del hogar. En lo que concierne a las personas muertas por la sedición, le puedo garantizar que salvo algún caso muy, pero muy excepcional, la situación de la familia –tanto de militares como de policías o civiles— es prácticamente de indigencia, o muy precaria.
EC – No recibieron compensación, dice usted.
PM – Ninguna, salvo aquella muy, pero muy pequeña, que se otorga a todo servidor público que cae en cumplimiento del deber, que consiste o consistía en el asenso de uno o dos grados (que incluso se otorgaba a todo funcionario policial que falleciera). La compensación económica no existió. Le digo con toda franqueza que este es un tema muy delicado, en el cual hay sentimientos sagrados con prescindencia del bando en el cual haya militado uno u otro. Alguno no militaba en ningún bando y fue muerto por error, como aquel comerciante cuya casa fue confundida con la de un militar; nadie sabía su filiación política y cayó abatido. El dolor de la pérdida de un familiar no puede tener color político, es algo que tiene que estar muy por afuera de los partidos políticos. La reparación económica que –reitero— no va a subsanar el dolor de un familiar, que va a ayudar a la situación económica de sus familias, tampoco puede tener color político.
Más de una vez dije que todo esto estaba muy flechado; creo que es la primera vez que se trata de equilibrar la balanza, y me parece un paso positivo para lograr ese estado del alma (lo que me parece muy difícil habida cuenta de que hay un grupo que no quiere que el Uruguay despegue de las tinieblas del pasado), esa vuelta de página que creo que bien se merece el país a esta altura de las circunstancias.
EC - ¿Senador Mujica? Usted, que integró uno de los bandos: fue guerrillero, integrante del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros, ¿cómo ve esta iniciativa de que el Estado compense, indemnice tanto a las víctimas de la dictadura como a las de la guerrilla?
JOSÉ MUJICA:
Yo he sido bastante enfático desde el primer momento: mi primer discurso, en 1985, todavía peladito [N. de R.: rapado a la salida de la cárcel], y creo que también lo aclaré incluso por esa radio, que no hago almácigos de odio. Tampoco hago almácigos de olvido, porque me parece pueril. El que ha vivido y sufrido difícilmente olvide, lo cual no justifique que ande por la calle con un hacha vengadora. Entonces, voy por mi vereda y respeto la vereda del otro. Dije en su momento que sólo el tiempo, sólo el tiempo, cuando van desapareciendo los actores, termina laudando estas cuestiones. Por eso acompañé el esfuerzo de la Comisión para la Paz pero de entrada dije de sus limitaciones, que las iba a tener.
En ese plano, si la mayoría de quienes representan al país y al gobierno entienden que dar una compensación ayuda, está bien. A mí no me convence...
EC - ¿Qué es lo que no le convence?
JM – Se dice “Hay que dar vuelta la página; no hay que echar sal en las heridas”, etcétera, etcétera, pero veo que, con la mejor intención, inevitablemente hay gente que tiene un dolor y quiere saber, y no se va a arreglar con compensaciones. Vuelvo a decir: sólo el tiempo. Ahora bien: no me voy a dedicar a dar manija...
EC – Está bien, pero su fuerza política ¿estará de acuerdo con compensación para un lado y para el otro?
JM – Es que este no es un problema de fuerza política: yo no puedo mandatar a los ciudadanos, no puedo mandatar a los familiares. Es inútil: ahí no entran las disciplinas partidarias. Lo que he tratado en todo lo posible es de mantener un perfil cauto, lo que ha servido para que me peguen de izquierda y de derecha.
EC – Se lo pregunto porque en el diario El Observador de hoy, por ejemplo, aparecen declaraciones de Luisa Cuestas, de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, que dice “No se puede equiparar dos cosas que no son iguales. Quienes violaron los derechos humanos y cometieron graves crímenes como poder estatal contra ciudadanos inocentes fueron las Fuerzas Armadas. Los otros, los guerrilleros, fueron simples asesinos y el Estado no tiene porqué hacer responsable de sus actos”.
JM – Como se podrá dar cuenta por ese tipo de declaración, no hay otra cosa que un profundo dolor que se transforma en declaraciones de odio. No voy a razonar con ese tipo de criterio. Todo lo que contribuya...
EC – Pero “odio” ¿hacia quién, en estas declaraciones?
JM – Por el tono de las declaraciones, parece que es terminante para un lado. Y me parece que mal haría yo tomando partido de colocar las cosas en términos impotables para la gente, cuando uno está tratando de que transcurra el tiempo y que el tiempo, lo más llevadero que se pueda, va a terminar laudando de la única manera en que se laudan estas cosas. Siempre fue así, en todas las guerras. Entonces, no me quiero dejar embozalar por una opinión de que yo tengo que salir poco menos que a insultar a quienes estaban en el bando de enfrente, y tampoco voy a aceptar que insulten el mío. Porque no construyo nada con eso.
EC – ¿Qué dice, senador Millor, sobre los comentarios de la señora Luisa Cuestas?
PM – Me sorprenden, pero primero quería hacer un comentario sobre la manifestación del senador Mujica. Todos saben las profundas diferencias que tenemos, pero reconozco que en este tema ha sido muy coherente: él dijo una vez (y a mí casi me llegó a persuadir, se lo digo con total franqueza) que esto sólo se va a laudar el día en que muramos todos los que vivimos esa época. Lo digo con total sinceridad y no precisamente por la prédica del senador Mujica sino por la de mucha gente que parecería que vive del discurso de recrear aquellos acontecimientos.
Estas declaraciones de la señora Cuestas me sorprenden tremendamente. Cuando dice “los otros eran asesinos”, me da la impresión de que se está refiriendo a la guerrilla...
EC – Parecería que sí.
PM – En este momento, no estoy para adjetivar ni para insultar. Tengo mis ideas, tengo mi pensamiento, no tengo que dar credenciales a nadie sobre cuál es mi posición, pero no creo que por ese camino lleguemos a ningún lado. Creo también, como dice el senador Mujica, que el dinero no arregla los sentimientos. Digo que ayuda mucho al resto de la población, a los que observamos desde afuera lo que está sucediendo con familiares de desaparecidos, y con los familiares de las personas que cayeron abatidas por la sedición, arregla que por lo menos una vez no se fleche la cancha y se piense que si una reparación no soluciona el tema de los sentimientos pero ayuda a sobrellevar las consecuencias económicas, sea para los dos lados. Me parece que es un hecho positivo.
En cuanto a lo otro, lo de que los familiares quieren saber, sí, ...
EC – Pero antes, senador Mujica, usted no tiene objeción sobre el tema de las compensaciones para uno y otro lado.
JM – No tengo objeción. Tampoco tengo la visión de que arregle el asunto; pienso que no.
EC – Y ahí pasamos al otro tema. El decreto del Poder Ejecutivo que hizo suyo el informe de la Comisión para la Paz lo presenta como la versión definitiva, oficial, sobre el destino de los desaparecidos...
JM – Definitivo es la muerte. Lo demás es todo provisorio.
EC - ¿Eso qué importancia tiene para usted?
JM – La misma que la Comisión para la Paz. Creo que son pasos; en el mejor de los casos apenas un paso. Pero vuelvo a lo que dije al principio, lo que dije cuando se fundó la Comisión para la Paz, lo que dije en el año 1985; es casi una convicción filosófica que tengo. En alguna época fui un buen estudiante de historia, y tengo un balance muy claro de lo que han significado todos los procesos violentos en la historia del país; pero no voy a convencer al resto de la sociedad. Tampoco me van a hacer decir lo que no quiero decir.
EC - ¿Para usted, senador Millor, eso de que la Comisión da la versión definitiva, oficial sobre el destino de los desaparecidos, qué alcance tiene?
PM – Para mí, el informe final es de sentido común. Lo que pasa es que en Uruguay no está de moda; es de sentido común en la dirección de que es impensable que haya personas que desaparecieron –sean cuales sean las circunstancias— hace más de 20 años, y que alguien pueda tenerlos secuestrados o privados de libertad en plena democracia. Eso choca con el sentido común; creo que esto tendría que ser la base para dar vuelta la página en este tema.
EC – Pero el informe vino a revelar que, según las averiguaciones que practicó la Comisión para la Paz, los desaparecidos fueron enterrados en unidades militares, y luego fueron desenterrados, cremados y arrojados al Río de la Plata a fines de 1984. Este punto, que es nuevo, ha dado pie a que desde Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos se anunciara la voluntad de promover una investigación judicial a propósito de estos últimos hechos. ¿Cómo ve esa decisión?
PM – Vamos a suponer que la Comisión para la Paz ha trabajado con seriedad, con discreción, y logró más de lo que ellos mismos pensaban de acuerdo a las declaraciones muy sinceras que hizo el profesor Claudio Williman cuando se instaló la Comisión, y dijo que ellos no iban a poder satisfacer las expectativas. Se supone que trabajaron con mucha seriedad. Pero no sé qué se gana con profundizar en las investigaciones que no sea impedir que esa herida cicatrice. De más está decir que, si esto fue así, los que tienen que haber intervenido son todas personas claramente amparadas en la Ley de Caducidad.
Pero, reitero, el tema es qué priorizamos los uruguayos: el pasado o el porvenir. Casualmente, en estos días y con motivo de una conferencia que tengo que dar, estoy releyendo un libro que leí hace añares, de Menajem Beguin, en que se refería a una cosa que fue terrible: la insurrección hebrea contra el dominio inglés en Palestina. Fue tremendo. Y el mismo Beguin decía en 1951, 1952: “Se terminó. Se liberó Palestina, hay que dar vuelta la página”. Yo sé (y coincido con el senador Mujica) que hay hechos que sólo el tiempo... Porque también he dicho mil veces que yo estoy en la terrible comodidad de no haber perdido a un familiar en aquellos años espantosos, y no sé cuál hubiera sido mi posición si mi padre hubiera fallecido en esas circunstancias. Pero me parece que un grupo de uruguayos, sea cual sea el bando en el cual hayan militado, no puede tener amarrados a todos los uruguayos en el pasado porque los orientales, pensemos como pensemos, tenemos derecho a construir el porvenir.
EC – La pregunta intentaba conocer si de su parte el hecho de que, terminado el trabajo de la Comisión para la Paz, se anuncie nuevos reclamos y eventualmente planteos judiciales, invalida el trabajo de la Comisión.
PM – No lo invalida en cuanto a la seriedad con que la Comisión trabajó, y todos saben los reparos que yo puse en el primer momento respecto a reabrir un debate del cual nadie hablaba hacía 10 años.
EC – Justamente: hay quienes, desde posiciones críticas, han dicho “¿Vio, presidente, para qué sirvió poner en funcionamiento la Comisión? Ahora ni siquiera con su informe se termina...”
PM – Eso lo he dicho incluso yo: no con esas palabras pero usted ha sido muy gráfico. En aquel momento, cuando se instaló, yo dije: “Sean cuales sean las conclusiones, habrá gente que no se va a sentir satisfecha porque no le sirve sentirse satisfecha”. Pero de la casualidad de que, quienes no se sienten satisfechos y agitan el tema, salvo alguna excepción rara vez son los familiares de los desaparecidos sino personas que aletean en el entorno y a las que les sirve ese discurso. Desde el punto de vista jurídico creo que el informe de la Comisión para la Paz da una mano muy importante, ayuda, pero depende de cómo lo tome el Poder Judicial, y como abogado lo tengo muy claro. Ayer escuchaba a un analista diciendo “Sólo una ley o una posición del Poder Judicial...” Pero es evidente que un trabajo serio, metódico, sensato, hecho por gente cuya posición política es más o menos conocida por todos, y a nadie se lo puede sindicar como partidario del proceso, esto tiene que ayudar a que los uruguayos reflexionen y a que también reflexione el Poder Judicial.
Para mí es un paso importante para comenzar lo que yo creí que ya estaba cicatrizado; para comenzar a cicatrizar aquellas heridas y a dar vuelta una página. Pero también está en la voluntad de ciertos actores. Creo que la inmensa mayoría del pueblo uruguayo está preocupada por otros temas que son acuciantes y que uno no puede desconocer, como la situación laboral, la situación económica... Creo que esas son las preocupaciones cotidianas de los orientales. Creo que a eso debemos abocarnos todos, con las discrepancias que tenemos.
EC - ¿Coincide, senador Mujica, con esto último que decía su colega, sobre cuáles deben ser las prioridades o las preocupaciones principales?
JM – Sí, sí. Creo que los pueblos siempre viven hacia delante. Pero tampoco los pueblos son una unidad que pueden olvidar y enterrar todo. El propio senador acaba de decir que, si él tuviera un familiar directo no sabe cuál sería su posición. Y creo que es así, que es sincero. Entonces, no creo que nadie pueda embozalar lo que sienten y manifiestan los familiares.
Ahora: se ha dado un paso, pero tampoco creo que la historia se arregle por decreto.
EC – La pregunta iba a las respuestas políticas, más allá de la reacción de los familiares. Desde el Frente Amplio, ¿cuál debe ser la actitud, dice usted?
JM – Creo que si el Frente Amplio acompañó a la Comisión para la Paz tampoco va a tener una actitud de enfrentamiento con estos pasos del gobierno, pero el Frente tampoco se va a creer que la historia se terminó porque hay una resolución del gobierno. No se puede: hay cosas que no se laudan por decreto. Creo, entonces, que esa sensación va a permanecer y es totalmente válido que la gente haga sus reclamos por las vías que entienda, y la Justicia también. Me parece que con un gesto de madurez tenemos que ver la globalidad de este asunto y tratar de monitorearla, pero sin creer que somos depositarios de la verdad definitiva. Para mí sólo el tiempo tiene la verdad definitiva, vuelvo a decir.
Respecto a que hay otros temas para el conjunto de la sociedad, seguramente sí. Y puede ser que la discusión de estos temas sea una forma de eludir la discusión de los otros, también. Esto se puede ver con varios criterios, desde varios ángulos. En definitiva, mientras estamos discutiendo esto no estamos discutiendo lo otro.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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