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Politóloga Constanza Moreira: legitimidad muy parcial
El de Menem es el comportamiento depredador típico del político argentino, que pierde él y con él pierde la democracia. Por más que las encuestas daban un 70% para Kirchner, esto se olvidará rápidamente; y, en cuatro o cinco años, cuando analicemos el caso argentino, hablaremos de “aquel presidente que llegó a las elecciones con menos de la cuarta parte de los votos”.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 14.05.03, 07.58.
EMILIANO COTELO:
Mientras seguimos atentos a la decisión que anunciará Carlos Menem respecto a si se presentará al balotaje, estamos en comunicación con la politóloga uruguaya Constanza Moreira.
Trabajamos con ella en la primera vuelta de las elecciones argentinas, se suponía que íbamos a trabajar también este domingo...
CONSTANZA MOREIRA:
Menem nos tiene a todos preocupados: no sé si tengo que viajar o no... Escuchando al corresponsal en Buenos Aires parece confirmarse que finalmente no habrá segunda vuelta, pero el gran show de la política argentina siempre nos da sorpresas.
EC – A cuenta de otros comentarios cuando tengamos las cartas sobre la mesa, ¿cómo observas esto de las últimas horas?
CM – Un poco a diferencia de las palabras del embajador argentino, creo que esto no es bueno para la democracia argentina; para nada. Privar a ese electorado (que esta vez sí se había decidido a concurrir masivamente a las urnas) de ratificar a Kirchner, como aparentemente lo iba a hacer, es un golpazo para la consolidación democrática argentina.
EC – La de Menem es una jugada cruel: “Yo perderé, pero dejo esto enchastrado”.
CM – El comportamiento depredador típico del político argentino, que pierde él y con él pierde la democracia. Algo de lo que hizo que la gente dijera “Que se vayan todos”. En primer lugar los anuncios y desanuncios, de lo cual no sólo Menem es responsable, porque Duhalde generó bastante a generar este ambiente.
EC – Es importante recordarlo: desde hace dos semanas el presidente Duhalde viene desafiando a Menem diciendo que tiene dos alternativas: perder por knock out o por abandono, anunciando que sabe que va a renunciar, pero ahora le acusa de irresponsabilidad por renunciar al balotaje.
CM – Y no hay ninguna duda de que Duhalde y el gobierno han estado todo el tiempo generando este clima de opinión. Saquemos por un segundo a Kirchner, supongamos que está fuera de este juego, pero Duhalde colaboró con la creación de este clima de campaña en el cual, para el electorado argentino, vuelve a repetirse aquello de que nada es demasiado creíble y que todo es un gran show. Efectivamente, esta idea del “cadáver político Menem” llegó muy mal a la campaña electoral, incluso físicamente: desde el punto de vista de su presencia mediática no era el Menem que conocíamos. Pero un politólogo argentino, Juan Carlos Torres, lo comparaba con el Cid Campeador que, ya muerto, había sido colocado sobre su caballo para la última batalla contra los moros.
La candidatura de Menem estaba apoyada por una fracción del peronismo, y creo que no hay que buscar las explicaciones exclusivamente en que Menem no quería perder, sino en esta fracción que o bien prefiere recostarse ahora al caballo del ganador y seguir a Kirchner, o no quedar muy pegado a una derrota terrible de Menem a la vista de las próximas elecciones para gobernadores y de la renovación parcial de las dos cámaras del Parlamento.
De cualquier manera, en términos de estrategia política creo que es tan terrible una cosa como la otra: retirarse o perder por esos porcentajes que se estaban dando y que superan el porcentaje tradicional de rechazo que tenía Menem (porque llegan al 70%). Creo que cualquiera de las dos cosas es bastante terrible no sólo para Menem sino para aquellas fracciones del justicialismo que lo apoyaban. Pero, en todo caso, me parece que las consecuencias más terribles que tiene son para la institucionalidad argentina, ya débil. Y, por más que las encuestas daban un 70% para Kirchner, esto se olvidará rápidamente; y en cuatro o cinco años, cuando analicemos el caso argentino, hablaremos de “aquel presidente que llegó a las elecciones con menos de la cuarta parte de los votos”. Esta es la situación de Kirchner ahora: podría tener ese respaldo que le daban las encuestas, que es más un respaldo antimenemista que partidario de Kirchner, pero Argentina estaría enfrentando nuevamente una situación inédita, como que el candidato más votado en la primera vuelta se retire para la segunda. Creo que esto no tiene antecedentes incluso en el mundo: estuve chequeando en Internet y varios analistas dicen que no hay un caso en el mundo en que el más votado en la primera vuelta se retire para la segunda.
EC – El poder de las encuestas termina siendo impresionante, además.
CM – Las encuestas han tenido una gran capacidad de influir en la opinión pública en esta elección. Yo voy a defender a las encuestas, porque en nuestro país tenemos esa discusión: las encuestas son un instrumento, y el tema es cómo se las maneja políticamente. No voy a ahorrarle a Duhalde la responsabilidad de haber comprado la primera encuesta que daba a López Murphy ganador, y que hizo que muchos votantes de otras opciones se inclinaran masivamente a Kirchner para impedir una segunda vuelta entre López Murphy y Menem. En ese sentido, las encuestas en la primera vuelta generaron más apoyo para Kirchner a la vista de ese posible desenlace que nadie quería.
Ahora me llaman la atención algunos números, que posiblemente estén un poquito inflados, del 72 o 73%, porque implicarían que Menem hubiera perdido parte de su base de la primera vuelta. Eso me parece dudoso en principio, porque Menem siempre tuvo un electorado muy consistente. Ese electorado consistente, que no es poco, creo que en primer lugar queda completamente defraudado por la salida de Menem. Pero, repito, se priva a la gente de elegir a la gente mediante el mecanismo constitucional previsto, y acá estoy completamente en desacuerdo con el embajador: esto genera un problema de legitimidad del gobierno, porque ésta hace a la forma en que se lo elige y no sólo a la forma en que se lo ejerce después.
EC – Desde el lado de Kirchner se argumenta que esa posibilidad está prevista en la legislación argentina: si renuncia una de las fórmulas, queda automáticamente consagrada la otra. O sea que hay una legitimidad posible...
CM – Hay una legitimidad constitucional, pero la legitimidad implica otra cosa además de la legalidad constitucional. Efectivamente, eso está consagrado en la Constitución, y en 1973 se retiró Balbín cuando ganó Héctor Cámpora, pero ganó con el 49,6% de los votos. En esa circunstancia, el retiro de Balbín no afectaba a la legitimidad de Cámpora. Pero en este caso sí la afecta, no sólo por el escaso porcentaje de votos que tuvo Kirchner en la segunda vuelta, sino porque todos tenemos claro que hay una interna justicialista ventilándose desde la primera vuelta, y que sigue en la segunda. ¿Qué va a pasar con el justicialismo después de esto? Está destinado a gobernar, sí, está destinado a regir el destino del país en los próximos años, pero creo que el propio Partido Justicialista y Duhalde en particular deberían hacer una revisión hacia dentro de lo que fue el proceso electoral, y buscar acordar con los otros.
EC – Si esto se concreta, Duhalde sale como el ganador. El tema es a qué costo.
CM – Sale como el gran ganador con un costo terrible, porque él sí fue electo con una legitimidad muy parcial: es el primer presidente peronista post Alianza elegido con 300 votos del Congreso, como también dijo el embajador. Este segundo presidente peronista también llegará con una legitimidad restricta, y esto nos está mostrando un panorama argentino bien distinto a los primeros períodos democráticos, en los cuales Alfonsín, Menem y De la Rúa fueron electos con un amplio porcentaje de votos. Está bien que pueden no haber hecho un buen gobierno, pero hay una diferencia grande entre ser elegido con un gran porcentaje de votos y serlo con un pequeño porcentaje, y además privado de completar un ciclo institucional, en una situación de fuga. Porque Kirchner comparaba a Menem con De la Rúa; tal vez la comparación sea un poco capciosa, pero hay una situación de fuga: si pierdo me voy.
Duhalde podría tener motivos para sentirse victorioso sólo en un sentido, que tampoco sé si es demasiado bueno para la política argentina: que más o menos todo sigue como está. Hay algo muy evidente en los cuadros políticos intermedios vinculados a esta gestión, y es el hecho de que si asume Kirchner un montón de figuras políticas no se van a mover: seguimos con “el riñón” del duhaldismo. Esto implica continuidad con la política anterior, tanto con la política económica como con la gestión del Estado, y creo que esto deja tranquila a mucha gente. No sé si es lo mejor que le podría suceder a la Argentina. Sin duda, Argentina no está en condiciones de hacer un recambio político muy fuerte y ha optado por el camino de la continuidad. Pero me parece una trampa al elector y una trampa a la democracia que esa segunda vuelta no se celebre, y me prive además de viajar a Argentina...
(Risas)
EC – ...a ocuparte del asunto.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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