|
En otro 20 de mayo, sigue el reclamo por los desaparecidos
Senador Rafael Michelini: La mayoría de las víctimas fueron civiles indefensos. No basta una descripción de los hechos, sino que las fuerzas armadas lo repudien como un crimen y pidan disculpas. Además, sigue sin conocerse el destino de los restos. Hay testigos de que el brigadier Malaquin piloteaba el avión en que trasladaron a unos 20 detenidos desde Argentina, y él no lo desmintió. ¿Dónde están?
EN PERSPECTIVA
Martes 20.05.03, 07.39.
EMILIANO COTELO:
Hoy, como todos los 20 de mayo, hay una convocatoria a la “Marcha del Silencio”, que coincide con el aniversario de los asesinatos cometidos en Buenos Aires, en 1976, de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw.
ALFREDO DANTE:
Como todos los años, partirá a la hora 19 de la Plazoleta de los Desaparecidos, en Rivera y Jackson, hacia la Plaza Libertad. Pero la de este año es bastante particular porque viene precedida de algunos hechos como el discurso del comandante en jefe del Ejército en el día de esa fuerza, y es también la primera marcha luego de divulgarse el informe final de la Comisión para la Paz.
EC – A propósito de esta fecha y de esta movilización, vamos a dialogar ahora con el senador Rafael Michelini. Recién dábamos algunas pautas del contexto en que se llevará a cabo esta Marcha del Silencio. ¿Para qué esta convocatoria en el año 2003?
RAFAEL MICHELINI:
Si nos remontamos a la historia estamos notoriamente mejor que antes en la búsqueda de la verdad. Contamos ahora con el informe de la Comisión para la Paz, que pone de manifiesto que muchas de las cosas que nosotros decíamos ahora se han hecho verdad oficial.
EC - ¿Concretamente?
RM – Que, en la época de la dictadura, las fuerzas armadas reprimieron, torturaron, vejaron, asesinaron e hicieron desaparecer a ciudadanos uruguayos detenidos e indefensos, que no estaban en combate, para nada. Creo que ese fue un elemento esencial y, si bien no accedemos a otras partes de la verdad, y habrá que seguir buscando, reclamando y peleando, notoriamente la sociedad uruguaya en su conjunto sabe cómo fueron los hechos, o parte de ellos, aunque todavía haya que seguir buscando otra parte.
La marcha de hoy apunta a eso, a seguir buscando el resto de la verdad; seguir reafirmando los hechos que ocurrieron. El elemento de movilización, esa Marcha del Silencio que hicimos en 1996 fue un elemento esencial para que se constituyera la Comisión para la Paz, y también para que algunos hechos ocurridos sensibilizaran al conjunto de la opinión pública y ésta demande al conjunto de las autoridades que se siga avanzando en este tema. Creo que en eso la movilización popular ha sido muy importante.
EC - ¿Qué opinión tiene, globalmente, del trabajo de la Comisión para la Paz?
RM – Creo que es un paso muy importante. Habrá que dar otros, algunos que naturalmente no corresponden a la Comisión para la Paz...
EC - ¿Cuáles pudo haber dado la Comisión y no dio?
RM – Creo que debió hacer un esfuerzo profesional todavía más importante, en el sentido de contar con personal calificado para investigaciones que son complejas para quienes no son profesionales. Así lo transmitimos en su momento a [el delegado de la Presidencia de la República, Carlos] Ramela. Que para alguna de las investigaciones hechas se contara con personal profesional, y estoy hablando de policías retirados o en actividad que saben de investigación: se hubiera avanzado más rápido y mejor, pero...
EC – Uno de los logros de la comisión es haber obtenido la información que obtuvo con una estructura mínima: simplemente con sus integrantes actuando a título honorario, y una secretaria administrativa (que además venía en comisión de otra dependencia del gobierno). Eso, por un lado, es una señal de eficiencia; pero usted dice que pudo haberse enriquecido esa estructura y, a partir de esa mejora, haber obtenido más información.
RM – Pero es una opinión personal, ...
EC – Eso requería incluso una definición de potestades que ¿tenía esa Comisión?
RM – Creo que acá debe haber una definición todavía más arriba. La Comisión para la Paz hizo lo que el Poder Ejecutivo le permitió hacer, pero no hubo un trabajo codo a codo (y no es responsabilidad de la Comisión, que sí lo quería) con integrantes de las fuerzas armadas en actividad, para poner toda la información en conocimiento de la Comisión y luego de las familias y de la opinión pública.
Por tanto, repito, el informe de la Comisión es un paso importante, han quedado cosas en el debe seguramente no por problemas de sus integrantes sino por una actitud de las propias fuerzas armadas, o por una voluntad del Poder Ejecutivo de no ir más allá de lo que hizo la Comisión, pero sin duda quedan otros pasos. Uno de ellos es condenar los hechos: yo quiero que las fuerzas armadas de mi país condenen los horrores cometidos y que pidan perdón a las víctimas, porque las víctimas debieron tener otro trato: un juicio justo y un trato humano que no tuvieron. Recuérdese que las víctimas son personas que estaban detenidas, maniatadas, en situación de indefensión, y en la mayoría de los casos murieron por maltrato.
EC – El informe de la Comisión para la Paz fue avalado por el Poder Ejecutivo. Eso quiere decir que hay un reconocimiento del Estado a propósito de las circunstancias en que se produjeron estas muertes.
RM – Naturalmente, y es un paso importantísimo.
EC – Pero usted reclama además una actitud, una comunicación que venga de las fuerzas armadas.
RM – No: un repudio del Estado a esos hechos. No sólo la descripción objetiva sino un repudio del Estado y de las fuerzas armadas. Las fuerzas armadas no pueden estar orgullosas, como lo están algunos de sus integrantes, de lo que ocurrió.
EC – Usted está reclamando que en Uruguay exista un general Balza.
RM – No un general Balza, porque yo no lo voy a crear; pero la doctrina... No podemos tener unas fuerzas armadas que estén orgullosas de haber eliminado ciudadanos porque pensaban diferente. La mayoría de los desaparecidos integraban organizaciones legales uruguayas cuando estábamos en democracia. Entonces ¿cómo es la cosa? Reivindican (no sólo Danners sino otros, pero Danners en el discurso del domingo pasado) la acción que hicieron, y por lo tanto nada se puede mirar, nada se puede tocar, en nada se puede ir para atrás...
EC – Cuando mencionaba al general Balza lo hacía como forma de simplificar. Lo que usted reclama es un pronunciamiento de las fuerzas armadas en el estilo, con el contenido del que Balza hizo en Argentina.
RM – Sí, porque Balza repudió los hechos y pidió perdón a las víctimas. Además (yo he hablado varias veces con él), sentarse codo a codo para ver de qué manera se puede ayudar a aliviar el dolor de las víctimas, cosa que no hemos visto todavía en las fuerzas armadas uruguayas. Cuando se habla de hasta dónde hay que llegar, bueno: tenemos que llegar hasta el momento en el cual las propias fuerzas armadas, junto con el resto de la sociedad, se pongan a reconstruir los hechos para lograr la verdad por un lado, y por otro lado, si se puede recuperar los restos naturalmente sería una obligación moral, y poder hacer una declaración en conjunto de que eso nunca más va a ocurrir, porque eso fue malo, porque estamos repudiando esos hechos.
EC – Para algunos representantes de sectores políticos, y también de las fuerzas armadas, gestos de ese estilo se hacen difíciles cuando del otro lado existe lo que se califica como un hostigamiento hacia los militares uruguayos, por ejemplo con la reiteración de la práctica de los “escraches”.
RM – La libertad es libertad, y nosotros estamos armando una sociedad para que la gente sea libre, no para que sea temerosa de expresar sus opiniones. A mí no me gustan los “escraches”, pero yo soy amante de la libertad, y la libertad es libertad en todas sus manifestaciones. Cuando uno construye una sociedad en libertad no puede planificar todas las situaciones que se van a dar. Mientras se respete al otro ciudadano, todo está en lo que son normas de convivencia de los ciudadanos. No me gustan los “escraches”, pero quiero un país en libertad. Pero eso en nada justifica la acción de quien cometió un acto de terrorismo, un acto de desaparición de una persona, o cuando una institución es responsable de esos hechos. A mí no me importa si hay o no “escraches”: si yo soy el responsable de una institución, la dirijo y además tengo la información, ¿voy a esperar a que me hagan un “escrache”? No: Señores, acá está la información. Fíjese el caso de la nuera de [el poeta argentino Juan] Gelman, una muchacha argentina que no tenía nada que ver con el Uruguay, estaba embarazada; ella y sus compañeros fueron secuestrados en Argentina por organizaciones paramilitares argentinas; sus compañeros desaparecieron allá y ella termina –por esa relación con los militares uruguayos— en las dependencias del Servicio de Inteligencia de Defensa del Uruguay. La trajeron para que diera a luz a su hija y la entregaron a una familia amiga. Incluso le dieron una dieta especial cuando estaba detenida, y después la hicieron desaparecer. ¿Eso es el honor que proclaman los militares? Creo que esa es la peor historia de nuestras fuerzas armadas, y lo tienen que decir, lo tienen que grabar a fuego para las futuras generaciones de oficiales: que eso no puede volver a pasar, que eso fue delincuencia común.
Incluso he hablado con militares que me han dicho “Senador, nosotros no estábamos siquiera enterados de eso. Cuando lo supimos, cuando eso se comprobó, no lo podíamos creer”. La pregunta es por qué no lo dicen. Es la pregunta que nos hemos hecho todos estos años, y aspiramos a que algún día la verdad termine por florecer.
EC – Además de esos gestos que usted fue enumerando, ¿qué es lo que se reclama hoy en cuanto a información sobre el destino de los desaparecidos; qué información adicional a la que suministró el informe de la Comisión para la Paz?
RM – Dónde están los restos. Parece lógico que si una persona fue detenida durante la dictadura, fue torturada, murió a causa de las torturas, por golpes o ejecutada, fue hecha desaparecer, cuando vino la democracia no se hizo justicia ni se dejó investigar, las investigaciones hechas fueron una burla, y estamos a más de 20 años de los hechos, parece lógico que el Estado uruguayo diga que, entre otras cosas, además de la verdad, la forma de reparar es buscar seriamente los restos.
EC – La Comisión investigó y llegó a la conclusión de que los restos fueron cremados y lanzados al Río de la Plata.
RM – La Comisión lo plantea como una versión.
EC – Exactamente. Lo plantea como una versión, y agrega que sería conveniente tener otros detalles, profundizar en esa investigación.
RM – La versión que tengo yo es que todavía siguen ahí.
EC - ¿Dónde?
RM – Donde se ha identificado en varias oportunidades.
EC - ¿En dependencias militares?
RM – En dependencias militares, en cuarteles, sobre todo en el 13.
EC - ¿Usted tiene esa información verificada recientemente?
RM – Desde siempre.
EC – Pero, ¿usted chequeó esos datos después de que se divulgara el informe de la Comisión para la Paz?
RM – No creo que la Comisión maneje más información de la que yo tengo, y siempre se me transmitió que había esa versión, pero que nunca se supo si era verdad, y que seguramente era de muy difícil implementación esa llamada “Operación Zanahoria” como se dijo en alguna instancia. En el año 1997 presentamos una denuncia penal que el juez Reyes acogió, y que en segunda instancia se consideró que estaba comprendida en la Ley de Caducidad. Parece lógico que, si hay dos versiones, se vaya a los lugares que están identificados, y con seriedad, con un trabajo en el que estén civiles y militares de buena fe, sobre todo de buena fe, se trate de ubicar los restos.
EC – Para usted ¿le mintieron a la Comisión?
RM - ¿Quién?
EC – Quien dijo que los restos habían sido cremados y lanzados al Río de la Plata.
RM – No. Yo creo que hay gente que ha hecho circular esas versiones, que después terminan tomándose como ciertas; y quienes dan la información a la Comisión para la Paz seguramente sean aquellos con quienes hemos conversado en algunas circunstancias y nos han dicho “Tenemos esta información”. Pero nadie se arriesga a decir que es la verdad, nadie dice “Yo lo hice, yo saqué los restos”. Nadie lo dice. Y además, a través de investigaciones periodísticas –sobre todo Roger Rodríguez— se supo que en octubre de 1976 vino un contingente al Uruguay y la pregunta es dónde están esos restos que serían 17, 18, 20 personas.
EC – Que habían sido trasladadas desde Argentina.
RM – Sí, y además se dijo quién las trasladó: uno de los integrantes era el propio brigadier Malaquín, de la Fuerza Aérea, y él nunca dijo “Yo no lo hice”. Fíjese la gravedad: se dice “En el año 76 trajeron estas personas, en tal avión, con tales características, tales días, y quienes manejaban ese avión eran Tal y Cual, entre ellos Malaquín”. Y Malaquín nunca dijo “Yo no lo hice”. Porque sí lo hizo, porque hay testigos. La pregunta es dónde están esas personas que se decía que habían desaparecido en Argentina. Vaya si tenemos que avanzar, y vaya si la marcha de hoy refuerza en silencio (no es un “escrache”, sino algo muy fuerte para quienes hemos participado en esas marchas), se transmite que no vamos a olvidar los hechos ocurridos, que apostamos a la convivencia pacífica y por eso es una marcha en silencio, que no vamos a renunciar a la verdad, y que a los familiares de las víctimas se les debe una explicación como en parte ha dado la Comisión para la Paz, pero también un repudio a los hechos, se les debe pedir perdón, y además entregar los restos.
EC – En cuanto a los asesinatos de su padre, de Gutiérrez Ruiz, de Rosario Barredo y William Whitelaw, que hoy son conmemorados, ¿qué se está haciendo?
RM – Notoriamente, en algún momento el estado uruguayo va a tener que dar una explicación sobre esos hechos, y en especial el Ejército uruguayo.
EC – En su momento, usted anunció ¿una nueva presentación judicial?
RM – No fue una nueva presentación judicial. El año pasado, justo unos días antes del 20 de mayo, hubo unos hechos y el fiscal de Corte, a raíz de una conversación con el diputado Felipe Michelini, envió todas esas informaciones de prensa al juzgado correspondiente. La fiscal pidió reunir la mayor información posible, se libró los oficios a finales del año pasado, y esos oficios –según la información que tengo— a distintas reparticiones y embajadas de Uruguay y también de Argentina. La información está llegando, y...
EC - ¿Qué es lo que se está investigando?
RM – Habría sido, por la información que publicó la prensa el año pasado, la decisión de ejecutar a Gutiérrez Ruiz, a mi padre, a Rosario Barredo y a William Whitelaw. Una decisión del más alto nivel, y por lo tanto no entraría en la Ley de Caducidad. Sería una decisión que se tomó entre civiles y militares, según la información de prensa. Pero eso está en la Justicia, y naturalmente se va a saber la verdad porque no se puede ocultar el sol con las manos, y siempre habrá gente que aporta datos de todo tipo; muchos de ellos lleva mucho tiempo corroborarlos.
EC – Así que esa indagatoria continúa su curso, y ¿tiene la esperanza de que este trámite en particular conduzca a conclusiones?
RM – Ahora se está reuniendo la información, y con ella y el informe de la fiscal el juez hará lo que crea que tiene que hacer. Lo que creo es que sobre esos hechos de Buenos Aires, en algún momento, la sociedad uruguaya va a hacer justicia. De eso no tengo duda. Pasará el tiempo que tenga que pasar, pero fue un hecho que en su oportunidad conmovió a los uruguayos y que está en el lado profundo del corazón de los uruguayos. Tarde o temprano se va a saber la verdad; será en esta oportunidad o en otra, actuará la Justicia...
EC – Usted dice que no queda amparado por la Ley de Caducidad.
RM – No creo que ningún juez ni ningún presidente le vaya a poner la firma diciendo que está amparado por la Ley de Caducidad y que “la lógica de los hechos” implicaba la muerte de dos legisladores fuera de fronteras... Y si no, es un juicio pendiente en Argentina y se actuará ahí. Pero en ese tema esperaremos que se sepa la verdad, y a partir de ahí se actuará.
----------------------------------------
Transcripción y edición: Jorge García Ramón
recomendar
esta nota
|
|