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El gobierno del Israel aprobó la “hoja de ruta”
Corresponsal Ana Jerozolimski: Es la primera vez que un gobierno –con el gabinete de línea más de derecha desde la creación del Estado– vota un plan de paz en el cual se menciona explícitamente como uno de los objetivos llegar a la fundación de un Estado palestino independiente. Incluso si no se cumple al pie de la letra el cronograma, si las partes siguen en un proceso de negociación, será sumamente positivo.
EN PERSPECTIVA
Lunes 26.05.03, 08.43.
EMILIANO COTELO:
El gobierno de Israel dio ayer su visto bueno al plan de paz conocido como “hoja de ruta”. La decisión fue tomada por una mayoría de nueve ministros a favor, siete en contra y cuatro abstenciones; entre las abstenciones se encuentra la del ministro de Finanzas, Benjamin Netanyahu, cuya postura opuesta al plan era conocida, pero que sorprendió al no haber intentado disuadir a sus colegas a la hora de votar, lo que, según analistas israelíes, significa falta de deseo de chocar frontalmente con el primer ministro Ariel Sharon.
El jefe de gobierno había anunciado que Israel estaba dispuesto a aceptar los pasos determinados en la hoja de rota, terminología con la cual daba a entender que algunos de los principios generales que aparecen en el plan no eran del agrado de Israel. Según ha dicho el ministro de Defensa, Saul Mofas, lo que se votó no fue el plan tal como lo presentó Estados Unidos, sino la interpretación israelí de ese plan, que incluye las reservas que tendrán que ser tomadas en cuenta por Washington para continuar adelante por este camino.
Ya hay reacciones. Por ejemplo, desde la Autoridad Nacional Palestina (ANP): “La aprobación con reservas del plan no es suficiente”, dijo un vocero de Yasser Arafat, sosteniendo que la “hoja de ruta” debe ser aprobada al pie de la letra, sin condiciones, como lo han hecho los palestinos.
Estamos en comunicación con Jerusalén, para conversar con nuestra corresponsal, Ana Jerozolimski.
¿Cómo hay que interpretar esta resolución de ayer del gobierno de Ariel Sharon?
ANA JEROZOLIMSKI:
Ante todo pienso que no exageramos ni un poquito si decimos que fue un día histórico, no porque todo haya sido solucionado. Sería realmente demasiado ingenuo pensar que desde ahora esto será un jardín de rosas; en absoluto. Recordemos que planes de paz hubo muchos, aprobados incluso sin tanta demora como el de esta vez la “hoja de ruta”; el problema es la implementación, la crisis que genera la implementación por las discrepancias sobre temas tan difíciles como los que separan a israelíes y palestinos.
Pero a pesar de haber hecho estas reservas insisto en el término de histórico cuando hablo del significado de la votación ayer en el seno del gobierno israelí; es la primera vez que un gobierno –con el gabinete de línea más de derecha desde la creación del Estado, de línea más conservadora– vota un plan de paz en el cual hay una mención explícita de que el objetivo, entre otras cosas, es llegar al establecimiento, a la fundación de un Estado palestino independiente.
EC - Tú remarcas eso: que es la primera vez que un gobierno, esta vez encabezado por el Likud, aprueba un plan de paz en el que se establece expresamente la creación de un Estado palestino; además con plazos muy cortos por delante, ¿verdad?
AJ - Sí; me atrevo a decir que los plazos no necesariamente serán cumplidos. Recordemos que la primera etapa que aparece mencionada explícitamente en la “hoja de ruta”, la que debe terminar a fines de este mes de mayo, con varias exigencias prácticas a las partes –se refería sobre todo a reformas internas palestinas–, se concreta o define a fines del mes en curso con cosas todavía por hacer. Según la “hoja de ruta” a fines de este año deberá haberse establecido ese Estado palestino independiente, aunque con fronteras temporarias, porque evidentemente las definitivas deberán ser fijadas en negociaciones bilaterales y se sabe que eso no es fácil. Se determina que para el año 2005 –no se especifica cuándo exactamente en ese año– deberá haber sido completada esa tercera etapa, ya con fronteras definitivas.
Me atrevería a decir que es difícil cumplir este cronograma. Pero incluso si no se cumple al pie de la letra todo lo que refiere a cronograma o agenda, si al menos las partes siguen adelante en un proceso de negociación que realmente no se eche para atrás de modo de que se pueda hablar de estancamiento, sino que a pesar de crisis y altibajos se siga en la dirección exacta, aunque los tiempos no se cumplan con exactitud, eso será sumamente positivo.
EC - Vamos a recordar qué otros puntos están incluidos en la “hoja de ruta”, sobre todo en las primeras etapas de este nuevo proceso.
AJ - Las primeras exigencias eran hacia los palestinos, más que nada en el ámbito interno palestino: reformas y el tema cardinal de la creación del puesto de primer ministro; aunque creo que todavía los propios palestinos no tienen totalmente claro cuál es la división exacta entre Yasser Arafat como presidente de la ANP y Muhamed Abbad, el primer ministro, más conocido como Abu Massen; porque hay mucha lucha de poder, aunque oficialmente ningún líder palestino lo admite. Hace pocos días entrevisté al canciller, el doctor Nabiyas, y al ministro Saeb Erekat, que dimitió por no haber sido incluido en el equipo que iba a acompañar a Abu Massen en su encuentro con Sharon; nadie admite oficialmente que haya una lucha de poder o recelos, desconfianzas entre Abu Massen y Arafat, pero los palestinos de la calle y analistas palestinos reconocen que hay un problema de ese tipo de por medio.
Hecha esta salvedad, el hecho es que se creó el puesto de primer ministro, que hubo reformas en el sistema financiero, que el ministro Saram Fayad tomó control de la situación; al parecer aún hay cosas a arreglar en lo que se refiere a la transparencia de las finanzas palestinas –recordemos que hay donaciones internacionales de por medio, parte de las cuales Israel alega que va a financiar atentados–, pero en concreto las exigencias presentadas a los palestinos acerca de lo que tenían que reformar en el plano interno, en el marco del funcionamiento administrativo-gubernamental ya están en curso y en parte ya fueron completadas; también hay un borrador de Constitución.
En lo que se refiere a las relaciones bilaterales, las primeras exigencias que deberá concretarse, habiendo dado Israel su visto bueno al plan –aunque con algunas condiciones–, son del lado palestino, concretamente lucha contra la violencia, frustración de atentados, pero en una terminología muy categórica: no se habla de tratar de ver qué pueden hacer sino de algo que va más allá, la terminología de la “hoja de ruta” habla de desmantelar la estructura de los grupos responsables de atentados, o sea que hay algo más a fondo que tratar de frustrar atentados cuando alguna información de inteligencia indica que hay uno en camino.
A la parte israelí se le exige, por supuesto, congelar la construcción en los asentamientos. Israel tendrá que volver a las posiciones que tenía antes del estallido de la intifada, o sea retirarse de territorios, volver a las posiciones del 28 de setiembre de 2000. Esto como paso previo a lo que será luego, en el marco de la preparación concreta de un Estado palestino, la retirada de Cisjordania, no sólo de las posiciones de avanzada tomadas durante la intifada, sino la aplicación de lo que ayer el propio Sharon dijo en la sesión de gabinete cuando trataba de convencer a los ministros que se disponían a votar contra la “hoja de ruta”: “No podemos y no es justificado que controlemos a 3,5 millones de palestinos”. El propio Sharon lo puso en esos términos, creo que más claro es difícil esperar.
***
EC - ¿Qué es lo que en definitiva resolvió el gabinete encabezado por Ariel Sharon? ¿Aceptó la “hoja de ruta” o aceptó la interpretación que Israel hace de la “hoja de ruta”? ¿Cuál es el matiz?
AJ - El tema es que no está claro si Sharon eligió este tipo de terminología diplomática para calmar a los ministros, a Estados Unidos o a los palestinos. De hecho incorporó como parte integral de la resolución del gabinete la aclaración de que Israel espera –no estoy citando textualmente sino tratando de explicar el espíritu de las cosas– que Estados Unidos cumpla lo que estaba reflejado en el comunicado que se publicó el viernes –cuando aquí era de tarde–, un comunicado oficial en que se decía que Estados Unidos comprende las reservas de Israel, que incluso concuerda con muchas de ellas, concretamente 14 reservas que Israel presentó en relación a la “hoja de ruta” y que –esto sí es una cita exacta– prestará seria atención para atenderlas.
Ese también es un lenguaje diplomático porque no había un compromiso explícito por parte de Estados Unidos en ese comunicado: allí no se decía “vamos a tomar en cuenta las 14 reservas que presentó Israel y vamos a cambiar en la “hoja de ruta” los términos relevantes”. No, porque poco después de publicado ese comunicado el secretario de Estado, Colin Powell, que estaba en una reunión en París de los países más industrializados, dijo “No habrá cambios en la ‘hoja de ruta’”. Son esos términos medios que tratan de dejar contentos a todos.
Debido a las posiciones que ha adoptado el presidente Bush en los últimos meses, y a lo que capta como una convicción suya, no por escuchar los pedidos de Israel de que hay que combatir al terrorismo de forma terminante, además de exigirle la retirada y presentar exigencias claras a los palestinos, Israel confía en que realmente Estados Unidos no permitirá que no sean atendidas las reservas relacionadas con lo que Israel considera riesgos para su seguridad. Es incluso difícil explicarlo; espero haber sido clara, porque el lenguajes diplomático es tan diplomático que uno trata de traducirlo al idioma nuestro, de seres humanos mortales promedio y no tiene claro quiénes deben quedar más contentos o a quién estaban dirigidos.
EC - La aclaración que se votó en el gabinete, de que Israel no aceptará el retorno de los refugiados palestinos, ¿qué consecuencias tiene?
AJ - Primero que nada estaba claro desde un principio, antes de que llegara al mundo este plan “hoja de ruta”, desde etapas anteriores del proceso de paz, que el tema de los refugiados iba a ser tratado en lo que siempre se presentó como la última etapa, considerando que los temas más delicados debían ser dejados para el final. La lógica señalaba que si se los trataba al principio podían arruinar todo.
Aunque te digo entre paréntesis que entrevisté hace unos días al profesor Sarim Uceiba, director de la Universidad de Alkutz, la universidad palestina de Jerusalén –que aparte es de una familia muy conocida aquí, una figura destacada, de posiciones moderadas, que fue durante corto tiempo el titular de temas de Jerusalén en el Comité Ejecutivo de la OLP–, quien me dijo: “Pienso que esa lógica de dejar temas como el de los refugiados para el final es un error, que la “hoja de ruta” va a tener éxito únicamente si ya desde ahora israelíes y palestinos definimos adónde queremos llegar, cuál es la meta final; de lo contrario no va a funcionar”.
Ayer esa decisión con respecto a los refugiados fue como una reserva que se agregó a la resolución del gabinete.
EC - Sí, pero una reserva que tuvo un apoyo amplio, votaron a favor…
AJ - 16 ministros y uno en contra; parece que al momento de la votación no estaban todos en sala, si no los números habrían sido otros. Eso no es sorprendente, ante todo permitió abstenerse a algunos de los que pensaban oponerse. Yo diría que hay prácticamente un consenso (salvo en grupos muy minoritarios de la extrema-extrema izquierda, como el grupo Bushalom) que cruza partidos de derecha e izquierda en Israel respecto del hecho de que los refugiados palestinos no podrán volver a lo que es hoy el Estado soberano de Israel sino que, como dice explícitamente la decisión de ayer, cuando aquellos que quieran volver deseen concretarlo podrán hacerlo únicamente al territorio de lo que sea el nuevo Estado palestino independiente. Israelíes de izquierda y de derecha, no sólo del Partido Laborista, también del partido Meretz, de izquierda, dicen explícitamente que permitir el regreso de refugiados a lo que es hoy el Estado soberano de Israel equivale al suicidio de Israel.
Fue muy interesante un artículo que apareció hace aproximadamente una semana de un destacado analista de ciencia política de posiciones cercanas al laborismo, el profesor Shlomo Bineri, quien hasta hace poco era el jefe del Departamento de Ciencia Política en la Universidad Hebrea de Jerusalén. El profesor Bineri explicó muy a fondo el tema de los refugiados palestinos antes de saber que el punto particular al que nos estamos refiriendo iba a ser votado, dijo que la diferencia entre la identificación con el sufrimiento humano de quienes se hayan ido, sea expulsados por Israel o echados por sus propios líderes, que les prometían volver para poder matar luego a Israel que en ese momento estaba surgiendo, que una cosa es identificarse con el sufrimiento a nivel humano y otra es permitir que vuelvan a nivel político. Toda las guerras tienen un precio político: la guerra del 48, de la que nació Israel, fue iniciada por los árabes que no aceptaron la partición de Palestina. La creación del problema de los refugiados fue un resultado de ese No dado por los árabes, explicaba el profesor Bineri. Israel tiene esta posición oficial que yo diría que casi de consenso cruza derecha e izquierda, en ese sentido Israel no va a tranzar.
EC - ¿Qué implica para el futuro el hecho de que exista esta resolución del gabinete de Ariel Sharon a propósito de la “hoja de ruta”? ¿Qué pasos cabe aguardar ahora?
AJ - Ante todo está el encuentro inminente entre Ariel Sharon y su par palestino Muhamud Abas, Abu Massen. El ministro de Información palestino, Nabiram, hombre de Abu Massen, decía anoche que quizás sea mañana –hay que esperar si se confirma–, aunque Sharon y Abu Massen habían dicho, cuando no se sabía que Israel aprobaría formalmente la “hoja de ruta”, que se volverían a entrevistar, que el diálogo prosigue. De todos modos lo primero es el encuentro, estrechar la coordinación de seguridad entre Israel y los palestinos.
Dentro de dos o tres semanas (todavía no está claro dónde ni exactamente cuándo) se hará una cumbre –al parecer en Jordania, pero se habló también de Egipto en los últimos días; hay que esperar qué sucede al respecto– entre el presidente Bush, Ariel Sharon, Abu Massen y supongo que también otros líderes, porque si se lleva a cabo en Jordania no van a dejar de invitar a Mubarak de Egipto y viceversa. Esas cumbres a veces pueden parecer simplemente símbolos, pero son importantes cuando se habla de una dinámica, de la sensación de que el diálogo avanza.
Medidas concretas por parte de los palestinos para frenar atentados, para frustrar atentados, incluso antes de abordar el tema de desmantelar a los grupos radicales, algo que los palestinos por ahora no quieren hacer. Me decían tanto el canciller Saab, como el ministro Erekat, como otra gente, diputados palestinos allegados a Abu Massen, que la opción en este momento del primer ministro palestino no es ni puede ser un choque frontal con Hamás y Yihad islámico, sino que tratan de disuadirlos mediante el diálogo. Israel espera que eso tenga éxito pero es muy escéptico al respecto.
Y del lado israelí, antes de dar marcha atrás a las posiciones del 28 de setiembre de 2000, lo que se llama gestos de voluntad sería concretamente aliviar cierres, levantar bloqueos, permitir un flujo mayor y más fácil de la población entre las diferentes ciudades de Cisjordania; alivio de las restricciones, permitir que trabajadores palestinos puedan, más que nada de Gaza, volver a salir hacia territorio israelí para trabajar, porque sabemos que las medidas de seguridad que Israel ha adoptado y sigue adoptando en relación a atentados o para prevenir atentados afectan también a la población civil que nada tiene que ver con el terrorismo.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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