19.06.2003






































Batlle, compromiso y escepticismo con el Mercosur

Según el presidente uruguayo, las resoluciones del bloque se quedan en lo declarativo, mientras Chile avanza en la vía que el Mercosur debería estar recorriendo. Especialista Javier Vázquez: hay razones para el escepticismo, porque la continua necesidad de reafirmar compromisos evidencia dudas. Pero, seguir insistiendo con Chile...se toma fragmentariamente este espejo y se olvida que tuvo 10 años de trabajosas negociaciones para llegar al acuerdo.


EN PERSPECTIVA
Jueves 19.06.03, 07.40.

EMILIANO COTELO:
Finalizó ayer la 24ª Cumbre del Mercosur que tuvo lugar en Asunción del Paraguay, en un contexto completamente distinto al de las anteriores, debido a que participaba por primera vez el eje de relanzamiento del tratado de integración regional constituido por los nuevos presidentes de Argentina y Brasil, Néstor Kirchner (quien participaba por primera vez) y Luiz Inácio “Lula” Da Silva (quien ya lo había hecho en enero).

El presidente Jorge Batlle ratificó su compromiso con el Mercosur pero al mismo tiempo volvió a reclamar que se siga el ejemplo de apertura de Chile.

“Naturalmente, como siempre y como todos los países del Mercosur, pretendemos participar en igualdad de condiciones en la formulación de todas las agendas de cada una y de todas las reuniones que hemos organizado y que seguiremos organizando”, dijo. Hacía explícito lo que había dado a entender el día antes: no había grandes planteos, y se recordaba el ejemplo de Chile y sus acuerdos que están muy lejos de lo que hoy puede avizorar el Mercosur.

La crónica de Marcela Moretti, enviada de El Observador, destaca el malestar de los funcionarios uruguayos con la dinámica de la Cumbre. “¿Cómo podía Uruguay fijar posición si la iniciativa brasileña denominada Objetivo 2006 llegó a la Cancillería nacional el viernes a la hora 20.30 y el encuentro comenzó el lunes; cómo podían opinar sobre un instituto monetario si Argentina lo planteó formalmente en Asunción y el presidente del Banco Central, Julio de Brun, volvió a Uruguay sin conocerlo porque no se discutió; y cómo podían sin discutirlo antes a nivel local, hablar a favor o en contra de un Poder Legislativo regional, que puede llegar a integrarse de muchas formas y a tener muy variadas funciones?”.

Señala que los reparos uruguayos tuvieron el respaldo del presidente paraguayo, Luis González Macchi, quien reclamó que los miembros sean consultados con la suficiente anticipación para poder fijar posición. “Quizá por ello, el comunicado conjunto de los presidentes no valoró positiva ni negativamente las sonadas propuestas de Argentina y Brasil”.

Batlle enumeró sus prioridades: primero, crear condiciones comunes macroeconómicas; segundo de infraestructura; y tercero de adecuada retribución interna de sus procesos económicos, para que todos los países crezcan. “Quizá por mi origen catalán yo insista demasiado en la cosa económica como motor de la cosa social. Pienso que la cosa económica es el motor de la cosa social, y sin crecimiento de exportaciones va a ser muy difícil que podamos cumplir con los objetivos sociales que todos tenemos como objetivos en la vida”, dijo.

“Los que hemos estado en muchas reuniones tenemos miedo a las declaraciones”, agregó luego, “porque hay más declaraciones que hechos; y firmamos, y después nosotros mismos somos los primeros en no llevar adelante lo que firmamos. Porque tenemos dificultades locales, comerciales, y dificultades políticas para aplicar las cosas que todos, con buen sentido, creemos que hay que aplicar”.

“Del único que no podemos hablar nada es de Chile, porque en diciembre de 2000 en Florianópolis nos anunció que iba a negociar con EEUU y con la UE, y hoy en junio de 2003 es el único de nosotros que negoció y obtuvo un acuerdo con la UE, con EEUU y con Corea. Eses es el camino que nos va a permitir crecer y hacer las políticas sociales que tenemos que hacer porque, si no, lo que repartimos es discursos o inflación”.

La declaración conjunta de los presidentes del bloque pide a los países desarrollados, especialmente a los de la Unión Europea, que adopten medidas para la liberalización del comercio agrícola, y afirma que es hora que el bloque pase de las declaraciones a los hechos concretando numerosas iniciativas que tiene pendientes.

ALFREDO DANTE:
Los presidentes comenzaron a analizar las propuestas de Brasil y de Argentina que apuntan a profundizar la asociación regional, y convocaron a una reunión especial del Consejo del Mercosur, a comienzos de octubre, para avanzar en la definición de las mismas.

La propuesta brasileña abarca aspectos políticos, aduaneros, vinculados a la conformación de un mercado común y sociales y culturales, mientras que Argentina planteó la creación de un instituto monetario que lleva a una moneda común.

Dos aspectos fundamentales de la propuesta brasileña son el "ordenamiento" del Arancel Externo Común (impuesto que grava las importaciones desde fuera del bloque) y la conformación de un Parlamento del Mercosur.

La propuesta establece que Brasil reconoce el distinto nivel de desarrollo de los socios y está dispuesto, por tanto, a aceptar la implantación de medidas que asuman esa situación.

Uno de los resultados importantes de las conversaciones, según fuentes oficiales, es la confirmación del cronograma del Mercosur que establece que este deberá ser una unión aduanera completa en 2006.

***

EC - Estamos ahora en comunicación con el profesor Javier Vázquez, licenciado en estudios internacionales, coordinador académico adjunto de posgrados en estudios internacionales y docente del área de Política Internacional de la universidad ORT.

El cuadro en el que se produce este encuentro es interesante, dinámico. ¿Cómo observa este relanzamiento del Mercosur que están proponiendo los presidentes de Argentina y Brasil?

JAVIER VÁZQUEZ:
En primer lugar, diría que lo de “novedoso” efectivamente es así si se toma la coyuntura más inmediata, y sobre todo si uno se fija en el cambio de clima respecto al de las reuniones más recientes, que es indiscutible.

Pero si se lo mira en una perspectiva de más largo plazo, si se contempla la historia del Mercosur, y sobre todo si uno va un poquito más atrás, a la prehistoria del Mercosur, si se recuerda que en definitiva el Mercosur es una etapa más de un proceso de acercamiento entre Argentina y Brasil (especialmente Brasil, con una Cancillería que no planifica para dentro de cinco años sino que mira en perspectiva, y que mira un tablero que va más allá de lo regional), uno recuerda que el Mercosur es hijo de un golpe de timón muy fuerte en materia de relacionamiento argentino – brasileño...

EC – Sí: el Mercosur estuvo a punto de ser sin nosotros.

JV – Exactamente. Pero además tiene orígenes remotos que arrancan en el inicio de la década de los 80.

EC – Eso es cierto. Mi pregunta apuntaba a esto otro: el relanzamiento que impulsan Kirchner y Lula ¿tiene probabilidades reales de producir resultados concretos? ¿O va camino a caer una vez más en lo declarativo, en las buenas intenciones?

JV – Precisamente a eso iba. En primer lugar, lo que hay acá es un intento por rescatar el énfasis en lo político, que estaba en el origen de ese acercamiento argentino – brasileño. Hay un intento por superar esa especie de vaciamiento político del Mercosur, en que se tradujo en los últimos tiempos el énfasis demasiado unilateral en los aspectos comerciales...

EC – De ahí que, por ejemplo, se propone lo del Parlamento.

JV – Sí, pero sobre todo lo que está subyacente es un énfasis muy fuerte en el sentido político del Mercosur, en el Mercosur como herramienta política de fortalecimiento del poder negociador extra regional. Y un énfasis muy fuerte en la expansión de la red de acuerdos del Mercosur a nivel sudamericano.

¿Qué posibilidades hay de que eso se traduzca en realidad? Parecería ser que las situaciones domésticas de Brasil y Argentina, por lo menos en el momento, estarían dando pie para poder sentarse a conversar. Hay cosas que no van a cambiar: el enorme desnivel de poderes dentro del Mercosur va a subsistir; la capacidad que tiene Brasil unilateralmente de estremecer al Mercosur si se ve en aprietos, y eventualmente de sacudir el tablero de manera muy fuerte, también va a subsistir. Lo que posiblemente cambie es la situación política en Argentina, que en este momento puede hacer más viable la búsqueda de ciertos compromisos de lo que lo era en los últimos dos años.

EC - ¿Puede ser más explícito?

JV – Brasil siempre tuvo respecto al Mercosur una política de disparar primero y conversar después. Y siempre conversaba y ajustaba las cosas. Lo que desestabilizó al Mercosur en el pasado inmediato fue mucho más la situación política interna de Argentina, y después la coyuntura económica de Argentina, que bloqueó la capacidad de entendimientos posteriores, antes que una estrategia brasileña o incluso que la propia coyuntura económica. Creo que, en definitiva, la gran variable es la capacidad interna que siga teniendo el gobierno argentino de establecer compromisos estables con Brasil.

¿En cuánto puede traducirse esto concretamente? Acá hay algunos planteos que son muy etéreos, otros que no parece que fueran al fondo de la cuestión (como el que apunta a la creación de un Parlamento) y otros que son mucho más concretos, que son los que en definitiva hizo Brasil: restablecimiento de un frente externo negociador común, en primer lugar, y saneamiento del Arancel Externo Común (AEC). En lo que Lula hizo hincapié en medio de todas estas cosas fue en ver si, para el 2006, tenemos una unión aduanera funcionando efectivamente como tal. Creo que puede haber entendimientos que permitan el saneamiento del AEC, un restablecimiento de la fortaleza negociadora del Mercosur hacia fuera de la región, algún tímido avance en empezar a aproximarse a la coordinación de políticas macroeconómicas y, en ese contexto, el hueso para los socios pequeños de reconocimientos puntuales de las asimetrías, y algún grado de tratamiento diferencial. Creo que está en el horizonte posible que uno podría contemplar.

EC – ¿Cómo están jugando Uruguay y el presidente Batlle? Se nota al presidente uruguayo amoldándose a la nueva realidad, pero con reticencia, con recelo, pasando mensajes como el elogio a Chile señalándolo como el camino a seguir.

JV – El presidente Batlle en definitiva no dijo nada demasiado cuestionador, ni para andar buscándole la quinta pata al gato. El problema es que el presidente Batlle ha acumulado un historial de afirmaciones que hacen que, cuando hace declaraciones, se las lea con lupa hasta el mínimo detalle. Creo que el discurso fue efectivamente conciliador y que hay puntualizaciones en algo muy cierto (basta con mirar los puntos de la declaración de los presidentes): cuando se reafirma tantas cosas, cuando se siente la necesidad de reafirmar compromisos, es porque en definitiva se percibe que el entorno ve al compromiso como algo que está en duda. Pero si uno va a lo concreto, lo único tangible de esta etapa fue el acuerdo con India.

Entonces, razón tiene el presidente para ser escéptico por lo menos, respecto a en qué medida todas estas declaraciones podrán efectivamente concretarse en emprendimientos.

Pero, seguir insistiendo con Chile... Acá llama la atención que se tome fragmentariamente el espejo chileno (cosa que en Uruguay tiene una larga historia). Se olvida de algunas cosas, como por ejemplo que Chile negoció 10 años para llegar a esto, y la negociación fue bien trabajosa...

EC – Batlle recordó que en Chile había anunciado en Florianópolis que estaba por acordar con EEUU, en diciembre de 2000. Pero, claro, ya había un proceso de siete u ocho años de tratativas; no fue un proceso rápido.

JV – No fue un proceso rápido. En segundo lugar, hay que tener presente también (como incluso lo señaló Batlle, pero de pasada) que, paralelamente a la negociación con EEUU, Chile mantenía una negociación con la Unión Europea, con la expresa intención de bascular, de mantener equilibradas sus relaciones externas.

Y en tercer lugar, creo que lo que habría que tomar sobre todo del caso chileno en el caso uruguayo es todo el modelo. No me refiero a todo el modelo económico sino al de gestión de la política pública. Al comienzo se mencionaba la incapacidad de respuesta de Uruguay ante lo imprevisto...

EC – Sí: planteos de Brasil y Argentina que llegaron muy sobre la fecha.

JV – Sobre la fecha. Pero hay algunas cosas sobre las cuales vale la pena detenerse. En primer lugar, la falta de producción de pensamiento estratégico de la Cancillería en esta materia. En definitiva, hay una cantidad de planteamientos de Brasil que no sorprenden a nadie, porque Itamaraty tiene un planteamiento estratégico consistente desde hace mucho tiempo, del mismo modo que lo ha tenido Chile. No ha sido el caso de la Cancillería uruguaya en relación con todos estos problemas.

Hay países, como es el caso de Chile, que tienen niveles de consenso interno muy altos en relación con una serie de objetivos básicos. En el caso uruguayo, durante muchos años tuvimos una retórica de política exterior de Estado que, en verdad, tapaba mal una realidad bastante más fragmentaria. Y en los últimos años se vinieron abajo los rudimentos de consenso que pudo haber en materia de política exterior.

Lo más preocupante, entonces (y que además tiene que ver después con la fortaleza negociadora del país, porque un país imprevisible y que da imagen de políticas públicas erráticas es menos creíble a la hora de negociar) es el perfil de gestión de la política exterior como política pública, que ha venido predominando en Uruguay de manera cada vez más aguda en los últimos años.

---------------------------------------
Transcripción y edición: Jorge García Ramón




recomendar esta nota




En perspectiva
l Dinámica Rural l Deportes l Página principal

Para escuchar la radio en vivo necesita el Real Player
Optimizado para Internet Explorer a 800x600
Copyright Espectador.com All Rights Reserved