02.07.2003










HABLEMOS DEL FUTURO (IV)

Sanguinetti: Sobre el Mercosur sólo discutimos
si avanzar más o menos en algunas cosas

Para el ex presidente de la República, se debe evitar la excesiva dependencia regional con medidas de prevención ya existentes, y compensar las asimetrías según las posibilidades de estos países. Los principios básicos del Mercosur (integración económica, liberalización del comercio, finalmente generar un mercado común para abrir un gran espacio económico y hacer un regionalismo abierto, más la cláusula democrática) implican una visión política más allá de que se acentúe o no este contenido.

EN PERSPECTIVA
Lunes 30.06.03, 08.43.

EMILIANO COTELO:
Si pensamos en el futuro del país, el Mercosur es un factor ineludible tanto para las posibilidades de reactivación y generación de empleo genuino, como, sobre todo, para la posibilidad de que nuestro país consolide de ahora en adelante un crecimiento sustentable. El Mercosur incide de manera muy fuerte.

Por eso, parece imprescindible descifrar qué significan estos nuevos vientos que soplan en la región a partir de la asunción como presidentes de Lula en Brasil y Kirchner en Argentina. Por eso es importante que Uruguay defina una estrategia clara y firme para pautar su participación en esta nueva era del tratado de integración regional.

El ex presidente Julio María Sanguinetti eligió la semana pasada estos temas para reaparecer en el debate político nacional. Lo hizo con una conferencia que ofreció bajo el auspicio de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (Acde) el martes pasado. Sobre las ideas que expuso en esa oportunidad vamos a conversar con él esta mañana. ¿Por qué eligió este tema para esa disertación?

JULIO MARÍA SANGUINETTI:
Es un tema que importa mucho siempre, y que además se reactualiza en función de los nuevos gobiernos de Brasil y Argentina, que están planteando un gran interés en el Mercosur. Brasil ha asumido una posición muy activa en él, Argentina lo ha seguido y personalmente creo que esto, que alguna gente ve con preocupación, es bueno. Durante muchos años nos preocupamos por que el Mercosur aquí era el título de la primera página, en Argentina salía en la página internacional y en Brasil no había ni dos líneas.

Hoy es un tema prioritario y eso me parece importante porque del desarrollo armónico e integrado de esta región depende mucho para nosotros. Esa es la razón por la cual, ante la invitación de Acde, di esa charla sobre este tema que sin duda es absolutamente trascendente y vital. Un país de nuestras dimensiones siempre ha tenido en la inserción internacional una prioridad absoluta. Su vida económica depende de su inserción internacional: ya desde la independencia es así. Artigas vivió preocupado por cómo hacía para comerciar para que sobreviviera la provincia; y con quién. Así fue que hizo el acuerdo con los ingleses para la libertad de los ríos.

La inserción internacional es el tema nacional quizás más trascendente. Esto no puede hoy mirarse desde otro ángulo que no sea la perspectiva del Mercosur.

EC - ¿A qué atribuye esta apuesta renovada a la integración en los dos grandes países integrantes del bloque, los dos socios principales, Argentina y Brasil?

JMS - No sé; no lo atribuyo a nada. Simplemente creo que lo están haciendo y es muy importante.

EC – En su conferencia usted retomó palabras del doctor Ignacio de Posadas: "El Mercosur ya dejó de ser una opción, es una realidad que no se puede discutir".

JMS – Exactamente. Creo que esa es la verdad, no sólo porque ya han pasado años sino porque además nuestros países se han interrelacionado de un modo muy significativo. Hoy no podemos pensar en ningún tema fuera de un esquema de integración: los puertos, los aeropuertos, los ríos, los desarrollos industriales, las inversiones. ¿Cómo hacemos para recoger alguna inversión importante si no se piensa, además de nuestro mercado, siempre reducido, en el mercado argentino o brasileño, la infraestructura, el gas, la energía eléctrica...? La interconexión es demasiado fuerte ya en todos los planos; aún en el administrativo. Fíjese: ¿cómo se puede combatir la aftosa en aislamiento? Imposible.

Es decir que el fenómeno de integración ya está incorporado por un sinnúmero de lazos que lo han hecho mucho más fuerte de lo que era.

EC - ¿Y usted veía a nuestro país comprometido con el Mercosur? Se lo pregunto porque la sensación que se había instalado con la asunción del doctor Jorge Batlle como presidente era que Uruguay había corrido el eje de sus pasos de apertura comercial, por ejemplo hacia un acuerdo con Estados Unidos, ya fuera bilateral o a través del Alca.

JMS - Lo que había era un orden de prioridades, un orden de urgencias. En un momento en el cual el Mercosur no estaba en una actividad vigorosa por su problemática interna, con una Argentina en una situación tan crítica como la que pasó, con un Brasil naturalmente a la expectativa... no había demasiado para ahondar, más allá de lo que se iba haciendo, que se siguió haciendo, como el Protocolo de Olivos. En medio de una tremenda crisis, en 2002, Duhalde firma, en la vieja quinta donde habitan desde hace tantos años los presidentes argentinos, un acuerdo en el cual se establece un tribunal de revisión para las disputas entre los países. Esto también es revelador de que el Mercosur seguía en pie pero no estaba en un momento de auge; evidentemente, no estaba en un momento de expansión. En ese contexto el gobierno fijó la prioridad de explorar, con Estados Unidos, desarrollos comerciales mayores.

EC - Para usted ¿fue un camino adecuado? ¿Compartió esas prioridades?

JMS - Sí, naturalmente, porque creo que lo peor que se puede hacer es no explorarlas. Más allá de los énfasis en las declaraciones o en los titulares de los diarios, creo que un país como el nuestro tiene que explorar todo. En definitiva se trata de lograr una integración lo más amplia posible. Así como soy un convencido de que el Mercosur debe persistir en sus esfuerzos con la Unión Europea y con el Alca, nadie impide las relaciones bilaterales. Fíjese que nosotros, en pleno Mercosur, hicimos un acuerdo muy importante con México en 1999, sobre el final del último período de gobierno. Fue muy importante: la industria láctea y la industria textil han tenido allí prácticamente su tabla de salvación. Lo hicimos también comunicándoles, informando a Brasil y Argentina para que no se sorprendieran; y ahí logramos una relación bilateral muy importante con México.

Nada impedía tampoco que con Estados Unidos, país con el cual hay relaciones bilaterales desde siempre (hay una comisión que se reúne todos los años) se intentara eso y algo más, como lo que podía ser un tratado de libre comercio. Naturalmente, cualquier persona se daba cuenta de que era muy difícil; yo personalmente lo creía, como lo creíamos todos. Si a Chile, con una economía tan abierta como la que tiene, le costó ocho o nueve años, a nosotros no nos iba a ser sencillo. Pero en fin: era una idea a explorar.

EC - Lo cierto es que hoy el Mercosur dejó de ser una opción, es una realidad que no se puede discutir –esa es una sentencia que usted comparte— y, por otra parte, parece que el Mercosur no sé si goza de buena salud, de salud plena, pero se prepara para ello; está dando pasos en lo que algunos han llamado relanzamiento. A usted no le gusta mucho ese término; ¿cómo prefiere denominarlo?

JMS - No importa (se ríe).

EC - Revitalización... en fin.

JMS - Póngale el título que quiera. Lo que sí digo es que el Mercosur, al haber nuevos gobiernos, reanuda con mayor intensidad sus diálogos. Aquí es donde aparecen las prioridades nacionales, que creo que en primer lugar pasan por el tema de las asimetrías.

EC - A eso iba; ¿cómo evalúa usted el riesgo de que, en este nuevo contexto, aparentemente favorable, de todos modos haya inconvenientes para nuestro país? La experiencia de los últimos años demostró que para un país como Uruguay el Mercosur puede ser todo un estímulo, una verdadera locomotora, o un lastre que nos mande al fondo cuando las cosas se complican en economías inestables como las de nuestros socios, lo dice la historia. ¿Cómo evalúa el riesgo de que el destino de Uruguay quede atrapado con el de esas dos economías tan frágiles?

JMS - La experiencia de los últimos años muestra dos cosas. Una es su expansión comercial, que es incuestionable: Uruguay creció en un lapso de 14 años seguidos. Hasta el año 99 tuvo una expansión muy fuerte, fundamentalmente movida por su comercio exportador, y ese comercio exportador creció fundamentalmente hacia Argentina y Brasil. Este es un hecho incuestionable que permitió al país vivir mejor, invertir, invertir en carreteras, en escuelas, en una reforma de la educación, etcétera. Eso es un hecho.

En los últimos tiempos, especialmente en 2002, tuvimos una particular crisis. Pero la crisis hubiera ocurrido con o sin Mercosur; ese es el tema, porque una crisis bancaria es una crisis de confianza. Le diría más: los bancos son el sector menos referido al Mercosur; ahí no hay negociación alguna: son simplemente temas de confianza. Es decir que hay que pensar que, con Mercosur o sin él, lo que ocurrió hubiera ocurrido de cualquier manera. La dependencia existe y está determinada por los hechos, por los hechos económicos, por los hechos geográficos, por la vecindad, por todos los factores que confluyen.

EC – Pero si mencionamos, por ejemplo, la devaluación brasileña de 1999, ahí hubo un impacto absolutamente directo en las exportaciones uruguayas, que dependían mucho de ese destino.

JMS - De acuerdo, de acuerdo. Exportaciones que había generado el propio Mercosur, ese es el tema; la devaluación hubiera impactado igual. Se facilitó el comercio y éste creció en función de eso.

Por eso mismo creo que la prioridad está en esos dos temas, justamente. Uno es el tema monetario-cambiario; si algo nos ha enseñado la experiencia es eso. Hoy día discutir en el Mercosur aranceles, enzarzarnos en todo el tema de la tarifa aduanera común –el impuesto de importación de toda la zona hacia el resto del mundo—, enzarzarnos en todo eso, como lo hemos hecho muchos años... no creo que mal, pero darle prioridad hoy a eso sería un error. Tenemos que aprender de la experiencia, que nos dice que el tema monetario es fundamental, porque uno puede tener 10 por ciento de arancel, o cero o 50, pero si hay una devaluación del 100 por ciento es una revolución que cambia todos los términos. Para mí el tema monetario cambiario es central.

EC - El tema acaba de ser colocado en la agenda, a partir de la iniciativa argentina de creación del Instituto Monetario.

JMS - Exacto; y creo que está muy bien esa iniciativa argentina. No digo la iniciativa en sí, que no conozco en detalles; leí simplemente su postulación, que es una descripción de un posible instituto dirigido a regular los flujos monetarios. Es evidente que ese es un punto central; no se puede construir algo sobre la base de vivir en la zozobra, de que cada país hace lo que quiere con su moneda. Eso me parece muy importante.

EC - Moneda única no es algo que se requiera ya, urgentemente.

JMS - Moneda única tiene que ser el final, no el comienzo. Si logramos un cierto equilibrio macroeconómico y un adecuado manejo de los flujos monetarios, de los sistemas de pagos, la moneda única será la consecuencia natural llegado el punto de madurez, como pasó en Europa. Ahora, si pensamos al revés y decimos "vamos a poner una moneda única" cuando tenemos distorsionadas las economías, van a fracasar la moneda y el intento.

EC - El otro problema que usted mencionaba a partir de la lección de estos últimos años, las asimetrías, también está en la agenda.

JMS - Está en la agenda desde el día en que nació el Mercosur; yo diría que esa fue la mayor limitante que tuvo el Tratado de Asunción. Las circunstancias de su negociación hicieron que ese tema se soslayara en aquel momento y que ni Uruguay ni Paraguay pudieran incorporar de algún modo el principio de tratar con cierta desigualdad a lo desigual, a los efectos de compensar, como se hizo en Europa. Naturalmente, en Europa se hizo de un modo muy importante, con los llamados fondos compensatorios en los cuales los países más ricos -Francia, Alemania- vertieron fondos para que los países más pobres -Irlanda, Portugal, España, Grecia e Italia- tuvieran una generosa contribución que les permitió financiar su infraestructura y subsidiar muchas de sus producciones. Aquí estamos lejos de eso porque no hay ningún socio con esa capacidad.

EC - Entonces, ahora que Paraguay ha puesto sobre la mesa este asunto de las asimetrías, y ahora que los restantes socios, en particular Argentina y Brasil, han dado su visto bueno a considerar ese aspecto, y teniendo en cuenta lo que usted decía: el Mercosur no está en condiciones de poner en marcha fondos compensatorios, que son algo completamente ajeno a nuestra realidad, ¿qué se puede hacer desde el punto de vista orgánico o jurídico?

JMS - Se pueden hacer muchas cosas: darles ciertas facilidades mayores a las economías de menor escala, para que ciertas cosas puedan funcionar con más facilidad; por ejemplo regímenes especiales tipo la admisión temporaria, que es algo que transitoriamente está aceptado para Uruguay, pero que nunca se reconoció por parte de Brasil y Argentina. En este momento estoy improvisando, pero creo que los economistas y los propios interesados –industriales y agroexportadores— tienen que pensar cuáles son aquellas facilidades que nos van a permitir compensar de un modo más importante lo que vivimos en esa materia, que es el resultado de una realidad, son las llamadas medidas de retorsión, las medidas con las cuales se responde a otra. Brasil y Argentina pueden tenerlas, si mañana esos países nos restringen una importación pueden destruir una fábrica o todo un sector de actividad, agrario o industrial; a la inversa: nuestra medida de retorsión podrá hacerle cosquillas al sector respectivo de Argentina o Brasil, a lo sumo arañarlo, pero difícilmente destruirlo porque son dimensiones, tamaños distintos. Eso es lo que crea la asimetría, de ahí la necesidad de compensarla de algún modo.

EC - Habría otros aspectos, como el de cómo ver el Mercosur, cómo hacerlo funcionar. Siempre se habla del temor de un Mercosur que se cierre sobre sí mismo.

JMS - Es verdad; es uno de los temas clave. Desde que nació el Mercosur lo entendimos como una plataforma de lanzamiento hacia afuera, no como una muralla neoproteccionista que cambiaba simplemente el muro de cierre de la frontera nacional por la frontera regional. No: nunca fue eso, siempre se pensó que se trataba de generar un espacio económico para tener una economía de escala mayor, hacer más atractivas las inversiones y a partir de allí tratar de exportar. De hecho es lo que ocurre, porque en realidad el 85 por ciento de las exportaciones del Mercosur es hacia afuera, sólo el 15 por ciento de la exportación de los cuatro países se dirige hacia adentro. Este porcentaje, naturalmente, en Uruguay y Paraguay es mayor, Argentina está en el medio y Brasil es el que exporta menos hacia la región. Pero el promedio general es 15; el 85 por ciento sigue yendo hacia afuera. Quiere decir que el Mercosur no fue una organización neoproteccionista que simplemente desvió comercio, que lo que antes se compraba o se vendía en otro lado ahora se hace dentro, porque el 85 por ciento del total del comercio se hace hacia afuera de la región, de ida y de vuelta.

En cuanto al posible encierro, Uruguay debe tratar de que los mecanismos de protección no sean excesivos, que el arancel externo tenga la flexibilidad suficiente para que el país pueda manejar su propia política; debemos tratar de que los aranceles tampoco sean extraordinariamente elevados y asumiendo los riesgos consiguientes. Que por otra parte (vuelvo a decir) ya están, porque la vecindad es demasiado importante y las relaciones comerciales que tenemos son también demasiado importantes como para imaginarnos que aún sin Mercosur no nos iban a influir. Lo que pasa es que sin Mercosur eso ocurriría anárquicamente y obviamente el grande actuaría con una impunidad mucho mayor que cuando está atado a un conjunto de reglas y de procedimientos como el que establece un proceso de integración tal cual es el Mercosur.

EC - Usted ha enfatizado que el Mercosur debe mirar hacia fuera. ¿Qué significa eso?

JMS - Significa negociar con la UE, negociar con el Alca (básicamente con Estados Unidos, por decirlo más claramente), significa que el Mercosur no debe encerrarse demasiado, más allá de lo imprescindible y necesario para desarrollar su propia zona de un modo estable.

EC - ¿El Mercosur debe crecer, debe agregar nuevos miembros en este momento?

JMS - Se está discutiendo eso desde el primer día y luego se hizo un intento con Chile y Bolivia como miembros plenos, que no se pudo concretar. Chile básicamente tiene una economía más abierta que todos nosotros, tiene un arancel más bajo, en consecuencia importa y exporta con menos restricciones que nosotros; esa fue la razón por la cual nunca pudo incorporarse plenamente. Bolivia de algún modo tampoco, fundamentalmente por sus compromisos con el Pacto Andino.

Me parece que es muy importante llegar a Chile, pero que no habiendo podido completar aún esta alianza que es natural, por región, porque es la salida al Pacífico, porque es un desarrollo muy parecido al nuestro en cuanto a niveles sociales y económicos, porque es una economía próspera y dinámica (por lo menos dinámica), no tiene mayor sentido que sigamos incorporando a otros países, simplemente porque eso otro ya existe y es la Alalc (Asociación Latino Americana de Libre Comerco), hoy Asociación Latinoa Americana de Integración (Aladi). En su tiempo la Alalc mostró que simplemente añadiendo países no se logra demasiado; en la medida en que no haya un real proceso de integración, terminamos todos caminando a la velocidad del más lento. Entonces eso, lejos de ser un factor de aceleración, puede ser un factor de perturbación.

EC - Algún aspecto más de este “Mercosur nuevo”, “Mercosur 2003”. Usted decía en su conferencia de la semana pasada que sería absurdo emerger de esta crisis por la que ha pasado la región discutiendo los fines del Mercosur. Sin embargo algo de ese debate, por lo menos, se ha colado en la agenda. Por ejemplo, ¿es viable un Mercosur político?

JMS - Creo que no debemos jugar con las palabras para ir hacia un desencuentro mayor de lo que estamos diciendo. El Mercosur nació con principios básicos: integrar las economías de los países, liberalizar el comercio entre nosotros, generar un mercado común como etapa final para abrir allí un gran espacio económico y hacer un regionalismo abierto, no un regionalismo cerrado y, por supuesto, un área democrática. En este sentido siempre le dimos una visión política. Hay quien ha pensado -el doctor Lacalle, concretamente- que el Mercosur no tiene un contenido político, pero repito: hay cosas que de por sí lo tienen, más allá de que acentuemos o no este contenido. El propio Tratado de Asunción, acá fue discutido por todos los partidos, por el Parlamento; fue un gran debate nacional porque todo el mundo sentía que había una decisión trascendente, que no era sólo un tema comercial. Y cuando se estableció la cláusula democrática, en virtud de la cual quedaba fuera del Mercosur cualquier país que no tuviera naturaleza democrática, cosa que operó activamente en el caso de Paraguay: cuando la crisis institucional de ese país los cancilleres fueron allí e hicieron valer eso, que de algún modo también influyó en la solución institucional del país.

Esos son ingredientes de tipo político; si serán más o menos es lo que hay que graduar. Por eso digo: no es Mercosur político sí – Mercosur político no; hay ya algunos aspectos políticos en el Mercosur hoy existente; el tema es si los acentuamos o no. Ahí viene el debate en torno a si constituimos o no un Parlamento.

EC - Kirchner y Lula se han puesto de acuerdo, en principio, en avanzar en esa dirección.

JMS - Sí, ellos han manifestado esa posición. Yo personalmente creo que no es oportuno todavía; al Mercosur aún le falta atravesar etapas anteriores para llegar a eso. Aún hay demasiados desencuentros administrativos, o, para ponerlo a la inversa, falta que los gobiernos lleguen a acuerdos superiores, como decimos, en los temas monetarios, cambiarios, asimetrías, los temas institucionales que Uruguay tanto ha propuesto y en los que tanto ha insistido, el funcionamiento de los órganos jurisdiccionales, de un Tribunal de Justicia permanente... en fin: para que introduzcamos en la estructura del Mercosur el Parlamento, que por esencia es diversidad, por esencia es debate. El Parlamento representa todas las corrientes de opinión de cada país. No creo que el Mercosur hoy se beneficie con esto; no creo que esté maduro. Vamos a introducir factores de debate adicionales en una realidad que aún requiere de por sí mucho debate entre los gobiernos. Personalmente creo que al final se va a llegar, como se llegó en Europa, pero no hay que pensar que esto debe ponerse antes que otras etapas imprescindibles.

EC - El doctor Tabaré Vázquez, justamente, ha compartido la iniciativa de avanzar hacia un Mercosur más político (incluyendo un Parlamento), entre otras cosas "porque el proyecto de Mercosur comercial -dice- fracasó".

JMS - Yo creo que no fracasó porque el Mercosur comercial fue una gran expansión de nuestro comercio, de nuestra industria. Basta mirar las cifras del comercio para entender que en algunos momentos llegó a más del 50 por ciento de nuestra exportación. Aún hoy, en una situación tan recesiva de Argentina y por lo menos no expansiva de Brasil, sigue siendo un porcentaje del orden del 40 por ciento. Eso revela que comercialmente es una realidad importante.

EC - ¿No lo convence el argumento de que hay que ir a un Mercosur más político que ataque esas otras falencias?

JMS - Son todos temas graduales; en estas cosas no podemos hacer falsas oposiciones. Eso es lo que yo digo: no es Mercosur comercial sí - Mercosur comercial no; ni Mercosur político sí - Mercosur político no. Mercosur es un poco todo eso... Hay un Mercosur de la infraestructura, por ejemplo, que para mí es fundamental; el tema del gas, de las interconexiones eléctricas, eso es lo fundamental; hay un Mercosur administrativo; un Mercosur sanitario en torno a la aftosa, a todos los temas de ese tipo; por cierto, hay un Mercosur comercial en lo agrario, que no es igual que el industrial... En fin, hay un Mercosur en múltiples direcciones y todas van a tener en algún momento un acento mayor y en otro momento un acento menor.

EC - El argumento que ha manejado el doctor Lacalle al rechazar la idea del Parlamento del Mercosur apunta, entre otras cosas, al temor de que por esa vía se consolide un poderío incontrastable de Brasil. Un liderazgo que de todos modos está quedando planteado, con o sin Parlamento en estos días, incluso reconocido por la propia Argentina. ¿Cómo observa usted ese tipo de factores?

JMS – No: lo que pasa es que cuando se habla de Parlamento hay que ver qué competencias tiene. ¿Qué va a hacer ese Parlamento: va a dictar leyes obligatorias? ¿Cómo va a estar integrado? Si va a estar integrado en función de la población, obviamente el 70 por ciento de los diputados va a ser brasileño. Esas son cosas para discutir después y son sustantivas, evidentemente. Un Parlamento del Mercosur que dictara leyes obligatorias y estuviera integrado de ese modo cercenaría demasiado nuestra soberanía. Pero me parece que no hay que poner la carreta delante de los bueyes.

Hoy existe una Comisión Parlamentaria conjunta; creo que debemos desarrollarla para que avance aun más. Ya existe esa comisión, tiene como cometido tratar de que las normas del Mercosur se internalicen lo más posible en leyes. Hay que acentuar esa actividad e ir avanzando hacia un Parlamento.

EC - Independientemente del Parlamento hay un liderazgo consolidado de Brasil en estos meses.

JMS - Yo diría que hay una situación de hecho: Brasil es la economía mayor, no hay ninguna duda. También es un país desigual, pese a su tamaño, más desigual que Argentina y que Uruguay, socialmente es menos desarrollado. Sin embargo, cuando lo miramos económicamente es enorme al lado de Uruguay. En este momento tiene una situación política fuerte, digamos así, que le da una mayor influencia; pero eso no quiere decir que el resto nos vamos a subordinar, obviamente. Tendremos que discutir de igual a igual, con madurez; como, por otra parte, lo plantea el gobierno brasileño.

EC - Ahí viene la última pregunta, justamente: estos vientos nuevos que soplan en el Mercosur llegan en el momento en que casualmente le toca a Uruguay asumir durante seis meses la presidencia pro témpore del tratado.

JMS - Exacto.

EC - ¿Cómo debe definir Uruguay los criterios que va a impulsar?

JMS - De eso vamos a hablar con el presidente dentro de un rato. Supongo que lo que tendrá que hacer es auscultar las diversas opiniones y definir una agenda propia de Uruguay.

EC - Usted se reúne hoy con el doctor Batlle, sobre las 10 de la mañana; el doctor Batlle también se va a reunir con el doctor Lacalle. ¿Puede haber acuerdos que abarquen a todos los partidos en esta materia?

JMS - Hay que intentarlo, obviamente; hay que tratar de tener el mayor espectro posible de opiniones favorables.

EC - ¿Está faltando una política exterior de Estado?

JMS – Mire: política exterior de Estado en los principios básicos ha existido y sigue existiendo; luego hay matices diferenciales que son lógicos. En contra del Mercosur no hay nadie, por ejemplo, ¿no? Estamos hablando de ir más adelante o menos adelante en algunos aspectos parciales. Una política de Estado tampoco es el detalle, si se va a fijar el 8 por ciento o el 14 por ciento de tal cosa. Creo que desde ese punto de vista hay una política de Estado porque la integración está definida en la Constitución y todas las fuerzas políticas del país hemos apoyado al Mercosur.

EC – Eso en cuanto al Mercosur. Pero en general ¿usted visualiza que hemos tenido estos últimos años una política exterior...?

JMS - Eso daría para un debate un poquito más largo. Creo que sí, que hemos tenido una política en líneas generales acorde con la tradición del país; después hay matices en cada caso, ¿no?

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón



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