09.07.2003




































HABLEMOS DEL FUTURO (V)

Cómo generar empleo
y crecimiento sustentable

Ingeniero Enrique Baliño: No repitamos más que somos un país chico. Nuestro mercado es el mundo globalizado. Las tercerizaciones de las grandes multinacionales son una oportunidad que estamos a tiempo de aprovechar. No hay oposición entre “país de producción” o “de servicios”: cada uno en su área tiene que hacer lo mejor. Pero mientras tanto, no podemos limitar el debate nacional “al tema de la patente de autos”.

EN PERSPECTIVA
Miércoles 09.07.03, 08.40.

EMILIANO COTELO:
“Hoy estoy más obsesionado que nunca: la prioridad número uno que deberíamos tener en Uruguay es la de crear empleos genuinos”. Son palabras de un profesional que vivió mucho tiempo en el exterior y que hace un par de años desafió al flujo emigratorio y decidió instalarse en el país con una idea fija: contribuir a diseñar el Uruguay del futuro.

Esas mismas palabras hacen del personaje un entrevistado ineludible en el marco de nuestro ciclo “Hablemos del Futuro: ¿cómo generar empleo y crecimiento sustentable?”. Es por ello que en el quinto capítulo de esta serie vamos a entrevistar al ingeniero Enrique Baliño.

El ingeniero Enrique Baliño fue gerente general de IBM Uruguay, gerente regional de esa misma compañía para Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, hoy se desempeña como integrante del directorio de varias empresas, por ejemplo Zonamérica o Jetmar, y en el de la fundación Desem Junior Achievement.

Tú has machacado con un horizonte, con una meta: pensar en cómo hacemos para alcanzar un Producto Bruto Interno (PBI) de 50.000 millones de dólares, o sea cinco veces el actual. Falta ese debate en la sociedad uruguaya.

ENRIQUE BALIÑO:
Sí. Justamente por eso creo que estos espacios que estás dando son fundamentales para que avance la discusión sobre ¿qué vamos a hacer para salir de donde estamos?, y dejemos de debatir, como siempre digo, cosas que por ahí son triviales, nimias, que nos ocupan el espacio, que no nos dejan tiempo para pensar y debatir lo que realmente nos importa, que es donde vamos a vivir el resto de nuestras vidas ...que es el futuro, al final de cuentas, ¿no?

Yo siento que la sociedad, la gente, habla mucho de lo que pasó o se queja de lo que está pasando, y no hay nadie describiendo las acciones necesarias para salir de esto y hacer otras cosas distintas. No hay un debate genuino en cuanto a mirar con optimismo y más que nada con actitudes positivas adónde podemos ir. Por eso yo digo 50.000 millones; la gente me pregunta: ¿por qué 50.000?; y yo digo: ¿por qué no?

EC - Si quieren, propongo 100 mil…

EB - Si querés, 100 mil, no sé.

EC - Tú has priorizado el concepto de “empleo genuino”, aquel puesto de trabajo que es producto de la inversión genuina, la inversión que genera valor agregado versus el empleo ficticio generado muchas veces por el Estado o por empresas privadas que no tienen valor agregado. Y, más que nada –has dicho en más de una charla–, el empleo genuino calificado, de alto nivel, con alto contenido de conocimiento.

¿Por qué tanto foco en ese tipo de empleo?

EB - Primero porque tenemos que entender que la generación de riqueza, de prosperidad, se tiene que dar de una forma un poco diferente de la que hemos venido utilizando. Si uno empieza a leer lo que está pasando en el planeta… Hay un libro muy importante –a mí me lo regaló el contador Juan Berchesi, una persona muy inquieta que siempre está yendo a Harvard y trae cosas distintas–, del profesor Juan Enríquez, que es el director del Laboratorio de Ciencias de la Vida del MTI en Harvard, que se llama “Así como el futuro te atrapa”, una cosa así. Dice que en 1750 la diferencia entre un trabajador muy próspero en un lugar muy rico del mundo era cinco veces la del trabajador más pobre; hoy ese factor es 390. Eso porque ha habido tecnología, por supuesto, vino primero la era industrial, después la era de la tecnología y ahora estamos pasando a otra era, saltamos a la era de la biotecnología, de la genética, donde si en Uruguay no hacemos algo en investigación, en ciencia, en tecnología, vamos a ver cómo ese factor se va a multiplicar mucho más. El autor del libro dice que en vez de 390 ese factor va a ser 1.000.

Tenemos que pensar en un empleo muy calificado, tenemos que pensar en investigación, en ciencia, en tecnología y en empleos de alto valor agregado. Cuando uno genera un puesto de trabajo de alto valor agregado, generalmente tiene un salario más alto y eso desencadena una prosperidad de otro conjunto de estratos de la sociedad.

EC - Quizás ya esté respondido pero, de todos modos, con una estrategia de ese tipo, con una apuesta tan concentrada en el empleo calificado, ¿no se está marginando a mucha gente? ¿Hay lugar, en esa categoría, para todos los que tienen que trabajar en una sociedad?

EB - Acá tenemos dos temas. Uno que es urgente, que es el de un estrato de la sociedad que está en situación muy delicada y para el cual hay que hacer muchas cosas. Pero si yo genero un puesto de trabajo de alto nivel, eso desencadena otros puestos de trabajo de más bajo nivel. A esa persona que tiene un puesto de trabajo de alto nivel, si logro colocarla en una buena posición va a empezar a consumir más, a utilizar otros servicios, a comprarse un auto, eventualmente va a tener un jardinero, no sé. Eso genera una cadena de prosperidad que es fundamental.

Y nosotros, más allá de pensar en los temas de investigación, pensar y ejecutar algunas de las cosas que se están haciendo hoy en día ya, necesitamos acelerar muchísimo más el debate de qué vamos a hacer para que eso ocurra más rápido, haya más gente y más uruguayos vuelvan a Uruguay, gente que es muy buena y que se fue a trabajar en centros de investigación... Tenemos que pensar que hoy hay una capacidad de generar empleo directo, hoy hay esa oportunidad y se está generando también. Ese es el debate que creo que tenemos que hacer.

EC - Tú dices que Uruguay tiene una gran oportunidad dada por la globalización y, justamente, por la transformación de la tecnología.

EB - Exactamente.

EC - ¿Cuál es esa oportunidad?

EB - Primero tenemos que cambiar algunos preconceptos y paradigmas que tenemos. Cada vez que hablamos de globalización pensamos que es algo horrible. O tantas cosas: uso la palabra “globalización” porque es de lo que estamos hablando ahora, pero generalmente les ponemos un marquito a las cosas y no se lo podemos cambiar.

Resulta que la globalización, generada por el cambio de tecnología, nos ha dado una chance fantástica a Uruguay. Hay que irse un poquito para atrás, a mediados de los 90: Internet empezó a transformar completamente al mundo. Algunos se dieron cuenta, otros no; algunos países se dieron cuenta, algunos líderes de países se dieron cuenta, otros no. Las empresas, obviamente, se dieron cuenta de cómo esto transformaba su potencial de ser más eficientes, más baratas en la producción de algunos productos y servicios, y empezaron a utilizarla para trabajar distinto. El proceso es más largo: empezaron a vender productos por Internet, empezaron a hacer compras por Internet, después empezaron a transformar su forma de trabajo. Hay ejemplos a mediados de los años 1996-1997 de General Motors y Caterpillar, que empiezan a reorganizar sus empresas alrededor del mundo con los ingenieros trabajando en forma simultánea en la red para diseñar los nuevos productos en forma tridimensional. Hay casos como IBM que transforma un día de 24 horas en uno de 48…

EC - ¿Cómo es eso?

EB - Por ejemplo, los programadores de la Universidad de Tinguan, en Pekín, empiezan su día de trabajo, terminan su día y pasan ese trabajo al laboratorio que está en Seattle, Estados Unidos; éste pasa su día de trabajo y su parte del proyecto a Letonia; Letonia termina lo suyo, se lo pasa al grupo Tata en India; éste termina lo suyo y se lo pasa a los señores que llegan de mañana temprano a la Universidad de Tingan a continuar el proyecto. Eso se llamó Java alrededor del reloj y transformó un día de 24 horas en uno de 48.

Eso es aprovechar la tecnología para hacer una cosa mucho más eficiente. Yo siempre pregunto por qué en ese loop no está Montevideo.

EC - Por qué no forma parte de esa cadena de IBM, por ejemplo.

EB - Por ejemplo, ¿no?; de IBM o de cualquier otra. Después la empresa fue mucho más lejos; dijo “La convergencia de tecnología e información, la tecnología de la información, hace que yo pueda poner cualquier puesto de trabajo en cualquier lugar, no importa dónde la gente esté físicamente; puede trabajar en esta compañía, haciendo determinadas cosas”.

A nosotros sí nos importa: queremos que estén acá. Muchas empresas empezaron a centralizar sus operaciones de atención al cliente. Hay una cosa que se llama tercerización de procesos de negocios: uno puede sacar un proceso de negocio, por ejemplo un manejo de reclamos de seguros. Es un proceso administrativo completo que hoy en día muchas empresas de seguros no hacen por sí mismas, sino que se procesa en otro lugar del mundo.

EC - Hace un rato manejabas el ejemplo de un call-center.

EB - Por ejemplo.

EC - Una determinada empresa que tiene filiales en distintos países del mundo, en lugar de tener un call-center en cada país establece uno central, quizás en un país que no tiene nada que ver con aquellos en los cuales opera, un tercer país.

EB - Exactamente.

EC - Esa es una alternativa; pero también está esta otra que mencionabas, que una parte del trabajo administrativo de una compañía se descentralice y se ponga en Uruguay.

EB - Por ejemplo, claro. Eso no es futuro, eso está pasando desde hace años. El tema es que las empresas que quieren sacar ese pedacito de proceso afuera por distintos motivos, ya sea por costos, ya sea por facilidades determinadas, por conseguir más gente calificada en determinado lugar para hacer determinada cosa, lo vienen haciendo desde hace tiempo. La pregunta que yo siempre hago es: ¿Por qué no lo hacen acá?

Por eso siempre digo “Primero tenemos que entender qué es lo que está pasando fuera, si no estamos discutiendo”… Yo me fui de este país, estuve cinco años fuera, llegué, prendí la televisión… El día que me fui estaban discutiendo la patente de autos de los 19 departamentos, los intendentes no se ponían de acuerdo; llegué a mi país, contento de estar en Uruguay, prendo la televisión en mi casa, acostado en la cama, miro: ¡otra vez la patente! No podía creer. ¡Y hoy seguimos discutiendo lo mismo, por favor!

Mientras nosotros discutimos, esto otros países están discutiendo cómo hacen una infraestructura fundamental, cómo se conectan al mundo, cómo hacen para atraer las inversiones del exterior. Nosotros estamos debatiendo si dejamos o no que Ancap se asocie con una empresa… Es insólito lo que estamos debatiendo, espantamos lo que necesitamos para que le dé trabajo a nuestra gente.

EC - ¿Cómo se hace, justamente?, ¿cómo se crea el clima en un país, cómo se crea el clima en Uruguay en concreto para atraer la inversión genuina?, porque de eso estamos hablando, de inversiones genuinas.

***

EC - Tú venías explicando cuál es esa oportunidad que Uruguay tiene a partir de la globalización y la transformación de las tecnologías, mencionabas algunos ejemplos de nichos de mercado de trabajo que podemos aprovechar; uno era el de los call-centers… ¿Qué otros?

EB - Por ejemplo, los procesos de negocios tercerizables; tercerizables porque eventualmente lo hace una empresa distinta de la dueña del proceso, pero puede ser la propia empresa que decide trasladar un pedazo de su organización a otro lugar. Eso está pasando en todo el mundo.

EC - Puede ser un pedazo de la administración o un pedazo de su departamento de investigación y desarrollo.

EB – Claro. Es más, puede ser un pedazo de su laboratorio. Justamente, el hecho de que hoy podamos trabajar desde cualquier lugar para cualquier lugar implica que la gente puede estar ubicada en cualquier lugar del mundo. A las empresas realmente no les importa dónde estén…

O realmente sí les importa, porque ¿qué cosas les va a importar? Si yo soy una empresa y quiero cambiar de lugar para hacer algo, voy a cambiar de lugar por varios motivos. Primero, necesito gente capacitada en el lugar adonde voy; ahí calificamos bastante bien. Necesito costos relativos de los servicios bastante baratos, porque la gente va a vivir allí; ahí estamos más o menos, porque la luz, las comunicaciones, la gasolina… estamos mal. Necesito un lugar donde no haya tributaciones o regulaciones inaceptables; un lugar donde haya seguridad jurídica; donde haya un ambiente extranegocios, una sociedad que promueve los negocios, que da mensajes claros al mundo de “acá es bueno venir a hacer negocios”.

EC - Justamente, ¿cómo se crea el clima en el país para atraer inversiones genuinas? En Uruguay, en concreto, ¿qué es lo que falta?

EB - Lo primero que falta es que nos demos cuenta de que tenemos esta oportunidad, que necesitamos esta oportunidad de inversiones genuinas que vienen de afuera y que no es mala palabra que vengan de afuera; al contrario, es muy bueno, nos hace bárbaro, a mí me encantaría que hubiera muchas empresas extranjeras trabajando aquí, dando oportunidades de empleo y muchas empresas uruguayas creciendo desde aquí hacia afuera. Eso es sano, es bueno, va a generar más empleo. Entonces, primero que nada, entender que eso es bueno.

Segundo, entender que el mercado de Uruguay es el mundo. Yo me aburro de decir esto; no podemos discutir más, no debemos hablar nunca más de que el mercado de Uruguay es muy chico. Ya lo sabemos, lo sabemos desde hace mucho y no deberíamos decirlo nunca más. El mercado uruguayo es chico. ¿Entonces qué vamos a hacer? Tenemos que entender que debemos mirar para afuera. Yo no soy economista ni político, pero la otra vez escuchaba a unos economistas hablando del mercado, otra vez más de lo mismo, más de lo interno. Lo que hay que hacer es al revés, es mucho más de cosas diferentes; mirar para afuera, entender esta oportunidad que nos está dando la globalización. Algunos académicos dicen que las empresas van a estar tan integradas al mundo y a los distintos países que no van a ser multinacionales ni globales, se van a llamar no-nacionales (para el disfrute de los hinchas de Peñarol, supongo).

Tenemos que mirar que hay un mundo completamente diferente, que cambió, que está cambiando cada vez más y que la oportunidad sigue abierta. Por ahora, porque el último informe que vimos, del año pasado, de Forrester, decía que 20.000 puestos de trabajo se fueron de Estados Unidos en el año 2000 y que a 2005 esa cifra podría pasar a ser 470 mil. ¿Por qué no capturamos una parte de eso?

EC - Estamos hablando de puestos de trabajo que empresas estadounidenses desplazaron del propio Estados Unidos hacia otros países.

EB - Hacia otros países. Los países que están capturando esas oportunidades de trabajo ¿qué tienen? Primero que nada, gente calificada; segundo, gente barata en comparación –cuando digo barata no quiero decir que sean sueldos de miseria, digo que son sueldo comparativamente mucho más competitivos con respecto a los que se pueden pagar en Estados Unidos–; y tercero, una cosa fundamental, tienen comunicaciones baratísimas y un ancho de banda gigantesco, porque esa persona está sentada atrás de un teclado y una computadora, o de un teléfono, y tiene que estar respondiendo como si estuviera sentada al lado del cliente que está en la otra punta del mundo. Esos son los países que están empezando a capturar esa oportunidad; siguen, continúan capturando esa oportunidad.

EC - Has insistido bastante en dos ejemplos, el de Irlanda y el de la India. ¿Qué fue lo que hicieron estos países?

EB - Irlanda fue uno de los adelantados; vio esta tendencia tecnológica terminando los 80, vio que esto iba a pasar. Empezó con incentivos –una cosa muy simple–, a darles incentivos a las empresas para que se instalaran allí. Fue a las Microsoft y los Citibank de este mundo y les dijo: “Vengan a instalarse acá, yo tengo gente buena, porque la gente se va, somos cuatro millones de habitantes –algo parecido a Uruguay–, la economía está mal y yo quiero que vuelvan y generar prosperidad”.

Pero después hizo cosas mucho más importantes, se dio cuenta de todos los valores que tenía, que tenía gente inteligente, hizo muchas inversiones en lo que se llama infoestructura, o sea toda la infraestructura de comunicaciones, conectó a Irlanda con el resto del mundo, a tal grado que si uno en Nueva York compra una PC para su casa y tiene un problema con ella, levanta el teléfono, llama al número 800 y el 25 por ciento de las veces lo atienden en Dublín. Y usted habla y conecta su computadora a la del otro lado como si estuviera al lado. Esa inversión en infoestructura fue fundamental.

Después salieron a vender y promover sus servicios; agarraron la valijita y fueron a golpear a cada una de las empresas diciendo “Yo soy esto, hago esto, tengo estas características, doy estos beneficios, tengo esta infraestructura, tengo gente buena, gente inteligente, soy respetuoso de las leyes, hago esto, atraigo el capital externo, mi país quiere que vengan empresas a invertir” y generó lo que es hoy un centro europeo y americano de tecnología de información, soporte de tecnología de información, servicios bancarios, etcétera.

Nosotros siempre hablamos de Irlanda, pero lo mismo pasó en Singapur, en la India.

EC - El ejemplo de Irlanda tiene su interés especial en Uruguay porque se trata de un país con unas cuantas características similares a las del nuestro: la población, el tipo de producción que tradicionalmente la había caracterizado, por el lado agropecuario, etcétera. Pero no es el único.

EB - No. Y justamente, a veces miramos Irlanda y nos parece lejano, miramos Singapur y nos parece más lejano, pero ¿saben adónde vamos a tener que mirar ahora? A Chile, porque ahora estamos compitiendo… Eso es lo que los uruguayos tenemos que entender, esto es como un partido. Más o menos todos sabemos algo de fútbol, ¿no?, los que no hayamos jugado también sabemos algo. Esto es como estar en el vestuario a los sillazos los unos contra los otros, todos a las patadas adentro, mientras afuera se está jugando un partido bárbaro, están haciendo goles de todos los colores, hay gente divirtiéndose en esto, prácticamente. Juegan, hacen goles, la hinchada saluda... se generan empleos, y nosotros acá discutimos sobre las patentes de los autos.

Vamos a dejar de discutir entre nosotros por cosas triviales. Los partidos políticos, los gremios, vamos a entender que si no flexibilizamos el trabajo va a ser difícil que las empresas quieran venir. No es “Queremos más cosas para nuestra gente”; obviamente, todos queremos más cosas para nuestra gente, pero tenemos que darnos cuenta de que estamos corriendo contra Chile. Singapur e Irlanda están un poco lejos, a veces como que no compiten, pero Chile sí. Y Chile se conectó al mundo con la mejor fibra que pudo, ofrece los mejores incentivos que puede, están jugando todos el mismo partido, quieren ganar ese partido, quieren atraer la inversión extranjera y quieren generar empleo.

Costa Rica está haciendo lo mismo, República Dominicana está haciendo lo mismo. Yo no puedo creer que nosotros uruguayos no podamos hacer lo mismo. Siempre que miramos algún ejemplo de América Latina miramos a Argentina, todo lo que hizo mal Argentina. Ya sabemos lo que no tenemos que hacer, probemos a levantar un poquito la visera y miremos un poquito más allá de los Andes y vemos ahí al lado a Chile, un ejemplo que podemos seguir en muchas cosas. Y no sigamos lo que está mal.

EC - ¿Estamos a tiempo todavía?

EB - Definitivamente. También entendamos lo siguiente… Yo tengo esta sensación de urgencia porque creo que hay oportunidades que tenemos que capturar, que tenemos que sacudirnos a nosotros mismos y salir a buscar más oportunidades. Cuando tú me preguntabas ¿qué tenemos que hacer?, ¿mejorar el clima? Sí, tenemos que mejorar el clima de inversiones, tenemos que decirle al mundo que nos interesa que los capitales vengan, tenemos que salir a buscar la oportunidad afuera; el mercado uruguayo es chico, tenemos que pensar no sólo en el Mercosur, tenemos que pensar en el planeta. El planeta es infinito; para nosotros es infinito… Siempre me dicen “Uruguay es muy chiquito”. Y bueno, eso es lo bárbaro: no precisamos capturar muchas cosas de afuera, precisamos algunas cosas, cualquier cosa nos mueve la aguja, como se dice.

EC - Ese puede ser un punto, ese tipo de empleo del que tú hablas, ¿cómo puede impactar en el mercado de trabajo uruguayo, cuánta incidencia puede llegar a tener?

EB - Voy a dar un ejemplo muy interesante. Hoy hay varias, muchas empresas multinacionales uruguayas.

EC - Increíblemente, para lo que uno podía esperar hace unos años.

EB - Hay empresas que tienen sucursales en Miami, en América Latina, que tienen grupos de trabajo en lugares donde todavía no tienen sucursales, hay uruguayos que están en esos lugares trabajando y vuelven periódicamente a su casa matriz, que es Uruguay. Me simpatiza muchísimo que haya empresas multinacionales uruguayas, de dueños uruguayos.

Algunos ejemplos de esas cosas en áreas que yo conozco, pero hay otras. Hay un área de diseño gráfico, un área de publicidad, hay muchas otras áreas que no domino pero me voy enterando porque a cada rato me mandan un mail con algún caso de éxito. Pero en el área de software en particular, que es la que más conozco y por eso la cito mejor, tenemos empresas que tienen 20 años de trabajo profundo en Uruguay, que son muy buenas en Uruguay y salieron al exterior porque justamente se les terminó el mercado uruguayo. Bárbaro, notable, “Se terminó: hay tantos bancos, vendimos a tantos bancos, no hay más; hay que salir a buscar más bancos, vamos afuera”. Excelente. Al ser muy buenos en Uruguay, pudieron salir. Salieron muchas veces de la mano de alguna empresa internacional que estaba acá, de un banco internacional o de una empresa internacional que estaba aquí que los llevó afuera.

Algunas de esas empresas que tienen como 20 años tienen 150 a casi 200 ingenieros trabajando. Tú me preguntaste qué impacto podía tener el hecho de traer empresas para acá. Yo tuve la oportunidad de ir a la India y allí hicimos presentaciones de Uruguay y del Parque Tecnológico de Zonamérica. Los indios quedaron encantados y están viniendo algunas otras empresas a ver qué oportunidad les da Uruguay, no como mercado, porque lo primero que les decíamos era “Miren: Uruguay, tres millones de habitantes” (pensaron que había algún error en alguna coma cuando decíamos eso, que le faltaba algún cero). “Piensen en el mercado latinoamericano, en el mercado de habla hispana, en América Latina, España y el mercado de habla hispana en Estados Unidos, que son 38 millones declarados”.

Los entusiasmó eso porque el embajador uruguayo en la India está muy activo y el presidente acá en el país los instó, a raíz del trabajo que se hizo aquí en Uruguay para traer a Tata. Siempre digo que eso fue un punto de inflexión importante; Tata es una empresa que hace software para el mundo: se instaló aquí hace un año, es la empresa más grande de la India y empezó con dos empleados; hoy tiene 100 y a fin de años va a tener 200. O sea que en dos años Tata, con su alcance internacional, va a generar acá un centro de desarrollo eventualmente de casi el mismo tamaño que las empresas uruguayas que se han generado en 20 años aquí. Vamos a aprender mucho de esas cosas, es como traer un jugador global, un jugador de clase mundial. Los estándares de trabajo, el manejo de proyectos, el diseño específico, nos van ayudar a levantar nuestro nivel.

EC - Este tipo de puestos de trabajo que para nuestro país implica una oportunidad interesante en este momento, en la medida en que la empresa resuelve dónde instalarse evaluando muy cuidadosamente una cantidad de factores, entre ellos, obviamente, los costos, ¿no es un tipo de puestos de trabajo frágil, algo que así como se instala en Uruguay, pero si cambian tales o cuales variables al poco tiempo se va?

EB - Primero: este es un mundo libre.

EC - Relaciono esto con una pregunta que algún oyente formula y que es cantada después de un razonamiento como el que tú has hecho: ¿cómo se relaciona esta propuesta o este énfasis con el debate, tan frecuente en Uruguay, entre país de servicios o país productivo?

EB - Muy bien. Me hace mucha gracia la dicotomía. Uno tiene que ser lo mejor que puede ser en cada una de las áreas en las que puede ser algo. Tiene que entender cuáles son sus fortalezas y en todas poner su máximo esfuerzo, pero tiene que entender cuáles son. Hay cosas que no vamos a poder hacer nunca, pero hay cosas que sí podemos hacer y en las que estamos haciendo, que somos buenos, deberíamos ser mejores y si somos competitivos de clase mundial deberíamos seguir invirtiendo.

Para mí no hay dicotomía: tenemos que seguir haciendo algunas cosas del mundo agropecuario industrial cada vez mejor y ser los mejores en eso y ser los mejores en el área de servicios en lo que tenemos valor agregado. Por eso insisto en tener valor agregado: uno está compitiendo en este planeta y si piensa que el futuro está determinado porque… No: mañana no sabemos qué va a pasar, y pasado menos. Si hay una cosa que tenemos clara en este mundo y lo que está pasando, es que la incertidumbre está instalada. Y no estamos solos; Uruguay compite con todos esos países que se mueven todos los días mientras nosotros discutimos sobre las patentes. Por eso digo que la instalación de este debate es clave, no es una dicotomía “vamos a hacer esto o aquello”. Vamos a definir cuáles son las áreas en las que somos buenos, cuáles son nuestras fortalezas, tanto en el área industrial como en la productiva, y cuáles son áreas en las que somos buenos y tenemos valor agregado en el área de servicios. Y tenemos que invertir en tecnología e investigación para cambiar el paradigma de Uruguay.

Lo que me entusiasma de hacer este debate y hablar estas cosas es que el mundo es enorme, nadie puede decirme que no hay oportunidades en este mundo para tres millones de habitante que estamos aquí y que tenemos una oportunidad de desarrollo. Con lo poco que hemos hecho nos ha ido relativamente bien, más vale que salgamos de donde estamos y pensemos en nuevas cosas.

***

EC - Hay varias preguntas de oyentes. Por ejemplo, esta que envía Milton desde Goes: “Entiendo a Baliño, estoy de acuerdo con él, pero faltan medidas concretas bien específicas. ¿Cómo se hace?”.

EB - A mí me gusta mucho debatir este tema en particular: ¿qué hay que hacer? Lo primero que hay que hacer es… Porque siempre miramos la vereda de enfrente, qué tienen que hacer los políticos, qué tienen que hacer los empresarios, qué tienen que hacer los estudiantes, qué tienen que hacer los gremios… Cuando uno hace toda esa lista de cosas, en alguna de esas categorías cae, porque uno está en alguna de esas categorías.

Lo primero que uno tiene que hacer es cambiar uno mismo; primero tenemos que romper cada uno de nosotros los paradigmas de cada uno tiene. Enseñemos con la palabra y contagiemos con lo que hacemos. Entonces lo primero que digo es qué va a hacer cada uno de nosotros. En tu editorial de esta mañana fuiste muy claro, dijiste qué vamos a hacer los medios para instalar el debate sobre el futuro y cómo lo construimos. Cada uno en su área de acción, un empresario tiene que mirar para afuera, tiene que separar en dos (estas son medidas muy concretas), tiene que hacer una raya y poner de un lado las cosas que no puede manejar, que no están en sus manos –hay muchas cosas que no están en las manos de la gente– y del otro lado ponga todas las cosas que sí puede manejar, que debe manejar y que debe transformar.

Les voy a decir algunas. Tenemos que ser mejores vendedores, y para eso no hay que pedirle permiso a ningún político ni a ningún gobierno. Segundo, tenemos que ser mejores gerentes; uno de los problemas más graves que tiene Uruguay es que no tiene buenos gerentes, somos grandes debatidores pero no ejecutamos, no tomamos decisiones ni ejecutamos. Tenemos que mejorar nuestro grado de asociatividad entre las empresas, conozco empresas que se han conocido en México, cuando sus oficinas están a dos cuadras de distancia y, si no nos hablamos entre nosotros, no sabemos qué está haciendo el que está al lado porque no gastamos energías en el grado de asociatividad que tenemos que tener.

Esas tres cosas no dependen de ningún gobierno sino de las empresas. Y yo, que tengo la oportunidad de asesorar a muchísimas empresas –después de que me fui de IBM tengo la enorme suerte de ir a trabajar a muchas empresas–, veo que esas tres cosas son comunes a absolutamente todas las empresas y son inhibidores internos del crecimiento, del desarrollo y de mirar para afuera.

Del lado de las cosas que no se puede manejar hay que hacer algo más estructurado, no puede ser una queja espasmódica. Una de las cosas que Uruguay tiene que hacer definitivamente es cambiar su esquema de comunicaciones, tiene que tener una velocidad muchísimo más grande, un ancho de banda muchísimo más grande y tiene que ser muy barato conectarse a Internet desde cualquier lado para hacer cualquier cosa. Es una cosa fundamental que tienen que atacar los gobiernos, porque eso es la estructura, tiene que haber libre competencia –si es posible– en el tema de las comunicaciones internacionales, si fuera posible en las locales, porque ese es uno de los problemas más graves que tenemos en Uruguay. En eso no somos libres, los uruguayos no somos libres en la elección de a quién le compramos la electricidad, en el precio que podemos pagar por las naftas, en el precio que pagamos por las telecomunicaciones. Al no ser libres en eso estamos atados a una decisión que tiene que venir de otro lado. Y ahí los uruguayos también tenemos algo que hacer, ahí es cuando empezamos a pensar en los votos, en los plebiscitos. Tenemos que actuar de acuerdo con nuestra conciencia y saber si lo que firmamos nos perjudica o nos favorece, pero tenemos que saber qué hacemos; es la responsabilidad individual de cada uno. Después no podemos echarles la culpa a los demás porque nos aumentan los impuestos.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón

El Uruguay del futuro. Conferencia del ingeniero Enrique Baliño en el Rotary Club (06.05.03)


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