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Kelly, la víctima inglesa más notoria de la guerra de Irak
Desde Londres, politólogo Francisco Panizza: La pérdida de credibilidad de Blair puede afectar al laborismo en las próximas elecciones. La gente apoya la independencia de la BBC, aunque se cuestiona que se haya basado en una sola fuente, o que haya exagerado lo que el científico afirmó.
EN PERSPECTIVA
Lunes 21.07.03, 07.35.
EMILIANO COTELO:
Continúan las derivaciones de la invasión a Irak. Esta misma mañana, un soldado estadounidense y su intérprete murieron al ser alcanzados por una granada en Bagdad. Este ataque eleva a 38 el número de militares muertos desde que el presidente de EEUU, George W. Bush, proclamó el fin de la guerra.
Pero lo más fuerte en esta materia ocurrió durante el fin de semana, en Gran Bretaña. Allí tuvo lugar un capítulo particularmente grave de esta polémica en torno a lo que algunos denominan “mentiras de guerra”.
El primer ministro británico, Tony Blair, atraviesa la crisis más severa a raíz de lo ocurrido con el científico David Kelly, encontrado muerto el viernes pasado. Ayer, Blair descartó la posibilidad de renunciar debido a este fallecimiento. "Evidentemente creo que estoy haciendo lo correcto para el país, de lo contrario no estaría ocupando este cargo", dijo Blair, respondiendo a los pedidos de dimisión efectuados desde su propio partido, el laborismo. No obstante, el primer ministro aseguró que asumirá la responsabilidad si se demuestra que algún miembro de su gobierno actuó en forma incorrecta. "Uno tiene que tener las espaldas anchas en este trabajo. Yo las tengo", aseveró en el marco de su gira por Asia, la que se negó a cancelar por este escándalo.
Asimismo, Blair rechazó la petición lanzada por la oposición de su país, en cuanto a convocar al Parlamento -actualmente en receso por vacaciones- para investigar el modo en que el gobierno británico trató la información de los servicios secretos sobre el régimen de Saddam Hussein. Desde su punto de vista esto generaría "más fuego que luz" y, según él, lo que corresponde ahora es "un período de reflexión para que el juez pueda trabajar y para que la familia tenga un tiempo de luto". El primer ministro se mostró dispuesto a declarar en la investigación.
Blair efectuó esas declaraciones poco después de que la BBC admitiera que el científico hallado muerto el viernes, en lo que aparentemente fue un suicidio, había sido la fuente principal de la emisora para los reportajes sobre la presunta exageración y manipulación de informes de inteligencia para justificar la guerra contra Irak.
Aquel reportaje sostuvo también que, como parte del maquillaje de información, se había insertado el dato de que Saddam Hussein podía lanzar un ataque con destrucción masiva en 45 minutos.
El director de BBC News, Richard Sambrook, identificó al científico como la fuente principal de dos de sus periodistas, Andrew Gilligan y Susan Watts, cuando ambos informaron que el gobierno había forzado su argumentación para justificar la guerra.
En su momento, la denuncia de la BBC salpicó directamente al director de comunicaciones y estrategia de Blair, Alistair Campbell, y al ministro de Defensa, Geoffrey Hoon.
El doctor Kelly, un respetado biólogo de 59 años, experto en armas de destrucción masiva que trabajaba para el Ministerio de Defensa británico, había estado 37 veces en Irak con los inspectores de Naciones Unidas. Fue encontrado el viernes cerca de su casa, al oeste de Londres, con las venas de la muñeca izquierda cortadas. Había salido a caminar el jueves y ya no regresó. Al lado de su cuerpo la policía encontró un cuchillo y un frasco de analgésicos.
Dos días antes, Kelly tuvo que defenderse de un duro interrogatorio en una comisión parlamentaria, luego de que el propio ministro Hoon (a quien Kelly asesoraba) dio su nombre acusándole de ser la fuente de la BBC, y dijo además que le había “traicionado”. La hipótesis más extendida sobre el presunto suicidio de Kelly es que no pudo soportar la presión emocional que le puso en el centro de una feroz pelea que viene sosteniendo la BBC y el gobierno de Tony Blair.
***
Estamos ahora en comunicación con Londres, en diálogo con el politólogo uruguayo Francisco Panizza, profesor de Política Latinoamericana en la London School of Economics. Qeremos tener tu visión sobre esto que ha conmovida a Gran Bretaña y a buena parte del mundo en estos últimos tres días. ¿Cómo situarías la gravedad de estos hechos para el debate político en curso en Londres?
FRANCISCO PANIZZA:
Para empezar creo que, como decías bien en la introducción, esta es la crisis política más importante en los siete años de las dos administraciones del primer ministro Tony Blair. Porque lo que está en juego ahora es una batalla por la credibilidad personal del primer ministro. Cuando un político –y cuánto más un primer ministro— pierde la credibilidad, pierde lo más importante que tiene. Eso es lo que está en juego en este momento.
EC – ¿Qué puedes agregar en principio respecto a la BBC, que también está en cuestión?
FP – La batalla por la credibilidad se ha personalizado entre el gobierno (diría que entre el primer ministro y su director de comunicaciones, Alistair Campbell) y la BBC, en torno a quién ha dicho la verdad en este episodio que, pese a los ríos de tinta y horas de televisión transcurridos en las últimas semanas, es cada vez más oscuro. ¿Dijo la verdad la BBC cuando informó que el doctor Kelly dijo a su periodista que el gobierno, y particularmente Alistair Campbell, habían manipulado el informe de los servicios de inteligencia? ¿O, como dijo el doctor Kelly en la Comisión de Relaciones Exteriores que lo interrogó, no reconocía en la entrevista de Gilligan lo que él había dicho? En esto se está jugando un enorme capital político, una enorme lucha por el poder, que se ha personalizado entre la BBC y el gobierno. Cualquiera se el que pierda va a pagar un precio muy alto.
EC – ¿Está claro, a esta altura, que la muerte de Kelly fue suicidio?
FP – Como se hace en estos casos esto llevará una autopsia oficial. Podríamos hablar de cualquier tipo de teorías conspirativas, pero nadie realmente piensa que puede haber sido otra cosa que un suicidio; sería entrar en cosas que serían inconcebibles por lo menos en Inglaterra. No es lo que está en el centro del asunto.
EC – De todos modos, la hipótesis del suicidio es realmente removedora: estamos ante un hombre que, por lo visto, no pudo soportar la presión a la que terminó sometido como parte de esta polémica pública.
FP – El suicidio, si se confirma, es igualmente terrible no sólo como tragedia personal sino por su repercusiones políticas. Mucha gente y muchos periódicos han acusado al gobierno de haber puesto a esta persona, a este respetado científico, en una posición imposible; bajo una presión tan tremenda por cuestiones políticas que no pudo aguantar una persona que no estaba acostumbrada a las luchas políticas, a que su nombre apareciera en las portadas de los diarios, y finalmente tomó esa lamentable decisión.
EC – Para terminar de ubicar el tema: el doctor Kelly no fue inicialmente mencionado por la BBC en sus reportajes, pero él tomó la iniciativa de reunirse con sus superiores y reconocer que había tenido un encuentro con el periodista que difundió el primer informe. Ese encuentro de Kelly con sus superiores derivaría luego en que, desde el Ministerio de Defensa, se hiciera trascender el nombre de Kelly como posible fuente de la BBC, y comenzara una pulseada para que la emisora oficial reconociera que Kelly había sido efectivamente su informante.
FP – Efectivamente, la BBC –tal como es tradición del periodismo no sólo aquí sino en todo el mundo— no revela sus fuentes cuando actúan en forma confidencial; es casi como el secreto del confesionario para la Iglesia Católica. Los periodistas deben proteger a quienes les dan información confidencial.
Efectivamente, la BBC se plantó muy firmemente en toda esta polémica, rehusándose a revelar sus fuentes hasta que, ocurrida la tragedia del doctor Kelly, lo reconoció. Pero antes de la muerte la BBC se había mantenido muy firme en no decir quiénes habían sido las fuentes, o quién había sido la fuente principal del reportaje de Gilligan.
Ahora esto es público, y mucha gente cuestiona también a la BBC porque existe una contradicción entre el reportaje de Gilligan y las declaraciones del doctor Kelly ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. No pueden decir la verdad los dos: algunos dicen que el doctor Kelly pudo dar información a Gilligan pero éste haberla exagerado, y de eso se agarra el gobierno para presentar la mejor cara posible, como que fue la BBC la que se equivocó en esta situación. Primero, por haber confiado en una sola fuente, y segundo por distorsionar lo que esa fuente le dijo.
EC – Pero las responsabilidades apuntan también al gobierno, por el hecho de que el nombre de Kelly se haya filtrado desde el propio gobierno. Kelly se reunió con sus superiores, reconoció que conversó con un periodista en un hotel británico, pero había obtenido garantías en cuanto a que su nombre no circularía. Y eso luego no se cumplió.
FP – No estoy seguro en cuanto a las garantías otorgadas por el gobierno. Aquí existe una muy fuerte tradición de protección a los funcionarios públicos (aunque Kelly no lo era estrictamente). Los funcionarios públicos no aparecen en la prensa, su asesoramiento al gobierno es confidencial, no son figuras que aparezcan y den declaraciones a los periodistas. En ese sentido, podría decirse que se violó esa tradición. El Ministerio de Defensa razona “Si hubiéramos dicho que identificamos a la fuente de Gilligan y no hubiéramos dado el nombre, la presión de la prensa para conseguir ese nombre hubiera sido intolerable. Hicimos lo único que podíamos”. Pero ese es uno de los puntos más controversiales. Habrá una investigación pública presidida por un juez que va a tratar de sacar a luz todo lo que llevó al aparente suicidio del doctor Kelly, y de los resultados de esa investigación (que llevará algunas semanas) dependerá mucho la suerte... no diría del primer ministro Blair pero sí de su gobierno a largo plazo, y de su director de comunicaciones, Alistair Campbell a corto plazo.
EC – ¿En qué medida sigue el debate sobre la cuestión de fondo, la calidad de la información a partir de la cual se fundamentó la invasión a Irak?
FP – Efectivamente, esta batalla entre el gobierno y la BBC es una batalla menor de una guerra mucho más importante: la justificación de la guerra contra Irak. Aquí la guerra fue bastante impopular, especialmente dentro de los sectores más de izquierda del Partido Laborista. El gobierno, especialmente el primer ministro Blair, fueron muy, muy persuasivos al afirmar que Irak tenía armas de destrucción masivas, y dentro de ellas la famosa afirmación de que podía usarlas en 45 minutos. Lo que algunos analistas consideran es que, si no aparecen pruebas concluyentes de que Irak tenía esas armas de destrucción masiva, a Tony Blair le será muy difícil enfrentar las próximas elecciones, para las que aún faltan un par de años.
EC – Dices que no es posible pensar una renuncia de Blair. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias, quién va a “pagar” por la muerte del doctor Kelly?
FP – Quien más probablemente sea el que pague sea el muy influyente, muy poderoso y muy, muy controvertido director de comunicaciones del gobierno, Alistair Campbell, quien ha tenido enfrentamientos con la prensa no sólo ahora sino de muy larga data, y contra quien la prensa ha llevado a cabo una campaña sistemática.
La situación de Tony Blair es mucho más fuerte, porque tiene una mayoría muy importante, de más de 150 bancas en el Parlamento. Salvo que tenga una debacle interna dentro de su partido, su posición no está en riesgo ahora. El problema es más largo plazo, porque la pérdida de credibilidad del primer ministro ya se estaba empezando a ver, y la pérdida de popularidad, puede afectar en el mediano y largo plazo la situación de Partido Laborista y sus posibilidades en las futuras elecciones.
EC – Ya que hablas de popularidad, ¿qué dice la gente en Gran Bretaña sobre el criterio periodístico de la BBC, sobre todo a partir de la forma en que siguió todas las alternativas de la invasión de Irak?
FP – No he leído encuestas de opinión sobre esto, pero se ha dado una enorme polémica en la prensa al respecto. La gran mayoría de los periodistas tienen a pensar que la BBC ha estado bien en proteger a sus fuentes y no dar el nombre del doctor Kelly, pero algunos empiezan a cuestionar el uso que hizo Andrew Gilligan de la información que el doctor Kelly le dio. Empiezan a cuestionar la veracidad de la información de Gilligan.
EC – Mi pregunta iba un poco más allá, porque desde aquí tengo la impresión de que la política editorial de la BBC ha sido fuertemente crítica de la idea de invadir Irak.
FP – No diría que ha sido crítica, sino que la BBC ha mantenido una excelente tradición de independencia (con el actual gobierno y con el anterior de los conservadores) y de objetividad editorial. Eso, comparado por ejemplo con las grandes cadenas norteamericanas, que en su inmensa mayoría se transformaron prácticamente en portavoces del Departamento de Estado o el Departamento de Defensa, marca un contraste: hubo muchos más matices, mucho más críticas en la información de la BBC que en las cadenas norteamericanas. Pero eso no hace que editorialmente haya tenido una posición crítica respecto a la guerra, sino mantener una posición objetiva y de excelente calidad periodística.
EC – A propósito de esa política, ¿qué dice la gente?
FP – En general es favorable a la BBC. La BBC y el Servicio Nacional de la Salud son las dos grandes instituciones públicas de este país y, aunque la prensa más de derecha, la más allegada a los muy, muy importantes intereses del grupo Murdoch que controla aquí a buena parte de la prensa escrita y que tiende a ser muy dura con la BBC, la opinión pública la ha apoyado.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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