CANTIDAD Y CALIDAD EN LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
La cuotificación política de las mujeres en discusión
Se discute si la “discriminación positiva” contribuye a enriquecer la democracia - un sistema cambiante, en construcción permanente -, o si los legisladores deberían ser capaces de representar a todas las categorías de la sociedad, independientemente de su propia condición. Diputado colorado Ronald Pais, politóloga Niki Johnson, abogada Casilda Echevarría y diputados frenteamplista Margarita Percovich.
En perspectiva
EN PERSPECTIVA
Lunes 21.07.03, hora 8.40.
EMILIANO COTELO:
En Uruguay hay pocas mujeres en cargos políticos; eso es indiscutible.
Pero, ¿esta situación atenta en alguna medida contra la democracia?
¿Es necesaria una ley que imponga un cierto porcentaje mínimo
de mujeres en las listas electorales?
El debate en torno a la
“cuotificación política” se instaló en la Cámara
de Diputados el mes pasado, cuando la Comisión Especial de Equidad y
Género aprobó un proyecto
de ley en este sentido, que ahora está a consideración
del plenario del cuerpo.
Un proyecto que ha promovido
una polémica intensa y que ha provocado alineamientos a favor y en contra
que no se corresponden ni con los partidos ni con los sectores partidarios:
en todas las tiendas, en todos los grupos hay gente en una y otra postura.
Vamos a ocuparnos del tema
en una mesa redonda con cuatro polemistas. Por un lado tenemos dos diputados:
Margarita Percovich de la Vertiente Artiguista (VA), Encuentro Progresista -
Frente Amplio (EP-FA), impulsora del proyecto y Ronald Pais, del Foro Batllista
(FB), Partido Colorado (PC), opuesto al proyecto. De todos modos en el Frente
hay legisladores en contra del proyecto también…
MARGARITA PERCOVICH:
Es verdad.
EC - Y en el FB mismo hay
parlamentarios a favor del proyecto.
RONALD PAIS:
Efectivamente.
EC - Del otro lado de la
mesa están la politóloga Niki Johnson, del Instituto de Ciencia
Política (ICP) de la Universidad de la República, coautora de
una
investigación especial sobre este asunto, y que está
a favor del proyecto, ¿verdad?
NIKI JOHNSON:
Sí, es verdad.
EC - Y la abogada Casilda
Echevarría, integrante de La Tertulia En Perspectiva, quien más
de una vez se ha manifestado contraria a este tipo de mecanismo.
Comencemos. ¿Qué
dicen a propósito de este tema las comparaciones a nivel internacional?
El informe del ICP destaca que en las últimas elecciones ingresó
al Parlamento uruguayo un total de 15 mujeres, lo que equivale a 11,5 por ciento
del total de legisladores. Si consultamos la Clasificación Mundial de
Mujeres en Parlamentos Nacionales de la Unión Interparlamentaria vemos
que ese porcentaje ubica al país en el lugar 66º en un ranking de
181, por debajo del promedio mundial, que es de 15,2 por ciento, y muy por debajo
del promedio para las Américas, que es de 17,7 por ciento.
Esos son los datos fríos.
Mi primera pregunta es, justamente, para Niki Johnson, porque ustedes dicen
en el trabajo que la tasa de representación de mujeres en los órganos
electivos se ha transformado en un indicador más de medición de
la calidad de la democracia en nuestros países. ¿Podemos justificar
esa aseveración, que es muy fuerte? ¿Está en juego la democracia
o la calidad de la democracia?
NJ
- Esto tiene que ver, por un lado, con el hecho de que la democracia en realidad
no es una cosa congelada, fija, permanente, sino que está y debe estar
en permanente construcción.
Eso es lo que vemos a través
de los siglos: lo que se reconocía como democracia en el antiguo mundo
griego ahora nos parece de lo más restringido y excluyente. Y si miramos
50 años atrás ocurre lo mismo: vemos sistemas supuestamente democráticos
que ahora nos parecen excluyentes. Este indicador de medida de calidad de democracia
que es la representación femenina se empieza a incluir a raíz
de las críticas feministas que se hacen hacia los supuestos universalistas
de la democracia. La democracia se construye en imagen masculina, sobre normas
supuestamente neutrales pero que en realidad son masculinas. Esa crítica
es mucho más extendida, va más allá de los circuitos simplemente
feministas y se toma sobre todo a nivel de Naciones Unidas y de la Unión
Interparlamentaria, porque cuando se empezó a medir la consolidación
democrática –esto también fue hecho en esta región,
en América Latina– se vio que en las democracias más consolidadas
la participación de las mujeres era mayor y en las menos consolidadas
era menor. De hecho, había un grado de relación entre consolidación
democrática, calidad de democracia y participación de las mujeres
en política.
EC - Los demás, tanto
quienes están a favor como en contra de este proyecto, ¿qué
dicen sobre este tipo de enfoque?
CASILDA ECHEVARRÍA:
Creo que en la calidad de la democracia incluir o no un indicador como el que
maneja ella es un tema de criterios. Para mí la participación
de la mujer en política, en los grados de decisión en el Parlamento,
no es un indicador de calidad de democracia. Únicamente representa usos
y costumbres de una sociedad.
Primero quiero aclarar que
yo fui miembro de la Comisión Directiva de FUAAM (Fundación Uruguaya
de Ayuda y Asistencia a la Mujer) y también fui delegada del gobierno
ante la Comisión Interamericana de Mujeres, es decir que siempre he estado
promoviendo la igualdad de oportunidades de las mujeres en los ámbitos
laborales, en cualquier ámbito laboral, incluidos los ámbitos
políticos. O sea que lejos de estar en contra de ello, lo que quiero
señalar es que me parece que la participación de la mujer proviene
de una evolución, que nace a principios del siglo pasado, donde hay un
grupo de mujeres de avanzada que van luchando por sus derechos, logran primero
los derechos políticos, luego los civiles, y este proyecto sigue en evolución.
A tal punto sigue en evolución que si vemos cualquier ámbito de
actividad, en todos ellos va creciendo la participación de la mujer:
en el Poder Judicial, en la Universidad de la República, en todos los
demás. Entonces el hecho de que haya una baja tasa de participación
femenina en el Parlamento no hace que podamos deducir que en Uruguay hay un
freno desde la legalidad en contra de las mujeres; sí desde los usos
y costumbres, de los que después vamos a hablar.
EC - Diputada Percovich,
¿qué ventajas tendría que hubiera más mujeres, por
ejemplo en el Parlamento?
MP - Justamente, la visualización
de que en un sistema tan masculino, construido tradicionalmente por los hombres,
también pueden participar las mujeres. Porque si bien lo que decía
Casilda es verdad, en Uruguay se han dado saltos muy importantes con relación
a la participación de la mujer, su educación, su participación
en la Población Económicamente Activa y eso no condice con su
representación en los ámbitos de decisión. Eso es lo que
esta investigación del ICP llama la “anomalía” uruguaya,
del sistema político uruguayo. Es una anomalía de la construcción
de todos los Estados: los Estados y los partidos políticos fueron construidos
con una visión masculina.
EC - ¿En qué
cambiaría el Parlamento, por ejemplo, si la visión no fuera tan
predominantemente masculina?
MP
- Evidentemente hombres y mujeres somos diferentes, tenemos experiencias diferentes,
vivencias diferentes, y es bueno que al lugar donde se definen las cosas también
se traigan esas experiencias y esas visiones de lo que constituye más
de la mitad de la población del país. Eso es lo que hace, creo,
a la calidad de la representación democrática.
EC - ¿Qué
dice el diputado Ronald Pais a propósito de estos argumentos? Supongo
que pese a que es hombre no habla desde esa condición, porque en contra
del proyecto también hay mujeres, como vemos en esta misma mesa, y a
favor hay varios de sus colegas hombres también.
RP - Sí, efectivamente.
Además, por ejemplo, la diputada Lucía Topolansky hizo una argumentación
muy buena durante la discusión de la ley, justamente en contra de este
proyecto. Con respecto a que la participación de un género determinado
haga a la calidad de la democracia, creo que es un punto de partida harto discutible;
en la misma situación podría decirse que haría a la calidad
de la democracia la participación de determinados sectores de la sociedad
que practicaran determinada religión o que tuvieran determinada raza.
Creo que eso no hace a la calidad de la democracia.
Pero más allá,
aún admitiendo que pudiera ser una afirmación válida –dejando
la constancia del caso–, creo que no es un tema cuantitativo y que parte
de una presunción errónea, que es creer que las mujeres representan
mejor a las mujeres o que los hombres representan mejor a los hombres. En realidad
un determinado hombre puede representar mejor a las mujeres que una determinada
mujer, y una determinada mujer puede representar a los hombres mejor que un
determinado hombre. Por lo tanto no me parece que el tema sea solamente de estudio
cuantitativo, creo que faltan elementos cualitativos.
Evidentemente es cierto
que la participación de la mujer sigue siendo minoritaria en los cargos
de dirección o en los cargos políticos en general, también
en el Parlamento uruguayo; creo que ha crecido enormemente con el paso del tiempo
y eso ha sido un logro muy importante y también creo que si esta sociedad
tiene algunos valores machistas la mujer ha contribuido grandemente a mantenerlos.
EC - ¿Por qué?
RP - Porque muchas veces
nosotros mismos, desde nuestro propio hogar, fuimos criados con ciertos valores
machistas que nuestras propias madres alentaron. Entonces de alguna manera hay
una decisión de la propia mujer de cambiar esas reglas de juego, y además
se parte de que la mujer no puede crecer en su participación porque hay
determinadas reglas de los hombres que se lo impiden, cuando en realidad es
lo que habría que demostrar. Si esto es así, cómo podemos
llegar a neutralizar este tipo de reglas, o cómo podrían atacarse
otros factores, si los hubiera.
EC - Las tres mujeres de
esta mesa, desde posiciones distintas, quieren hacer comentarios a propósito
de lo que dijo recién el diputado Pais. Pero yo tengo una pregunta más:
en definitiva ¿usted entiende que la participación de la mujer
en el Parlamento, por ejemplo, debería ir siguiendo la evolución
natural que ha seguido hasta ahora, que no hay por qué forzar mecanismos
para aumentarla?
RP - Exacto. Creo que el
Parlamento debe estar integrado por quienes el pueblo entienda que son sus mejores
representantes. Eso más allá de los sexos: pueden ser todas mujeres
o todos hombres, eso no tiene nada que ver con las capacidades y los talentos.
EC - Una ronda de intervenciones
breves de las tres mujeres que pedían la palabra. Casilda.
CE - Creo que no hay nada
que demostrar en cuanto a que la organización del Parlamento y toda su
conformación está hecha para sus antiguos ocupantes unánimes,
que eran los hombres, tanto en términos de horarios como en otros. Recuerdo
que en la primera legislatura después del gobierno de facto no había
ni siquiera cuartos de baño apropiados para mujeres y cosas por el estilo.
EC - O sea que en algunos
de los supuestos de quienes impulsan este proyecto tú coincides.
CE - Por supuesto. No coincido
en el instrumento, que es otra cosa.
EC - ¿Niki Johnson?
NJ - Quería volver
al tema de la calidad de la democracia. Yo no digo que la participación
de las mujeres haga a la calidad: es uno de los indicadores; como también
hoy en día estamos viendo que el tema de la transparencia y de la accountability,
la responsabilidad frente a la ciudadanía, son temas nuevos a incorporar
para medir la calidad de la democracia.
En cuanto a lo que decía
el diputado Pais sobre la capacidad de los hombres para representar a las mujeres,
ese es un tema de debate muy importante, que tiene que ver con la representatividad
de la democracia. ¿Qué es la representación democrática?
En el concepto liberal es una representación ideológica que supone
que cualquiera puede representar a cualquiera, que no tienen que reflejarse
las características físicas ni socioeconómicas de ese sector.
EC - ¿Entonces?
NJ - Pero, ¿qué
es la representación democrática: cuál es su función?
Tiene dos funciones: la de deliberación, que es la representación
de todas las perspectivas que puedan aportar información y opiniones,
y la de agregación, es decir la representación proporcional de
todos los intereses que puedan estar en conflicto en torno a ciertos temas.
El problema es que es cuestionable
si realmente los representantes pueden ser capaces de representar desinteresadamente
los intereses de todos los grupos, cuando estamos hablando de sociedades organizadas
en base a relaciones históricas de dominación y subordinación
de ciertos sectores, y cuando los representantes provienen mayoritariamente
del sector dominante, y el sector subordinado se encuentra predominantemente
entre los representados, como son las mujeres, hay una desconfianza de las representadas
y desde los representantes hay actitudes de negligencia, de ignorancia o de
exclusión deliberada.
EC - Diputada Percovich,
entonces tendríamos que ir también a establecer otras cuotificaciones
para otros tipos de minorías. En este caso no estamos hablando ni siquiera
de una minoría, ¿no?, las mujeres son mayoría.
MP – No: somos mayoría
absoluta en todo el mundo.
EC - Digo minoría
en cuanto a cómo les ha tocado participar, de acuerdo a las “reglas”.
MP - Cada país debe
elegir cuál es la discriminación más notoria en su caso.
Estados Unidos ha hecho una política de acciones afirmativas con relación
a los negros –y obviamente también con relación a las mujeres–.
En este caso, en Uruguay, que tuvo, como se ha señalado, una inclusión
de las mujeres en otros aspectos tan importantes en relación a otros
países del mundo, no solamente de América Latina, donde las mujeres
están notoriamente subrepresentadas es en el sistema político.
Quiero comentar dos o tres
cosas que decía el diputado Pais. Es verdad que la cultura se reproduce
a través de hombres y mujeres; acá estamos tratando de dar señales
que cambien esa cultura, nada más que de eso se trata, porque el instrumento
que hemos elegido y la forma en que hemos elaborado este proyecto de ley no
van a provocar cambios demasiado grandes en la representación, por el
tipo de sistema electoral que tiene Uruguay. Les da visibilidad a los propios
partidos políticos, aquí hago un hincapié muy grande porque
me parece que la gran responsabilidad es de los propios partidos políticos,
de mirar y ver a las mujeres que sí militan en los partidos políticos,
de mirar y ver a aquellas mujeres capaces que existen y que tendrían
que tener un lugar, pero que la cultura que reproducimos todos, hombres y mujeres,
no deja ver.
EC - ¿Casilda?
CE - Simplemente quería
decir que a los efectos de la calidad de la democracia tenemos dos derechos
enfrentados: el derecho del ciudadano a elegir con la mayor amplitud posible
las listas que pueda elegir, y el de las mujeres a integrar las listas. En esta
contraposición es que yo fundamento mi posición de no obligar
a las listas a integrar un número mínimo de uno de los sexos.
Si algunas de las minorías o algunas de las categorizaciones de personas
–puede haber miles: por sexo, por género, por raza, color, lo que
fuera–, deberían integrarse en listas diferentes que marcaran sus
votos; naturalmente, una vez que los marcaran serían convocadas a integrar
las otras listas, que es en definitiva lo que se desea con este proyecto.
EC - Tú estás
proponiendo un mecanismo alternativo para fomentar o impulsar una mayor participación
de las mujeres.
NJ - Pero igualmente podríamos
decir que la libertad del electorado de elegir está coartada en tanto
no puede elegir mujeres, porque no están en las listas.
CE - Cualquiera puede presentar
listas, ¿no?
EC - Tú estás
proponiendo, Casilda, que haya listas sólo de mujeres, por ejemplo…
CE – No; yo no porque
no coincido en eso, coincido en la diversidad, estoy de acuerdo con la diversidad,
pero no con la diversidad obligatoria con una cuota. Si hay personas que se
consideran excluidas, no sólo mujeres –por raza, por religión,
por lo que fuera–, sería aconsejable que presentaran sus propias
listas, que marcaran sus votos, su fuerza en la ciudadanía y con eso
se integraran naturalmente.
EC - ¿Al diputado
Pais le gustó esa idea?
RP - Lógico, porque
si hubiera una relación entre el 52 por ciento del electorado, que es
femenino, con una representación femenina, y así lo vieran las
electoras mujeres, bastaría que hubiera en las internas una lista integrada
sólo por mujeres para hacer una lista mayoritaria en las elecciones internas.
Eso seguramente no va a ser así, y no es así porque además
queda librado a la iniciativa de las mujeres presentar esa lista integrada solamente
por mujeres, porque las propias electoras mujeres sabiamente estiman que el
tema del sexo no es lo fundamental cuando se juzga a los representantes.
***
EC - Voy a leer brevemente
lo que establece el proyecto de ley.
“Artículo 1º.-
Toda lista de candidatos que se presente en las diversas instancias electorales,
nacionales, departamentales o internas de los partidos políticos previstas
en la Constitución de la República, no podrá contener más
de 2/3 de integrantes del mismo sexo. Tal exigencia deberá cumplirse
en la ordenación en forma alternada y secuencial de la lista de candidatos
titulares y, cuando correspondiere, del primer tercio de la de suplentes, según
el sistema de suplentes elegido.
Artículo 2º.-
La integración de las listas referidas en el artículo anterior,
se efectuará incluyendo en cada secuencia de tres como máximo
dos postulantes del mismo sexo”.
Eso es lo básico
del proyecto de ley.
Quería preguntarle
a la politóloga Niki Johnson, ¿qué dice la experiencia
internacional? En los países en los que ha ido aumentando la participación
de la mujer en órganos de gobierno ¿ello ocurre porque se instrumentan
estos mecanismos?
NJ - Si miramos la clasificación
mundial de la Unión Interparlamentaria, de los 12 países que lideran
ese ranking 10 han implementado cuota. Creo que eso de por sí habla de
la efectividad de la medida. No en todos esos países se aplicó
la cuota de la misma manera; en la mayoría de los países europeos
se aplica a nivel partidario, no por vía legislativa, como se pretende
en este país. Tal vez eso sea porque los partidos están más
abiertos a tomar medidas concretas con respecto a aumentar la participación
de la mujer.
EC
- Diputada Percovich, ¿por qué este instrumento en particular?
¿Por qué este mecanismo, la figura de dos tercios, un tercio,
etcétera?
MP - En realidad es como
el cuarto intento de introducir esto, no solamente en los cargos legislativos
sino también en los partidos políticos. Cuando a partir de la
recuperación democrática se empezó a discutir una ley de
partidos políticos, ya la Red de Mujeres Políticas trató
de introducir la cuotificación en la conformación, en los reglamentos,
en las normativas de los partidos políticos. Finalmente esa ley nunca
salió, pero allí ya introdujimos el debate, porque para nosotras
es muchísimo más efectivo que sean los propios partidos políticos
los que establezcan la cuotificación en sus direcciones. Eso es lo que
produce que sean visualizadas mujeres por parte del sector, del partido político
y obliga a las mujeres a aceptar las responsabilidades de dirección y
a ir haciendo la práctica política que después naturalmente
genera que se las elija para los puestos legislativos.
En este caso, como legisladoras,
simplemente podíamos presentar un proyecto de ley que hiciera a la modificación
de la ley electoral. No obstante agregamos algunos artículos en los que
se propone como de interés general que los partidos políticos
establezcan esta misma medida en sus propios reglamentos, en sus prácticas.
Las compañeras del FB han incorporado –seguramente va a ser una
modificación que vamos a tratar en sala– también los cargos
ejecutivos, los cargos de responsabilidad que el presidente designa cuando se
elige a los ministerios; obviamente, no son cosas que se puedan definir por
ley, es una aspiración que el proyecto también presentaría,
con la cual estamos totalmente de acuerdo. En este momento no tenemos ni una
ministra mujer, ni una subsecretaria mujer.
EC - Se señalaba
aquí que lo lógico sería que desde los partidos políticos
se procesara internamente esta mayor presencia de las mujeres. ¿Por qué
no ocurre, diputado Pais?
RP - Es una discusión
diferente. Creo que allí podríamos examinar –es un deber
pendiente que tenemos los parlamentarios referido a una ley orgánica
de los partidos políticos– qué cosas podrían hacer
o ayudar a que la mujer participara más en política. No creo que
en esto que acaba de manifestar la diputada Percovich, que una ley deba crear
los mecanismos para obligar a las mujeres a participar en política –poco
más o menos es lo que ha dicho–. Creo que eso no debe ser así.
Nos oponemos a ese proyecto de ley, además creemos que es inconstitucional.
EC - ¿Por qué
razón es inconstitucional? Algún oyente se ha manifestado en ese
sentido.
RP - Porque viola el artículo
8º de la Constitución, que dice que todas las personas son iguales
ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre ellas sino
la de los talentos o las virtudes. Lo explicaba muy bien el doctor Barbagelata
analizando este principio, diciendo que se trata de “permitir que los hombres
–es decir los seres humanos, si no acusamos de machista también
a Barbagelata– puedan diferenciarse efectivamente según sus talentos
y sus virtudes, puesto que de lo contrario se privaría a los individuos
del medio de desarrollar sus personales facultades y con ello se privaría
definitivamente a la sociedad de su verdadero motor de progreso”.
Creemos que este es el sentido
de la disposición constitucional, que no debería haber una diferencia
en base al sexo, que no debería haber una cuota determinada solamente
en base al sexo, sea el sexo que fuere, naturalmente; en este caso estamos hablando
del sexo femenino porque es el que está en minoría. De la misma
forma que no debería haber diferentes cuotas para distintos sectores
de la sociedad porque ello llevaría a una especie de procedimiento maniqueo
de tratar de compartimentar la sociedad en distintos sectores, alguien haría
esa compartimentación y se trataría de que cada sector tuviera
su cuota de representación.
MP - Pero en algunos casos
tenemos cuotas, cuotas en la Constitución y cuotas en una cantidad de
leyes, y yo no he oído a nadie decir que sea inconstitucional.
RP - No.
MP - En base a otras consideraciones
que también son categorías. ¿Por qué los representantes
del interior tienen una cuota en la Constitución? Sin embargo todos hemos
aceptado pacíficamente y creemos que es democrático que aunque
algún departamento tenga muy poca población deba estar representado
en el Parlamento. Eso es una acción afirmativa.
RP - Eso es una concepción
del Estado…
MP - Pero es una cuota.
¿Por qué hemos aprobado leyes que cuotifican la participación
de los discapacitados en el Estado, que se los emplee?
CE - Eso es distinto.
MP - Pero es una categoría,
es una acción afirmativa.
CE - No, no, no. Eso es
diferente, porque justamente…
MP - Es un sector vulnerable.
CE
- Claro; además está justamente fundamentado en el artículo
8º de la Constitución. La de los discapacitados es la única
discriminación positiva que apoyo desde el punto de vista legal porque
verdaderamente esa gente está en inferioridad de condiciones respecto
de la gran mayoría de la sociedad para desempeñarse en distintas
actividades. Por lo tanto ahí sí creo que una discriminación
positiva es válida.
Pero lo que quiero decir
es respecto de si provengan o no las mujeres de los partidos políticos.
Eso también es un punto criticable. ¿Por qué? Porque no
es fácil la militancia dentro de los partidos, ya la primera segregación
se hace desde los partidos políticos hacia afuera. El hecho de considerar
que las mujeres van a ingresar desde los partidos políticos hacia los
cargos de dirección también es una forma gravemente discriminatoria
para todas aquellas mujeres que quisieran militar pero que no pueden seguir
el ritmo de la militancia política.
EC - Pero para llegar al
Parlamento no hay más remedio que pasar por los partidos políticos…
CE - No, yo no estoy de
acuerdo con la cuotificación. Tú podés largarte por lista
propia y no entrar en la estructura partidaria.
EC - Bueno, pero de hecho
vas a tener que conformar un partido.
CE - Un partido, sí,
pero no las estructuras partidarias existentes, que en los partidos tradicionales
y en el FA son duras y difíciles. Como decía Margarita, como venían
de antes están hechas desde una óptica muy masculina, entonces
lo que son las horas de reunión, los tiempos de duración, el hecho
de no tener posibilidades de flexibilizar los horarios de acuerdo a los tiempos
en los que los chicos están en los colegios, en las escuelas, en los
liceos, en lo que fuera, todo eso hace que sean menos favorables para la mujer
que para el hombre, entonces llegamos a que un 30 por ciento de las mujeres…
No sé si un 30, tampoco me gusta hablar de un 30, en primer lugar porque
no todas las mujeres tienen afiliación política, tampoco todos
los hombres; ¿qué porcentaje de hombres y mujeres tiene interés
en participar en la vida política? Nadie hizo esos estudios y no se sabe.
Segundo, tampoco creo que las mujeres que participan dentro de las estructuras
partidarias sean verdaderamente las más capaces.
MP - ¡Tampoco lo son
los hombres, por favor, Casilda, por Dios!
CE - ¡No, por favor!
¡Claro que no! Pero... ¡Margarita; por supuesto que no!
EC - Diputado, vuelvo sobre
una pregunta que le hacía hace unos minutos, que quedó sin responder,
y volvemos sobre esto que señalaba recién Casilda. Supongamos
que el proyecto no prospera; ¿qué puede hacer un sector político
como el suyo para fomentar la participación de la mujer? ¿Qué
está dispuesto a hacer para incrementar la participación de la
mujer en las direcciones partidarias y, sobre todo, en los organismos de gobierno?
RP - No lo sé, habría
que analizarlo. Puedo decir qué hice yo cuando tuve la posibilidad de
confeccionar alguna lista: en la que había menos había un 38 por
ciento de participación de mujeres; en la que había más,
que era la de San José, encabezada por una mujer, había 56 por
ciento, sin que nadie lo hubiera indicado y sin que hubiera una norma que me
obligara a hacerlo. Por lo tanto creo que en mi sector se busca esa participación,
se trata de incentivar.
EC - ¿Usted se refiere
a porcentajes que a su vez volvían viable efectivamente la designación,
volvían viable la elección?
RP - Naturalmente.
EC - Porque una cosa es
colocar el 50 por ciento de determinado lugar de la lista hacia atrás,
una cosa es intercalar…
RP - Pero si una mujer encabeza
una lista en la interna y esa lista vota muy bien, esa mujer seguramente va
a tener un cargo en la lista de diputados o en la lista de ediles, dependiendo
de lo que se trate. Por eso yo decía hoy que no hay mejor veredicto –además
es el único inapelable– que cuando se va a la elección, porque
allí quien mide la calidad de la representación, quien mide cuantitativamente
qué es lo que debe apoyar o no es el propio elector, y esa libertad del
elector o la electora es lo que no debemos coartar.
NJ - Yo quería volver
al tema de la inconstitucionalidad.
EC - Adelante.
NJ - Se argumenta que el
artículo 8º de la Constitución consagra la igualdad entre
todas las personas, no reconociendo ninguna distinción salvo talentos
y virtudes; quisiera remitirme a la Convención sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer, que fue aprobada
1979 y ratificada por Uruguay en 1981; se supone que al ratificarla entra dentro
del cuerpo legislativo nacional del país.
En esta Convención
los Estados firmantes se comprometieron no sólo a consagrar en sus constituciones
nacionales el principio de la igualdad entre el hombre y la mujer, que de hecho
hace al artículo 8º, sino también a asegurar por ley u otros
medios apropiados la realización práctica de este principio. Esto
refiere a que existe una brecha entre la igualdad formal, consagrada en las
leyes, y la igualdad de facto, la igualdad que se goza en el país en
el ejercicio de los derechos.
Yo diría que hay
una cierta contradicción por el hecho de que Uruguay ratificó
esa Convención. No solamente esa, pero esa es muy clara.
RP - No creo que exista
contradicción.
NJ - Después, por
otro lado, con referencia a lo que decía el diputado Pais en cuanto a
la necesidad de que los partidos tomaran otras medidas, quisiera decir dos cosas.
Primero, en general la cuota se toma como un último recurso. El primer
debate sobre la cuota fue en 1989 y desde entonces los dirigentes varones de
los partidos dicen que sería mejor que hubiera más mujeres en
cargos de poder, pero se han quedado en lo retórico, no han pasado a
tomar medidas concretas. Solamente un partido las implementó: el Partido
Socialista.
MP - Y el Nuevo Espacio.
NJ - Y el Nuevo Espacio.
Las medidas afirmativas que se han tomado –porque la cuota es una medida
de discriminación positiva, pero existen otras medidas afirmativas que
se pueden tomar para promover una mayor participación de la mujer–
en Uruguay han surgido, todas, de las mujeres mismas, no de las estructuras
partidarias. No se ha tomado desde los partidos una posición de “Vamos
a armar una política institucional para mejorar la participación
de la mujer”.
En contraste, si miramos
el caso europeo, por ejemplo, hay una recomendación de este año
del Consejo de Europa que plantea paralelamente dos tipos de medidas. Primero
el principio de paridad de género en todos los ámbitos de decisión,
públicos y políticos, todos, no solamente en cargos electivos.
Esa paridad de géneros se define como por lo menos un 40 por ciento,
y propone medidas para lograrla. Además de la cuota proponen más
de 20 medidas afirmativas que se pueden tomar desde los partidos políticos
y desde los gobiernos para fomentar el mayor ingreso de las mujeres. Entonces
no es que faltan mecanismos, no se toman.
EC - ¿Diputado Pais?
RP
- Una pequeña anécdota referida al tema de la Convención,
algo que aparece en varios sitios de Internet citado como una información
curiosa: Australia, que ratificó esta Convención, que además
es más amplia, porque el tema no es solamente la participación
política, es también la cuotificación laboral, reservó
una cuota de 25 por ciento para las mujeres en la construcción de carreteras,
y como las mujeres no tenían interés en la construcción
de carreteras quedó la cuota libre y ello provocó una serie de
inconvenientes con las empresas que tenían a su cargo esa construcción,
porque no podían llenarla con hombres que sí estaban dispuestos
a trabajar.
EC - Esa es una de las tantas
preguntas: ¿qué pasa si al establecerse una cuota en un partido
político, en una lista, no hay mujeres suficientes para cubrirla? ¿Se
va a ir a buscar por allí mujeres, simplemente porque sí, porque
existe la obligación legal?
MP - Si miramos la experiencia
de los países que han aplicado la cuota, acá al lado, las mujeres
aparecen, y después se multiplican porque hay una práctica política.
EC - La pregunta podría
ser: ¿hay un interés, una demanda efectiva de las mujeres por
una mayor participación, o estaremos dando pasos artificiales?
MP - Volvemos a lo mismo:
acá hay una cultura de que la práctica política es masculina;
estamos tratado de cambiar esa cultura. Este es un instrumento para tratar de
cambiarla y cambiar la cultura que tienen las mujeres con relación a
la política.
EC - El instrumento que
se está proponiendo en este proyecto, según los cálculos
de simulación que se han hecho en el ICP y trabajos que ha realizado
el propio Oscar Bottinelli en función de los resultados electorales de
los dos últimos comicios, no provocaría cambios muy sensibles
en la presencia de la mujer en el Parlamento. Por ejemplo; se daría una
mejora un poco mayor en el Senado que en la Cámara de Diputados, pero
no produciría grandes transformaciones. La diputada Percovich reconocía
eso más temprano. ¿Qué hay que entender, entonces: que
lo importante es que se apruebe esta ley como un gesto?
MP - Creo que la ley igual
implica alguna modificación y una obligación a no volver atrás
en la cantidad de mujeres que tenemos hoy; primera cosa. Segunda cosa: ¿por
qué lo hacemos? Para obligar a discutir a los partidos políticos;
es una señal política de obligar a debatir al interior de cada
uno de los sectores políticos. Quiero remitirme a la práctica,
porque se hablaba del tema de la representación: la mayoría de
las pocas mujeres que han ingresado al Parlamento siempre han puesto otros temas
que tienen que ver con intereses que no están generalmente en la agenda
política, que es construida tradicionalmente por los hombres y que atiende
a intereses de la vida cotidiana en la cual las mujeres no hacemos una separación
entre nuestra vida de todos los días y la vida política, la discusión
política y la inclusión de temas en la agenda. Creo que éste
es un tema que hay que visualizar, es distinto el aporte que estamos haciendo
las mujeres, esto favorece la democracia, favorece la agenda política,
enriquece las discusiones que se tienen que dar en Uruguay y las medidas que
se tienen que tomar.
EC - Casilda, ¿no
te convence esto de que una ley de estas características genera un hecho
político, un cambio, promueve una discusión y por eso mismo vale
la pena, tenga o no los efectos numéricos que se buscan?
CE – No. Este proyecto
de ley en particular no me gusta porque obliga a incorporar mujeres –o
cualquier otra categoría que fuere en otro proyecto de ley– en las
listas y eso limita la posibilidad del votante de votar libremente a los grupos
que quiera, más allá de que los que se han presentado hasta el
momento, los que integran el Parlamento hasta el momento, sean o no los más
capaces. La lucha tiene que seguir hacia adelante por los más capaces
de la categoría que sea, y por los que se puedan promover mejor dentro
de esa actividad.
MP - ¿Quién
selecciona a los más capaces?
CE - Es una selección
un poco natural. A eso voy: el tema es de evolución. Nosotras, que hace
muchos años que estamos en estos temas, sabemos muy bien que la evolución
ha sido buena, que en los últimos años ha sido rápida en
muchos sectores de actividad, y eso es mucho más sano que imponer una
cuota fija. Además no estoy de acuerdo en fijar un porcentaje X, cualquiera
fuera, porque ello determinaría por qué 30 y no 50, o por qué
10, quiénes somos las que queremos participar y las que no.
***
EC - La discusión
continúa. ¿Cuándo se vota en Cámara el proyecto
de ley?
MP - Estamos tratándolo;
ya van dos sesiones; seguiremos cuando se reanuden las sesiones ordinarias en
el mes de agosto… Tenemos un problema: como es una modificación
de la ley electoral, que obviamente requiere mayorías especiales, la
mesa de la Cámara de Representantes ha considerado que debe haber una
mayoría de 50 legisladores y legisladoras en sala para su tratamiento,
lo cual a veces no es fácil.