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El coronel Cordero no habla
Con el rostro oculto, cruzó entre los periodistas luego de permanecer refugiado durante más de tres horas en un estudio cercano. Acusado de apología del delito, recusa al juez a cargo de la denuncia. Crónica del Servicio Informativo de El Espectador.
EN PERSPECTIVA
Viernes 01.08.03, 08.00.
EMILIANO COTELO:
“¿Ven lo que pasa por hablar? ¿Y quieren todavía que hable?”. Lo dijo ayer un hombre que ofició ayer como guardaespaldas del coronel retirado Manuel Cordero, mientras el militar ingresaba a un automóvil cubriéndose el rostro con la bufanda y el sombrero.
ALFREDO DANTE:
Cordero se ocultó de la prensa durante más de tres horas, antes de la audiencia judicial en la que debía comparecer. Y la audiencia fue suspendida cuando el juez en lo Penal, José Balcaldi, avisó que no concurriría.
Cordero presentó un nuevo recurso, esta vez de nulidad, afirmando que Balcaldi fue “subordinado” suyo en las entonces Fuerzas Conjuntas (militares y policiales) durante parte de la dictadura militar. Sostiene que el juez no puede hacerse cargo del caso debido a esa relación anterior.
EC - Es más: Cordero acusa al magistrado de tener “sed de venganza” y lo califica de “hostil y parcial”.
AD - Cordero fue denunciado, un año y medio atrás, por apología del delito, y ya había recusado al juez Balcaldi por ser ex policía del gobierno militar, pero el magistrado rechazó esa recusación.
Ahora Balcaldi tiene que estudiar el recurso de nulidad que le presentó ayer la defensa de Cordero y decidir si lo rechaza, y en ese caso volverá a fijar una audiencia, o si deriva el asunto al Tribunal de Apelaciones.
EC - Esta polémica ya tiene casi dos años, porque arrancó en setiembre de 2001, con una entrevista del semanario Búsqueda con Cordero, en la que éste, entre otras cosas, sostenía que a efectos de combatir a la “subversión” podía justificarse la utilización de métodos “cruentos”. Recibió entonces una denuncia penal del Servicio Paz y Justicia, que lo acusó de apología del delito.
Gastón Bralich, del Servicio Informativo de El Espectador, estuvo ayer en los juzgados de la calle Misiones. ¿Qué fue lo que observaste?
GASTÓN BRALICH:
Ya hace algunos años que trabajo en esto y nunca me había pasado una cosa así. Ayer incluso se bromeaba con que el coronel retirado Manuel Cordero nos había sometido a una especie de apremio, de “plantón”. Dejó el juzgado sobre las tres de la tarde, junto a su abogado, Alejandro Pfeiff, tras haber presentado un recurso de nulidad. Pero, molesto por la presencia de la prensa, optó por refugiarse en el estudio jurídico del abogado Carlos Curbelo Tammaro, que está pegado a la sede judicial de la calle Misiones, y anunció que no se iba a retirar del estudio de Curbelo hasta que los medios de prensa se retiraran de la calle.
Así pasaron varias horas: esto había sido a las tres de la tarde y sobre las 18 y 30 se ve que se cansó y tuvo que salir junto a su chofer y guardaespaldas, que fue quien pronunció la frase con la que comenzaron ustedes. Con el rostro totalmente cubierto por el sombrero y la bufanda, pasó rápido, quizás incluso con un poco de atropello para quienes estábamos allí, y se fue sin hablar. De la misma manera, también sin hablar, llegó el juez José Balcaldi, quien si bien a las 15 horas anunció telefónicamente que no se iba a hacer la audiencia, sobre las 18 horas llegó al juzgado, supongo que a atender otros asuntos.
EC - En definitiva el trabajo dio poco jugo ayer.
GB – Sí. Tampoco se esperaba mucho: ninguno de nosotros esperaba que Cordero hablara. Lo que no estaba en el libreto era que íbamos a tener una espera de aproximadamente tres horas y media, debida a la insistencia de Cordero en exigir el retiro de los medios de prensa. Hablo de medios de prensa, no de manifestantes, porque no había nadie; solamente medios de prensa. Él había anunciado que hasta que no nos retiráramos no iba a retirarse del estudio de Carlos Curbelo. Incluso se dio la paradoja de que Curbelo tuvo que retirarse, sobre las 18 horas, terminando la jornada en su estudio jurídico, los abogados se fueron retirando poco a poco, y arriba sólo quedaron una secretaria del abogado, Cordero y su chofer o guardaespaldas, o ambas cosas al mismo tiempo, que lo acompañó y pronunció esa frase: “Ya vieron lo que le pasó por hablar y todavía le piden que hable”.
Esta es la crónica. Poco jugo, pero al menos una jornada curiosa.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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