11.08.2003










Ciclo “Hablemos del Futuro” (VII)

Cómo generar empleo genuino
y crecimiento sustentable

Los economistas Daniel Olesker (PIT CNT) y María Dolores Benavente (Cámara Nacional de Comercio y Servicios) exponen dos visiones contrapuestas sobre el rol del Estado como actor económico y social, la importancia relativa de los mercados interno y externo, y la matriz productiva óptima. Coinciden en que las medidas inmediatas deben estar alineadas con el proyecto de largo plazo.

EN PERSPECTIVA
Viernes 08.08.03, 08.40.

EMILIANO COTELO:
Aunque estemos saliendo efectivamente de la recesión, aunque el Producto Bruto Interno (PBI) en este año evolucione mejor de lo previsto en los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque se cumpla con los compromisos, las pautas que han estado circulando sobre cómo andaría la economía uruguaya en los próximos años, la pregunta más acuciante para todos hoy en Uruguay es cómo hacer para generar empleo en cantidades significativas, en corto plazo, pero sobre todo cómo generar, además, empleo genuino y cómo terminar consolidando un crecimiento que resulte sustentable, que no vuelva a ser víctima de vendavales regionales, por citar nada más que una posibilidad.

En torno a estas cuestiones hemos estado proponiéndoles a nuestros oyentes el ciclo “Hablemos del futuro”, que hoy retomamos con una nueva mesa redonda.

Hoy nos acompañan la economista María Dolores Benavente, asesora económica de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios, y vicepresidenta de República Afap, y el economista Daniel Olesker, profesor grado 5 del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración de la Universidad de la República, y director del Instituto Cuesta - Duarte (ICD), del PIT-CNT.

Van a hablar a título personal –vale la pena la puntualización–, aunque es obvio que van a tomar como base en varias de sus intervenciones estudios que las instituciones a las que están vinculados han hecho, en los cuales ellos mismos han participado.

***

Voy a la primera pregunta. En los debates previos de este ciclo surgió un consenso fuerte en cuanto a que con un crecimiento como el previsto por el gobierno (de 4 a 4,5 por ciento en 2004 y 2005, y de 2,5 a 3 por ciento en adelante) van a pasar muchos años antes de que se verifique una caída significativa en la desocupación.

Creo que ustedes están de acuerdo, esto no es nada del otro mundo; incluso trabajos del ICD han coincidido en esa apreciación; ¿no es así, Olesker?

DANIEL OLESKER:
Siempre que no cambien las políticas de empleo y los sectores que lideran el crecimiento, ese es el punto.

EC - La pregunta es: ¿qué se puede hacer en el corto y mediano plazo para fomentar la generación de empleo, para tirar abajo ese pronóstico que, en principio, se coincide que va a pautar el mercado de trabajo?

MARÍA DOLORES BENAVENTE:
En el corto plazo a veces es difícil pensar en soluciones mágicas; sin embargo uno tiene que tener claro que aquello que haga en el corto plazo no termine, por la urgencia del caso, deteriorando las verdaderas bases de crecimiento del mediano y largo plazo. Esto pasa; le pasa a uno hasta en la vida personal: a veces es tan acuciante el problema que se tiene que tomar una decisión que de repente va contra una mejor estrategia en el mediano y largo plazo.

Digo esto porque a veces la tentación de contrarrestar la falta de empleo con obra pública, a costa de mayor déficit y mayor gasto, o la tentación de tomar una medida dirigista en el mercado para solucionar algún problema puntual, lo que puede alejarnos de la verdadera senda de crecimiento. Si bien no hay soluciones mágicas, si uno, pasito a pasito, va aplicando soluciones que tiendan a consolidar el crecimiento del sector privado de la economía, no está errado: va a apresurar la salida y a la vez va a contribuir a que la misma sea duradera.

EC - Olesker, ¿tú estabas pensando en medidas de corto plazo de las que de algún modo aparecen vistas de manera crítica por Dolores?

MDB - Antes de responder eso, tú empezaste diciendo lo que me parece fundamental; aludo a estas discusiones porque hay que levantar un poco la cabeza y mirar el largo plazo, discutir un modelo de desarrollo es un poco esto. No nos tiene que pasar lo que nos pasó en los 90, cuando las tentaciones de corto plazo fueron bajar la inflación, desregular algunos aspectos, que tuvieron un éxito muy fugaz y –si bien no es el tema a discutir hoy– desde nuestra perspectiva fueron la causa de esta crisis.

Para mí hay tres cosas que hay que discutir de un modelo de desarrollo o de crecimiento.

La primera es qué vamos a producir, cuál es el perfil productivo. Ahí digo dos cosas como titulares. Una, que hay que pensar en producción de calidad y no de cantidad, en producciones de pequeña escala con alto contenido técnico. Dos, para que eso sea posible no hay otra forma que integrarse productivamente a la región. No comercialmente, que ya se hizo, se seguirá haciendo y está bien que se haga. Por ejemplo, hay algunas intenciones de que Uruguay produzca autos blindados; a Brasil no le sirve producirlos por el costo que tiene para su producción de escala; no digo blindar autos sino autos que ya salen blindados. Como este hay decenas de ejemplos. Si Uruguay lo hace fuera de la cadena automotriz brasileña tiene un costo y una capacidad de venta muy bajos; pero al revés, Brasil debería especializarse en producir algunos insumos, que tiene escala para producir, para la agroindustria uruguaya y argentina, para no tener que comprarlos en otro lado o que producirlos en Uruguay, lo que no tiene demasiado sentido. Ese es el gran primer gran elemento.

El segundo es un adecuado equilibrio del destino de esa producción entre mercado interno y mercado externo y, dentro del mercado externo, mercado regional y mercado extrarregional. Para eso, para que haya ese adecuado equilibrio, tiene que haber un mercado interno mucho más dinámico. Hay empresas que hoy están mejorando sustantivamente su capacidad exportadora, que cuando hacen el saldo neto –en los lácteos es bastante claro– con el mercado interno prácticamente están a cero, o sea que el efecto competitividad casi no las ayudó (de hecho las ayudó porque si no hubieran seguido cayendo) porque compensó con el mercado interno. Ese adecuado equilibrio entre mercado interno y mercado externo es importante.

Ahí es importante lo que decía Dolores, porque el liderazgo del sector privado en la actividad productiva, que comparto, no necesariamente está disociado del papel del sector público. Preguntémonos qué pasaría con la industria de la vestimenta uruguaya si el sector público decidiera que todos los uniformes, camisas y zapatos que da a los trabajadores públicos –muchos por convenio, como en el Banco República, etcétera– se compraran bajo acuerdos de concesión directa con productores nacionales. He estudiado ese tema de la industria de la vestimenta; esta industria podría tener rápidamente entre 8.000 y 10.000 puestos de trabajo, cuando hoy tiene 1.500, simplemente abasteciendo al sector público. Puede ser un poco más caro al principio, pero a mediano plazo no es más caro, creo que eso queda claro.

EC – La pregunta era respecto a medidas urgentes, que hoy, en los próximos meses, puedan fomentar, dinamizar el mercado de trabajo. Ustedes arrancaron para cuestiones más de fondo, que me interesaba discutir pero en la segunda parte de esta charla. Teniendo en cuenta cómo arrancó esto, ¿qué dice Dolores de lo que acaba de plantear Daniel?

MDB - Sin duda, creo que tanto Daniel como yo estamos medio escamados de escuchar tantas cosas todos los días; lo hablábamos antes de comenzar el programa, quisimos hacer esta aclaración de que es necesario mirar para adelante. Ya sabemos que estamos mal, que recién estamos empezando a salir, pero es necesario mirar un poco para adelante.

Si miramos la propuesta de país, que es a lo que apuntaba Daniel, tengo algunas coincidencias con él y puntos en los que discrepo. Pienso que tenemos cinco puntos fundamentales para plantearnos la estrategia del país que al menos yo considero adecuada.

Primero, retomar la confianza en los mercados. Porque en Uruguay se tilda a las políticas de liberales o de neoliberales, pero somos lo más dirigistas que hay; no se pierde oportunidad de intervenir en el mercado. Creo que hay que retomar la confianza en el mercado como asignador de recursos y el Estado con un papel de estrategia, de regulación, pero no de ejecución, por favor.

Segunda cosa, inversión. Me refiero tanto a la inversión física como a la financiera, o sea al financiamiento y a la inversión física en sí misma. Aquí es fundamental revalorizar el derecho de propiedad, que a nuestro juicio está bastante alicaído porque permanentemente estamos asistiendo a propuestas de refinanciaciones, de “perdonatutti”, de concordatos, de quitas, de moratorias.

Reducir la presión fiscal, tema que para mí es medular. No puede haber crecimiento del sector privado con esta presión fiscal de país desarrollado y este producto de país subdesarrollado.

Mejorar el acceso al crédito, que es la otra cara de la inversión.

Y por último una apertura comercial sana, no estar a merced del dumping de algunos países sino una apertura comercial sana porque un país de las dimensiones de Uruguay no puede tener su salida en la protección arancelaria, debe tenerla en el mundo.

O sea que si hablamos del largo plazo esos cuatro o cinco puntos –porque se puede resumir el de inversión en uno solo– son medulares.

EC - ¿Daniel?

DO - Como dijo Dolores, tenemos algunos puntos en común y algunas diferencias. Creo que nuestra diferencia básica radica en la forma en que vemos el papel del Estado, ya lo hemos charlado varias veces.

Tratando de combinar esta reflexión con el corto plazo, comparto el tema de la presión fiscal. Ya hemos trabajado sobre esto, hay un trabajo de [el economista Gabriel] Lagomarsino, el compañero que asesora a la representación de los trabajadores en el Directorio del BPS, sobre los cambios en el sistema tributario. Creemos que hay que modificar la presión fiscal mucho más desde el punto de vista de la composición que del volumen global.

Eso tiene que ver, por ejemplo, con la reforma tributaria que está en el Parlamento, que ayuda en este camino de recomponer la presión fiscal porque incorpora sectores como los arrendamientos o los profesionales por su valor real y no su valor ficto, una cosa insólita. Si soy profesional o asalariado pago un IRP real, pero si soy independiente pago un IRP ficto; es una cosa que no tiene mucho sentido. Avanza con parches pero avanza, por ahí hay un camino.

Por otro lado el tema de la recuperación de la confianza y el crédito también es muy importante. Antes de entrar conversábamos sobre la necesidad de pensar en estos instrumentos nuevos, como la securitización, el fideicomiso, etcétera, que de alguna manera están durmiendo en el Parlamento. Hay que despertarlos porque pueden ser mecanismos importantes, sobre todo para sectores de servicios, como la salud y el transporte, que se van a rearmar, a reajustar, a reformular y reconfigurar, pero para eso necesitan resolver su problema de endeudamiento. Este puede ser un buen camino.

¿Cómo combinaría eso en el corto plazo? El ministro Atchugarry ha anunciado que quiere negociar con el sector privado un incremento de salarios; propone que ese incremento sea con rebajas de IRP; se debe estar discutiendo, no conozco los detalles de esa discusión. Me parece que por ahí hay un camino que tiene que ver, sobre todo, con aquellos salarios que en el corto plazo… Evito la discusión sobre la justicia social, que me parece indudable, fuera de cualquier discusión: no hay nadie en Uruguay que no crea que los salarios de 2.000 pesos deben aumentarse. Hablo de la recuperación del mercado interno, creo que en ese adecuado equilibrio entre mercado interno y externo, que es de largo plazo, en el corto plazo hay un énfasis inicial en la recuperación de ciertos elementos del mercado interno que es prioritario porque rápidamente va a tener efectos sobre el mercado interno.

Eso puede tener dos problemas. Uno, las fugas hacia la importación, problema que a nuestro juicio hoy tiene baja probabilidad dado el paraguas protector que generó la devaluación, por lo menos hasta marzo – abril (habría que ver qué pasó con esta evolución medio rara del tipo de cambio en el mes anterior). El segundo riesgo hubiera sido que eso se hubiera destinado, en un marco de incertidumbre, al ahorro, a la compra de moneda extranjera, a la especulación y no al consumo. En general en los bajos ingresos es un riesgo bajo, pero hoy es más bajo porque hay un indicio de que hay una tendencia a mejorar el gasto de bolsillo, de que la gente ha empezado a sacar la plata del bolsillo, a tomar confianza en comenzar a reconstruir otra vez. No sé si la Cámara de Comercio tiene alguna información sobre eso, sobre cómo se ha desarrollado; no tengo información muy reciente, pero tengo la intuición y algunas informaciones.

Creo que, en ese adecuado equilibrio, el mercado interno tiene hoy una cierta prioridad. Y esto que decía de los sectores que crecen, eso depende mucho de cómo se afecta sobre el empleo. En este ciclo de entrevistas se ha dicho que mientras las políticas de empleo no cambien… Es una hipótesis, porque pueden cambiar. El trabajo de [el economista Jorge] Notaro, que leí, del cual comparto básicamente el enfoque del modelo que hace, parte de esa base_ de que las políticas no cambien. Y yo creo que pueden cambiar. ¿Cómo pueden cambiar? A través de mecanismos –aquí sí, con Dolores lo hemos discutido varias veces y tenemos una diferencia de punto de vista–, en la medida en que haya una desviación de la asignación natural de recursos, privilegiando con premios económicos la contratación de mano de obra. Creo que se puede hacer en el corto plazo. Premios verdaderos; la reducción de aportes patronales es un premio que ya hoy está topeado; es muy difícil discutir si tuvo efectos o no porque se hizo en un marco de recesión, pero está acotado. Pienso que se puede pensar en otros tipos de premios que efectivamente permitan, por ejemplo, mercados. El Estado puede conseguir mercados en el exterior –el Estado o INAC, por ejemplo– que luego puede distribuir. La cantidad de empleo que la empresa tenga puede ser un factor de diferenciación en la asignación de esas cuotas de exportación a unos y no a otros.

***

EC - Ha quedado pendiente ver cómo se hace, en el corto y el mediano plazo, para generar más puestos trabajo que los que en principio se pronostica en función de la evolución de la economía que está programada. ¿Cómo se hace para que la dinamización del mercado de trabajo sea más fuerte?

MDB - Quería referirme a una cosa que dijo Daniel, que la parte de reducir el aporte patronal ya estaba como agotada en términos de generar empleo. Justamente, el único sector que hoy día paga aporte patronal es el de comercio y servicios, que es el que más gente emplea, porque ocupa a más del 45 por ciento de la mano obra y contribuye con más del 45 por ciento del PBI. Sin embargo ese sector, que es el empleador por excelencia (si se le agrega el sector financiero paga mucho más) es el que más impuestos paga después del consumidor: paga el 76 por ciento del resto de los impuestos. Si habrá terreno para andar en el camino de reducir aporte patronal, pero con un horizonte de sostenibilidad y previsibilidad. Porque si yo reduzco el aporte patronal por un año, nadie va a contratar, nadie va a hacer un plan de negocios de mediano y largo plazo por una exoneración temporal. Esto tiene que tener una previsibilidad. Por eso creo, y discrepo con Daniel, que el gasto público tiene que ser lo más barato posible; no me importa si compro acá o fuera, tiene que ser lo más barato posible, ese Estado tiene que ser lo más reducido posible para tener impuestos bajos y no ahogar al sector privado para que éste sea el que genere los puestos de trabajo.

EC - En la propuesta de reducción de aportes patronales para el sector servicios, la pregunta que aparece automáticamente es: ¿cómo se hace, con los problemas fiscales que tiene hoy el país, para otorgar un incentivo de ese estilo?

MDB - Nuevamente, es un tema de estrategia. Obviamente no se puede hacer de la noche a la mañana, pero si el sector privado viera que hay un norte, si le dicen: “Yo voy a empezar a cerrar estructuras improductivas del Estado, voy a cerrar el Ministerio de Deportes, voy a cerrar un montón de ministerios sectoriales, voy a reconvertir el Ministerio de Defensa y con esos ahorros (que en la Cámara de Comercio hemos cuantificado, que implicarían que la gente que empezaría a quedar excedente iría a un seguro de paro por un año o dos) usted le da un horizonte a la gente, con esos ahorros le voy a ir bajando de a dos puntos el aporte patronal”. O el IRP, al que estamos embromando: cada punto del IRP –según decía el otro día el ministro– recauda 20 millones de dólares, y el último aumento de salarios que se dio a los funcionarios públicos costó alrededor de 20 millones de dólares. ¿Entonces de qué estamos hablando? Creo que el sector privado necesita un horizonte, que le digan “Voy hacia allá, voy a bajar la presión fiscal y la voy a bajar porque voy a reducir el gasto por cantidades, cerrando ministerios, cerrando unidades ejecutoras”; teniendo una contemplación con la gente, porque nadie está pensando en echar gente a la calle con la tasa de desempleo que tenemos ahora. Es la única manera de decirle al sector privado “Voy para allá, y la presión fiscal va a bajar. Y va a bajar para siempre: no circunstancialmente porque se me dio la coyuntura, te bajo un punto a ti y se lo subo a otro”. No administrar la pobreza: debemos empezar a mirar una estrategia y dar señas claras al sector privado para que empiece a contratar gente.

EC - ¿Con estas señales alcanza para que se empiece a contratar gente rápidamente, para que la industria hotelera, por ejemplo, pueda aprovechar una capacidad ociosa que hoy tiene instalada?

MDB - Hay un cúmulo de cosas. La producción privada requiere adecuados impuestos, competitividad en su ecuación y un buen acceso al crédito. El acceso al crédito está demorado hasta que no se aprueben estos instrumentos que mencionaba Daniel, porque el acceso tradicional al crédito, el sector bancario, está muy congelado. Ahí sí es necesaria una intervención del Estado y resulta que estamos hace no sé cuántos meses con unanimidad de los partidos y el proyecto de fideicomiso aún no ha salido. Este tipo de cosas merece que los poderes intervengan para ayudar a salir al sector privado. No sé si alcanza, pero no me cabe duda de que es el camino adecuado y por ahí hay que caminar.

EC - ¿Olesker?

DO - Respecto de esto último del corto plazo, comparto que el comercio y los servicios son un sector clave para el empleo, pero creo que en el planteo de Dolores está faltando un punto: que ese sector de comercio y servicios esencialmente vende al mercado interno. Mientras no haya recuperación del mercado interno y de la demanda, no alcanza con mayor protección frente a la producción importada, no alcanza con resolver el tema del financiamiento (que obviamente es muy importante, además de ser un doble problema, porque es para adelante y para atrás). No comparto –lo hemos discutido varias veces– “perdonatutti” al endeudamiento, pero hay que generar una fórmula que permita meter en una misma bolsa al endeudamiento pasado y el crédito futuro y que aquellas empresas que tienen disponibilidad de seguir tengan capacidad de reformular su endeudamiento. Pero básicamente lo que falta es el mercado interno. Creo que es posible pensar en caídas del desempleo más rápidas o menos lentas, digamos, si apostamos fuertemente a la recuperación del mercado interno.

EC - ¿Por ejemplo con qué tipo de medidas?

DO - En Uruguay, 75 por ciento de los hogares tiene como ingreso principal un salario o una jubilación (que es lo mismo, porque la jubilación se ajusta por salarios); el otro componente es el sector público. El sector público ha bajado mucho el presupuesto, se ha ajustado mucho, pero su gasto de funcionamiento, más las inversiones –excluyamos los salarios, que están en el primer grupo– en la última rendición de cuentas anda en el orden de los 500, 600 millones de dólares. Son cosas que el Estado compra a terceros, ya sea por vía de inversión o por vía de gasto; es allí donde yo planteaba la selectividad de ese gasto hacia el mercado interno, hacia los productores y comerciantes nacionales.

La masa salarial de Uruguay tiene una parte de salarios muy bajos. El último aumento en los sueldos públicos estuvo filosóficamente pensado en franjas (obviamente no comparto el porcentaje que se dio; no en la línea de Dolores sino al revés); de ese 2 por ciento que se iba a dar, tratar de dar un 6 a los salarios más bajos. Hay que seguir esa línea de razonamiento.

EC - ¿Por qué?

DO - Además de una razón de justicia social, porque otra de las perversidades del modelo de desregulación laboral que se aplicó en los 90 –con la que discrepamos– fue la fuerte diferenciación entre salarios. Entonces por un problema de justicia social, pero sobre todo porque esos son los sectores más alicaídos en términos de consumo y los que rápidamente van a trasladar ese mayor ingreso al consumo. No sé si la Cámara de Comercio tiene alguna información particular, pero los 2.000 pesos que recibieron los trabajadores públicos en el año 2003 en tickets de alimentación –fueron unos 120 mil tickets– claro que no pueden tener un efecto sobre el empleo, porque como dice Dolores, nadie va a contratar trabajadores porque prevea que el mes siguiente va a vender más porque estarán los tickets por una vez; pero en términos de nivel de ventas, de actividad, seguramente tuvieron efecto. Este tipo de medidas consistentes en el tiempo perfectamente pueden ayudar al mercado interno. No me parece mal que hayamos empezado por el modelo de largo plazo, porque es importante que cualquier medida de corto plazo que se tome no vaya en un camino contrario, tentada por el corto plazo.

EC - Medidas como estas que propone Olesker, ¿pueden atentar contra el modelo de largo plazo?

MDB - Yo estoy tan preocupada como Daniel por los sueldos bajos, pero estoy más preocupada por los sueldos cero. El sueldo cero es el desempleo; tenemos 17 o 18 por ciento de desempleo que, si se calcula bien, tú sabés mejor que yo que es una cifra superior; no sólo por el desempleo encubierto sino porque es un desempleo que se calcula sobre toda la población activa cuando hay una parte que es inamovible que son los funcionarios públicos. O sea que el desempleo del sector privado está arriba del 20 por ciento. Entonces me preocupa más el salario cero que perciben esos desempleados. Si yo quiero mejorar el salario cero no tengo más remedio que atacar la desocupación; y para atacar la desocupación hay que bajar los impuestos. Como decía Martín Rama, en Uruguay comprás una computadora y estás prácticamente exonerado de todo (ahora subió un poco el arancel con el Mercosur), pero contratás una persona… En el sector bancario, 30,5 por ciento de aporte patronal; en el sector comercio y servicios, arriba del 15 por ciento. Esos impuestos son una penalización al uso del trabajo.

EC - Otro tipo de medidas, como las que mencionaba Olesker recién, por ejemplo que a la hora de la compra de los uniformes para la enseñanza o para el Banco República, se establezca como obligatoria la adquisición de productos nacionales, ¿cómo le suenan a Dolores?

MDB - No lo comparto. Primero, estaría contra la OMC (aunque hay tantas violaciones…) Pero lo cierto es que creo que el Estado tiene que comprar lo más barato posible para molestar lo menos posible al sector privado y para dejarlo crecer. Este socio que tenemos, que es el Estado, nos está matando a todos. Hablemos del salario, pero mirémoslo desde el otro punto de vista: la presión fiscal que tienen los consumidores, los trabajadores: que el IVA, que el Imesi, que la retención del IVA… el empresario no la paga, la traslada, aunque cuando hay mucha recesión no puede. El consumidor uruguayo tiene sobre sus espaldas un elefante. ¿Cómo va a consumir?

DO - Me parece que ahí hay dos cosas distintas. Creo que el Estado puede ayudar a los privados no solamente bajando la presión fiscal, sino también comprándoles.

MDB - No creo, no.

DO - Al mismo tiempo, creo que hay una presión tributaria muy fuerte sobre los consumidores. Estamos hablando de una recesión, ahí sí combinar las medidas de corto y largo plazo pueden ser problemáticas, porque hay sectores que no pagan impuestos, hay exoneraciones de impuestos a sectores declarados de interés nacional, algunos muy importantes, de interés nacional, y otros no. El sector bancario hace muchos años que no paga impuesto a la renta. Hoy los exportadores tienen problema para transferirles los certificados de devolución de impuestos a los bancos porque los bancos no pueden usarlos porque no aportan a la DGI. Capaz que en 2002 los bancos tuvieron pérdidas, pero no creo que en 2001, 2000 y 1999... Y hace muchos años que no pagan impuestos.

MDB - ¿Sabés qué pasa? En ese sentido del corto y el largo plazo, si tú comprás y por ser industria nacional pagás más caro, terminás embromando porque vas a tener que financiar el largo plazo con impuestos.

DO - No necesariamente.

MDB - A igualdad de precios, comprar nacional me parece perfecto, a igualdad de precios y de calidad, por supuesto.

DO - Eso está claro.

MDB - En eso estoy de acuerdo.

DO - Hay varios problemas de precios. Uno es la escala, entonces lo que en el corto plazo puede ser más caro en el mediano plazo puede no serlo si hay una escala suficiente. Pongo el ejemplo de la vestimenta, que con 1.500 trabajadores no puede competir.

MDB - Cuando éramos una economía cerrada y no teníamos la escala de 2.000, 3.000l, sino de tres millones de habitantes, sin embargo la beca no funcionó…

DO - Había protección redundante, que es otra cosa.

MDB - Estados Unidos ya no protegen más a algunos sectores. ¿Nosotros vamos a proteger el aceite, la mayonesa, los calzados?

DO - Entre protección redundante y protección para salir de la recesión hay un trecho…

MDB - El argumento de la industria incipiente es viejo, no creo más en él. Ya nos vendieron eso y mirá cómo nos fue.

DO - No nos fue tan mal.

MDB - El mundo entero creció y nosotros estancados junto con Haití.

DO - En los 50 y 60 con la industria incipiente no estuvimos trancados.

MDB - Pero después de la guerra de Corea, kaput: Uruguay no emergió más.

DO - Yo digo que esa industria efectivamente necesita una escala. La industria de la vestimenta con 8.000 trabajadores tiene capacidad de producir a costos competitivos, quizás no con los chinos, pero sí con la región e incluso con los europeos y Estados Unidos.

MDB - Dejalo que compre barato y baje los impuestos.

DO - Eso de la vestimenta también vale en la industria agroalimentaria. Obviamente, el Estado es un gran consumidor de agroalimentos y los privados sin lugar a dudas; también allí hay márgenes para que el Estado lo haga. También en el calzado y podemos seguir con varios ejemplos. Creo que el Estado puede ayudar más a los privados como demandante que exclusivamente dándoles exoneraciones de diferente tipo para bajarles los costos.

EC - Apareció en una frase al principio de una de las intervenciones, y nada más (me llama la atención): la construcción. Casi no se ha hablado de la construcción, cuando tradicionalmente es un gran movilizador de mano de obra directa e indirecta. ¿Qué se puede hacer en esa materia? ¿O es mejor no meterse, porque el Estado, que es quien ha jugado un rol preponderante en esa materia en el pasado, hoy no puede, no tiene plata, no tiene cómo incidir?

DO - Creo que la construcción sí, cuando hablamos de corto plazo. Hay otra discusión –he trabajado bastante en esto– sobre los contenidos de la construcción. Hoy pensar en proyectos de construcción masiva, en nuevas inversiones en vivienda no es lógico, no sólo porque no hay plata sino porque Uruguay tiene más viviendas que hogares, pero sin embargo hay experiencias en el mundo –el Bronx estadounidense es un ejemplo muy característico– de zonas medio deshabitadas, de las que la gente se ha ido, que a través de mecanismos de transferencia del usufructo de la vivienda y algún crédito para reciclaje han tenido un efecto sobre el empleo relativamente similar al de la construcción nueva. Esto puede ser muy importante; estoy hablando de la Aguada, Ciudad Vieja, Cordón. Además nadie calculó, en los 90, cuando se construyó masivamente en la periferia, los costos asociados a esa construcción, la política de vivienda del Ministerio de entre 1990 y 1994 fue de las peores cosas en calidad, desde el punto de vista del largo plazo fue lo peor que se hizo. En cambio en las zonas que mencionaba ya tenemos los servicios, la locomoción, ya tenemos todo; creo que la construcción puede ir por ese camino del reciclaje, con mecanismos de transferencia de usufructo. La idea de la vivienda propia en estas coyunturas… En el mundo hay lugares, Inglaterra por ejemplo, donde el ideal de la vivienda propia no es un punto de referencia de los hogares.

EC - ¿Dolores?

MDB - Me quedé pensando en los sectores de generación de empleo. La construcción incide, pero incide directamente muy poco, es un mito que tenemos. En el mundo el empleo va por el lado de los sectores de gran valor agregado, como las telecomunicaciones, la logística, que resulta que aquí están en manos del Estado que está fundido.

Los grandes puestos de trabajo hoy se generan en el área tecnología, informática, telecomunicaciones, Internet; nosotros pagamos la Internet más cara del mundo, ése es el tipo de cosas que nos tenemos que cuestionar. Eso sí que genera empleo en el corto plazo, si uno hace una reforma duradera de permitir la competencia en algunos sectores que hoy están en monopolio, se generan puestos de trabajo inmediatamente y ese salario que hoy es cero va a empezar a aumentar y va a empezar a consumir en serio.

EC - Algún ejemplo.

MDB - Creo que se hizo mal en ir marcha atrás con el tema Antel. Ahí se condenó a Antel a estar asociada exclusivamente con un menesteroso que es el Estado: tiene un socio pobre, los que pretendían salvarla la condenaron.

EC - La pregunta iba a lo siguiente: hoy tenemos una masa importante de gente sin trabajo y pasando meses sin trabajar, con todas las consecuencias que ello tiene desde el punto de vista social incluso. Pensemos simplemente en la pérdida de la costumbre de trabajar, eso ya desde el punto de vista psicológico individual y social es muy complicado.

DO - Y generacional: hay generaciones que están creciendo sin tener la idea de que van a conseguir un empleo.

EC - Por lo tanto hay cantidad de gente que opta por irse. Tenemos el fenómeno de los que están sin trabajar, el fenómeno de los que se van... Para esa situación, para frenar las dos problemáticas, la del desempleo prolongado y la de la emigración, ¿cuáles pueden ser alternativas que podrían venir, como decía Dolores, si se adoptaran políticas en materia de desmonopolización, etcétera?

MDB - El Espectador lanzó un portal para que los uruguayos puedan trabajar en el mundo a través de Internet. ¿Cuánto se multiplicaría ese portal si Internet fuera gratis? Pensá la potencialidad que puede tener ese elemento, porque los uruguayos son inteligentes, se adaptan, son flexibles. Es lo que pasó con la reconversión de la industria, que fue mal hecha (no por culpa de la industria sino porque se dio más por atraso cambiario que por apertura, y a mí me gusta la reconversión por apertura, sana apertura, no por atraso cambiario), sin embargo la gente se adaptó y pasó a otros sectores. El uruguayo es flexible, se adapta, es inteligente. ¿Qué potencialidad tendría una herramienta como ese portal de El Espectador, si Internet fuera gratis? Los costos que tenemos hoy son los de bancar estructuras del Estado caras e ineficientes. Nos va a pasar lo mismo con Ancap. Y nuestras estrellas, que son las empresas públicas, resulta que si uno les mira la productividad (sale en la revista América Economía, uno puede hacer ratios de ventas por empleado, utilidades por empleado) están peor que Bolivia y Perú. Creo que ahí están los grandes problemas, los grandes escollos que encuentra el sector privado cuando quiere crecer: una presión fiscal que lo ahoga, y entonces emigra o se hace informal. Encuentra servicios públicos carísimos, entonces es muy difícil crear empleo y sostenerse en el largo plazo con esta estructura.

DO - Sí, creo que vamos llegando al final al punto donde está la clave. Dolores insiste mucho en el tema de los costos, que creo que es un tema importante; yo insisto mucho en el tema demanda, creo que estamos en una crisis de demanda. Obviamente, es una crisis general, de costos y demanda. No quiere minimizar el costo, pero creo que estamos en un problema de demanda, creo que hay que recuperar cierta escala de producción y cierto poder de compra; eso se hace vía demanda, ya sea por el lado del sector público o sobre todo por el lado del sector privado, por la vía de los salarios. Eso va a permitir mejorar los costos.

La devaluación ayuda, el canje de deuda también ayuda porque permite un cierto desahogo financiero por unos años, que a su vez permite mejorar las reservas internacionales y dar respuesta a algunas posibles inversiones de infraestructura que son necesarias. En mi opinión, también ayuda la capacidad de actuar, desde la empresa pública, sobre los costos de producción. Que se haya pervertido y se haya transformado en un sistema que termina transfiriendo a costos las enormes ineficiencias de la dirección de las empresas, eso es verdad; pero no es porque sean públicas sino por la forma en que han sido manejadas. Hemos hecho un estudio en el que demostrábamos cuánto podía bajar la tarifa de UTE, por ejemplo (en realidad lo hicimos para financiar un incremento de salarios que propusimos para los trabajadores), y se hablaba fácil de 9 o 10 millones de dólares de arranque simplemente en los rubros de gastos de representación, de gasto gerencial, de no sé cuánto y no sé qué. 10 millones de dólares es una cifra significativa, en ese momento significaba algo así como un 8 por ciento de la masa salarial que se pagaba, eran mil pesos por partida fija por trabajador. O sea que me parece que eso ayuda y que el tema central hoy es la demanda y a partir de la demanda aprovechar estas potencialidades que nos dan la devaluación, el canje de la deuda y la capacidad de volver a producir en condiciones competitivas dentro de Uruguay.

Comparto que los servicios son fundamentales y que el comercio es fundamental, y no creo que eso cambie nunca más en Uruguay porque nunca fue diferente. Uruguay de principios de siglo era una economía agraria de base urbana, era agraria en el sentido de que el excedente de exportación era agrario, pero ya trabajaba casi la mitad de la gente en el sector comercio y servicios. Para que eso sea posible se necesita una base productiva pequeña, de calidad y sustentable; esa base productiva hoy está atacada por dos problemas centrales: el endeudamiento y la demanda en el mercado interno. Esos son los dos obstáculos de corto plazo que hay que resolver para llegar al modelo de largo plazo.

MDB - Para redondear, creo que para reactivar el sector privado hay que bajarle los impuestos, darle un marco de previsibilidad, estabilidad y confianza y un marco de costos adecuados. En ese sentido puede ser que el problema no esté en que las empresas sean públicas o privadas, está en que no tienen competencia. Hablemos de la que conozco, que es República Afap: si no tuviera competencia, ¿sería tan eficiente como es, tendría la comisión más baja del mercado y habría logrado la rentabilidad que logró? Creo que hay que crear las instituciones como para ser manejadas por el peor de los hombres –lo decía Machiavello– y la manera de hacer eso es darles competencia, porque si tenés el testigo de la competencia te portás bien.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón



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