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“SI HUBIERAN PENSADO PRIMERO EN LAS PRADERAS...”
Los productores rurales y el precio de la carne
Beatriz Costa (Federación Rural): Es problema es la escasez de ganado gordo, y no el aumento en la exportación, al punto que es probable que ni siquiera se cubran los cupos disponibles. Mientras se pudo invertir en praderas artificiales, en invierno nunca hubo escasez de carne, y se había bajado la edad de faena de 3 a 2 años. Sin dinero para invertir, el sistema productivo se desmanteló. Además, el 40% por ciento del precio de la carne en mostrador es impuestos. Importar es sólo una buena solución en el corto plazo.
EN PERSPECTIVA
Viernes 15.08.03, 09.11.
EMILIANO COTELO:
Uno de los temas de la semana, quizás el de mayor repercusión popular fue el aumento en el precio de la carne.
El informe habitual de la consultora Seragro que publica hoy el diario El País comienza de esta manera: “La suba de la carne ha provocado una convulsión tal en la sociedad, que ha pasado a ser el principal tema de la calle, el que ocupa el centro de la información nacional, tapa de los diarios, y cabeza de informativos televisivos y radiales. El fenómeno muestra rasgos de cierta paranoia, con consumidores desesperados y desbocados, reclamando, a la puerta de las carnicerías vacías de compradores (…). Buscando ‘culpables’, se lanzan al ruedo disparates de todo calibre, como si hubiera una conspiración de malvados, que lucran con la desesperación y el hambre popular, para obtener ganancias injustas. Así desfilan por la picota del escarnio público, primero los carniceros (que ponen la cara en primer plano), después los frigoríficos y, por último pero mejor, los más sospechosos, los privilegiados de siempre, los malos pagadores, los chivos expiatorios preferidos: los estancieros. Sentados encima de sus novillos, los acaparadores, especuladores, agiotistas (…) fuerzan con su actitud mezquina la suba del precio del ganado... y el pueblo que sufra, sin que les importe nada”.
En estos días hemos ido conversando con varios de los protagonistas de la cadena cárnica, pero nos faltaba justamente el punto de vista de los productores agropecuarios, estos estancieros que serían los malos de la película, según varias de las visiones en curso.
Por eso nos pareció bueno conversar con Beatriz Costa, dirigente de la Federación Rural, primera secretaria de la Mesa del Consejo, productora en el departamento de Cerro Largo. ¿Ustedes efectivamente se sienten perseguidos?
BEATRIZ COSTA:
Sí; uno ve en varios medios de prensa que en definitiva la persona de la calle nos considera responsables de esta situación. Uno entiende la situación que vive la gente, pero no olvidemos que en otros momentos de poszafra hubo escasez y suba de precios de la carne. Lo que pasa es que en esta coyuntura nos encuentra con una economía muy vulnerable y un consumidor que ha visto bajar su sueldo de manera considerable por todo lo que fue el aumento de la canasta básica: “Sube el teléfono, sube la luz, sube el gas, sube la mutualista, sube todo, no me atienden en el sanatorio y además me sube la carne”. Evidentemente eso ha provocado una situación casi explosiva.
Si nos ponemos a recordar un poco, aunque no en los últimos años, era normal que en este país se vivieran situaciones de escasez en invierno.
EC - Uno de los razonamientos es: “Creíamos que era una buena noticia que después de la crisis de la aftosa se reabrieran los mercados internacionales para la carne uruguaya, pero resulta que esos buenos precios que se obtienen afuera encandilan al productor ganadero que traslada ese tipo de valores al mercado interno. ¿Por qué no hay una contemplación con el mercado interno?”. Esa es una de las tantas preguntas.
BC - No es así. Lo voy a explicar pensando en una audiencia fundamentalmente urbana. Nosotros tenemos una mercadería que fabricamos en nuestros establecimientos, que es un novillo, y que una vez terminada no se puede poner en una caja guardada en un estante. Esa mercadería tiene que quedar a la intemperie, o sea que va a sufrir los temporales, el frío, sobre todo va a tener que sufrir que no tiene pasto en invierno. En los años anteriores hemos ido paliando esta situación mediante la instalación de pasturas artificiales, las praderas. Pero las praderas son muy caras; durante estos años los productores hemos invertido fuertemente para poder tener praderas, por lo tanto en invierno nunca hubo escasez de carne. Pero estos últimos años golpearon muy fuertemente al productor; recuerde que cuando la crisis de la aftosa el asado se regalaba en el peaje de Atlántida. Eso significó para el productor que prácticamente estaba regalándole la carne al frigorífico.
EC - Usted está recordando promociones que hacían algunos supermercados, por ejemplo Tienda Inglesa, en el peaje de Atlántida.
BC - Si Tienda Inglesa regalaba el asado, imagínese los precios que nos estaban pagando a nosotros por la mercadería cuando no estaban los mercados tradicionales de exportación. El asado valía 12 pesos.
Con toda esa situación, más un problema de alto endeudamiento –no nos cansamos de repetir–, al productor no le ha quedado margen para la reinversión. Si queremos volver a la ganadería de principios de siglo, no hay que reinvertir: nos sentamos, abrimos la portera, que coma, que haya gordura en las épocas que tiene que haber. Hay un dicho muy común en campaña que dice que los animales en primavera, otoño y verano se alimentan con pasto y en invierno con lomo y cuadril, porque comen toda la reserva. Los animales que tenemos están flacos, no dan para faenar. Es muy probable –se hace una especie de antinomia entre exportación o el consumo interno– que ni siquiera se puedan cumplir las metas que INAC o los frigoríficos habían establecido con respecto a los compromisos asumidos en el mercado exterior.
EC - Usted dice que podrían llegar a no cubrirse, no aprovecharse los canales ya abiertos, los cupos ya disponibles.
BC - Creo que va a pasar eso; que hasta octubre no va a haber una disponibilidad fluida de ganado. Nos hemos cansado de denunciarlo, veíamos venir un desmantelamiento del sistema productivo, que se ha dado. Es como que uno tiene una caja de ahorro, que es el fósforo y las plantas que uno implanta, que se van yendo de a poco si uno no los mantiene. Llega un momento en el cual el país está prácticamente desguarecido de todo lo que es la base forrajera para poder darles terminación a los novillos de invierno.
INAC o el ministerio han hecho muchas planillitas muy lindas desde el punto de vista de una computadora, pero que no resisten la intemperie en cuanto a la cantidad de reses que se va a faenar este año. En los años anteriores se hablaba de que el país había avanzado mucho porque se había pasado la edad de faena del novillo de tres a dos años, se estaba sacando un novillo mucho más rápido, éramos mucho más eficientes produciendo carne. Por todo esto que decía ahora, volvemos al viejo novillo de tres años, que es el que se saca a campo natural.
Pensamos que si se hubiera atendido a tiempo el mantenimiento, que la gente pudiera refertilizar, que con algún peso pudiera hacer unas 25 hectáreas de pradera, un pedacito para ir reconstituyendo… Estamos en un campo que ni siquiera se alambra, entonces menos que menos se pueden hacer praderas.
EC - Para entender esta parte del razonamiento y la explicación: usted dice que más la presión de los precios internacionales, más que el componente exportación, lo que está pesando es que falta ganado.
BC - Es eso, sí. Esa es mi posición como productora, pero si consulta a la Asociación de Consignatarios de Ganado, que es de alguna manera el ente testigo de la situación del mercado, coincide con nosotros: no hay ganado. La gente que tiene ganado gordo es gente que trata directamente con los frigoríficos, en su mayoría productores grandes... Cuando volás a 25.000 metros de altura no tenés turbulencias… Ellos quizás tengan alguna retención de ganado y quizás estén haciendo buenos precios, pero el productor no se está viendo favorecido porque es muy simple: no tiene novillos para vender. Si tuviera novillos para vender a los precios actuales, evidentemente sería bárbaro; pero es como después que pasa un tornado: el tomate vale tres veces más pero eso no quiere decir que el granjero esté mejor, porque no tiene los tomates.
EC - ¿Qué pasa con el tema de la tributación de la carne en el mostrador, que también ha estado en la discusión en estos días?
BC - Le pedimos los datos a INAC, todavía no los tenemos al centavo, pero grosso modo se dice que el 40 por ciento de la carne es impuestos; nosotros en campaña decimos que de tres novillos que se faenan uno se lo come el Estado. Ahí hay un peso impositivo para toda la cadena –productor, industria y consumidor final– sumamente importante. Es lo mismo que pasa con el tema de los combustibles: uno dice “Qué cara está la nafta”, que el problema es la refinación del crudo, pero en definitiva la mitad del componente del costo de los combustibles son los impuestos.
EC - Se lo preguntaba porque una de las alternativas que se han manejado, uno de los planteos que han venido de la Unión de Vendedores de Carne, es exonerar de IVA –14 por ciento hoy–el consumo de carne al público, por ejemplo.
BC - Sería una medida interesante. Creo que la DGI ha sido bastante omisa en el control de las plantas; seguramente va a pasar que los novillos que se faenen en la industria frigorífica –porque hay una importantísima evasión impositiva– van a estar compuestos en un 90 por ciento de cuartos delanteros, que serían exonerados del IVA, y el resto serían cuartos traseros. La carne va a aparecer toda como si fuera esa mercadería exenta de IVA.
EC - Aquí aparece otro de los recelos, de las tiranteces que caracterizan a la cadena cárnica. Usted está indirectamente hablando con reparos sobre la actividad de los frigoríficos. ¿Está convencida de que hay una evasión impositiva importante en la industria frigorífica?
BC - Sí, en el caso de un frigorífico en particular se ha comprobado una evasión importante que significa sumas que justificarían la instalación de cajas negras por parte de la DGI. Pero este no es el tema fundamental ahora, no creo que sea lo que le importa a la persona que tiene que ir a comprar carne al mostrador, aunque esa presión impositiva que el frigorífico evade también hace que la carne sea tan cara.
Ha aumentado muchísimo la faena clandestina, que para nosotros los productores es un peligro porque muchas veces está ligada al abigeato. O sea que se mata un ganado bajo un árbol y se vende la carne, sin ningún tipo de control, pero el tema es que a veces es una vaca propia y otras es ajena. El abigeato ha sido bastante importante en los últimos años en el sector agropecuario.
EC - Sigamos viendo las alternativas que se ha manejado. Están en gestión en estos días distintas solicitudes de importación de carne, tanto de ganado en pie, por ejemplo de Brasil para ser faenado en frigoríficos uruguayos y destinado al mercado interno, como de cortes de carne vacuna de la República Argentina para vender directamente al mostrador. Usted, como productora, ¿cómo ve esos caminos?
BC - Sabemos que con las reglas del Mercosur las puertas son de vaivén: así como hemos podido mandar ganado gordo a Brasil en algunas oportunidades, que ha sido una especie de precio testigo, sabíamos que en algún momento también podía venir ganado de Brasil hacia acá.
En primer lugar, el ganado en pie siempre es testimonial, uno está transportando animales vivos, no es lo mismo que carne dentro de una caja, entonces por lo general esos negocios no son de entidad, si bien regulan un poco el precio.
Con respecto a la carne, es muy probable que venga de Argentina o Brasil, lo cual también estaría indicando que quizás el país está volviendo a perder su competitividad regional, en tanto es más barato comprar en los países vecinos.
Va a solucionar el problema puntual, pero de ninguna manera va a ser saludable para el país en su conjunto y para toda la cadena cárnica.
EC - ¿Por qué no es saludable; qué puede pasar?
BC - A menos que digamos que estuvo bien lo que hicimos en los últimos años, que fue sustituir todo lo que producíamos por productos importados… Si vamos a plantearnos que nuestro destino va a ser importar todo, porque hasta carne vamos a tener que importar, vamos a tener que importar trigo, productos agropecuarios en general; dentro de poco vamos a tener que importar hasta verduras y frutas. Es una alternativa, ¿pero de qué va a vivir el país?
EC - Creo que nadie lo ha propuesto con ese horizonte de largo plazo, ni siquiera de mediano plazo, son importaciones para resolver un problema coyuntural, el problema puntual de estas semanas durante las cuales el precio de la carne se ha disparado.
BC - Claro, pero esto pasa justamente por imprevisión. Me parece que el país tiene que tratar de prever para no tener que importar.
EC - ¿Qué se pudo haber hecho; qué faltó hacer? ¿Cómo se pudo haber previsto esto?
BC - Haberles dado la oportunidad a los productores de mantener los mejoramientos hechos. Había una inversión importantísima, que era un capital que uno tenía, que se dejó perder por falta de refertilización. Los productores no tenían dinero para hacer las praderas, es clarísimo.
EC - ¿De qué era consecuencia eso: de la falta de crédito como derivación de la crisis financiera…?
BC - Creo que los productores nos hemos acostumbrado a funcionar sin crédito. Por un lado tendríamos que haber utilizado el crédito que ya estaba otorgado como nuevo crédito en un país donde no hay, o sea haber postergado de alguna manera todo lo que era vencimientos y haber hecho una refinanciación en serio, que no salió.
EC - Usted dice que si se hubiese hecho una refinanciación en serio los productores ganaderos podrían haber destinado recursos a las pasturas, por ejemplo.
BC - Claro; no podíamos pretender que hubiera crédito cuando no lo había para ningún sector, pero si en lugar de haber tenido que ir a pagar religiosamente al banco, como en el caso de la banca privada y la banca gestionada, que hubo que pagar, si no hubiéramos tenido que afrontar determinado tipo de compromisos el productor hubiera tenido un poco más resto para hacer alguna pradera. Sobre todo teniendo en cuenta que el último año, después de la aftosa, los precios fueron realmente ruinosos; como decía, el asado se regalaba. Uno apenas podía mantener la canasta familiar, el productor apenas puede mantener la canasta familiar, es imposible pretender que invierta 150 dólares por hectárea para hacer una pradera.
EC - Usted además de productora en el departamento de Cerro Largo, además de dirigente de la Federación Rural, es ama de casa.
BC - Sí, sí.
EC - O sea que usted también tiene que enfrentar…
BC - Todos los roles.
EC - Ahora la ubicamos en Montevideo...
BC - Sí.
EC - Usted tiene que enfrentar la ida al supermercado, resolver las comidas del mediodía, de la noche en su casa, o sea que también se encuentra con este dilema de qué hacer cuando la carne sube como ha subido. Otra de las discusiones es: ¿y los productos sustitutos de la carne de vaca, el pollo, el pescado…? Resulta que también han subido de manera importante. ¿Cómo ve esta otra parte del debate?
BC - Por idiosincrasia el uruguayo está acostumbrado a la carne; el pollo es un poco para variar. Evidentemente todo ha subido, lo estaba comentando con mis hijas: ayer compré un pollo que era como una paloma, que me dio para hacer un puchero para mis dos hijas y yo, se comió prácticamente en el día. Era una paloma y me salió 80 pesos. No rinde (lo estoy diciendo como ama de casa), como no rinde el pescado.
La carne ha subido, pero de todas maneras sigue siendo un componente importante de la dieta, porque uno sabe que con medio quilo de carne picada se pueden hacer maravillas.
A veces se dice que se sustituye la carne por fiambre. Claro: lo que pasa es que cuando la gente compra fiambre, compra una feta de jamón y la pone entre dos panes; cuando uno compra carne se come de repente 250 gramos de un saque, con papas fritas y huevo frito. La carne ha subido porque estamos acostumbrados a que sea barata, pero con relación a los sustitutos, como fuente de proteínas, creo que todavía sigue siendo lo mejor.
EC - ¿Cómo se justifica que se haya producido estos precios altos en lo que podrían ser escapes al precio alto de la carne?
BC - Los sustitutos no estaban preparados para afrontar esta demanda incrementada. Uno se prepara para producir lo que está acostumbrado que el mercado le demande. Supongo que ese es el caso de los polleros, no tengo demasiada experiencia en eso. Lo que pasa es que si en determinado momento empieza a aumentar la demanda por ese producto, va a subir el precio porque tampoco debe haber pollos preparados. Es toda una falta de planificación; quizás si hubiéramos sido un poco más sinceros más atrás se podría haber previsto.
EC - ¿Cuál es su pronóstico: cuánto dura este problema?
BC - Creo que va a durar. En este invierno se va a prolongar más porque hubo muchas áreas del litoral, que son los mejores campos de Uruguay, los que proporcionan la mayor cantidad de ganado terminado, que se destinaron al trigo y la soja; además el invierno ha sido muy rígido y está todo el tema de la falta de inversiones en pasturas. Creo que esta poszafra se va a prolongar más de lo acostumbrado. Estamos acostumbrados a que en setiembre, octubre empiecen a aparecer los nuevos ganados gordos, pero creo que los precios los precios se normalizarán recién a fines de octubre.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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